Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Novilunio por Rukkiaa

[Reviews - 225]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Puro chantaje

 

POV. Edward

 

-Si te pido que hagas algo, ¿confiarás en mi?-pregunté a Bella en el coche mientras la llevaba al instituto el lunes a primera hora.

-Eso depende-dijo ella desconfiada.

Aparqué en una de las plazas libres, apagué el motor y la miré, tenso.

-Quiero que te quedes en el coche-pedí-quiero que esperes aquí hasta que regrese a por ti.

-Pero, ¿por qué?-en cuanto miró por el parabrisas, supe que lo había visto. Allí parado, junto a su moto negra aparcada sobre la acera. Sobresalía por encima de los demás rostros pálidos. Vestía una ajustada camiseta negra de manga corta, aunque el día fuera en apariencia frío y unos vaqueros rasgados y manchados de grasa. Mostraba una actitud tranquila, pero yo sabía lo que se cocía en su mente. Quería venganza. Venganza por haberme marchado el fin de semana sin decirle ni una palabra. Por haber puesto tantos kilómetros de distancia entre él y yo. Sabía que había vuelto a rondar por mi casa dado que Emmett me había puesto al tanto. Pero nunca creí que fuera capaz de llegar a una cosa así-no me voy a quedar en el coche-dijo Bella en sus trece, cabezota como era.

Suspiré derrotado-bien...acabemos con esto de una vez.

El rostro de Jacob se endureció en cuanto Bella y yo nos bajamos del coche y ella unió su mano con la mía. Y para colmo, los estudiantes de alrededor parecían haberse percatado de que algo raro sucedía. Aquel chico no era un alumno más y tenía pinta de problemático. Cuando nos acercamos lo suficiente a el, puse a Bella a mi espalda, como había hecho en bosque. No podía pasar por alto sus pensamientos hostiles hacia ella.

-Si querías hablar con Bella, podrías haberla llamado-dije molesto.

-Lo siento-dijo el, aunque sabía perfectamente que aquello era una mentira como una casa-no estaba seguro de que hubieseis vuelto de Florida- embustero.

-Podríamos hablar en otro momento. Las clases van a empezar.

-¿Por qué no ahora?-iba a acercarse, pero la mirada que le lancé se lo impidió-será rápido.

-Ya sé lo que has venido a decir. Mensaje entregado. Considéranos advertidos.

-¿De qué estás hablando?-me preguntó Bella.

-¿No se lo has dicho a ella?-la sonrisa de Jacob se ensanchó. Era buen actor desde luego.

-Por favor, déjalo ya Jacob- pedí en tensión.

-¿Qué es lo que no sé Edward?-ahora la que empezaba a molestarse era Bella. Justo lo que aquel insoportable perro había venido a provocar. Una pelea entre los dos. Yo no podía dejar de mirar a Jacob con la mandíbula apretada de la rabia-¿Jake?

-¿No te ha dicho que ese...hermano gigante que tiene cruzó la línea el sábado por la noche?-había sarcasmo en sus palabras- Paul estaba totalmente en su derecho de...

-¡Era tierra de nadie!-interrumpí. Tuve que cerrar los puños y respirar hondo un par de veces para no partirle la cara allí mismo.

-Sabes que tu hermano no tiene permitido entrar en la reserva. Él no-aclaró con media sonrisa asomándole en los labios.

-¿Emmett y Paul?-Bella estaba llevando a cabo sus propias cavilaciones-¿qué pasó?¿es que se han enfrentado?¿por qué?¿está herido Paul?

-No hubo lucha-dije para calmarla-nadie salió herido. No te inquietes.

-No le has contado nada en absoluto, ¿a que no?-Jacob ahora sonreía triunfante. Objetivo conseguido, pensó fugazmente.

-Vete ya-espeté.

-¿Por qué no se lo has dicho?

Le miré en silencio. Deseaba que tuviera el mismo don que yo para poder decirle todo lo que pensaba sin tener que abrir la boca, pero por mi actitud, tenía que saber perfectamente que había metido la pata. Estaba convencido de que la furia llameaba en mis ojos. Estábamos en silencio y podía escuchar a los estudiantes de alrededor. Hacían apuestas entre ellos a ver quién ganaría a quién en una pelea entre Jacob y yo. Alucinante. Había quienes tenían la desfachatez de apostar por él.

-Ella ha vuelto a por mi-el resuello de Bella me hizo salir del estado en el que me encontraba. Se había dado cuenta ella sola de lo que ocurría. Siempre tan intuitiva.

Le acaricié la espalda a modo de consuelo, ignorando el paso hacia adelante que había dado Jacob- no pasa nada-le dije-nunca dejaré que se te acerque, no pasa nada. ¿Contesta esto a tu pregunta chucho?-le cuestioné a regañadientes.

-¿No crees que Bella tiene derecho a saberlo?-seguía con lo mismo y me harté. Me aparté de Bella y me acerqué a Jacob en un visto y no visto. Su abrasador aliento chocaba contra mi rostro, así que yo apostaba a que el mío hacía lo mismo en el suyo. Se quedó estupefacto cuando le cogí del cuello de la camisa evitando por todos los medios que mi desmedida fuerza se la rasgara y quedara en evidencia frente al público.

-Ya basta Jacob- estábamos lo bastante cerca el uno del otro como para poder hablar en voz baja y que él me escuchara, pero Bella no-déjate de juegos. Para. Ella no se va a enfadar porque lo hice para protegerla. Déjalo de una vez.

-Con una condición...-habló con la misma intensidad que yo. Seguro que vistos desde fuera, parecía que ambos íbamos a partirnos la cara a porrazos. Estando con Jacob comprendía por qué Alice no era capaz de ver a los licántropos en sus visiones. Eran demasiado imprevisibles. Criaturas capaces de pensar una cosa y al segundo otra diferente-pasa un día conmigo.

-¿Qué?-parecía un chiste, pero no reí.

-Me lo debes. Te fuiste sin decírmelo.

-Tú no eres quien para que yo...

-Me lo debes-pronunciaba las palabras con una convicción tan poderosa que era difícil rebatirle. No tienes idea de lo mal que lo pasé. Me sujetó del cuello del abrigo y me miró fijamente, por si veía alguna reacción por mi parte que le indicara que le estaba oyendo. Casi me vuelvo loco cuando supe que te habías marchado y yo sin poder seguirte. Sin saber si te podía pasar algo. Bastante duro era saber que te ibas con ella, los dos solos. Me lo debes Edward Cullen. Mi vida depende de la tuya. Dame tu día de mañana.

Asentí sin todavía despegar mis ojos de los suyos, y sin ser consciente aún de por qué le seguía el juego. Aparté las manos de su camisa justo a tiempo de escuchar una voz a nuestras espaldas. La del director Greene.

-Ah, señor Cullen. ¿Qué ocurre aquí?¿algún problema?

-Ninguno, señor Greene- puse mi mejor sonrisa inocente-íbamos ya de camino a clase.

-Excelente. Creo que no conozco a su amigo-el director miró a Jacob y enseguida pensó que era un tipo peligroso-¿es usted un estudiante del centro?

-No-él solo sonreía con suficiencia. Estaba pagado de si mismo. Había conseguido su objetivo y además se estaba divirtiendo de lo lindo.

-Entonces le sugiero que se marche de la propiedad de la escuela rápido, jovencito, antes de que llame a la policía.

Sonreí ante la idea de Jacob en una celda. No duraría mucho allí. Seguro.

-Sí, señor-dijo. Hizo un absurdo saludo militar antes de montarse en su moto y puso pies en polvorosa.

Y por todo eso...ahora estaba yo donde estaba. En la línea divisoria entre su territorio y el nuestro. Habiendo hecho pellas en el instituto, sin haberle dado ninguna explicación a Bella y dándole vueltas una y otra vez a la razón por la cual había aceptado esa insensatez.

Dame tu día de mañana. Bufé. Un día más, un día menos. Si Jacob me dejaba en paz durante al menos una semana, le daría todos los días que quisiera.

 

POV. Jacob

 

Quería para mí su día completo y en cuanto despuntó el alba, ya yo estaba revoloteando inquieto por mi casa. Me había duchado, vestido, peinado, desayunado y todo eso antes de que Billy siquiera se hubiera despertado.

Paul y Jared eran los que habían patrullado los alrededores de la reserva esa noche, así que podía encontrármelos de un momento a otro, aunque esperaba que no se atrevieran a acercarse a nosotros. No me costó demasiado dejar que Sam me diera el día libre, siempre y cuando hiciese un turno doble cuando me volviera a tocar una ronda. Obviamente accedí en el acto.

Algo me impulsó a ir a aquel lugar. Conociendo a Edward, andaría desconfiado. No sería capaz de cruzar la línea pensando que cualquiera de nosotros le podría atacar de un momento a otro.

Y acerté.

Cuando llegué, mi vampiro andaba de un lado para otro con las manos a la espalda. Parecía meditar, o, lo más probable, se estaba arrepintiendo de estar allí. En cuanto captó mi olor, dirigió la vista hacia mi.

Como me gustan esos ojos tan hipnóticos y únicos.

Con paso decidido, me acerqué a el.

-Buenos días, Edward- no podía evitar que una amplia sonrisa ocupase mi rostro-¿por qué no te acercas?-como yo sospechaba, no se fiaba de nosotros-no te pasará nada-le tendí la mano, manteniéndome en nuestro lado a propósito.

Él soltó un gruñido apenas perceptible y dio varios pasos hacia mi, ignorando mi mano. Supe que seguía sin fiarse del todo cuando detuvo sus andares y miró alrededor.

-Sígueme-solté. Si leía mi mente sabría que estábamos a salvo. Nadie se inventaba una imprimación para llevarse a un vampiro a territorio enemigo. Al menos, yo no.

Quería que viera como era mi vida. Mi casa, mi familia. Quería que conociera todo de mi, para que, con suerte, se sintiera mejor a mi lado e incluso pudiera llegar a sentir algo por mi. Sabía que era imposible que se olvidase de Bella, pero tenía que intentarlo con todas mis fuerzas.

En silencio, terminamos yendo a la playa, porque me parecía un buen lugar por donde empezar. Edward se notaba curioso. Miraba a todas partes y no daba muestras de estar aburriéndose o molesto, así que eso me dio ánimos.

Caminábamos cerca de la orilla, aunque no lo bastante como para que el agua nos rozara los pies, pero Edward se quitó sus, seguramente caros zapatos, para andar descalza a mi lado. Agradecí que todavía fuera temprano, porque el lugar se llenaría de miradas curiosas hacia nosotros, seguro.

-¿Sabes que ya no eres la novedad en mi manada?-no sabía qué decirle y no se me ocurrió otra cosa para romper el hielo.

-No-parecía muy relajado e incluso me dedicó una leve sonrisa que me dejó aturdido unos instantes.

-Quil, uno de mis mejores amigos, ya es uno de los nuestros.

-¿Quil Ateara?

-Si...¿le conoces?

-¿Ese hombre es tu mejor amigo?

-¿Hombre?-¿qué dices?, es solo un chico de mi edad. Entonces caí en la cuenta-ah, ¿conoces a su abuelo?

-Eso tiene más sentido. Sí.

-¿Cómo?-era raro que Edward conociera al abuelo de Quil.

-Vino a mi casa, con tu padre, Sue Clearwater y Sam Uley.

Tuve que detenerme-¿para qué?

-Para hablarme del tratado. De por qué podía entrar aquí a partir de ahora y de lo que suponía tu imprimación para ambos-decidí dejar el tema, era bastante vergonzoso, y él pareció entenderme y cambió el rumbo de la conversación-¿y cuál es la novedad?¿que es uno de los vuestros?

-No, que no solo es de los nuevos, sino que además se acaba de imprimar.

-Vaya...¿de un vampiro?

Reí y negué con la cabeza-no, pero ya es el cuarto que lo hace y en un tiempo récord.

-Ah.

-Además...de una persona muy peculiar-metí las manos en los bolsillos con ademán despreocupado. Quería hacerme el interesante para que él me preguntase, pero no obtuve el resultado esperado, por lo que continué sin más-fue increíble, porque Quil no había tenido tiempo para pasarse por casa de Emily. Emily es la imprimación de Sam.

-Ya, él me lo comentó.

-Genial...bueno, pues Emily tenía dos sobrinas que estaban de visita y...Quil conoció a Claire.

-¿Y qué pasa con eso?

-Que Claire tiene dos años.

Comenzó a chispear, pero a Edward no parecía molestarle a pesar de que sus ropas de marca empezaban a mojarse.

-¿Eso es posible?¿podéis imprimaros de niños?

-Sucede. Eso dicen las leyendas-cogí una piedra y la lancé con fuerza al agua.

-¿No es demasiado pequeña?-él ni siquiera estaba mirando mi hazaña, a pesar de que la piedra surcó la superficie del agua lo bastante como para merecerme un elogio.

-Quil no va a envejecer más. Solo ha de ser paciente durante unas décadas. No hay nada romántico en todo esto, no para Quil, aún no. Todavía no ha llegado al mismo punto...bueno, al mismo que yo. Quil será el mejor y el más tierno de los hermanos mayores que haya tenido un niño. No habrá criatura en este mundo más protegida que esa niñita. Luego, cuando crezca, ella necesitará un amigo. Él será el camarada más comprensivo, digno de confianza y responsable que cualquier otro que ella pueda conocer. Después, cuando sea adulta, serán tan felices como Emily y Sam. O Jared y Kim.

Le miré de reojo. Todo eso lo sentía yo por el. Podía ser su mejor amigo y su amante más entregado.

-¿Claire no tiene alternativa?¿no podéis deshaceros de la imprimación?

Eso me dolió. Fue como un puñetazo en las tripas.

-No. La imprimación no tiene cura...

-No quería decir eso. Pero me parece amor forzado, al menos para esa niña. Ese tal Quil se imprima de ella y ¿ya está?¿no podrá conocer a otros?

-No va a necesitarlo. ¿Por qué no iba a elegirlo a el?. Quil va a ser su compañero perfecto, y es como si lo hubieran creado sólo para ella.

-Si lo pintas así...-se agachó con tal gracilidad, que se notaba que no era humano. Cogió una piedra y la lanzó al agua también. Pero la suya se mantuvo haciendo florituras por la superficie mucho más tiempo que la mía.

Impresionante. Es el ser más perfecto del planeta.

 

POV. Edward

 

Era agradable andar por la playa a pesar del sirimiri que se nos estaba echando encima. No me sorprendía que la conversación hubiera acabado girando en torno a la imprimación. Jacob de verdad creía en todo lo que decía. Tenía una fe absoluta en que él había sido hecho para mi. Pero yo no podía pensar de la misma manera. Éramos seres rivales, siempre había sido así. No se puede cambiar la naturaleza de algo tan fuerte, por mucho que alguien se empeñe.

Pero estar con Jacob a solas, sin Bella de por medio, me hacía ver que aunque el amor no formaba parte de mi ecuación, la amistad podría ser un buen resultado. Jacob era agradable, alegre hasta el punto de contagiarte, y no sé por qué, pero no me olía nada desagradable, a diferencia de Sam Uley o los demás que rondaban por la reserva, cuyos efluvios se extendían por doquier.

Lo malo de Jacob, es que cambiaba el rumbo de sus pensamientos en cuestión de segundos. Y antes de que me diera cuenta, me cogió la mano. El calor intenso de su piel en contraste con el frío helado de la mía era tan agradable que me dejó confuso. Fui consciente de la extraña electricidad que me recorría a través de la mano y se extendía hasta mi columna vertebral.

-Vamos a mi casa, quiero que veas algo-me dijo. El brillo en sus ojos le delataba. El hecho de que yo no le hubiera soltado la mano le hacía estar pletórico. Y yo no sabía porque no la había apartado de un tirón en cuanto me hubo tocado. Tal vez fuera esa electricidad tan perturbadora.

Y como autómata, me dejé llevar. Le había dado el día ¿no?. Iría a donde quisiera que fuese.

Caminamos cogidos de la mano. La gente de la reserva ya andaba de acá para allá con sus quehaceres, pero eso no quitaba que tuvieran tiempo para fijarse en mi. Sobretodo, porque era la persona con la piel más pálida que habían visto jamás.

La casa de Jacob era pequeña, de madera, con ventanas estrechas y pintada de un color rojo mate que la asemejaba a un granero diminuto, no obstante, se veía que era acogedora. Pensé que íbamos a entrar en ella porque además sabía que Billy estaba dentro, pero no fue así. Un grupo espeso de árboles y malezas ocultaba el garaje a la vista de la casa. El recinto en sí estaba formado por un par de grandes cobertizos prefabricados que habían sido adosados, tirando al suelo las paredes interiores. Bajo esta cubierta, pude contemplar un automóvil.

-¿Qué te parece?-preguntó él entusiasmado. Aproveché que iba a ojear el coche, para soltar su mano y girar alrededor del vehículo.

-Un Golf del 86, un clásico-mis palabras ensancharon su sonrisa.

-Lo reconstruí yo-estaba muy orgulloso de ello.

Abrí la puerta del copiloto y me senté. Él se apoyó en la moto negra con la que había aparecido en el instituto, justo enfrente.

-No está nada mal-aprecié.

-Bueno...no se puede comparar con tu Volvo, pero...

-No lo compares Jacob. Éste lo has hecho tu con tus manos. Eso tiene más valor.

Ante mi comentario, Jacob sonrió tanto que parecía que terminaría rompiéndose las mejillas con el esfuerzo. Pero a los pocos segundos torció el gesto. No tardé en averiguar por qué.

-¿Qué haces aquí?-se enderezó tan rápido, que la moto se tambaleó un poco y habría caído al suelo de no ser por la pata de cabra que la sostenía-os dejé bien claro a todos que no quería que ninguno apareciera por estos lares hoy.

-Lo siento Jake. Ya lo sé, pero es que...-el recién llegado parecía en un aprieto. No miraba a su amigo, sino que me lanzaba furtivas miradas a través de las ventanillas del coche, puesto que yo permanecí donde me había sentado.

-Vete- Jacob le cogió por el codo y le empujó para sacarlo sin esperar más explicaciones.

-No puedo Jake, me manda Emily. Quiere que vayas a su casa a comer. Vamos a ir todos.

-Bromeas ¿verdad?

-Sabes que no habría venido de no ser cierto.

-Vete...-ya estaba fuera del garaje, pero era muy reacio a ir más allá y Jacob se esforzaba.

-Vamos, no culpes a Emily por querer conocerle-eso me hizo sonreír.

-Ni de coña. Y menos con todos...

-No pasa nada, Jacob- me levanté y me acerqué a los chicos con rapidez. Los ojos oscuros del otro muchacho se abrieron ante la sorpresa-puedes ir a comer con tus amigos.

-No lo entiendes...-dijo avergonzado-quieren conocerte a ti...

-Si. En realidad todo esto es culpa de Jacob. Se pasa el tiempo pensando en ti. A todas horas. No hay manera de que pare y sentimos curiosidad-el chico extendió la mano hacia mi, amigable-soy Embry Call, uno de los mejores amigos de Jacob.

-Ex mejor amigo-corrigió Jacob molesto.

-Un placer-dije y devolví el saludo.

-Caray...-dijo al estrechar mi mano-que frío eres.

-Eso dicen.

-Lárgate Embry- Jacob estaba imaginando mil y un maneras de expulsar a su amigo de allí y ninguna era indolora.

-Vale, pero dime si vienes o no.

Jacob me miró, sus ojos eran una mezcla entre suplicantes y temerosos-¿te apetece?

-No me importaría.

-Genial- Embry echó a correr-nos vemos en un rato.

Tras un par de horas en el garaje hablando de coches y viendo el trabajo que Jacob había hecho bajo el capó de su Volkswagen. Fuimos a casa de la tal Emily.

No estaba muy lejos. Solo que algo apartada y cruzando un sendero. Era una casa diminuta, que en sus tiempos había sido gris. Con una ventana estrecha junto a la puerta, pintada de un azul descolorido; pero la jardinera que había bajo ella estaba llena de caléndulas amarillas y naranjas que brindaban al lugar un aspecto muy alegre.

Evité arrugar la nariz cuando sentí tantos olores lobunos procedentes de la zona. Bastante impregnados por todas partes. Pero fue como una bofetada. Preferí centrarme en las voces que se escuchaban. No era capaz de distinguir entre pensamientos o conversaciones a gritos.

Dejé que Jacob fuera delante. Subió el único escalón de la entrada y abrió sin llamar siquiera. Le seguí algo cohibido. Iba a entrar en la boca del lobo, literalmente.

El salón era cocina en su mayor parte, y además el hecho de estar tan llena de personas de semejante tamaño, hacía ver la casa más pequeña de lo que parecía por fuera. Jacob volvió a darme la mano y me acercó a una mujer que estaba tras la barra, junto al fregadero, sacando panecillos de un molde y colocándolos sobre una bandeja de papel. Era una chica joven, de piel cobriza y lustrosa, cabello largo, liso y negro como azabache. La parte derecha de su rostro, desde el nacimiento del pelo hasta la barbilla, estaba surcada por tres gruesas cicatrices de color cárdeno, aunque hacía mucho tiempo que debían de haberse curado. Una de ellas deformaba las comisuras de su ojo derecho, que era oscuro y de forma almendrada, mientras que otra retorcía el lado derecho de su boca en una mueca permanente. No necesitaba una explicación de Jacob para saber lo que le había pasado a esa chica en la cara.

La cocina era un lugar acogedor y luminoso, con armarios blancos y el suelo de madera clara. Sobre la mesa redonda había un jarrón blanco y azul, de porcelana china envejecida, lleno de flores silvestres.

-Emily...-Jacob llamó su atención, porque parecía bastante metida en el trabajo de cocina.

-¡Jake!-se alegró mucho al verle.

-Aquí lo tienes. Éste es mi Edward...Edward Cullen- carraspeó nervioso esperando que no me hubiera dado cuenta de su aporte posesivo delante de mi nombre.

-Así que tú eres el chico vampiro-sonriente, se limpió las manos en un paño que le colgaba de la cintura, se acercó a mi y me abrazó afectuosa. Me pilló por sorpresa, lo reconozco.

-Y tú eres la chica lobo-dije yo también con una sonrisa y devolviéndole el abrazo algo apocado. Nadie se nos acercaba tanto al saber lo que éramos. Salvo Bella.

-¿Tenéis hambre?, porque Billy aún no ha llegado.

-¿Viene mi padre?

-Fue idea suya-secundó Emily que había vuelto a su tarea- Sam ha ido a buscarle.

-Como no...-Jacob no pareció sorprendido.

Alrededor de la mesa habían cuatro chicos, todos hablaban y reían animados. Uno de ellos era Embry. Parecían estar a sus anchas en aquella casa.

-Jacob, ya que estás aquí...pon orden. Haz que saquen la mesa fuera. Seremos demasiados para comer aquí dentro y aprovecharemos que ha dejado de llover-pidió Emily.

-¡Ya la habéis oído!-bramó Jacob dando palmadas como para meterles prisa, aunque los demás hicieron caso omiso de su petición y se burlaban de el.

-Quiere quedar como un mandamás solo porque está aquí su chico-dijo uno de ellos riéndose.

-Cállate Jared.

-Tienes razón. La sacaremos si nos apetece Jake, no para que te luzcas.

Jacob, apurado, se acercó a mi-esos imbéciles son Paul y Jared. A Embry ya le conoces...y aquel es Quil.

-Ya veo-me acerqué a la mesa, la cogí sin dificultad y yo mismo la saqué fuera sin que se me cayera ni el jarrón.

-¡Gracias Edward!-escuché gritar a Emily con un deje de diversión en la voz.

Jacob no tardó mucho en seguirme-les has dejado callados-se carcajeó. Tras él llegaron sus amigos, cargando cada uno con una silla.

-Solo queríamos fastidiar a Jake- me dijo Jared.

-Lo sé, pero no hacíais caso a la orden de una señorita-comenté. Jacob volvió dentro y reapareció con dos sillas más. Una de ellas la puso junto a mi.

-Eres todo un caballero- Emily quitó el jarrón y puso la bandeja con los panecillos en el centro de la mesa. Embry cogió uno y se lo metió entero en la boca-deja alguno para tus hermanos-regañó ella pegándole en la cabeza con una cuchara de madera antes de volver dentro.

-Cerdo-comentó Jared.

Me senté en la silla que Jacob me había traído, mientras él se colocaba lo más cerca posible de mi. Era divertido observar sus comportamientos. De verdad eran como una gran familia. De las normales, a su manera.

Sam apareció entonces, empujando la silla de Billy, que en su regazo llevaba una gran cacerola envuelta en papel de plata.

-¡Ha llegado la comida!-anunció el padre de Jacob.

-¿Qué nos traes?-preguntó Quil ansioso.

-He hecho mi receta ultra secreta de espaguetis con carne, transmitida de generación en generación.

Jacob bufó-la verdad, dudo que esa receta exista desde hace tanto.

-Que bien que ya estáis aquí- Emily salió hasta la puerta, llevaba en las manos un gran cuenco amarillo donde batía lo que me olía a huevos. Tenía remangada la camisa de color lavanda, y pude ver que las cicatrices se prolongaban por todo el brazo hasta llegar a la mano derecha.

-Emily- pronunció Sam con la voz cargada de amor. Dejó a Billy junto a Jacob a la mesa y se acercó a la chica. Tomó el rostro de ella entre sus grandes manos. Se inclinó, besó primero las oscuras cicatrices de su mejilla derecha y después la besó en los labios.

-Eh, dejadlo ya-se quejó Jared- estoy comiendo.

-Entonces cierra el pico y come-le sugirió Sam mientras volvía a besar la boca de Emily.

-¡Puaj!-gruñó Embry.

-No iréis hacer lo mismo ¿no?-nos inquirió a Jacob y a mi, Paul.

-Ojalá-pensó Jacob ruborizándose de la cabeza a los pies. Yo sentí los ojos de Billy expectantes y fijos en mi. Relampagueaban al ver a su hijo sentado tan próximo a mi cuerpo. Se creaba unas falsas expectativas y sentí lástima por el. Jacob cogió dos panecillos y me tendió uno por cortesía. Lo rechacé con un movimiento de cabeza-¿cómo llevas lo de estar...aquí?

-No te preocupes, estoy bien. Es raro...pero mejor de lo que esperaba.

-¿No comes nada Edward?-Emily actuaba de anfitriona.

-Nada de lo que hay aquí, ¿a que no?-preguntó risueño Jared.

Sam se sentó al lado de Quil.

-Edward, ¿alguna novedad sobre Victoria?

Emily empezó a repartir platos y servía los espaguetis bañados en una chorreante salsa. Parecía que tenía seis manos en vez de dos.

-No ha vuelto, al menos Alice no la ha visto-respondí-pero volverá.

-¿Alice es esa hermana tuya que tiene visiones?-preguntó Quil.

-Veo...que la conoces.

-Es Jacob- aclaró Embry pinchando con el tenedor una albóndiga- sabemos todo lo que él sabe de ti. Cuando estamos en nuestra forma de lobo, somos capaces de oírnos los pensamientos. Bueno...como tu.

-¿No te saca de quicio oír pensamientos a todas horas?, es estresante-dijo Paul.

-A veces-admití.

-Oye, Victoria...-empezó a decir Jacob. Noté como le temblaba un poco la voz-pretende vengar a su pareja porque vosotros matasteis a la suya. Se supone que irá a por Bella...¿pero no querrá hacerte daño a ti también?

-Matando a Bella es como me haría daño. Quiere que yo sienta lo mismo que ella.

-Pues deja a Bella. Si ve que no te importa, pasará de ella y nos dejará en paz-apreció Embry. Se notaba que estaba de parte de su mejor amigo.

-No dejaré a Bella-aclaré. Demasiado brusco, porque Jacob bajó la cabeza apenado.

-Nosotros seguiremos peinando el perímetro, Cullen, no te preocupes. Si tu hermana ve algo, deberías avisarnos para estar en alerta también-concluyó Sam.

Devoraron en un tiempo récord la olla de espaguetis entera, los panecillos y la sartén de huevos que Emily trajo minutos después. Ella comió sentada en los muslos de Sam, mientras observaba a los chicos con gesto de cariño. Su expresión y pensamientos afirmaban a las claras que aquella era su familia.

En cuanto Jacob masticó y tragó el último bocado, me habló-¿nos vamos?, no quiero que se nos haga tarde.

Asentí y me puse en pie, pero los planes de Jacob cada vez se acercaban más a una cita en toda regla.

 

POV. Jacob

 

La comida en casa de Sam y Emily fue maravillosa.

Rodeado de mi manada, mi padre y Edward, me parecía estar viviendo un sueño. Un sueño en el que podía tocarle, en el que me dejaba cogerle de la mano sin rechazos y en el que toda la gente que yo quería le trataba como a uno más.

Nos subimos en mi Golf, yo iba de conductor y le llevé a Port Angeles. Al cine.

-¿Qué te apetece ver?-le pregunté una vez cerca de la taquilla. En realidad me daba igual la película que fuera, solo buscaba una excusa para poder mirarle durante casi dos horas. Y por qué no...actuar como si fuera una cita.

-Cualquiera-repasaba con la mirada los carteles que estaban en una pared a nuestra izquierda.

-¿Qué te parece, ''Punto de mira''?. Es de acción y hay golpes y...sangre. ¿Eso te supondría un problema?

Sonrió de medio lado- Jacob, nadie mejor que yo sabe que la sangre de las películas es falsa.

-De acuerdo-saqué mi cartera y le tendí un billete de diez dólares.

-¿Y esto por qué?

-No tengo la edad necesaria para ver esa película sin la compañía de un adulto. Dudo que a ti te pidan el carnet-sé que tengo cuerpo de adulto, pero en mi cara aún quedan restos del niño que era. Hasta dentro de unos meses no terminaré de desarrollarme y aparentaré tener más de veinte.

Él no cogió mi dinero, pero fue a la taquilla y volvió a acercarse a mi con dos entradas en la mano. Me sentí fatal. Se supone que era una cita y que yo debía pagar al menos las entradas y de comprar palomitas me las comería yo solo, porque su dieta era diferente de la mía. Hice un puchero mientras una empleada nos rompía las entradas y pasamos a la sala.

Genial. Había mucha gente y nuestros asientos quedaban casi al fondo, en la parte de atrás.

-¿Va a matarme Billy por dejarte ver esta película?-me preguntó Edward con esa voz tan dulce suya haciendo que mi malestar se esfumase en el acto.

Ya habíamos ocupado nuestro sitio, pero continuaba entrando gente.

-No. Seguramente piense que mi plan de cine era para darnos el lote, no para ver la película.

Ups. Demasiado sincero. Pero Edward no dijo nada y respiré aliviado.

La película parecía ser lo que prometía. Escuchaba disparos, gritos y explosiones, pero yo no podía apartar los ojos de Edward y de su rostro perfecto. A veces incluso sonreía y eso me llenaba de dicha.

-Oh, vamos...-musitó en un momento dado y me vi obligado a mirar a la pantalla.

-¿Qué ocurre?

-La sangre que le chorrea a ese del cuello llega a más de seis metros...¿a quién pretenden engañar?

Se rió entre dientes una vez más cuando el asta de una bandera dejó empalado a otro hombre en un muro de hormigón. Y después de eso, aunque yo no viera la película, empezaba a reírme con el.

Qué bien me lo paso en su compañía. Aunque no haga nada. Aunque no hablemos. Su sola presencia me llena.

Desde que había empezado la película, me adueñé del apoyabrazos que conectaba su lado con el mío. Dejé que mi mano descansara allí, con la palma hacia arriba, abierta y preparada. Quería volver a cogerle la mano y esperaba fervientemente la oportunidad de poder hacerlo de nuevo.

Pero no me la daba y terminó doliéndome. Así que recordé esas películas cutres en las que el tipo bosteza y pasa el brazo por los hombros de la chica. Estoy desesperado. Probaré cualquier cosa.

Me revolví incómodo en el asiento, como si me estuviera aburriendo o cansando. Miré a ambos lados, fingí un bostezo algo exagerado y...hecho. Ahí estaba mi brazo. Él no se quejó. Ni replicó. Suspiré con alivio y dejé que la posición de mi brazo fuera más natural. Cayendo sobre su hombro. Rozando la suave tela de su camisa con mis dedos. Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para Jacob.

Continuará...

Notas finales:

Hasta el próximo miércoles ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).