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AL FINAL DE LA NOCHE por Amaya Kurau

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Capítulo XII Visita

 

Abrió los ojos lentamente, y aunque la cálida luz del sol se filtraba ya por la ventana y el canto suave de las aves afuera le indicó que era hora de levantarse; en vez de eso, con desgana se giró sobre la cama y acurrucándose más ocultó el rostro en la almohada y se abrazó a ella con fuerza, dispuesto a dormir un poco más.

Sin embargo, después de unos minutos, como si reaccionara sobre lo que estaba haciendo, alejó la almohada de si y la miró desconcertado. Por un segundo había sentido un sutil aroma ajeno al suyo.

Creyendo que era su imaginación, agitó la cabeza para alejar esa idea y sin prestarle mayor atención se incorporó, no sin antes alegrarse internamente de que por fin hubiese podido dormir y descansar, sin sueños de ningún tipo y sumido en una profunda sensación de seguridad y calidez.

Con una sonrisa sutil en los labios, se dirigió hacia el closet y tranquilamente comenzó a sacar su ropa. Pero mientras tomaba una camisa, un nuevo pensamiento surco su mente y se quedó inmóvil.

Kuran había estado en su habitación, no lo había soñado, él había estado allí y le había visto en una condición que se había esforzado por ocultar y no sólo eso, se había comportado de una manera extraña, casi podría decirse que gentil con él.

- Mira lo descuidado que eres.

- ¿Tu?... ¿Qué… haces aquí?

- Sabía que estabas fingiendo… no estás del todo bien…  hace un rato no pudiste detectarme hasta que estuve muy cerca de ti y ahorita tampoco lo has hecho.

- Estoy  bien, sólo no he dormido suficiente, pero ahora…  ¿Qué… qué crees que haces? suéltame.

- Sólo déjame ayudarte, al menos un poco…

 

Se llevó una mano a la frente y se oprimió la sien.

- ¿Qué me hizo? – dijo con el ceño fruncido – algo noestá bien conmigo, algo no está bien desde que me salvó.

Este razonamiento no era espontáneo, ni reciente. Desde que había vuelto a ver al sangre pura sucedía algo raro en él. Primero esos sueños extraños que le hacían sentir que eran parte de él y su pasado y no del pasado del sangre pura. Y luego, estaban sus reacciones cada vez que Kuran se le acercaba demasiado. Siempre que hacía eso sentía un cosquilleo en el estómago, y una sensación repentina de querer alejarse de él surgía desde lo más profundo de su ser; pero no era porque lo odiase, sino más bien por sentirse vulnerable de una manera incomprensible, tal y como si el sangrepura pudiese ver su alma.

Sumado a ello, desde hacía días su corazón reaccionaba exageradamente y su sed aumentaba cada vez que lo tenía cerca.

- Nunca debió darme su sangre. No debió pasar. Maldito Kuran.

Terriblemente molesto por esa maraña de confusiones, apretó los puños y cerró los ojos con fuerza; y así se mantuvo por un rato hasta  que fue traído de vuelta a la realidad.

TOC TOC TOC

En respuesta reaccionó un poco sobresaltado ante el repentino sonido de la puerta y se giró hacia ella.

- Adelante.

La puerta se abrió lentamente y en el dintel apareció Kaito.

- Buenos días Zero, ¿Cómo dormiste?

- ¿Acaso eres una especie de padre sobreprotector? – dijo con una sonrisa de lado.

- Hmmp…Veo que ya estas más relajado. Hoy sólo tienes clases hasta mediodía, así que, por qué no entrenamos un poco después, ¿Qué te parece?

- Lo siento, pero tengo que ir a la ciudad.

- ¿A la ciudad?, bien, pues vamos entonces.

- Perdón, pero es algo personal.

- Aun así, tengo instrucciones de no dejarte salir solo de la academia.

- Kaien, el maestro y tú; todos están exagerando y ya se los he dicho, no soy un niño. Puedo cuidarme solo.

- ¿Exagerando dices?, eres el único presidente que no ha accedido a llevar escolta y mira todas las veces que te han atacado.

- No ha pasado de eso.

- Te recuerdo que la última vez casi te matan.

Zero suspiró y tomó la ropa que había elegido y se dirigió hacia el cuarto de  baño.

- Tú lo has dicho, "casi"... Kaito,  soy el presidente y te digo que no necesito que me acompañes. Sobre lo que pasó, te aseguro que no volverá a ocurrir. Además, quiero estar solo un rato.

- Zero…

- Es una orden – su tono de voz reflejó autoridad y clara molestia - Iré solo. Ahora si me permites, pronto iniciaran mis clases.

Dicho esto último, cerró la puerta del baño tras de sí de un portazo, dejando a Kaito  desconcertado; quien frunciendo el ceño salió de la habitación.

Cuando sintió que su amigo se alejaba, suspiró nuevamente y se acercó a la ducha e intentó relajarse. Sin embargo, sentir el agua sobre su piel lo sobrecogió. No es que estuviera muy fría o demasiado caliente, era simplemente que pareciera que su piel se encontraba sumamente sensible desde hacía días, casi como si fuera una respuesta a todo lo que se agolpaba en su mente. Con todo ello consiguió terminar de ducharse, se vistió con rapidez y salió rumbo las aulas.

Cada una de sus clases transcurrió sin novedad y al terminar se dirigió aprisa hacia el depósito de autos de la academia donde ya tenían su motocicleta lista, gracias a que oportunamente se había encontrado con el encargado por la mañana.

Subió a ella, se colocó el casco y con un fuerte rugido del motor, arrancó. Ni siquiera hizo amago de detenerse cuando vio que Kaito, que llegaba corriendo en ese momento, le hacía señas para que se detuviera. 

De todos modos, el castaño estaba loco si pensaba que lo haría, así que aceleró aún más.

Ahora que físicamente se encontraba bien, necesitaba más que nunca alejarse cuanto antes de la academia y necesitaba por sobre todo, alejarse de Kuran. 

Se sentía extraño, confundido y molesto; y para tranquilizarse requería de un momento en un lugar donde pudiera pensar, respirar y relajarse un poco. Pero para lograrlo, al parecer también tenía que deshacerse de esa otra molestia que había salido tras él en cuando dejó la academia.

El imbécil de Kuran se había atrevido a mantenerlo vigilado, ¿acaso pensaba que no se daría cuenta?. Como fuera, ya hablaría con él al respecto a su regreso, por ahora no le preocupaba; esa guardaespaldas podría ser muy rápida, pero al llegar a la ciudad, si ocultaba su presencia por completo se podría mezclar con facilidad y perderla. A donde iba lo que menos necesitaba era de un intruso como ella.

Se inclinó más hacia el frente y aceleró. En pocos minutos llegó a la ciudad y entonces desapareció por completo su aura de tal modo que pudiese mezclarse con la de los humanos. Así mismo, avanzó por una de las avenidas principales sorteando los autos con suma facilidad, hasta que se desvió por una calle secundaria y allí disminuyó la velocidad hasta detenerse e intentó distinguir a su perseguidora, pero no logró percibirla, debía de haberse quedado muy atrás. Sonrió y volvió a poner en marcha la motocicleta. En poco tiempo pudo divisar las altas torres de la sede de la asociación de los cazadores.

Cuando estuvo justo frente a la escalinata principal, se detuvo y se retiró el casco, y dejó fluir nuevamente su aura. Inmediatamente un joven cazador se le acercó.

- Kiryuu-sama, buenas tardes.

- Buenas tardes, hazte cargo de ella  por favor – Zero descendió y le entregó el casco – tengo algo que hacer, más tarde regresaré. Aún no les informes que he venido a la ciudad.

El joven lo miró desconcertado pero no dijo nada. Zero le sonrió con amabilidad; luego se giró inhibiendo nuevamente  su aura y rápidamente cruzó la calle hasta la otra acera y comenzó a alejarse.

Sabía que sólo era cuestión de minutos para que Seiren lo rastrease  hasta la asociación y estaba seguro que debido al manejo en el fluir su aura, ella creería que ingresó a la sede. Volvió a sonreír, había sido demasiado fácil perderla.

Siguió caminando mezclándose entre los transeúntes que iban y venían por la acera, dio vuelta en la esquina y siguió andando por varias calles, hasta que encontró el establecimiento que necesitaba. Ingresó al lugar e inmediatamente una jovencita rubia acudió a atenderlo.

- ¿Puedo ayudarle? – dijo con una amplia sonrisa.

- Si, por favor.

Después de unos minutos salió del lugar; pero apenas lo había hecho, se detuvo de golpe, por un segundo había parecido percibir la presencia fuerte de un vampiro. Intentó localizar su posición, pero le fue imposible, es mas, parecía  que esa presencia había desaparecido con la misma rapidez con que la sintió, tan rápido que incluso comenzó a dudar en haberla sentido. Frunció el ceño y aceleró el paso, no podía tratarse de la guardaespaldas de Kuran, pero aun así tenía que asegurarse de alejarse lo más pronto.

Siguió andando por varios minutos, hasta que finalmente llegó al centro de la ciudad. Una gran alameda donde decenas de árboles de cerezo comenzaban a florecer, y que él conocía muy bien, le dio la bienvenida. Al frente se encontraba aquella enorme catedral de estilo gótico con amplios vitrales que siempre le había gustado; y a la derecha  estaba el colegio donde había concluido sus estudios de secundaria.

Varias personas paseaban por el lugar en total calma, y se podía respirar paz y tranquilidad. Pero  él necesitaba un lugar aún más tranquilo; así que decididamente cruzó la alameda, no sin ser consciente de las miradas que atraía; sin embargo era algo a lo que ya estaba acostumbrado siendo un vampiro, por lo que continuó, y  al llegar al otro extremo, se adentró nuevamente por varias calles hasta que pudo llegar a una zona residencial.

Ese lugar contrastaba notablemente con el barullo dejado atrás, hermosas casas, jardines amplios y sobre todo privacidad. Siguió andando sin prestar demasiada atención a su entorno, hasta que instintivamente se detuvo en una calle que se le hizo conocida; al levantar la vista y observar detenidamente, supo que era verdad. Se dio la vuelta y pudo ver que casi al final se encontraba la casa a la que había llegado a vivir después de que sus padres fuesen asesinados.

La casa era de dos plantas, de tejado rojo, con un amplio jardín y altos árboles y estaba rodeada por una cerca de ladrillo y rejas de metal. Había vivido en esa casa al lado de Yuuki y de Cross hasta que se mudaron a la academia, y había sido allí donde lo conoció a él por primera vez.

Era amigo de Cross, y Yuuki le profesaba un gran cariño; y él, que acababa de llegar a vivir con ellos, no sabía nada. Esa noche pudo ver a Yuuki emocionada con su presencia y quería incluso que él, Zero, lo conociera, ingenuamente creyendo que podrían llevarse bien; pero eso no resulto, es más, fue aún peor de lo que esperaban, porque en cuanto lo vio sintió un vuelco en el corazón y todos sus temores y furia salieron a flote. Esa criatura tan atractiva y a la vez tan aterradora, era igual a la que había matado a su familia y le había destruido la vida. Verlo ahí parado; elegante y altivo, con esa mirada penetrante, segura y arrogante; le hizo sentir como si todo a su alrededor se hubiese oscurecido. Se sentía asfixiado y lo primero que quiso fue desaparecerlo, así que tomando la primera arma que vio a su alcance, se lanzó contra él y clavó un cuchillo en su brazo. Kuran se lo quitó como si nada y al hablarle su voz le hizo estremecer, pero no se doblegó, no podía permitirle a ese vampiro ver su desesperación y miedo. Al final, después de la humillación, había terminado recluido en su habitación sintiéndose confundido y más sólo que nunca.

Ahora que lo pensaba, había sido demasiado estúpido hacer eso, Kuran hubiese podido eliminarlo sin ningún problema, pero obviamente no lo hizo por Yuuki. Sin embargo, desde ese día la antipatía y desagrado mutuo nació y se fortaleció con el paso del tiempo. 

Muchas cosas  sucedieron después, actos imperdonables; y Kuran siguió arrebatándole más cosas todavía y por ello, en verdad siempre había querido odiarlo, lo había hecho incluso, estaba seguro;  pero ese sentimiento había desaparecido en algún punto de su existencia y lo más terrible es que no podría decir cuándo ni dónde es que se había quedado.

Zero suspiró cansinamente y dándose la vuelta se alejó de la casa y de esa calle. Mientras más se acercaba a su destino, la brisa proveniente del enorme lago cercano, se hacía presente golpeando contra su cuerpo, una brisa cálida con un aroma a  una mezcla de tierra húmeda y hierba.

Y así, después de un rato, finalmente se encontró frente a la alta reja con decorados de ángeles en la cima. Se detuvo unos segundos, su resolución de acudir a ese lugar había sido  tan firme, pero ahora parecía querer menguar. Hacía mucho que no los visitaba, prácticamente desde la ceremonia.

Inhalando y exhalando profundamente, apretó los puños y finalmente empujó la reja. Un agudo chirrido de los goznes pareció romper el silencio de aquel lugar y docenas de lapidas blancas de diferentes formas le dieron la bienvenida. El cementerio era tan tranquilo.

Caminó por los senderos hasta que llegó cerca del acantilado donde se encontraban las últimas tumbas.  Y finalmente dio con las que buscaba. Cuando estuvo parado frente a ellas, su mirada se entristeció de sobremanera; luego, acuclillándose frente a la primera, pasó suavemente su mano sobre ella para retirar algunas hojas secas que la cubrían.

Cross Yuuki, Kuran Yuuki; así rezaba la tumba. Cualquiera que la viese creería que allí estaban sepultadas dos personas diferentes, pero no era así. Es más, ni siquiera se podría decir que alguien estuviese allí. Cuando un vampiro muere no quedaban más que cenizas y a veces ni eso. Pero Kaien así lo había deseado y en vez del cuerpo de Yuuki, lo que habían sepultado aquel día habían sido algunos de los objetos personales que ella apreciaba demasiado, el vestido que traía puesto ese día y muy pocas de las cenizas que de ella habían podido rescatar.

Él por su parte no había objetado nada al respecto, es más, en el fondo lo agradeció, pues así de cierta forma, en ese lugar también quedo sepultada la parte de su corazón que se había llevado Yuuki, junto con  todos sus sueños y deseos de un futuro con ella.

- Hola. – dijo sonriendo con tristeza mientras se sentaba en una de las orillas y depositaba sobre la lápida uno de los ramos de azucenas que había comprado -  Siento no haber venido antes. Debes estar molesta. Lamento haberte hecho esperar demasiado.

Un ligero viento golpeó suavemente contra él, casi como en respuesta a sus palabras.

- Supongo que no estaba preparado… - Guardó silencio mirando sólo la lápida; a pesar del largo tiempo, no sabía que más decir. Volvió a suspirar y después de un rato volvió a sonreír, ahora menos triste - ¿Sabes?... quizá padre ya te lo dijo, pero me esforcé mucho después de tu partida y logré terminar mis estudios, ahora soy profesor, irónico ¿no?, con todos los dolores de cabeza que les di a los nuestros saltándome sus clases o durmiendo en ellas… También mejoré como cazador y me convertí en presidente de la asociación; y ahora  estoy haciendo todo lo posible para cumplir tu deseo de lograr la coexistencia de humanos y vampiros. Por lo pronto he retomado el proyecto de la academia Cross.

>>… Me hubiese gustado poder decirte que hay grandes avances, pero lo cierto es que es muy difícil. Apenas estamos iniciando… te hubiese gustado estar aquí, lo sé. Quizá debí comprender lo que deseabas antes…

Volvió a guardar silencio y tomó una hoja entre sus dedos y comenzó a girarla lentamente por el tallo.

- Él ha vuelto – dijo de pronto –  y está nuevamente frente a la clase nocturna… no sabe sobre este lugar...  aunque si te soy sincero,  dudo que le interese venir aquí, no tengo idea de si ellos siquiera lloran a sus muertos. Hmmmp… de hecho no tengo idea de nada sobre las costumbres de los vampiros. Como sea, tal vez se burlaría si supiera que he venido aquí a hablar contigo…

Volvió a guardar silencio y dejó caer la hoja al piso y miró nuevamente la lápida.

- Ha cambiado… no me refiero a físicamente. Hay algo diferente en él, no te sabría decir que… - La imagen del sangre pura acudió a su mente. – como sea, creo que él también se está esforzando.

- ¿Ya no lo odias Zero?

- ¿Ichiru…?

Se giró bruscamente buscándolo, pero no lo encontró. Como aquella vez que acudió al cementerio para visitar a sus padres y hermano, por sugerencia de Kaito, Ichiru volvía a hablarle. Pese a que como dijo aquella vez, su espíritu residía dentro de él y no en esa tumba.

- ¿Ichiru? – volvió a llamarlo, pero no obtuvo respuesta, así que volvió nuevamente a mirar la tumba de Yuuki – Te prometo que no tardaré tanto la próxima vez, esta vez te traje azucenas, pero estoy pensando que podría plantar algunas rosas alrededor de tu lapida, me parece que eran de tus preferidas. Hasta pronto Yuuki.

Se incorporó dejando una ultima caricia sobre el mármol y pasó a sentarse ahora en orilla otra de las lápidas. Se inclinó y depositó un beso en el frio mármol y se quedó recostado sobre ella.  

- Padre, madre…

Dijo en un susurró y dudó que más decir. La verdad es que le hacían falta y los extrañaba mucho, siempre lo haría; pero una parte de él, al estar frente a su tumba, aún se sentía avergonzado por lo que era. Sus padres habían sido unos de los mejores cazadores. Incluso Yagari-sensei  tenía grandes expectativas en su padre para que se convirtiera en presidente de la asociación y muy gustoso había aceptado ser el maestro de sus hijos. Su madre era muy bella y cariñosa y su padre era fuerte y comprensivo, siempre lo había considerado su héroe. Pero a ambos Shizuka se los arrebató junto a su humanidad y su hermano.

- También perdóneme por no haber venido. Lo siento… los amo, siempre lo haré, espero que no se sientan decepcionados conmigo por lo que estoy intentando hacer, ni muy molestos. Pero es algo que le debo a ella y a mi mismo. No sé si realmente lo logre, quizá muera antes.

>>… De hecho, hace unos días estuve a punto de hacerlo, a una parte de mí no le hubiese importado; sin embargo, irónicamente fui salvado por un vampiro, el que menos se imaginan.  

>>... Mientras venia para acá vi la casa en la que viví después de que Shizuka… Lo recordé, recordé el día que lo conocí y me di cuenta de que no sé en que momento dejé de odiarlo. El arruinó nuestras vidas, mi yo humano y cazador sabe que debería odiarlo, lo veo y creo que lo odio, pero otra parte de mi siente…

>>… quizás haya pasado ya demasiado tiempo que ese odio se ha vuelto irrelevante. No lo sé, me siento confundido, atrapado. Siento que me he olvidado de algo importante y no sé qué es. Cuando pienso en él, sé que debo odiarlo, pero cuando lo miro…

Guardó silencio, ni siquiera sabía por qué  hablaba de ese sujeto con sus padres. Estos no deberían estar demasiado contentos por ello.

- Espero que puedan comprender por qué hago lo que hago. Los amo y los extraño y no saben cuánto me gustaría que al morir pudiese ser sepultado a su lado, pero quizá eso nunca llegue a ocurrir. – dijo esto último mirando la tumba de Yuuki. – después de todo, los vampiros se convierten sólo en polvo.

Dejó otro de los ramos de flores mientras pensaba que las personas que más había amado estaban reunidas en este silencioso lugar, en estas tres tumbas blancas bañadas por la suave brisa proveniente del lago y los cálidos rayos de sol.

Dando un último beso a la tumba de sus padres, se incorporó y se dirigió finalmente a la tumba de enfrente. Allí volvió a acuclillarse y dejó el último ramo de flores.

- Sé que dijiste que era absurdo que visitara tu tumba cuando sabia a la perfección que no estabas aquí, pero aún así, realmente necesitaba venir.

Dicho esto cerró los ojos, se inclinó y apoyó la frente sobre el mármol. El cuerpo de Ichiru estaba sepultado ahí. El destino de su hermano, como el suyo propio, había terminado siendo sellado desde su infancia a causa de los planes de Kuran. El sangre pura había movido sus piezas de tal manera que como consecuencia, ellos que eran unos simples niños, se vieron atrapados en medio de ese juego; y la conclusión final había sido, él mismo devorando a su hermano. ¿Cómo es que con todo eso había podido olvidar su odio por Kuran?; eso era lo que no comprendía, era por eso que estaba tan angustiado y de cierta manera desesperado y trataba de ocultarlo.

Una parte de él le gritaba que Kuran era un sangre pura,  el ser que más daño le había causado. Por un simple propósito egoísta había destruido su vida y manipulado los restos a su antojo. Un vampiro al que le importaban muy poco las insignificantes vidas humanas y que sólo lo apoyaba a él por el simple hecho de que era el deseo de Yuuki que se logrará la coexistencia entre humanos y vampiros.

Sin embargo, otra parte de él le hacía recordar la forma en que Kuran lo miraba algunas veces, recordar aquellos extraños sueños, aquella mirada de tristeza y sobretodo, aquella soledad que a veces parecía emanar de él, al punto que le hacía sentir cierta compasión.

Mientras pensaba en eso, en silencio lagrimas cristalinas brotaron de sus ojos humedeciendo la suave cortina que formaban su pestañas. Pero no hizo ningún movimiento ni ademan de limpiarlas; simplemente siguió en la misma posición.

Sabía que él no era mejor que Kuran, él también había eliminado a muchos vampiros, había lastimado a Yuuki muchas veces y había devorado los restos de la vida de su hermano, incluso en este momento de su vida estaba traicionando su legado como cazador.

Su vida realmente era contradictoria ¿es que acaso nunca podría encontrar la paz de su alma? ¿Ese era el precio por ser un cazador de vampiros y un vampiro a la vez? ¿Por querer caminar a la luz del día? ¿Ese era su castigo por todas sus faltas?

- ¿Aún sigues culpándote hermano?... después de treinta años, ¿aún sigues atormentándote por lo mismo?... ¿piensas pasarte la eternidad así?

 Zero abrió los ojos y se incorporó. A su lado estaba Ichiru. Quizá sólo se trataba de una visión como había sucedido en el pasado, pero aun así su corazón latió con fuerza y sintió una inmensa necesidad de querer ser consolado. Ichiru sonrió con dulzura y sabiendo lo que deseaba Zero, se acercó a él y lo abrazó contra su pecho.

- Perdóname Ichiru. – dijo Zero en un susurro y derramando más lágrimas.

- ¿Por qué? ¿por todo lo que has estado diciendo, pensando o sintiendo?... yo no te culpo, quizá tu tendrías que hacer lo mismo. También deberías aceptar lo que eres de una buena vez. Porque, al final no importa lo que seas, sino quien eres, y tú eres Zero.

>>... Además, deberías deshacerte ya de ese complejo de mártir, creí que habías avanzado en eso. No puedes seguir culpándote siempre por todo y creyendo que por eso y por lo que sucedió en el pasado no mereces ser feliz. La perdiste a ella, pero la vida sigue Zero… y después de todo, si tu consideras haber pecado, ¿Qué hice yo entonces?... mi falta fue aún más grande, pero a diferencia de ti, yo no me arrepiento porque al final logré lo que quería.

-  ¿A qué te refieres?

- Zero, yo te odiaba y te amaba al mismo tiempo. Te deseaba como no tienes  idea y a la vez te despreciaba pues veía en ti todo lo que admiraba y todo lo que deseaba ser y que jamás seria. Pero también quería que siempre estuvieses a mi lado, que no miraras a nadie más que a mí, sin embargo cada día veía como te ibas alejando más de mí y tenía un terrible miedo de que nos separaran. Amaba a padre y madre, pero te amaba más a ti. Entonces conocí a Shizuka-sama y sucedió todo aquello; luego  otro tipo de amor surgió dentro de mí. Quizá nunca seas capaz de comprender lo que digo y deseo que nunca conozcas el amor obsesivo ni dependiente.

>>… Lo que sí quiero que comprendas, es que yo no quería perderte, siempre quise estar contigo y al final lo logré, de cierta forma siempre estaré contigo, viviendo dentro de ti. Es patético, al parecer siempre lo fui. Pero me alegro mucho porque al menos  pude morir entre tus brazos y porque no me odiaras.

>>… Ahora Zero, tienes que continuar con tu vida… tienes muchos planes y metas que cumplir, tampoco quiero que vuelvas a dejarte vencer tan fácil, no puedes morir aún. Mientras  tengas un objetivo, tienes que seguir viviendo.

-  Es muy difícil… creí que estaba preparado para tomar el rol de mediador, que podría luchar por buscar la coexistencia de vampiros y humanos, pero ni siquiera puedo tolerarlo a él. Lo veo y miles de cosas acuden a mi mente. Todo lo que nos hizo, todo el pasado y todo lo que él es y representa.

- Como siempre Zero, sigues pensando demasiado, siempre tratando de analizar todo de manera fría, deberías de reprimirte menos, quizá si comenzaras a prestar más atención a lo que sientes descubrirías la respuesta a muchas de tus interrogantes. Además, también te darías cuenta que no sólo era en el físico, en realidad tu y yo nos parecemos más de lo que imaginas.

- Ichiru…

- Ya tienes que volver Zero. todas tus responsabilidades te aguardan.

- Hmmp… tienes razón. Ah y aunque no te guste, le he prometido a Yuuki y a padre y madre que vendré pronto a visitarlos, así que también lo haré contigo.

- Ya te lo he dicho, no hace falta, yo estoy dentro de ti, tú y yo somos uno mismo… Ah,  por cierto, si te preguntas por qué no lo odias, es fácil, tú no eres capaz de odiar. Eres como un ángel Zero. Yo, a pesar de que éramos gemelos, siempre fui consiente de esa diferencia contigo, tus alas eran blancas, pero las mías no…

Notas finales:

Hola, sé que fue mucho tiempo, pero entre flojear y andar de aquí para allá, en fin, el tiempo pasó. Pero aquí les dejo un nuevo capítulo, estaba quedando muy largo, de hecho esta es la primera mitad del que sería el doceavo capítulo; pero como excedía el promedio de los demás, lo dividi (asi que por eso puede sentirse un poco flojo) cuando termine, subiré el resto. 


En fin, gracias de nuevo por todas las lecturas y los comentarios, hasta pronto. 


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