Los Mugiwara se encontraban disfrutando de unas cortas vacaciones en una de las tantas islas del Nuevo Mundo, reunidos en uno de los bares más famoso de la zona a excepción del cocinero, quien se había separado de ellos luego de la cena bajo la excusa de tener otros planes.
A pesar de la ausencia del rubio, todos se divertían en grande, bebiendo y riendo mientras contaban anécdotas pasadas del tiempo que habían estado separados por culpa de Kuma. Hasta que, entrada la noche, anunciaron que aquella ocasión habría una gala de talentos.
Alegrados por aquella idea, la banda del Sombrero de Paja disfruto enormemente de todas y cada una de las presentaciones, entre las cuales habían algunas muy originales y otras un tanto desastrosas. Hasta que, casi al final de la velada, subió al escenario un joven pelinegro con violín en mano.
Todos se encontraban sorprendidos y a la vez emocionados por la balada que interpretaba aquel joven, el cual con su triste letra y melancólico ritmo lograron romper sus esquemas y llegar hasta lo ms profundo de sus corazones. Al terminar, el pelinegro se vio envuelto en un coro de vitoreo y aplausos, pidiendo otra canción entre gritos hasta que el jefe del local, a malas maneras, subió al siguiente concursante al escenario; aun y a pesar de las protestas de gran parte del público.
-vaya, ese chico debe ser un profesional. Además de Brook, nunca he conocido a nadie con tanto talento como el-comento la navegante con una sonrisa en el rostro, aun aturdida por la canción del joven violinista-
-estoy totalmente de acuerdo contigo, Nami san. Ese joven era fantástico-esta vez fue el turno del esqueleto en hablar, algo avergonzado por el cumplido de la peli naranja- ese joven me conmovió hasta lo más profundo de mi corazón ¡aunque yo no tengo corazón porque estoy muerto! ¡Yohoho!- exclamo el músico con sentida alegría, ganándose una fuerte patada de su compañera que lo dejo prácticamente empotrado en el suelo-
-me pregunto dónde estará ¡tengo que pedirle que se una a la banda! ¡Seria genial!- grito Luffy entre risas, buscando con la mirada a aquel que sería su próximo nakama-
-creo que eso no se va a poder, capitán san-contesto la arqueóloga algo divertida, sonriendo al ver la mueca de confusión que tenía el pelinegro en su rostro al igual que el resto de sus amigos- porque después de todo, el ya forma parte de la tripulación-
-Robin ¿no estarás diciendo que…?-pregunto el ciborg algo descompuesto, entendiendo a lo que la chica se refería-
-así es. El chico del violín no era más ni menos que cocinero san- respondió Robin despreocupadamente, con una escueta sonrisa surcando sus labios- seguramente ese fue el motivo por el cual no quiso acompañarnos a beber esta noche ¿o me equivoco, espadachín san?- consulto con un deje de malicia, fijando su mirada en el tenso peli verde-
-¿Zo-Zoro…?-repitió el mentiroso con cautela, preocupado al ver al moreno en estado de shock, sin decir palabra alguna-
Ante el comentario de Usopp todos voltearon a ver al espadachín, quien tenía los ojos muy abiertos y un semblante de confusión y miedo surcando su rostro, casi como si hubiese visto a un fantasma. Hasta que, repentinamente, se puso de pie, e ignorando los gritos de los demás, se dirigió rápidamente hacia las afueras del local; donde seguramente encontraría al misterioso violinista.
Al llegar vio al pelinegro arrodillado en el suelo, guardando con sumo cuidado su violín en un estuche de cuero negro. Sin pensarlo dos veces, se arrodillo a su lado mientras le estrechaba entre sus brazos y le besaba dulcemente, sintiendo como este le correspondía casi al instante mientras las mentes de ambos se llenaban de los recuerdos de su infancia; de aquel encuentro casual que había marcado sus vidas para siempre.
El lugar donde habían encontrado al amor de su vida…
Al terminar aquel sutil contacto ambos se separaron lentamente, mirándose fijamente a los ojos mientras Zoro mantenía una de sus manos en sus pálidas mejillas y la otra, con suma delicadeza, retiraba su peluca negra y su sombrero a juego; dejando libre su cabello que despedía hermosos destellos dorados gracias a la luz de la luna.
-al fin te encontré…después de casi diez años finalmente te encontré, Taiyou…-susurro suavemente el espadachín, estrechando el delgado cuerpo de su acompañante entre sus fuertes y fornidos brazos- no sabes cuánto lo siento…cuanto siento haberte tratado así todo este tiempo, sin saber que eras tú…prácticamente despreciándote…-hundió su rostro en el arco de su cuello, aspirando su embriagante fragancia y dejándose llevar por los cientos de emociones que en aquel instante bullían en su cuerpo- entiendo si ya no quieres saber nada de mí, si no quieres ser mi pareja como juramos hace ya tiempo atrás…después de todo te trate horrible y fui un autentico imbécil, te ignore mientras tu siempre estuviste a mi lado, protegiéndome entre las sombras…no te merezco…-
Un sonoro golpe resonó en el lugar, mientras Zoro veía sujetaba sorprendido la mejilla que había sido fuertemente abofeteada por el cocinero. Por su parte, enfadado y asombrado ante aquellas palabras, Sanji tenso su cuerpo intentado controlarse, mordiendo sus labios con fuerza mientras le miraba directamente con sus azulinas orbes cargadas de lagrimas mal contenidas.
-¿Cómo…como te atreves a decirme que no me mereces…?-hizo una pequeña pausa, sintiendo como su cuerpo temblaba con fuerza por la ira que sentía en aquellos instantes- ¡¿eres un idiota o que, Zoro?! ¡Dímelo!- exclamo con furia el cocinero, estallado finalmente en un sonoro llanto- ¿Qué sabes tú de todo esto...? ¡¿Qué sabes tú de todo lo que he tenido que pasar para que ahora, cuando finalmente nos encontramos, me salgas con estupideces como estas?!-su mirada se fijo en la mano con la que había golpeado al espadachín, suavizando poco a poco su tono de voz- todo este tiempo seguí enamorado de ti, nunca perdí la esperanza que me encontraras, que finalmente te acordaras de quien en verdad era…y ahora que lo hiciste vas y sueltas ese discurso cuando ni siquiera tenias que disculparte por algo que no habías hecho…-murmuro algo avergonzado, sintiendo sus mejillas arder mientras Zoro le tomaba suavemente del rostro, acercándole a él y plantando un nuevo beso en sus labios-
El peli verde entendía lo que Sanji intentaba decirle, que mientras ambos se siguiesen amando no importaba el pasado, solo el presente y el futuro que compartirían juntos. Sabía que ambos de cierta forma tenían la culpa por lo que había pasado, pero él estaba dispuesto a reparar sus errores de una vez por todas.
No permitiría que su rubio volviese a sufrir por su culpa…
-te amo, Sanji…-susurro el espadachín contra sus labios, correspondiendo la sonrisa que este le dedicaba-
-y yo a ti, estúpido cabeza de alga…-contesto el cocinero mientras se dejaba envolver en el abrazo que Zoro le brindaba, dejándose llevar por el cansancio mientras el moreno le arropaba con su abrigo al ver como este poco a poco caía dormido entre sus brazos-
El peli verde le cargo delicadamente con un brazo mientras que con el otro tomaba a sus pertenencias y se dirigía calmadamente hacia el puerto que, para su suerte, era visible desde donde se encontraban. Luego de unos minutos de caminata y alguna que otra equivocación en el camino finalmente subieron a bordo del Thousand Sunny, dirigiéndose a la habitación del cocinero y tendiéndole con delicadeza en su cama para luego cubrirle con las mantas.
Beso su frente con cariño, dispuesto a abandonar la habitación cuando Sanji, no tan dormido como creia, tomo su muñeca y le dio un pequeño jalón, instándole a recostarse a su lado mientras abría un poco los ojos, sonriéndole aun cansado.
-y con estas últimas palabras, te perdí de vista en mi vida-entono el joven músico con voz adormilada mientras su amante correspondía su sonrisa, recostándose a su lado sin poder evitar reconocer aquella letra, de aquella que formaba parte d la sonata que había tocado años atrás, cuando se habían conocido en uno de los bares de su isla-
-pero mi corazón aun guarda el recuerdo de la última noche de tu concierto de amor-finalizo el espadachín con voz ronca, dejándose llevar por el sueño con el rubio cocinero acurrucado entre sus brazos-
Era irónico, había pensado el peli verde antes de caer en el mar de la inconsciencia: que la primera canción que había escuchado por parte de Sanij había podido interpretar tan bien su vida y su historia. Porque, después de todo, su relación siempre había sido así de rápida, concisa, pero llena de un amor tan innegable como era el azul de cielo o de los propios ojos de su cocinero.
Ya que, finalmente, habían reencontrado al hombre que les había robado el corazón en el concierto que había presenciado en aquella hermosa noche estrellada, en un “Concierto De Una Noche”, tal y como dictaba el nombre de tan hermosa balada…
Mientras tanto, lejos del Sunny Go, Robin se encontraba explicándole al resto de la banda lo que realmente había ocurrido, tiempo atrás, el cocinero le había confesado sus sentimientos por el peli verde de a bordo junto a aquella romántica pero triste historia; y al presentarse una oportunidad para verles nuevamente juntos, no había podido resistir darles el empujoncito necesario.
Rio levemente mientras se dirigía al hotel junto a los demás, sabiendo a ciencia cierta que quizás los días siguientes serian muy ruidosos y ella, al menos por ahora, quería evitar posibles traumas a sus amigos así como una nueva oportunidad para que esos dos volviesen a ser felices…
¿The End?