Si bien había prometido colocar todo de mi parte para dejar atrás a Kohara y el daño que me hacía fingir que mi amor por él era reciproco las cosas no se me estaban dando del todo fácil.
No había forma en que yo pudiera dar el paso y decirle adiós, se presentaba en mi puerta con sus pucheros y ahí estaba yo deshaciendo sus pucheros a punta de besos en sus rosados labios, fundiendo nuestros cuerpos en una y mil formas… ¡Soy de lo peor!
Sabía que tenía algo que solamente me pertenecía a mí, que casi literalmente era mío…mi bello Mao, sólo yo había tenido el gusto de hacerlo gemir mi nombre al punto de desgarrar cada cuerda vocal…incluso recuerdo una vez que detuvimos ensayos porque había quedado afónico luego de una larga noche de sexo. Esas miradas que nos damos solo para indicar que era hora de encerrarnos en el cuarto de servicio para experimentar el sublime placer carnal de un polvo sin compromiso o por lo menos en un principio fueron así. Era tan distinto a Kohara…Mao eran tan seguro que no podía siquiera pensar que podría estar con alguien más y con Kohara yo sabía que así era…¿Cuántos amantes más habrá tenido antes de mí?, ¿Seré su único amante?
Ya estaba harto de la situación en la que me encontraba y si quería llegar ser feliz debía por lo menos huir de mi amado vocal de Alice Nine. Fue así que con mis maletas, mis preciadas y amadas mascotas nos fuimos de mi apartamento el cual había sido testigo de tantas cosas que no había nada más acertado para referirse a ellas como “Si las paredes hablaran…”
Seguramente contarían como mis mascotas se emocionaban tanto de ver a mi gatito blanco (Roo), cuantas veces con él me había acurrucado en el sofá para una sesión de besos y mimos sin ser necesario el sexo…porque a pesar de no haber penetración alguna hacíamos el amor.
También podrían contar como Mika me seducía con un simple cruzar de piernas mientras se sentaba frente a mí en uno de los sofás individuales…Ah, como olvidar aquellos coqueteos constantes y besos robados, hasta que fui presa de sus piernas a mi cintura y sus caderas sucumbieron antes mis manos y embestidas cuando por fin la hice mi mujer.
A Mao estoy seguro que es a quien mejor recuerda, él siempre tan entregado a mis caricias y besos aun que constantemente jugáramos a no quererlos.
-Pasa…puedes dejar las cosas en mi habitación-. Así fue que me encontré ya frente a la puerta de Masao, quién sonriente me recibió con un beso en los labios y un abrazo tan apretado que me hizo sentir que era la mejor decisión de mi vida, claro, después de haber pedido a Rookie ser mi esposo.
Deje mis maletas donde el ex rubio me había pedido; Cuando liberé a Gin y a Neru de sus jaulas, sentí un peso extra en mi espalda y unos cálidos brazos me envolvieron el cuello además que unas apetecibles carnosidades acariciaron mi mejilla en un beso que solo hacía confirmar que estaba haciendo lo correcto.
-Te amo…-su voz canturreó en un susurro contra mi oído, haciéndome estremecer hasta la punta de mis desgarbadas greñas castañas casi rubias.
-Lo sé- Contesté con una sonrisa en mis labios. Un suave gruñido acompañado de una mordida en mi mejilla izquierda me hizo entender que a mi querido Mao no le había hecho gracia la respuesta.
-Engreíd…-No le iba dejar terminar aquel adjetivo por lo cual me giré con rapidez para atrapar su delgada anatomía entre mis trabajados brazos, estrechando con delicadeza el cuerpo menudito del mayor. Hice mío sus labios fundiéndolos en un beso que sabía comprendería; él sabía reconocer el sabor de la respuesta que le daba.-Te amo mucho más…-Sonreí al corroborar que si lo había entendido.
No, no piensen que soy un mentiroso…sé que dije que amo a Kohara también…Yo estoy convencido que existen un sinfín de amores como por ejemplo: el amor fraternal, amor carnal, el amor de tu vida, el amor que te hace daño, el amor que te salva, el amor que te hace sonreír, el primer amor y así…Mao estaba justamente entre el amor fraternal por ser mi mejor amigo, aquel con quién pude fundar la banda que me hace feliz ahora, también estaba tras la línea de amor carnal…¿Es que no han visto lo hermoso que es?, Seguro que lo han hecho, como no… ¿Debería estar celoso de ello? Uhm. Podía sospechar también que era el amor que te salva y ese amor seguro donde sabes que siempre tendrás donde llegar en un mal día de tu vida, un amor con el cual podrás regocijarte en algún triunfo personal…ese amor donde puedes ver reflejado tu vejez. Ese tipo de amor me hacía sentir mi vocal…muy a diferencia de Kohara, ese amor me hacía feliz…pero solo los momentos que duraba lo carnal pues luego de aquel solo venía el amor que hace daño, en el cual solo podría ver incertidumbre y dudas, demasiadas para conseguir ser feliz con él.
La primera noche juntos…Hicimos el amor sin llegar a tocarnos más allá de las mejillas, un par de besos y unas caricias como extrañaba la calidez de que alguien se sintiera seguro en mis brazos y con un solo beso tuyo bastaba para que se durmiera pensando en ti. Algún día esperaba poder decirle con total seguridad que lo amaba y solo a él…yo no podía decirlo tal cual si aún tenía en mente a Shou.
Como era de esperarse…mensajes de texto del castaño líder de Alice Nine preguntando donde estaba, porque no atendía las llamadas y no le había abierto la puerta cuando me había ido a ver aquella mañana.
“Cielo, ¿Dónde te has mentido?, ¿Estás trabajando?, ¿De nuevo ese feo vocal que tienes te ha hecho trabajar hasta tarde?” Ese mensaje fue alrededor de las ocho de la mañana.
“Akihito, por último responde un mensaje que estás vivo, estoy preocupado y te extraño mucho.” Este fue pasado las nueve de la mañana, cuando estaba haciéndole el amor al líder de mi banda en la ducha.
“¡Maldita sea!, ¡Te estás revolcando con Masao, ¿Cierto?!, ¡Por eso no me coges el bendito móvil!” Este último me había causado gracia por que llegó justo cuando me había corrido en la boca de Mao después de un grandioso oral.
“Yo siento el último mensaje, seguro debes estás durmiendo profundamente por tanto trabajo, No te enojes, ¿Vale?, es que me coloco celosito de pensar que alguien más te da el placer que es mi deber, Te amo no lo olvides…llámame apenas leas los mensajes.” Este último fue cuando ya nos íbamos al trabajo cerca de las once.
Creo que podría soportar sin contestar el móvil perfectamente pero cuando llegamos con Mao al estudio, yo abrazando su cadera por la espalda, caminando bastante acaramelados dándonos besos hasta sentir los labios hinchados, un carraspeo que me hizo temblar cuando lo reconocí y su delicioso perfume inundaba la sala de estar del estudio.
No sabía con exactitud en que momento Mao fue arrebatado de mis brazos y otro cuerpo de acurrucó a mi pecho, tomando mis labios con posesión, mordiendo sin permiso hasta hacerme sentir el metálico sabor de sangre en las papilas gustativas al abrir una herida con alevosía.
-No me había equivocado, te estabas revolcando con Masao-Arrastró cada palabra con desdén y asco evidente hacia Mao. El líder de SID se quedó en blanco un par de segundos antes de apartarlo lejos de mí en un empujón, sonrojado de rabia-. Anda, la ardilla quiere competir…-Se carcajeó nuevamente el castaño más alto con mofa-. Akihito es mi hombre.
Mao al oír aquello se le inundó la mirada amenazando con desmoronarse en cosa de segundos si yo no hacía nada más para detener las palabras afiladas del ponzoñoso Shou.
-Basta Akihito, te vienes conmigo-Me ordenó el mismo emisor que estaba acaparando los diálogos. Cogió mi mano pero yo me zafé antes que pudiera siquiera apretarse a mí alrededor.
-No Kohara, ya es suficiente.
Por mi cabeza seguía rondando el “Cómo” había podido colocarme los pantalones para no caer una vez más en las redes de Shou, si había conseguido decirle adiós.
-¿A-Aki?-Inquirió el más alto sorprendido de mis respuesta; Bajo la mirada de sus expresivos orbes me encaminé hacia Mao, abrazando su cuerpo contra el mío para darle un suave beso en los labios.
-Tranquilo, dije que iba a esforzar para salir adelante juntos, ¿No?-Le sonreí antes que sus brazos me rodearan el cuello y me besara en los labios.
-Eres el mejor…-Negué con mi cabeza con suavidad. Nos enteramos que el vocal de Alice Nine no estaba en la habitación solo cuando un portazo nos hizo dar un brinco por la sorpresa. –Él va volver, ¿Cierto?-Irremediablemente solo pude asentir con mi cabeza pues lo conocía.
-Pero nos cuidaremos, ¿Uhm?-Le sonreí una vez más, antes de darnos un último beso de apoyo mutuo.