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El enorme problema de Milo por Megami Pallas

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Notas del capitulo:

Bueno, escribir no se me da taaan bien, estuve con unos dolores revientacabeza y no daba más, hasta creí que moriría!! pero bueno, ya estoy mejor gracias a Dios así que continúo con el fic que en un principio no continuaba porque estoy tan enganchada con The Elder Scrolls que no hago más que jugar y jugar~ TODO POR ESE MALDITO DE ULFRIC!! DIOS!! POR QUÉ NO ME PUEDO CASAR CON ULFRIC??? QUE HICE PARA MERECER ESTO?? (Ahhh... claro... el yaoi...!) Bueno el punto es que mis horas son devoradas por Skyrim, creo que le dedicaré un fic o un fanart a ese guapetón de Ulfric Stormcloack~ <3 grrr~!, hehe! Ok, bien, espero que mi tardanza (que admito que no estuve ocupada esta vez, solo fué por los motivos que expliqué arriba xD) sea compensada por el fanfic, ¡Y carajos que he tardado! se me vuelven eternidades cuando no le dedico tiempillo al teclado de la pc para algo que no sea matar dragones, bandidos o draugr! pero en fin, les traigo un nuevo capítulo, les traigo paz y les traigo amor y a un Milo que necesita algo de atención "quitaestrés" -veremos que criatura le dará sus sesiones "") y también tendrá que enfrentarse a los peligros de toda Tamriel (Ok basta!) -digo- los peligros de un profesor obsessed! mmm... como se recupera el chico, es increible! bien, espero que Os guste el capítulo y no me maten, (si tienen una poción de curación para que se me quite la adicción al Skooma, dénmela!) xDD OK, YA BASTA!  Disfruten~:3b25; 

Levantarse después de una noche de llanto es algo muy difícil... nno sabemos como actuar, o que cara poner, sobretodo la tarea mas dificultuosa es hablar... hablar se convierte en lo peor, no sabemos si reír de alguna tontería para cubrir nuestra tristeza o seguir sumidos en nuestros pensamientos. A veces estos mismos nos entristecen, momento en el cual se forma un nudo en nuestra garganta y queremos llorar... Llorar desconsoladamente como si esa fuera la solución... Retrocedemos... Lloramos todo aquello que nos angunstia... Lloramos nuestros pesares, nuestros problemas, nuestros fracasos... Lloramos todo aquello que nos agobia... Pero hay veces en las que simplemente lloramos la emoción, el júbilo de una buena noticia que cambia nuestra vida radicalmente. Lloramos porque nuestras almas lo hacen para deshacerse de los malos sentimientos, para purificarse aunque sea por unos momentos...

_Acaso está mal llorar siendo un hombre?

Quizás eso le obligaba a ocultarse de los demás... Aquel episodio con Shura fue aterrador, ese tipo prácticamente lo violó. Al mismo tiempo se encontraba en la dicha de elimiar a uno de los hombres más insufribles de su vida... admitía que agradecía internamente aquella violación que logró alejarlos quizá para siempre... pero se sentía tan mal de terminara de esa manera... Tan solo esas palabras tan desagradables que utilizó para dirigirse a él fueron hirientes, además de la tortura sexual incluyendo todos los moretones. Sabía que el español era un bocasucia pero no fué lo mismo que otras veces en las cuales lo llamaba de mil maneras repugnantes e insultantes pero tiernamente... No..., esta vez fué grosero y no trató de ocultarlo, fue maldito, déspota y hasta podía decirse que también sanguinario...- pensaba el peliazul observando las heridas en sus brazos - _ ¿Tendría motivos para haberme hecho semejante daño? _ se preguntaba a si mismo, No era posible, el jamás le faltó al respeto (al menos no en su cara) siempre tomo su lugar y allí se quedó... no había más que pensar en que Shura siempre fué un ser grotesco al cual nunca iba a perdonar.

Las horas volvían a ralentizarse... era triste pensar en los buenos momentos, en las tantas veces en las que el mayor le demostraba su afecto y todo el tiempo que le dedicó a un hombre que terminó por ultrajarlo... no conocía motivos y tampoco quería averiguarlos.

Después de meditarlo por un tiempo, decidió que definitivamente no perdonaría a Shura, dando fin a sus pensamientos con una frase que siempre quiso utilizar, diciendose a sí mismo: Borrón y cuenta nueva y con una sonrisa fingida pero al fin y al cabo SONRISA, se dispuso a arreglar su vida de una vez por todas.

                                                                   ***

Milo volvía a ser el mismo galán de siempre, demostrando que la mente es más fuerte que el corazón. Volvió a verse con Aioria, a disfrutar de esas noches en las que ambos se olvidaban del mundo al hacer el amor, disfrutando cada beso, cada caricia, cada gemido que emitía el otro, libres de sus problemas, de sus familias y demás estorbos, libres de hacer de ellos mismos lo que les plazca sin que nadie esperara más ni menos , sólo ellos dos, arrojando sus sentimientos a la basura, entregándose a sus deseos carnales haciendo a un lado la confusión de sus almas... aún sabiendo que al terminar cada encuentro, todo volvía a ser normal, horriblemene normal y vil, sus vidas regresaban cruelmente y ellos debían continuar fingiendo que todo está bien.

Milo encendió un cigarrillo, mientras Aioria dormía plácidamente a su lado, en ese cuarto de hotel barato en el cual miles de personas despilfarraron su dinero por una noche de pasión clandestina, volviéndose ellos parte de esa clase de gente ... _ No estaría mal que compartieras eso conmigo, ¿No?_ comentaba el castaño refiriéndose al cigarro de Milo, quien no estaría dispuesto a arruinar la salud de su amigo... _¡Olvídalo, atleta!, no seré yo quien reduzca tu capacidad pulmonar... al menos no con un cigarrillo..._ contestó el peliazul envolviendo al castaño con sus brazos propinándole un ardiente beso en los labios, el cual fué correspondido con desesperada urgencia.

_ ¡Eres un egoísta, le diré a tu padre que fumas!_ se quejó Aioria recibiendo por parte de su amigo un sermón acerca de lo mal que le iría en Atletismo si fumaba.

_...Y TÚ eres el idiota, si tus padres se enteraran de tu intento por fumar, te matarán o al menos te castigarán y ya no podré verte..._ se quejó Milo con tono "inocente" en la voz.

 

***

 

2 meses después...

 

Jeans casi asfixiantes, camisa y zapatillas… cabello revuelto, perfume y... TELÉFONO MÓVIL SONANDO MÁS DE 10 VECES POR SEGUNDO! eso pensaba la mamá de Milo al ver a su hijo como todo un galán preparándose para salir a quien sabe que lugar. Lo único que veía era a un chico con un celular que estallaba en llamadas de "admiradoras" o quien sabe, podrían ser amigas o una novia oculta que pronto llegaría a la casa.

Desde la cocina podía oírse una discución telefónica en la habitación de Milo en la que el propio Milo se oía como la víctima de algún tipo de reclamo...

 

_Ya basta, te digo que hoy estaré ocupado, no insistas Min... Minos_ concluyó en voz baja y colgó la llamada, bajó las escaleras, se despidió sin dar lugar a preguntas y se marchó.

 

Ya estaba hasta la cabeza de llamadas y textos provenientes del tal Minos, no lo dejaba en paz ni porque de eso dependiera la vida en la tierra, era demasiado cansador, el solo oirlo estresaba al pobre de Milo, que ya no sabía de que manera evadir al señor persistencia.

No tener un momento en paz lo estaba volviendo loco. Ya comenzaba a sentir rabia de ese “viejo canoso” No entendía porqué todos en ese lugar eran tan insoportables y molestos. Y el metiéndose en líos a causa de ello. Debía pensar en una solución rápida para deshacerse de Minos. Miles de ideas atravesaban su mente pero ninguna era muy convincente... Lo mejor que podría hacer era rendirse y asistir a la condenada cita con ese maniático sexual.

El teléfono volvió a actuar como despertador, haciendo a Milo asustarse y dejar de pensar. Justo lo que esperaba: Un llamado del señor de la persistencia… La conversación fue breve pero Milo dejó en claro varios puntos para que la “cita” se llevara a cabo sin ningún tipo de problema

~Nada de preguntas incómodas

~Nada de manoseo

~Nada de invasión al espacio personal

~Nada de insinuaciones

Y un montón de puntos más los cuales prometían que la cita sería de lo más aburruda que uno pueda pensar. Pero Minos tenía sus trucos bajo la manga, y pidió a Milo que la cita fuera por la noche, para su punto de vista, no era una cita si se realizaba por la tarde, le parecía absurdo. Tenía muchos planes para su noche con el joven estudiante y no quería arruinarlo, aún así haría hasta lo imposible para llevárselo a la cama

 

Esa noche…

 

Minos esperaba ansiosamente sentado en su coche, no entendía muy bien el por que Milo insistió en ir por su cuenta y no quiso que fuera a recogerlo. Eso dio tiempo al peligris, de pensar las mil y unas maneras en las cuales podría envolver a Milo para lograr llevarlo a la cama, esa era su meta desde que conoció al muchacho y no solo querían eso, sino que también estaba dispuesto a tenerlo solo para él. Sin darse cuenta, el chico se estaba volviendo una obsesión en su vida y eso no se veía nada bien…

 

Milo por su parte trataba de ralentizar el tiempo con su caminar lento y pausado, no quería ni imaginarse lo que ese viejo quería hacer con el, otra vez necesitaba hacer que las horas pasaran rápidamente y la manera en la cual se encontraba enfrentando sus idioteces era todo lo contrario.  Necesitaba terminar con eso rápidamente antes de que sucediera algo terrible, tener que acercarse a ese tipo le hacía revolver el estómago, odiaba con todas sus fuerzas a las personas pálidas como ese, para el eran lo más desagradable del planeta y muy pocos solían gustarle o al menos ser calificados de buena manera por él. De solo pensar en eso, se volvía loco y quería huir pero si no cumplía con lo pactado, se vería en graves problemas... Sus compañeros y algunos conocidos del individuo en cuestión, afirmaban que su estado mental era el de un psicópata, quizá lo decían por el aspecto sádico de Minos, pero más vale ser precavido –rocío de pimienta en el bolsillo y todo estaría perfecto- la mente de Milo iba a 800 kilómetros por hora y cuando menos lo esperó, ya se encontraba en el punto de destino de la cita: “OTRO RESTAURANTE” lo primero que le cruzó por la mente fue la desastroza cita con Saga y muchas travesuras calientes con Aioria.

_Buenas noches, Milo, es un placer tenerte para mí esta noche…_ fue el saludo que emitió Minos al estar frente al joven. Provocándole un pequeño escalofrío nada bueno al menor, que apenas se limitó a hacer sonidos sin poder articular una sola palabra.

La cena se veía deliciosa pero para desgracia de Milo, la tez pálida de Minos le robó el poco deseo de ingerir algo durante la velada. Era bastante exagerado por parte de Milo, creer que estaba sentado frente a un cadáver putrefacto, no era algo normal de pensar, simplemente se trataba de un ser humano común pero con una mirada insinuante, una sonrisa macabra que no se borraba ni con la peor desgracia y piel tan pálida cual podía divisarse fácilmente el color verdoso de las venas a través de ella. Tal vez era esa expresión de perversión o degenerado, cualquiera de las dos palabras iba a la perfección con la descripción del peligris pero al más jóven no le agradaba para nada. Un hombre inquietante, en pocas palabras…

La cena se enfrió entre los pensamientos de Milo, la noche parecía estar del lado de Minos y eso no era bueno, el peligris observaba al menor con notable lascivia, acompañado de una copa de Champagne que enloquecía su interior y no lo dejaba pensar con claridad, lanzarse sobre el muchacho no era algo muy coherente, pero las ganas estaban y no podía ocultarlo. Aquellos labios… quería, moría por problarlos, odiaba al afortunado que los degustó por primera vez, odiaba cada segundo desperdiciado ocultando las apariencias, ocultando la desesperación que recorría su cuerpo en esos momentos, odiaba no poder acercarse al joven y hacerlo suyo, destrozar esa barrera que era la realidad, que impedía el acercamiento insinuante que el tanto deseaba para con el peliazul, pero debía conservar la calma hasta el momento adecuado para entrar en acción bajo las órdenes de sus deseos carnales, bajo el dominio inconsiente de la belleza de Milo.

Los ojos del menor divisaron la mirada del otro, esa mirada insinuante que el tanto detestaba, odiaba y aborrecía, no podía creer hasta donde era capaz de llegar para conseguir lo que quería, sentía vergüenza de si mismo, nunca pensaba las cosas antes de hacerlas, era tan impulsivo e idiota. Ahora debía aguantar al pervertido maniatico que tenía delante, solo para saldar una deuda, y quizás –si lo pensaba bien- de seguro el peligris le pediría más oportunidades para salir y él como todo un completo imbécil, le contestaría de manera positiva, haciéndole más ilusiones y creándole nuevas espectativas a aquel hombre que tanto odiaba.

 

La cena fue por demás aburrida. No encontraron puntos en común sobre los cuáles hablar, tampoco es que Milo quisiera, pero al menos si el tipo fuera agradable como Kanon o Aioria, sería mucho más interesante compartir o intercambiar opiniones, debatir acerca de algo interesante o de puras bobadas como le era de costumbre con aquellos a quienes en realidad quería o admiraba, Minos, por su parte, pasó las dos horas que estuvo con el chico, planeando como llevarlo directamente a la cama y tuvo un plan “brillante”…

 

_Milo… yo se que quizás no te agrado, debido a los rumores que se han divulgado acerca de mi a través de los años en los cuáles enseño en la escuela… No soy esa clase de persona, soy normal, como cualquiera de todas estas personas, como todos los humanos normales. ¿Crees que si estuviera enfermo de la mente como se suele decir, estaría aquí contigo en estos momentos?_  diciendo esto, observó un cambio en la mirada del joven, parecía estar “entendiendo” y asimilando todas y cada una de sus palabras, viendo esto, concluyó: _Sé que no soy muy atractivo, y debido a eso, estoy muy solo, no logro adaptarme al resto por más normal que actúe, no me siento muy bien al decirte esto pero creo muchas veces que sería mejor que muriera… aunque me gustaría morir felíz y sabiendo que al menos una persona en el mundo sintió algo por mí.., no espero que sientas lástima ni que me entiendas por completo, pero si me lo permitieras, yo quisiera…_ en ese momento, redujo la distancia entre ambos, rompiendo las reglas impuestas por el propio Milo, invadió su espacio personal, propinándole un beso en los labios, asesinando al condenado deseo que mantuvo desde que conoció al pequeño Milo en sus 13 años, si, parecía un pervertido y solía decirse eso de él por su apariencia y quizás la gente no tenía fundamentos para afirmarlo pero lo era…

El beso fue correspondido, fue inconsiente y efímero, pero al fin y al cabo, Minos obtuvo aquello que deseó hace unos años… así, mientras mantenía enredado y confundido al “pequeño” Milo, logró hacerle beber un poco de su Champagne y llevarlo hasta su automóvil para concluir con el plan de su noche perfecta esa misma noche…

 

Ya en casa de Minos…

 

Milo se sentía mareado a causa del viaje, su cabeza daba vueltas mientras era ingresado en aquel departamento lujoso, lo único que quería era dormir, dormir como nunca lo había requerido antes pero, un fuerte deseo se apoderó de su cuerpo, sin pensar ni darle más vueltas, se quitó la ropa e ingresó en la cocina, donde logró divisar a Minos, que preparaba algunas proviciones para disfrutar de la noche, sin previo aviso lo besó con urgencia y desesperación, obligándole a abandonar sus labores para determinantemente atenderle en ese momento.

Al no aguantar más, Minos colocó a Milo sobre las encimeras, en una posición bastante favorable; el cuerpo sobre la fría cerámica, listo para recibir las atenciones que le serían dadas. El endurecido miembro del mayor palpitaba dentro de su ropa, en un acto salvaje, lo colocó en la entrada del menor y empujó sin haberla preparado anteriormente, un fuerte grito escapó furtivamente de los labios del más joven, provocando aún más excitación en el peligris, quien no dudó en comenzar a moverse en un vaivén desenfrenado, placentero para él, toruoso para el muchacho, que no paraba de gemir fuertemente,  en un principio a causa del dolor, luego de placer, como es la costumbre, los jadeos y gemidos plagados en lujuria, no se hicieron esperar y ambos se encontraban en igual condición, ambos gritando, gimiendo, jadeando, maldiciendo y balbuceando incoherencias. La vista nublada, ojos lagrimeantes, mejillas sonrojadas furiosamente, labios entreabiertos, el cabello revuelto y húmedo… una vista escandalosa y dulcemente perfecta para los ojos de Minos, ese niño tenía un cuerpo y rostro perfectos, tan endemoniadamente hermoso, la transpiración que humedecía esa piel de tono canela, las piernas largas… se veía delicioso~ Embistiéndolo una y otra vez, besándolo, acariciándolo, todo aquello parecía salido de una especie de libro erótico, esa criatura demoníaca dueña de sus pensamientos y fantasías, estaba recostada debajo de él, gimiendo, respirando entrecortado… casi sin aire… moviéndose con él, pidiendo a gritos que continuara con esas caricias, con aquellos movimientos de la mano sobre su miembro erecto a punto de derramar su dulce néctar sobre ella, la escena era perfecta, no había más palabras que decir sobre aquello, el orgasmo llegó a Milo tan inesperadamente que con un descarado gemido gutural, se corrió en la mano de su compañero, otorgándole la mejor imagen pornográfica que haya visto jamás en su vida y provocandole una eyaculación extremadamente fuerte en su interior, arqueando la espalda, gritando poseído por el orgasmo que esperó por tanto tiempo… se dejó caer al lado del joven y allí permanecieron ambos, en el piso de la cocina, habiendo cumplido su mayor deseo, durmió tranquilo esa noche…

 

La mañana llegó y ambos se encontraron desnudos y adoloridos, el piso no era precisamente un lugar donde descansar cómodos después de una noche de pasión, pero Minos se ahorró el lavado de las sábanas. Milo no pudo pedir más que un analgésico y un baño para quitarse auquel aroma que deja el sexo… Concluyendo esto, se dirigió a su casa, debía recoger sus cosas para ir a la escuela, tenía que contarle todo a Aioria. Por su parte, Minos se encontraba completamente feliz.

 

Varias semanas transcurrieron después del episodio en la casa de Minos, pero éste parecía vivir recordando el momento justo en el cual Milo, desnudo y caliente salía de la olla que le hirvió para lanzársele encima reclamando absoluta atención, no dejaba de pensar en ello, no quería dejar de pensarlo y no lo haría, su vida entera a partir de ese momento giraba alrededor de aquella obsesión descabellada por tener a Milo alejado de la civilización, convertido así en un esclavo sexual plena y absolutamente dedicado a satisfacer sus necesidades carnales, desde ese momento , decidió que Milo sería suyo para siempre.

 

Milo, por su parte, había pasado unos meses agotadores, tras los exámenes finales que tuvo que aprobar sacrificando más aún su dignidad y auto-respeto, pero al fin y al cabo logró cumplir con las expectativas que tenían sus padres, pasó de un mocoso de secundaria a un universitario “honorífico”, junto con Aioria, su fiesta de graduación se aproximaba y eso sería a puro descontrol antes de viajar de nuevo a Grecia para empezar sus tan deseadas vacaciones, pero su gran problema era Minos, este hombre parecía no entender el concepto de PAZ e invadía a Milo con mensajes de texto y llamadas terriblemente exasperantes, también lo interceptaba en la escuela e incluso lo seguía desde la salida de la escuela hasta la casa, o hacia donde se dirigiese, el joven peliazul ya no contaba con la tan anhelada PRIVACIDAD que se le otorgaba por derecho a cada ser humano, a pesar de no ser consciente de aquello, sentía que nunca estaba solo, misteriosamente ALGO lo perseguía sin cesar y Milo no se iría de aquel lugar sin saber QUÉ o QUIÉN lo estaba acosando desde las sombras… Por eso convocó a la “Gran Asamblea de los Derechos Humanos” (?) – Es decir Aioria – para desentrañar aquel misterio que surgió desde hacía exactamente cinco meses y contando.

 

La idea de hacer de detectives, a Aioria le pareció divertida pero riesgosa, no sabían a quién estaban siguiendo y si metían la pata quizá lo lamentarían o peor aún. Pero de todos modos era algo muy divertido. Pero todo intento por desenmascarar al acosador fue en vano, por lo que decidieron pensar que Milo estaba paranoico y que debería visitar a un psicólogo. Pero justo cuando se rindieron por completo, algo llamó la atención de Milo, y es que una noche en un bar con Aioria, vió esa cabellera plateada y recordó haberla visto horas antes, cuando ellos partían hacia el lugar actual. Quizás aquel hombre o mujer de larga cabellera, podía ser el culpable que buscaban, y no tardó en comunicárselo a su amigo, para que pusiera más atención alrededor, Mientras Milo se ocupaba de observar un punto importante en los glúteos de una muchacha de falda corta, Aioria notó que precisamente ESE tipo era el profesor Minos, ese tipo tan desagradable como siempre, incapaz de ocultar la rabia que le provocaba el ver a su Milo junto con Aioria y a propósito, coqueteándole a una jovencita de caderas anchas, con todo el descaro del mundo, no contuvo más su enojo y arrojó la copa que sostenía en la mano momentos antes, y se marchó dejando perplejas a las personas que allí estaban.

Aioria se dedicó a guardar silencio y esperar a estar seguro de todo aquello, no podía acusar a alguien sin verlo dos veces al menos, y el resto de los días se dispuso a observar detalladamente con ojos de águila, todo aquello que le resultara extraño mientras estaba en compañía de Milo.

 

Cada vez era más frecuente encontrarse con aquel señor canoso que frecuentaba “casualmente” los mismos lugares que Milo, y todas las veces, tomaba asiento en una mesa de espaldas al joven, parecía muy coqueto, ya que la mayoría de las veces sostenía un espejo, era algo bastante obvio y Aioria no dejó pasar por alto aquel comportamiento, ese hombre no parecía estar interesado en el menú de cada restaurante que visitaba o de los bares a los que asistía, el menú visual era suficientemente llenador, hasta podía causarle un atracón de vez en cuando, no era por lo desagradable que podía ser Milo, al contrario, él AMABA LOCAMENTE lo cerdo que podía llegar a ser el peliazul, pero el hecho de verlo con Aioria u otras personas, le provocaba una mezcla de rabia, celos y un fuerte odio, se suponía que Milo era suyo desde esa noche en la que ambos se entregaron al abismo salvaje del sexo, pero también parecía que el jovencito no había entendido el concepto propietario que tenía Minos sobre él, y parecía que no lo entendería por su cuenta, de hecho, el mayor se daba cuenta de que el momento de actuar se aproximaba y no iba a dejar escapar la oportunidad de tener a Milo para siempre.

 

Milo no podía creer lo que sucedía, ¿Acaso ya no podría escapar de ese loco?, el tipo volvía a perseguirlo a través de los mensajes de textos e intentos desesperados por comunicarse mediante llamadas telefónicas, ya era demasiado, era denso y sobretodo pesado. Cuando entendería que jamás volvería a meterse con él? El solo pensar en la manera de decírselo era algo que no lograba elaborar en su cerebro, podría pensar en las tantas formas de detener aquel acoso.

El tipo había cambiado el número telefónico varias veces para lograr escuchar al condenado dueño de sus fantasías y deseos retorcidos, que ya no recordaba la incontable cantidad de veces que trató de ubicarlo, de hecho, Milo ya se estaba hartando y Minos se exasperaba con aquellos desplantes que le otorgaba el joven, la palabra PERSISTENTE era la correcta para describir a Minos, era un viejo caprichoso y demente, y tampoco se rendiría fácilmente, las personas trastornadas como el, deberían estar encerradas en cuatro paredes acolchonadas.

 

Esa tarde, Milo no tenía ganas de salir, se sentía tan agotado de perseguir a ese maniático psicópata sexual, que había olvidado lo bien que se sentía descansar durante todo un día de verano. Solo le faltaba una dosis de videojuegos con Aioria y su vida sería completamente felíz~ últimamente pasaba demasiado tiempo con Aioria y hasta solía tener sueños eróticos en los cuales era incluido, no le era para nada desagradable, sabía que Aioria no se quejaría, de hecho sabía lo que diría o incluso haría el castaño después de oír aquello, y no es como si le molestara… Justo como si fuese invocado por Milo al pensar en él, apareció Aioria para cumplir la fantasía de Milo, sobre todo la de tener sexo en la casa, a sabiendas de que toda la familia allí se encontraba, sin importarles nada en absoluto, comenzaron a frotarse, gemir, gritar, y gruñir como un par de animales apareándose mientras la familia incrédula, creía que jugaban… demasiados gritos y gemidos no eran normales, y mucho menos aquellos jadeos y voces entrecortadas balbuceando palabras como poseídos, todo eso hizo que los habitantes de la casa e incluso los vecinos quedaran boquiabiertos tratando de evitar que los niños que estaban cerca escucharan aquellos sonidos tan vulgares.

 

Por su parte, Minos no pensaba en rendirse, aún oyendo aquello que oyó todo el vecindario, aun con los terribles celos que le causaba que su chico estuviese con aquel castaño, aún sabiendo que aquellos gemidos eran más intensos comparados con los de esa noche que estuvieron juntos, aún así  no bajaría los brazos, sabía que debía dejar de perseguir a Milo pero no lo haría, necesitaba saber todo acerca de su vida diaria, necesitaba verlo, aunque desde lejos y sin poder tocarlo no soportaría demasiado, pero de todos modos no abandonaría a Milo, después de todo, aquel joven era suyo, así era y siempre lo sería. No estaba loco, claro que no…

Notas finales:

Bueno, las dejo ahí, creo que va a haber Minos para raaaato y no es que yo quisiera pero no puede dehacerse de él en un solo capítulo, además lo veo muuuuy bueno para otros caps~ 

 

Espero que me banquen hasta Enero, Febrero o Marzo porque en Noviembre me voy a trabajar y vuelvo en Enero y ya saben lo lentilla que es su autora! xDD 

 

Bien. espero que lo hayan disfrutado y no se hayan mareado! 

 

Nos vemos en el siguiente capítulo~ o cualquier consultilla pueden unbicarme en mi twitter @Megami_Pallas y ahí pregunten lo que se les antoje o pueden pedirme algún fic (de preferencia One-Shot) xDD 

 

Byeee~!


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