Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Romance Dawn: el amanecer de un romance por SaraChan

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

AVISOS: ESTE CAPÍTULO PUEDE SER DEMASIADO CURSI.

Bueno... en realidad, cuando estaba escribiéndolo de repente pensé... "¿Qué coño estoy escribiendo?"

En fin, no me gusta nada este Fic, pero una de mis ambiciones siempre ha sido mostrar la realidad del ZoLu en el anime, y esa realidad empieza aquí en Romance Dawn, cuando Zoro acepta acompañar a Luffy en su viaje.

Ya sé que este Fic no tiene razón de ser, y es bastante malo xDD ¡Pero dejen a una chica soñadora soñar! Prometo que de ahora en adelante me centraré en "Un marimo a la plancha" xD La verdad, echo de menos escribir sobre un Sanji "ca*rón" xD

En fin, aun así espero que os guste, gracias a Zhena HiK y a Roronoa D Sue por leer esta... cosa... extraña... sin nombre y por comentar xD No os lo dedico entero porque me da un poco de vergüenza xDD Pero os dedico el final de este capítulo, es un poco más animado y más del estilo que me gusta =3

Dicho esto, espero que os guste ^.^

PD: No me ha dado tiempo a corregirlo, siento las posibles faltas, errores, incoherencias, etc.

PD2: ESTE CAPÍTULO ESTÁ BASADO EN EL EPISODIO 3 DEL ANIME

-          Yo soy Monkey D. Luffy. El hombre que se convertirá en el Rey de los Piratas.

“… ¿ha?” A la mierda el misterio del cuerpo que repele balas. ¿Rey de los Piratas? Zoro no era capaz de salir de su asombro. ¿Cómo una sonrisa tan sincera podía decir una fantasía tan ridícula? ¿Cómo unos ojos tan confiados podían mirar un objetivo tan lejano?

-          ¿¡Q-Qué!? – balbuceó sorprendido, conteniendo su tono burlón. - ¿¡Rey de los Piratas!? – por mucho que lo dijera en voz alta, por mucho que lo repitiera en su cabeza, esa idea seguía sonándole estúpida e irreal. - ¿Sabes acaso lo que estás diciendo? – Zoro estaba completamente seguro de que el pequeño no era consciente de todo el alcance de sus palabras.

Riendo con suavidad, el moreno se acercó a él, sonriéndole con seguridad.

-          El Rey de los Piratas es el Rey de los Piratas… ¿qué otra cosa podría significar?

El espadachín estaba completamente mudo. La ambición que tenía el chico parado frente a él era un sueño… ¿inalcanzable? Sí, lo era, y cualquier persona que lo escuchara y que estuviera en su sano juicio se reiría por esas palabras. Pero Zoro no era capaz de reír. ¿Cómo iba a reírse de un hombre que hablaba de un sueño tan grande como si fuera un juego de niños? O su confianza en su fuerza era máxima, o simplemente era un idiota sin remedio. Y Zoro comenzaba a tener curiosidad por descubrir cuál era la verdad detrás de aquella gran sonrisa. ¿Qué tan real podía volverse el sueño de ese pequeño moreno con sombrero de paja?

-          Yo también me sorprendí al principio, ¡pero Luffy-san lo dice en serio! – girándose aún con la desconfianza marcada en su rostro, Zoro se fijó en un emocionado chico de pelo rosa que hablaba tan rápido que se le atragantaban las palabras. - ¡Él es esa clase de persona! Se convertirá en el Rey de los Piratas y encontrará el gran tesoro, ¡el One Piece!

“¿¡One Piece!?”, a Zoro cada vez le parecía más descabellado lo que escuchaba de la boca de esos dos extraños. “¿Son realmente tan ingenuos?” ¿Cómo iba ese chico delgaducho con sombrero de paja a imaginar siquiera encontrar el One Piece?

Escuchando la melodiosa risilla de Luffy, Zoro fijó sus ojos en él. Apretando los dientes aún debido al asombro que le causaba la determinación de ese joven, se permitió olvidarse un instante de la situación en la que estaban. Y ese instante lo utilizó para hundirse en la oscuridad que habitaba en los ojos de Luffy. Tan serios, llenos de determinación, de esperanza, de visión de futuro, de ganas por luchar, de ganas por vencer… De ganas por alcanzar la cima.

“No somos tan diferentes, al fin y al cabo”.

El movimiento del pequeño le sacó de su ensimismamiento. Luffy había extendido los brazos hacia él, ofreciéndole sus katanas.

-          Aquí tienes tu katana. ¿Cuál es? Como no sabía cuál era, las cogí todas.

Recordando dónde se encontraban, Zoro apartó sus pensamientos a un lado.

-          Todas son mías. Yo utilizo el Santoryu – comenzó a remover sus brazos, intentando liberarse para poder agarrarlas.

-          Mmmm… - el pequeño le miró con curiosidad, dejando caer sus brazos ligeramente para luego volver a ofrecerle las katanas con una amplia sonrisa. – Las quieres, ¿verdad? Pero si luchamos juntos, tendrás que venir conmigo. Morir aquí a manos de la Marina o venir conmigo… ¿qué decides?

Zoro no pudo resistirse y esbozó en sus labios una sonrisa divertida. Ese chico del sombrero de paja decía cosas tan importantes con una simpleza tan ridícula que no sabía si tomarse el chantaje a broma. De todas formas, le daba igual lo que ese moreno le dijera. Desde el primer momento en que vio la determinación en el fondo de esos absorbentes ojos, Zoro había estado perdido y condenado. Y ahora se daba cuenta: no podía dejar ir a ese pequeño… tenía la obligación de acompañarle. Su camino consistía en recorrer el mismo que recorriera ese extraño chico. “¿Cuánto tardaré en arrepentirme?” Dotando a su sonrisa de una nota de burla, contestó al moreno:

-          ¡Eres el hijo del demonio! De acuerdo, prefiero ser un pirata a morir aquí.

Observando cómo los ojos de ese chico se llenaban con un brillo especial, algo en su interior le dijo que había tomado la decisión correcta.

-          ¡GENIAL, SERÁS MI NAKAMA! – gritaba Luffy emocionado, jugando con las espadas. - ¡BIEN, ESTO ES PERFECTO ~!

La entrañable escena de ese pequeño sonriendo tan feliz por el simple hecho de haber aceptado su invitación duró muy poco para Zoro. Algo en su interior se había llenado de una calidez especial al ver a ese extraño moreno alegrándose por haber decidido acompañarle, pero eso no le hizo olvidar en qué situación se encontraban. Mirando de reojo a los marines, que parecían seguir en shock por la extraña habilidad de Luffy para repeler las balas, Zoro quiso aprovechar el momento para desatarse. Pero Luffy parecía haberse olvidado por completo de que él estaba amarrado, porque seguía bailando con sus espadas y gritando feliz.

-          Lo he pillado, ¡pero desátame de una vez! – apuró el espadachín, sintiendo que su decisión iba a pesarle en muchas ocasiones. “Tan desesperante…”

Dejando las katanas en el suelo, Luffy se acercó a las cuerdas que ataban uno de los brazos del espadachín, comenzando a tirar de ellas e intentando deshacer su nudo. Zoro dirigió una mirada discreta hacia los marines… parecía que todos estaban observando a Morgan, quien daba un discurso con semblante serio, sin apartar su vista de Luffy. “Debemos aprovechar que están distraídos para derrotarlos”.

Volviendo a mirar al pequeño, apretó los dientes y abrió ampliamente los ojos al ver su cómica expresión, poniendo morritos mientras fulminaba el nudo que se le resistía con los ojos.

-          ¡Rápido! – apuraba el chico de pelo rosa.

-          ¡No puedo desatar este nudo! – murmuró con un quejido Luffy.

-          ¡Deja de perder el tiempo! – “¡este crío es exasperante!” ¿En qué lio se había metido el temible cazador de piratas?

-          SI LAS BALAS NO SIRVEN, ¡USAD LAS ESPADAS! – el grito de Morgan llegó al grupo, alarmándolo. De repente, todos los marines habían desenvainado sus espadas y corrían hacia ellos con un grito de guerra.

Asustados, Zoro y Coby dirigieron su mirada a la avalancha de soldados que se dirigía contra ellos. Luffy, por su parte, seguía intentando desatar el nudo. Tras unos esfuerzos desesperados más, llevó una de sus manos a su sombrero y sonrió con nerviosismo.

-          Qué raro, este nudo cada vez está más apretado.

-          ¡Date prisa y dame mis katanas! – Zoro ya no pudo aguantar más la torpeza de… su capitán, y no pudo evitar gritarle desesperado.

-          ¡LUFFY-SAN! – el grito angustiado del pequeño peli-rosa llamó la atención tanto del moreno como del espadachín.

Ya era demasiado tarde, los tenían encima.

Gruñendo, Zoro se preparó para defenderse a patadas si hiciera falta… pero de repente sintió el frio metálico de una de sus espadas en su mano. Sorprendido, vio cómo el moreno sostenía tanto la vaina de esa katana como las dos restantes entre sus manos, examinando al espadachín con una sonrisa perturbadora y una mirada incitante.

“¿Qué es…? ¿Una prueba?”, Zoro correspondió esa sonrisa, y no necesitó más que un segundo para cortar sus ataduras. Arrebatándole al pequeño sus katanas y colgándolas en su cintura, se apresuró a desenvainar las tres a la vez, interponiéndose entre sus compañeros y los marines.

Con unos ágiles movimientos, siendo cuidadoso con la colocación de sus katanas, consiguió contener a sus espaldas a todos los marines, quienes habían descargado su ataque sobre él.

-          ¡OOOOOOOOOOOH! ¡ES INCREÍBLE!

Zoro ignoró el apasionado grito de su capitán, reprimiendo en su interior una sonrisilla por esa reacción. Dirigiéndoles una heladora mirada a los soldados que había a su espalda, susurró con suavidad aparente:

-          Haced un simple movimiento y estáis muertos.

Escuchando las quejas de los marines, Zoro fijó sus ojos en Luffy. Con absoluta solemnidad, como si ellos fueran los únicos presentes en esa plaza, declaró:

-          Prometo ser un pirata. Al oponerme a la Marina seré un hombre buscado… de todas formas, debes saber una cosa: ¡yo siempre seguiré mis propias ambiciones!

-          ¿Ambiciones? – interrumpió el pequeño, curioso.

-          ¡Quiero convertirme en el mejor espadachín del mundo! Si haces algo que me haga alejarme de mi ambición… ¡Tomaré tu vida con mi espada!

Luffy sonrió. - ¿El mejor espadachín del mundo, eh? Suena bien… Como nakama del Rey de los Piratas, ¡no espero menos de ti!

Zoro soltó una pequeña carcajada. “Realmente es un chico muy interesante”.

-          A decir verdad… no me importa si me convierto en un demonio o en un santo… ¡Mi nombre se conocerá en todo el mundo!

“… y no me importaría que nombraran el tuyo junto al mío”.

-          ¿¡Qué hacéis ahí parados!? ¡Ejecutadlos a todos ahora!

“Tch”. Su conversación había terminado, y el grito de Morgan había conseguido exaltar los ánimos de los soldados. Zoro comenzó a pensar con rapidez cómo podría defenderse del inminente ataque, cuando una atrayente sonrisa atrapó su mirada.

-          ¡Agáchate, Zoro!

Antes de que los ojos de Luffy se perdieran bajo el sombrero, Zoro no pudo evitar perderse en ellos. “¿Que me agache?” ¿Quería que le mataran? Pero… algo dentro de él le decía que debía confiar en ese chico. Que con ese despreocupado moreno que portaba un sombrero de paja descubriría que todos sus deseos estaban a su alcance.

Y cumplió la primera orden de su capitán.

-          ¡Gomu Gomu no…! – conteniendo el aliento al ver que la pierna del pequeño se estiraba, Zoro se apresuró a obedecer. - ¡MUCHI!

Y de repente, la pierna de su capitán, que se encontraba a varios metros de él, se estiró con fuerza, barriendo a los marines que estaban a su espalda.

-          ¡Ya está! ¡Es increíble! – Zoro escuchó el grito de un emocionado peli-rosa a su espalda, pero no se giró para mirarle. En esos momentos tenía curiosidad únicamente por una cosa…

-          ¿Qué eres tú? – susurró con voz ronca, mirando al pequeño.

Agitando divertido la pierna que acababa de estirar, Luffy le sonrió. – Yo comí la Gomu Gomu no Mi.

-          ¿Gomu Gomu no Mi? – “¿Qué demonios es eso?”

-          ¿Un hombre de goma? – tanto Zoro como Luffy dirigieron una mirada hacia los marines. Parecían realmente asustados.

-          ¡Capitán, no podemos luchar contra él!

-          ¡Además, Roronoa Zoro está de su lado!

-          ¡Nueva orden del capitán! – Morgan, con una mirada sombría, interrumpió todas las quejas de sus subordinados, quienes guardaron absoluto silencio temblando ante lo que pudiera decir. – Todo aquel que se queje… ¡Debe pegarse un tiro en la cabeza! ¡Un oficial no necesita debiluchos como vosotros!

Viendo la creciente furia y miedo que apareció en los rostros de los marines, Zoro se preparó para luchar.

-          ¿Qué les pasa a estos marines? – tensando sus músculos, el espadachín se preparó para el ataque.

-          ¡Luffy-san! – un grito a su espalda llamó su atención, pero no tuvo tiempo para girarse. Al instante, el pequeño sombrero de paja pasó como una bala a su lado, corriendo en dirección a los soldados. - ¡APLASTA A ESOS MARINES!

En silencio, Zoro observó cómo Luffy pasaba entre todos los soldados, enfocándose únicamente en un objetivo. “Apunta bien alto”. Retirando la espada de su boca, se limitó a contemplar el ataque de su capitán a Morgan, quien lo detuvo interponiendo su hacha entre el puño del moreno y su cuerpo. Ese sería un buen momento para ver si su elección de acompañar a ese chico había sido la acertada.

Y poniendo gran atención en el combate, observó con asombro cómo los potentes ataques de Morgan eran fácilmente esquivables por Luffy. “Es muy ágil…”… y en uno de esos gráciles saltos, acertó a dar una potente patada en el rostro del capitán, haciendo que rodara por el suelo. “Y también es fuerte”. Sólo con puños y pies era capaz de plantar cara al temible capitán opresor del pueblo, “Mano de hacha” Morgan. Realmente no le estaba plantando cara, le estaba derrotando con una facilidad abrumadora. Esbozando una sonrisa ladeada, Zoro reprimió una risilla de conformidad. “No está nada mal”.

Con Morgan ya en el suelo, Zoro observó a Luffy comenzando a golpearle. Los marines estaban completamente paralizados, y no era para menos: su intocable capitán había sido vencido por un mocoso desconocido con unos pocos golpes.

Sin embargo, un grito a su espalda llamó la atención del espadachín.

-          ¡Espera, Sombrero de Paja! ¡Mira esto! – “esa voz…”, Zoro la reconoció al instante. “Ese niño malcriado…” Luffy, sin inmutarse, continuó golpeando a Morgan. - ¡Te he dicho que esperes! ¿No ves que tengo un rehén?

Zoro se volvió hacia ese rubio molesto para ver qué se traía entre manos. Y grande fue su sorpresa cuando vio que estaba amenazando al peli-rosa con una pistola.

-          Oe – llamó a Luffy, quien dejó de golpear a Morgan y se buscó a Zoro con la mirada, percatándose de lo que pasaba.

Helmeppo, dándose cuenta de que en ese momento tenía toda la atención del moreno, elevó su voz y apuntó con mayor decisión a la cabeza de Coby.

-          Si de verdad te importa su vida, ¡no te muevas! ¡Intenta hacer algo y dispararé!

Zoro suspiró… ¿a quién pretendía engañar ese idiota cuando la mano que sostenía la pistola no dejaba de temblar? Sin embargo, ese chico que acompañaba a Luffy tampoco dejaba de temblar. Por encima del hombro, la curiosidad de Zoro le hizo dirigir una mirada hacia su capitán. “¿Qué vas a hacer, Luffy?” Pero Luffy no parecía tener la menor intención de hacer nada.

Zoro sonrió. Cada vez le gustaba más ese chico. “Realmente… no podría elegir a nadie mejor como mi capitán”. Apartando su vista de él, volvió a fijarse en Coby. El peli-rosa miraba a Luffy suplicante… pero pronto se dio cuenta de la determinación que brillaba en los ojos del moreno. Y la amplia sonrisa característica de Luffy iluminó su rostro, haciendo que Coby, por fin, apartara todo su miedo a un lado. El hombre que le estaba sonriendo iba a ser el Rey de los Piratas, y no había nada más que mirar su rostro para ser incapaz de negar lo contrario.

Sacando todo el valor que quedaba en su cuerpo, Coby mostró una expresión cargada de decisión.

-          No quiero interponerme en tus sueños… - intentaba controlar el tono de su voz, pero no pudo evitar que temblara levemente - … ¡aunque muera!

-          Sí, lo sé – Luffy amplió su sonrisa. – Ríndete, hijo idiota. Coby habla en serio.

“Y tampoco voy a permitir que muera”.

Sin borrar la sonrisa de su rostro, el moreno comenzó a avanzar hacia Coby, esquivando el cuerpo de Morgan tirado en el suelo. Zoro, con su rostro ensombrecido, no apartó ni un instante sus ojos de Luffy… y de la sombra que se alzó tras él. Le dieron igual los gritos de ese maldito rubio cobarde y chantajista, y también la advertencia de Coby, lo único que veía en esos momentos ante él era la amenazante hacha alzándose sobre la cabeza de Luffy. Tensando sus músculos, esperó ver el movimiento del moreno. Pero Luffy…

-          Gomu Gomu no…

“ESE IDIOTA” sin comprender por qué tenía miedo, Zoro desenvainó sus espadas. ¿Acaso Luffy no se había dado cuenta de que Morgan se encontraba tras él, amenazante? “¡Maldita sea!”

-          ¡Soy el capitán de la Marina, Morgan “Mano de Hacha”!

“No te lo voy a permitir”.

Ignorando lo que pasaba a sus espaldas, sólo vio el brazo de Luffy salir disparado por su lado en dirección, seguramente, a la cara de Helmeppo. No se preocupó ni por el peli-rosa ni por el rubio. En ese momento sólo había un objetivo en su mente… impedir que ese corrupto capitán de la Marina arañara siquiera el rostro de su capitán. Y viendo el hacha caer sobre la cabeza del pequeño, Zoro no pudo contenerse.

Lanzándose veloz contra Morgan, hizo dos certeros cortes en su estómago que paralizaron por completo su movimiento… a escasos centímetros de la cabeza del moreno.

-          Perfecto… - escuchó decir a Luffy. Supuso que el del pelo rosa estaba a salvo. Gruñendo en su interior, Zoro aterrizó detrás de Morgan, esquivando su cuerpo al caer. – Zoro.

Extrañado por la llamada de Luffy, el espadachín se giró a verle. Y cuánta fue su sorpresa al encontrar en sus ojos la plena confianza hacia él. “¿Él… sabía que yo le salvaría?” Zoro no era capaz de entenderlo… era cierto que desde ese momento serían nakamas, pero aun así apenas se conocían, y Luffy ya le había confiado su vida. “Realmente es un cabeza hueca”, pero contar con la confianza de ese pequeño le hizo mostrar una pequeña sonrisa.

-          No ha sido nada, capitán.

Ver como su sonrisilla era correspondida por el pequeño gracias a esas palabras provocó en Zoro nuevas emociones que hasta ese momento no había sentido por nadie. Y supo que, sin proponérselo y sin buscarlo, sin quererlo ni necesitarlo, acababa de encontrar a un compañero de viaje… un compañero con el que llegaría a la cima. Con el que compartiría toda la gloria y asombraría al mundo.

Envainando sus espadas y caminando hasta situarse al lado de Luffy, Zoro escuchó los murmullos de los asustados marines.

-          Si alguien tiene aún ganas de pelear, ¡que venga ahora!

Sin embargo, sorprendentemente todos los soldados soltaron sus armas y lanzaron sus gorras al cielo, comenzando una espontánea e inesperada celebración al grito de: “¡Morgan ha caído!”

-          ¿Pero qué…? ¿Su capitán ha sido derrotado y se alegran? – preguntó un extrañado moreno.

Zoro no escuchó la respuesta de Coby, no le interesaba. En esos momentos sólo podía observar al chico que, en pocas horas, había provocado un giro de 180 grados en su vida. Esa pura sonrisa que le había hipnotizado, esos inocentes ojos que le habían atrapado. Y todo el valor, fuerza y principios que le había demostrado en esa irrelevante batalla. “No puedo no seguirte”. Aunque en su mente rebotaba una y otra vez un único pensamiento… “Kuina…” No abandonaría su ambición. Nunca abandonaría su ambición, por nadie. Y esperaba que ese alegre chiquillo no le obligara a hacerlo, porque si no…

“¿Si no, qué?”

Ninguna respuesta vino a su mente, y esa pregunta quedó en el aire. Alzando su vista al cielo, sintió como todas sus fuerzas le abandonaban. Y sin poder hacer nada para evitarlo, se desplomó sobre el suelo, alarmando a sus dos compañeros.

-          ¿¡Qué te pasa, Zoro-san!? ¿¡Estás herido!? – gritó asustado Coby.

Un poco avergonzado y con mucha dificultad, Zoro respondió. – Tengo… hambre…

-          ¿Hambre…? – extrañado, Zoro dirigió su mirada hacia Luffy. Había hablado con un tono de voz…

Pero Luffy no estaba allí. En realidad, nadie estaba allí. Todo a su alrededor se había vuelto completamente negro. Se encontraba solo en el vacío. Asustado, Zoro intentó estirar su brazo, pero no consiguió moverlo. “¿Qué está pasando?” Desesperado, probó con el otro brazo… y con gran esfuerzo ese sí pudo moverlo, alcanzando con él a tocar un cuerpo… un cuerpo que… ¿estaba sobre él?

Intentó abrir los ojos, pero no querían obedecerle, por lo que siguió en la completa oscuridad. ¿Quién demonios era ese cuerpo que le tenía sujeto? ¿Y por qué su cuerpo no había reaccionado con antelación? ¿Por qué no había detectado esa presencia cuando estaba completamente tumbado sobre él y sentía perfectamente su peso?

Y de repente, unos labios invadieron los suyos, besándole con suavidad, pero sin dejar de mostrar pasión. Aterrado por ese contacto, Zoro luchó con todas sus fuerzas, consiguiendo con sus dos brazos respondieran sus órdenes, aferrando al extraño que se había atrevido a semejante acto por los hombros, alejándole.

Y finalmente, consiguió abrir los ojos, cerrándolos inmediatamente debido al enorme torrente de luz que entró por ellos. Parpadeando con rapidez, luchando por acostumbrarse a ese nivel de luz, Zoro consiguió enfocar su vista en uno de los laterales, intentando averiguar dónde se encontraba.

“Esto es… ¿el Sunny?” El Sunny… entonces…

Giró su cabeza despacio, hasta que la situó recta, observando el cuerpo que estaba sobre él. Con esos pantalones vaqueros que le llegaban por la rodilla, ese chaleco rojo desabrochado, ese sombrero de paja inconfundible, y esa deslumbrante sonrisa sobre sus labios, Zoro no tuvo ninguna duda sobre la persona que se había atrevido a atacarle.

-          Luffy… - suspiró cansado. - ¿Qué estabas haciendo?

Escuchando la rítmica risilla del pequeño, Zoro gruñó en voz baja. “¿Todo ha sido…?”

Un sueño. Un simple recuerdo de sus primeras impresiones sobre su atolondrado capitán. Un recuerdo lejano que no comprendía por qué había acudido a su memoria en ese momento.

Centrándose nuevamente en el presente, volvió a mirar la amplia sonrisa de Luffy, molesto.

-          ¿Por qué me despertaste?

Luffy dejó de reír, pero en ningún momento borró su sonrisa. – Lo siento, Zoro. No quería despertarte.

“¿Ah, no?”, pensó el espadachín, sarcástico.

-          ¿Y qué era lo que pretendías entonces? – replicó con sorna.

Luffy desdibujó levemente su sonrisa, aunque la adornó con un brillo provocador.

-          Sólo quería besarte.

Zoro sonrió, presuntuoso. Dejando de sujetar al pequeño por los hombros, permitió que volviera a caer sobre su cuerpo, atacando sus labios en cuanto estuvieron a su alcance, devorándolos sin compasión.

Instantes después, el pequeño respondía a ese beso con fuerza y pasión, iniciando en el interior de la boca de Zoro una dura lucha entre sus lenguas, mientras al mismo tiempo sus ojos, que se negaban a apartar su vista de los del contrario, mantenían un electrizante contacto que aumentaba la temperatura a su alrededor.

La falta de aire provocó que Luffy se separara levemente de Zoro. Sin embargo, el espadachín no le permitió alejarse demasiado, atrapando uno de los labios del pequeño con sus dientes y paseando su lengua con parsimonia sobre él, disfrutando del aliento de su capitán acariciando su piel. Luffy, sorprendido por el extraño ataque del peliverde, sonrió. El peliverde, dándose cuenta de la mueca en el rostro de su capitán, soltó su labio y le sonrió pícaramente.

-          ¿Era esto lo que querías?

El pequeño soltó una risilla. - ¡Sí! Es más divertido cuando Zoro está despierto.

Acompañando la risa de su capitán, Zoro abrazó con fuerza ese cálido cuerpo que despertaba en su interior tantas emociones, tantos sentimientos tan nuevos y extraños como poderosos. Acomodando a su capitán sobre sí mismo, permitió a su mente vagar por el recuerdo que había invadido sus sueños. Y se burló de su “yo” pasado. “No sé en qué momento pensé que podría mantener mis sueños intactos con este cabeza hueca a mi lado”. Sonriendo con suavidad, deslizó una de sus manos hasta la cabeza del pequeño, apretándola con cuidado sobre su hombro y aspirando el dulce olor de su fino cabello.

“Lo siento, Kuina… Seguiré luchando por nuestras ambiciones…”

“Pero ahora también tengo un nuevo sueño por cumplir”.

“Un sueño con nombre y apellidos”.

Bajando su mirada hacia el rostro de su capitán, no pudo contenerse y tuvo que depositar un beso en la frente del pequeño. Su rostro dormido con los ojos cerrados y una imperceptible sonrisa en sus labios era una de las cosas que nunca se cansaría de ver.

“Tú eres mi sueño, Luffy”.

“Tú serás el Rey de los Piratas”.

“Porque no permitiré que nadie se interponga en tu camino”.

“Porque siempre estaré a tu lado para cuidarte”.

“Porque yo ya soy tuyo. Tuyo y de nadie más”.

“Y lo daré todo por ti”.

“Todo”.

Todo.

Notas finales:

Ea, esta es la perspectiva de SaraChan sobre la perspectiva de Zoro en Romance Dawn ~.

Me gustaría que me dijérais si merece la pena que escriba la versión de Luffy xD Roronoa D Sue ya me dijo que quiere leerla (o eso entendí xD), así que seguramente con eso me sirva para escribirla, pero no sé si alguien más tiene interés por leerla xD

Por cierto, podéis tomar este... "fic" o "sueño de Zoro" como una pequeña escena dentro de "Un marimo a la plancha". Es decir, están Zoro y Luffy solos en el Sunny... bueno, supongo que mi mente pensó para excusar la creación de esta... "cosa" (xD) que podría ser una escenita dentro de ese fic, en el que Zoro y Luffy están durmiendo y sueñan al mismo tiempo con el momento en el que se conocieron. Luego Luffy despierta, ve a Zoro tirado sobre la cubierta, tan apetecible como siempre, y no puede evitarlo y se lanza a devorarlo. ¿Quién no lo haría?

En fin, espero que os haya gustado xD


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).