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Los Deseos de un Demonio por paunina12

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Notas del capitulo:

Hola guapas y guapos!, despues de mucha espera y ningún comentaio T-T les traigo la 7 parte de "los deseos de un demonio"

Continuen leyendo :3

Habían pasado unas semanas desde que la joven había comenzado a vivir con ellos en la mansión, Ciel le había otorgado una gran y bella habitación, donde la chica dormia y Sebastian hacía guardia cada noche para que esta no fuera visitar a su bocchan, pero de alguna manera algunas veces la perdía de vista y se le escapaba de entre sus manos,  viéndola al día siguiente durmiendo plácidamente al lado de su joven amo. No entendía cómo podía ser tan descarada y molesta, nunca perdía la oportunidad para reírse de él o de dedicarle miradas burlonas, ella lo provocaba para que le hiciera algo y lograr que el conde lo reprendiera y lo pusiese en su lugar.

Estaba cansado de esa situación, lo tenía harto, se estaba cansando de ese jueguito que ella lo obligaba a jugar, todos los días sin descanso. Pero lo peor de todo es que desde que ella había aparecido no había podido hacer ningún movimiento  con su amado. No sabía desde hace cuánto tiempo le ocurría, pero parece que después de probar sus labios se habían convertido en una adicción, cada vez que cruzaban miradas, no podía evitar mirarlos y preguntarse que podría hacer para degustarlos otra vez.

Por otro lado, Elizabeth no había vuelto a ir a la mansión, estaba realmente ocupada pensando  en los preparativos para su boda y una vez que estuviese todo listo prometió que los visitaría nuevamente.

Sebastian estaba completamente solo con su conciencia y claro que a veces una bella gata negra lo tranquilizaba al ronronear entre sus manos. A veces se preguntaba por qué su joven amo no podía ser tan “Mansito” como su gata, pero al instante se respondía que si todo fuera así de simple no tendría chiste, pues después de todo él había ayudado a moldear el carácter fuere que el joven conde tenía de nacimiento a uno en el que pudiera confiar en una persona, y esa persona era el mismo, pero ahora se veía reemplazado por una simple humana.

Se dio cuenta que sus días sin Ciel parecían monocromos, y su actitud tosca junto con todos sus pensamientos se habían comenzado a desarrollar al conocerle ¿Cómo un simple mocoso lo había cambiado tanto? Sin el parecía andar perdido entre la nieve como un perro sin collar. Se negaba a queda solo en esta historia, ya fuera por Elizabeth, que no era alguien muy difícil de manipular, pero sí de Erika, ya que desde su llegada notaba que tenía algo entre manos.

Tomó la decisión de espiarla disimuladamente, y descubrió un patrón repentino en su comportamiento, despertaba bastante temprano y se daba un baño de tina durante 30 minutos, al salir tenía un reconocible aroma de naranja con chocolate, volvía a la habitación y de su armario elegía un vestido cualquiera, llamaba a mi rin para pedirle que le ayudase a abocarlo, le daba las gracias una vez terminado y continuaba vistiéndose sin ayuda.  Salía de la habitación y se dirigía a la cocina, si el joven amo estaba durmiendo aun, acostumbraba a desayunar junto  lo sirvientes, pero si el  bocchan estaba ya despierto desayunaba con él.   En las tardes solía ir a la biblioteca y practicar diferente cosa acerca de la hechicería, las cuales anotaba en el cuaderno que, según se había enterado, se lo había obsequiado el joven amo hace muchos años. Pero lo que más le molestaba era que parecía coquetearle de forma amistosa al joven conde. Pues cuando  tenía la oportunidad se le acercaba y  se sentaba sobre la mesa en la que él estaba trabajando.

Lo peor era que este ni se inmutaba con sus repentinas apariciones, es más, lo que le hervía  la sangre al demonio es que a su amo parecían encantarle esas visitas, ya que se podía escuchar la risa de ambos incluso fuera de la habitación. En fin, siguiendo con la rutina, salía al jardín junto a Finny, quien también parecía haber sido flechado por ella, después de todo ellos también se conocían de hace tiempo, mucho más de lo que ellos conocían a Finny, pues la primera vez que ellos se encontraron  él se llamaba S-12 y era un sujeto de pruebas con el que hacían experimentos. Continuando, se quedaba hasta bastante tarde observando el cielo nocturno, y debía agregar que todo eso lo hacía a pies descalzos, ir una razón que desconozco no le gustaba usar zapatos, es más, los detestaba y no había caso.

Mientras continuaba con su investigación, una carta llegó a la mansión, tenía el cello de la reina así que no dudó en enrugársela a su am o enseguida, al  abrir la puerta se los encontró a los dos juntos, cubriendo sus bocas para no soltar carcajadas,  el demonio se molestó de sobremanera, soltó una falsa toz para que notaran su presencia.

-Buen día Jove amo.- Dijo viendo fijamente al menor de la habitación.-Oh vaya, creo que está ocupado, si sus deberes como el perro guardián de la reina son menos importantes que esta…-La miró tratando de ocultar su expresión despectiva-señorita, puedo venir en cuanto esté desocupado.

-Que tonterías dices Sebastian, entrégamela, sabes que nada es más importante que la reina.-  La chica que en ese entonces estaba sentada en el mesón, bajó y se disculpó, mas no abandonó la habitación como el demonio esperaba, si no que se sentó en una silla que estaba en dirección a la ventana y desde allí comenzó a saludar a Finny, que estaba ayudando a bar a reparar un agujero que este último había hecho en la cocina, tratando de cocinar, valga la redundancia con un lanza cohetes.

Ciel tomó la carta que estaba sobre la charola de plata, la abrió y se dispuso a leerla.

     “Mi querido niño ¿Cómo estás? Espero que bien, lamento que la mayoría de las veces nos hablemos cuando hay algo que me aflige, espero que algún día pueda enmendarlo. Lamentablemente tengo que pedirte un favor, necesito investigues sobre cierto “lord” que parece estar secuestrando jovencitas con motivos desconocidos. Uno de los infiltrados que tengo me dice que estará en la fiesta del Conde Peter Johnson, donde se celebrará su matrimonio con su prometida Bala. Muchos nobles fueron invitados, pero al conocerse los rumores de que podrías ser mi “perro guardián” me temo que no serás invitado a la fiesta, por favor, ve y salva a esas jovencitas y ponle fin a mi dolor. La fiesta será el sábado en la noche, es de disfraces.

Atentamente, Victoria.”

El conde miró el calendario, faltaban 3 das para la fiesta, y se lo comunicó a Sebastian, quien de inmediato le propuso mandar a nunca Hopkins a confeccionar otro vestido para su amo y juntos ir como cuando se colaron a la fiesta de el vizconde durito. Pero este lo detuvo.

-No actúes como si ponerme vestido y hacerme pasar por una mujer fuera uno de mis pasatiempos favoritos, Sebastian. Estoy cansado, y ni muerto volveré a usar corsé, debemos encontrar otra manera de entrar.-Dijo algo molesto el conde, miró a la chica a su lado, quien lo veía divertida.

-Estoy segura de que pareces toda una Lady con vestido, Condesa Phantomhive.- La chica hizo una reverencia y movió su vestido con burla, fingiendo cortesía.

El joven conde enrojeció, ya que ambos, mayordomo y chica trataban de contener la risa. Entonces tuvo una idea.

-Ya que parecen concordar en lo del vestido, ya sé qué haremos. Sebastian, llama a Nina, pídele que confeccione otro vestido de fiesta…para Erika.- Sonrió por lo bajo.

-¿¡QUÉ!?- dijeron al unísono, sus caras de sorpresa solo hicieron ampliar la sonrisa del bocchan.

-Como es una fiesta de disfraces y me niego a vestir de mujer otra vez, Cambiaré mi peinado y bailaré con ella mientras que tú, Sebastian, irás como mayordomo.

-Pe-pero, no se bailar.- trataba e excusarse la chica, sin lograrlo.

-Sebastian, enséñale lo necesario para el baile, es una orden.

-Ye-Yes mi lord…- dijo Sebastian haciendo una reverencia.

-De acuerdo, tienen mucho que practicar, no quiero verlos hasta que han terminado el ensayo por hoy. Ah y Sebastian, tráeme algo dulce.

Los dos nombrados anteriormente salieron de la habitación con rostros malhumorados ¿Cómo se le podía ocurrir a Ciel que el mayordomo le enseñase a bailar? Tenia absolutamente claro que este último no la soportaba, pero mientras el juego no dejara de ser divertido para él, no lo detendría.

-Por quinta vez. Señorita Erika, es el hombre quien guía el baile, no usted.-Sebastian estaba agotado, la chica parecía no entender nada, lo pisoteaba y bailaba de forma completamente descoordinada y no respetaba la música. Se podría decir que era un cero a la izquierda con el baile. Le recordaba un poco a los pasos  toscos de su amo, pero era tan mala que parecía que lo hiciese a propósito. La chica lo miraba sin una pizcas de temor, pese a que el aura demoniaca de Sebastian comenzaba a rodearlos ella no cambiaba su expresión de falsa inocencia.

-Oh, lo lamento tanto Sebastian, soy realmente torpe ¿Lo dejamos por hoy?- Decía casi con risa.

-Lo lamento, pero hasta que no pueda dar 3 pasos sin pisarme o salirse del compás no podremos dejarlo. Comencemos otra vez…1,2,3,1,2,3…- insistía el agotado mayordomo.

-¿Sabes? Al principio fue divertido y todo, ver tu cara molesta fue impagable, pero ya me estoy hartando de pasar la tarde contigo, quiero quitar esos zapatos, son muy hermosos, pero me duelen los pies, así que acabemos de una vez .

La pelinegra se acercó al tocadiscos y puso nuevamente la pieza , corrió a los brazos de Sebastian antes de que empezara y comenzó a danzar, el mayordomo estaba sorprendido, la chica de ojos café, parecía una verdadera bailarina, seguía la pieza a la perfección y daba pequeños saltos para caer en los brazos de Sebastian con gracia y elegancia, ambas piernas se enredaban una en la otra, ambos parecían expertos, y esto aunque fuera algo inesperado y sencillo, le causaba cólera, la menor había estado toda la tarde dándole pisotones y haciéndolo enojar apropósito a sabiendas que este no podría castigarla como a su joven amo, quien hace horas que no se sabe vueltas para ver el resultado de las clases.

-Veo que la señorita quiere jugar ¿Le gustaría intentar con otra pieza?.- sonrió tratando de no salirse de su papel de perfecto mayordomo.

Al cambiar de pista, cambiaron también los pasos, los cuales ambos dominaban con perfección, se miraban desafiantes el uno al otro, iniciaron una conversación cortante, pues por algún motivo parecían enemigos del contrario.

-Parece que no esperabas esto ¿verdad Sebastian?-comentó Erika al mayordomo.

-La verdad, no, Lady Erika, creo que distraerme de mis deberes como mayordomo por un simple capricho no es algo que deba hacer una dama.

-Vaya, entonces jugar con los sentimientos de tu amo, además de besarlo y “marcarlo” por mero capricho es algo que un demonio tiene permitido ¿o no?- Fouché pensó la joven y le sonrió abiertamente, quizás la primera sonrisa verdadera que le había dedicado al mayordomo.

Sebastian enrojeció un poco y trató de apartar la mirada ¿Cómo podía saber ella todo eso?¿Tanta confianza le tenía su joven amo  a esa joven?

-¿Qué pasa Sebastian, te comió la lengua el gato?.

-No es eso, me sorprende que esté enterada de tanto, demasiado, diría yo…

-¿Me vas a matar? Por saber que eres un demonio y eso.- dijo sin el menor miedo posible.

- Lamentablemente para mí eso no es posible, ya que el joven amo la estima demasiado como para deshacerme de usted.- Respondió seco.

-Trátame de tú, detesto que un anciano me trate como si fuese menor que yo.

-¿Anciano? Me parece mejor que sigamos bailando.

-Me parece perfecto, nada mejor que charlar mientras se mueve el cuerpo ¿No lo crees?

-No podría estar más de acuerdo contigo.- asintió Sebastian y continuaron dando vueltas en el gigantesco salón.

Erika tenía muchísimas dudas en su mente, desde el clásico “como te pudiste enamorar de un humano” a la “qué intenciones tienes con ese humano”, pero sabía que no podría sacarle nada, no hablaría fácilmente con una desconocida y mucho menos sobre sentimientos que supuestamente solo podían sentir todas las especies, desde humanos hasta ángeles y shinigamis, exceptuando claramente a los demonios. Eso lo había leído en incontables libros, pero nunca termino de creérselo por qué era la pregunta, pues como le había dicho una vez su madre “todos tenemos derecho a amar”. Pensó en la difícil situación en la  que estaba Sebastian, enamorado de su almuerzo, era terriblemente  trágico, pero lo bueno era que a pesar de todo, y aunque le doliese, Ciel parecía corresponderle de una extraña manera, tan única como el mismo, ya que tantos años sintiendo solo dolor, culpa y venganza habían casi arrasado con aquellos sentimientos que brotaban de él cuando era un niño, por eso se decidió, confirmaría si el demonio de ojos rojos, ese conejo inhumano decía la verdad o mentía y solo quería un cuerpo que degustar, pues si se trataba de Ciel ella lo defendería con uñas y dientes sin importar con lo que ocurriría después.

Detuvo el baile  de forma repentina, sentía la presencia de alguien, así que era ahora o nunca, se pus de puntillas y tomó suavemente las mejillas  del mayordomo, que estaba estático. Se acercó, diciendo unas palabras en latín, lanzando un poderoso hechizo sobre Sebastian, quien por su pode sería afectado un poco apenas, pero eso no la detuvo, casi rosando sus labios y preguntó con apenas un susurro “¿de verdad amas a Ciel?”, el silencio se hizo esperar, pero la respuesta causó que sus ojos se abrieran de la impresión, no se esperaba esa respuesta. “Lo amo más que a mi vida”, la joven alzó la mirada y vio esos ojos infernales completamente encendidos y arrasados. El demonio decía la verdad.

Se escuchó el crujir de la puerta  y ella se alejó de Sebastian como si se hubiese tropezado, y este saliendo del trance a sujetó justo cuando entró Ciel.

-Vaya, ¿Cómo van las lecciones de baile?-Pronunció Ciel para hacerse notar.

-Realmente bien, entes no podía dar ni un paso sin pisar a mi acompañante, pero gracias a Sebastian, ahora puedo bailar perfectamente.-

-¿Enserio, así de bien Sebastian?

-Y-yo…-Fue interrumpido por la pelinegra.

-¿Quieres que te demos una demostración?- sonrió Erika.

Tomó la mano al mayordomo y la puso suavemente en su cintura, comenzaron a bailar e acuerdo a la pista, ella ya no cometía errores, pero  tampoco mostraba lo bien que   sabía bailar desde hace tiempo.

-Entonces si que has mejorado bastante, perfecto Sebastian.- Ciel le dio una sonrisa al mayordomo, quién pareció derretirse, tratando de mantener la compostura bajo la mirada de Erika. Ciel salió de a habitación, La chica también se retiraba pero el mayordomo la detuvo  sujetando su brazo.

-¿Por qué no le dijiste que sabías bailar?-preguntó el mayordomo intrigado.

-Porque quería que tuvieras un punto con él, no te lo pienso dejar en bandeja de plata, pero ya me quedó claro lo que en realidad sientes por él, he decidido ayudarte.-La chica se giró para verlo a los ojos.- quiero que Ciel sea feliz, y si su felicidad está contigo, que así sea.

La chica se soltó de su agarre y siguió su  camino como si nada hubiese pasado, el demonio ahora tenía otra percepción sobre la chica, quizás, quizás se dijo a sí mismo, la chica no era tan mala.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, lo escribí con todo mi corazón y por ello apreciaría mucho que dejaran un comentario o review, ya que me motivan a seguir escribiendo y no saben lo gratificante y alentador que es que a alguien le guste lo que has hecho.

Espero que  estén bien, y les deseo un buen día, tarde o noche. 


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