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Pain. por Agatha Shadiness

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Capítulo 2: Fantasma.

Habían pasado casi sesenta años desde que Thor no sonreía con facilidad, Valaskjálf, el palacio de su padre aunque extraordinariamente hermoso y brillante como en sus primeros días de vida, se cubría de un gran silencio y una tristeza profunda, Odín casi no salía a los pasillos y no se sentaba muy seguido en su trono, ya no festejaban con grandes festines en el comedor principal y no había más aquellos días de memorables tragos y risas que inundaban las paredes del enorme castillo y le daban esa vida de ensueño que solamente los dioses podrían crear.

El rey había dado unos pasos más hacia la vejez, caminaba agachado y hablaba lentamente, mientras su cuerpo perdía fuerza; ya no hacía reuniones en las cortes, sino que convocaba a aquellos que solicitaban su sabiduría en la intimidad de su propia recamara, ahí es donde el padre de todo había decidido vivir o morir, ya poco se sabía de él, incluso Thor, su legitimo heredero poco le visitaba.

La tarde que caía sobre Asgard era rojiza y opaca a la vez, con un clima húmedo como el llanto de un bebe desprotegido, como el de aquel hijo a quien Odín había mandado asesinar. Su conciencia lo rasgaba por dentro, destrozaba sus entrañas con la fuerza de un tornado, imponiendo a su fría coraza de rey una de debilidad y miseria, pero ante todo, dolor. Aquel dolor que había sabido dejar marcado a piedra y lodo su  amado hijo Loki, porque aún con todas las atrocidades que cometió en vida y cuando sembró entre sus sequitos el más profundo odio, el padre de todo no podía odiar a ese niño perdido que había sido su hijo menor, él lo había visto crecer, sonreír y jugar junto a su heredero, lo había visto llenar de alegría su casa con sus bromas y hechizos; y esos recuerdos los amaba y hacían que Odín amase, a su vez, en lo profundo de su viejo corazón a su hijo marchito.

Thor levantó su vista hasta el cielo, las nubes que el viento arrastró por la tarde ya habían desaparecido, era hora de ir a dormir. Caminó por los desérticos pasillos del palacio y llegó hasta la habitación de sus padres, pensaba en desearles buenas noches, pero toparse con su padre no era precisamente lo que quería y la siempre lejanía de su madre lo incitaba a marcar también un gran abismo entre ellos, Frigg, pese a todo, lloraba su dolor en lo profundo de su alma, en el silencio y la soledad que caracterizaban su vida; su hijo pasó a un lado de la recamara y continuó su camino, el pasillo se le hizo eterno hasta su puerta, abrió con desgano y en cuanto hubo estado tras la seguridad de sus paredes se dejo caer en el suelo, con las rodillas dobladas y los brazos recargados en su regazo.

No supo cuánto tiempo transcurrió en esa posición, su mente divagaba de un lado a otro, observando con gran desinterés los objetos en el lugar, las grandes y brillantes cortinas que se van opacando conforme el cielo se cubre de negro, Thor va sintiendo después de mucho rato el frio del suelo y con calma y pereza se levantó, casi a rastras caminó hacia la cama y se tiró sobre ella, el colchón mullido y cálido lo recibe con un ligero rechinido, la oscuridad ya ha cubierto todo el Valaskjálf y es hora de dormir, con descuido se saca las botas y la armadura, lanzándola a los costados de la cama, luego se retuerce hasta lograr colarse debajo del edredón, una vez boca abajo cierra los ojos, pero no sabe si está dormido o despierto, la oscuridad lo envuelve tersa y tranquilamente. Un largo rato deja que su mente divague en aquellos recuerdos que tiene tatuados dentro de sus parpados, los labios fríos y húmedos que se presionaron con fuerza sobre los suyos aún le taladran el alma, porque lo peor de la culpa es el deseo, aquel que le remuele por dentro y le remolerá por toda la eternidad.

—Maldito Loki. —Susurra dándose la vuelta y quedando recostado con el pecho en el colchón, recuerda las manos, ¡y qué manos!, no eran tersas y delicadas como las de la humana a la que había amado, eran grandes, delgadas es cierto, pero varoniles y a la vez exquisitas, eran perfectas. Y sus ojos, verdes como la más pura esmeralda, pero mil veces más valiosos.

Thor lo sabe dentro de su alma, la verdadera razón por la que no podrá dormir es porque añora a su hermano perdido, lo añora como familia, como amigo, como consejero, como hombre y hasta como enemigo porque en ninguno de estos tiene igual, con Loki podía sentir la emoción a flor de piel incluso aunque ésta le corroyera el alma, pero más que nada lo detesta, porque jamás fue suyo, porque no lo dejo congregar el cúmulo de sentimientos que le hacía hervir por dentro de la piel, no lo dejo entender aquel extraño deseo que le taladra en sus noches más tormentosas, cuando sus manos imaginan que el cuerpo al que toca es el de su fallecido hermano y que, entre las revueltas sabanas le hace el amor de la manera más bestial que conoce. Está enfermo, lo sabe y le encanta.

Sus mejillas y cuello se sienten calientes, como todo su cuerpo cada vez que imagina aquellas tenebrosas ideas, cada vez que le da rienda suelta a su mente, diciéndose a sí mismo que es un Dios y es digno de hacer lo que quiera, y lo que quiere y más desea aunque se lo niegue es a él, tocando su cuerpo de manera más provocativa que aquel día. Y cuando son sus propias manos las que descienden provocativas por su vientre y atrapan aquel pedazo de gloria entre sus piernas gime sin pudor, incluso mordisquea el nombre de su hermano entre sus labios. Aquel sueño que clama con ardor en el fondo de su alma se hace lúcido por algunos minutos de insensatez y  su voz ronca se hace áspera contra su garganta, el placer inunda sus sentidos y le hace empujar su cadera contra la cama, brama como una bestia en celo y añora lo que no puede tener, ardiendo de deseos se estruja imaginando los labios de su hermano, los ojos de su hermano, el cuerpo de su hermano inundándole de un doloroso placer que le hace terminar en deliciosos espasmos electrizantes que le recorren de pies a cabeza, dejándolo sin fuerza para seguir llorando la muerte de Loki, porque ahora lo único que tiene es ese deseo insano por él, porque su recuerdo lo atormenta y no quiere seguir llorándole, aunque sabe que es imposible y que tratar de remplazar el dolor con placer mundano jamás le servirá de nada.

Esa noche Thor no deseaba soñar con Loki, ni con el día en que sus ojos se cerraron para siempre, pero era imposible porque por todos los milenios venideros Thor sabía que eso nunca cambiaría, sabía que cada año durante esa oscuridad, durante ese día específico, el día que Asgard se volvió gris, el soñaría tan nítido como ninguno de los demás días en el tiempo, tan fuerte y denso que hasta lo podría enloquecer. Cerró sus ojos, dispuesto a caer en la inocencia rápidamente. Un rayo azul cobalto atravesó su ventana, rápido y espumoso a la vez, olía amargo y calaba en el fondo de la garganta, tenía un brillo increíblemente delirante, casi sublime.

 

—Thor.

Una voz llegó a sus oídos. Esa voz.

—Thor.— Dijo de nuevo y el príncipe no quiso abrir sus ojos, los apretó con mayor fuerza, los labios se negaron a contestar.

“Padre de todo, hoy no”, rogó en el silencio de su mente, con la frente escondida en la almohada.

—Thor, te necesito.  –Salió de nuevo aquella voz turgente. –Te necesito.

Susurró dentro de su oído, Thor sintió que el alma se le partía en dos, ¿cómo podía ser tan maldito de negarse a aquella inocente y deliciosa petición?, no podía, no quería. Volvió sus ojos hacia la ventana, sabiendo que era un sueño y aquello se desvanecería al amanecer, pero lo que vio le dejo mudo de la impresión. Piel azul y ojos rojizos, marcas en el rostro que descendían de la frente como finas y delicadas cicatrices, un pecho desnudo y plano delineado por sombras que no se terminaban de formar. No había un cuerpo completo delante de su ventana, sino una extraña niebla azulada que se entreveía con los ligeros rayos de luz que conservaba la noche, de ella se alzaba la mitad de su hermano, literalmente, Loki salía de la niebla, mostrando sus hermosas facciones, su cabello negro como el fino granito y los ojos rojos brillantes, enmarcados por las ligeras y preciosas pestañas negras. Casi parecía un hermoso ángel del infierno naciendo a la nueva era, sus brazos se extendían hacia las tinieblas y no parecían tener un fin, mientras que sus piernas aún ni siquiera daban muestras de aparecer.

—Te necesito. –Le dijo de nuevo con aquellos labios en los que tanto soñaba.

—Loki.  –Le llamó después de recuperarse un poco de aquella impresión, se levantó como hipnotizado por algún embrujo y caminó hacia él, curvando su espalda para poder pasar sus palmas por debajo de los brazos de su hermano, quien le sonrió.

Thor creía que cuando lo levantase en peso este se escurriría como frio líquido en sus manos, pero esto no paso, de un momento a otro tenía de nuevo a su hermano entre sus brazos, la emoción y felicidad, que sabía falsas pero no por eso más etéreas, le envolvieron la razón y el discernimiento de tal modo que no supo si estaba o no soñando, eso era algo que ya no importaba, mientras, podía sentir el palpitar de aquella piel caliente bajo sus rudos dedos. Lo subió con cuidado, parecía desprenderlo de la niebla, los brazos de Loki fueron tomando forma hasta culminar en esas sublimes manos que el dios del trueno tanto había anhelado, sus piernas parecieron formarse conforme la niebla se rasgaba hacia debajo de ellas, los pies largos y delgados, como cada uno de sus dedos terminaron en unas finísimas uñas de color azul, al final lo tenía recargado contra su pecho, respirando con gran agitación y con los ojos cerrados, completamente desnudo con la piel fría y a la vez sedosa.

Thor no sabía si aquello era o no real, aunque en verdad creyera que estaba soñando y prefiriese dejar a la consciencia decidir aquello. En un momento determinado, cuando la garganta se le cerró y el dolor inundó de nuevo su pecho se abrazó a él con fuerza y comenzó a llorar recargado en su negra cabellera, el dolor y la emoción lo desbordaba como una presa que ha retenido por demasiado tiempo aguas turbulentas y enfurecidas, sus lágrimas mojaban los delgados cabellos negros y los abrillantaban aún más entre la espesa noche.

—Si es un sueño, no quiero despertar nunca más.

—Sólo eso te faltaba aparte de ser un bastardo asesino, volverte un loco manipulador de la realidad.

—Loki,  por Odín, ¿qué clase de broma cruel es esta?

—En estos momentos no estoy para bromas. —Dijo el de piel azul mientras se recargaba un poco más en el pecho del rubio, su respiración aún era agitada.

— ¿Estás vivo realmente o es acaso que he perdido la poca cordura que me quedaba?

—Nunca la has tenido, que yo recuerde.

—Loki, basta ¿dime cómo es posible que estés aquí?— Pidió casi en una súplica, aunque lo que deseaba era sonar como una exigencia. — ¿estoy soñando o es una especie de visión causada por la magia de algún enemigo cruel y desconocido?

—Si es magia, la magia de una nueva vida.

Contestó mientras con apabullantes temblores en el cuerpo se ponía de pie por sí mismo y caminaba entre la oscuridad hasta la cama de su hermano, quien le observaba boquiabierto, no, no estaba soñando y esa era la increíblemente luminosa realidad. Las emociones de Thor dieron un vuelco cuando se dio cuenta de lo que sucedía y de que a su vez, sucedía en el presente, en la forma verdadera de sus más locos sueños, de sus más delirantes deseos, Loki había regresado.  Lo observó enredarse la sabana con su aroma alrededor de su cintura, lo observó sentarse con pasmosa calma en la orilla del colchón, el que estaba manchado con su simiente y a pesar de verle, tan nítido como el objeto más valioso de su recamara, se preguntó una vez más si aquello era real o si ese frente a él era verdaderamente su hermano, lo cierto es que Thor no conocía la forma  Jötunn  de Loki y en el momento que pudo describirse a sí mismo aquella, tembló como un nardo al viento, porque sentía que su cuerpo hervía.

—Eres realmente tú. —Dijo queriendo convencerse a sí mismo.

— ¿Lo soy?

—No lo sé, yo te maté, —Volvió a hablar mientras observaba detenidamente el pecho delgado que subía y bajaba cada vez con más calma. — lo hice con mis propias manos y también te sentí morir.

—Sentiste la parte superflua de una muerte, hermano.

Thor le vio sonreír incluso entre las tinieblas, la sonrisa ladina y llena de burla de su hermano, la hermosa, perfecta y seductora sonrisa que sólo Loki podía tener; entonces su alma se quebró, era su hermano quien estaba delante suyo, el mismo a quien había quitado la vida. Caminó hasta él y se arrodilló para después abrazarse por su cintura y llorar como un niño abandonado, como él niño abandonado que Loki había sido.

—No hagas eso. —Dijo el de cabellos negros tomando con sus frías manos los brazos del rubio para tratar de alejarlo, pero el otro exclamó su desdicha aún entre el llanto.

— ¡No Loki, no me separes de ti, no otra vez!

—Basta, estás avergonzándote.

—No me importa, quiero sentirte de nuevo, ¡estás vivo! —Volvió a vociferar mientras acariciaba la espalda del más delgado, limpiando luego sus lágrimas con el dorso de un brazo. — ¿Por qué me has hecho esto?, volver de la muerte sólo para darle a mi alma aún más tormento, ¿es que acaso no es suficiente para ti todo el llanto que ya he derramado en tú memoria, es que acaso mi castigo jamás tendrá fin ni será lo suficiente para pagar tu vida?

—Yo sé que has derramado más que sólo llanto por mí, —Dijo con sorna el Dios del engaño. — ¿no es acaso que me llamabas en tus noches de mayor lujuria?, o es que mis oídos se han equivocado y confundí mi nombre por el de esa humana.

Continuó como si reflexionará, más todo lo que hacía y decía, sus gestos y articulaciones y la manera en que movía las manos casi teatralmente, eran una burla implícita para el dios del trueno.

—Eres detestable.

Le contestó Thor poniéndose de pie y recuperando la compostura, realmente odiaba haberse humillado de esa manera a sí mismo y sin siquiera ser consciente de tal cosa hasta el momento en que estuvo en su punto más bajo, en el lodo en el que Loki lo había usado como tapete para pisar. Se limpió las lágrimas y hasta podía jurar que si no estuviera frente a su hermano sorbería los mocos como un niño.

—Tú y yo sabemos que soy no sólo detestable, sino deseable e incluso eróticamente incitante, niégamelo. — Dijo poniéndose uno de los mechones negros tras de su oído, luego sonrió, con esa falta de lucidez que tanto brillaba en plena noche. —Y además encantadoramente perverso y sensual.  

Completó con esa misma sonrisa amplia que había hecho sacar un sonido de exasperación en la garganta de su antiguo hermano. Thor avanzó hacia él, dispuesto a estrujarlo, golpearlo o besarlo, cualquiera o lo primero que se le ocurriese en el momento, quería desvanecer aquello, ese hechizo que le hacía perder su propia cordura y estabilidad, pero cuando lo tomó de nuevo por los antebrazos, con sus amplias y blancas manos de guerrero, Loki no desapareció, sino que, comenzó a transformarse y esa piel de color azul cobalto se volvió clara y sedosa, los ojos cambiaron a un verde brillante y aquellas filigranas en su piel desaparecieron, la antigua imagen que Loki utilizaba para caminar entre ellos apareció delante de él, impresionado le miro de arriba abajo sin atinar a decir nada, pues, no había palabras para describir el volcán de emociones que circundaban en su estómago. Si la imagen Jötunn de Loki le gustaba, su forma Asgardiana le revolvía hasta el último milímetro de tripas.

— ¿No es lindo?, ahora puedo controlarlo a mi antojo, puedo decidir cuándo ser un Jötunn y los poderes que esto conlleva, aunque siendo sincero conmigo mismo, son de poca utilidad.

— ¡En nombre de todos los Dioses, te exijo que me expliques cómo es que estás aquí!, yo…con, mis propias manos. —Balbuceó el Dios del trueno aun apretando los antebrazos de Loki entre sus palmas, incapaz de poner de nuevo nombre a aquel tormento que llevaba en sus recuerdos.

—Oh vamos Thor, ¿de verdad crees que ustedes me mataron?

—No te entiendo, explícate.

—Yo me entregué a la muerte que me otorgabas para poder acceder a esto que hoy tienes frente a tus ojos, Loki el único hechicero que fue capaz de volver de la muerte.

—No es verdad, tú no podrías. —Exclamó estrujándolo ligeramente y por respuesta tuvo una carcajada que Loki dejo libre con gran naturaleza, casi hasta podría decir que se divertía de su dolor. Maldito Loki.

— ¿Por qué no?, ¿Qué me detiene?, ¡tengo el poder!, yo podría vivir mil vidas si lo deseara, nacer y morir tantas veces como quisiera. —Dijo mientras dejaba que la risa inundara de nuevo el lugar.

— ¡Deja de burlarte! —Pidió acongojado y moviendo aún más sus brazos, logrando que la risa de su hermano invadiera la habitación, su voz rebotaba en las paredes con un sonido casi hueco y Thor podía escucharla dentro de su cabeza, haciendo añicos su empobrecida mente.

— ¡No más Loki! ¡Basta!

Pero aquello sólo logró que el Dios del engaño tomase con sus palmas las manos del dios del trueno y le mirara de forma profunda a los ojos, su risa se apagó lentamente, ambos parecieron congelarse en el momento, ninguno dijo nada, sus voces estaban engarrotadas en sus gargantas y el tiempo les era meramente impreciso e insorteable.

—No eres el único que extrañaba estar vivo. —Dijo finalmente el de ojos verdes.

—Entonces, no aluciné ni imaginé nada de esto.

—No, estúpido hermano, nada de esto es imaginario, tú me has traído de vuelta.

— ¿Cómo es eso posible? —Preguntó liberando los brazos del menor, pero éste no dejo que Thor le soltara, justo como aquella ocasión y el Dios anheló que no lo dejase ir.

—Magia. —Loki casi susurró sobre los labios del rubio aquella palabra, los alientos se encontraron, cálidos como la primera vez, Thor cerró los ojos, dispuesto a recorrer aquel extasiante sendero que le había sido arrebatado.

Sus labios danzaron al compás del uno y el otro, cálidos y hambrientos se restregaron con fuerza hasta que no quedó espacio entre ambos, aún en su conmoción Thor tuvo que aceptarlo y rendirse ante aquello, había al fin entendido el cúmulo de emociones que circundaban a todo aquello que estuviese impregnado de la esencia de Loki, aunque no lo dijera de viva voz, lo amaba.

— ¿Por qué has vuelto? —Dijo el dios del trueno una vez que se separaron, haciendo al otro participe de esa duda gigante que le carcomía y le picoteaba a cada segundo. Loki sonrió de nuevo, meneando su cabeza de un lado a otro, divertido ante el desconcierto del más alto.

— ¿Es que no lo has entendido aún?, he vuelto porque tú así lo has pedido, tu voz me despertó de mi letargo, de ese sueño húmedo en el que caí aquel día, acompañado por tus lágrimas.

El de cabello negro dirigió su mirada de nuevo a la ventana, era como ver un ave encerrada en una jaula de oro, observando el cielo y la libertad que se le negaba, se separó del más alto y caminó hacia ella, tocando con la punta de sus dedos la orilla de mármol, era un espectáculo hermoso la noche de Asgard estaba en lo más alto y pronto llegaría el amanecer.

— ¿Qué eres en realidad? —Preguntó Thor, viendo como por una fracción de segundo el cuerpo de Loki parecía desvanecerse en el aire.

—Soy Loki, el dios del engaño y para mi desgracia y humillación, ahora soy tu sirviente.

El silencio que se formó entre los dos parecía cortar la piel, era tenso y se amoldaba perfectamente a los hombros de ambos, como presionándoles a hacer o decir cosas que no deseaban.

— ¿Mi sirviente?

—Pues, digamos que el hechizo no salió del todo como lo planee. Aunque si tú quisieras, yo podría marcharme. —Dijo soltando después una risa suave y juguetona, encajando sus ojos en la torre del palacio.

—No quiero que te vayas, pero tampoco quiero convertirte en mi sirviente.

—Ya lo has hecho, de nuevo me encuentro a tu sombra.

— ¡No Loki!, no digas eso, jamás lo fuiste, no al menos para mí. —

—Pero si para el resto de quienes habitaban Asgard. En esto, que es una guerra continua entre nosotros dos, heredada por la sangre de nuestros padres, yo  he ganado, pero también perdido muchas cosas, al igual que tú.

—Loki. —Susurró sin atrever a moverse de su lugar.

—Ahora perdí mi libertad, pero a cambio pude recuperar mi efímera existencia. Escucha bien Thor, —Continuó el de cabello negro sin prestar atención a los ojos azules llenos de angustia que se fijaron en su espalda. —ahora sólo hace falta que lo desees y yo estaré ahí, si me nombras, yo apareceré de entre los muertos, pero aun en mi maldición, jamás te perteneceré, nunca seré la sombra del hijo prodigio de Asgard.

El golpe que Thor sintió en las entrañas hizo arder su sangre, ¿era miedo o ira?, ¿era rencor o decepción?, su mente estaba tan enferma que lo único que deseaba era convertir esas palabras de claro rencor y desprecio en gemidos o alaridos, lo que primero lograse arrancar en Loki. Se acercó rápidamente y lo hizo girar entre sus brazos, los ojos verdes contenían ligerísimas lágrimas que rodaron raudas por las blancas mejillas.

—Sé lo que deseas de mí, pero no puedes obligarme, no a caer tan bajo.

— ¿Te parece bajo el amor que te tengo? —Espetó Thor, herido profundamente.

—Fatuo en realidad.

El horizonte comenzó a pintarse en las orillas de Asgard y la ventana se llenaba lentamente del sol naciente, Loki se zafó con algo de dificultad de las manos de Thor y siguió mirando el amanecer, Thor, que siempre lo había tenido todo a manos llenas sintió que ahora le habían entregado una caja de tesoros vacía y la nada reinaba a su alrededor.

— ¿Y entonces por qué me correspondiste?

—Un beso lo da cualquiera.

— ¡Mientes!, cualquiera menos tú. —Recriminó el Dios del trueno tomando de nuevo los antebrazos de Loki y acercándose a sus labios.

—Pruébame. —Le dijo sonriendo ladino.

El día ya comenzaba y el palacio de Asgard cobraba vida, Thor observó los ojos verdes detenidamente, ya había amanecido y Loki no desapareció con el nuevo día, no era un sueño, tal vez una pesadilla, pero no tenía mucho tiempo para pensarlo, pronto los demás guerreros le llamarían para el entrenamiento. Thor le soltó convencido de que Loki se dejaría besar una o mil veces si él lo deseaba, pero confundido enormemente por esta nueva treta.

—No te creo, —Le dijo el Dios de trueno y luego recogió sus cosas personales del suelo y se acercó a la cama vistiéndose en el acto. —pero, si algo de lo que has dicho es verdad entonces quiero que permanezcas aquí hasta mi regreso, no salgas ni permitas que nadie te vea, ni siquiera por una ventana, sabes bien lo que podría significar eso.

— ¿Odín? ¿Crees que le temo?, a ese anciano viejo y acabado, no me hagas reír. —Mencionó con burla y Thor quiso ahorcarlo en el momento.

—Cállate, no te permito que hables así de mi, nuestro padre. —Corrigió Thor mientras terminaba de ajustarse las botas.

—Tú padre, lamentablemente el mío murió, mejor dicho, lo maté.  Además, yo puedo estar por mi cuenta, ya te he dicho que lo único que necesitas es llamarme cuando quieras, lamentablemente estoy más atado a ti que en mi vida anterior. —Contestó cruzándose de brazos y viéndole mientras sonreía.

—No sé cómo puedo amarte, eres realmente de lo peor.

Thor pensó por un momento que Loki se burlaría o al menos espetaría algún sarcasmo exquisito muy propio de él, pero contrario a esto el antiguo príncipe guardó silencio y le observó aún cerca de la ventana.

—Lo peor es que sé que es verdad, pero yo no sé si algún día podría amarte o sí, mínimamente dejar de verte con todo el odio que te tengo.

Ante estas palabras Thor dejo de alinearse la capa y su descompuesto cabello, bajo lentamente los brazos y los dejo caer a un costado, derrotado por lo monstruosamente sincero que podía llegar a ser Loki.

—Aunque no lo creas, hermano, sé que merezco tu odio.

El silencio llenó de nuevo la recamara, Thor extendió una mano hacia Loki y aunque creyó que éste no la tomaría, lo hizo, entonces el Dios del trueno lo haló a su lado y lo sentó en la cama.

—Buscaré como libertarte, si me juras que no volverás a atacar la Tierra o Asgard y que llevarás una vida tranquila.

— ¿Me dejarías, aún sin conseguir lo que realmente quieres de mi? — Preguntó por primera vez sorprendido el Dios del engaño.

—Sí, lo haría, te lo juro por Asgard, por mi padre Odín y por mi honor de guerrero.

—Vaya, pues vas enserio.

Loki quiso seguir hablando, pero unos fuertes golpes en la puerta del rubio y una voz delgada, pero autoritaria llamó la atención de ambos.

— ¡Thor, estamos esperando por ti, es hora del entrenamiento! —Dijo Lady Sif parada al otro lado, luego hizo un ligero silencio esperando la respuesta del Dios que no tardó en llegar.

—Adelántense, enseguida los alcanzo.

 Ya no recibió respuesta, aunque detrás de la madera de la puerta pudo escuchar cómo se alejaba y siseaba un fuerte “perezoso” a regañadientes.  Loki le sonrió, como si estuviera de acuerdo con la guerrera.

—Acepto tu propuesta. —Dijo Loki, ignorando el hecho de que debía permanecer encerrado por quien sabe cuántas horas, nunca le gusto sentirse atrapado de ninguna manera, pero no le quedaba más opción.

— Entonces volveré en cuanto pueda.

El Dios del trueno terminó de arreglarse el cabello con los dedos, pero Loki ya se desvanecía en el viento, una sonrisa amplia apareció en su rostro justo antes de susurrarle “nos veremos al anochecer”, Thor supo o al menos tuvo la impresión, mientras veía los ojos brillantes y redondos de su hermano que lo peor estaba por venir.

 

 


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