Epilogo - Volviendo a lo que ocurre ahora…
Remus quería morder a alguien.
Matt Rogers Jefe de Aurores, no entendía de palabras.
—El no vendió a los Potter, fue Peter…— volvía a repetir.
—No es verdad… ¿Cómo no se le ha visto en todos estos años?—
—Es un animago ilegal—
—¿Por qué motivo seria uno?— pregunto frente a los otros Aurores. Como le odiaba, tenía en conocimiento la razón pero quería que todos supieran de su condición.
—Porque me apoyaba en Hogwarts durante las Lunas Llenas— dijo molesto.
—Especifique— pidió ganándose la atención del resto de los presentes.
—Porque soy un Licántropo— dijo a punto de rechinar los dientes. Automáticamente los otros buscaron sus varitas.
—Gracias Señor Lupin— hablo —pero como bien dijo es un licántropo razón por la cual no se le puede tomar en consideración su palabra—
Remus estaba colérico ¿Lo mandaron a llamar para nada?
Matt salió último del Ministerio, doblando un callejón se encontró con la figura de Lupin.
—Se que preguntaras la razón. Venganza solo eso, me obligaron a casarme— su cuerpo tembló —el Horror de casarme aun me atormenta en sueños—
—Eso no evita que busques tus amantes—
—Otro más… es verdad… y también es verdad que se necesitan más pruebas para ayudar a Black— Remus abrió la boca pero Matt lo detuvo con un gesto de su mano —estas “lamentablemente” comprometido, Remus. No puedo tomar tu declaración cuando tienes una relación amorosa con el acusado de fuga y asesinato—
—Bien… entonces eso es todo— dijo dispuesto a marcharse de allí. Una mano en su hombro se lo impidió.
—Puedo intentar buscar una falla en el sistema— susurro cerca de los labios de lupino —solo necesitaría una compensación—
—¿Entonces te vendes?— Matt asintió —Me lo imaginaba… como todos— dijo molesto.
—¿Qué esperabas? No sobrevives siendo Auror—
—Me voy— Matt se lo impidió.
—Me hiciste nuevamente perder el tiempo Lupin— dijo amenazante mientras se acercaba al cuerpo inmóvil de Remus, con el pie lanzo lejos la varita del Lupino —y es momento que cobre algo—
Pero antes de tocar un pelo de Remus una maldición le rozo.
—Aléjate de MI Moony— podría distinguir esa voz en cualquier parte. Black.
—Vaya… vaya… atacar a un Auror en defensa de una bestia… mal… muy mal Black—
—Si te mato no tengo problemas en seguir huyendo— añadió Sirius. Matt abrió los ojos preocupado —no lo hare si le entregas la varita a Remus—
Un Accio fue suficiente.
Remus estando libre no puedo evitar sonreír. Sirius estando fugitivo igual se acercaba a protegerle, no era necesario pero como siempre, no dejaba que nadie se acercara de más a su metro cuadrado. Definitivamente el Lobo tomo la mejor decisión.
—Ve Sirius, nos veremos en la noche— dijo para lanza un Obliviate a Matt.
—Bien… pero no tardes que Harry con Mione y Ron vienen de visita—
—De acuerdo pero no lo molestes mas con Ginny, recuerda que ella sale con otro…—
—Tranquilo… quizás nuestro ahijado nos sorprenda esta noche— guiño un ojo para luego desaparecer—
—¿Qué hiciste Sirius Black?— pregunto al aire. Conocía a su pareja así que quizás le dio un consejo a Harry que lo metería en problemas o era un plan sumamente estúpido. Sería mejor interrumpir cualquier cosa en la que estuviera involucrado Sirius Black, era peor que un niño.
Hablando de niño… tenía que llegar a casa. Aun no podía creer el hechizo que había puesto Barty en Regulus cuando a este lo “mato” Voldemort.
Tenía 4 o 5 (con Sirius), adolescentes que cuidar, dos niños a quienes no podia sacarle el ojo de encima y ambos eran Black.
No, si entre el Ministerio, Sirius y Reginald (Regulus), Matt, los Mortífagos, la Orden, Harry, Ron y Hermione… y además los problemas que traían cada uno, terminaría vuelto loco, aunque según Sirius siempre lo estuvo.
Pero no se quejaba en las noches… chucho pulgoso ya se las pagara todas.
Le aviso a un Auror de la presencia de otro en el callejón anexo, desapareció para llegar al 12 de Grimmauld Place.
La Antigua y Ancestral Casa de los Black estaba, literalmente, patas arriba.
Pero Remus J. Lupin estaba feliz de llegar a esta casa… pese a todo era su casa, la casa de todos sus seres queridos. Su familia.
Un beso y unas quejas fue lo primero que sintió y escucho. No pudo evitar reír.
FIN...