Cap. 7.- Tratos.
La muerte se aproxima, se encuentra en el próximo recodo, dispuesta a abrir la puerta del mas allá en donde se encuentra mi mamá esperando por mí, con los brazos abiertos para abrazarme cuando este junto a ella y ya nunca separarnos.
Aquel que pensé que era un dulce ángel, mi dulce ángel, resulto ser el ángel oscuro que me llevara al infierno. Sin saberlo me entregue al demonio más perverso que pude amar.
El dolor que sentí al transformarme en lobo no es igual a este, quiero que se detenga, siento como si cada uno de mis músculos estuvieran a punto de estallar, como si se tensaran y destensaran al mismo tiempo, palpitando, mi sangre caliente quema mis venas a su paso esperando que en un instante comience a incendiarme, a arder literalmente. Mi corazón rápido comienza a latir despacio cada vez más, al tiempo en el que siento mi respiración difícil y pesada. El suelo esta húmedo y ardiente, extraño ya que no está lloviendo, debe ser mi piel desnuda en contacto con este; me duele mantener los ojos abiertos así que los cierro delicadamente intentando no hacerme más daño llevándome tatuada en mis pupilas el gris de cielo enmarcado perfectamente por la copas verdes de los arboles.
Necesito la muerte para dejar de sentir este dolor, pero al mismo tiempo no la quiero, extraño a mi mamá pero siento como si aun no fuera el momento de verla aunque en este instante me este sonriendo con delicadeza. Detrás de la silueta perfecta de ella, una alargada y perruna cabeza blanca se asoma por entre las piernas ocultas por la falda clara que lleva puesta mi progenitora, que se acerca delicadamente hasta mi posando sus ojos añiles en mi rostro, el hocico del lobo olfatea mi sangre, puedo notar que es desagradable para el ser blanco ya que oculto su nariz detrás de una de sus patas, o tal vez sea el olor del veneno de Bella.
-Jacob, mi pequeño Jacob.
Escucho una suave voz que me llama. Ladeo mi rostro aun sintiendo los estragos de la ponzoña en mi sistema, encontrándome solo con ese lobo blanco de ojos azules ya que mi madre desapareció sin haberse despedido antes de mí, como cuando se fue la primera vez.
-el dejo caer su máscara ¿verdad?
Esa voz nuevamente, ¿pero cómo? Si los únicos que nos encontramos aquí somos el lobo y yo…
Conecto mi vista con la otra.
-calma, soy yo hijo.
Esa voz, esa voz proviene de este ser frente a mí, pero eso es imposible, la proximidad de la muerte ha hecho que produzca delirios.
-¿Qué… que quieres de mi?- cuestiono con voz entrecortada sin haber movido ni un ápice la boca, asustándome aun más de lo que ya estoy procurando que no sea tan evidente mi sentir
-¿Qué quiero yo de ti? Pero si tú has sido el que me ha llamado
Mi asombro fue tan fácil de ver y sentir por la expresión de duda que quizá tiene mi cara que hizo aullar al lobo, como si estuviese riendo.
-pero, yo…
-tu desesperación me a traído pequeño mío, dime ¿por qué te hizo eso si decía amarte? ¿Venganza? ¿Capricho?
-el nunca me amo-caí en la cuenta de eso cuando hizo eco en el bosque- solo me uso, por ello quiero seguir vivo… para matarlo con mis propias manos.
El lobo hizo una mueca, como si estuviera complacido con mi respuesta, pero volvió a tener la cara de neutralidad que había mantenido desde que lo vi aparecer.
-pero tu aun lo amas, puedo sentirlo, el te dio lo que la ilusión de la imprimación una vez te mostro. El calor de estar completo. Estas sujeto a él de muchos modos mi pequeño Jacob.
Sentí como el aire dejo de entrar a mis pulmones durante un segundo, sabía que era verdad, que el amor que siento por él no se apagara con un soplido, como las velas de cumpleaños, sino que necesitare un océano completo para ello.
-te propongo un trato Jacob Black- el tono de su suave voz cambio a uno expectante cuando menciono esto- tengo el poder para llevarte de nuevo, para alejar el abrazo de la muerte de tu cintura, con dos condiciones.
-¿Qué condiciones?-pregunte expectante de sus palabras y al mismo tiempo alerta, esperando no caer en un sucio juego nuevamente. Él o ella sonrió feliz, como si hubiera hecho jaque mate.
-la primera. Cuando regreses iré contigo.
Bueno no es tan difícil, es un simple lobo y esto debe ser mi imaginación.
-segundo- se hizo silencio, como planeando lo que diría a continuación- me darás todos tus pensamientos, me pertenecerá todo lo que se encuentra dentro de tu mente. Dime... ¿aceptas?
Se prolongo la afonía, no sabía que pensar, pero todo esto es producto de mi mente, desde un principio se que esto son delirios míos, así que mi mente no puede ser de nadie más que mía. Ya debo estar en el umbral de la muerte y por ello digo, pienso, tonterías.
-si… acepto-digo con cautela, ahora no estoy cien por ciento seguros de que esto sea un sueño.
-lo pensaste mucho
-es mejor pensar las cosas antes de responder.
Se acerca para lamerme la sien derecha y después la izquierda, mientras pasa su lengua húmeda por mi cara siento una opresión en el cerebro, así que vuelvo a cerrar los ojos pero siento una enorme necesidad de mantenerlos abiertos para ver el angelical rostro preocupado de Carlisle Cullen manchado de sangre.
Que al verme suelta un suspiro, como si estuviera agotado y me sonríe cálidamente, esperando que lo viera. Valla, he despertado de mi sueño, un loco sueño a decir verdad. Siento el cuerpo pesado, como cuando duermes y no te has movido, así justamente me siento, agarrotado.
-Bienvenido Jacob- menciona el doctor mientras su hermosa voz se extiende por la habitación, haciendo eco en las paredes.
El olor de la sangre en el ambiente es inconfundible, ese peculiar aroma que ese vital liquido solo puede poseer. Intento mover una mano para tapar mis ojos de las potentes luces que hay en la habitación, pero... pero no me puedo mover ¿qué es esto? ¿Que está ocurriendo? intento gritar, pero obtengo el mismo resultado, no puedo emitir sonido alguno. Carlisle notó mi desesperación en los chillidos agudos que salieron de mi garganta
-ya, ya, tranquilo-Mencionó poniendo una de sus gélidas manos en mi pecho intentando calmarme-has estado durmiendo por mucho tiempo, pero ahora es momento de que descanses.
Al momento en el que menciona esto la somnolencia regresa a mí, llevándome, arrastrándome.
-necesitas descansar… para enterarte del mal que se avecina.
Fueron las últimas palabras que escucho antes de que todo fuera oscuridad.