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Los Deseos de un Demonio por paunina12

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¿Cómo están? Espero que bien, creo que algunos alcanzaron a leer el aviso que publiqué y al fín lo hice, publiqué justo antes de que la semana acabara, después de tanto les traigo el capítulo 5 de “Los deseos de un demonio”, espero  que lo disfruten, nos leemos en los comentarios finales.

Los personajes de Kuroshitsuji no me pertencen, son de su autora, Yana Toboso, él único que es de mi propiedad es "Erika".

El joven Ciel pasó toda la noche junto a su recién recuperada amiga, recordando buenos y malos momentos, risas y lágrimas. Por primera vez en años pudo caer dormido sin su almohada favorita, esa que contenía el revólver, por primer vez en años durmió junto a alguien con absoluta confianza, sujetando la mano de la que todos creían que era una simple conocida.

Sebastian se dirigió a la habitación de su Bocchan y como esperaba no estaba allí, esto le revolvió el estómago. ¿Cómo era posible que nunca le hubiera comentado sobre ella? Aunque la respuesta a ello era simple. Su joven amo siempre trataba de no nombrar a los muertos u olvidados ya que pensaba que eso lo mantenía estancado en el pasado y no le permitía avanzar para completar su venganza.

Con mucho pesar caminó hacia la habitación de la mujer que poco a poco se estaba ganando su odio, tocó la puerta entes de entrar, pero nadie le respondió. Así que se tomó el atrevimiento de entrar sin permiso, sus ojos demoniacos brillaron del disgusto por un momento, pues la chica reposaba sobre el pecho de su joven amo y ambos dormían plácidamente tomados de las manos. No pudo contenerse y dejarlo así, pues unos furiosos celos se hicieron presentes en su pecho, soltó un fuerte y tosco “Bocchan” sin nada de delicadeza que despertó a Ciel de un salto y a la chica que dormía sobre él.

-¿Sebastian? ¿Qué rayos estás haciendo aquí?- dijo el somnoliento joven.

-Lo mismo debería preguntarle a usted, joven amo. Debería saber que no es nada propio y bien visto dormir en la misma cama con una chica, mucho más si no es con la que ya está comprometido. ¿Se imagina lo que diría Lady Elizabeth si lo viera en esta posición? Déjeme decirle que esta es mucho más comprometedora que la de la vez anterior.- declaró seriamente el mayordomo.

-Lo sé, lo sé ¿No me digas que ahora estás de soplón con Elizabeth, verdad? Vigila bien donde está tu lealtad, Sebastian.

-Claro que no, pero como mayordomo de la mansión Phantomhive es mi deber indicarle cuando está cometiendo un error tan grande como este.

-Lo siento, conejito, fue mi culpa, no tienes que enfadarte. Lo único que hicimos anoche fue hablar, y al final el sueño nos atrapó antes de que Ciel pudiera irse a su habitación.- Explicó la joven.

- Acaba de llamarme ¿conejito?- respondió incrédulo el mayordomo.

- Claro, es por tus ojos, son rojos como los de los conejos blancos, aunque supongo que el blanco no es un color que te quede bien ¿no es así?-aclaró Erika.

-Efectivamente My Lady, el blanco no es mi color.- sonrió cínicamente Sebastian.

Ciel podía sentir qué el aura maligna de Sebastian llenaba la habitación, así que prefirió interferir antes de que comenzara una pelea  verbal con la pelinegra. Le dijo a Erika que se separada de él y se acomodó la ropa lo mejor que pudo, para después despedirse de ella y caminar al lado de su  mayordomo en dirección a su habitación. El semblante del mayordomo era sombrío, pensó en hacer una broma para calmar el ambiente, pero desde lo que había pasado ayer con el demonio las cosas se sentían sumamente extrañas. Todavía no podía creer que había estado besando a su mayordomo tan apasionadamente, cayó en cuenta de que sin su mayordomo no hubiese detenido todo hubiesen terminado haciéndolo, ya que ni él tenía el poder de resistirse a los encantos del pelinegro.

¿Cómo se comportaría frente a él de ahora en adelante? ¿Debería seguir manteniendo una actitud fría  o debería actuar con naturalidad? ¿Que podría hacer para no romper más el desgastado lazo “especial” y extraño que tenían como amo y contratista? Por primera vez en mucho tiempo no tenía ni la más mínima idea de qué hacer. Recordó entonces los consejos que le había dado su amiga.

Flash Back

Ciel POV

Ya era tarde, y nosotros continuábamos hablando, aún sin vernos las caras, ya que la luz de la luna no alcanzaba a iluminar la totalidad del cuarto. Le pregunté muchísimas cosas, y ella, a pesar de ser muy reservada me lo contó todo. Pero para entender todo de forma más clara iniciaré narrando la historia desde cuando la vi por primera vez.

Recuerdo ese momento como si fuera ayer, en esa gigantesca laguna rodeada de sauces que tocaban con la punta de sus ramas el agua, moviendo esta al compás de la tenue brisa. Yo había escapado de casa después de haber tenido una discusión con mi padre, él se había enfadado cuando le dije que mi deseo no era ser la cabeza de la mansión Phantomhive, si no que quería ser un vendedor de juguetes y golosinas. Mi padre se negó completamente a esa idea, pues yo era hijo único y contaba conmigo para continuar con la tradición de los Phantomhive, servir a la reina y mantener controlado el bajo mundo, cosa que para mí no era nada agradable. En fin, salí corriendo lo más rápido que pude de la mansión y llegué a ese lugar que describí anteriormente, donde, al correr tanto, comencé a ahogarme y a tener un ataque de asma, caí al suelo poniendo las manos en mi pecho y tratando de regular mi respiración. Mientras me quedaba sin aire una chica bajó del sauce más cercano, estaba completamente vestida de negro y tenía un sombrero elegante con encajes que cubrían su rostro, se arrodilló frente a mí y sujetó mi rostro con suavidad, mientras contaba y me decía cuando inhalar y cuando exhalar, y estuvimos así hasta que pude respirar. Cuando volví en mi ella se fue corriendo y subió nuevamente al sauce, como si nunca me hubiese ayudado.

-¿Quién eres?- pregunté a la desconocida.- Gracias por salvarme, te lo compensaré.

-¿Puedes revivir a los muertos?

-¿Qué?- respondí desorientado.

-Te estoy preguntando algo ¿Puedes revivir a los muertos?- insistió ella.

-No…lo siento.

-Entonces no hay nada en lo que puedas ayudarme.- sentí un leve sollozo proveniente de la desconocida.

-¿Cómo te llamas?

-Mi nombre es horrible, lo odio- respondió ella.

-¿Entonces de qué forma puedo decirte?

La chica meditó un poco antes de darme la respuesta.-Dime Erika o Eri, como gustes.-dijo finalmente.

-¿Puedo subir?- pregunté.

-Claro, si es que puedes trepar.

Tengo que ser sincero,  me costó más de lo que creí llegar a hasta la rama donde ella se hallaba sentada, una vez arriba comenzamos a charlar, ella me contó que su madre había muerto el día anterior, que era una hermosa mujer de cabello castaño, labios rojizos y ojos cafés. Una mujer ejemplar con voz propia, pero que lamentablemente tenía un esposo que la maltrataba y la hacía sentir como basura, y por algún motivo que desconocía ella se había negado hasta con su último aliento separarse de aquel desgraciado, que era nada más y nada menos que su padre de sangre. También me contó que por eso odiaba su nombre, ya que aquel repulsivo hombre se lo había puesto. Me mostró unas marcas de nacimiento que tenía en su espalda, eran dos líneas rectas en vertical que abarcaban gran parte de su espalda. Y yo le conté todos los problemas que tenía con eso de ser la cabeza de la familia Phantomhive, no me sentía preparado para tal responsabilidad. El tiempo se nos hizo nada, ya era de noche y no me pareció que hubiéramos estado hablando tanto.

-Ya es hora de que te vayas a casa, Ciel. Es muy tarde y todos deben estar muy preocupados por ti. Dijo ella.

Asentí y me despedí de ella con un beso en la mejilla, ella se sonrojó de forma levey me sonrió cálidamente.

Cuando llegué a casa todos estaban muy preocupados por mí, tal como lo había dicho ella. Mi padre me pidió disculpas por agobiarme con el trabajo que algún día tendría que hacer, ya que lo ejercería una vez que él hubiera pasado a mejor vida, yo le pedí disculpas por haberme escapado, pero en  el fondo atesoraba esa discusión, ya que gracias a ella pude conocer a Erika.

Después de eso nos encontrábamos casi todos los días, llegaba a dejar sola a mi prima y prometida Elizabeth solo para poder encontrarme con ella, hablar y jugar juntos. En uno de estos encuentros me di cuenta de que ella era una fanática de la magia y la hechicería, al igual que su fallecida madre, así que le regalé un libro y una libreta,  con bordes hechos de oro blanco e incrustaciones de varias piedras preciosas y una fina pluma de cuervo para que ella escribiera todos sus hechizos y pudiese practicar todo lo que quisiera. Primero no quiso aceptarlo, pero cuando le dije que  ese era un agradecimiento por salvarme la vida sonrió y lo apretó contra su pecho, a lo que agregó un “Vaya, por obsequios así, te salvaría la vida todos los días” para luego reír al mismo tiempo que yo.

El tiempo fue pasando y cada vez éramos más cercanos,  solíamos gozar de bañarnos y nadar en el lago de los sauces, no había nada más relajante que ello, aunque por volver tarde solían regañarme o tenía que aguantar los ataques de celos de Elizabeth. Pero lo que más le agradezco a mis padres es que nunca me prohibieron salir con ella, aunque si lo pienso bien, creo que fue así ´porque sabían que si me lo prohibían yo seguiría reusándome a ser el próximo “noble del mal”.

Y entonces llegamos a ese fatídico día, el día de mis pesadillas, el día en que todo cambió. Nos juntamos  en el sauce, como casi todos los días, con la diferencia que el día estaba bastante extraño y cargado con “malas energías”  como decía ella, así que decidimos dejar de jugar por la tarde y volver a nuestros respectivos hogares.

Cuando llegué no podía dar crédito a mis ojos, mi hogar, todo estaba en decadencia, entré apresuradamente, pero no encontré a nadie, pero eso no fue lo peor, la imagen de los cuerpos calcinados de mis padres se grabaron en mis retinas como nunca antes, lo único que se me ocurrió hacer fue acercarme a ellos para comprobar inútilmente si seguían respirando, tal y como lo había visto hacer a mi tÍa Angelina. No podían estar muertos “no pueden estar muertos” no dejaba de pensar en esa simple frase mientras los observaba.  Cuando me percaté de que ya no había ninguna esperanza para ellos, llorando, despojé a mi padre de su anillo, el anillo que lo identificaba como noble del mal y no pude evitar perderme en aquel azul profundo de la joya que se parecía tanto a mis ojos. Comencé a caminar sin rumbo, el dióxido de carbono con el que estaba cargado el aire hacía que me costara respirar. Fue entonces cuando vi a Tanaka, que al igual que yo, respiraba con dificultad, al verme fue inmediatamente a buscarme, pero unos hombres le dieron un golpe desde atrás, haciéndolo caer desmayado. Esos mismos que habían dejado a mi entonces mayordomo en el suelo, me tomaron con sus sucias manos y me metieron en una jaula al igual que un perro, y en esa misma jaula pude ver como la mansión en la que había estado toda mi vida, los sirvientes y mis amados padres se convertían en cenizas.

Me  metieron en un carruaje con muchos otros niños enjaulados y entonces la vi. El hermoso vestido turquesa que estaba usando esa misma tarde ahora estaba lleno de polvo y suciedad, marcas de quemaduras, trozos rotos y deshilachados.

-¡Ciel! – me llamó ella, su rostro estaba sucio y tenía manchas de carbón por todo el cuerpo.

-¡Erika!- respondí y por entre los barrotes  alcancé a tomar su mano- Todo estará bien, no te preocupes.

Ambos temíamos lo mismo, pero estábamos completamente seguros de que, en ese momento, yo estaba mintiendo.

Luego de mucho andar nos detuvimos en un lugar bastante precario, donde unos extranjeros que con suerte pdía dominar el idioma se referían a nosotros como “corderillos”, nos tomaron uno a uno y con una pistola etiquetadora, nos pusieron un precio. No sé si fue pura casualidad o el destino lo quiso así, pero fuimos puestos en la misma jaula. Le conté todo lo que había sucedido, no pude evitar comenzar a llorar como uno más de los que estaban atrapados en aquel horrible lugar.

Hicimos una promesa que nos permitió a ambos llorar para desahogarnos sin ser juzgados por los otros o por nosotros mismos, nada más importaba, nadie más importaba, y yo lo  único que hacía era rogarle a Dios que nos salvara, pero aquellas sonrientes estatuas de querubines y ángeles parecían sonreír ante nuestra miseria. Le mostré el anillo, el que creía que nos conduciría a la libertad, pero ella me dijo que lo escondiese, ya que podrían robarlo. Así que lo puse entre mis labios y me lo tragé con algo de dificultad. Y entonces sucedió, un sujeto asqueroso de manos sucias y rostro poco agraciado abrió la reja y separó nuestro abrazo tomando a Erika de la cintura. Ela pateaba y trataba de zafarse pero todo era en vano, solamente podíamos gritar el nombre del otro con la esperanza de conmover el corazón de nuestros captores para que nos dejaran libres, pero eso era una estupidez, ya que lo único que hacía que el rostro de nuestros secuestradores cambiase de expresión era el dinero, y mucho. El resto de la historia y lo que me había pasado después de eso se lo conté con todo lujo de detalles.

Le hablé sobre Sebastian, su verdadera identidad, que era un demonio y que al final de mi venganza yo me convertiría en su cena. Pero también le comenté lo que estaba empezando a ocurrir entre nosotros, desde lo ocurrido el al baño, hasta lo que había pasado en él estudio, justo después de su llegada.

-ahora puedo entender mejor el asunto sobre tu ojo y la conexión que tienen el mayordomo y tú, es una verdadera lástima…

-¿Qué es una lástima?-Pregunté extrañado.

-Olvidaba que eres muy lento para estas cosas del amor y esas boberías románticas, pero es mi deber informarte que es una  gran lástima- abrí la boca para preguntar a qué se refería, pero ella me calló enseguida- ya lo sé, ya lo sé, no entiendes lo que te digo, pero ¿no has pensado lo difícil que fue para Sebastian confesarte su amor? Aunque fuese una mentira, ¿Qué ganaría rebajándose mostrando sentimientos de amor a un mortal, mucho menos a el bocadillo que en algún momento saciará completamente su hambre? ¿No te has puesto  a pensar en eso verdad?

-Creo que no… ¿Pero cómo comprobar si lo que está sintiendo es real?

-Muy fácil mi estimado Cielito, juntos vamos a tener que obligar al conejito a salir de su cueva.-Dijo Erika sonriendo de manera aterradora.

- Extrañaba esa mirada de psicótica que pones cuando tienes un plan- ella y yo reímos levemente.

-Nunca nadie ha visto esa sonrisa, solo tu- jugó con su largo cabello durante unos momentos y su rostro se coloreó de un tenue rojo, sacudió la cabeza y bajo a la tierra nuevamente.

-¿Pero cómo es que debo actuar frente a él ahora?

-Es simple, actúa como si nada hubiera pasado, tarde o temprano el tendrá otro arrebato de pasión n y vendrá a por ti.

-Me siento como una carnada, simplemente debería no creerle y nos evitaríamos todo este plan idiota. Estoy seguro de que el solo  está jugando conmigo y te puedo asegurar que no seré otro tonto que caerá directamente a sus brazos

Fin Flash Back

Notas finales:

Espero que les haya gustado este capítulo, de verdad, lo siento mucho por no haber actualizado, pero lo importante es que ya estoy de vuelta y todas las historias seguirán avanzando. “ojos sin color” ya llega a su final  y subiré unos oneshots basados en varias canciones de vocaloid <3 nos leemos pronto.

ESpero leer su review y disculpen las faltas de ortografía


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