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Novilunio por Rukkiaa

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No me puedo mentir más

 

POV. Edward

 

Seth terminó con Riley y en cuanto Victoria se vio sola, comenzó a apartarse de mi con una decepción infinita llameando en sus ojos. Iba a volver al refugio del bosque, pero yo no lo iba a permitir.

Los alaridos de Jacob continuaban resonando en mis oídos.

La agarré por la espalda, me deslicé por su cuello como si fuera a hacerle una caricia...y le arranqué la cabeza.

-Aguanta Jacob- lo llevaba en brazos mientras caminaba el trecho que me separaba del claro donde estaba Carlisle. Le necesitaba con urgencia. Seth se había quedado en la cima, esperando que los restos de Victoria y Riley desaparecieran con el fuego y después se encargaría de llevar a Bella a casa.

Jacob tiritaba entre mis brazos. Sus quejidos eran ahora débiles, pero sabía que sentía un dolor atroz. El sudor empapaba su cuerpo y yo me iba desesperando más y más.

Para colmo, había otra complicación. Los Vulturis habían decidido intervenir justo en ese momento. Tuve que permanecer escondido entre la maleza, sujetando a Jacob e implorando a cualquier divinidad que me estuviera escuchando que por favor el olor del licántropo camuflara el mío.

Contemplé la escena. Quedaban tres minutos para que aparecieran.

Mi familia permanecía en un holgado semicírculo alrededor de una hoguera donde, aunque se veían pocas llamas, la humareda púrpura era densa, casi negra y flotaba encima de la reluciente hierba. El más cercano a esa neblina era Jasper. Estaba de espaldas a mi, con los hombros tensos y los brazos ligeramente extendidos, aunque todos sabían que yo estaba entre los matorrales. Cerca había algo más. Otro vampiro. Era una chica menor que Bella, con el pelo oscuro y complexión menuda. Apretaba contra el cuerpo las piernas, enlazadas por los brazos, hasta ovillarse en una bola junto a las llamas.

-¿Qué has hecho Carlisle?...-musité al ver que había dejado que la chica se rindiera. Analicé a mis hermanos. Todos estaban bien, salvo Jasper, al que habían mordido y le escocía el veneno. Eso le pasaba por pretender estar en todas partes al mismo tiempo.

Y entonces los vi. Con Jane a la cabeza. En un impulso automático, tapé con suavidad la boca de Jacob, aunque ya se había desmayado por el dolor.

-Hola, Jane-saludó Carlisle cortés.

Su mirada recorrió a todos los miembros de mi familia y se detuvo en la neófita-no lo comprendo...-dijo.

-Se ha rendido-explicó Carlisle.

-¿Rendido?

-Le di esa opción.

-No hay opciones para quienes quebrantan las reglas-zanjó ella, tajante.

-Está en vuestras manos. No vi necesario aniquilarla en tanto en cuanto se mostró voluntariamente dispuesta a dejar de atacarnos. Nadie le ha enseñado las reglas.

-Eso es irrelevante.

-Como desees.

Ella le miró con interés- Aro deseaba que llegáramos tan al oeste para verte, Carlisle. Te envía saludos.

-Os agradecería que le transmitierais a él los míos-mi padre siempre tan cordial.

-Por supuesto-ella sonrió, pero la maldad de Jane era palpable en el ambiente. Entonces contempló la pira de vampiros muertos-parece que hoy habéis hecho nuestro trabajo...bueno, casi todo-añadió mirando a la neófita-solo por curiosidad profesional, ¿cuántos eran?, ocasionaron una buena oleada de destrucción en Seattle.

-Dieciocho, contándola a ella-comentó Carlisle.

Jane abrió los ojos como platos. Félix y ella se miraron-¿dieciocho?

-Todos recién salidos del horno. Ninguno estaba cualificado.

-¿Ninguno?...Entonces, ¿quién los creó?

Alice...-se llamaba Victoria-dijo mi hermana que no soltaba la mano de Jasper.

-¿Se llamaba?

Alice ladeó la cabeza hacia la zona este del bosque. La mirada de Jane se concentró en la lejanía. Había visto la hoguera.

-La tal Victoria...¿se cuenta aparte de estos dieciocho?-volvió a preguntar Jane.

-Sí. Iba en compañía de otro vampiro, que no era tan joven como éstos, pero no tendría más de un año-aclaró Alice. Respiré aliviado. La información que Seth había proporcionado a la manada había mantenido al tanto a mi familia.

-Veinte entonces...¿quién acabó con la creadora?

-Edward.

-¿Y dónde está?

-Uno de nuestros amigos resultó herido, ha ido a su casa a socorrerle-mintió Alice mejor que ninguna actriz consagrada.

Jane entonces volvió a mirar a la neófita-eh, tú, ¿cómo te llamas?

La joven le lanzó una mirada fiera a Jane al tiempo que fruncía con fuerza los labios. Jane le devolvió una sonrisa angelical. La neófita reaccionó con un aullido ensordecedor. Su cuerpo se arqueó con rigidez hasta quedar en una postura antinatural y forzada.

-¿Cómo te llamas?-preguntó Jane de nuevo cuando la chica dejó de chillar.

-Bree...-respondió ella entrecortadamente.

Jane esbozó una sonrisa y la neófita volvió a gritar.

-Ella va a contarte todo lo que quieras saber-repuso Carlisle con el sufrimiento escrito en el rostro-no es necesario que hagas eso.

-Ya lo sé-admitió Jane- ¿es cierto eso, Bree?¿erais veinte?

La muchacha yacía jadeando con el rostro apoyado sobre el suelo. Se apresuró a responder.

-Diecinueve o veinte, quizá más, ¡no lo sé!. Sara y otra cuyo nombre no conozco se enzarzaron en una pelea durante el camino...

-Y esa tal Victoria...¿fue ella quien os creó?

-Y yo que sé. Riley nunca nos dijo su nombre y esa noche no vi nada...Estaba oscuro y dolía-tembló-él no quería que pensáramos en ella. Nos dijo que nuestros pensamientos no eran seguros...

-Háblame de Riley, ¿por qué os trajo aquí?

-Nos dijo que debíamos destruir a los raros esos de ojos amarillos. Según él, iba a ser pan comido. Nos explicó que la ciudad era suya y que los de ojos amarillos iban a venir a por nosotros. Toda la sangre sería para nosotros en cuanto desaparecieran. Nos dio el olor de una humana...dijo que identificaríamos al aquelarre en cuestión gracias a ella, que estaría con ellos.

-Parece que Riley se equivocó en lo relativo a la facilidad-apreció Jane.

-No sé qué ocurrió. Nos dividimos, pero los otros no volvieron. Riley nos abandonó, y no volvió para ayudarnos como había prometido. Luego, la pelea fue muy confusa y todos acabaron hechos pedazos. Tenía miedo y quería salir pitando. Ése de ahí-señaló a Carlisle- dijo que no me haría daño si dejaba de luchar.

-Ajá, pero no estaba en sus manos ofrecer tal cosa jovencita. Quebrantar las reglas tiene consecuencias-miró a Carlisle entonces-no he de ocultar que estoy impresionada. Jamás había visto a un aquelarre escapar sin bajas de un ataque de semejante magnitud. Bueno, parece que no nos queda mucho por hacer. ¡Qué raro!. No estamos acostumbrados a desplazarnos sin necesidad. Ha sido un fastidio perdernos la pelea. Da la impresión de que habría sido un espectáculo muy entretenido.

-Si-pensé para mis adentros-y eso que estabais muy cerca.

Jane se giró para contemplar a la neófita una vez más. Su rostro era de una apatía absoluta.

-¿Felix?

-Espera...-dijo Carlisle- podemos explicarle las reglas a la joven. No parecía mal predispuesta a aprenderlas. No sabía lo que hacia. Estamos preparados para responsabilizarnos de Bree.

-No hacemos excepciones ni damos segundas oportunidades. Es malo para nuestra reputación. Ha estado bien conocerle, Carlisle...siempre creí que Aro había exagerado. Bueno, hasta la próxima...Encárgate de eso, Felix- ordenó al tiempo que señalaba a Bree con la cabeza-quiero volver a casa.

Miré a Jacob que seguía temblando aún dormido. No quería ver más muertes de congéneres por hoy. Pero escuché el agudo aullido que se apagó enseguida.

Y allí estaba yo poco después, agachado y con la cabeza entre las manos. Apoyado en la fachada de la casa de Jacob, escuchando sus profundos gritos y los chasquidos de sus huesos. Los quileute habían hecho una concesión y habían permitido que Carlisle pisara su territorio para encargarse de Jacob, puesto que no podían llevarle a un hospital corriente. Y por eso me encontraba allí. Algo más retirado de los demás, la manada al completo, que esperaban junto a la puerta, porque eran demasiados para permanecer dentro de la pequeña casa.

Me volvía loco escuchar a Jacob sufrir de aquella manera. Además, era culpa mía. No debía haberlo permitido. No debí haber dejado que se interpusiera entre Victoria y yo. Lobo cabezota y temerario. Aquello había sido...espeluznante.

Cuando escuché las pisadas de Carlisle acercarse a la puerta, me incorporé como si alguien hubiera tirado de mi y me uní a los demás.

Carlisle se dirigió hacia Billy, que apretaba con fuerza la mano de Sue Clearwater a su espalda- lo peor ya ha pasado-tranquilizó-se pondrá bien. Aunque he tenido que romperle los huesos varias veces para que no se soldaran mal. Le he puesto morfina, pero la temperatura de su cuerpo no tardará en quemarla.

-Gracias...-dijo Billy y extendió la mano hacia él, con el fin de estrechársela. Carlisle se la devolvió.

Mi padre me miró entonces-pregunta por ti, Edward.

Mi vista se centró en Billy, que asintió-ve, Edward.

Antes de entrar hablé con Carlisle- dame la morfina. Puedo estar al pendiente por si debo darle más.

Cuando abrí la puerta de la habitación de Jacob, me quedé plantado en el umbral. Su dormitorio era pequeño, y la cama doble ocupaba casi todo el espacio. Pero él estaba allí tendido en medio del colchón, demacrado, sudando, con una manta tapándole la parte inferior del cuerpo, el brazo izquierdo en cabestrillo y el torso rodeado de vendas.

 

POV. Jacob

 

Edward.

Le miré de la cabeza a los pies para asegurarme de que estaba perfectamente. Y me alegró descubrir que no solo eso, sino que no tenía ni una arruga en la ropa ni un pelo de la cabeza en el sitio incorrecto.

Sonreí al verle allí. Estaba tan adolorido que había perdido peso mi vergüenza porque él viera mi minúsculo dormitorio que además estaba patas arriba.

-Hola, Jacob- murmuró con esa voz tan hermosa que sonaba como una canción de cuna.

-Hola, Edward.

Se acercó a mi, compungido-lo siento mucho.

-¿Por?

-Lo que te pasó. Nunca debí permitirlo.

-¿Te estás culpando enserio?, vamos, Edward. Fui yo el que me puse en medio cuando vi que se abalanzaba sobre ti. Por cierto...¿está muerta?

-Si. Muerta y quemada.

-Ese es mi chico...-dije. Reí, pero me dolió un poco el costado al hacerlo.

-¿Cómo te sientes?

-Un poquito espachurrado-admití alzando un poco el brazo entablillado-pero Carlisle es un gran médico. Me lo tuve que recordar a mi mismo varias veces después de que me rompiera un hueso tras otro.

-Pero ahora no te duele ¿no?, si es así tengo más morfina-me mostró una especie de estuche oscuro.

-¿Has venido en calidad de médico suplente?-sonreí-he de admitir, que me gustas más tú.

Él también sonrió y se quedó mirándome unos instantes en silencio. Luego suspiró y me pasó su fría mano por la frente. Cerré los ojos disfrutando del contacto.

-Cometiste una locura, Jacob- me reprendió. Pero no enfadado o molesto. Como si fuera algo que supiera que iba a ocurrir de antemano y solo me estuviera repitiendo su advertencia del pasado.

-Siempre se hacen locuras por amor. Considera ésta una de ellas-no sonrió esta vez. Algo le rondaba la cabeza. Seguramente la culpabilidad. Yo sabía lo que venía ahora. Me diría que iba a casarse con Bella dado que ya todo era felicidad. Ahora que Victoria había muerto, no tenían de qué preocuparse. No me cabía duda de que ya habrían elegido el país al que mudarse, la casa y el coche. Me tragué con dificultad el nudo que taponaba mi garganta y continué fingiéndome de buen humor, aunque sabía que él podía leer perfectamente que no era así- Edward...-me adelanté-sé lo que vas a decir y no es necesario. Te ahorraré el mal trago. Siempre serás el amor de mi vida, eso no va a cambiar, pero entiende que tenía que intentarlo con todas mis fuerzas. Tenía que lograr que me quisieras aunque fuera un poco. Así sé, que nada de lo que yo haga te separará de ella. Que lo vuestro es amor verdadero. Si tú eres feliz Edward, yo intentaré serlo también. Siempre fui consciente de que había pocas posibilidades. ¿Para cuándo es la boda?, puede que tenga un hueco libre en mi agenda-le puse algo de humor al asunto para no echarme a llorar como un bebé delante de mi vampiro. De su vampiro.

-No va a haber boda-dijo él mirándome fijamente. La morfina esa era la leche. Me estaba haciendo alucinar a tope-no es la morfina Jacob- respondió a mis pensamientos-no voy a casarme con Bella.

-¿Por qué no?¿ha muerto?-no se me ocurría otra explicación viable.

-Porque no la amo a ella.

Me maldije por tener un brazo inutilizado. No podía pellizcarme para saber si aquello se trataba de un maravilloso sueño. ¿Que no la amaba a ella?¿a quién entonces?

Se llevó las manos a la cabeza, como con desesperación. Pero finalmente me di cuenta de que era por vergüenza. Se había vuelto tímido de repente.

-Casi me da algo, Jacob...cuando te vi en el suelo retorciéndote de dolor...cuando pensé que podría ser demasiado grave...-se sentó a los pies de mi cama, con las manos aún cubriéndole el rostro de mi vista, apoyando los codos en sus muslos-mentí...mentí a Sam...a todos...a mi mismo incluso...El día que imprimaste...-tomó aire antes de seguir hablando. Yo sentía mi corazón en un puño, ansioso porque continuara-el día que imprimaste sentí algo-reconoció por fin. Creo que yo dejé de proporcionarle oxígeno a mis pulmones-sentí una...especie de conexión contigo. Como si una parte de mi...se hubiera unido a una parte de ti. Una parte de mi mismo que desconocía por completo hasta ese preciso instante...Me parecía algo imposible y me lo negué hasta tal punto que acabé por creérmelo. Y entonces, me besas. Me besas y trastocas esas ideas falsas que había creado en mi mente. El castillo de naipes se desmoronaba delante de mis ojos, pero no podía dejar de acercarme a ti. Y tu tampoco ayudabas demasiado. Luego en la montaña...insinúas el quitarte la vida y ya no me quedan cartas con las que formar nada. Te pido que me beses y eso se convierte en...una revelación. La revelación de que tú y yo estamos hechos el uno para el otro. Que somos almas gemelas...por llamarlo de alguna manera. Vi la perfección que jamás había pensado posible. La felicidad más absoluta a tu lado. Pero yo seguía aferrándome a las dudas por miedo a saltar al vacío...Hasta que te vi herido. El creer que podías morir y perderte despejó por completo cualquier atisbo de indecisión que pudiera tener. Lo vi claro. Te amo Jacob...te amo más de lo que jamás podré amar a nadie porque fuiste hecho para mi...-suspiró aliviado, como si se hubiera quitado un gran peso de encima, pero continuaba con las manos a modo de cubierta en su cabeza.

Yo había enmudecido. Sentía la boca seca de tanto tiempo que había permanecido abierta. Edward me amaba. A mi. A mi. A mi. Edward me amaba a mi. Me lo repetí un millón de veces en mi cabeza para poder creérmelo. Acababa de confesarme su amor. Y yo me había quedado colgado.

-Mierda...-musité, pero él me escuchó y me miró contrariado. Estaba claro que esa no era la respuesta que esperaba por mi parte. Cuando nuestras miradas se encontraron, seguí hablando-acabas de pronuncias las palabras que más deseaba escuchar en el mundo...y no puedo besarte. Cuando me muero por hacerlo.

Su rostro se relajó y sonrió-eso significa que te encuentras mejor.

-Si te levantas y me besas, sí, me encontraré mejor.

-Debo ir a hablar con Bella antes.

-¡No!-detuve sus pasos. Ya tenía la mano en el pomo.

-Pero no puedo...

-Quiero ir contigo. Quiero dar la cara también si la vas a dejar por mi-decir eso me insufló más ánimo aún.

Él sopesó mis palabras, pero se quedó conforme. Se acercó a mi y se inclinó frente a mi rostro. Me perdí en sus ojos ámbar. Ahora eran míos. Mis ojos. Mi cara. Mi cuerpo. Mi Edward.

-¿Vas a besarme?-pregunté ávido porque lo hiciera. Si mi cuerpo no estuviera tan chafado hace poco que lo habría empotrado contra la pared de mi habitación. En cuanto hubiera terminado de pronunciar su discurso.

Puso su gélida mano en mi frente. Solo estaba comprobando mi estado. Reconozco que me decepcionó un poco.

-¿Te duele algo?

-La boca-respondí ganándome otra de sus hermosas sonrisas.

-Es por si necesitas morfina.

-Edward, acabas de decirme que me quieres. De no ser por las vendas, ni siquiera recordaría que estoy herido. Bésame- insistí. La mano derecha sí podía moverla, así que le sujeté por la muñeca por si intentaba escabullirse.

Volvió a inclinarse hacia mi y esta vez rozó sus labios con los míos. Cerré los ojos en el acto. El olor de su respiración me impedía pensar. Fue un beso muy dulce, cargado de amor. El corazón se me hinchó de tal modo que estuvo a punto de volver a romperme las costillas. Ocupó mi pecho por completo y perdí la noción de la realidad.

¿Así que ésto es lo que se siente cuando tu imprimación te corresponde?

Cuando dejó de besarme, yo seguía con los párpados cerrados y mi boca buscaba a la suya.

-Deberías descansar Jacob, ha sido un día muy largo-me dijo sacándome de ese estado.

-No...-remoloneé.

-Vamos, estaré fuera, por si necesitas algo.

-¿Fuera?, claro que no. Quédate aquí-le hice ver que a ambos lados de mi cama había hueco suficiente para el. Vale que no dormía, pero quería tenerlo lo más cerca posible-por favor...-musité al ver su indecisión. Fue muy fácil de convencer.

Se recostó de lado, a mi derecha, y se lo agradecí, porque así podría darle la mano. En cuanto se la cogí, no la solté. Y también podía mirarle. No había nada en el mundo más bello que mi Edward.

Y con ese pensamiento y el roce de su piel en la mía...me quedé dormido.

 

POV. Edward

 

El exiguo sol de la mañana entró por la ventana de la habitación de Jacob. Como casi siempre en Forks, amanecía nublado.

Jacob roncaba levemente. Ya el sudor había abandonado su rostro y se mostraba más tranquilo. Escuché ruido fuera y decidí salir de la habitación, evitando por todos los medios que Jacob se despertara cuando solté su mano con lentitud.

-Buenos días-dije a Billy que estaba en la pequeña cocina. Llevaba un albornoz sobre los hombros.

-Buenos días, Edward. ¿Cómo está Jacob?

-Mejor. Anoche cuando se durmió solo tuve que ponerle un poco más de morfina para que pudiera descansar en calma.

-Me alegro-estaba cogiendo cacharros de algunos armarios inferiores. Así que me acerqué a el.

-¿Le ayudo?

-¿Sabes cocinar?-alzó una ceja a la espera de mi respuesta.

-No se me da mal-admití. Billy se apartó un poco y me dejó a mi al cargo de la cocina. No me costó demasiado dar con los ingredientes necesarios para preparar lo primero que se me ocurrió, unas tortitas. Sentía la mirada de Billy en mi nuca a cada paso que daba-¿a Jacob le gustan las tortitas?

-Come cualquier cosa. Pero si lo preparas tu, apuesto que le encantará.

Sonreí-los licántropos tienen un gran apetito...Jacob necesita reponer fuerzas-añadí mientras removía los componentes en un bol.

-Te agradezco lo que estás haciendo, Edward- dijo Billy con sinceridad-no debe ser fácil para ti esta situación.

-En realidad...ahora si. Cuando creí que perdería a Jacob, me di cuenta de que...él era la persona más importante para mi.

-¿Qué...qué quieres decir con eso?

-Amo a Jacob, señor Black. Voy a terminar con Bella. Iba a hacerlo anoche mismo, pero su hijo quiere acompañarme y...

La silla de ruedas de Billy chirrió cuando volvió a ponerse a mi lado. Miré al hombre a los ojos. Estaba realmente emocionado-muchísimas gracias Edward- estiró el brazo para cogerme la mano. Cuando se la di, me la apretó con cariño-muchísimas, muchísimas gracias.

Billy me dio una infinita lástima. Jacob no era el único que lo había pasado mal con mi rechazo.

-Yo soy el que debe darle las gracias. Por permitirme entrar en su casa y por el hijo tan maravilloso que tiene. Le pido disculpas por lo que les he hecho pasar.

Él sonrió complacido y me dejó seguir cocinando. Hice café y tortitas para Billy también. Pero Jacob no podría salir a desayunar, así que llené un plato con comida hasta los topes, un vaso con leche caliente y volví al dormitorio.

Jacob estaba despierto cuando entré, con la vista fija en la puerta.

-Buenos días, Jacob.

-Creí...creí que te habías ido. Menos mal que escuché tu voz fuera.

-¿Significa eso que no podré irme nunca de aquí?

Él sonrió-jamás.

-Te he traído el desayuno-le informé. Su estómago rugió un poco.

-Lo has hecho tú ¿verdad?

-Si...-reconocí. Doblé su almohadón para elevar un poco su espalda. Lo suficiente como para que pudiera tragar si dificultad y me senté a su lado.

Él levantó un poco el brazo izquierdo.

-No puedo trocear la comida...-si creía que no me daba cuenta de por qué soltaba algo tan obvio, se equivocaba. Con mi suprema rapidez, corté la torre de tortitas en fragmentos del tamaño adecuado y le pasé el tenedor-demasiado débil para cogerlo...-fingió cansancio. Ni siquiera se dignó a levantar la mano derecha que tenía perfectamente.

-¿Pretendes que te dé de comer?-aprecié.

-¿Lo harías?, oh, gracias Edward- sonrió ampliamente, satisfecho y después abrió la boca.

Así que...le alimenté.

 

POV. Jacob

 

Reconozco que el estar herido, en parte, había sido genial. Salvo por lo de no poder moverme de la cama. No solo mi padre no me daba la lata con las tareas de limpieza del hogar, sino que me ahorraba el ir a ver a mis amigos porque ellos venían a mi casa. Además, no tenía que patrullar. Pero lo mejor, lo más maravilloso y genial de todo, era que Edward me consentía por completo.

Si tenía hambre, me hacía la comida y me la daba. Me arropaba. Estaba al pendiente por si me dolía algo. Se quedaba conmigo en la cama escuchándome hablar durante horas y horas sin soltarle la mano o acariciarle el rostro.

Estuvimos así tres días. Porque estaba ya recuperado del todo a media tarde del tercer día, en que Carlisle fue a verme y digamos que, me dio el alta. Y Billy debió de habérselo dicho a Charlie, porque descubrimos que Bella venía de camino a la reserva para verme.

Era genial, porque no podíamos ir a hablar con ella en su casa. Edward estaba histérico, andaba de un lado a otro en mi reducida cocina/sala de estar.

Intenté detenerle. Ahora que estaba oficialmente curado, solo podía pensar en besarle como en la montaña.

-No Jacob...-apartó la cara de mi-hasta que no hable con Bella...aún estoy con ella. Espera un poco, por favor.

Me dejé caer en el sofá derrotado. Estúpida Bella, date prisa.

Cuando escuchamos el llamativo motor de su Chevy apagarse frente a la puerta de mi casa, Edward detuvo sus pasos con los ojos a punto de salírsele de las órbitas.

-Vamos fuera...-me dijo serio.

Sí, mejor, si a Bella le daba un ataque de histeria, no quería que rompiera las cosas de mi casa.

Yo abrí la puerta y salí primero. Formaba parte de la extraña educación de Edward. Mi casa, mi puerta.

-Hola Bella-ella sonrió ampliamente cuando escuchó mi amable saludo. Yo, a diferencia de mi vampiro, me sentía tranquilo. Ansiaba este momento. Bien o mal, ella por fin saldría de su vida.

-Jake...-empezó a acercarse a mi, pero se detuvo a pocos pasos, en cuanto vio a Edward salir de la casa a mi espalda. Le miró con la extrañeza reflejada en el rostro. No entendía cómo era posible que un vampiro estuviera en la reserva y mucho menos en mi casa.

-Bella...-musitó Edward, culpable a más no poder.

-¿Qué...?

Se acercó a ella y le sostuvo ambas manos. Ella sonrió ante el gesto, pero él no le devolvía la sonrisa, así que no tardó demasiado en cambiarla por una mueca de desconcierto.

-Tenemos que hablar...

-¿Qué haces aquí?-preguntó confusa.

-Está conmigo-intervine. Incluso me molestaba que la cogiera de las manos a pesar de que era para romper con ella.

-Tu padre me dijo que estás mejor Jake. No entiendo...¿por qué está aquí Edward?

-Bella...no sé muy bien cómo decirte esto...-comenzó Edward- te quiero...te quiero Bella, de verdad que si.

-Y yo a ti Edward- dijo ella y me miró. Yo le devolví la mirada, pero la mía no era amistosa.

-Pero no te amo-concluyó mi vampiro. Los ojos de Bella se centraron en él.

-¿Cómo?

-No te amo, Bella. Y no me atrevía a dejarte después de todo por lo que te he hecho pasar...sé que tu cariño por mi es sincero, pero te mereces a alguien que te corresponda de igual modo.

-¿Qué estás diciendo?-su voz se volvió algo más aguda.

-Yo imprimé Bella-dije llamando su atención-imprimé en Edward.

-Y me enamoré de Jacob- secundó él.

Nos miró a ambos-¿es una broma?

-En absoluto-dije yo sonriendo triunfante sin poder evitarlo.

-No, Bella...-Edward era más comedido. Ahora si le soltó las manos, cabizbajo y se alejó de ella algunos pasos, quedando más próximo a mi.

-¿Me estáis diciendo que os habéis enamorado?¿es eso?-su voz ya era chillona y todavía más irritante si cabe-¡¿pretendes que me crea eso?!, ¡os odiáis!

-Si quieres nos hacemos arrumacos para que te lo creas-espeté.

-Jacob...-Edward me reprendió.

-No...eso no puede ser...-empezó a llorar sin dejar de mirarnos a intervalos-¿cómo has podido hacerme esto Edward?¡íbamos a casarnos!¡íbamos a estar siempre juntos!-Edward se acercó a ella para confortarla, pero Bella le empujó. Obviamente no le movió ni un ápice-¡no me toques!¡te odio Edward Cullen!¡te odio!

Y entonces, vi como levantaba la mano. Cómo se atrevía a hacer una cosa así. Actué de propia cuenta.

Cuando volví en mi, ella gritaba por el dolor que yo le estaba causando mientras le apretaba el brazo alzado con una de mis manos.

-Jacob...-Edward estaba nervioso, e intentaba tranquilizarme- Jacob, ya basta.

-¡Me haces daño Jacob!-vociferaba entre lágrimas Bella-¡suéltame!¡suéltame!

-Cómo te atreves a levantarle la mano estúpida-bramé desde lo más hondo del pecho.

-¡Jacob!-ella se retorcía intentando soltarse de mi agarre. Eso era imposible.

-La estás lastimando Jacob...-cuando sentí la mano de Edward posarse sobre la mía, por fin pude calmarme. Le miré recuperando el control de mi mismo.

Ella sollozaba, se sujetaba el brazo por el dolor. Apuesto a que le saldría un buen morado. Salió corriendo y entró en su coche. No tardó demasiado en desaparecer de nuestra vista.

-Lo siento...no sé qué me pasó. Solo vi que iba a pegarte y...

-No iba a hacerme el menor daño, Jacob.

-Lo sé, pero no es culpa mía. Se me nubla la mente cuando estás en peligro. Pierdo el control sobre mi mismo y solo pienso en protegerte de cualquier cosa.

Suspiró derrotado-no quería haberlo hecho así. Ahora sufrirá más.

-Se le pasará. No te preocupes-no podía esperar más. Ya era oficial. Bella había salido de su vida y de la mía, esperaba que para siempre. Me acerqué a el los pocos centímetros que nos separaban y le besé. No tardé mucho en sujetarle por la nuca con una de mis manos para que no se le ocurriera ni por un segundo separarse de mi. Él gimió y colocó ambas manos en mi cintura. Sentí un escalofrío al notar su tacto por encima de la tela de mi camiseta. ¿En qué estaría pensando?, yo no estoy hecho para las camisetas. El vacío en mi pecho llamó mi atención. No me había dado cuenta antes, pero su cercanía acrecentaba la sensación. Era muy extraño. ¿No debería ser al revés?¿cuanto más cerca, menor necesidad?...Recordé las palabras de Sam. Hasta que Edward no fuera mío, no dejaría de notar aquella inquietud en lo más profundo de mi alma. Eso era comprensible entonces...todo mi ser lo demandaba fervientemente. Por eso cuanto más lo tocase, cuanto más lo sintiese...Mi cuerpo trataba de avisarme. Le necesitaba hasta límites insospechados. Al lobo que había en mi le urgía sentirse completo. Y yo no podía estar completo sin Edward.

La mano que aún tenía libre, actuó por si misma mientras yo continuaba sumido en aquel apasionado beso. Recorrí su torso, acariciando su perfecto cuerpo por encima de la camisa que llevaba puesta. No sé cómo, me colé por debajo de ella y rocé su piel de seda...

-¡Jacob!-cuando sintió el contacto, me detuvo con una de sus manos y se alejó varios metros de mi de un solo impulso-no...

Yo intentaba recuperar el aliento. Me había quedado como un pasmarote intentando descifrar qué había provocado su reacción. ¿Mi caricia por debajo de la ropa?¿había pensado equivocadamente qué él sentía el mismo deseo que yo?

-No Jacob...yo también lo siento...-respondió a mis pensamientos-es solo que...yo no...

-¿Qué ocurre Edward?-quise acercarme, pero no me atreví. Sus ojos mostraban ¿temor?

-Yo también siento eso Jacob...también quiero estar contigo...pero no puedo hacerlo. Ahora no. Por favor, no me lo pongas más difícil.

¿Cómo?¿difícil?¿para él?...el deseo me quemaba en las venas...pero si Edward no quería ir más allá...tendría que asumirlo. ¿Por cuánto tiempo?

Continuará...

Notas finales:

Love is in the air *3*


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