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Mi pequeño amante por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

No estaba muerta, andaba de parranda!!! XDDDDDD, okay, no ._.

Aunque ya había explicado con anterioridad mis motivos para tardar tanto con las actualizaciones de este fic, de todas maneras me disculpo con ustedes por hacerlos esperar. Como compensación por los daños, este capítulo está poquito más largo que los anteriores, y como siempre tiene una sorpresa.

Notas preliminares: La primera parte les parecerá confusa, pero se esclarecerá en la siguiente entrega. La segunda es explicación de la segunda parte del capítulo anterior (de hecho es un flashback). Lo digo para que no se confundan.



Disclaymer: Junjou Romantica no me pertenece. De lo contrario no pondría este disclaymer, lel.

XLII.-

Lunes. Hacía un bonito día: el viento soplaba suavemente, pero lo suficiente para mecer las hojas verdes de los árboles; el cielo azul mostraba unas pocas nubes blancas; el sol en lo alto bañaba el entorno con su luz y calor, sin ser sofocante ni cegador; y el bullicio alegre de los estudiantes que iban y venían de arriba abajo, lo confirmaban.


Con la mirada buscaba entre ellos a uno en especial. No tardó mucho en encontrarlo, ya que venía saliendo de la escuela. Sin embargo no esperaba verlo con un par de chicas, una pelirroja y una rubia que a leguas se veían más teñidas que un abrigo de piel de imitación. Los tres reían y hablaban animadamente, ignorantes de los celos que bullían en su sangre.


—¡Eres muy divertido, Misaki-kun! —le decía la rubia— ¡De ahora en adelante me sentaré junto a ti en todas las clases!

—¡Olvídalo, él se sentará conmigo! —chillaba la pelirroja, aferrándose a su brazo.

—¡Sobre mi cadáver! —la otra también hacía lo mismo

—¡Eso puede arreglarse!

—Ya, ya, tranquilas —respondía el chico entre risas—. Me sentaré en medio de las dos ¿les parece?

—¡Kyyyyyaaaaa!


En cuanto las dos mujeres se lanzaron a abrazar efusivamente al castañito, lo rodeó un aura negra y avanzó hacia él, dispuesto a llevárselo lejos de esas harpías.


—Chicas, me tengo que ir. Me divertí mucho.

—Owww… —suspiraron las dos, sin soltarlo.

—No estén tristes, mañana tendremos clase juntos, y pasado mañana… —les sonrió cálidamente.

—¡Okay! —espetó la pelirroja— ¡Pero no llegues tarde!

—No lo haré. Bueno, hasta mañana, Kasumi-chan —se refirió a la pelirroja y luego a la rubia—. Hasta mañana, Erika-san.

—¡Hasta mañana, Misaki-kun!


Dicho esto las dos peli-teñidas (1) se fueron, dejándolo a solas con el jovencito.


—¿Quiénes son esas?

—¡Akihiko-san! —se sobresaltó el pequeño— ¡Casi me matas de un infarto!

—No has respondido…

—Etto… son mis nuevas amigas, Kasumi y Erika.

—Si así ya estás el primer día, no quiero imaginar cómo será en los próximos cuatro años —bufó pesadamente.

—¿Ah?

—Vamos, Takahiro nos espera.

—H-hai.


Mientras conducía su flamante deportivo rojo, bajo las miradas curiosas del resto de estudiantes, fraguaba posibles formas de alejar de su querido Misaki a todos los pretendientes que le lloverían de ahora en adelante, comenzando por esas dos peli-teñidas ¡Y no era para menos si su pequeño ya se encontraba iniciando la universidad! Sí, habían pasado poco más de tres años, tres maravillosos años desde que conoció a su corazoncito hasta la fecha de hoy. Si bien era cierto que como toda pareja tuvieron sus pequeños problemas, entre ellos el no poder verse tan seguido debido a la condición del menor, al menos en esos tres años su amor se había fortalecido, y las inseguridades del pequeño iban desapareciendo poco a poco. Por otra parte, algunas cosillas habían sucedido, como por ejemplo el que uno de los amigos de Misaki, Takatsuki Shinobu, se enterara de su relación de una forma muy poco ortodoxa, un día que finalizaban las vacaciones de agosto de hace tres años. Lo recordaba bien.



XLIII.-

Fin de semana. Agradecía que se hubieran arreglado aquellos malentendidos que lo habían separado de su pequeño, y ahora estuvieran de nueva cuenta juntos. Asimismo pasaron las bien merecidas vacaciones después de días de mucho trabajo para ambos: por su parte, tenía que asistir a algunas reuniones debido a que se lanzaría al cine uno de sus más grandes éxitos —por decirlo de alguna manera—; por la otra, además de las dichosas evaluaciones, su pequeño tuvo entrenamientos para otro partido con su equipo de soccer justo antes de terminar el cuatrimestre (2).


—…así que Mahi-chan y yo pasamos las vacaciones en la casa de Seattle —ahora mismo se encontraban de paseo en un gran acuario en el centro de la ciudad—, pero antes fuimos a una convención con Shinobu y los otros…

—Ah, quien fuera niño… —suspiró, con una sonrisa— Todo un mes de vacaciones, sin tareas ni obligaciones…


Paseaban entre peces de colores mientras hablaban amenamente de cosas triviales. Quien los viera pensaría que eran padre e hijo pasando tiempo de calidad, y le hacía algo de gracia pensar en que nadie sospechaba que ese chico que bien podría ser su hijo, era nada menos que su pequeño amante. En esas estaban cuando tuvo que detenerse un momento a contestar una llamada de su loca editora. Mientras lo hacía, notó que un grupo de niños corría como caballos desbocados, disparándose agua con unas pistolas de juguete, y otros dos molestaban a una niñita quitándole una muñeca. Eso no fue lo relevante en sí, sino el que su ojiverde interviniera en la disputa: les había dado una pequeña reprimenda a esos dos mocosos y le entregó la muñeca a la niñita. Sin embargo no contaba con que…


—¡A él! —…el resto se molestara y ahora entre todos le dispararan, mientras el castañito inútilmente intentaba protegerse del agua.

—¡Esperen! ¡No…! ¡¿Qué hacen…?! ¡Waaahh!


Lo vio echarse a correr a cualquier parte, y sin importarle la perorata que Aikawa le daba al teléfono, le colgó y fue tras él. Como estaba algo concurrido el lugar, le costaba un poco darle alcance al muchacho, pero cuando lo logró, lo encontró escondido tras alguna columna.


—Achú… —soltó un pequeño estornudo, mientras sus mejillas se ponían rojitas.

—Vamos a cambiarte o pescarás un resfriado.

—Hai.


Pretendían ir a algún servicio, pero al parecer estaban muy concurridos. Sin embargo vio lo que parecía ser una sala de proyecciones con un letrero de cerrado por mantenimiento. Guio al menor hasta ahí, por fortuna estaba abierta la puerta. La iluminación interior era muy tenue, pero lo suficiente como para permitirles a ambos ver lo que hacían. Como Misaki tenía una sudadera gris amarrada a su cintura, sólo era cuestión de quitarse la camisa y ponerse la sudadera —a diferencia de la camisa, ésta apenas tenía unas gotas que secarían—. El chico se sentó en uno de los tantos asientos de esa sala, pero…


—¿Akihiko-san?


La camisa mojada se adhería de forma provocativa sobre el cuerpo de su amor, haciendo a su imaginación volar de más. Si hubiera podido verse a sí mismo, se daría cuenta de que sus violáceos ojos se oscurecían a consecuencia de un deseo latente que sólo Misaki podía provocarle.


—Déjame ayudarte —murmuró de forma ronca, aproximándose al ojiverde.

—E-está bien.


Lentamente fue desabrochando los botones de esa prenda hasta dejarla totalmente abierta. La deslizó con delicadeza sobre los hombros de Misaki, hasta despojarlo por completo de ella. El chico se desamarraba la sudadera de la cintura para ponérsela, pero se lo impidió tomando sus manos.


—¿Akihiko-san? —inquirió el menor con su característica inocencia, y entonces no soportó más.

—Te quiero.


Akihiko se incorporó sobre él y comenzó a besarlo suavemente; pronto el beso se profundizó y los dos se dejaron llevar. Sin embargo tuvieron que separarse por falta de aire. Se quedaban unos breves segundos mirándose a los ojos, y nuevamente unían sus labios. Más tarde Akihiko lamía la húmeda piel de su niño, comenzando por el cuello, arrancándole uno que otro suspiro. Mientras hacía esto, su mano izquierda lo tomaba por la cintura, y con la derecha le aflojaba el cinturón de los jeans verdes. Después comenzó a lamer uno de esos botoncitos rosados que tanto lo enloquecían, haciendo que Misaki soltara suspiros más audibles.


—Aaah… A-Aki… Aki-hiko-san… ngh… no… espere… p-podrían… d-des-descubrirnos… aaah…

—Entonces tienes que ser muy silencioso, mi pequeño.


En ese momento le pareció oír algunos cuchicheos afuera, pero el hecho de que alguien pudiera estarlos escuchando justo ahora, sólo lo excitó más. Se deshizo de su corbata, chaleco y camisa, dejando su torso al descubierto.


—Te eché de menos, mi Misaki.

—Pero si fue menos de un mes… —jadeaba el muchacho, de forma inocentemente erótica.

—Lo sé, pero me haces tanta falta cuando no estás.


Fue descendiendo por todo el abdomen del muchacho hasta llegar al borde del bóxer que aún ocultaba el miembro semi-erecto del castaño. Lentamente se lo fue quitando y comenzó a lamer la punta lentamente. El ojiverde arqueaba la espalda por la excitación y apretaba las manos contra los brazos del asiento. Unos minutos más tarde Akihiko engulló su miembro y comenzó un vaivén, primero lento para después ir más rápido.


—Nnnngh… aaah… aaah… mmm… A-Aki-hi-ko-san…


Consecuentemente Misaki derramó su esencia y no dudó en ningún momento en beber de ella como si fuera agua en el desierto. De nueva cuenta vinieron los besos y caricias, pero con la diferencia de que el ojiverde se desinhibía y también lo tocaba. Con sutiles movimientos hizo que su amorcito quedara de espaldas, apoyando las manos sobre los brazos de ese asiento, exponiendo a su vista su redondo trasero y esa rosada entrada que pedía a gritos ser corrompida. Dio algunos cuantos mordiscos e introdujo la lengua para humedecer ese agujerito. Después introdujo su miembro ya erecto de un solo golpe, y empezó a embestirlo. Mientras el castañito intentaba reprimir sus gemidos, Akihiko lo masturbaba con una mano para que se acostumbrara, y con la otra lo sostenía de la cadera. Pero eso no era todo, también lamía con frenesí la suave piel de su espalda, excitándolo de sobremanera, al tiempo que las embestidas se hacían cada vez más rápidas y profundas. Un sonoro gemido salió de ambos cuando llegó el clímax: Misaki derramó su semen en la mano del peliplata, y su interior se contrajo de tal forma que obligó al peliplata a hacer lo mismo, pero dentro de esa estrecha cavidad.


—Te quiero, Akihiko-san —farfulló el pequeño en cuanto el mayor salió de él.

—¿Qué tanto? —inquirió Akihiko con una sonrisa juguetona.

—Mucho.

—¿Y qué tanto es mucho?

—Mucho, mucho, mucho…



CONTINUARÁ…

Notas finales:

1. Al menos en algunos países latinoamericanos, peli-teñida es una forma despectiva de referirse a quienes se pintan el cabello de color diferente al natural.

2. Hice algunos ajustes en algunos capítulos en cuanto a los tiempos en que ocurren las cosas. No es muy notorio porque el orden sigue siendo el mismo, pero aclaro porque ésta vez sí he respetado el calendario escolar japonés (o sea, se divide en cuatrimestres y no en semestres como en mi país). Entonces este flashback se ubica en el final de las vacaciones del primer cuatrimestre (abril-julio), es decir a finales de agosto.


El flashback continuará en la siguiente entrega. Bueno, respecto al fic es todo por ahora. Sugerencias, comentarios y/o felicitaciones son bienvenidos. Gracias por leer, chaito.


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