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AL FINAL DE LA NOCHE por Amaya Kurau

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Notas del capitulo:

Antes que nada  quiero agradecer enormemente a todos los lectores de este fanfic. He visto el número de visitas y son muchisimas, pero mas que eso, en verdad cuando comencé a escribir esta historia nunca creí cosechar tantos reviews y ya son mas de doscientos. En serio, les agradezco los elogios y las sonrisas que me sacan con cada uno, en especial aquellos que me divierten. Estamos casi en la recta final y humildemente me gustaría seguir contando con su apoyo, les envío a todos un enorme beso.

 

Su autora, Amaya Kurau

  

CAPÍTULO XXXVII

Rendición

 

Desde el balcón donde se encontraba, el viento golpeaba suavemente contra él; y en el cielo, la luna menguante se ocultaba por momentos tras las nubes que eran arrastradas lentamente. Sin duda en algún lugar había una tormenta,  ya que podía oler en el viento ese característico aroma a tierra húmeda.

Recargado de espaldas contra el barandal, su vista estaba perdida en la lejanía. La copa que sostenía entre sus finos y largos dedos se encontraba intacta desde hacía un rato reflejando el brillo de las luces del interior del vestíbulo.

Ya eran cuatro días y de nada le servía que el senado y aquellos sangre pura estuviesen de su lado; ninguno servía más que para causar ruido ya que nadie había sido capaz de darle noticias o al menos una pista del paradero de Zero y Kaname. Era como si la maldita tierra se los hubiese tragado; y aunque los ataques contra la sede, la academia y ciudades humanas habían continuado, ninguno de los dos había hecho acto de presencia.

Aunque no lo demostrara, estaba molesto y frustrado por no poder actuar totalmente como lo había planeado. Los frentes organizados por los cazadores estaban conteniendo los ataques, lo mismo que la sede. No podía comprender como es que se habían organizado tan rápido. En cuanto a la academia; si bien había caído, no lo había hecho tan rápido como hubiese deseado. Si todavía no la había reducido totalmente a cenizas era sólo porque esperaba a que ellos aparecieran. Nada de lo que había hecho tenía caso si no tenía a Zero en su poder y aún menos si no podía ver la desesperación en el rostro de Kaname por perder todo aquello que quería y por lo que había luchado.

Quizá por ello lo que mas le molestaba no era que no pudiese dar con ellos, sino que estaban juntos; y mientras más tiempo pasaba, más creciente era su ansiedad ante el hecho de que algo pudiese haber pasado ya entre ellos.

 

-   ¿Me tienes noticias?

Su repentina voz con un claro timbre de frialdad, resonó en el lugar. Parecía estar cuestionado a la nada, pero justo en ese momento una sombra encapuchada apareció tras él. Al retirarse la capucha la luz de la luna delató a Shiki Akira, uno de los miembros del senado. Liam se giró y lo miró inexpresivamente.

-   Lo lamento Eyre–sama, no hay noticias sobre ellos. Lo hemos intentado pero aún hay vampiros que protegen a Kuran Kaname. Es difícil identificarlos, pero los están ayudando.

Liam frunció el ceño.

-   ¿Y la sede de la Asociación?

-  Continúa resistiendo. Touma-sama ha intentado un nuevo asalto pero los muros parecen ser inmunes a los vampiros y su ejército se ha visto gravemente reducido debido a la presencia de Isaya Shouto dentro de sus instalaciones.  Es prácticamente imposible que pueda hacer algo… quizá si usted…

-   Vete… sigan rastreando a Kuran Kaname y Kiryuu Zero. Detengan a aquellos que sospechen los estén ayudando, en especial a los Souen, Akatsuki y Aidou

Después de decir aquellos, Liam le dio la espalda y el vampiro se quedó con una expresión desconcertada en el rostro.

-   Si… como usted ordene -. Akira hizo una reverencia, aunque Liam ya no le prestaba atención y se marchó.

Para Liam era claro que a éste como al resto de los miembros del senado, le molestaba que se mantuviera sin intervenir en la lucha. A él lo que le fastidiaba era que todavía no pudiese deshacerse de ellos pues seguían siéndole útiles. Si Kaname no se hubiese encargado de echar a perder su plan llevándose a Zero con él, en este momento ya tendría al joven y tanto la sede como la academia, el metal madre y el senado, ya no existirían.

Sin embargo también tenía que aceptar que se había precipitado al atacar a Zero de esa forma. Se había dejado llevar por sus emociones y se había mostrado por completo al joven que éste ya no confiaría en él hiciese lo que hiciese; lo sabía.

Desde un principio en sus planes estaba el ganarse su confianza, ya que eso ayudaría a que borrar sus recuerdos falsos hasta que se diera cuenta quien era en realidad, fuese más sencillo. Sin resistencia de por medio, Zero podría olvidarse de su vida como humano, de sus pérdidas, de sus conocidos actuales y principalmente se olvidaría de Kaname. Todo su sufrimiento desaparecería y podría darse cuenta de que él en realidad era la reencarnación de Libelle, de su Libelle. Pero ahora ya nada de ese plan tenía sentido, la única opción era atraerlo de una forma muy vulgar y simple.

-   ¿Shion? -. Ante el llamado, el pelirrojo apareció de la nada también.

-   ¿Si, Liam-sama?

-   ¿Cómo ha ido?

-   Prácticamente sin cambios, siguen resistiendo. Pero Arezu-dono y Abya-dono ya han recibido las ordenes de marchar hacia aquí. Sin embargo, según la información que me ha llegado, con la caída de Mika Petrov el resto de su clan ha desaparecido por lo que probablemente no contará con ellos; además de que el norte ya es territorio dominado por cazadores.

-   Ya veo; ¿y nuestros invitados como se encuentran?

-   Molestos

-  Hmmp…

-   ¿Qué es lo que quiere que hagamos a partir ahora?

-   Aguardar. Quizá ni Kaname ni Zero lo sepan aún, pero en cuanto se enteren saldrán de su escondite…. Así que mientras tanto mantén bien atendidos a nuestros invitados, después de todo son nuestra valiosa carnada.

-   Como usted ordene.

Dicho esto Shion desapareció con la misma rapidez con que había llegado. Liam volvió a mirar hacia la lejanía, específicamente hacia la garganta entre esas montañas que daban acceso a su territorio.

Deseaba poder dar con Kaname y Zero pero estaban bien ocultos. Era algo que le divertía y lo enfurecía al mismo tiempo. Sin embargo de algo estaba seguro; si no daba con ellos sin duda ellos en algún momento tendrían que venir a él, especialmente Zero cuando se enterara de quienes eran sus invitados. Dos cazadores y un vampiro noble.

Esos tres cuando fueron conscientes de que la academia caería, lograron poner a salvo a los estudiantes humanos conduciéndolos a un pasillo subterráneo para que los otros vampiros nobles se los llevaran y luego se quedaron atrás para contener el ataque. Ellos eligieron ser la carnada; pues ahora lo serian en realidad, pero para atraer a Zero.

Una sonrisa maliciosa surgió en sus labios y fue entonces que se llevó la copa a los labios mientras observaba ahora las altas torres de su castillo.

A pesar de los tiempos cambiantes, los gustos de los sangre pura no se modificaban con facilidad por lo que él continuaba conservando éste lugar que se elevaba majestuosamente en lo alto un risco cuyo terreno a su alrededor era abrupto. Sólo por la cara frontal podía tenerse acceso libre ya que el resto daba a un enorme precipicio a cuyos pies se extendía el mar que rugía y  golpeaba contra enormes rocas.  

El frente del castillo descendía hasta el enorme valle y desde donde él se encontraba en este momento, lo divisaba por completo. Podía sentir la presencia múltiple de vampiros allí; cuyo número esperaba aumentar en un par de días cuando su ejército estuviese completo y el juego de placer finalmente terminase. Éste era el lugar perfecto para finalizar la primera parte de su plan y dar inicio a la siguiente. Allí Zero acudiría tarde o temprano y Kaname tras de él o viceversa. Lo que fuera que sucediera, estaba seguro que recuperaría a Zero, eliminaría a Kaname y su verdadero objetivo se pondría en marcha.

Era tiempo de acabar con la libertad de los humanos y que los vampiros obtuvieran el lugar que deberían haber tenido desde hace mucho tiempo. Los humanos eran la causa de que Libelle se sacrificase en aquel entonces, no le daría nuevamente esa oportunidad. Sin humanos que proteger no había manera de que existiera un motivo para volverla a perder.

 

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Inmóvil en la cama, tenía los puños fuertemente cerrados sobre sus piernas y la vista clavada en las sabanas; sin embargo no las miraba, no miraba nada en sí. Sus ojos tenían un intenso brillo  y el rubor no había abandonado ni un instante sus mejillas.  Inevitablemente permanecía en shock.

Cada una de las palabras del vampiro resonaban en su interior una y otra vez taladrando su alma y oprimiendo con fuerza su pecho. Desde que el vampiro le dijo todo eso, su corazón no había dejado de latir aprisa y con tanta fuerza que podía escucharlo con claridad.

“No te quería como te quiero ahora… ni me estaba muriendo de amor por ti como ahora… ¿lo comprendes?... ¿ahora lo comprendes?...si yo… si yo me acerco demasiado a ti, no me conformaría con beber sólo de tu brazo; tomaría todo de ti, todo,  tu sangre, tus labios, tu piel, tu calor, tu sabor, tu aroma… tomaría todo; y juro que te haría el amor de la forma más salvaje que puedas imaginar. Te llevaría al cielo o al infierno no lo sé, pero te tomaría, te haría mío, sólo mío y no me conformaría hasta oírte gritar que tú también me deseas, no me detendría hasta oírte gritar mi nombre una y mil veces hasta quedarte sin voz… no me detendría hasta estar dentro de ti y fundirme contigo para demostrarte todo lo que siento y que he estado callando… el amor que siento por ti, el miedo que tengo de perderte, el deseo de tomarte por completo y encadenarte a mí…”

El rubor de sus mejillas se intensificó.

“Yo te amo… si, te amo, te amo y no puedo evitar sentirlo como tampoco puedo evitar creer que el conocerte era mi destino… Te pertenezco Zero; tú eres mi luz, eres mi vida y mi razón de existir…”

“Si te tengo, te hare mío, sólo mío y te juro que sería capaz de destruir al mundo entero si es que éste intentara siquiera apartarte de mí… porque lo eres todo para mi…”

“Te amo y no puedo evitar sentirlo…”

“Lo eres todo para mi…”

 

Después de que todo lo dicho por Kaname fuese rememorado innumerables veces, nuevamente un estremecimiento sobrecogedor recorrió el cuerpo de Zero y finalmente reaccionó. ¿Cuánto tiempo había transcurrido ya? No tenía idea. Pero cuando levantó lentamente la vista, la habitación se encontraba iluminada ya por la sutil luz de la luna menguante.

El viento que se filtraba por la ventana agitaba con suavidad las largas cortinas y sólo entonces fue consciente del sonido de los grillos en el exterior y el suave aroma nocturno del bosque acompañado de cierta humedad que anunciaba que tarde o temprano una tormenta arribaría aunque el cielo no lo delatase.

Como producto de una ensoñación, inconscientemente miró la palma de sus manos. Las marcas de sus uñas estaban grabadas en la piel. Cerró los ojos  y se llevó entonces una mano al pecho y la empuñó nuevamente. La imagen de Kaname acudió a su mente. Aquella mirada triste, la desesperación en su voz y esa expresión de dolor. ¿Por qué ahora sentía tantas ganas de llorar?. Lo había dejado marcharse, no había dicho nada ¿pero que hubiese podido decir cuando simplemente se había quedado impactado?

Volvió abrir los ojos ¿Dónde se encontraba ahora el vampiro?, no podía sentirlo. Dijo que tenía que salir, ¿lo había hecho?, no, eso había sido una excusa. Una excusa para…

Su cuerpo tembló; no era capaz de pensar conscientemente sobre lo que el sangre pura le había dicho. Incluso ahora que había reaccionado, intentaba bloquear cualquier recuerdo al respecto, pero era por demás imposible. Nuevamente lo estremeció el recuerdo del vampiro tan cerca de él…

Agitó la cabeza en negación. No, debería ser una mentira, los vampiros siempre mentían. Eran monstruos sedientos de sangre con forma humana. Eso eran los vampiros, pero… él también lo era ahora… también era un monstruo…pero no dañaría a nadie, no a propósito. Y Kuran, él…

Se llevó ambos brazos a la cabeza y se encogió más sobre su cuerpo. ¿Qué diablos había sido todo eso?... ¿Por qué había sucedido?... ¿Por qué su corazón latía tan rápido y su respiración no se podía normalizar?... ¿Qué era esa sensación en la boca del estómago?... ¿Por qué sentía que le iba a explotar el pecho?...

Kuran le debía una explicación. Una expresión de decisión se vio reflejada en su rostro. Necesitaba hablar con él… necesitaba verlo. Ante esta última idea, se asustó y se detuvo. ¿Verlo? ¿Él necesitaba verlo?

Entonces la imagen de los múltiples orificios en el cuello del vampiro y su tambaleo al caminar bloquearon esa repentina indecisión que quería aflorar en él. Kuran ante todo lo había ayudado y a consecuencia de eso no estaba bien, estaba muy débil. Sin pensarlo más se incorporó y aprisa comenzó a vestirse. No era ropa suya, pero le quedaba a la perfección.

Una vez estuvo vestido, miró la bloody rose, la iba a tomar pero estando a punto,  dudo. No la necesitaba, no con el sangre pura. Se giró y salió de la habitación sin ella. Una vez en el pasillo, se detuvo de golpe. La luz plateada de la luna se filtraba por los ventanales del pasillo. Se sentía muy nervioso, pero inhalando profundamente y frunciendo el ceño se puso en marcha intentando localizar la ubicación del vampiro. Recorrió todo el pasillo atento por si se encontraba en alguna de las tantas habitaciones. Al no hallarlo  bajó las escaleras hacia la planta baja y una vez en el vestíbulo finalmente pudo sentirlo. Su corazón de dio un vuelco y nuevamente comenzó a latir aprisa.

¿Qué estás haciendo Zero?, él te quitó todo y te manipuló. Ya  no eres humano por su causa. Tus padres fueron asesinados, tu hermano te fue arrebatado y sólo volvió a ti para que ambos se convirtieran en piezas en su tablero de juego; Yuuki murió sacrificándose… te ha ido quitando todo… ¿Qué haces?

Aunque su mente le gritaba que se detuviera, su cuerpo no le respondía. Caminó con pasos trémulos hacia el despacho e incluso una vez frente a la puerta, al intentar llamar, su mano tembló, por lo que no tocó; abrió lentamente la puerta y entonces lo vio. Al lado de la amplia ventana, sentado en el piso se encontraba él, bañado por la luz de la luna. Tenía las piernas flexionadas hacia su cuerpo y el rostro oculto entre sus brazos. Era una imagen irreal y dolorosa.

Kaname no parecía haberse percatado de su presencia por lo que  se adentró y avanzó hacia él.

“¡No sabes lo que dices!... ¡No entiendes nada!. ¡Qué podrías saber tu que siendo un vampiro vives entre humanos negándote a aceptar lo que ya eres!. ¡Que incluso aunque puedas sentir como un vampiro te ciegas por tus tontos prejuicios de humano!... ¡no sabes nada!, ¡tú no sabes lo que siento!

Dos fuerzas luchaban en su interior y su corazón parecía querer salirse de su pecho y lo escuchaba latir con tanta fuerza que le era incomprensible que el sangre pura no se hubiese percatado de eso estando tan cerca. Intentó entonces hablarle pero no pudo decir nada; su voz se había congelado en su garganta. Ante esa eventualidad se quedó inmóvil sin saber si salir corriendo o acercarse más a él. Estaba muy nervioso, demasiado para su gusto.

Mientras se debatía entre sus dos opciones, pudo ver un estremecimiento en el cuerpo del vampiro y posteriormente éste levantó el rostro hacia él. Zero experimentó una sacudida interna. La expresión en el rostro de Kaname no concordaba en nada con ninguna otra que le hubiese visto, no, mejor dicho no cabía dentro de su lógica el verlo así. Kaname lo miraba sorprendido, pero esa mirada también reflejaba un infinito dolor y tristeza, una mirada de total mortificación, nada que ver con aquella mirada serena, segura y a veces arrogante que siempre había visto en él.

-   Ze…Zero…

Zero no respondió, pero tampoco apartó la mirada de él y sin poder evitarlo, se le acercó más. Kaname pareció asustarse y apretando fuertemente  la mandíbula y los puños, cerró los ojos y bajó el rostro.

-   Lo siento… yo… lo siento…todo lo que te dije…

-   ¿Era mentira? – apenas hizo esta pregunta, una sensación de desolación invadió a Zero.

-   ¡No! – Kaname abrió los ojos de golpe y lo miró ahora con desesperación – Lo es… todo es cierto…pero…yo no quería que tu…

-   Deja de hacer eso por favor… – lo interrumpió Zero con una expresión de tristeza que sacudió a Kaname – Por favor deja de mirarme de esa manera.

-   No puedo evitarlo. Yo te amo

-   Entonces deja de mirarme con tanto dolor.

Kaname no supo que decir y bajó nuevamente el rostro. Se sentía indigno y avergonzado y Zero parecía más un ángel, tan puro, tan inalcanzable.

Zero por su parte se acercó más a él y se acuclilló a su lado. Ante tal cercanía, un nuevo estremecimiento invadió el cuerpo del vampiro y no se atrevió a mirarlo.

-   Por favor, deja de sufrir de esta manera.

Ante las palabras del cazador, Kaname terminó por desmoronarse y en un fuerte y repentino impulso se arrojó hacia él haciéndolo perder el equilibrio. Zero quedó sentado en el piso con la espalda apoyada contra la pared y con Kaname sobre su pecho aferrado a su camisa con fuerza. Antes de que Zero dijese algo, fue el vampiro quien habló.

-   Déjame estar así por favor…

-   Kuran…

-   Sólo un poco, no me apartes por favor; si quieres no me ames, ódiame, aborréceme, despréciame; pero por ahora, sólo por ahora, por favor cumple este capricho, te lo suplico. Déjame creer al menos por un instante que te importo aunque sea un poco; que no me odias, que no me desprecias. Al menos sólo por un momento déjame estar así, déjame creer en esa fantasía. 

Zero lo miró con desolación, le dolía que el vampiro se comportara así. No podía creer que un vampiro tan poderoso, capaz de hacer todo lo que él había hecho, detrás de ese rostro de aparente temple escondiera a un hombre tan atormentado. Entonces, sin pensarlo siquiera abrazó  al vampiro contra su pecho, primero con cierta vacilación, pero luego con más seguridad y fuerza.

Es hermoso, demasiado hermoso y frágil.

-   Gracias – dijo Kaname y sus pestañas se humedecieron con un sutil rocío salado. Zero lo abrazaba y él podía sentir su calidez y aroma. No importaba que fuera mentira y que estuviese abusando de la gentileza del joven cazador. En este momento realmente era feliz.

-   Kuran…

-   No por favor… no digas nada…

-   …

Zero no dijo más, dejó al vampiro apoyado sobre su pecho. El suave aroma de su pelo comenzó a inundar sus fosas nasales amenazando con ser lo único en que se enfocaría su atención pronto. Bajó la mirada y vio los suaves mechones de pelo que se deslizaban entre sus dedos.

Nuevamente se sintió nervioso y desvió su vista al frente. El lugar tenía las luces apagadas, incluso la chimenea. Era un lugar de aspecto sobrio y salvo los muebles no había mucho más allí. Sin duda ese lugar tenía mucho tiempo de no ser habitado. 

Mientras pensaba en eso, una punzada de dolor acudió repentinamente a él. ¿Qué estarían haciendo en ese momento en la sede? ¿Cómo se encontraría su padre y la academia?. Volvió a mirar al vampiro sobre su pecho y alejó sus manos de él.

-   Lo siento Kaname, pero… necesitamos volver… necesitamos volver y recuperar lo que nos han arrebatado. En la academia se quedaron personas importantes para ambos. Liam está buscando destruir nuestro sueño. No podemos dejar que haga eso. Se lo prometimos a Yuuki. Tú y yo se lo prometimos. Así que por favor… bebe mi sangre y recupera tu fuerza. Te necesito. Yo sólo no podré vencerlo. 

Kaname levantó la vista y miró a Zero a los ojos con cierta sorpresa. ¿El joven había dicho que lo necesitaba?. Zero le sostuvo la mirada  y luego  hizo la cabeza de lado dejando expuesto su cuello. En los ojos de Kaname se instaló un brillo de deseo que intensificó aún más su mirada; y su respiración se entrecortó en un suspiro silencioso. Sus instintos se agudizaron de golpe y entonces sus ojos se volvieron carmesí y con ello pudo escuchar sus latidos y los de Zero con fuerza; al igual que el fluir de la sangre del joven por sus venas. Como hipnotizado se acercó a él.

-   Yo… -. Una fuerza interna lo detuvo. Volvió a bajar la cabeza y apoyó su frente en el pecho del joven – yo no quiero volver a lastimarte nunca más. Me lo prometí.

-   No lo harías. Yo te lo estoy ofreciendo voluntariamente…

-   ¿Después de todo lo que te dije?... - Zero se estremeció y usó toda su fuerza de voluntad para bloquear ese recuerdo y no ponerse más nervioso por el vampiro tan cerca de él.

-   No hablemos de eso ahora – dijo.

-   Pero… ¿Es… Estas seguro? – Zero exasperado por la repentina y nada común inseguridad del vampiro, frunció ligeramente el ceño y volvió a mirarlo a los ojos. Por un segundo se quedó sumergido en aquellas pupilas negras rodeadas por ese mar carmesí que se dilataban y contraían al ritmo de las respiraciones del vampiro.

-   ¿Te… te gustaría que me arrepintiera? – atinó a decir, pero sin la seguridad que hubiese deseado.

-   No – fue la respuesta apresurada y casi vehemente del sangre pura – pero…

-   Entonces bebe ya y déjate de excusas baratas que no van contigo…

-   Zero… si no me puedo contener… - el cazador sintió sus mejillas calientes.

-   Lo harás. Yo confió en ti. 

Ante esas palabras, Kaname lo miró con mayor intensidad y sin alejarse ni un centímetro de su cuerpo, al contrario, acercándose más, incluso de lo necesario; se deslizó prácticamente hacia su cuello. Zero cerró los ojos con fuerza, contuvo el aliento y apretó los puños a los costados sobre el piso negándose a tocar al vampiro.

El sangre pura era consciente de que el joven hacía un enorme esfuerzo por mantenerse tranquilo y aún más después de todo lo que él le había dicho hacia unas horas. Su nobleza era tan grande que  pese a todo quería ayudarlo. 

Zero, desde que entró había evitado tocar el tema de su declaración y él tenía miedo de hacerlo. Cuando lo vio entrar creyó que lo primero que haría el joven sería pedirle explicaciones, golpearlo o en el peor de los casos, burlarse de él. En cambio lo que hizo fue acercarse y mirarlo con gentileza. Sin embargo para él esa gentileza sólo le provocaba más dolor y vergüenza por desear más de lo que merecía.

Le había confesado a Zero mucho de lo que había en su interior y aún seguía creyendo que no había dicho ni siquiera una pequeña parte de lo que sentía por él; no había palabras que pudieran expresar todo lo que él joven significaba para él. Debería bastarle que Zero no hubiese salido huyendo de él o que hubiese tomado su arma y disparado; pero la parte egoísta dentro de él aun ansiaba más, ansiaba todo. Era vergonzoso. Y aun así en vez de repudiarlo, ahí estaba Zero queriendo ayudarlo y él en verdad quería creer que no lo hacía por lastima.

Deslizó suave y lentamente su lengua por ese cuello y lo sintió tensarse. Los latidos fuertes del corazón de Zero y el pulso acelerado en sus venas que era claramente perceptible bajo su delicada piel, se convertían poco a poco en un fuerte aliciente para la parte oscura dentro de él. Entonces, mientras se aferraba más a su camisa, clavó sus colmillos.

En cuanto a Zero, esa acción le provocó una descarga eléctrica intensa que recorrió todo su cuerpo. Kaname lo sujetaba posesivamente mientras comenzaba beber y, era diferente, muy diferente a cuando fue mordido por Shizuka y más a cuando Liam lo hizo. Incluso era tan diferente de cuando lo hizo Yuuki pese a que a ella la amaba. Era una mordida decidida, ansiosa y a la vez delicada e indolora; y en este momento le hacía sentir extrañamente bien de que fuese el sangre pura quien tomara su sangre. Se sentía tranquilo, y una intensa calidez comenzó a invadir su cuerpo. Era consciente del calor, del aroma y del cuerpo del vampiro. Le gustaba sentirse así.

Cerró los ojos; terminó por relajarse y dejó su mente en blanco en un instintivo acto de protegerse de lo que comenzaba a comprender y para evitar que el vampiro viera más de lo que deseaba. No estaba listo, ni siquiera estaba seguro de que fuera real.

Volvió a abrir los ojos y levantó la mirada hacia el cielo que podía verse desde su posición a través de la ventana. Las nubes comenzaban a acumularse en el cielo, pero aun así el brillo de algunas estrellas aparecía a través de los resquicios. El vampiro continuaba bebiendo aferrado a él como si su vida dependiera de esa unión y su respiración era audible a los oídos del cazador como lo era también el latir de su corazón.

 

Pasados unos minutos. Sin que él hiciese algo por apartar al vampiro, fue éste quien dejó de beber y Zero sintió un vacío interno al perder esa unión. Estuvo tentado a obligar al sangre pura a continuar bebiendo ya que sabía que no era suficiente con lo que había tomado y él aun podía ofrecerle más; sin embargo al sentir como Kaname pasaba varias veces su lengua por los orificios de su colmillos en su piel, su mente se nubló y no pudo decir nada. Kaname también guardó silencio y simplemente se recostó sobre su pecho nuevamente. Zero intentó mirar al vampiro, pero su rostro estaba fuera de su visión; en cambio pudo ver como su cuerpo subía y bajaba al ritmo de su respiración, la cual era agitada, casi dificultosa; pero no parecía sufrir. Él sabía lo que sucedía, aunque no habría creído que un sangre pura también pasara por algo así. Kaname estaba asimilando el haber bebido sangre.

Verlo sobre su pecho tan frágil, le provocó un sentimiento intenso de deseo de protección; y entonces su mente lo traicionó

“Él es bueno… pero ha estado tanto tiempo solo… no te apartes… no lo apartes”

“Aunque aparentes indiferencia y frialdad ante él… aunque digas que lo odias y que no te importa lo que le suceda, en el fondo también te preocupa su bienestar… No tienes por qué seguir negándotelo”

“Yo te amo… si, te amo, te amo y no puedo evitar sentirlo como tampoco puedo evitar creer que el conocerte era mi destino… Te pertenezco Zero; tú eres mi luz, eres mi vida y mi razón de existir…”  

Esa declaración. Por dios, ¿es que hasta ahora lo asimilaba?. Se esforzó por hacer esos recuerdos a un lado, enviarlos lejos. Intentó recordar por que no estaba bien. Él ante todo era un cazador, era el presidente de la asociación de cazadores. Su deber era mantener  el orden y frenar a los vampiros fuera de control, ayudar a los cazadores y guiarlos, y proteger a los humanos. Él no podía siquiera pensar en Kuran de esa manera.

Intentó recordar todo aquello del pasado que lo hacía alejarse de él, aquel sentimiento que lo hacía repudiarlo, recordar todo lo que había sufrido por su causa. La manera en que lo había usado, sus pérdidas, su dolor;  y por un extraño motivo, no pudo. A su mente sólo acudieron recuerdos que él no deseaba. Recordó la primera vez que vio a Kaname, la primera vez que bebió su sangre en aquella habitación y cuando éste lo protegió del senado. Recordó la mirada de Kaname cuando volvieron a verse en ese baile después de un año de lejanía, su mirada cuando le echó en cara que fuese el causante de todo su dolor y su mirada cuando parecía que la esperanza lo había abandonado y estaba dispuesto a sacrificarse para crear el nuevo mental; esa mirada que era tan clara ahora. También recordó el dolor reflejado en el rostro del vampiro cuando Yuuki murió y la primera vez que lo mordió a él; la manera en que lo miraba desde que regresó a la academia, las veces en que fue visitado por él en su despacho, la ocasión en que estaba mal en su habitación y el vampiro se dio cuenta y fue hasta allí y lo hizo dormir para que descansara, su ayuda cuando fue atacado y estuvo al borde de la muerte, los sueños que había tenido donde el aparecía con esa mirada triste, la preocupación que sintió cuando supo lo que esos sangre pura pretendían; y finalmente, el miedo que tuvo cuando despertó en el techo de la academia después de que Liam lo atacara y se dio cuenta que ambos se estaban enfrentando.

Después de todos esos recuerdos; ante lo absurdo y patético de su situación, finalmente se rindió; sonrió con resignación y su mirada adquirió un intenso brillo; entonces elevó una mano hacía la cabeza del vampiro que parecía haberse quedado dormido aferrado a él y enterró sus largos dedos entre su cabello atrayéndolo más hacía él y lo estrechó con fuerza entre sus brazos. No tenía caso seguir mintiéndose… no podía seguir negando algo demasiado obvio incluso para él. No sabía desde cuándo o en qué momento sucedió, pero ya no cabía duda, él

.

.

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Amaba a Kuran Kaname.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Disfruntenlo mucho, nos leemos en unas semanitas.


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