2.- Odiosamente Amado.
Kuroko’s POV
Escucho cuando el pelirrojo cierra la puerta principal. Boto el aire que estuve conteniendo y me deslizo por la puerta. Esto es terrible, me agarro el cabello y tiro levemente, jamás debí decirle que soy gay. Pero es que tuve la pequeña esperanza...
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Imaginación de Kuroko:
- A mí no me gustan las chicas.
- A mí tampoco Kuroko, me gustas tú.
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De acuerdo, eso jamás hubiera pasado, estamos hablando de Kagami. Pero tampoco era para que reaccionara así ¿Acaso le doy asco? Su rostro reflejaba un debate interno que jamás sabré. Suelto un bufido, me pregunto por qué tiene que ser tan idiota. Debería darle lo mismo mi condición sexual, se supone que somos amigos, independiente de lo que yo sienta por él.
Me levanto y salgo lentamente, camino hacia la cocina y preparo una taza de té. Estoy muy enojado, además ¿por qué él actuó así con Aomine? Fue como si yo estuviera haciendo algo malo. Enserio actuó como un completo troglodita. Y ni siquiera me dijo que pensaba sobre lo que le dije.
Lo que hace peor el hecho, es que realmente no soy homosexual, bueno, no del todo. Porque el único hombre que me ha atraído ha sido él.
Vierto el agua en la taza, agito la bolsa de té y el agua adquiere el tono oscuro de la hierba.
Sé que no puedo enojarme. Bueno, sí, estoy muy molesto, pero no quiero estarlo. Vino a hablar conmigo y yo lo eché, suelto un suspiro cansado. Bien, mañana me disculparé en la escuela.
Cuando salgo veo una nota sobre la mesita de centro. Frunzo el ceño, no recuerdo que haya estado ahí antes.
- N° 2- llamo al lobuno perro. Pero no da señales de vida.
Pongo una mueca de extrañeza y tomo el papel mientras miro hacia los lados para ver si sale el cachorro.
"No quisiste oírme, quizás a N° 2 le haga mejor estar con alguien menos testarudo"
Kagami.-
Mi ceja tirita en un tic irritado. ¡Maldito Kagami! Ni siquiera le gustan los perros... Y yo que pensaba en disculparme. Eso quiere decir que debo ir a buscarlo. Cómo lo odio... Así es que se saldrá con la suya y tendré que escucharlo. Bueno, ¿a quién engaño?, sí quiero escucharlo y también arreglar las cosas.
Me giro y tomo el teléfono para llamar a mi madre. Le aviso que saldré a hacer un trabajo de la escuela a la casa de un compañero. Aunque la verdad es que asesinaré a un compañero.
Me abrigo y salgo cerrando la puerta mientras hago memoria de la dirección del pelirrojo. Camino hasta su departamento, toco el timbre y escucho los ladridos de mi perro, seguido de los pasos hacia la puerta.
- ¡Kuroko!- exclama el de ojos rojizos- Qué sorpresa.
- Dame a N° 2- es todo lo que digo, con el semblante de siempre, y es que tampoco puedo poner otro.
- Mejor pasa, no viniste de tan lejos para irte sin descansar un poco.
Me quedo viéndolo un instante, entro sin saber con exactitud por qué, pero sin darme cuenta estoy sentado en un mullido sillón mientras el alto pelirrojo camina hacia la cocina. Su departamento es amplio, sin muchos muebles, está ordenado y se ve bastante sobrio. Muy propio de Kagami.
Se acerca ofreciéndome una taza de té. Me la bebo, el que preparé en casa se enfrió antes de salir. Mientras trago el líquido siento su mirada, está en silencio y sé que espera a que yo inicie la conversación.
- ¿Por qué te llevaste a Tetsuya 2?
- Porque no querías escucharme- responde con voz tranquila.
- ¿Y cómo querías que te escuchara? Desde ayer que actúas como si tuvieras doce.
- ¡¡Eso es porque tú lo provocaste!!- exclama enfadado, agita sus brazos y yo suelto un suspiro. -¡Me acusas de homofóbico! ¡Me evitas! ¡¿Y te vas a entrenar con el idiota de Daiki?!
- No es necesario que grites- replico con voz cansada.
- ¡Eso es porque no me escuchas cuando te hablo!
- Bien- suelto, bebiendo un sorbo de té- Te escucho.
El de ojos carmín suspira, se agita el cabello mientras se recuesta sobre el respaldo.
- Yo no soy homofóbico- dice. Yo dejo la tasa sobre la mesa y me giro a verlo. Está serio, con el ceño levemente fruncido- Todo lo contrario.
- ...- El que frunce el ceño ahora soy yo.
- Esto... esto es complicado.
Kagami apoya sus codos en sus rodillas, agachando la cabeza y ya no puedo ver su rostro con claridad. Está con su debate interno, lo conozco tan bien... pero no sé qué es lo que intenta decirme y eso me pone nervioso aunque no lo demuestro.
- Me da igual si te gustan los hombres, las mujeres o los perros- prosigue con voz temblorosa- Siempre serás importante para mí, Kuroko.
Abro los ojos asombrado, el estómago me da un vuelco cuando ésas orbes rojas se posan en mí. Kagami levanta su mano y la apoya en mi nuca, acercándose. Acercándome. Provocando que se me ericen los bellos de la piel.
- Me gustas, Kuroko.
Se me corta la respiración. Mi mente queda en blanco abrumada por sus palabras. Pero Kagami no me da tiempo y se inclina lentamente. Sus labios se posan en los míos, delicados, en un roce suave. Se aleja y yo me quedo estático anhelando un nuevo contacto, el cual no demora en llegar. Taiga toma mis labios, abriendo más su boca y profundizando el beso. Acaricia mi boca con cariño, con una delicadeza muy inusual en él. Una que tiene sólo conmigo.
Se aleja y me observa atento, deslizando su mano desde mi nuca, rozando mi oreja y acariciando mi mejilla. Es áspera, mientras su pulgar roza la enrojecida piel de mi rostro.
- Lamento no haber sido sincero, pero ni yo me había dado cuenta de lo que ocurría- sonríe con vergüenza- Además ni siquiera me diste tiempo de procesar lo que decías y yo... bueno... no soy muy bueno con est...
Interrumpo sus estúpidas palabras con un leve beso. Sé que es un idiota, pero es el idiota al que quiero. Sí, no sé realmente cuándo sucedió, pero el pelirrojo me tiene enamorado desde hace algún tiempo. Ni siquiera sé si soy gay porque el único que me ha gustado ha sido Kagami.
Ningún otro. Nunca. Decírselo fue el primer paso para confesarme, pero no salió como lo esperaba. El muy imbécil se quedó en shock, tartamudeó y luego se quiso ir ¿Y qué quería que pensara? Que es homofóbico, era lo más obvio. Al final me sentí humillado y lo evité. Ahora ha secuestrado a mi perro... y creo que es extraña y estúpidamente romántico. Él odia a los canes.
- Tú también me gustas, Kagami-kun- digo tomando su mano y dándole un suave apretón, sonrío levemente y el pelirrojo se ruboriza al instante.
- Bueno yo... este... no soy bueno con estas cosas- confiesa desviando la vista- Así que está demás decir que todo esto es nuevo para mí.
Sonrío dulcemente, haciendo que el de ojos carmesí se ruborice con ese semblante serio. De pronto se hace un profundo silencio, pero no digo nada, sé que Kagami está pensando.
- Kuroko- dice sin dejar de mirar el suelo, y más que verlo tierno, me está poniendo nervioso- ¿Quieres ver una película? Aún quedan unas horas para que lleguen tus padres.
- ...- Realmente estoy asombrado, pero la idea me gusta- Claro.
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El pelirrojo está sentado y yo apoyando la espalda en su pecho. Vemos una película norteamericana, "Los Piratas del Caribe", mientras pasa su brazo por mis hombros y su mano descansa en mi pecho. Su respiración era bastante irregular, nerviosa. Ahora está tranquilo y ríe de vez en cuando, haciendo que el sonido reverbere por mi espalda.
Jamás pensé que él me correspondiera, y ahora estamos aquí, viendo una película como una pareja que recién comienza a descubrirse.
Cambiamos el canal y a mí aún me queda un rato antes de irme, cuando intenta moverse, alzo mi mano y entrelazo los dedos con la suya que cae por mi hombro. Jugueteo con sus dedos y siento su corazón agitarse contra mi pecho.
- Kuroko.
- Mn.
- ¿Qué hubo entre tú y Aomine?
Me tenso. Mordiéndome el labio dejo de juguetear con sus largos dedos, pero no lo suelto. Es la segunda vez que me pregunta lo mismo.
- Lo sabía- murmura removiéndose incómodo.
- Jamás ha habido nada de índole romántica- respondo rápido, no quiero que me suelte. Y no quiero otro malentendido- Él era como mi hermano mayor, me abandonó y se convirtió en un arrogante monstruo. Por ello me cuesta hablar del tema.
- ...- El pelirrojo guarda silencio y yo sonrío al pensar que está celoso- Lo lamento- dice por fin- Es sólo que... al ser tu luz anterior...
- Sólo me gustas tú, Kagami-kun- lo interrumpo con voz suave.
De pronto el de ojos rojizos me gira con su agarre y se inclina para besarme. Suave, lento. Se aleja y me sonríe dulcemente.
Porque así es como se ha comportado conmigo en este rato juntos.
Su lengua acaricia mi paladar, causándome cosquillas. Abro más la boca para que ese músculo entre más profundo, agitándose sobre mi lengua. Se apodera de mis labios con más intensidad, me aferro a sus mejillas y caemos en el sillón. Su peso es agradable mientras se sostiene sobre sus codos y sus manos se aferran a mis hombros.
Cuando me besa siento que intenta descubrir mi boca y yo exploro la suya, sus mejillas calientes contra mis palmas me dan indicios de que el ambiente se intensifica.
De pronto se aleja jadeando sobre mis labios y lo miro con mi corazón palpitando a mil por hora.
- Los siento, quizás voy muy rápido- dice sonriendo con pesar.
- Vas perfecto, Kagami-kun.
Se acomoda a mi lado y sostiene su cabeza para verme, yo sigo acostado junto a él, aunque ahora siento algo de frío, así que me giro acurrucándome contra su cuerpo.
- Jamás he estado con nadie- murmura, y por el tono, sé que le cuesta hablar del tema- Así que debes decirme si algo te incomoda...
- Kagami-kun- vuelvo a interrumpirlo, por cuarta vez en la tarde- Juntos haremos que esto funcione.
- Eres importante para mí, Kuroko, quiero que lo tengas muy en claro.
Cuando dice mi nombre, con esa voz ronca que reverbera por todo mi ser. De esa manera tan informal...
- No me había dado cuenta hasta hoy, cuánto te quiero.
Aprieto más su playera, hundiendo mi rostro en su pecho, aspirando su aroma y embriagándome de él.
- Yo también te quiero... tanto...- murmuro aún más sonrojado.
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Estamos frente a la entrenadora, le pide al pelirrojo que trate de descansar sus piernas para el próximo partido. Pero el más alto es tan terco...
Tenso la mano y le pego bajo las costillas. El golpe es certero y le quito el aire mientras se pone morado.
- E-ere-eres un b-as-tardo- intenta decir sin aire.
- Él se quedará en las bancas por ahora- contesto sin siquiera mirarlo.
De pronto el golpe me llega igual de certero, se me escapa el aire y ahora soy yo el que está morado.
Me sobo la zona herida y lo miro, Kagami se inclina quedando a poca distancia de mi boca y agita mi cabello esbozando una sonrisa que se me contagia, aunque no tan amplia.
- ¿Y a estos dos que les pasa?- escucho preguntar al capitán.
- Ni idea- responde Riko, con un leve rubor en las mejillas
No creo que sea necesario contarles ¿no?