De Javú… Pesadilla Verdadera ¿o no?
- ¡NO! – grité, abriendo los ojos.
- ¿Papá, estás bien? – Greta estaba junto a mí, con una expresión de preocupación.
- Greta… - la abracé. – Perdóname, por favor, perdóname – le supliqué.
- ¿Perdonarte? ¿Por qué? ¿Has hecho algo malo, papá? – me preguntó.
- … - analicé su expresión, no se veía enojada como hace unos segundos y… miré mis manos, no tenía la carta. Entonces…
- Estabas soñando, papá. – me dijo con tranquilidad mi pequeña.
- Era una pesadilla… - susurré, cerrando los ojos con fuerza.
Greta picó mi mejilla con uno de sus dedos, haciendo que los abriera.
- De la nada comenzaste a revolverte y luego a llorar, me preocupé, por eso te desperté – me explicó.
- Ya veo… gracias – expresé.
- Además… - comentó – la hora de cenar será dentro de poco y… recordé algo… - mencionó.
- ¿Qué recordaste? – le pregunté.
- Papá Wolfram me dio una carta para ti hace tiempo – confesó.
- ¿C-cuando te la dio? – no pude evitar preguntar.
- Dos días antes del atentado… - tragué duro – me dijo que te preguntara primero si querías leerla y que él debía estar presente a fuerza… -
- Greta… - iba a darle algún tipo de ánimo.
- Pero él está con nosotros, en esencia… ¡pero está! – rió, sonriendo, su repentina alegría me contagió. – bueno, ¿quieres que te la dé? – me preguntó.
- Uh… Umh… - salió de mi boca, al asentir.
Greta se levantó y dirigió a paso lento hasta el armario que el rubio y yo solíamos compartir, cuando lo abrió, por inercia miré al interior y como era obvio, solo mi ropa se encontraba ahí. La vi agacharse hasta el último cajón, ese que Wolfram me había prohibido abrir so pena de muerte (bueno, algo como eso, sus palabras exactas habían sido: Yuuri, si te atreves a husmear en el interior de ese cajón –lo señaló- juro que redefiniré el concepto que tengas de dolor.) Lo abrió como si nada y rebuscó entre algunos objetos, a los cuales no puse atención.
Por fin, se levantó, con el sobre en su mano, lo tomaba con mucha delicadeza, como si se tratase de la mano del rubio.
- Toma… - dijo extendiéndomelo, luego de volver a mi lado y sentarse en la cama.
Lo recibí, y tal como me lo temía, era igual al de mi pesadilla. La mano me temblaba.
*toc* *toc*
- Adelante – concedió mi hija, con naturalidad. Sin duda había aprendido muy bien modales.
Effe asomó la cabeza y nos sonrió, ambos le devolvimos el gesto.
- Su majestad, princesa, la cena espera por ustedes. – informó - Vayan al comedor, por favor. – pidió amablemente.
- Gracias por avisarnos, Effe. – agradecí. – Pero yo no cenaré esta noche, te pido de favor que acompañes a Greta al comedor y me disculpes con los demás -
Greta me lanzó una mirada de duda.
- No te preocupes, estoy bien, ve con Effe tranquila. – la alenté, con el tono más calmado que logré sacar. Lo menos que quería era hacerla preocuparse. Ya no.
Asintió, noté que no estaba muy convencida así que le sonreí. Llegó junto a Effe, abriendo la puerta para salir, antes de retirarse me miró a los ojos.
- Descansa, Greta – me despedí, sonriéndole.
- Descansa, papá – me imitó, cerrando la puerta al salir.
Me mantuve quieto unos minutos luego de quedarme solo, me acomodé en la cama y me decidí a abrir la carta. Mi respiración se agitó mientras extraía el contenido y lo abría. Tomé aire antes de comenzar a leer, era larga, posiblemente tanto como en mi sueño.
… Era igual… decía todo tal cual lo había soñado, con excepción de dos cosas. No tenía ´fecha´ al inicio y al final había una pequeña mancha de sangre, que había corrido resaltando la parte de… ´ Ya no te amo.´ pero sin impedir que pudiera leerse a la perfección.
Leí y releí ese papel entre mis manos, sin esforzarme por contener las lágrimas que descendían cual cascadas interminables desde mis ojos; manchando, sin querer, parte del escrito y que, a pesar de eso, la tinta no se corría en lo más mínimo del mismo.
Me maldije a mí mismo una y otra y otra vez, incluso lo maldije a él, aun que todo fuera MI culpa, no pude evitar incluirlo también.
Abracé mis piernas con fuerza contra mi torso con ambas manos, recostando mi cabeza en ellas, sin parar de llorar, en silencio, tenía que desahogarme; lo necesitaba.
Continuará…