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Una reunión inesperada con Draco Malfoy por Timothy_William

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  1. 2.  Draco Malfoy no es un hombre fácil de tratar.

-Está bien, en cuanto llegue Ron empezaremos.

Harry estaba algo nervioso –no había podido dormir en toda la noche. A las seis de la mañana ya estaba duchado, desayunado y dispuesto a empezar el día, así que convocó una reunión de urgencia para las ocho, con todo el equipo que tenía destinado a El Placer.

Obviamente, Ron llegaba tarde.

Por otro lado, no sabía hasta qué punto debía ser fiel a los hechos que vivió anoche. Es decir, lo que había descubierto de Malfoy hacia él afectaba a la misión y a las relaciones que se deberían trazar si esperaba llegar a trabajar con la C.I.M. en esta misión, pero no dejaba de parecerle un puñetazo a la intimidad de Malfoy el contárselo a su equipo.

-¡Harry! Jefe… Joder, lo siento tío, me he dormido, acabo de ver lo de la reunión.

Las ocho y media.

-Vale, no pasa nada Ron, pero la próxima vez…

-Sí, claro, vale. Sí –Ron se sentó al lado de Patrik, un hombre de increíbles dimensiones-. Bueno Harry, tu dirás.

-¿Cómo fue ayer, jefe? –preguntó Cleo.

Harry tragó saliva e intentó calmarse.

-¿Ayer? Ya, bien. Bien, supongo que bien –volvió a tragar-. Llegué a la reunión haciéndome pasar por Eddard, como habíamos planeado. No obstante… Vamos, que nada salió como se suponía que debía salir.

-¿Qué quiere decir eso? –aquél era Corner.

-Nada especial.

-¿Pudiste identificarlos?

-Sí Jon, la verdad es que sí… Eran Theodore Nott y Draco Malfoy –en cualquier otro momento le hubiese hecho gracia las caras que se les habían quedado a todos-. Pero no es lo que parece. Theodore Nott trabaja para el cuerpo de aurores alemán, por lo visto, y está en esta misión igual que nosotros, intentando llegar al fondo de todo y acabar con esta puta pesadilla. Corner, Patrik –estos asintieron-, ¿podéis corroborar esta historia? Lo habría hecho yo mismo, pero la verdad es que no he tenido tiempo.

-¿Hablamos con el Ministerio Alemán, jefe?

-Sí, o no, como queráis, pero quiero un informe al final del día sobre mi mesa, ¿entendido? –ambos asintieron-. Genial, os podéis ir y empezar a trabajar.

En cuanto quedó solo con sus tres de confianza –Ron, Jon y Cloe-, Harry les contó que Draco Malfoy trabajaba para la C.I.M. inglesa, y que quería un permiso especial del Ministro, o de quien fuese, para poder trabajar con ellos en esta misión.

-Esto es imposible, jefe –dijo Cloe-. El Ministro no tiene potestad para ponernos en contacto con la C.I.M., de hecho sólo ellos pueden pedirnos colaboración, desde dentro.

-Joder. ¿Y qué propones? –a Harry seguía pareciéndole increíble el poder que tenía esa gente dentro de la sociedad mágica.

-Bueno –comenzó Ron-, podríamos ponernos en contacto con Malfoy, ¿no? No es que me guste la idea, pero sabemos dónde vive, y podemos mandarle una lechuza, o lo que sea. Además, él ya sabe que tú estás en el caso, ayer te vio y… No sé, ¿cómo lo veis?

Harry asintió. Era lo más sensato, a pesar de todo.

 

Malfoy,

me gustaría verte para poder hablar. Quiero disculparme por mi comportamiento de anoche, y también quiero proponerte trabajar juntos.

Contéstame, por favor, diciéndome cuándo te va bien quedar, y dónde.

Atentamente,

jefe de aurores,

Harry Potter.

 

Hazme un favor y pasa de mi, Potter.

 

Harry cerró los ojos e intentó respirar antes de empezar a maldecir a diestro y siniestro. Definitivamente, Malfoy lo sacaba de quicio. Le había dicho que quería pedirle disculpas, y le había dejado claro que quería trabajar con él, nada más. ¿Por qué le contestaba así?

Pasó toda la semana sin que Harry volviese a tener noticias de Malfoy.

Él y su equipo se habían centrado en la información que podían recibir o constatar del Ministerio Alemán, ahora que ya habían confirmado que, efectivamente, Theodore Nott trabajaba para ellos. Por otro lado, y de manera muchísimo menos oficial, Hermione (una gran inefable) le había confirmado que Malfoy trabajaba para la C.I.M., haciéndole jurar que nunca le diría a nadie que había confirmado esa información por ella.

Llamaron a la puerta de su despacho.

-Adelante.

Jon abrió la puerta, la cerró y se sentó delante de Harry.

-Jefe, acabamos de recibir un nuevo informe de los alemanes. Lo están traduciendo, no creo que tarden más de media hora.

-Oh, genial. Gracias por avisarme.

Jon rio.

-De nada, jefe.

Oh, sí, la sangre que le subía hacia las mejillas le acababa de recordar a Harry que tenía una conversación pendiente con Jon. Pero por Merlín que no quería mantenerla en esos momentos.

-Genial, ¿hay algo más?

-La verdad es que no. Vendré luego con el informe. Hasta luego, jefe –Jon se levantó y salió del despacho, cerrando tras de sí.

Harry había estado pensando bastante en Jon, y no podía negarse que le desconcentraba. Nunca había llegado a extremos, como fallar en algo crucial en una misión de campo, pero no podía asegurar que no fuese a pasar. Le desconcentraba demasiado. Así que lo mantendría alejado de él, lo destinaría a otro equipo, como jefe de equipo o algo así. Ya se inventaría algo, pero lo quería bien lejos de él. Como mínimo en el ámbito profesional, en lo personal ya era otra cosa…

Lo difícil venía cuando pensaba en cómo le iba a decir eso a Jon sin entrar en, digamos, incómodos detalles.

Harry suspiró. Estaba muy cansado.

Recogió todos los papeles que tenía esparcidos por encima de la mesa y los fue guardando en sus correspondientes carpetas. Limpió la máquina de café y la infinidad de vasos que había ensuciado y se dispuso a marcharse a casa. Necesitaba descansar. Se puso la chaqueta y cerró la luz antes de abrir la puerta y llevarse un susto de muerte.

-¡Joder!

Draco Malfoy estaba allí, de pie plantado en mitad del pasillo. Vestido todo de negro, claro, y con ese cabello tan brillante, casi blanco.

-Malfoy, por Merlín, casi me da un ataque. ¿Qué haces aquí?

Si no fuese por la poca luz que había, Harry hubiese jurado que Malfoy le había sonreído.

-Tengo que hablar contigo, Potter.

-Oh, eh, claro, sí. Claro. Pasa –volvió a abrir la puerta y encendió la luz. Esperó a que Malfoy entrase y cerró con un hechizo, por si acaso; aquello le olía raro. Ambos se sentaron-. ¿Qué sucede?

Malfoy tomó aire.

-Tenéis presos a ciertos integrantes de El Placer –Harry asintió, expectante-. Bien, sólo quiero que sepas que mañana los vendré a rescatar.

-¿Cómo?

-Como que mañana los vendré a rescatar, Potter.

Harry bufó, molesto.

-Eso ya lo he oído, joder. ¿Podrías explicarte, o es mucho pedir?

-Como miembro de la C.I.M. estaba destinado a acabar con El Placer, así que tomé la insana decisión de infiltrarme entre ellos. Hace casi dos semanas que los aurores tenéis presos a ocho miembros de El Placer. Bueno, a siete si contamos que Eddard fue trasladado ayer a Rusia –Harry asintió-. Bien, creo que dos semanas es tiempo más que suficiente como para que alguien pueda trazar un plan de rescate.

Harry permaneció en silencio, esperando a que Malfoy continuara con su explicación. Unos minutos más tarde, Harry empezó a considerar la descabellada idea de que alguien pudiese considerar aquello como una explicación suficiente.

-Ya veo, Malfoy. ¿Y?

Malfoy levantó una ceja.

-Entiendo… Que alguien decida burlar la seguridad de un Ministerio de Magia para rescatarte, creo, es motivo más que suficiente para confiar en él. Sobretodo si lo sumamos a mis logros anteriores. Eso me facilitará bastante la misión.

-¿Y por qué me lo dices? ¿Me estás pidiendo permiso?

Malfoy casi ríe.

-No Potter, claro que no. Burlar la seguridad del Ministerio es algo insultantemente sencillo para cualquier mago medianamente bueno. Sólo hay una cosa que me preocupa, y eres . No quiero que, de golpe, te pongas en plan héroe, o vete a saber tú qué, y me jodas el plan, o me retrases más de la cuenta, ¿entiendes? Así que he venido a pedirte que mañana no te pases por el Ministerio.

-No tengo por qué obedecerte, y menos si no contáis con los aurores para nada, ¿sabes?

-Mira Potter, puedes hacerlo por las buenas, o por las malas. Son órdenes que vienen desde arriba. Los aurores estáis fuera de este caso, completamente, así que puedes acatar mis órdenes, o puedo comunicar tu desobediencia y hacer de esto algo mucho más complicado.

Harry asintió, decepcionado. Cuando había escuchado a Nott relatar el diario de Malfoy, algo en su interior se había iluminado, como chillándole que tendría una oportunidad con Malfoy: una oportunidad de entender qué fue para él la guerra, de hablar con el niño que fue incapaz de matar a Dumbledore, con el apadrinado de Snape, con el rubio más pedante que había conocido nunca. Pero no iba a ser así. Por lo visto, para Malfoy aquello no era más que un concurso para medir el grado de poder que tenían ambos, y aunque Harry estaba casi seguro de que si se plantaba en la oficina de la C.I.M. y reclamaba su lugar en aquella misión iban a dárselo, no tenía ningunas ganas de seguir discutiendo con Malfoy.

La decepción y la tristeza se plasmaban en los ojos de Harry, y Malfoy lo notó. Tal vez ninguno de los dos hemos cambiado tanto desde Hogwarts.

-Otra cosa, Potter, agradecería que llevases esto con la máxima discreción.

-Por supuesto –hizo una pausa-. ¿Algo más?

-No –Malfoy se levantó y caminó hasta la puerta-. Gracias por todo.

Luego salió de allí.

 

Dos días después Harry esperaba a Ron en una cafetería, para desayunar. Éste llegó con El Profeta en la mano, y lo tiró sobre la mesa.

-¿Me puedes explicar qué coño significa todo esto?

La mala hierba nunca muere, por R. More.

Draco Malfoy, el conocido ex mortífago, que fue perdonado tras la Segunda Guerra gracias al testimonio de Harry Potter, ayer mismo protagonizó un rescate ilegal a unos miembros de una peligrosa organización internacional llamada El Placer. Estos llevaban dos semanas presos en el Ministerio de Magia, bajo la supervisión de los aurores, cuyo jefe es el Honorífico Harry Potter. Draco Malfoy, que por lo visto realizó solo el rescate, entro en el edificio bajo un hechizo de ocultamiento que---

Harry dejó de leer.

-No tengo ni idea.

-Ya, ¿y esperas que me lo crea?

Harry suspiró.

-Venga Ron, no tengo ganas de hablar de esto, ¿sabes? Sólo sé que Malfoy vino a mi despacho a informarme de que esto iba a suceder y a pedirme que me mantuviese al margen. Ya sabes, cosas de la C.I.M.. No me mires así, tío. Ellos tienen su propio plan, y los aurores estamos fuera de esta investigación, ¿no? No veo por qué no ayudarles en lo que nos pidan.

-¿Ayudarles en lo que…? ¡Por Merlín Harry! Estamos hablando de Malfoy ¿y tú te fías?

-Tampoco es como si me fiase a ciegas, ¿vale?, Hermione nos confirmó que trabaja en la C.I.M., ¿o no?

-Sí, pero---

-Pero ¿qué, Ron? Cuando las órdenes vienen de arriba, se acatan y punto.

Ron se levantó y cogió el diario de encima de la mesa.

-Este no es el Harry que yo conozco, tío.

Lo miró durante unos segundos, con pena, y luego se fue.

Harry se quedó allí sentado, removiendo su café e intentando ignorar lo mucho que le había dolido aquella mirada. No, él no era así, efectivamente; pero por una vez en su vida, tenía ganas de dejar que otros hiciesen de justicieros del mundo. Tenía ganas de ser normal, o como mínimo, tenía ganas de encargarse de misiones que no requiriesen que se jugase la vida cada dos por tres, y que se pasase la vida viajando y que, en definitiva, no pudiese asentar la cabeza en un sitio ni con una persona.

Ahora empezaba a recordar por qué había rechazado hacer los exámenes para la C.I.M. cuando Hermione se lo propuso. Me gusta luchar por la justicia Hermione, y lo sabes, pero ahora tengo ganas de… No lo sé, pero no quiero vivir siempre en medio del pánico de no saber si podré salvar al mundo de los malvados más malvados de todos. Entre los aurores estaré bien, créeme.

Lo único que era incapaz de entender de todo aquello –y que no podía sacarse de la cabeza- era el por qué Draco Malfoy había considerado que que quería vivir una vida de aquél tipo. Le parecía increíble.

 

  1. 3.  Dos años más tarde.

Abrió la puerta a toda prisa, con una mano, mientras con la otra sobaba la polla de Jon por encima de sus pantalones. Tardó más de lo que esperaba en abrir, pero una vez dentro del piso, cerró de un portazo y se dirigieron a su habitación, entre beso y beso.

Hacía bastantes años que Harry soñaba con ese momento, y aunque ambos sabían que aquello era cosa de una sola noche (de hecho, Jon no cesaba en afirmar que él era heterosexual), ahora mismo daba igual. Lo único que importaba en aquellos momentos era la polla de Jon, tan dura y pegajosa, rozándose contra su barriga.

Harry lo volvió a besar con más ganas.

Estaban tumbados en su cama, desnudos, y era bastante fácil adivinar cómo iba a acabar todo aquello.

-Oye, jefe –Jon gimió cuando Harry le mordió el cuello-, mmmh. Joderjoderjoder, oye, jefe, Harry, jefe, oye…

-Dime.

-¿Puede ser que sea yo quien… a ti…? ¿Sabes?

Harry rio.

-Claro, a mí me da igual –y volvió a devorar ese cuello perfecto.

Harry era consciente de que aquella era la primera vez de Jon con un hombre, pero no iba a dejar que se arrepintiese de haberlo escogido a él.

Abandonó su cuello y fue bajando por el torso, repartiendo besos en toda la carne que pasaba por sus labios. Jon gemía debajo suyo. Cuando llegó a la entrepierna, se permitió unos segundos para admirar la belleza de una polla erecta y húmeda. Luego se la metió en la boca, con deleite: primero la punta, le gustaba muchísimo entretenerse ahí, luego lamió el tronco, los testículos, los masajeó mientras volvía a la punta, y finalmente se la metió entera en la boca cuando Jon lo agarró por la cabeza y lo empujó.

-Aaaah, joderjoder, jefe. ¡Joder!

Harry sonrió. En momentos como aquél, con una polla en la boca, se sentía más poderoso que nunca.

Estuvo chupándosela algunos minutos más, pero él también estaba muy cachondo, y no quería que Jon se corriese sin haber si quiera empezado a follar, así que se sacó la polla de la boca tras una última chupadita, y él sólo se empaló, sentándose encima de Jon.

Notaba las manos fuertes de Jon aferrándose a su cintura, obligándole a llevar un ritmo frenético que le estaba volviendo loco.

Ninguno de los dos tardó demasiado en correrse, y luego se quedaron allí tumbados, desnudos, sin más. En completo silencio.

-Buenas noches, jefe –se oyó al cabo de un buen rato.

-Buenas noches.

Harry estaba ya a punto de dormirse cuando oyó un ruido: una lechuza dando picotazos contra la ventana.

-Joder… -murmuró. Jon dormía ya a su lado-. ¿Quién coño…? -¿y si era algo importante, asuntos de los aurores?

Se apresuró en abrir la ventana, cogió la nota que la lechuza le ofrecía y volvió a cerrar en cuanto el animal se fue volando. Luego fue al comedor a leer la nota con mayor tranquilidad sin riesgo de despertar a Jon.

Había un pergamino, con un sobre enganchado. Leyó el primer pergamino.

Potter,

soy Malfoy. Si tienes tiempo y ganas, me gustaría que te leyeses la carta sustancialmente más larga que te adjunto. Te recomiendo que te sientes y te prepares una infusión.

Siento mucho la hora, y confío en no haberte despertado.

Draco Malfoy.

Harry parpadeó, sorprendido, y volvió a leer aquellas líneas. Draco Malfoy… Hacía más de dos años que no sabía absolutamente nada de él. De hecho, la última vez que lo había visto fue en su despacho, cuando Malfoy lo echó de la misión de El Placer (que, por cierto, se había cerrado hacía relativamente poco con un completo éxito).

Abrió el sobre y sacó los dos pergaminos que contenía. Con un hechizo los devolvió a su tamaño real y comenzó a leer.

Todavía recuerdo con pasmosa claridad el día que asististe a una reunión con Nott y conmigo. Todo lo que Nott llegó a decir en aquella reunión sigue humillándome con la misma intensidad que aquél día, pero durante estos dos años he tenido bastante tiempo de reflexionar, y siento que necesito hacerte saber algunas cosas.

No sé si, con esto, trato de justificar lo que oíste aquél día, o si simplemente---

Harry paró de leer y sacudió la cabeza. Está bien, se dijo, me haré una camamila. Aquello prometía ser tan desconcertante como intenso.

Volvió al comedor con la infusión ardiendo en una mano, y se acomodó en el sofá. Se tapó con una manta, y se dispuso a seguir leyendo.

No sé si, con esto, trato de justificar lo que oíste aquél día, o si simplemente hay cosas que hace mucho tiempo que quiero que sepas. Tal vez dé igual, ¿no? No lo sé. Como siempre que algo se trata de ti: me quedo bloqueado, en blanco, y nunca sé cómo actuar.

En Hogwarts creía que era porque te odiaba. De verdad que lo creía, de todo corazón. No fue hasta sexto que no me di cuenta de que, más bien, era todo lo contrario: me moría de envidia siempre que te veía. Joder, siempre te he tenido mucha envidia. A ti, sí; pero sobretodo a Granger y a Weasely. Oh Merlín, no te puedes ni imaginar como los aborrecía, siempre pegados a ti, siempre riéndose contigo. Los odiaba, y solía fantasear con que los echabas de tu vida, o cosas así.

Creo que todo empezó mucho atrás, mucho antes de Hogwarts. Mi madre me contó una vez (no hace tanto) que de pequeño, con Pansy y Theo, jugábamos a ser los salvadores del mundo mágico. Obviamente, yo siempre era el protagonista: Harry Potter, el gran salvador, el-niño-que-vivió. Años después, mi padre me dijo que debía odiarte, que Voldemort iba a volver y nosotros estaríamos de su lado.

Imagínatelo: yo no entendía nada.

De pequeño mi padre me vendió, incluso a mi, la imagen de hombre bueno, desconcertado por haber actuado bajo la imperio. Todo mentira, desde luego. Así que cuando me reconoció la verdad… Supongo que debería haber volcado mi odio hacia él, pero lo volqué hacia ti. Y de qué manera. Me sentí traicionado, como si tú me hubieses traicionado. Como si, durante toda mi infancia, te me hubieses hecho pasar por un héroe al que querer y, de golpe, te hubieses vuelto malo.

Poco a poco fui entendiendo, mi padre se encargó de ello, que yo nunca iba a ser tan bueno como tú. En nada. Y eso me dolió. Joder que si me dolió.

No obstante, Snape intentó cambiar mi visión de todo esto, e incluso, en días puntuales, llegué a pensar que yo podría llegar a ser tan bueno como cualquiera. A ser tan bueno como tú. Pero en esos días, cuando olvidaba lo que la gente esperaba de mí, siempre había alguien cerca que me lo recordaba, y aquella sensación de esperanza acababa cayendo en el olvido.

No sé qué quiero decirte exactamente con esto, Potter, la verdad. Sólo quiero comunicarte lo mucho que te admiro, que siempre te he admirado. Supongo que por eso me torturaba a mi mismo en el impagable placer de humillarte. Como si así fuese a formar parte de tu vida.

Lo que sea para que no me ignorases.

Luego la guerra. Luego la batalla. Luego tus declaraciones, y luego mi libertad. Otra vez gracias a ti. Es curioso; siempre que me empezaba a creer de verdad el discurso de Voldemort, o a caer en la más profunda de las desesperanzas viendo Azkaban como mi única salida, aparecías tú, rompiendo con todo aquello que formaba parte de mi estabilidad.

Sólo quiero darte las gracias, Potter: gracias por todo. En especial por salvarme la vida; y no me refiero a la Sala de los Menesteres, sino a… Bueno, a todo aquello que has hecho por mi incluso sin saberlo. Gracias por eso, de verdad.

Estoy seguro de que si no fuese por ti, yo todavía seguiría idolatrando a mi padre. Con todo lo que ha hecho. Con todo lo que me  ha hecho.

Que tontería, ¿verdad? Nunca le echo la culpa. A veces, incluso olvido lo que sucedió con Lucius en realidad.

No te entretengo más. Simplemente: gracias.

Draco Malfoy.

Harry cerró la carta y se quedó en el sofá, con la infusión entre las manos, mirando la pared, sin saber si quiera qué pensar.

No se lo esperaba. De hecho, aquella carta era lo último que se esperaba en la vida y, sin embargo, no le había sorprendido del todo.

Él tampoco había olvidado lo que escuchó aquella noche de los labios de Nott, y en aquellos dos años, también él había tenido tiempo de reflexionar al respecto. Había acabado formándose una imagen propia sobre Draco Malfoy: como un niño asustado, engañado, manipulado, incluso utilizado, que no buscaba más que el cariño de alguien a quien él considerase bueno y admirable. En otras palabras: necesitaba que alguien que le inspirase respeto lo sintiese también por él, que fuese algo recíproco. Y esa figura la había encontrado en Harry.

Era natural, en cierta forma. Acabar idolatrando a aquél a quien se supone que debes odiar. Era un gran acto de rebeldía. Y por Merlín que Harry consideraba a Malfoy una persona honrada, valiente y leal. Lo había demostrado en el final de la guerra, y en el tiempo que había pasado desde entonces. Es miembro de la C.I.M., por el amor de Dios. Nadie era miembro de la C.I.M. si no le sobraban más de dos y de tres cualidades.

Suspiró. Aquellas cosas le sobrepasaban.

Nunca le había gustado que la gente le diese las gracias por nada (menos por salvarles de Voldemort), ni que le mirasen con reverencia, ni nada parecido, pero aquella carta de Malfoy le había causado una sensación diferente. Muchísimo más agradable.

Que tontería, ¿verdad? Nunca le echo la culpa. A veces, incluso olvido lo que sucedió con Lucius en realidad.

Lucius Malfoy… Como le gustaría sacarlo de Azkaban para dejarlo lisiado a base de crucios. Oh Merlín, y como disfrutaría con ello.

Terminó durmiéndose, con la imagen de Malfoy y él abrazados, mientras le prometía que todo iba a salir bien. Una vez más.

 

  1. 4.  Correspondencia.

Malfoy,

muchísimas gracias por tu carta. De verdad, te lo agradezco mucho. Pero no creo que sean verdad algunas de las cosas que dices. Es decir, que estoy seguro de que puedes ser tan bueno como yo, o como quién sea. Sólo que yo, bueno, lo he tenido más fácil para “lucirme”, como solías decir, ¿no es verdad? Aunque tú también fuiste un héroe de guerra, a tu manera, y lo sigues siendo, a diario, trabajando de lo que trabajas.

No sé muy bien qué más decir (nunca se me han dado bien estas cosas), pero supongo que gracias sería un buen resumen.

Harry Potter.

PD: felicidades por la resolución del caso El Placer. Muy buen trabajo.

 

Potter,

gracias por felicitarnos (a mí y a mi equipo), por la misión de El Placer. La verdad que al final resultó ser más complicado de lo que esperábamos, pero tampoco nada extraordinario.

Últimamente se oyen bastantes rumores por la oficina a cerca de la ilusión que le haría al jefazo que Harry Potter, el Gryffindor de oro, se uniese al barco de la C.I.M., y te aseguro que no te sería demasiado difícil aprobar. Al fin y al cabo, eres el niño-que-vivió-una-infinidad-de-veces.

No entiendo por qué nunca te has presentado a esas pruebas.

D. M.

 

Hola Malfoy.

Jajaja, ¿te has dado cuenta de que siempre que nos escribimos es para darnos las gracias por algo? Somos peores que dos Hufflepuff agradecidos.

¿Las pruebas de la C.I.M.? Hermione me lo comentó hace tiempo, cuando hice las pruebas para auror, pero la verdad es que preferí no hacerlas. No sé exactamente por qué, pero sospecho que estoy algo cansado de salvar el mundo día y noche. Ya sabes, es algo agotador. Así que preferí dejarle el trabajo a gente como tú, y los tuyos.

De momento no lo estáis haciendo nada mal, ¿verdad?

Harry.

 

Potter,

nunca más me compares con un Hufflepuff, o me veré más que obligado a demostrarte lo muy, muy, muy, muy, muy Slytherin que soy.

D. M.

PD: siempre creí que adorabas ser el centro del universo, y esos aires de héroe buenachón.

 

No me jodas, todo el mundo sabía que lo odiaba. Sólo hacía falta ver lo rojo que me ponía cuando alguien comentaba que yo era el niño-que-vivió. Lo único que me gustaba de todo eso era la adrenalina.

Harry.

PD: quiero que me demuestres lo tan Slytherin que eres, o las comparaciones no van a parar…

 

Potter,

por favor, no eres tan ocurrente como para imaginar más de dos o tres comparaciones aceptables.

Draco.

 

Pues… Pues… Vale, la verdad es que no, no soy tan ocurrente. Pero sabes de sobra que sólo tengo que llamar a Hermione por red flú y en un santiamén te tengo hecha una lista de más de doscientas. Así que más te vale demostrarme ese Salazar que escondes dentro de ti, o llorarás.

Harry.

 

¿Y cómo se supone que debo demostrártelo?

Recurrir a Granger es de cobardes. Parece mentira que seas un Gryffindor. Qué vergüenza. Qué diría Dodgson de todo esto.

Draco.

 

¿Dodgson? ¿Cómo sabes de Jon? Joder, creía que era un puto secreto. Supongo que debe haber salido en El Profeta. De verdad, no te imaginas como los odio. Son unos pesados. Los más pesados de Inglaterra. No, espera, espera, ¡los más pesados del mundo entero! Joder, de verdad, qué rabia. Además, no es como si Jon y yo tuviésemos una relación seria o algo así, sólo, bueno, nos acostamos de vez en cuando, nada más.

Harry.

PD: ¿Desde cuándo un Slytherin necesita que un Gryffindor le diga como demostrar su slytheranidad?

 

Potter,

reconozco que me estás empezando a tocar los cojones. Un día, cuando nos crucemos por la calle (aunque empiezo a pensar que eso nunca más va a suceder), te cruciaré el culo, y verás cuan Slytherin soy, y lo poco que necesito yo de los Gryffindors buenachones y aburridos como tú.

Y sí, por supuesto que lo vi en El Profeta. Pero no hace falta que te justifiques, por Merlín. Me da igual tu vida privada, Potter.

Draco.

 

¿Sabes?, me creería muchas de las cosas que me dijeses, pero no que te da igual mi vida privada.

Harry.

 

¿Qué diantres quieres decir con eso?

Draco.

 

Jajajajaja, venga ya Draco, no quiero ser mal educado, pero nos mandamos, de media, unas dos cartas diarias. ¿De verdad crees que te da igual mi vida privada?

Harry.

PD: A mi no me da igual la tuya.

 

Potter,

en primer lugar, me suena bastante raro que uses mi nombre de pila. No es que me queje, pero no deja de ser extraño después de tantos años… Y en segundo lugar, ¿a ti te interesa mi vida privada? De verdad, lo comprendo, es bastante interesante. Pero desengáñate, a mí no me interesa la tuya.

Draco.

 

Draco; sigo sin creérmelo.

Harry.

 

Potter, por mi parte, te puedes ir a la mierda.

Draco.

 

Jajajajaja, oh, venga ya. No digo que te interese especialmente con quien me enrollo y con quien no, ya sé que no te gusto Draco, que lo que “sientes por mí” no va encaminado a eso. Pero por Merlín, jajajaja, no me quieras hacer creer que no te intereso. Por Merlín, jajajaja.

Eres divertido, incluso sin quererlo. Increíble.

Un beso, Harry.

 

Era consciente de que le estaba dando demasiada importancia. Era plenamente consciente de eso, pero no podía evitarlo. Mierda. Volvió a intentar recordar palabra por palabra lo que había escrito en la última carta que le había mandado a Draco, y luego intentó, por enésima vez, intentar descifrar por qué cojones Draco llevaba tres días sin dar señales de vida.

-¿Harry?

Normalmente le contestaba a las dos, o tres horas. De hecho, durante esas semanas, lo máximo que había tardado era un día. Un día. Nunca tres, hasta ahora. ¿Era posible que se hubiese ofendido? ¿Tal vez estaba en una de esas misiones ultra secretas y no tenía tiempo para nada?

-¿Harry? ¿Hola?

¿Debería dejar pasar más tiempo o debía insistir ahora mismo? Joder, aquello estaba adueñándose de sus pensamientos. No, más bien lo estaba haciendo Draco, y eso que hacía años que no lo veía.

-¡Harry! –la voz de Hermione le hizo salir de sus cavilaciones-. Harry, por Merlín, ¿qué te pasa?

-¿Eh? Nada, nada. Sólo estoy un poco… pensativo.

-Sí, ya veo, pero si vienes a cenar a casa estaría bien que, como mínimo, hablases, ¿no crees?

-Sí, Hemrione. Lo que tú digas –y volvió a sumirse en sus pensamientos, mientras Ron reía y Hermione resoplaba.

Lo mejor sería insistir. Pero poco. Lo único que tenía claro es que no podía seguir así. Por Merlín que no.

 

¿Draco?

 

Dos días más. Le había mandado otra puta nota y seguía sin contestar. El enfado inicial de pasa de mí se había transformado en una preocupación enfermiza de le habrá pasado algo.

-¡¡¡Harry!!!

Harry logró reaccionar a tiempo ante el chillido desesperado de Cloe.

-¡Protego! –joder, mierda, no puedo seguir distrayéndome así, y menos en medio de una misión-. ¡Expeliarmus!

Harry le dio de lleno a su atacante, y la batalla no duró mucho más. En cuanto tuvieron a los tres ladrones de varitas atados y desarmados, Ron se acercó a él, rojo de furia.

-¿Pero a ti qué cojones te pasa, tío? Te podrían haber matado, ¿sabes?

-Yo… Lo siento, últimamente me cuesta concentrarme.

-Es por Malfoy, ¿verdad?

-Sí –admitió, en un murmullo.

-Pues si Malfoy es más importante que la seguridad de tu equipo en una misión, te puedes ir a la mierda, Harry.

Y Ron se fue de allí bastante enfadado. Tampoco es que eso preocupase a Harry en exceso, por la noche iría a su casa con una botella de whisky del bueno, y le pediría perdón. Hasta entonces, intentaría concentrarse en hacer todo el papeleo de la misión y dejar a Draco en un rincón de su mente bien apartado.

 

Potter, hola: perdona, estaba en una misión en la China, y entenderás que no podía perder tiempo contestándote, aunque tenía ganas de hacerlo, si te soy sincero.

Me parece extraño pensar en ti hoy por hoy, es decir, que nuestra relación, no sé cómo ni por qué, pero se ha vuelto más real, como más profunda y simpática, o algo así. Me resulta bastante extraño, ¿a ti no?

Draco.

PD: No asumas tan rápidamente que entiendes qué siento exactamente por ti, ni hacia dónde van encaminados tales sentimientos, Potter. No seas tan prepotente.

 

¡Draco!, ¡qué alegría!

Oye, ¿y qué tal por China? La verdad es que me da un poquitín de envidia que viajes tanto. Algún día podrías llevarme contigo, ¿no?

Te he echado un poquitín de menos estos días que no hemos “hablado”. Así que supongo que sí, nuestra relación está empezando a ser un poquitín… rara. Pero ¿eso te molesta? A mi no, desde luego que no. De hecho, me gusta mucho. Me gusta hablar contigo, que me cuentes tus viajes, poder contarte qué tal mi día y todo eso. Y ya te digo, cuando no lo hago, lo echo de menos.

Jajajaja. No quiero mentirte, casi me vuelvo loco. Primero porque pensaba que ya no querías saber nada más de mí, que te había dicho algo que te había ofendido o algo así. Y luego porque se me ocurrió que tal vez te había pasado algo en alguna de tus misiones. Por Merlín, cada vez que lo recuerdo todavía se me para el corazón.

No vuelvas a hacerme eso nunca más, Draco, por favor.

Nosotros hemos resuelto ya el caso de los ladrones de varitas. Fue bastante fácil dentro de lo que cabe.

Un abrazo enorme,

Harry.

PD: Entonces, ¿hacia dónde van encaminados esos sentimientos? A veces me cuesta un poco seguirte, Draco. Supongo que le debe pasar a todo el mundo que no tenga una mente tan retorcida y Slytherin como la tuya.

 

Potter;

me encantaría llevarte de viaje conmigo. A todo los viajes que hago. Con la C.I.M., claro, pero también solos, tú y yo. Sólo tienes que pedírmelo con cierto tiempo.

Yo también te he echado de menos.

No sé si eres consciente de las palabras que contiene tu anterior carta, pero joder, yo sí que lo soy. Me ha encantado leerlas, Potter, de verdad. Me ha encantado leer que casi te vuelves loco por mí.

Draco.

PD: ¿Todavía no te has dado cuenta?

 

¡Hola Draco! Lo siento, no he podido contestarte antes (ya sabes, trabajo que nunca se acaba).

Pues me parece genial un viaje en plan amigos, por supuesto. A mi me va bien absolutamente siempre (soy mi propio jefe, jeje). ¿Cómo lo tienes tú? Eh, y lo digo en serio, ¿eh? ¡Exijo mi viaje!

Soy plenamente consciente de las cartas que te mando, Draco, pero no entiendo qué quieres decir con eso.

Y no, no me doy cuenta. ¿De qué debería darme cuenta? Por Merlín, qué complicado eres. Slytherins…

Harry.

 

De lo que deberías haberte dado cuenta ya, a estas alturas, es de que me muero de ganas de hacer un viaje contigo, a solas, pero no precisamente en plan amigos. O no sólo como eso.

De lo que deberías haberte dado cuenta es de que me muero de ganas de que sientas por mí exactamente lo mismo que yo siento por ti. Y por Merlín que es algo muy fuerte, y que desde luego incluye interés por tu vida amorosa.

Un beso,

Draco.

 

  1. 5.  La primera cita.

A veces no entendía por qué le hacía caso a Hermione en nada. Menuda manera más fatídica de complicarse la vida. Pero en fin, ahora ya era demasiado tarde. Así que allí estaba él, en la puerta de la oficina de la C.I.M., esperando a que saliese Draco Malfoy.

Te daré la dirección, Harry, pero más vale que uses bien esta información. Joder, ya verás como un día de estos me echan de inefable…

No creía que la fuesen a echar. O si la echaban, no sería culpa suya, que no pensaba decir nada de nada, desde luego.

Pero ahora eso no era lo importante. Vamos, ahora nada era tan importante como qué iba a hacer él (un pobre gryffindor vergonzoso) cuando Draco apareciese por esa puerta sin esperar verlo ahí.

Oh, mira. Hablando del rey de Roma.

-Emm, Draco.

Draco se giró, y su cara de sorpresa al ver a Harry fue indescriptible.

Volvió a girarse hacia el grupo de gente con el que iba.

-Id tirando. Luego os veo.

-Vale tío. ¿Todo bien? –dijo un chico guapísimo, demasiado guapo si se le preguntaba a Harry.

-Claro, claro Thomas. Id, de verdad. Estaré bien.

-Vale cielo –una chica rubia le dio un beso en la mejilla-. Dinos algo.

En cuanto giraron la esquina, Draco se volteó de nuevo hacia Harry.

-¿Y?

-¿Y qué? –contestó, nervioso. Joder, estaba histérico.

-Que qué haces aquí, Potter. Por Merlín.

-Yo… Eh… Bueno, venía a responder personalmente a tu última carta.

Draco sonrío, más melancólico que contento.

-Te la mandé hace más de dos semanas. Ya no esperaba respuesta, ¿sabes?

-Ya, lo siento. Es que bueno, me ha costado un poquito pensar que te quería responder.

-Claro, no pasa nada. ¿Te apetece una cerveza de mantequilla?

Harry asintió, y Draco lo guio hacia un pub que no estaba demasiado lejos de allí.

Se sentaron, y tras pedir dos cervezas de mantequilla, Draco volvió a mirarle a los ojos.

-¿Y cuál es esa respuesta, que incluso merece una visita personal? Porque no, no voy a preguntar cómo sabes dónde tenemos la central de la C.I.M., Potter.

Harry rio. Casi había olvidado lo bien que se lo pasaba hablando con Draco.

Exacto, hablando, porque hacia cerca de tres años que no se veían.

Joder, que raro era todo aquello. Yo no estoy preparado para tal montaña rusa emocional, Merlín Santo.

-He venido a comunicarte que me gusta mucho hablar contigo.

Draco lo miró durante algunos segundos, serio, y luego se echó a reír.

-¿Esto es en serio?

-Sí, claro que es en serio. ¿Por qué no iba a serlo?

-Porque ninguna persona normal tarda dos semanas en llegar a esa conclusión, ni decide investigar donde trabajo para comunicármelo en persona, contando la de tiempo que hace que no nos vemos.

Harry bebió un larguísimo trago de su cerveza. Sí, de acuerdo, ahí tenía razón.

-Ya, eso ya lo sé, Draco –repuso, algo molesto-. Joder, no me hagas esto más difícil, ¿quieres?

-Está bien –contestó, aguantándose las ganas de reír.

-Es sólo que… Bueno, he estado pensando en lo que significaba tu carta y creo que lo que querías---

Draco lo cortó a media frase.

-Quería decir que me gustas, Potter. Siento no haberlo dejado estrictamente claro.

Harry notó como, de inmediato, se le subía toda la sangre a las mejillas.

-Vale, ¿ves qué fácil? Pues todo hablado. Fenomenal.

-Fenomenal, como Kant –Draco se río de su propio chiste, pero al ver la cara de confusión de Harry se apresuró a explicarse-. Kant, Immanuel Kant, era un mago del siglo XVIII, alemán, que decidió malgastar su vida con la filosofía. Y decir que era fenomenal tiene gracia, porque hay una teoría suya que… -la cara de Harry no cambiaba-. Bah, da igual.

-Ah…

-Y entonces, ¿todo aclarado? ¿No me vas a decir lo que venías a decirme?

Harry estuvo a punto de desaparecerse de ahí, irse a vivir a una isla desierta y no volver a enfrentarse a una conversación como aquella nunca más. Pero luego recordó que era un Gryffindor, y joder, ese era un gran momento para demostrarlo. Así que se tomó unos segundos para reunir todo su valor, y encaró a Draco.

-Tú… Tú a mí también me gustas, Draco. Joder. Un montón.

Draco río, contento.

-Sí, lo sé.

-¿Lo sabes?

Pero Draco sólo le sonrió de manera misteriosa (con el paso de los años Harry aprendería a calificar aquella sonrisa como de suficiencia), así que no insistió en preguntarle nada más.

Acabaron la cerveza en silencio, mirándose. Y luego se aparecieron en el apartamento de Harry.

Ambos hacía mucho tiempo que no tenían una sesión de sexo tan especial como aquella, pero nunca más lo iban a echar de menos.

Desde luego que no.

Fin.


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