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Novilunio por Rukkiaa

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Notas del capitulo:

Feliz año nuevo!!!!!

Suplicando a un lobo

 

POV. Jacob

 

Edward no me había dado explicación alguna, solo me había pedido que me presentara en el claro donde mi manada y su familia habían estado practicando durante estos últimos días. Pero tuve una mala sensación cuando ya por los alrededores el hedor procedente de Bella se hacía cada vez más y más presente. Como si rodeara el lugar.

Cuando llegué, los vi juntos. De manos. Esperándome.

-Hola Jacob- sabía que Edward me saludó el primero para que su voz me tranquilizara.

-Hola Jake- pero Bella metía la pata.

-¿Qué tal estás Jacob?-preguntó mi vampiro incómodo.

-¿Para qué me pediste que viniera?-espeté con ligera molestia y evitando por todos los medios ver aquellas manos unidas.

-Necesito que lleves a Bella...-titubeó un poco al ver mi expresión repulsiva, pero la ignoró. Soltó la mano de ella y sacó un mapa de un bolsillo lateral de la mochila que llevaba a su espalda. Lo desplegó y me lo enseñó-estamos aquí...necesito que la lleves hasta aquí-trazó un camino sinuoso que seguía las líneas de relieve del mapa-apenas son quince kilómetros. Cuando estés más o menos a un kilómetro y medio, vuestro sendero se cruzará con el mío. Síguelo hasta el punto de destino. Si la llevas en brazos, tu olor despistará a los neófitos. No serán capaces de encontrarla.

¿De verdad me estaba pidiendo algo semejante?¿que la pusiera a salvo?¿que la llevara en brazos?. No.

-Por favor-susurró suplicante. Podía ver la urgencia en sus ojos, pero no podía hacerlo. No podía ayudar a Bella. No quería. Mi sueño era que los neófitos la convirtieran en picadillo.

-Lo siento, no puedo...pero traeré a Seth- sin esperar réplica alguna, salí corriendo en dirección al bosque. Entré en fase y a los pocos minutos, mi amigo estaba allí.

Edward se desentendió de mi y mostró a Seth el mapa-conozco la zona como la palma de mi mano-dijo Seth orgulloso.

-Yo tomaré la ruta más larga. Os veré en unas horas-dijo Edward. Besó a Bella en la coronilla haciéndome apretar los dientes y desapareció entre los árboles, en dirección contraria a la que Seth tomaría con Bella. Yo seguí a mi vampiro. En mi forma de lobo me sería más fácil alcanzarle.

-¡Espérame Edward!

-Déjame Jacob- escuché su voz a varios metros de mi. Le notaba irritado, pero sabía de antemano que mi negativa no le iba a sentar bien-si no quieres ayudar, no te necesito por aquí. Hasta mañana no.

-No quiero ayudar a Bella. A ti si.

-No necesito tú ayuda-chasqueó la lengua y musitó-siempre con lo mismo...

A pesar de decirme eso, aminoró la marcha y pude ponerme a su altura. Corriendo casi a la par, aunque él siempre iba varios pasos por delante de mi. Bastantes.

-¿A qué tanta prisa?-pregunté mientras saltaba con facilidad una gruesa raíz que sobresalía de la tierra.

-Alice dice que esta noche habrá tormenta. No quiero que Bella esté a la intemperie cuando eso ocurra.

-Te tomas muchas molestias para ayudarla.

-Y tú para dejar que muera-reprendió.

-No es mi deseo que muera. Quiero que la dejes, y si eso significa que para ello tiene que morir, pues...

-Ya basta. No estoy de humor para tus tonterías-vaya...realmente estaba enfadado-no sé aún quién está detrás de esto, si Victoria o los Vulturis. Tengo demasiadas cosas en la cabeza como para preocuparme por ti, Jacob.

-¿Los Vulturis?¿por qué iban a ser ellos?

-No han intervenido aún, y eso que los asesinatos en Seattle sobrepasaron lo llamativo. Deberían de haberse encargado de ello hace tiempo. Pero me da la impresión de que les interesa que los neófitos acaben con el aquelarre de Carlisle.

-¿Quieren acabar con Carlisle?-me resultaba difícil de asimilar. Carlisle era una especie de santo a mi ojos.

-Aro, su líder, nos quiere a mi y a Alice.

-¿Cómo?-casi me zampo el tronco de un grueso árbol. Recordé al tal Aro del cuadro que había en el despacho de Carlisle.

-Nos quiere a su lado, como parte de su guardia. El presente y el futuro, la omnisciencia total. El poder de la idea le embriaga. Además tiene celos y miedo de Carlisle, porque su familia prospera y va en aumento, sumando que posee dos vampiros con dones únicos. Le gusta coleccionarlos por así decirlo. Después del suyo, nuestro aquelarre es el mayor de cuantos haya conocido jamás. Aunque es bien sabido, que no quebrantarían sus propias reglas, así que podría ser que sólo se estuvieran retrasando convenientemente.

-Pero tú no quieres...

-No quiero unirme a ellos, Jacob- me aclaró y pude respirar tranquilo.

-¿Y qué pasará luego?-pregunté-cuando Bella esté a salvo. Cuando hallamos acabado con esos neófitos.

-¿A qué te refieres?

-Entre tú y yo.

-No sé de que hablas, Jacob.

-Vamos...sé que no te soy indiferente. Apuesto a que siempre me tienes presente en tu cabeza por más que lo niegues.

-Porque no dejas de rondarme- contestó.

-Te pongo nervioso. Hay días que te los pasas ignorándome. Admítelo. Reconoce que sientes algo por mi.

-Jacob...

-Bella no es la única persona en el mundo capaz de comprenderte. Yo fui hecho para ti ¿recuerdas?. ¿Cómo sabes que es Bella lo que quieres o lo que siempre querrás?

-No eres tú, Jacob. Eso lo sé.

-Mientes-él se había detenido y yo había hecho lo mismo.

-Jacob, no hagas esto más difícil.

-Cuando nos besamos Edward...no hay nada en el mundo que yo pueda comparar con lo que sentí cuando besé tus labios. Y sé que tú también sentiste lo mismo. Nadie besa así si la otra persona no le importa en lo más mínimo.

-Olvídate de ese beso. Como si nunca hubiera ocurrido, porque no volverá a pasar-sentenció.

-Si eso es lo que quieres, no volveré a besarte hasta que tú no me lo pidas.

-¿Pedírtelo?, pues espera sentado Jacob- soltó sonriendo y volvió a ponerse en marcha.

-A veces pienso que te gusto más como lobo-respondí a su corte-me parece que te resulta más fácil estar cerca de mí cuando no soy humano porque así no tienes que fingir que no te atraigo. Por eso eres capaz hasta de acariciarme.

Ante su silencio, sonreí interiormente. Acerté.

-Me irritas-soltó al poco tiempo.

-Bueno...-suspiré-dejemos de discutir. Me gusta el Edward amable que me cuenta su pasado o me deja dormir en su habitación sin reservas. Además, deberíamos pensar en lo de mañana. En la batalla.

-Yo no voy a participar-me dijo.

-¿Qué?

-Bella me ha pedido que me quede con ella.

-Pero ya estará Seth.

-Lo sé, pero se siente más segura conmigo.

-Eso es...¿no vas a luchar con los demás?

-No.

-Entonces yo tampoco.

-Tú si Jacob, es tu manada.

-¡Y tu eres mi imprimación!¡eres mi vida!-respondí ofuscado, como si no lo supiera a la perfección-¡¿cómo pretendes que pueda pelear pensando en mi corazón y en mi alma?!...¡pensando que podrías estar en peligro!

-Por eso vamos tan lejos. Para que no la encuentren. Estaremos a salvo-no mostró atisbo alguno de perturbación.

-No pienso dejarte-aclaré-aunque tenga que soportarla a ella.

Nadie dijo ni una palabra más.

En cuanto llegamos al sotavento de la roca alta de la montaña, Edward se puso a montar la tienda de campaña como todo un excursionista. Al poco tiempo, comenzó a nevar. Se desató una tempestad. Los copos caían en remolinos sobre nosotros, pero el vendaval era de tal intensidad que no dejaba que se posara en ningún sitio.

No faltó mucho para que Seth apareciera cargando con Bella.

-¡Bella!-Edward parecía realmente aliviado. Como si hubiera estado esperando su compañía porque la mía era realmente incómoda. Seth la dejó en el suelo para que ella se echara en brazos de mi vampiro-gracias. Has sido más rápido de lo que me esperaba. Te lo agradezco de veras.

-De nada Edward- dijo Seth emocionado.

-Ve dentro Bella-le señaló la caseta-esto va a ir a peor.

-¿Esa tienda es segura?-preguntó ella.

-Sólo me ha faltado soldarla a la roca.

-Voy a transformarme-me soltó Seth. Y en cuanto lo hizo le mandé a casa. Me quedaría allí esa noche y no le necesitaríamos por la mañana. No pensaba dejar a Edward.

 

POV. Edward

 

La tienda de campaña era lo bastante grande como para que cupieran cuatro personas sin problemas, pero también era muy fría. Bella no dejaba de tiritar por culpa del clima. Yo me sentía impotente sentado lo más lejos posible de ella para no añadirme más frío al asunto, incluso dejé de respirar.

-¿Qué hooora es?-preguntó hecha un ovillo dentro del saco de dormir.

-Las dos...quizá deberíamos...

-No, estoy bbbien, de vverdad. No qqquiero salir ffuera.

-¿Qué puedo hacer yo?

A pocos metros, escuché aullar a Jacob. Probaría suerte.

Bajé la cremallera de la caseta y salí al exterior.

-Jacob. Te necesito.

Se acercó a mí meneando la cola y dejando las inmensas huellas de sus patas sobre la nieve.

-¿Qué pasa?¿quieres que la cuide mientras vas a por mantas?-preguntó con sarcasmo.

-Necesito que entres y...le des calor.

-Espero que estés de coña.

-Por favor, Jacob. Puede pasarle algo malo-imploré.

-No me apetece-dijo obcecado.

-Jacob...entra, te lo suplico por lo que más quieras.

-¿Por lo que más quiera?

-Si...mira el lado bueno, podrás dormir dentro.

-Con ella. Yupi- soltó hastiado.

-Yo también estoy ahí dentro. Y te debería mucho-era cruel jugar la baza de los sentimientos con Jacob, pero estaba realmente desesperado. Bella lo estaba pasando muy mal y por mi culpa nuevamente.

Entré otra vez en la tienda antes de que él cambiara de fase y al poco rato, se nos unió vistiendo únicamente esos pantalones tan suyos.

-No soy un san bernardo-dijo nada más poner un pie en el interior.

-Lo sé. Sabes que no te lo pediría...

-Ya me lo cobraré Edward, descuida-dijo pícaro.

-Contaba con ello-admití.

Puso mala cara cuando miró a Bella. Respiró hondo y se le acercó. Se dejó caer al suelo junto a ella y la rodeó con sus brazos manteniendo la tela del saco por medio.

-He conseguido alcanzar casi los cuarenta y tres grados estos días, parezco una tostadora. La tendrás sudando en un pispás- dijo. Y a pesar de su actitud reacia, me sentía infinitamente agradecido con el. No tardó demasiado en conseguir que Bella dejase de temblar de la cabeza a los pies y se quedara dormida.

La tormenta aullaba en el exterior como si fuera un animal atacando la tienda. Pero yo por fin pude relajarme.

-Gracias Jacob- mantenía las piernas encogidas y las rodeaba con mis brazos.

-Me debes algo muy grande.

-¿Qué se te ocurre?-ambos sonreímos.

-Mínimo una semana conmigo. Nada de un solo día. O puede que un mes.

-No te pases-se escuchó un aullido lejano- Seth ha vuelto. Le ha mandado Sam.

Jacob suspiró-querrá mantener contacto.

La estructura metálica de la tienda vibraba con fuerza. De no haber estado nosotros dentro, hacía mucho que habría salido volando.

-Para por favor...Jacob.

-No puedo evitarlo. Será mejor que no entres en mi cabeza en estos momentos.

-Ya me gustaría ya...no tienes idea de a qué volumen suenan tus pequeñas fantasías. Es como si me las estuvieras gritando.

-¿Te ruborizo?

-No tengo esa capacidad.

-Pero apuesto a que sí-sonrió juguetón-si Bella no estuviera aquí yo...

-Tú nada.

Hizo un puchero-intentaré bajarlas de tono.

-Mejor duérmete.

-Creo que mis sueños podrían perturbarte más-se jactó.

-¿A estas alturas?, seguro que no.

-Te sorprenderías.

-Envidio la confianza que tienes en ti mismo.

Se acomodó un poco mejor, pero cubría el cuerpo de Bella como si abrazara una bolsa de basura.

-Si ella cambiara de idea...si ella decidiera que no te quiere lo suficiente...¿estarías conmigo?

No me esperaba la pregunta y le miré unos segundos absorto, sin saber qué responder.

-No lo sé.

-Sé sincero-me rogó.

-De verdad que no lo sé, Jacob. Aunque...¿no te haría sentir eso como segundo plato o algo así?

-No me importaría-admitió sinceramente.

-Eso es triste.

-No, siempre y cuando consiguiera estar con el vampiro al que amo. Cuando mi otra mitad estuviera conmigo no me sentiría segundo plato de nadie. Me sentiría el ser más afortunado de la tierra.

Sus palabras me conmovieron de un modo inexplicable. Tuve que apartar la mirada de la suya y centrarla en algún punto de la tienda de campaña. Era tan profundamente sincero que dolía rechazarle. Cada vez me era más insoportable pensar en ello. Bella y Jacob, los dos pesos en mi equilibrada balanza. Ambos en el mismo lugar, esperando a que añadiera algo por lo que inclinarse a un lado u al otro. Pero era difícil. Y a la vez...tan sencillo. Sería muy sencillo con Jacob.

Correr por el bosque, cazar, vivir eternamente. Con Jacob sonaba a cotidiano. A perfecto. A posible. Ya era nimio el detalle de que él fuera un licántropo y yo un vampiro destinados a odiarse. Eso ya no era así.

Todo a mi alrededor me pedía a gritos que lo escogiera. Y no solo el propio Jacob. Mis hermanos, mis padres, su manada, Billy...Pero tenía miedo. No sabía si sería capaz de dejar a Bella. Me había prometido a mi mismo tiempo atrás que no volvería a hacerlo nunca y ahí estaba. Esperando para luchar por ella, para protegerla. Estaba muy confundido, de eso no me cabía la más mínima duda.

Comencé a tararear para tranquilizarme. La melodía que había compuesto aquella noche, cuando volví de pasar el día con Jacob. La que me inspiró su compañía. Y cuando quise darme cuenta, Jacob se había quedado dormido.

Bella fue la primera en despertar por la mañana, algo aplastada bajo el peso de Jacob.

-¿Se está caliente ahí fuera?-me preguntó.

-Sí. Dudo que hoy necesites estufa-la vi en un apuro y me levanté para ayudarla a salir del saco y apartar uno de los brazos de Jacob.

-Eh...-musitó él en cuanto sintió mi roce en su piel.

Ayudé a Bella a ponerse el anorak- gracias Jake- dijo ella.

Él solo rodó los ojos y se puso en pie, sacudiéndose como si estuviera lleno de chinches.

-Jacob también durmió cómodo-dije.

-Dormí poco-respondió él. Parecía un niño caprichoso. Me divertía.

-¿Qué tal tu noche?-me preguntó Bella. Seguramente pensando que el que Jacob la calentara habría sido un suplicio para mi.

-No ha sido la mejor noche de mi vida-reconocí.

-Para mí entra dentro de las diez peores-soltó Jacob.

-Siento que os hayáis tenido que soportar en un espacio tan reducido por mi culpa-dijo ella con un atisbo de pena en la voz.

-Creo que hay demasiada gente aquí dentro-apreció Jacob molesto. Sabía que la sola presencia de Bella era un trago demasiado amargo para el-voy a transformarme. Debo hablar con Sam.

Antes de que abandonara la tienda, Bella se le acercó- Jacob, espera, ¿no podrías quedarte?-la mano que usó para retenerle, se le escurrió por el brazo de piel morena sin que pudiera agarrarlo.

-No-dijo él una vez fuera y escuché sus pasos alejándose.

-Está muy enfadado conmigo...-dijo ella al borde del llanto. La abracé.

-Está muy nervioso. Todos lo estamos Bella. No es por ti, tranquila.

-Quiero que estemos juntos, pase lo que pase-musitó con el rostro en mi pecho.

-Pase lo que pase-repetí yo con los ojos cerrados. No podía dejar de pensar en que mi familia y la de Jacob corrían un peligro inminente y yo estaría a kilómetros sin poder ayudarles. Sentí un poco de rencor hacia Bella. Un pensamiento fugaz que deseché enseguida.

Ella me abrazó con más fuerza-¿sabes cual fue la mejor noche de mi vida?-preguntó retomando el tema anterior.

-Ésta supongo que no-solté.

-No...-ella rió ya sin llanto-fue la noche en la que accediste a casarte conmigo.

Abrí los ojos de par en par. No debería de haber dicho eso.

Un ensordecedor aullido de dolor desgarró el silencio imperante en el exterior antes de que pudiera siquiera decir algo. El sonido reverberó en la roca desnuda de la montaña y llenó el aire de tal modo que podía sentirse llegar desde cualquier dirección. Nunca antes había oído un lamento tan torturado. Se hallaba muy cerca y sabía que había escuchado todas y cada una de nuestras palabras. Podía sentir su dolor agudo y la agonía. El aullido se quebró en un peculiar sollozo estrangulado y después se hizo el silencio de nuevo.

-Espérame aquí Bella...-aterrado, salí de la tienda. Miré desesperado a todas partes, pero solo vi a Seth a la sombra de un abeto de copa ancha con la cabeza entre las patas. Me devolvió la mirada con cierto aire acusatorio. Pensaba que había traicionado a Jacob. Seguí su rastro y no me fue difícil dar con el, en el extremo occidental de la roca. Ya volvía a estar en su forma humana, para evitar que el resto de la manada pudiera entrar en su cabeza en esos momentos. No así, yo.

-¿Por qué no acabamos con esto de una vez?-preguntó dándome la espalda. Su voz rasgada me indicaba que estaba llorando en silencio.

-No quería hacerte daño Jacob- mis ojos escocían tremendamente, como cuando sentía ganas de llorar, pero para mí eso era imposible.

Soltó lo que parecía una risa irónica-pues lo has conseguido. Casarte con Bella no me afecta en absoluto.

-Entiende que es lo mejor. Me casaré con ella y me iré de Forks. No tendrás que volver a verme. No tendrás que seguir nadando contra la corriente. No te lastimaré más, Jacob.

-¡Eres tú el que no lo comprendes Edward!-chilló con las manos cerradas en un puño. Su eco volvió a nosotros pasando de una montaña a otra-¡no quiero que te vayas!¡no quiero que te cases!¡no me importa que me hagas daño!-me miró y se acercó un par de pasos hacia mi-no lo comprendes...sigues sin hacerlo...el vínculo que hay entre nosotros es de los que ni la ausencia...ni la distancia ni el tiempo podrían romper-se pasó rápidamente una de las manos por la mejilla, quitándose los restos de una lágrima que se negaba a evaporarse-te quiero a ti y que sea para siempre. Al parecer en esta vida no podrá ser...

-Será lo mejor para ti Jacob...-¿de verdad me lo creía?

-Como si hubiera alguna manera de que yo pudiera existir sin necesitarte...-soltó exasperado y volvió a darse la vuelta-bien...tú no eres el único capaz de sacrificarse por aquello que ama...a ese juego pueden jugar dos-no supe el significado de aquello hasta que no pasaron algunos segundos.

-¿Qué...?

-Yo también me he portado bastante mal y te lo he puesto más difícil de lo necesario. Yendo a tu casa, metiéndome en tu vida cuando estaba claro que no me querías en ella...fuiste muy amable dándome parte de tu valioso tiempo, pero creo que lo mejor para ambos es que vaya allí abajo y luche con los demás. Que luche y que...bueno, si caigo te haría un favor, porque la imprimación no se puede deshacer de otro modo.

Cada letra de aquellas palabras se clavaron en mi como puñales de acero.

-No Jacob, no lo permitiré-dije-déjate de tonterías.

-Sabes que hablo enserio. No pienso ser testigo de tu boda. Te quiero demasiado como para soportarlo y es por eso que haré el sacrificio-comenzó a alejarse de mi.

-No te hagas el mártir-pinché. Ya no sabía qué hacer. No se detenía. Bella estaba en la tienda de campaña esperándome. La llegada de los neófitos era inminente y yo...-¡bésame Jacob!

Interrumpió sus pasos inmediatamente y volvió a girarse hacia mi-¿qué has dicho?

-Dijiste que sólo me besarías cuando yo te lo pidiera. Pues te lo estoy pidiendo Jacob. Bésame y no te vayas...

No se lo pensó. Dio un paso en mi dirección, y después otro. Jacob vaciló sobre sus talones y después se tambaleó hacia adelante, salvando la poca distancia que había entre nosotros en tres grandes zancadas.

Tomó mi cabeza entre sus manos, provocando que la corriente empezara a recorrer mi piel, y sus labios se encontraron con los míos con un entusiasmo rayano en la violencia. Movió una mano hacia mi nuca, encerrando mi cabello desde las raíces en un puño retorcido. La otra mano me aferró con rudeza el hombro, sacudiéndome y después arrastrándome hacia su cuerpo.

Aquello era una completa locura. Mis brazos rodearon su cuello en acto reflejo. Su mano buscó el camino hasta mi cintura y me aplastó más contra su cuerpo, obligándome a encajar con él. Y funcionaba. Éramos dos fragmentos de un todo que habían sido hechos para estar juntos, tal y como Jacob decía, había sido hecho para mí.

Con un jadeo salvaje, abrió su boca contra la mía y yo simplemente le imité. Sentí el fuego de su lengua recorrer el iceberg que era la mía. Su lengua y mi lengua comenzaron a acariciarse, a pelearse. Me sentía en el paraíso, y eso que pensaba que nunca entraría en el. Ni siquiera era capaz de escuchar con claridad sus pensamientos, que ensordecerían a cualquier ser humano en cuestión de segundos. Era como si me hubieran despojado de mi cuerpo. Como si aquello fuera un sueño maravillosamente real.

Mis dedos se afianzaron en su pelo para acercarle más a mi, aunque me parece que aquello no era posible. Si continuábamos así, nos fundiríamos el uno con el otro. Había ardor por doquier. Su temperatura había subido más y más, acrecentando el fluido continuo de la electricidad.

Que tonto había sido. Que ingenuo. Que inconsciente. Jacob y yo...éramos como una sola persona. Su dolor se había convertido en mi dolor desde el día que me imprimó. Su alegría era ahora mi alegría. Y entonces pude contemplar, mientras notaba sus ardientes labios rozando los míos, el paisaje tan distinto que se abría ante mis ojos. Como en una visión de Alice. Jacob y yo, felices, completos. Vi con exactitud lo que iba a abandonar. Vi a Billy charlando con Carlisle y Esme una tarde cualquiera en el porche. Me vi a mi mismo y a mis hermanos recorriendo el bosque junto a la manada. Vi a Jacob esperándome en casa con esa sonrisa suya que iluminaba incluso el peor de los días. Y vi la felicidad tangible posible de alcanzar con un dedo.

Pero todo se esfumó en cuanto el beso se detuvo.

Jacob sí necesitaba oxígeno para vivir y por un momento me había olvidado. Pero no se apartó de mi cuerpo. Siguió la línea de mi mandíbula con la boca y después exploró toda la extensión de mi cuello. Rozando con su aliento cada parte de piel expuesta. Estremeciéndome.

Y entonces me habló-te amo Edward...-musitó. La mano que había estado en mi nuca rodeó mi espalda junto con la de la cintura y me abrazó. Me abrazó con fuerza, pero con un cariño implícito más allá de las palabras. Así era Jacob. Así era... Jacob.

-No te vayas...

-No me iré...no soporto la idea de separarme de ti-respiró sobre mi cuello, aliviado. Llevaba mucho tiempo esperando algo así por mi parte. Que moviera ficha de una vez en aquella complicada partida de ajedrez. Continuaba sin creérselo del todo y por eso no era capaz de soltarme todavía.

Pero yo me encontraba a la deriva en un inmenso mar de dudas. Bella y Jacob. Bella o Jacob. Bella, mi primer amor por la que había hecho hasta lo imposible...Jacob, el licántropo que se había metido en mi vida de forma abrupta e inesperada, pero que me había llenado de una dicha sin límites.

Bella o Jacob.

Un aullido estridente procedente de Seth me sacó de mis pensamientos. Jacob se irguió, pero seguía abrazándome.

-Vamos, ha empezado la pelea-informé a Jacob, que, reticente, separó sus manos de mi.

Seth gimoteó en cuanto nos vio aparecer.

-No te enfades Seth. Debes quedarte aquí. Órdenes de Sam- calmó Jacob al lobo de color arena.

-Los neófitos han llegado al final de la pista-musité. La conexión con Seth era impresionante. Podía verlos y oírlos a la perfección-todo funciona como si fuera resultado de un encantamiento, este Jasper es un genio. También han captado el rastro de los que están en el prado, así que ahora se están dividiendo en dos grupos, como predijo Alice. Sam nos está convocando para encabezar la partida de la emboscada-estaba tan concentrado en lo que escuchaba en la mente del lobo, que usé el plural empleado por la manada de forma habitual. No me di cuenta hasta que no escuché reír a Jacob.

-No quiero perdérmelo- Jacob no tardó demasiado en entrar en fase, llevándose los pantalones por delante y todo.

-¿Va todo bien?-Bella salió de la caseta, nos había escuchado.

-Ya están luchando-informé, Jacob le gruñó desde el fondo del pecho, pero no se acercó a ella-el primer grupo está en el claro. Podemos escuchar la pelea desde aquí. Podemos oír a Emmett...se lo está pasando genial-me embargaba la envidia. Las ganas de estar allí con mi familia. Jacob solo me miraba a pesar de enterarse de todo de primera mano, escuchaba atento mi modo de narrarlo-el segundo grupo se está preparando. Siguen sin estar alerta porque no nos han olido todavía-gruñí-se supone que deben asegurarse de que no escapes...¡buen movimiento, Leah!, vaya, qué rápida.

-Es en lo único que me supera-pensó Jacob.

-Uno de los neófitos ha descubierto nuestro olor y Leah le ha tumbado antes de que ni siquiera pudiera volverse. Sam le está ayudando a deshacerse de él. Paul y Embry han cogido a otro, pero los demás se han puesto a la defensiva-continué en tensión. Era como ver un combate de lucha por televisión y yo lo retransmitía-no tienen ni idea de qué hacer con nosotros. Ambos grupos están fintando. No, dejad que Sam lo lidere, apartaos del camino. Separadlos, no les dejéis que se protejan las espaldas unos a otros...eso está mejor, llevadlos hacia el claro.

Inconscientemente, mi cuerpo cambiaba de posición mientras observaba. Anticipando los movimientos que habría hecho de haber estado allí.

Pero entonces...

-¡Corred, Seth!¡Jacob!-el lobo color arena fue el único que me hizo caso desapareciendo entre las sombras del bosque.

Empujé a Bella a mi espalda, contra la escarpada falda del acantilado y me puse delante de ella. Al final no se trataba de los Vulturis. Victoria, siempre había sido Victoria. Adopté una posición defensiva, con los brazos adelantados ligeramente. Jacob llevó a cabo la suya, mostrando los dientes y clavando las uñas en el suelo. Un poco inclinado hacia adelante.

-¿Quién es?-preguntó Bella aterrorizada.

-Victoria-contesté como si escupiera-no está sola. Nunca tuvo intención de participar en la lucha, pero seguía a los neófitos para observar. Cuando percibió mi olor, tomó la decisión de seguirlo por pura intuición, adivinando que tú permanecerías donde yo estuviera. Y ha acertado.

Dos vampiros se deslizaron con lentitud dentro de la pequeña abertura de nuestro campamento, con los ojos atentos, sin perder nada de vista. Me fijé en que sus cuerpos brillaban por el sol que nos daba de lleno y fui consciente de que el mío también refulgía. Uno de los recién llegados era Victoria, y el otro un chico de cabellos rubios. Victoria captaba toda mi atención , por lo que agradecí sinceramente que Jacob estuviera allí para ocuparse de Riley, el otro. Su plan era que su vasallo me atacase mientras ella se ocupaba de Bella, por lo que la presencia del lobo de cabellos rojizos le sacó de sus casillas. El otro era joven y no sabía qué debía hacer. Se miraron entre ellos, dudosos.

-Riley...-dije llamando su atención-te está mintiendo Riley. Escúchame. Te miente del mismo modo que mintió a los otros que ahora están muriendo en el claro. Tú ya sabes que ella los ha engañado, porque te ha utilizado para ello, ya que ninguno de vosotros pensó jamás en ir a socorrerlos. ¿Es tan difícil creer que su falsedad también te alcance a ti?

-¿Le estás provocando Edward?-preguntó Jacob divertido- me gusta.

-Ella no te quiere Riley. Nunca te ha amado. Victoria amó una vez a alguien que se llamaba James y tú no eres más que un instrumento para ella-cuando dije el nombre de James, los labios de Victoria se retrajeron en una mueca, mostrándome sus dientes, pero su mirada no se apartaba de Bella- ella sabe que te mataré Riley. Quiere que tú mueras, para no tener que mantener más su fachada. Sí, eso sí lo ves, ¿verdad?. Ya has notado la renuencia en sus ojos, has sospechado de esa nota falsa que se percibe en sus promesas. Llevas razón. Ella nunca te ha querido. Todos los besos y todas las caricias no eran más que mentiras. No tienes por qué morir...hay otras formas de vivir distintas a la que ella te ha enseñado. No todo son mentiras ni sangre, Riley. Puedes seguir un camino nuevo desde ahora. No debes morir por culpa de sus engaños.

-Él es el mentiroso Riley- intervino Victoria- ya te advertí acerca de sus truquitos mentales. Tú sabes que te quiero-era una buena mentirosa, pero yo había conseguido que el chico dudara. Victoria temblaba, esperaba ansiosa la oportunidad de saltar sobre Bella.

De repente, Seth cayó sobre Riley, arrojándolo al suelo.

-¡No!-gritó Victoria, contrariada.

Seth era bueno. Las ansias de luchar que había mantenido durante la pelea que se desarrollaba kilómetros más abajo, ahora se habían apaciguado. Le arrancó a Riley de cuajo uno de los brazos.

Ya no debía preocuparme por ese vampiro, estaba condenado. Pero Victoria no se había movido de su posición. Sopesaba sus posibilidades como un felino al acecho. Hasta que se abrió camino en zigzag hacia el extremo más alejado del pequeño claro. Estaba dividida: sus pies la empujaban hacia la seguridad, pero sus ojos mostraban su ansia de ver muerta a Bella.

-No te vayas Victoria- alenté. Quería acabar con ella de una vez por todas-nunca tendrás otra oportunidad como esta-me mostró los dientes y siseó-siempre podrás huir luego. Tendrás mucho tiempo para eso. Es lo que haces siempre ¿no?, ése es el motivo por el que te retenía James. Le eras útil, pese a tu afición a los juegos mortales. Él no debería haberte dejado. Bien que le habrían venido tus habilidades cuando le cogimos en Phoenix- rugió con fuerza-sin embargo, eso fue todo lo que significaste para él. Es de tontos malgastar tanta energía vengando a alguien que sintió menos afecto por ti que un cazador por su perro. No fuiste para él nada más que alguien oportuno. Yo lo supe.

Victoria se precipitó contra los árboles de nuevo, fintando a un lado. Riley golpeó con el puño a Seth y pude escuchar un gemido bajo salir del lobo. Victoria entonces miró a su compañero. Seth se puso a mi lado, sin perder de vista a Riley y pude leer la mente de la vampira pelirroja.

-No, no se volverá contra mí-le dije ante sus pensamientos sobre el lobo color arena-tú nos has suministrado un enemigo común, nos has convertido en aliados-eso no era del todo cierto. Me habrían ayudado contra ella de todos modos, solo por ser yo, pero obviamente no iba a decirle eso.

-Eso es imposible...-musitó ella atónita.

-Nada es imposible.

Ella sacudió la cabeza, intentaba evitar mis movimientos de distracción y evadirlos, pero me colocaba en los lugares apropiados para bloquearla en todo momento. Mi don era muy útil en situaciones así. Pero estaba frustrada y se volvía más peligrosa por momentos. Así que se lanzó contra mí con la idea de que si acababa conmigo, Bella pasaría a la historia después sin impedimentos. Fue un ahora o nunca.

Pero antes de que llegara siquiera a tocarme, una mancha rojiza se interpuso entre ella y yo, interceptándola en el aire.

Sentí que el tiempo se congelaba. El silencio más absoluto me rodeaba y mi cuerpo no me respondía. Abrí los ojos de manera desmesurada y cuando moví la boca, de ella surgió un estridente sonido.

-¡Jacob!-el quejido de dolor que soltó él, atrapado entre los brazos demoledores de Victoria me sobrecogió. Ella sonrió, como si aquello fuera el mejor de los regalos de navidad, después de haber recibido un pijama hortera y el típico par de calcetines. Mi reacción le había puesto la guinda al pastel.

Y me lancé a por ella. Mi juicio se había nublado. Sólo veía a Victoria. Una enorme diana donde debía lanzar el dardo y alcanzar la máxima puntuación. Escuchaba los gritos de dolor de Jacob, se retorcía en el suelo, desnudo por haber vuelto a su forma humana, pero abrazándose a si mismo en posición fetal. Temblando. Podía oír también los alterados latidos de su corazón.

Calma Jacob, yo acabaré con Victoria por los dos.

Continuará...


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