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AL FINAL DE LA NOCHE por Amaya Kurau

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Capítulo 10 Sentimientos

 

Desvió la mirada del libro que tenía en las manos y observó el exterior a través de la ventana que estaba junto a su asiento. Una ligera brisa mecía la copa de los árboles y el cielo nocturno estaba adornado por una inmensa luna llena que opacaba con su brillo a las estrellas.

Cualquier cosa que el anciano profesor estuviese diciendo, en ese momento le era completamente irrelevante; de hecho, estaba seguro que no era algo que no supiese ya; así que sin más, permitió que su mente viajara hacia donde realmente deseaba; Zero.

Una sutil sonrisa surco sus labios al rememorar su imagen. En el cambio de turno, en cuanto las puertas de la luna se habían abierto; tal y como esperaba, lo vio frente a la valla de estudiantes diurnas; fuerte, serio e impasible.

Contra todo lo que hubiese anticipado, su corazón le había dado un delicioso vuelco; y mientras más se acercaba a donde el joven estaba parado, sentía que absurdamente los nervios lo invadían. Había querido decir algo e incluso estaba dispuesto a hacerlo; pero cuando estaba casi frente a él, las palabras se habían atascado en su garganta y al final simplemente había pasado de largo sin siquiera mirarlo.

En ese momento se había molestado  consigo mismo pues había perdido su oportunidad de manera estúpida y lo sabía. En un principio le había parecido que sería demasiado fácil; sólo era cuestión de recitar, “buenas tardes Kiryuu-kun, gracias por tu esfuerzo” o tal vez “¿ya te encuentras bien?”, “¿Tus heridas sanaron completamente?”, “¿Cómo está tu sed?”. Pero al percibir el sutil aroma del cazador, sencillamente  no pudo decir nada.

En cuanto al joven, como era ya su costumbre, simplemente lo ignoró. Cuando pasó frente a él, el cazador desvió su mirada hacia un par de jovencitas que parecían haber querido poner el desorden. Quizá eso se convirtió en el pretexto perfecto que le impidió hablarle.

Y ahora que lo rememoraba, le era imposible no pensar lo tonto que había sido él. Se había comportado como un adolescente enamorado. Bueno, de hecho estaba enamorado, pero su comportamiento rayaba en la estupidez al punto de hacer cuestionable el hecho de que era un vampiro milenario.

Todo el fin de semana, pese a la gran cantidad de trabajo acumulado, hizo algo que no era propio de él; se permitió divagar y pensar una y otra vez en el cazador. Se había propuesto no renunciar a él; así que se lo había pasado ideando un plan tras otro para poder acercársele; y hoy que finalmente podía volver a verlo, simplemente no pudo hacer algo tan simple como saludarlo. El motivo era simple, ahora se daba cuenta que  ese joven tenía la capacidad de sacar a relucir aspectos de su personalidad que ni él mismo conocía; cerca de él su seguridad se convertía en temor, su resolución en vacilación, su indiferencia en interés; en pocas palabras, desequilibraba toda su vida.

Kaname volvió a suspirar sutilmente y miró a los presentes. El profesor seguía hablando y uno que otro noble participaba, pero él realmente no los escuchaba. Lo único que sabía es que la clase trataba de algún tema relacionado con la macro economía. Miró nuevamente el libro que tenía frente a él y justo en ese momento un destello plateado atrajo su atención y su corazón le dio un vuelco.

Desvió su mirada hacia donde su instinto se lo indicaba y ahí estaba Zero, en el edificio de enfrente, de espaldas a las aulas y parado en el borde de la azotea observando los jardines. Llevaba las manos en los bolsillos y el viento hacia mecer su gabardina y su pelo. En su brazo derecho portaba la banda negra con el escudo Cross que representaba su función como prefecto de la academia.

Esa banda le trajo recuerdos de cuando lo observaba a él y a Yuuki hacer sus rondas. Nunca le había prestado demasiada atención a Zero, siempre había estado pendiente de la joven, de su bienestar, de su seguridad y de su felicidad y al final de cuentas realmente no estaba tan seguro de haberla hecho siquiera un poco feliz. Había veces en que pensaba incluso que sólo le había traído dolor y finalmente se había ido siendo tan joven. Pero irónicamente y para su alegría, Zero seguía ahí, podía verlo, podía tocarlo.

Como si pudiera transmitir  esos pensamientos, el joven cazador se dio la vuelta y desde su posición lo miró a los ojos. Ante eso, Kaname sintió como su corazón comenzaba a latir más rápido; sin embargo el momento no duró mucho, ya que en lo que fue una fracción de segundo, Zero frunció levemente el ceño e inmediatamente, tomando impulso, saltó del techo hacia el jardín, quedando fuera de su vista.

Eso le causó una opresión en el pecho y una sensación de urgente necesidad lo invadió. Entonces sin poder contenerse ya, de manera elegante se incorporó de su asiento atrayendo  la mirada de todos.

- Lamento la interrupción pero tengo que salir un momento, no se preocupen por mí; por favor continúen con la clase.

Sin decir nada más y sin esperar respuesta, salió del aula con paso tranquilo, cerrando la puerta tras de sí; pero al momento en que se hayo solo en el pasillo, sonrió nuevamente y comenzó a caminar aprisa; y al llegar a la escalera, prácticamente las bajo corriendo.

Zero había aprendido a ocultar su presencia con facilidad; así que sabía que si no se daba prisa, el joven desaparecería haciéndole imposible encontrarlo y él necesitaba al menos escuchar su voz.

Desde que lo había conocido, siempre se esforzó en ignorarlo. Pero ahora, mientras más lo observaba, más se convencía que el joven poseía una personalidad y una presencia imposibles de ignorar. Su cuerpo esbelto y perfecto podía convertirse en su perdición; y el sonido de su voz, su aroma inconfundible y el sabor exquisito de su piel y su sangre; todo en conjunto  era una terrible tentación. Pero no era simple atracción, porque nada de eso era lo que le hacía amarlo; él lo amaba por las cualidades de su alma; su fortaleza, la honestidad, la nobleza, la lealtad y el sentido de justicia que poseía, eran sus mejores atributos. Zero era realmente amable y estaba seguro que podía llegar a ser un ser completamente libre y feliz si él lograba borrar todo el dolor de su alma.

Mientras divagaba en esto, lo encontró. El cazador caminaba tranquilamente por uno de los corredores externos del edificio. La brisa que se filtraba hacía mecer algunas hebras de su cabello y la luz dorada de los candelabros de las columnas les arrancaba destellos dorados.

No pudo evitar sonreír mientras sentía como una sensación de ansiedad lo invadía, a la vez que recorría la figura del cazador.

Zero por su parte, debió percatarse de su presencia pues se detuvo repentinamente, aunque no se giró.

- Se supone que estabas en clase, ¿Qué haces rondando las instalaciones?

Ya estaba, lo había seguido y ¿ahora qué?.  Ante el silencio del sangrepura, Zero se giró y lo miró con un aire de desconfianza. El vampiro se encogió de hombros y sonrió.

- Lamento haberte importunado Kiryuu-kun. – Dijo el vampiro tranquilamente

- No me importunas Kuran – dijo con frialdad - ¿y bien?

- Hmmp… me escapé de clase, supongo que me descubriste.

- Déjate de bromas, no tengo tiempo para jugar.

Kaname, como si su cerebro dejara de funcionar, no supo que más decir, aunque su corazón parecía si saberlo. Sin poder evitarlo, escenas de su noche juntos volvieron a su mente. Apenas hacía unos días habían estado tan cerca, tan unidos, perteneciéndose el uno al otro. Pero Zero no sabía nada, no recordaba nada y sin embargo en éste momento se veía tenso. Eso no hizo más que atraerlo.

- Yo no tengo intención de jugar… tampoco quiero pelear… – acertó a decir, pero Zero sólo arqueo levemente una ceja y lo miró con incredulidad –  …créeme, es verdad, yo sólo quiero saber cómo te encuentras.

- ¿En serio? – la voz de Zero sonó con un matiz de ironía - ...hmmp… bueno, qué quieres que te diga... depende, físicamente mis heridas sanaron.

- Pero…

- Pero aún siento la desagradable sensación de tu sangre dentro de mí…

- ¿Tanto te molesta?

- Si…  debiste dejarme.

- Kiryuu… yo no podía hacer eso.

- ¿Por qué no?

- Porque el objetivo de lograr la coexistencia…

- No te hubieses preocupado por eso, de hecho no debes hacerlo. Todo está dispuesto para que las cosas sigan su curso si yo falto, además, tu serias muy capaz de continuar con todo. No me necesitas para nada.

- No hables como si fueses desechable.

- ¿Desechable?... Kuran, pero si fuiste tú quien me enseñó eso… ¿acaso lo has olvidado?...

Kaname sintió una punzada en el pecho, ¿Cómo era posible que Zero pudiese ser capaz de provocarle sentimientos tan intensos?, con unas cuantas palabras era capaz de hacerlo inmensamente feliz y también con unas cuantas palabras era capaz de sumirlo en el más profundo dolor.

- Kiryuu… yo…

- Como sea… ya está hecho y no es algo con lo que no pueda lidiar... además, no es la primera vez que me atacan. He estado preparado para morir desde hace mucho, si sigo adelante es por ella, pero al final de cuentas soy un vampiro, la muerte puede alcanzarme en cualquier momento… en fin, aún tengo que continuar con mi guardia, así que regresa con los tuyos… – dicho esto se dio la vuelta y reanudó su camino sin prestarle más atención. Kaname frunció el ceño.

Por ella, ¿sigues adelante sólo por ella? y a mí me ordenas que regrese con los míos... pero si yo soy tuyo Zero… y no puedo aceptar que hables así…

Impulsado por la frustración, alcanzó al cazador; lo tomó del hombro y dándole vuelta bruscamente, lo impactó contra una de las columnas del corredor. Ante esto, Zero dejó escapar una bocanada de aire y luego  miró sorprendido al vampiro.

- ¡¿Qué diablos te sucede Kuran?!

- ¿Qué te sucede a ti?... no vuelvas a hablar como si tu vida no valiera porque sabes tan bien como yo que eso no es cierto.

- ¡Suéltame!... ¡¿Tu qué sabes?!

- Lo se… siempre lo he sabido y tú también… desde antes de nacer luchaste por sobrevivir. Cuando Shizuka atacó a tu familia y a ti, sobreviviste. Cuando estabas por caer al nivel E, te aferraste a la vida aunque eso implicara beber de mí. Y… cuando Yuuki se sacrificó, tú seguiste adelante y me obligaste a mí a hacer lo mismo... Así que lo sé, tú más que nadie te has aferrado a la vida y la pasada noche volví a comprobarlo.

- ¡Cállate!… ¡no hables como si me conocieras! Y… ¡deja de mirarme de esa forma!

- ¿Qué? – el sangre pura se sorprendió por estas últimas palabras.

- ¡No sé qué juego estés planeando iniciar, pero no voy a permitir que me vuelvas a usar! ¡No voy a permitir que me conviertas de nuevo en una pieza, no voy a ser tu marioneta, así que deja de verme así!

- No comprendo de que hablas.

- ¡Claro que sí, lo sabes perfectamente!… ¡tu mirada me enferma!... ¡Desde que volvimos a vernos me miras así!

- Kiryuu yo sólo…

Kaname se quedó inmóvil, simplemente observándolo. Estaban tan cerca, si sólo pudiera salvar esa pequeña distancia, podría exponer sus sentimientos y probar de nuevo aquellos labios que amaba; apresar esa boca y hacerla suya de nuevo; pero Zero estaba tenso y lo miraba furioso.

Sin poder contenerse, sonrió ante esa reacción del cazador. Nuevamente volvía a sentirse como un depredador y  comenzaba a experimentar la sensación de querer dominarlo. Pero el joven quizá percibió esto, porque frunció el ceño aún más.

- ¡Aléjate de mí!…  - dijo furioso - ¿Qué pretendes?

Kaname estaba dispuesto a responder a esa pregunta con una caricia, e incluso acercó su rostro un poco más al del joven, tanto que podía sentir su respiración alterada. Sin embargo, justo en el momento en que iba a levantar la otra mano para tocarlo, una presencia desagradable hizo su aparición a sus espaldas y la punta de una espada se interpuso entre  Zero y él y se posó cerca de  su cuello.

- Aléjate de él.

Haciendo caso omiso a la orden, miró por encima del hombro al intruso.

- Takamiya-kun, buenas noches – dijo sonriendo de manera arrogante y sin alejarse de Zero.

- ¿Te encuentras bien Zero?

- Kiryuu-kun está bien… solamente estábamos conversando un poco.

- No estoy hablando contigo.

Kaname lo reto con la mirada y su sonrisa arrogante no desapareció de su rostro, no hasta que sintió el empujón de Zero que lo tomó desprevenido y lo sorprendió.

- Estoy bien – dijo el joven acomodándose la gabardina – sólo me exalté un poco - El sangrepura lo miró inexpresivamente. Kaito suspirando, envaino su espada.

- Kuran, regresa al edificio, no deberías estar aquí – Zero se dio la vuelta y comenzó a alejarse – sé que lo que allí se enseñe es algo que tú ya debes saber, pero aún así eres responsable de ellos.

Kaname sólo los observó marcharse y aunque quiso decir algo, no supo qué. Estaba más concentrado en contenerse pues estaba furioso por la intromisión de Kaito y dolido por la actitud de Zero. Cuando ambos cazadores se perdieron entre los senderos, nuevamente una expresión de tristeza se reflejó en sus ojos y sólo entonces se volvió para regresar al edificio.

 

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- Zero  ¿estás bien? – dijo Kaito, que había estado observando a su amigo desde que se alejaron de Kaname.

- Si – respondió el otro escuetamente.

Kaito lo miró unos segundos más, algo le pasaba a su amigo, pero como no era de los que hablaba sobre ese tipo de cosas; como siempre, tenía que descubrirlo él.

- ¿Sabes? No creí que volvería a verte perder el control así.

- ¿De qué hablas?

- De que se ve que ese tipo te saca de quicio.

- Tsk… no fue nada.

- ¿Nada?... Hmmp… ¿con eso te refieres al hecho de que ese tipo parecía estarte acosando?… - Zero abrió los ojos con sorpresa y luego lo miró molesto. Kaito sonrió divertido  – lo siento, lo siento… no me veas así, era broma.

- Pues no fue graciosa.

- Ya… bueno, aunque comprendo el hecho de que estés molesto, yo lo estaría si apestara día y noche  a él – esta vez Zero no lo miró, pero un sutil rubor se instaló en sus mejillas.

- Te diste cuenta. – afirmó en un susurro.

- Por supuesto… pero sólo fue porque somos cazadores y ellos nuestras presas, estamos acostumbrados a rastrearlos por su presencia o esencia, por eso me di cuenta. Además, todavía ayer el aroma era tan intenso que era insoportable estar a tu lado sin que me dieran nauseas… Como sea, estoy seguro que sólo el director y yo nos hemos percatado… ah, y creo que  ese vampiro con el que llegaste también lo sabe… pero fuera de ahí no creo que alguien más lo sepa.

- Es  bastante desagradable.

- Lo imagino… - Kaito se detuvo de golpe y lo miró seriamente - …Zero,  ¿estas consiente de lo que eso implica, verdad?

- Si, ¿Me delataras?

- ¿Estás loco?… por supuesto que no… al menos ese sujeto hizo algo bueno al no traerte aquí herido… eso sólo hubiese complicado todo. Aún así tenemos que hacer algo al respecto de ese vínculo.

- Ya estoy trabajando en eso.

- Me alegro,  a nadie de la asociación le haría gracia que el presidente volviera a estar en manos del líder de la sociedad vampírica… pero… - El cazador tomó a Zero del brazo y lo acercó a él. – Zero… sabes que eres importante para mí, y también sé que sabes perfectamente a quien le pedirían eliminarte ¿no es así?… no quiero que eso pase.

- Lo sé… y te lo agradezco, no olvido que me has ayudado – Zero no levantó la mirada. Pero rememoro las veces en que Kaito le ofreció su sangre en el pasado y se estremeció. Pensar en esto no lo hizo percatarse de que el castaño se acercaba más a su rostro. Sin embargo Kaito no llegó a besarlo si es que eso era lo que pretendía, ya que Zero se apartó y él no pudo ocultar una expresión de ligera decepción  – no tienes que preocuparte, no dejaré que él me influya de ninguna manera.

- Entonces me dejas tranquilo… – volvieron a reanudar su camino.

- Kaito, no había tenido la oportunidad de preguntártelo, pero ¿sabes que pasó con los sujetos que me atacaron?, algunos eran cazadores,  ¿saben ya quiénes eran?

- No hubo manera, ningún cuerpo pudo ser rescatado.

- ¿Qué? ¿de qué hablas?, estoy seguro que eliminé a cuatro de ellos, sus cuerpos…

- No había cuerpos; y el resto de los sujetos que tú no eliminaste, alguien más lo hizo, tanto vampiros como cazadores. Yagari-sensei me lo confirmó, aunque no sabe exactamente quien fue, bien pudo haber sido Kuran, pero también pudo haber sido alguien más, lo único que quedó en las escenas fueron manchas de sangre y en algunos, cenizas. No tuvieron mucha misericordia con ellos.

- Ya veo.

- Zero, no es la primera vez que te atacan, pero si es la primera vez que hay cazadores entre los atacantes. Quien quiera que desee tu cabeza, debe ser alguien muy poderoso. Yagari-sensei dijo que seguiría investigando. Por ahora me ha pedido que no te deje salir de la academia solo.

- No soy un niño.

- No, pero eres el presidente de la asociación y eres mi amigo.

- Está bien, no tienes de que preocuparte. Pero aun así no pienso dejar de cumplir con mis responsabilidades.

- Lo sé, eres tan terco como siempre.

Zero no dijo nada más y ambos permaneciendo en silencio continuaron un rato más con su ronda, hasta que Kaito, después de observarlo, suspiró y sonrió.

- Zero, la guardia ya casi termina y tú te ves cansado, será mejor que te vayas a dormir ya.

- No es necesario.

-  Por supuesto que sí, deberías ver tu cara, dime ¿siquiera has dormido algo?

- Si

- Pues no lo parece, ya vete, yo me encargaré de supervisar que ningún chupasangre se rezague - Zero sólo sonrió y dejando a Kaito, se encaminó hacia la residencia donde se hospedaba.

Ese lugar era demasiado grande para él, pero no podía quedarse en la residencia de los demás profesores porque en su condición de presidente de la asociación de cazadores, tenía obligaciones que atender y, después de todo, la existencia de los vampiros seguía siendo un secreto y él era uno de ellos. Así que esa residencia, aunque le traía malos recuerdos, era perfecta por la privacidad que le ofrecía. Estaba alejada de la residencia del sol y sobretodo de las instalaciones escolares.

Cuando llegó allá. Subió las escaleras lentamente apoyándose del barandal; y al entrar a su habitación y sin encender la luz, cerró la puerta tras de sí y se recargo sobre ella. Agachó la cabeza y su pelo cubrió sus ojos y así se quedó un rato, inmóvil. Por la ventana se filtraba la tenue luz plateada de la luna y la ligera brisa hacia mecer las cortinas.

Nadie hubiese podido saber que expresión se delataba en ese momento en su rostro, no hasta que se mordió el labio inferior y apretó los puños con fuerza. Entonces  se deslizó hasta quedar sentado en el piso; apoyó sus brazos sobre sus rodillas y  ocultó su rostro entre sus manos.

No comprendía que era lo que sentía. Desde que bebió la sangre de ese tipo se sentía extraño. Era diferente que la última vez y también era incómodo. Además, tampoco había podido dormir,  pues apenas cerraba los ojos, los recuerdos del vampiro, que había visto la noche que bebió su sangre,  acudían a él  de nuevo. Y si no eran estos, eran esos extraños sueños donde se encontraba en escenarios desconocidos; ciudades, aldeas, la soledad de un bosque, lo alto de una edificación, el horno donde Yuuki arrojó su corazón y sobre todo, ese campo de trigo.

Todos esos sueños eran extraños, es más, estaba seguro y era obvio que no eran normales. Primero pensó que se debía a la perdida de Yuuki, pero después cayó en la cuenta que se debían al sangre pura, pues comenzaron después de que le dio a beber su sangre el día que Yuuki se sacrificó. Sin embargo no había forma de comprobarlo, hasta donde él sabía, al beber la sangre de alguien, eran los recuerdos, pensamientos o sentimientos  de ese alguien los que se podían transmitir por la sangre, no al contrario.

Como fuera, había sido demasiado molesto para él, pues en ellos solía aparecer el sangre pura algunas veces. Sin embargo, el colmo había sido hacia unas semanas. Hasta entonces los sueños no sólo eran esporádicos, sino que sólo habían sido pequeñas escenas, incluso Kuran no aparecía continuamente en ellos, pero ese último sueño había sido absurdo, estúpido y en cierta forma asqueroso… él estaba con alguien, estaba haciendo el amor con alguien, y estaba siendo maravilloso, al menos así lo creía; en ese sueño, descargas eléctricas recorrían su cuerpo  y lo hacían estremecer cada vez que recibía una caricia o un beso. Todo estaba siendo hermoso, hasta que se encontró que con quien estaba, era ese vampiro. Ese día se había despertado de golpe y con una dolorosa erección que el mismo había tenido que atender y ni aun con eso, ni después de darse un baño, se había tranquilizado. Esas imágenes y las sensaciones que había experimentado en ese sueño habían sido tan reales que incluso no pudo sacárselas de la mente en varios días y la primera vez que tuvo al sangre pura frente a frente después de ese sueño, no pudo evitar sonrojarse y salir corriendo.

Y ahora, nuevamente todo, recuerdos y sueños volvían y no lo dejaban dormir. Y para rematar, ese tipo se había atrevido a acercársele demasiado. Ya tenía suficiente con la vergüenza y la humillación de haber vuelto a ser salvado por él como para que tuviera que tolerar que le impusiera su presencia de esa manera y más aún, sentir su aroma tan cerca.

Ya sabía que tenían que trabajar por un objetivo en común, había sido él mismo quien buscó su cooperación, pero hasta ahora todo parecía estar funcionando con sólo una junta cada quince días; ¿Qué esperaba Kuran acercándosele? ¿Que le diera las gracias por salvarlo?, bueno, quizá si tuviera que hacerlo, pero realmente aunque lo supiera eso no evitaba que una terrible ansiedad lo invadiera con sólo verlo y que le hacía esquivar su mirada

- Mierda, ¿Por qué me siento así?... no debió haber pasado, ¿Por qué simplemente no me dejó?

¿Por qué ahora cuando lo veo no puedo evitar recordar la tristeza reflejada en sus ojos?... ¿Por qué me duele?

- Maldita sea, si me está influyendo… pero no puede… no debo… tengo que hacer algo.

Cerró con fuerza los ojos y recargo su cabeza sobre la puerta. Le punzaba terriblemente y sentía una sensación de calor recorrer su cuerpo y su corazón comenzó a latir más rápido. Tenía necesidad de algo, pero no sabía exactamente de qué, lo único que sabía era que le era vital y no se trataba de sangre. Además, sumado a eso, también sentía una terrible sensación de soledad que oprimía su pecho haciéndole difícil respirar.

Se incorporó y comenzó a caminar lentamente hacia la ventana, de pronto sentía demasiado frio y quería cerrarla; pero justo en ese instante la debilidad invadió sus sentidos y sólo fue consciente de que se derrumbaba; sin embargo no llegó a tocar el piso.

Una sensación de calidez lo invadió y entonces pudo sentir como era sostenido de manera gentil y  protectora. Alguien estaba en su habitación, por un momento creyó que era Kaito, pero cuando levanto el rostro se encontró con unos ojos borgoña que reconoció inmediatamente.

- Mira lo descuidado que eres – el sangrepura le sonrió, pero por un momento él creyó ver un atisbo de preocupación en sus ojos. Algo absurdo por supuesto.

- ¿Tu?... ¿Qué… haces aquí? – dijo mientras intentaba separarse de él, aunque no pudo.

- Sabía que estabas fingiendo… no estás del todo bien…  hace un rato no pudiste detectarme hasta que estuve muy cerca de ti y ahorita tampoco lo has hecho.

- Estoy  bien, sólo no he dormido suficiente… pero ahora… - volvió a intentar alejarse del sangre pura, pero esta vez fue éste quien no lo dejó - ¿Qué … qué crees que haces? – dijo mirando la mano que sostenía firmemente su brazo.  – suéltame.

- Sólo déjame ayudarte, al menos un poco…

Zero volvió a mirarlo a los ojos,  tenían un brillo extraño que le causó un cosquilleo en el estómago, sin embargo no tuvo tiempo de prestar mucha atención, ya que de pronto sus parpados  comenzaban a pesarle demasiado y el cansancio lo invadía rápidamente; y sobre todo, esas terribles sensaciones parecían haberse adormecido, incluso desaparecido desde el momento en que miró  los ojos de ese hombre

- ¿Por qué? ¿Por qué lo… haces…

No dijo nada más, pues se quedó dormido en los brazos de sangrepura.

- Porque te amo Zero, por eso. - dijo Kaname sonriendo a la vez que se inclinaba y depositaba un suave beso sobre los labios del joven.

Luego incorporándose con Zero entre sus brazos, lo llevó hasta la cama y lo depósito con sumo cuidado; le retiró la gabardina y los zapatos y lo arropó. Después de eso se quedó un rato observando el tranquilo rostro del joven, sentado en la orilla de la cama. Lo que le había dicho al joven con respecto a su condición era sólo en parte cierto, pues en realidad se había dado cuenta hasta que ya iba de regreso a los dormitorios de la luna junto a los otros y no había sido eso precisamente  lo que le hizo buscarlo, lo que le hizo ir hasta él fue la sensación que acudió después a su pecho. Era una sensación que le decía que Zero no estaba bien en ese momento.

Y no se había equivocado.  ¿Qué sucedía con él? ¿Por qué se veía tan cansado si sus heridas ya habían sanado? ¿Era porque él le había dejado beber su sangre? ¿Tanto le incomodaba sentirlo en su cuerpo que le impedía dormir?

Viéndolo mejor ahora, suspirando le hizo una leve caricia en la mejilla y se dispuso a marcharse, pero antes de salir de la habitación del cazador por donde había llegado, volvió la vista atrás y lo miró, entonces sin dudarlo cerró la ventana y corrió las cortinas; se retiró el saco del uniforme, la corbata y los zapatos y se recostó junto al cazador, abrazándolo por la espalda y enterrando su rostro en su cuello.

- Te amo Zero… eres mi vida…

Ebrio por la calidez que desprendía el cazador, por su cercanía y por su delicioso aroma; él también se quedó profundamente dormido.

Notas finales:

Hola, un capítulo con un poco más de acercamiento. Espero les guste. Nos vemos pronto.


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