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Dead or Alive por carina_mew12

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Notas del capitulo:

omg, tengo casi tres meses de no pasarme por este fic, lo lamento mucho. Pero que quede claro que tal vez me tarde meses, incluso años -literalmente- en actualizar, pero yo no abandono una historia!! ò-ó9

espero que disfruten este capítulo, lleva sorpresa zukulenta dentro ewe

nos vemos abajo~~

20. La Última Noche

“¡Me gusta estar contigo!”

Aquellas palabras siguieron dando vueltas en la cabeza del cirujano de la muerte esa noche y todas las noches consecuentes. Sin embargo, Law logró convencerse a sí mismo que sólo estaba malinterpretando a su compañero de viaje. Las palabras del pecoso eran sólo parte de su inocencia innata y su gentileza casi absurda… sí, Ace sólo estaba siendo Ace, no había nada más.

Ese pensamiento le ayudó a mantener la cabeza fría y terminar un entrenamiento de un año en sólo tres meses; quizá su pupilo no era el mejor pero ahora al menos tenía noción de lo básico del haki como para defenderse de otros que usaran esas habilidades.

Reanudaron su viaje apenas el sol salió al otro día. Su travesía en barco duró apenas unas horas y lo mejor era que no necesitaron material de navegación pues las islas estaban tan cerca unas de otras que lograban verse en el horizonte. En la nueva isla se abastecieron de provisiones, herramientas y un pequeño log pose que les llevaba a una isla desconocida.

No hablar, no acercarse, no tocar; eran las reglas que Law se había autoimpuesto para mantener a Ace y sus extrañas conversaciones a raya durante su nuevo viaje. Si no seguía tejiendo lazos con él no habría resentimientos cuando tuvieran que despedirse. Por suerte Ace no volvió a mencionar el asunto de hace unos meses y sólo se acercaba para cosas necesarias; quizá se había resignado también. Tras diez días en el mar, finalmente llegaron a la siguiente isla.

Su nombre era Taoh, una pequeña isla lo suficientemente hermosa y próspera como para vivir del dinero de los viajeros. Si bien no era una isla muy grande, cada centímetro de sus adorables calles pavimentadas estaban rodeadas de restaurantes, bares, parques de diversiones, casinos, teatros, museos e incluso una casa de subastas… todo estaba diseñado para vaciar los bolsillos de cualquiera que visitara el lugar. Los habitantes recibían a cualquiera con una sonrisa y su labia era tan eficaz que se ganaban el corazón y el dinero de la gente en menos de veinte palabras.

- no parece haber cuartel de marina en la isla- desde la parte más alta de su barco, Ace miraba hacia el horizonte tratando de buscar la insignia del gobierno

- es un sitio meramente turístico, tener aquí a la marina sería inconveniente para su imagen. Debieron establecer el cuartel en una isla cercana- al igual que el pecoso, Law observaba atento la ciudad desde cubierta. Alrededor de ellos, varios barcos estaban anclados también, muchos de apariencia muy lujosa- es un buen momento para hacer tu “magia”, Ace-ya. Revisa las embarcaciones de la derecha, yo iré a la izquierda. Oculta tu identidad con algo de ropa y toma lo que sea útil. Nos veremos aquí en una hora.

Tras recibir la afirmativa del pecoso, ambos tomaron caminos distintos. Law pudo darse cuenta enseguida que los barcos pertenecían a familias nobles; los muebles y revestimiento de los barcos eran de maderas finas e incluso las partes metálicas brillaban cual joyas. Al entrar a una de las habitaciones se dio el lujo de cambiar su vestimenta harapienta por ropa que ni siquiera imaginó que podía usar; un traje de importación, una camisa negra de seda y una corbata amarilla que contrastaba con el tono oscuro de sus demás prendas. Una vez estuvo cambiado, tomó una maleta pequeña, vació su contenido y la usó para recolectar todo lo que encontró de valor. Dinero en efectivo, ropa, joyas… al final la maleta quedó tan llena que tuvo que cargarla con ambas manos.

Después de una hora de saqueo regresó al barco para encontrarse con su compañero de viaje. Al parecer el pecoso tuvo la misma idea que él, pues no sólo se cambió de prendas, también consiguió un traje negro y una camisa azul para ocultar su identidad; sólo que, a diferencia de él que llevaba la ropa perfectamente alineada, Ace llevaba la camisa abierta y su ropa lucía más bien desaliñada… se veía fatalmente atractivo. Aunque, como siempre, lo que más resplandecía era su enorme sonrisa

- ¡Law, no vas a creer lo que encontré!- por el tono animado del pecoso, el médico hubiera jurado que terminaría hablándole de comida, mas no fue así. Ace sacó un objeto del bolsillo de su camisa y se lo mostró al mayor; era parecido a un reloj de arena con una esfera de cristal en su centro, y dentro de ella, un puntero que señalaba hacia alguna parte del este. Lo más sorprendente de ese objeto era que tenía la palabra “Dressrosa” tallada en la parte superior

- eso es el eternal pose de…- Law quedó sin aliento. Tomó la brújula de manos del menor y lo analizó de todos los ángulos posibles; no cabía duda, el eternal pose era genuino

- ¡Podemos llegar a Dressrosa ahora!- si bien las palabras del pecoso eran alegría pura, algo en su mirada parecía haberse apagado, y eso había caído como peso muerto en el estómago del joven médico. Si su siguiente destino era Dressrosa, ellos terminarían separándose en cuanto pusieran el primer pie en esa isla- ¿no estás feliz Law? ¡Pronto nosotros…! Nosotros…

- celebremos- incluso Law se sorprendió por lo que acababa de decir pero no por ello se retractaría. Ante la mirada incrédula del otro, el moreno también buscó en sus bolsillos, mostrándole el costalito lleno de berries que había conseguido- esta vez no puedo negarme, celebremos Ace-ya…

***************************

Sólo bastó con peinar hacia atrás su cabello para mezclarse entre los visitantes de la isla y robarse algunos suspiros de las chicas que los veían pasar; nadie sospecharía que ellos eran dos fugitivos del coliseo de Sabaody. Como primer destino, ambos usuarios se decidieron por un restaurante; no era un lugar exclusivo pero sí lo suficientemente caro como para hacer a Law fruncir el ceño al ver los precios. Dinero tenían de sobra, así que decidió cumplir el capricho de puños de fuego… al menos ese día, quería darle todo lo que quisiera

- ¿y cómo es Dressrosa?- preguntó entusiasmado Ace mientras cortaba un trozo de su jugoso corte de carne

- muchos lo conocen como el país del amor, la pasión y lo juguetes- hace mucho que la atenta mirada del pecoso no le ponía tan nervioso. Esos meses de distanciamiento entre ellos le habían afectado; sin embargo, Law era experto en ocultar sus emociones, sobre todo aquellas que le perturbaban- el fragante aroma a flores y su deliciosa comida está por todo el reino; sus hermosas mujeres enamoran con su impecable danza y los juguetes vivientes conviviendo con el resto de los habitantes son algo que sólo se puede ver en Dressrosa. Sin embargo, hay algo más que atrae a miles de visitantes todos los días, el Coliseo Corrida, dirigido por el noble mundial Donquixote Doflamingo- sin darse cuenta, sus palabras se imbuyeron de rencor- él es patrocinador y dueño de todos los coliseos del mundo. Ace-ya, mientras estés en Dressrosa, debes evitar cruzarte con ese monstruo- con sus manos, el médico había sujetado el rostro del contrario mientras decía aquello, asegurándose que escuchara cada palabra, hasta que cayó en cuenta que había violado su norma de no tocar -[Demonios…]- todos sus esfuerzos por mantenerse alejado del pecoso acababan de desvanecerse en apenas unos segundos. Una extraña atmósfera los envolvió mientras toda la atención del joven médico giraba hacia el par de carnosos labios que tenía enfrente. Pronto esos deliciosos labios se fruncieron ante su mirada, y antes de poder hacer algo… su rostro fue bombardeado por trozos de carne y vegetales.

- ¡No puede ser!- Ace había terminado por escupir su comida cuando, al ser tomado por Law, logró ver la pared de recompensa del restaurante a espaldas del mayor. No había notado los afiches puesto que estaban tan perfectamente ordenados que parecían un costoso papel tapiz, pero lo más sorprendente era que, entre todos esos carteles, logró distinguir un rostro familiar. El rostro de aquel usuario era como el de un chiquillo en un festival; no había cambiado desde que era pequeño- ¡¡es Luffy!!- la comida sobre su mesa terminó en el suelo cuando el pecoso se puso de pie y corrió directo hacia esa pared, confirmando que ese afiche era de su hermano menor

- eso es imposible- levantándose de su lugar, Law fue a donde su compañero y le arrebató el cartel de las manos. Aunque no fueran hermanos de sangre, Ace y su hermano menor tenían la misma estúpida sonrisa- nadie ha escapado del Coliseo Corrida y vivido para contarlo, ¡Nadie ha sobrevivido a la ira de Doflamingo!

- Law…- el murmullo del pecoso quebró el breve episodio de histeria del mencionado- si mi hermano no está en Dressrosa, entonces… ¿Dónde está?

- ¿sucede algo, caballeros?- ya para ese momento habían armado tanto escándalo que el dueño del lugar se había acercado a ellos y los demás clientes les miraban con desconfianza.

Evitar llamar más la atención era prioridad, por lo que Law le entregó un buen puñado de berries al dueño para evitar que hiciera más preguntas y salió del restaurante arrastrando a Ace del brazo antes que alguien los reconociera. Mientras caminaban por las atiborradas calles de la ciudad, el joven médico no dejaba de preguntarse cómo era que un chiquillo cara de mono había hecho algo que él no pudo hacer por su cuenta… escapar del coliseo. Pero además de haber sido derrotado por un niño, había algo más que comenzaba a incomodarlo

- ¿Qué piensas hacer ahora?- le preguntó a Ace, quien ya tenía un buen rato callado. Al no recibir respuesta, el moreno dejó de avanzar, y sin mirarlo, siguió hablándole- tu querido hermano menor no está en Dressrosa, ¿piensas ir hasta allá sabiendo eso, Ace-ya?

- yo…- hubo un momento en que sólo escucharon el barullo a su alrededor, pero la decisión de Ace ya estaba tomada incluso antes que Law se lo preguntara- iré a buscar a Luffy. No importa cuántas islas tenga que recorrer o a quién deba derrotar, lo encontraré

- espero que al menos sepas dónde buscarlo- la sonrisa que se obligó a poner en su rostro fue más amarga de lo que imaginó- nuestro viaje juntos termina en esta isla

- ¿no irás a buscar a Luffy conmigo?

- buscar a tu hermano nunca fue mi objetivo. Tengo mis propios asuntos en Dressrosa- el médico siguió su camino, o al menos esa fue su intención hasta que sintió un fuerte tirón en su brazo. Ni siquiera tuvo que girarse, sabía que quien lo sostenía era Ace

- ¡No vayas Law!- le suplicó a gritos- ¡No es necesario que vayas a Dressrosa, puedes ir conmigo a buscar a Luffy! ¡No me dejes, por favor… yo…! ¡Me gusta estar a tu lado! ¡Te quiero, Law!- podía sentir el nerviosismo de Ace a través de sus manos; Ace no estaba mintiendo- Te quiero…

- comienza a anochecer- como si las palabras del pecoso no significaran nada, Law se soltó de su agarre y siguió caminando- nos queda suficiente para pagar un lugar decente para dormir esta noche. Tenemos que partir mañana por la mañana

***************************

Tomó algo de tiempo encontrar un sitio esa noche pues los hoteles ya no tenían vacantes. Al final terminaron rentando una habitación en una pintoresca posada en el centro en las inmediaciones de la ciudad. No había carteles en el lugar, y aunque los hubiera, las señoras que atendían el sitio eran tan mayores que no distinguían bien lo que tenían enfrente aun si llevaban gafas; podían sentirse seguros al menos esa noche. Su última noche juntos.

Para obligarse a no pensar en ello, el médico decidió tomar una ducha que ya comenzaba a hacerle falta. Tras encerrarse en el baño, se desvistió de forma pausada, y al hacerlo no pudo evitar verse reflejado en el espejo en la pared. Lo que más robaba la atención era la marca rojiza que parecía asomarse por uno de sus costados. Law se tomó la libertad de dejar lo que hacía para girarse lo más posible y admirar su espalda; escondida tras su tatuaje, estaba la marca que los dragones del cielo habían puesto en él cuando era un niño. El joven médico terminó abrazándose a sí mismo para soportar el sufrimiento, el dolor y la desesperación que le causaba el sólo recuerdo de aquella vez…

Law Flash Back—

- ¡¡NO!! ¡¡POR FAVOR, NO!!- el pequeño Law se retorcía desesperado, pero no era rival para los dos adultos que lo mantenían sujeto de sus cuatro extremidades contra el suelo, boca abajo y sin oportunidad de liberarse

Su llanto y sus súplicas no fueron suficientes, pues un tercer hombre se acercó a terminar el trabajo. Uno de sus pies cayó pesadamente sobre su cabeza, azotándola contra el suelo tan fuerte que terminó mordiéndose la lengua y un par de sus dientes se agrietaron, causándole el dolor suficiente para ahogar un poco su necedad. Apenas estuvo inmovilizado, el hombre cargó el pesado hierro caliente y lo hundió sin piedad en su frágil carne; el olor a carne quemada y los chillidos desgarradores del niño hicieron eco por toda la habitación, pero a sus captores no pareció importarles, pues lo mantuvieron así hasta que el hierro comenzó a perder temperatura.

El metal fue retirado del cuerpecito del menor, llevándose consigo la sangre y restos de carne calcinados del chiquillo, quien ya había dejado de moverse y ahora sólo luchaba por mantenerse despierto para no ahogarse en el charco de saliva y sangre que estaba bajo su rostro. Law comenzaba a convulsionar de dolor cuando escuchó una voz junto a unos apresurados pasos acercándoseles

- ¡Doffy, dijiste que no ibas a poner la marca en el niño!- no podía ver a esa persona puesto que seguía boca abajo en el piso, pero supo que era alguien importante cuando los tres sujetos que lo sometieron de pronto se arrodillaron hasta que su frente hizo contacto con el suelo

- no te metas en mis asuntos, Roci- el otro que respondió se escuchaba bastante hostil, y por alguna razón, estaba seguro de haberle escuchado antes- es mío ahora, puedo hacer lo que quiera con él. Si necesitas esclavos puedes comprar los tuyos en la casa de subastas, trajeron un buen lote el día de hoy

- No necesito esclavos y tú tampoco. ¿Por qué has comprado a ese niño?

- Law-chan es especial. Tengo grandes planes para él~ fufufu- sus palabras y esa inquietante risa le hicieron experimentar un nuevo nivel de miedo al pequeño. No llevaba ni un día en ese sitio y ya deseaba su muerte

- … nuestro padre nos llama para la cena, tiene visitas importantes. Sabes lo molesto que se pone si lo hacemos esperar

- bien, bien. Lleven a Law-chan a su habitación, yo me encargaré de él después- tras aquella orden, el par de pasos que se escucharon le indicaron que se había quedado solo con los tres hombres.

Después de ponerse de pie, uno de ellos le tomó con fuerza del cabello y lo arrastró hasta una habitación cerrada y oscura cuyo único objeto era una jaula justo en una esquina. Fue encerrado dentro de la estrecha jaula y abandonado ahí durante un largo tiempo que no pudo calcular pues terminó perdiendo el conocimiento. Fue el chirrido de la puerta de su celda abriéndose lo que le hizo despertar.

 - tendrás que disculpar a mi hermano. Es un tanto caprichoso, pero es buena persona- reconoció esa voz cálida enseguida; era el mismo sujeto que reclamó cuando le marcaron. No había mucha luz, por lo que sólo pudo ver una enorme sombra agacharse para pasar por la entrada y entrar a la jaula con él. El instinto de Law le obligó a cerrar los ojos y hacerse un ovillo en el suelo para protegerse.

Sin embargo, en vez de golpes, quemaduras o malos tratos, Law recibió una caricia en su cabello que al principio le asustó tanto que las lágrimas brotaron nuevamente y, sin poder controlarlo, comenzó a temblar. El primer gritó brotó de sus labios al sentir un fuerte ardor en su espalda; sentía como si su carne estuviera cayéndose a pedazos como la última vez.

- baja la voz o Doffy se dará cuenta- le murmuró aquel hombre, quien parecía ser el causante del dolor que caía sobre su espalda- todo estará bien, ¿de acuerdo? Confía en mí- sin decir mucho más, el desconocido siguió con lo que fuera que hacía hasta que, después de un rato, el dolor disminuyó. Cuando Law se decidió por abrir los ojos otra vez pudo ver gasas manchadas, botellitas con líquido traslúcido y todo tipo de artilugios que se pudiesen encontrar en un kit de primeros auxilios… ¿Ese hombre acababa de curarlo? Al girarse para buscar a su benefactor, el menor quedó estupefacto; un alto hombre de cabello rubio cubría su cuerpo con una manta mientras le sonreía de oreja a oreja- Tu nombre era Law, ¿Cierto? Yo soy Rocinante, pero todos me llaman Corazón

***

Ni siquiera le importó que su único recuerdo fuera su nombre, Law se sentía a gusto en su nuevo hogar pese a ser un esclavo en una familia noble, la familia Donquixote. El hermano mayor y su “amo”, Doflamingo, le había dado oportunidades que no había aspirado a tener ni siquiera en libertad; todas las mañanas recibía entrenamientos rigurosos para fortalecer su cuerpo y por las tardes era obligado a estudiar hasta que caía rendido. Su vestido era humilde pero era mucho más de lo que otros esclavos recibían; las comidas no eran precisamente banquetes pero cumplían con los requerimientos mínimos para su alimentación, y aunque dormía en una jaula, jamás pasó una noche con frío. En tanto, el hermano menor, Corazón, o Cora-san como había decidido llamarle, se encargó de mantener su inocencia de niño intacta. Jugaba con él a escondidas de Doflamingo, curaba sus heridas cuando el entrenamiento era demasiado intenso y, a pesar de ser un noble, no parecía tenerle repulsión, pues todos los días se quitaba el casco y la ropa especial que portaba como dragón del cielo y le regalaba una caricia y un beso en la frente antes de ir a dormir.

Después de un tiempo su amo le reveló la verdadera causa por la cual le había comprado. Mientras estudiaba uno de los tantos libros de medicina que tanto le gustaban, Doflamingo apareció con una sonrisa perturbadora en su rostro y colocó frente a él una campana de vidrio cuyo interior albergaba una fruta roja parecida a un melocotón, con un singular patrón de espirales en toda su superficie. Law había leído lo suficiente como para saber que esa era una fruta del diablo; una fruta capaz de otorgar increíbles poderes a cambio de la capacidad de nadar.

- Sabes qué es esto, ¿Cierto Law-chan?- ante el asentimiento del menor, Doflamingo ensanchó su sonrisa- entonces sabes qué hacer con ella

- no voy a comerla- era la primera vez que Law se revelaba ante su amo, y por supuesto a éste no le agradó en absoluto- ¿No son los usuarios de las frutas del diablo perseguidos como si fueran trofeos? No quiero una vida así- tras dar su argumento, el pequeño tomó otro libro para seguir leyendo, pero pronto éste le fue arrebatado de sus manos por el rubio

- eres muy listo Law-chan, quizá demasiado- el joven noble dejó el libro sobre el escritorio que el niño tenía enfrente y, como solía hacer su hermano menor, despeinó los oscuros cabellos del niño, aunque él no se retiraba el traje. Era la primera vez que Doflamingo se atrevía a tocarle sin más; quedó tan sorprendido que no pudo moverse- sé que es un riesgo que un adorable niño de tu edad coma una fruta del diablo, pero estás olvidando algo… ¡¡Tú me perteneces!!- la mano que hasta hace un momento acariciaba su cabello tan dulcemente de pronto se cernió en su cuello, apretándolo con tanta fuerza que las venas en sus manos e incluso las de su frente sobresalieron de su piel- los esclavos como tú no tienen elección, Law-chan…- sus dedos se hundieron más, obligando al menor a abrir la boca.

Law no pudo defenderse o al menos quejarse. Sus piernas y manos rodearon el brazo del mayor para hacer palanca y lograr soltarse, pero su fuerza actual no se comparaba a la de ese sujeto. La saliva fue acumulándose en su boca hasta derramarse, ahogándolo lentamente junto con la falta de aire; mas hubo otra cosa que obstruyó su respiración. Doflamingo lo azotó sin piedad contra el escritorio, le abrió la boca a la fuerza y empujó la fruta del diablo en su boca. La debilidad y la necesidad de respirar terminaron por hacer lo suyo… con lágrimas en sus ojos, Law tuvo que tragarse la fruta del diablo.

El sabor era horrible, pero la maldición que albergaba aquella fruta lo era aún más. Quizá no lo había contemplado hasta ese momento, pero jamás lograría escapar de Doflamingo incluso si lo intentaba… aun si pasaba la ciudad, esquivaba los soldados y escalaba los riscos, no podría atravesar el mar; Dressrosa era una isla después de todo. Con parte de su voluntad destrozada, Law no tuvo opción que obedecer a su amo incondicionalmente. Aprendió a usar la ope ope no mi, la fruta que había comido, gracias al duro entrenamiento al que se vio sometido durante años hasta que supo la verdadera finalidad con la que Doflamingo le dejó poseer tan increíble poder… esa fruta del diablo podía conceder la vida eterna a una persona a cambio de la vida del usuario.

Después de esos cinco años bajo las órdenes de Doflamingo, Law se había resignado a su propia muerte. De hecho, para él, morir por su amo era algo por lo que debería estar orgulloso. Sin embargo, cuando llegó el día de entregar su vida para su amo, alguien interfirió…

- ¡Law, debes vivir!- la determinación de Cora-san le había sacado de las penumbras en las que había estado inmerso, y por un momento, pudo ver la luz al final del túnel; un atisbo de esperanza que le incitaba a seguir adelante, a revelarse contra la esclavitud de ese hombre- ¡Ni Doffy ni nadie más tiene derecho a decidir sobre tu vida más que tú! ¡Vive! ¡Busca el lugar al que perteneces, sé libre!... y Law…- a pesar de las heridas, la sangre y las lágrimas, Corazón le sonrió amplia y sinceramente- Te amo…

—End Flash Back—

Law tuvo que entrar a la ducha, no soportaba verse llorar. Dejó que el agua se diluyera con sus lágrimas junto con cualquier rastro de dolor que pudiera reflejarse en su rostro. Cuando salió del baño con sólo una toalla en la cintura ocultando su desnudez, ya no quedaba rastro de esos sentimientos pesados, de nuevo volvía a ser sólo el cirujano de la muerte. Mas su máscara titubeó por un momento al ver a Ace sentado a la orilla de la cama; su mirada cristalina y su espalda curveada hacia enfrente eran el reflejo de su preocupación. A veces, deseaba ser tan transparente como lo era el pecoso

- no sabes dónde buscarlo, ¿no es así?- le habló sarcástico el moreno al sentarse a su lado, tratándose de sacar la humedad del cabello con otra toalla. Aun cuando estaba prácticamente desnudo ante él, Ace no pareció intimidarse; era como si tuviera a alguien más importante en mente… y eso le molestaba- tal vez sólo debas rendirte, Ace-ya…

- No. Voy a encontrar a Luffy- era extraño. La voz de Ace temblaba pero era imposible dudar de sus palabras- no hay muchos lugares a los que pudiera haber ido. Él también debe saber ya que he escapado, debe estar buscándome. Cuando éramos pequeños Luffy solía perderse a menudo…- ese sólo recuerdo bastó para dibujar una sonrisa en el pecoso, aunque fuera por un breve momento. Ace abrió los ojos con sorpresa cuando, entre esos alegres recuerdos, una pista se asomó en su mente como el flasheo de una cámara

“Si algún día no sabes a dónde ir, recuerda que te estaré esperando en la casa del árbol”

- La casa del árbol…

- ¿Qué?

- ¡La casa del árbol! ¡Luffy debe ir hacia la montaña Corvo!- la emoción del pecoso era tan grande que terminó tomando al mayor por los hombros y lo zarandeó con todas sus fuerzas- ¡Es una promesa que hicimos cuando éramos niños, si Luffy lo recuerda también, debe ir hacia la casa del árbol!

- Felicidades, Ace-ya. Al menos sabes a dónde ir cuando amanezca- a pesar del mareo, Law logró soltarse del otro y mantener la compostura al mismo tiempo. Desde que había encontrado el cartel de su hermano menor, Ace no dejaba de hablar de él, estaba cansado- yo debo ir a Dressrosa

- No vayas- las palabras de puños de fuego eran como un susurro apenas legible- Ven a Villa Fucsia conmigo y con Luffy

- No me interesa. Desde un principio, mi destino fue Dressrosa

- ¡¿La persona que te liberó vale tan poco para que sacrifiques la segunda oportunidad que te dio?!

- ¡¿Qué sabes tú de Cora-san?!- terminó sujetando el cuello de la camisa de Ace mientras le miraba desafiante, rechinando los dientes de la ira- ¡¿Qué puedes saber tú sobre mí?!

- ¡Estoy preocupado por ti, idiota!- el pecoso no se inmutó- ¡¿Cómo crees que debería sentirme si la persona que quiero va directo a su muerte?!

Primero hubo un largo silencio acompañado de una tensión que sólo pudo ser rota con un beso que se hizo intenso tan pronto como empezó. Sus lenguas se encontraban en cada mordida y cada succión que daban a los labios contrarios; parecía como si quisieran devorarse el uno al otro, y en cierta medida así era, estaban demasiado necesitados del otro como para poder contenerse un momento más. Mientras el mayor le robaba el aliento con cada beso, Ace fue perdiendo terreno hasta quedar apresado entre el colchón de la cama y el cuerpo casi desnudo del médico. Sus jadeos, sus latidos, la tibieza de su cuerpo; podían sentir todo del otro al enredar sus cuerpos y rodar por la cama de un lado a otro, meciéndose hasta hacerla chirriar.

Cada vez que Ace parecía querer decirle algo, el médico le interrumpía con besos, caricias o hasta mordidas; cualquier cosa que le hiciera jadear de placer, matando sus palabras antes que fueran siquiera pronunciadas. La liviana toalla que cubría la desnudez de Law terminó por caerse ante su movimiento constante; lo único que impedía juntar sus pieles por completo era la ropa que vestía el pecoso pero igual no le dio mucha importancia. Se coló fácilmente entre las piernas del menor, a la altura perfecta para que sus caderas rozaran ante el más mínimo movimiento. Ahora que lo tenía a su merced no podía frenarse; sus manos tocaban con descaro el marcado cuerpo de puños de fuego, sintiendo cómo su piel se erizaba ante el suave contacto de la yema de sus dedos y su pelvis golpeó rítmicamente la contraria hasta que ambos miembros despertaron por completo.

Su diestra encontró un camino entre ambos cuerpos que le ayudó a deslizar las prendas inferiores de Ace hasta la mitad de sus muslos, liberando la erección que parecía palpitar con ansiedad. Law abarcó ambos miembros con la palma de su mano, y sin aviso previo, comenzó a deslizarse de arriba hacia abajo con lentitud hipnotizante. La piel de Ace quemaba en más de una manera; no estaba seguro si era por las habilidades de su fruta o la forma en que gemía entre su boca, pero aquel calor fue consumiéndole con rapidez hasta que ya no pudo soportarlo. El joven médico dejó todo lo que hacía para deshacerse de los pantalones y ropa interior del pecoso y desabrochar la camisa que llevaba puesta, un botón a la vez.

Law tuvo que tragar saliva. La última vez no pudo darse cuenta debido a la posición en la que estaban, pero la expresión de Ace era una mezcla perfecta entre lujuria e ingenuidad… nadie que viera esa expresión podía resistirse. Estaba por hacer su siguiente movimiento cuando Ace se le adelantó; sujetó una de sus manos y la dirigió a su propio pecho, haciendo a un lado su camisa e invitándole a tocar un poco más. Aunque lo que se robó la atención del moreno fue el fuerte golpeteo que se volvió rápido y arrítmico en cuanto puso su mano en ese lugar… el corazón del pecoso estaba desbocado, y lo peor era que el propio también. De pronto sentía que estaba bajo los efectos propios de una taquicardia; el aire le faltaba y su cuerpo temblaba tanto que le provocaba vértigo; lo más extraño era que, a pesar de los síntomas, se sentía increíblemente bien. Ansioso por embriagarse de esas increíbles sensaciones, jugueteó un poco con el pezón del pecoso antes de inclinarse a besar y lamer su pecho. Toda el área se sentía maciza, y en contraste, su piel era suave como el terciopelo.

No pudo evitarlo. Sus dientes presionaron en su carne y lo mordió hasta dejar la perfecta huella de su boca en él rodeada de un color rojizo que se iba intensificando al paso del tiempo. Y mientras Law se divertía mordiendo los pectorales y la clavícula de Ace, su mano volvió a colarse entre ambos cuerpos, introduciendo un dígito en él. Al principio el pecoso jadeó y tensó todo su cuerpo, pero conforme fue relajándose, introdujo un dedo más que le hizo compañía al primero, agrandando hasta que estuvo listo. Los dedos fueron retirados para dejar paso a otra parte más prominente de su anatomía. Levantando sus piernas un poco, entró en el pecoso con un movimiento firme, llegando tan lejos como sus entrañas le permitieron antes de estrecharse sobre él.

El jadeo de ambos no pudo ser silenciado. Las piernas de Ace pronto se enredaron en su amante junto con sus brazos, sintiendo ese ligero bulto en su espalda provocado por la cicatriz de su marca… esa maldita marca que le había condenado. Sin embargo, junto a Ace toda huella de su horrible pasado se volvía tan difusa hasta convertirlo en algo más llevadero… con Ace sentía que todo era mejor. Impulsado por ese sentimiento, el moreno comenzó a moverse implacable mientras devoraba los labios del otro, arrebatándole el aliento, sorbiendo su saliva y tomando todo lo que podía de él.

Law comenzó a empujar con mayor fuerza, apretando los dientes mientras dejaba escapar respiraciones cortas, ajustando su respiración para que coincidiera con el ritmo de las caderas del menor, las cuales se movieron involuntariamente apenas lo tuvo dentro. Un repentino estallido de placer recorrió su cuerpo al dar justo en el punto indicado, provocando la contracción del interior de Ace, quien seguía gimiendo cada vez más fuerte conforme el ritmo del médico se volvía más agresivo. Sus cuerpos impregnados del brillo de su propio sudor se acompasaban a la perfección como si fueran uno solo.

El goce total llegó a ambos cuando, tras un largo rato estando entrelazados, culminaron con un delicioso orgasmo que les hizo separar sus bocas para buscar algo de oxígeno. Un poco del semen de Ace había sido liberado con tal fuerza que logró llegar un poco más arriba de sus pectorales, los cuales el médico no dudó en besar para probar un poco de su esencia. Después de liberarse en el interior de su amante, el cuerpo de Law seguía temblando y su miembro seguía sintiéndose rígido, como si no tuviera suficiente. Law podía tomar a Ace dos, tres veces más o las veces que fueran necesarias, pero no estaría satisfecho; quería todo de él y a todas horas… lo quería a su lado.

Si Doflamingo llegara a enterarse de ese punto débil que ahora tenía, ¿Qué sucedería con Ace? Cualquier cosa que pudiera ocurrírsele al médico no terminaba bien, así que, por el bien de puños de fuego, no lo dejaría poner un pie en Dressrosa…

*********************

El trinar de las aves le indicó que ya había amanecido, pero se negó a abrir los ojos, así que, ayudado por tiernas caricias en su cabello y un beso en su mejilla, volvió a dormir hasta que un rato después, cuando el sol estaba tan alto que la temperatura de la habitación aumentó hasta el punto de hacer insoportable estar entre las sábanas, decidió despertar por completo. Sin abrir los ojos, Ace giró por el colchón mientras su mano serpenteaba en la cama, buscando entrelazarla con la de su compañero… sin embargo, no encontró nada. A pesar que se sentía pesado por el cansancio, el pecoso logró abrir los párpados y, apoyando los codos y antebrazos cobre la cama, se enderezó un poco

- ¿Law?- a su lado sólo encontró las sábanas revueltas y un trozo de papel que apenas sobresalía por debajo de la almohada. Tras tallarse los ojos para aclarar su vista, el pecoso tomó el papel y lo desdobló para ver qué era. En éste sólo encontró una corta frase escrita con prisas…

“Debo llegar a Dressrosa”

Así que esa era su respuesta. Ace sonrió tristemente mientras dejaba que sus lágrimas rodaran por sí mismas sobre sus mejillas. Sus sentimientos no fueron suficientes para retener a la persona que amaba a su lado… otra vez. Era como si el destino conspirara para quitarle las pocas alegrías que pudiese llegar a tener en su miserable vida; murmurándole sutilmente que él nunca sería feliz. El llanto se volvió más amargo y difícil de tragar, pero nada se comparaba al dolor que apuñalaba su pecho. La única razón por la que no se tiraba al mar en ese momento era su hermano menor.

Se quedó inmóvil en la cama, sollozando hasta que sus ojos se secaron y se inyectaron en sangre y sus párpados se hincharon tanto que deformaban su pecoso rostro. De nada servía llorar ahora, tenía que seguir su camino. Ace se duchó antes de salir de la posada con sólo la ropa que llevaba puesta el día anterior; al parecer el último gesto noble del médico hacia su persona fue liquidar su estadía. A veces Law podía ser muy dulce, era una lástima que no permaneció a su lado lo suficiente como para conocer más cosas de él… a pesar de todo el tiempo que llevaban juntos, el cirujano de la muerte seguía siendo un desconocido. De haber sabido que su tiempo con Law sería tan corto, hubiese hecho el esfuerzo por comprenderle un poco más, aunque al final su separación fuera inevitable.

El único consuelo que le quedaba era que no calló sus sentimientos por el médico; al menos así no tendría que cargar un peso extra en su pecho. A pesar de su indigerible personalidad, Ace logró enamorarse de alguien como Law, un sentimiento que creyó imposible después de haber sufrido la traición de su antiguo amor. Aunque doliera, se aseguraría de guardar esos preciosos sentimientos para siempre junto con el recuerdo del calor de su cuerpo, su inconfundible aroma y el suave toque de sus manos.

- ¡Ace!- cuando escuchó su nombre a la distancia su cuerpo entero se paralizó a mitad de la calle y los latidos de su corazón se aceleraron tanto que opacó cualquier otro ruido que tuviese alrededor.

La mirada de Ace se iluminó y una ligera sonrisa curvó sus labios. En esa ciudad no había otro que conociera su nombre que no fuera el moreno. Se giró sobre sus talones en cámara lenta para buscar al médico, mas antes de poder encontrarlo, una enorme mano lo tomó por la nuca y lo obligó a dar un par de pasos hacia adelante hasta que sus labios chocaron con los de la otra persona, quien no perdió oportunidad de envolverlo con el brazo restante. El pecoso abrió los ojos con sorpresa mientras contenía la respiración; de verdad estaba ahí…

Sus manos se apoyaron en el pecho contrario y empujaron para poner algo de distancia entre ellos y cortar el beso para observar al otro, quien seguía acariciando su cabello sin dejar de sonreírle…

- ¡Zo-Zoro!

Continued…

 

Notas finales:

santa virgen de la papaya, ya apareció Zoro!! D: qué hará Ace ahora que su antiguo amor apareció? Law se fue a Dressrosa realmente? dónde quedó su barco? la marina hará su aparición en la isla? quién se comió mi pastel?? >:v la respuesta a esta y otras preguntas, en el siguiente capítulo

gracias por seguir leyendo!!

y.... feliz año nuevo (?)


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