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AL FINAL DE LA NOCHE por Amaya Kurau

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CAPÍTULO VIII  Sueño

 

Estaba rodeado de una completa  oscuridad mientras sentía que caía y caía. ¿En qué momento había comenzado a caer? No sabría decirlo, pero pese a ello, extrañamente no sentía miedo; y aunque no podía ver nada, si podía escuchar murmullos, voces lejanas, a veces eran conversaciones incomprensibles; otras, gritos o lamentos. Así continuó cayendo en medio de aquel abismo que parecía no tener final.

De pronto, de la nada, la desesperación lo invadió e intentó asirse a algo para frenar su caída, pero simplemente no encontró más que sólo vacío. Se llevó entonces una mano al rostro, estaba seguro que en cualquier momento impactaría contra el suelo.

Sin embargo eso no sucedió. Sin percatarse en qué momento había ocurrido, al darse cuenta se encontraba tendido sobre el suelo y frente a sus ojos se extendía un inmenso cielo azul sin nubes.

Se incorporó rápidamente y se llevó instintivamente una mano al rostro para cubrirse los ojos de una repentina ráfaga de viento arenoso.

-  La población humana ha decrecido terriblemente por el cambio climático…

A sus oídos llegó el sonido de una voz extrañamente familiar y se giró. De espaldas a él se encontraban varios individuos y quien había hablado  era una mujer.

-    Vampiros – se dijo sorprendido - vampiros sangre pura…

 Aquellos parecieron no escucharlo ni percatarse siquiera de su presencia.

-   Si quieres quedarte ahí solo, hazlo…

La mujer volvió a hablar mientras miraba lo alto de un montículo de piedra, la cual Zero pronto comprendió, se trataba de una construcción; y sobre ella estaba alguien sentado.

- ¿Ku… Kuran? –  El cazador se sintió extrañamente sobrecogido. ¿Qué diablos hacia ese chupasangre ahí?... Mejor dicho, ¿Qué diablos hacia él ahí? y ¿Qué rayos era ese lugar?

Miró a su alrededor intentando averiguar dónde estaba, pero no reconoció el lugar. Era un territorio desértico, con varios montículos similares al de donde se encontraba Kuran sentado y que se extendían frente a él. Después de analizarlo, comprendió que se trataban de casas, como aquellas que que llegó a ver en viejos libros de historia. El lugar era un pequeño poblado y al parecer  estaba deshabitado.

Volvió a observar al sangrepura. Kuran físicamente era igual a como lo conocía, pero su vestimenta era diferente. Llevaba una túnica de lana sencilla y sobre el cuello, un paño del mismo material que lo cubría del viento. Estaba como ausente y miraba en otra dirección diferente a donde se encontraban ellos. Sin embargo, incluso a esa distancia, Zero pudo darse cuenta de que su mirada parecía triste y eso le causó una punzada en el pecho.

- …Yo estoy viajando en busca de otros como nosotros “gente que no puede morir” – La mujer tenía un timbre de voz severo. Llevaba un velo sobre la cabeza y alrededor del cuello, por lo que no podía ver su rostro, sólo algunos mechones plateados de su pelo. Sin embargo, por alguna razón sentía una gran atracción hacia ella - … Deben haber más en alguna parte. Adiós Kaname, y… no importa si también olvidas ese nombre, porque de todos modos, tampoco necesitas de un nombre ¿no es así?

Mientras decía esto último, la mujer se giró y los demás la siguieron. Kaname no dijo nada ni la miró cuando se marchó.

Por alguna razón él también quiso seguirla, pero apenas dio unos pasos se detuvo y volvió a mirar al sangre pura. Sintió que su pecho dolía.

- ¿Kaname? – lo llamó entonces y avanzó hacia él, pero justo en el momento en que el sangre pura estaba girando su rostro hacia él, todo desapareció  en medio de una luz resplandeciente.

Cuando todo se aclaró, estaba en otro lugar.

- Mi señor, gracias…  

Varios niños corrían provenientes de una casa de piedra de varios pisos de alto, con los tejados rojos y ventanas con los cristales en rombo y marcos de madera. Por su aspecto parecía la casa principal. Los niños atravesaron el patio y se perdieron en una esquina.

Zero miró a su alrededor. El lugar estaba rodeado por una muralla con almenas y con una enorme  puerta de madera remachada con hierro

- ¿Dónde diablos  estoy ahora? – preguntó para sí mismo, ya que la gente que iba y venía ni siquiera reparaba en él

-  ¿Cómo va todo? –  Ante aquella voz Zero se estremeció y se giró; ahí estaba otra vez Kuran.

- Bien mi señor… ya hemos contabilizado las bodegas…

- Buen trabajo, vigila que todo vaya en orden. Yo tengo que salir ahora,  pero volveré al anochecer;  pide que traigan mi caballo.

- Como ordene…

Zero lo miró detenidamente. El sangre pura tenía el pelo más largo pero fuera de ello no había ningún cambio físico, salvo su vestimenta nuevamente. Esta vez llevaba puesto un jubón y  botas de cuero, pantalones de lana y sobre los hombros una capa roja. Su mirada también era diferente, lucía aquel brillo que sólo le había visto cuando miraba  a Yuuki.

- ¿Es un sueño? – se preguntó el cazador, a sabiendas que no obtendría respuesta.

Entonces volvió a querer ir  hacia el sangre pura, pero antes de llegar a él, una oleada de fuego se lo impidió y tuvo que cubrirse los ojos; cuando miró nuevamente ya era de noche y todo a su alrededor ardía. Había cuerpos esparcidos por todo el lugar y la puerta de madera se encontraba  destrozada; y Kaname, al lado de su caballo, sólo miraba como todo caía a pedazos y su mirada reflejaba dolor.

- Kuran - susurró, pero entonces entre él y el vampiro cayó una gran viga de madera ardiendo y todo cambio nuevamente…

 

- Monstruo!!!

- Tú, bestia… devuélvenos la sangre que nos quitaste!!!!

- Lo pagarás con tu propia sangre!!!

- Maldito fenómeno!!!!

Zero miró a su alrededor, una enorme turba rodeaba una casa de aspecto regio. Traían consigo herramientas comunes de trabajo y estaban enfurecidos.

- Largo de aquí!!!

- Nos has estado usando… eres un monstruo!!!

- ¿Qué nos has estado inyectando?!!!!

- Monstruo… vete!!!!

- Largo!!!!

Zero caminó y comenzó a avanzar entre esa gente. Entonces pudo verlo, Kaname  se encontraba parado en el centro de aquella muchedumbre. Se veía calmado y callado, pero pese a ello, por alguna razón él sabía que no estaba bien y eso le hizo experimentar una sensación de coraje hacia esa gente que lo estaba atacando.

Ante  la sorpresa por presentar dicha emoción, se detuvo.

La gente continuó gritándole e insultándolo y el sangre pura siguió sin decir nada; su mirada lucia triste y, quizá sin poder tolerarlo más, les dio la espalda a los aldeanos y se marchó.

- Espera Kuran… no te vayas

Sin comprender realmente por qué, le había gritado a Kuran y corrió tras él, pero no pudo alcanzarlo sino hasta que el sangre pura se detuvo lejos de la aldea y se sentó a la sombra de un gran árbol mirando hacia el pueblo.

- ¿Kaname?... - lo llamó y el sangre pura pareció escucharlo pues volvió el rostro hacia él. Zero sintió un estremecimiento al ver su expresión, pero al instante también comprendió que no era a él a quien miraba el sangrepura y que no había sido su voz lo que atrajo su atención, ya que justamente al lado suyo pasó nuevamente aquella mujer encapuchada y se paró entre los dos. Ella también lo había llamado y era ella quien había hecho que el vampiro se girara. La mujer continuó.

- Kaname… es natural que los humanos le teman a seres poderosos  tan diferentes a ellos. Nuestra gente debe vivir lejos de ellos. Además es por su propio bien… hay un lugar con gente como nosotros, ven conmigo…

Kaname la miró sin decir nada mientras ella extendía una mano hacia él; y el ambiente cambio nuevamente.

- Yo tengo que amar a alguien en particular…  - El sangre pura se encontraba sentado en la orilla de una cama.  Y él, Zero, estaba frente a él. Kaname no lo miraba, pero su expresión era triste y su voz sonaba carente de emoción.

Se acercó más al sangre pura, sentía dolor en su pecho al verlo así, y sin darse cuenta se halló hablándole.

- ¿Crees que si consigues hacer eso engañaras al demonio de la sangre y de esa forma no serás capaz de poner a otros en peligro con tus colmillos?... Eres un tonto… no hay forma de que puedas hacerte eso a ti mismo por toda la eternidad… - Kaname simplemente guardó silencio y se quedó con la cabeza inclinada  mirando la piso. – ¿Sabes?... creo que he comenzado a entenderte… un poco más… ni siquiera dijiste una palabra en tu defensa en contra de tus vasallos cuando te echaron… no trataras de decir que fue porque te dio pereza o algo así ¿verdad?... – Kaname siguió sin decir nada y de alguna forma eso lo sobrecogió y enterneció, a la vez que sintió la necesidad de protegerlo, y así lo hizo. Atrajo a Kaname hacia sí y acuno su cabeza en un abrazo -  hmmp... eres un buen niño… Kaname.

.

.

.

Zero abrió los ojos lentamente y se quedó mirando el techo. Se sentía confuso, a la vez que una sensación de vacío como si hubiese perdido u olvidado algo importante, oprimía su pecho.

- Eres… un buen niño - susurró sin apenas darse cuenta; e instintivamente se llevó una mano al rostro y deslizó sus dedos por su mejilla; luego la observó; había estado llorando. Desconcertado intentó incorporarse, pero por alguna razón se sentía demasiado cansado, así que volvió a recostarse.

- ¿Qué me pasó?... ¿Dónde estoy?... – Desvió la mirada y observó hacia la ventana, la luz se filtraba a través del resquicio de las cortinas. Se sentía desorientado.

Volvió a mirar el techo y sin proponérselo, su mente le trajo de regreso las imágenes de su sueño y al recordar la mirada de tristeza de Kaname volvió a sentir una sensación de tristeza y soledad.

Sin embargo mientras los minutos pasaban y su mente adormilada se aclaraba y lo devolvía a la realidad, comenzó a comprender qué sucedía y entonces frunció el ceño, poco a poco caía nuevamente en la cuenta de quién era y aquella sensación de tristeza y soledad se volvió bastante desagradable a su parecer; así que se pasó las manos por el rostro para espabilarse y alejar de su mente toda esa basura.

Luego, reuniendo sus fuerzas logró incorporarse hasta sentarse en la orilla de la cama. Entonces se miró. Traía puesto un pijama de seda negra y eso lo sorprendió, él nunca había usado nada tan caro ni elegante. Volvió a mirar a su alrededor. A comparación de su pijama, el lugar no parecía para nada elegante, de hecho era un lugar bastante sencillo.

Zero divagaba en eso, cuando entonces recordó todo. El olor a sangre, la mujer gritando que le habían arrebatado a su hijo, los vampiros escapando, el siguiéndolos; luego las construcciones deshabitadas y alejadas de la ciudad,  demasiados vampiros y cazadores armados rodeándolo y dispuestos a atacarlo.

Las imágenes se sucedían  una tras otra e iban embonando como un rompecabezas. Entonces comprendió todo. Nunca existió un niño, todo había sido una trampa y él  había tenido que pelear para defenderse. Pero aun así, lo último que recordaba era la cara de ese cazador al apuntarle con su arma y luego el fuerte dolor en el pecho.

Alterado por esto último, se tocó el cuerpo, pero no había herida alguna.

- ¿Cómo es que…

TOC TOC TOC

 

El sonido de la puerta lo hizo saltar ligeramente  y atrajo su atención.

- Adelante.

La puerta se abrió lentamente y un anciano con un parche en el ojo, apareció en el umbral de la puerta.

-   Kiryuu-sama, es un alivio que ya este despierto. ¿Cómo se siente?

Zero observó al hombre, lo conocía, era un cazador. Ahora todo tenía sentido, esa casa era una casa de seguridad de la asociación. Pero si cazadores lo habían atacado ¿Cómo es que había llegado hasta ahí?

-  Un poco débil, pero creo que podré andar, gracias por todo Kezou-san pero por ahora creo que necesito reportarme…

-   No hace falta… la persona que lo trajo dijo que comunicaría su situación.

-   ¿La persona que me trajo?

-   Si, usted estaba muy herido, por un momento creí que… pero eso ya no importa. Él atendió sus heridas, luego se marchó y regresó con un poco de ropa y me pidió que cuidara de usted hasta que despertara, también me dijo que ya había avisado a Cross- sama.

-   ¿Quién me ayudó? – Zero miró la ropa que descansaba en la silla y la tomó. El anciano no respondía por lo que se giró hacia él… - ¿Kenzou-san? ¿Quién fue?

Ante la voz demandante y fría de Zero, el anciano tragó saliva y habló con voz titubeante.

-   El… sangre pura… Kuran Kaname.

Zero se quedó sorprendido o quizá desconcertado, no sabría decir lo que él mismo sintió al escuchar ese nombre. Pero entonces pudo ser consciente de lo que su cuerpo le había estado gritando desde el momento en que despertó y que él había estado ignorado. La misma sensación que cuando bebió por primera vez la sangre de ese vampiro volvía a reverberar dentro de él. Una sensación de fuego que parecía  recorrer cada parte de su cuerpo.

-   Esta… está bien, déjame solo, necesito cambiarme de ropa.

-   Como ordene.

El anciano hizo una reverencia y cerró la puerta tras de sí.

Cuando se quedó a solas, dejó la ropa sobre la cama y la miró por un rato. Estaba seguro que sus heridas habían sido realmente graves, tan graves que su cuerpo por sí solo no hubiese sido capaz de sanarse; así que la única forma en la que Kuran lo había podido ayudar era dándole a beber su sangre, pero ¿Por qué lo había hecho?, y lo más importante ¿Por qué había sido precisamente él quien lo ayudó?

Zero frunció  el ceño molesto y comenzó a cambiarse de ropa. Pero mientras lo hacía, la imagen de Kaname con aquella mirada triste volvió a su mente. Eso lo molestó nuevamente, por lo que tomó la cazadora, la estrujo en sus manos y la arrojó con fuerza contra la cama.

-   Maldita sea… ¿Qué diablos quieres de mí Kuran? ¿Por qué simplemente no me dejaste?...

Se sentó en la cama y apoyó su frente sobre las palmas de sus manos. Así que ese sueño había sido causado por la sangre de ese tipo, ahora lo comprendía; pero entonces, si había visto los recuerdos del sangrepura, ¿Por qué sentía que formaban parte de él también?

-   No… - lo negó el en voz alta –  no tienen  nada que ver conmigo... por mi ese sujeto puede irse al infierno y no volver.

“Por favor Zero...”

Su cuerpo se estremeció cuando el recuerdo de una dulce voz con una súplica se abrió paso en su mente.

-   Yuuki… - su voz se quebró y cerró los ojos con fuerza.

Lo que menos quería era que algo como esto volviera a suceder. Tener dentro de mí su maldita sangre me hace nuevamente vulnerable…

Ohh!!!... Yuuki, todo lo que estoy haciendo es por ti, sólo por ti, por eso he estado dispuesto a lo que sea, incluso a trabajar con él, pero esto cambia mucho las cosas… ese sujeto me tiene de nuevo en sus manos…

-   Tsk… ¿Por qué me pasa todo esto a mí?... Debo estar loco… y además, que diablos me importan sus recuerdos o lo que tenga que ver con él…Yuuki ¿Por qué tenias que sacrificarte? ¿Por qué me dejaste solo?

 

<<<<<<<<< Flashback >>>>>>>>

 

-   Yuuki… Yuuki, ¿Por qué? – se inclinó y tomó aquel frágil cuerpo entre sus brazos.

La joven se veía pálida y su vestido azul claro  comenzaba a teñirse rápidamente de negro aunque él sabía que ese no era el color. Cuando los rayos resplandecieron en el cielo, el rojo fue claramente visible.

-  Per…perdóname… Zero. – Ella lo miraba con ternura. Pero él tenía el miedo reflejado en sus ojos.

-   No… no digas nada – Zero comenzó a desesperarse y cuando tocó el pecho de Yuuki y vio lo evidente, su expresión se ensombreció - …vas a estar bien… vas a estar bien… sólo bebe mi sangre, anda.

-   Es tarde… Lo siento…

-   ¡No, no, no! ¡¿Por qué?! – Zero cerró los ojos intentando reprimir sus lagrimas.

-   Yo, yo no quería… no quería que nada les sucediera… a ti… ni a él. – ella acarició su rostro.

-   ¡Pero no tenías que hacerlo tú!… ¡Era él quien tenía que hacerlo!. ¡Era su responsabilidad! ¡Él dijo que lo haría! – Sin poderlo evitar, las lágrimas comenzaron a fluir incontrolablemente y su voz pareció atascarse en su garganta – él dijo que lo haría.

-   No lo comprendes… yo lo amo…

-   Yuuki…

-   Zero, ayúdalo por favor... la coexistencia puede lograrse, lo sé… no permitas que se sacrifique, por favor… sé que lo que te pido… es difícil y egoísta… pero aún creo que él… y tú… pueden encontrar la felicidad.

-   ¿Sin ti? No lo creo, además sabes lo que siento por él. Me lo arrebató todo… no me pidas eso por favor.

-   Por favor Zero… prométemelo…

 

<<<<<<<<< . >>>>>>>>

 

-   Lo siento Yuuki... Yo, yo necesito encontrar una manera de deshacerme de ese vínculo… soy ante todo el presidente de la asociación, soy un cazador y muchos dependen de mí, no puedo permitirle la oportunidad de dominarme… por su causa lo perdí todo… yo no puedo sentir compasión ni nada por él, nada  que no sea odio… - apretó los puños y entonces su voz parecio ahogarse en su garganta -  yo lo odio… dios, en verdad yo tengo que odiarlo.

Volvió a coger la cazadora, se la puso y salió de la habitación.

Notas finales:

hola, se que fue mucho tiempo, ¡perdon!... pero aqui les dejo otro capítulo y en unos dias publicare otro mas. Gracias y nos leemos pronto.


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