Era una tarde normal en Asgard, el comenzaba a ocultarse entre las nubes, mientras el viento soplaba levemente. Un rubio entraba al castillo con aires de cansancio, ya que había pasado la mayor parte del día entrenando. Sin embargo, eso no evitaba que Thor estuviera buscando algo o alguien con un poco de desesperación, para suerte o no del susodicho, el Dios del trueno siempre sabía donde encontrarlo.
A la vista de Thor se vislumbraba una espaciosa habitación en total silencio, en ella habían númeroros estantes altos repletos de libros, y en un lugar un poco apartado de todos los libreros, se distinguía una delicada figura leyendo un libro. Los ojos azules del rubio brillaron al verlo, y se acerco a él con cautela.
— Hola — Le saludo cuando ya estaba suficientemente cerca. El de ojos verdes desvió su vista hacía él, preguntándole con la mirada el porque de su presencia en la biblioteca — ¿Tienes algo que hacer hoy? — Preguntó con cierta timidez.
— Si lo tuviera, no estaría aquí — Le respondió mientras que por unos segundos enarcaba una ceja, el pelinegro no tenía idea que tendría planeado Thor esta vez.
— ¿Que tal si hacemos una pijamada, hermano? — Pronunció la oración con lentitud y con una pizca de picardía.
— ¿No estamos muy grandes para eso? — Le cuestiono de vuelta, mientras una pequeña sonrisa invadió sus labios, claramente el de ojos verdes sabía a lo que se refería Thor.
— Te prometo que no haremos nada de niños — Esta vez el mensaje fue más directo, haciendo que el Dios del engaño soltara una leve risa.
Loki se levanto de donde estaba sentado, y se aproximo a el Dios del trueno, y se puso de puntillas - Que sea en mi habitación, hermano - Susurro en su oído con lujuria, seguidamente cerro el libro que se encontraba en sus pasos y se retiro de allí con paso elegante. Thor por su parte, lo siguió con la mirada hasta que desapareció, y sonrió, ya que sabía que se divertiría mucho con su amado hermano esa noche. Siempre lo diría, adoraba, adora y adorará esas pijamadas con su Dios del engaño.