El viaje efectivamente duro 2 días.
Cuando Kaito llegó a la tierra de los elfos no podía creer toda la belleza de aquel lugar.
Todo estaba lleno de flores y también avía un río que daba todo el territorio de los elfos.
El agua era cristalina, tan azul como sus ojos.
Al llegar fue recibido por un par de criadas, dos elfas ancianas, que eran casi 10 cm más altas que él.
Los elfos son uno de las criaturas mágicas más altas, mientras un varón de las hadas media aproximadamente un metro ochenta, un elfo varón pasaba de los dos metros.
Kaito que aún es un doncel muy joven solo mide un metro con sesenta centímetros, no se esperaba que creciera más tal vez unos cinco centímetros. Aún es un doncel en crecimiento, con tan solo 16 años.
El duque Kamui es ya un elfo adulto de 30 años y con una altura de dos metros y cuatro centímetros. Demasiado alto para nuestro pobre hadillo.
... ...
Las elfos lo guiaron por el castillo del duque hasta llegar a una habitación muy elegante, las elfos llenaron una tina que se encontraba ahí con agua tibia.
Cuando estuvo listo lo desvistieron y no pudo evitar sonrojarse a lo que las elfos se rieron y le miraron con ternura.
Tallaron su espalda, piernas y brazos, quitando toda suciedad.
Y de pronto el terror lo invadió, que tonto avía sido, se mostró ante las criadas como un doncel en cuanto se supone seria su hermana, una mujer.
Ahora por su culpa todo se iba al carajo.
Sus hermanos y padre se iban a enojar.
Entonces pensó como solucionar aquello.
Tal vez si habla con el duque...
Las sirvientas abandonaron la habitación una vez él estuvo vestido, recostado en la cómoda cama se quedó dormido.
En su inconsciencia podía escuchar una voz masculina que lo llamaba, el contacto de una fría mano que suavemente lo mecía para despertarlo, lo hizo volver a la realidad.
Con un bostezo se despertó y se tallo sus óbitos somnolientos con su mano y pudo divisar a un hombre muy atractivo. No sabía quién era pero de lo que si estaba seguro es que no tenía que estar en su habitación, no era correcto.
El varón era demasiado alto y él se sintió muy pequeño e intimidado ya que el sujeto que tenía enfrente lo veía con una mirada severa.
-qu..Quien es usted?- se atrevió a preguntar.
-lo mismo debería preguntar yo- le respondió el varón y él lo miro confundido. -se suponía que sería mi prometida quien vendría esta mañana, pero en vez de ella estas tu aquí... Quién eres?-
-etto yo... Mi nombre es Kaito...- murmuró.
-y bien Kaito, A que debo tu visita... Donde está tu hermana?- su voz denotaba molestia.
-em... Yo... No sé-
-no sabes? Porque estás aquí? Podrías explicármelo...-
-bueno mi hermana Kaiko... Ella se fue con el hijo del panadero... Y la verdad no se bien que pasa... Mi padre solo me dijo que cuando nos casáramos tú y yo, yo debía fingir un desmayo... Luego no sé...- respondió Kaito sin mirar al hombre frente a él.
- ya veo... Como ya te abras dado cuenta yo soy Kamui Gakupo... Tu padre me dará las respuestas que necesito, no te preocupes no te are daño- dijo acercándose a el -pero eso no evita que le dé su merecido al rey de las hadas y lamentablemente tú serás el medio- dijo mientras le acariciaba la mejilla.
...
Después de que el duque se fuera Kaito se quedó con duda, no sabía a qué se refería con el que el seria el medio pero bueno...
La cena fue traída hasta su cuarto, cenó carne de res acompañado con vegetales y bebió algo de vino.
Más tarde entro a la cama para poder dormir y al día siguiente tal vez regrese a casa...
...
La luz de la luna se filtraba por las cortinas de la ventana y el viento soplaba suave refrescando la noche.
Kaito dormía en la enorme y cómoda cama de su habitación hasta que...
...
Gakupo no era la clase de hombre que se rumoraba, no, el reanima hombre íntegro, lleno de valores y con una moral intachable. Pero como cualquier persona a la que se le enoja podía ser el ser más despreciable del mundo. Era masque obvio que se arrepentiría y se maldecidos al día siguiente pero en este momento se encontraba furioso y cómo no! El rey de las hadas quería engañarlo. No se lo perdonaría... Y él tampoco se perdonaría a sí mismo al día siguiente.
Con esto en mente se en camino por los pasillos hasta la habitación del príncipe de las hadas...
Por un momento se replanteo hacerle daño a ese pequeño hado pero no avía marcha atrás.
Luego suplicaría por su perdón.
El rey se arrepentiría y sería una advertencia para los que se atrevieran a hacer lo mismo.
Kaito dormía sin saber lo que sucedería a continuación.
Gakupo se acercó hasta quedar a un lado de la cama. Poco a poco y con suavidad le fue sacando las sabanas y la ropa, quedando solo con la ropa interior. Se quedó embelesado admirando el pequeño cuerpo del menor.
Sin poderse contener tocó el peco deleitándose con la suavidad se esa piel.
Se sacó la camisa y el pantalón, se posicionó arriba del cuerpo de Kaito sin aplastarlo y empezó a besar sus labios.
Por el movimiento y el contacto Kaito despertó.
-hmm- se quejó -que... Que hace?- pregunto aturdido.
-lo siento- murmuró entre sus labios.
Con movimiento brusco arrancó la última prensa que vestía el pequeño, que solo lo miro horrorizado al darse cuenta que estaba completamente desnudo y con el encima de la misma forma.
-No, que haces?- preguntó lloroso pero no obtuvo respuestas.
Con sus manos trato de quitarse el cuerpo del mayor de encima, y con más fuera de la necesaria el elfo tomo sus manos y las colocó por encima lastimando sus muñecas.
-duele- se quejó.
Gakupo lo beso con fuerza y sin delicadeza metió uno de sus dedos en su pequeña y virginal entrada causando una punzada de dolor al chico.
-no... Du..Duele-lloriqueo el chico.
Ignorándolo nuevamente metió otro de sus dedos y sin más los retiro, cambiándolo por su miembro.
Las estocadas eran duras y rápidas, lastimando el interior del hadillo.
Kaito sentía que su interior se desgarraba y todo lo que podía hacer era llorar y suplicar para que se detuviera.
Lanzó un último grito cuando Gakupo se corrió en su interior, llenándolo con su esencia y cayendo inconsciente.
...
Gakupo con ayuda de un espejo mágico que le permitía viajar por los reinos en minutos.
Con una manta en mano se adentró en aquel artefacto mágico y llegó a los aposentos del rey de la hadas en menos de 5 minutos.
-conde Kamui...-murmuró el rey al verlo en grande de el.
-en verdad creyó que podría engañarme?- la sonrisa de su rostro denotaba maldad pura.
-que... Que le as echo a mi hijo?!-preguntó el rey asustado.
Sin responder el conde lanzó la manta a los pues del rey.
-esto es...-dijo cuando la tomo.
-la prueba de que su hijo me pertenece... La boda será el viernes, no falte- desapareció dejando solo dejando una espesa niebla y a un rey con el corazón destrozado...
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