Era tarde ya cuando la sonora y ronca voz del capitán del equipo acompañado de un fuerte silbido se dejó escuchar por todo el gimnasio anunciando el fin del entrenamiento.
- Chicos por hoy ya es suficiente! Id al vestuario a cambiaros.
Los chicos, haciendo caso de las órdenes del capitán, se marcharon agotados murmurando entre ellos lo duro que había sido el entrenamiento. Sakuragi, quién seguía en la pista recogiendo balones, se sorprendió al ver a Rukawa entre los demás jugadores dirigiéndose con ellos al vestuario. Normalmente éste siempre se quedaba a solas en el gimnasio entrenando por su cuenta.
- ¡Rukawa! – lo llamó sonriente - ¿Hoy no te quedas un rato más? – le preguntó maliciosamente mientras empezaba a meter todos los balones que había esparcidos por la cancha en la cesta metálica, mientras que Rukawa, ante el llamado de Sakuragi, hizo acopio de su fama ignorando al altanero pelirrojo sin siquiera molestarse a mirarlo. Éste se limitó a levantar su mano derecha marcándole un tanto desapareciendo junto a los demás en el vestuario fastidiado.
Mientras Sakuragi seguía recogiendo el material, uno a uno habían ido saliendo todos los integrantes del equipo despidiéndose de él a la salida, de modo que cuando hubo acabado entró en el vestuario pensando que estaba solo desentonando una canción en inglés que ni él sabía muy bien lo que significaba. Debía reconocer que el entrenamiento de hoy había sido especialmente duro, pese a todo se sentía extrañamente contento.
- ¡Quieres callarte de una vez Do’aho! – Una voz que provenía de detrás de la hilera de casilleros le interrumpió su desentonada melodía.
- ¿Uh?¿Kitsune? –extrañado por la inesperada compañía dio la vuelta al bloque de casilleros encontrándose a Rukawa sentando en un banquillo al fondo de la habitación cubriendo su cabeza con una toalla. - ¿Qué haces aquí? Pensé que ya te habías ido… - murmuró mientras se acercaba a él.
- … - Estaba demasiado cansado como para sucumbir a sus estupideces.
- Veo que estás agotado, eh!... – se sentó a su lado percatándose de su arrítmico respirar - ¿Ya no me hablas kitsune? – insistió al no recibir ningún tipo de respuesta por su parte. - ¿sabes? Tienes muy poco fondo Kitsune, si sigues así no podrás ni aguantar el primer cuarto de partido…
- Hnm… - No le había hecho mucha gracia ese último comentario.
- No te enfades zorrito – le dijo dándole un ligero empujón con el hombro. – Sabes que tengo razón, tendré que hablar con el profesor Ansai para empezar un entrenamiento más duro.
- Do’aho… - murmuró a la par que se levantaba y empezaba a despojarse de su sudada ropa de entrenamiento.
- Oye Kitsune, ¿Cuándo vas a dejar de llamarme ‘Do’aho’? – Rukawa lo miró un momento sorprendido arqueando una ceja.
- ¿Qué?- preguntó confuso ante esa mirada.
- …Cuando dejes tú de llamarme Kitsune.
- Eh… - se quedó callado cavilando unos segundos, pero su respuesta no tardó en llegar - Entonces olvídalo.
- Do’aho…