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Castigo por MichaelisPhantomhiveSebastian

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Notas del capitulo:

Continuación del camitulo pasado.


Contiene sexo explicito, totalmente detallado...


Si se es sencible, favor de no seguir leyendo,


no me hago responsable por hemorragia masiva de sangre y


orgasmos de lector(?)

-A-aahh~ Sebas...tian. Más, no te detengas, por favor...-aquellos gemidos cargados de lasciva, la aperlada piel del joven noble y sus orbes bi-color perdidos en el placer. Phantomhive ahora era presa de la lujuria, la disfrutaba como al más delicioso y único postre que, sabía con certeza, solo su mayordomo podía brindarle.

La habitación a momento se quedaba en silencio, cubierta de la oscuridad nocturna, apenas alumbrada con algunos rayos de luna. La quietud rompía al resonar los gemidos gustosos del conde, gemidos que el demonio provocaba.

Con sus labios había recorrido desde los labios, mentón y cuello, siguiendo hacía el torso, directo a sus tetillas erectas y rosadas, recorriéndolas con la lengua en un experto baile erótico para bajar después por el abdomen recorriéndolo de igual forma. La hendidura del ombligo era perfecta, depositando un beso sobre esta antes de seguir bajando hasta una zona peligrosa, lo cual la hacía más excitante.

-Bocchan, separe las piernas…-Finalmente la ronca y extasiada voz del mayordomo se dejaba escuchar, haciendo al joven conde alzar la mirada hacía él antes de acatar  la orden, separando sus delgadas piernas y dejándole un visto hacia su joven miembro, erecto, palpitante, ansioso por las atenciones del demonio. Así mismo se encontraba su cavidad, virginal a pesar de su penoso pasado, pasado que olvidó gracias a su fiel sirviente. No, ya no era solo un sirviente, ahora era más…

-No…-reprochó el menor suavemente, mirando fijo los orbes carmín que le hipnotizaban.

-¿Qué sucede, bocchan?-algo confundido, mantenía la mirada en el pequeño, acariciándole las piernas al estar posicionado entre estas.

-No me… llames “Bocchan”,  Sebastian. Dime Ciel…-finalmente sentenció aunque en un tono infantil, mimado, cosa que hizo reír suavemente al mayor, enternecido por ello y asintiendo en respuesta.

-Está bien, mi pequeño Ciel…-“Pequeño”… Ese calificativo generalmente era en burla a su edad o estatura, pero no esta vez, pues viniendo de él era un deje cariñoso y atento, como difícilmente podría ser un demonio. Luego de aquel breve momento de palabras, Sebastian volvía a lo suyo, agachando el rostro, hasta que sus labios toparon con la punta del erecto falo y comenzaron a besar esta, seguido de leves apretones, succiones y finalmente lamidas.

Su lengua volvía a recorrer cada rincón de forma habilidosa, desde la punta hasta la base y viceversa, envolviéndolo en la humedad y tibieza de esta, antes de engullirlo por completo en su boca, atendiendo así de mejor manera.

Tan excitado estaba el menor que sus gemidos no paraban, provocando cada vez más al oji-carmín. Las ansias le carcomían, su pantalón era la prueba de ello pues, tras de la tela, palpitaba doliente el miembro de este, tanto apretaba que optó al final por deshacerse de esa prenda que ahora era inútil en su totalidad.

Las atenciones pasaron del falo hacía la cavidad del menor, recorriendo su alrededor con la punta de la lengua hasta que, posicionándola en el centro, lo penetró lentamente con esta. Ciel volvía a gemir con algo de dolor, invadían su interior aunque fuera poco y esa sensación al inicio incomodaba. Michaelis siguió con lo suyo sin darle mayor importancia al dolor, pues sabía que pasaría a ser un placer incomparable.

El dilatarlo con los dedos no fue necesario, suficiente humectado había dejado para hacer su trabajo más sencillo, aunque no garantizaba que omitiera por completo el dolor al sentir de lleno su ansioso miembro viril.

-Ciel, acomódate en cuatro, por favor…-Pedía el mayordomo, a lo cual el jovencito no tardó en acatarlo y acomodarse. Su cadera alzada dejaba destacar sus perfectos y redondos glúteos, finalizando la espalda en la cual un hermoso arco se formó al recostar el joven la parte superior de su cuerpo para mantener un mejor apoyo que solo con sus manos. Michaelis sujetó firme las caderas del joven, acercando la propia, con la punta de su falo directo al ano del chico, con la cual comenzaba a hacer presión hasta que entró lentamente.

-¡Duele! ¡Sebastian, está doliéndome!-No se dejaron esperar los sollozos, mismos que el mayordomo comenzaba a acallar al girar un poco el rostro del conde y brindar un beso en sus labios, beso que de ser tierno, tomaba un camino más pasional. La lengua del conde y su mayordomo danzaban fogosamente, aprovechando la “distracción” para seguir con su invasión en el interior del menor. Poco a poco su erección se habría paso al interior de su pareja hasta que estuvo dentro por completo. Phantomhive solo soltó un gemido de placer, pues sentía a la perfección como la punta de este rozaba contra su punto erógeno, su próstata. Las embestidas comenzaron lento y profundo, dejando que el menor se acostumbrara a su gran hombría, que el placer se apoderara de él hasta el último vello de su cuerpo.

-S-Sebas…tian… Más, por favor… Más rápido-Las suplicas comenzaban, y no era de culpar, el demonio también tenía el deseo de ir más allá. Tal cual lo pedía las embestidas tomaron un ritmo más rápido hasta el punto en que rechinaba la madera de la cama. El vaivén frenético, exquisito que extasiaba a ambos, los gemidos agudos del joven noble y los gruñidos roncos del demonio-mayordomo hacían un coro de placer, la combinación perfecta y música para los oídos de uno y del otro.

El sudor comenzaba a perlar ambos cuerpos, estos solo se unían más, volviendo las penetraciones aún más profundas, con un constante roce hacia la próstata de Phantomhive. Esto le volvía loco, le hacía gemir más agudo el nombre del demonio hasta el punto en que sus orbes se nublaban de éxtasis. De la comisura de sus labios recorrían hilos de saliva, pues el constante jadeo le impedía cerrarlos para pasarlo, desbordándose en otra clara y evidente muestra de su lasciva.

Phantomhive sin duda sabía cómo incitar al infierno mismo, pues su expresión inocente y a la vez desbordante en momentos antes del clímax eran la combinación perfecta para volver loco al demonio y desear ese cuerpo no una ni dos, sino miles de veces por la eternidad. Cada estocada se tornaba más y más brusca, escuchándose el golpeteo de ambas pieles, hasta que una última fue la definitiva.

El conde sintió como era golpeado su interior, su próstata con tal fiereza que solo pudo dar un gemido agudo, arqueando la espalda casi de forma en que pareciera que se quebraría y llegando con ello al orgasmo, dejando salir su blanquecina esencia sobre las cobijas de la cama. Michaelis no se quedó atrás, pues bien el orgasmo del joven hizo que estrechara su cavidad, atrapando con fuerza el miembro del demonio y haciendo que este terminara en el orgasmo también, soltando abundante, caliente y espesa “leche” dentro de su pareja.

Ambos cuerpos cayeron exhaustos en la cama después de su erótica danza nocturna. Sebastian se acomodó en la cama para poder dejar al menor encimado en su cuerpo, abrazándole y acariciando sus azulinos cabellos, admirándolo dormir, rendido ante los brazos de Morfeo.

Ciel solo se abrazaba y acurrucaba al cuerpo del mayor, temiendo que se fuera a la mañana siguiente o esa misma noche, pero supo que no sería así cuando los brazos del demonio le rodearon suavemente y las cobijas arroparon ambos cuerpos sobre la cama.

-Solo a ti te veré, te querré, te mimare y cuidare para toda la eternidad… Mi pequeño Ciel- Fueron las palabras del mayordomo antes de dejarse probar el placer del sueño, para dormir al lado de su contratista,  de su amo… De su pareja.

Notas finales:

Lamento volver a tardar en subir un capitulo... la inspiración no siempre esta presente, pero lo terminé en una sola noche para ustedes nwn

 

Por favor, dejenme sus Reviews con comentariós, opiniones y demás.

Comenzare a trabajar en otro fanfic <3


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