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Cosas que pasan. por Lizali12

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Notas del capitulo:

Bien *-* Ámenme, estoy actualizando casí seguido xD pero ya pueden empezar a odiarme igual

Pero les tengo una buena noticia.

¡El capítulo es largo! uwu) para que no me extrañen (?)

Los nombres de bandas que se mencionan sí existen :3 por si les crece la duda o algo.

Y... e_e) ya veran lo demás.

Marshall

Me sentía mal conmigo mismo; primero porque había hecho cosas indecentes en el baño de la universidad y las  había hecho pensando en Gumball, segundo, por culpa de lo anterior mencionada le había evitado y él creía que era su culpa y eso sólo me hacia sentir mal y por último pero no menos importante, Ethan,  él se dio cuenta de que me gustaba alguien.

O sí, mi situación no hacia más que empeorar.

Llegue a mi casa después de haber dejado a Gumball en la suya, de eso hacia ya un buen rato. Había salido del baño y dormido un rato, a veces el caer en la inconsciencia es bueno, después de todo “quien nada sabe nada teme” y la mejor forma de no saber nada es dormir.

Lamentablemente el sueño no duro mucho  puesto que, como había que ir a la fiesta de Betty me digne a poner despertador, y pues este acababa de sonar además también debía pasar a buscar a Gumball

Me vestí con lo primero que encontré (pantalones negros algo holgados, camisa manga larga negra de botones y mis Converse negros).

Me vi en el espejo, vago, fue lo primero que vino a mi mente y sonreí ante esto.

─ Bien, hora de ir a por Gumball ─. Susurre por lo bajo.

El haber dormido me había ayudado, me sentía más tranquilo. Ahora sentía que podía ver a Gumball y lanzarle una que otra cosa sarcástica o broma de mal gusto, sep había vuelto a la normalidad.

Gumball

Me mire por última vez en el espejo, usualmente yo no me veía en el espejo y menos para ver cómo lucia, o si la ropa me combinaba generalmente pasaba de largo ante estás cosas, pero iba a ir a una fiesta así que no podía ir puesto con lo primero que encontrara en el armario.

No ve veía mal, me había puesto unos pantalones de mezclilla ajustados de color negro con una camisa manga larga azul celeste de botones y unos zapatos negros y el cabello… bueno el cabello no me lo iba a peinar, no era necesario.

Me lancé a mi cama y cogí un libro que había empezado a leer y lo abrí certeramente en la página en la cual me había quedado, me puse mis lentes y comencé a leer.

La noche estaba serena y hermosa; la luna brillaba en toda su plenitud en lo más alto del cielo, y el viento suspiraba con un rumor dulcísimo entre las hojas de los árboles… ─. Fue todo lo que logre recitar debido a que el timbre de la casa empezó a sonar, alguien llamaba a la puerta. Mentita no llegaría sino hasta más tarde y mi hermana se había ido a trabajar después de haberme dado permiso para ir a la fiesta por lo tanto no se encontraba nadie en casa y debía ser yo quien atendiera.

Deje el libro a un lado y baje a atender a quien estuviera llamando.

Después de haber bajado de dos en dos las escaleras apresure el paso a la puerta.

─ ¿Si? ─. Mencione con la puerta medio abierta.

─ Hey, he venido a... ─.

─ ¡Marshall! ─. Grite sorprendido. ─ ¿Qué no falta para que vinieras a buscarme? ─. Pregunte mientras miraba de soslayo el reloj de mi mano.

─ Pues si lo es, pero mencione esa hora porque en lo que llegamos a la parada de buses y esperamos se hace tiempo ─. Menciono alegremente.

─Oh, ya veo ─.

─ No sabía que usaras lentes ─.

─ ¿A qué te refieres? ─.

─ Aún no te los quitas ─. Marshall hizo saña de tocarse los ojos con su dedo en señal de que fuera yo quien se tocara los laterales.

─ Oh, jeje, se me olvido quitármelos ─. Mencione cuando toque las patas de mis anteojos.

─ ¿No ves bien? ─. Pregunto.

Yo aún no lograba entender por qué las personas cuando veían a alguien con lentes inmediatamente lo asociaban con la mala vista.

─ No exactamente, sólo los uso para leer ─.

─ Ah, estabas leyendo, perdón por interrumpir ─. Marshall se disculpó con una leve sonrisa.

─ Nah, no te preocupes. Creo que Manrique puede esperarme ─.

─ ¿Manrique? ¿Estás leyendo a Bécquer? ─.

─ Woah, ¿Has leído a Bécquer? ─. Mencione con la voz un poco más alegre de lo normal.

─ Si, si he leído algo de él. Me gusta mucho su forma de redacción, una lástima que muriera tan joven ─.

¡Woah! ¡Literalmente estaba impactado! Es decir yo tenía la mala suerte de que nunca me topaba con gente que leyera así que el que Marshall conociera a Bécquer era para mí la mayor felicad.

─ Bueno, vamos yéndonos ya ¿no? ─. Menciono Marshall y yo asentí.

─ Oh, espera ¿me veo bien? ─. Pregunte, no quería ir a una fiesta vestido como un niño. No me importaba que se burlaran de mí, pero eso lo podían hacer en otras fiestas. La primera impresión cuenta mucho.

Marshall me observo de arriba abajo mientras se agarraba la barbilla como crítico.

─ Hmm, señorito Gumball -menciono con tono burlesco- me acostaría con usted si me lo pidiera─. Me sonroje ante lo dicho, es decir sabía que Marshall lo decía en broma, pero jamás alguien me había propuesto algo así en broma.

Supongo que eso era un “te ves bien” al estilo Marshall, por lo que decidí seguirle el juego.

─ Oh vaya, sería todo un honor conocer su cama ─. Conteste, podía sentir mis mejillas algo calientes.

─ Y para ella el conocerle a usted ─. Soltó Marshall osadamente y ambos reímos por lo dicho.

Después de ir a dejar mis lentes al cuarto y asegurarme de que llevaba mis llaves de casa tomamos rumbo a la casa de Betty.

***

Marshall

Llegamos a la casa de Betty con un Gumball alegre y con un Marshall (o sea yo) conmocionado. Aún no me podía creer que Gumball me siguiera el juego, es decir yo había soltado lo de acostarme con él con la esperanza de que no me contestara pero el muy…. Malvado me había seguido el juego, cuando se sonrojo espere que no me contestara y si lo hacia fuera con un “oh” pero fue y me contesto que sería un honor para él conocer mi cama.

Gumball no sabía lo que esas palabras habían causado en mí.

La fiesta ya había empezado, pude ver a la mayoría de mis compañeros me imaginaba que faltaban algunos y que, o llegaban más al rato o simplemente no llegaban. Betty nos había recibido a ambos en el vestíbulo con un abrazo y nos señaló dónde estaba todo; botanas, refrescos, alcohol y jugos.

Vaya, cuando menciono lo de los jugos hablaba en verdad.

─ Marshall creo que los jugos son para ti ─. Soltó Gumball con una leve risita.

─ Yo creo que son para ti, después de todo yo ya casi tengo la mayoría de edad ─. Gumball no dijo nada más  mientras fruncía el ceño.

─ Sólo eres mayor que yo por dos años ─. Dijo con un leve puchero.

─ ¡Gumball! ─.

─ ¡Lio si viniste! ─.

Y ahora quien fruncía el ceño era yo.

Calma Marshall, calma. Recuerda que es una fiesta para conocernos mejor. Me dije.

─ Marshall nos vemos luego ─. Menciono Gumball mientras se iba junto con el tal Lio.

─ Um, si, ya sabes ─. Le grite, por sobre la música. No es que estuviera específicamente ruidos sino que más bien lo había hecho para asegurarme de que me escuchara.

─ Lo sé ─. Me contesto.

Lo que sabíamos es que ambos íbamos a volver juntos, antes de llegar a casa de Betty, Bubblegmum, la hermana de Gumball le había llamado y había hecho que yo hablará con ella para decirme que me regresara junto con su hermano, Gumball se apeno por el hecho de yo fuera a ser su “niñera” pero a mí en lo más mínimo me molestaba.

Bien, hora de hacer mi visita a la zona del licor.

Gumball

Habían transcurrido unas cuantas horas después de haberme separado de Marshall para ir a platicar con Lio.

En esas horas de charla conocí mejor a mi compañero, como por ejemplo que tenía novia, que no le gustaba hablar mucho, que prefería escuchar y luego opinar, que en cierta manera le agradaban las personas que teníamos por compañeros y que había escogido a Bella Artes porque su toda su familia había estudiado eso y pues él aprendió a amarlas desde pequeño.

Después de hablar con Lio llego Betty y ambos se pusieron a platicar yo me levante y fui a por un jugo, de camino al sofá en el que me encontraba sentado junto con Lio y Betty me tope con Heidi y nos pusimos a platicar. Ella me hablo de que se metió a estudiar Bellas Artes porque no tenía en claro qué estudiar y como sabía dibujar pues escogió a Bellas Artes, me conto que a pesar de que su elección fue apresurada no se lamentaba en lo más mínimo. Además de que, teníamos los mismo gustos en cuanto a música, ella me recomendó una que otra canción de “Of Monsther and Men” y yo por lo consiguiente le dije que escuchara al grupo “Eluveitie” que cualquiera que escuchara estaba bien. Me hablo de su artista favorito el cual era Van Gogh y me conto sobre cómo la había enamorado su pintura de “De sterrennacht” (La noche estrellada me dijo después) pues está había sido pintada trece meses antes del suicidio del hombre y además el cuadro fue pintado mostrando la vista desde el sanatorio en el cual él se había recluido, me conto que le gustaba pues para ella era ver lo que veía Van gogh. Yo por lo consiguiente le hable de que me gustaba Edvard Munch y a ella  no pareció sorprenderle mi fascinación por su cuadro “Eskrik” (El grito, le mencione después y ella rió puesto que le había hecho lo mismo que ella a mí) después de eso ella siguió su camino hacia la mesa de botanas.

La plática con Heidi había sido emotiva, agradable y larga. Para cuando terminamos de hablar ya eran las once diez y media, pero no importaba puesto que no tenía hora de queda siempre y cuando estuviera acompañado, y mi compañía era Marshall, además mi hermana me había dicho que si me tardaba o algo le avisara y hacia un rato le había mandado un mensaje diciéndole “sigo vivo” y ella me contesto “lo noté” o sea, no estaba preocupada.

De camino al sofá (si, aún no llegaba a esté) me tope con Marshall.

Un Marshall borracho que hablaba animadamente con Betty y Lio.

─ ¡Gumball! ─. Grito al verme mientras se me acercaba y me abrazaba

─ Creo que te has excedido con el alcohol ─. Conteste al ver que tenía las mejillas rojizas y un cierto olor que indicaba que se había propasado con la bebida.

─ Pfff tonte –hipo- rías, aún puedo con -hipo de nuevo- unas bebidas más ─.

─ Bien, bien. Creo que es hora de irnos ─. Lamentaba ser quien arruinara el momento pero si lo dejaba beber más, mañana amanecería con una resaca que ni él mismo aguantaría.

─ ¡Noug! Aún quiero quedarme ─.

─ Si nos vamos ahora prometo comprarte un dulce ─. Bubblegum usaba esa táctica conmigo, y bueno un borracho es como un niño. Así que Marshall de seguro y aceptaba.

─ ¿De los caros? ─. Me pregunto con la cara roja de tanto alcohol, pero aún así se veía inocente. ¡Qué lindo se veía! Oh rayos, debía de tomar una foto del momento.

─ Sep, de los caros. Ahora sólo debes dejar que te tome una foto ─. Mencione mientras sacaba mi celular del bolsillo.

─ Hmm, vale, pero que -hipo- salga bien oíste -hipo- ─. Uff, le saque la foto a Marshall, en ella él estaba viéndome con la mirada vidriosa (tenía sueño) y una sonrisita que me recordó a cuando uno es niño y nada le importa, estaba sentado con las piernas entrelazadas y hacia el signo de paz, detrás de él salieron todos los del salón por lo que la foto fue más grupal que nada.

─ Bien, ya está, vámonos Marshall ─.

─ Umju ─.

Me despedí de todos con una Marshall que posaba su brazo alrededor de mi cuello pues sino lo hacia se caería de bruces.

***

Tomamos un taxi que nos llevó hasta la casa de Marshall, yo vivía antes que él por lo tanto debía haberme bajado hacia unos minutos pero temía que con su estado el taxista le robara o algo por lo tanto termine llevándole hasta su casa.

─ Bien Marshall, yo me voy yendo ya a mi casa, nos vemos mañana ─. Me di la vuelta para encaminarme hacia mi casa cuando oí sollozos a mí espalda y cuando voltee me topé con Marshall que fruncía el entrecejo mientras se mordía levemente los labios.

Y se puso a llorar.

─ Bwaaa, no te vayas, quédate conmigo ─. Lagrimas empezaron a correr por sus mejillas (rojas por el alcohol) e hipo debido a tanto llanto, empezó a moquear sin control  y como un niño agarro su camisa mientras se trataba de limpiar. ─ Bwaaaa, no me dejes ─. Para eso ya estaba corriendo hacia mí (quien estaba a unos pasos de salir por la reja de su casa) con los brazos extendidos (como un niño) en señal de abrazarme (lo cual hizo al llegar a mí) hundió su rostro en mi cuello y poso sus manos en mi cintura, mientras me abrazaba con tanta fuerza.

Quedé de puntitas en el abrazo, Marshall era más alto que yo. Odiaba decir esto, pero parecía pequeño e indefenso en sus brazos.

─ Me tengo que ir, mañana hay clase ─. Le dije mientras le acariciaba el cabello. ─ Nos veremos en clase ─. Le dije con tal de que me dejara ir.

─ ¡No! ¡Yo quiero que te quedes! ─. Su voz sonaba ronca debido al alcohol. Sabía de antemano que tratar con borrachos era como tratar con un niño rebelde, no hacían caso, así que saque mi celular y le mande un mensaje a mi hermana avisándole que me quedaría a dormir en casa de Marshall.

Con suerte y no se enojaría.

Y no lo hizo, Bubblegum me respondió “está bien” y resople por lo bajo.

─ Bueno, me quedare, así que habré la puerta de tu casa para que podamos entrar ─. Mencione resignado.

─ ¡En serio! ─. Marshall dejo de abrazarme y  yo pude pisar bien el suelo.

─ Si, es verdad, ahora vamos a tu casa ─.

─ Hay un problema ─. Menciono. ─ No me he traído las llaves, así que no puedo abrir mi casa ─.

─ ¿Entonces dormiremos aquí afuera? ─.

─ Nop -nego con la cabeza- tengo una casa del árbol en mi patio. Dormiremos ahí ─. Y dicho y hecho me jalo hacia su patio.

El llegar a su casa no fue difícil, el patio de Marshall estaba muy limpio y a diferencia del mío no tuvimos que sortear cosas tirada por el suelo.

Cuando llegamos a la casa, me paralice.

El árbol donde estaba su casa era inmenso y por lo consiguiente la casa igual había cinco ramas sobresalientes, las dos del medio eran las más grandes y estaban conectadas formando así  una sola parte de la casa (que para estos momentos para mí venía siendo más una mansión comparándolas con todas las casas de árboles que yo había visto) en la copa de estás se lograban distinguir unas ventanitas, después de eso las otras tres ramas también tenían ventanas (cuartos para la mansión del árbol, pensé) todas ellas estaban unidas por una escalera que les daba la vuelta a cada rama y en el tronco de la caza estaba lo que parecía una cabaña a punto de desmoronarse.

─ ¿Dormiremos ahí? ─. Pregunte con algo de miedo, pues para mí se veía como si en cualquier momento la casa fuera a caerse.

─ Tranquilo, no se caerá, es sólo el estilo de la casa ─. Menciono Marshall mientras abría la puerta y encendía las luces.

Marshall entro y yo le seguí con un ligero titubeo.

El interior de lo que parecía la cabaña era espacioso se podía apreciar las ramas en las que se apoyaba toda la ca-mansión del árbol, en medio de dos ramas se encontraba un sofá… me imaginaba que era un sofá-cama y que ahí dormiría alguno de los dos, a lado de esté había mesita con botellas de jugos de cerezas, reí ante esto.

─ ¿Dónde dormiré? ─. Pregunte, pues solo veía el sofá-cama.

─ Conmigo ─. Menciono Marshall, abriendo el sofá-cama y se tiró encima de esté.

Palmeo el lado derecho de la, ahora cama, y yo fui a acostarme.

La verdad es que nunca se me había hecho incomodo dormir con personas, por lo que poco me preocupaba dormir con Marshall, mi única preocupación era que se vomitara encima de mí a causa del exceso de alcohol.

Se apagaron las luces yo me posiciono para dormir espalda con espalda pero al parecer Marshall  tenía planeado lo contrario pues se volteó y pego su pecho a mí espalda.

Pude sentir su respiración en mi nuca y como movía su brazo hasta pasarlo alrededor de mi cintura mientras me jalaba hacía él.

─ Marshall… ─. Dije en tono de reprimenda. No me importaba dormir con él y menos si estaba borracho, pero tampoco me agradaba la idea de que me confundiera con una mujer.

Una cosa era dormir como amigos y otra dormir como pareja.

─ Hmm ¿Qué? ─. Pregunto con la voz algo adormilada.

─ No soy una conquista ─.

─ Lo sé, eres Gumball ─. Bueno, si lo recordaba eso quería decir que no corría peligro de ser violado esa noche

─ Vale ─.

***

Me levanto la sensación de algo en mi pecho, al principio pensé que era imaginación mía por lo que no le di mucha importancia, pero al volver a sentirla abrí los ojos y me palpé.

Era la mano de Marshall.

─ ¡Marshall! ─. Grite.

─ ¡¿Qué?! ─. Se levantó sobresaltado y viendo hacia todos lados hasta que posó sus ojos en mí. ─ ¿Qu-qué pasó Gumball? ─. Pregunto con la voz entrecortada.

─ Tu mano, eso es lo que pasa ─. Señale, y él solo se enrojeció.

─ Oh, perdón ─. Menciono, y quito su mano. ─ No me di cuenta ─.

Vi la hora, era media noche.

─ ¿Te sientes mejor? ─. Pregunte, pues no hacia mucho Marshall se había dormido con una gran cantidad de alcohol en el cuerpo.

─ ¿A qué te refieres? ─.

─ Me refiero, a cómo vas con el alcohol ─.

─ Pues tengo unas ganas incontrolables de follar, y si no fuera porque presiento que me golpearías ya te hubiera violado ─.

─ Bueno, me alegro que estés lo suficientemente lucido como para controlarte, ahora volvamos a dormir ─. Y me acosté con la intención de dormir.

─ Gumball ─.

─ Mande ─.

─ Si te hiciera algo muy pero muy malo a tú persona ¿Ya no serías mi amigo? ─.

─ Obviamente ─.

─ ¿Qué es lo que menos toleras? ─.

─ Las mentiras, la hipocresía, las agresiones y muchas otras cosas ─.

─ ¿Y si te besaran contra tu voluntad? ─.

─ Hmm, dependiendo de la personas sería mi nivel de enojo ─.

─ Hmm, ya veo ─. Susurro Marshall.

─ ¿Por qué la pregunta? ─.

─ Pues… bueno, mira tengo el suficiente alcohol en mi cuerpo como para decirte esto sin temor y también porque muy posiblemente mañana no lo recuerde debido a la resaca que obviamente me dará así que no me avergonzare de lo que voy a decirte, y porque creo que eres lo suficientemente sensato como para responderme sinceramente. El punto es que desde hoy en la mañana tengo unas ganas irremediables de besarte y me he estado conteniendo porque la amistad que tengo contigo es algo que no quiero perder ─. Marshall tomo aire y prosiguió hablando. ─ No sé qué pasa, pero eso es todo lo que quiero hacerte desde hoy en la mañana ─.

La confesión de Marshall más que asustarme me hizo sentir aliviado, no por el hecho de que quisiera besarme sino porque eso respondía la incertidumbre que cargaba desde la mañana. Él se la había pasado evitándome y aunque me dijo que era porque no había dormido bien, la duda aún persistía, y el que me dijera que era porque me quería besar me hizo sentir tranquilo porque yo no había hecho nada para que él se enojara.

Sólo eran las hormonas dispersas de Marshall.

─ Pues controla las ganas ─. Le respondí.

─ Pero es que ya no puedo ─.

─ Pues intenta ─.

─ Lo llevo haciendo desde la mañana ─.

─ … ─.

─ Gumball ─.

─ Mande ─.

─ ¿Puedo besarte? ─.

─ No ─.

─ Por favor ─.

─ No ─.

─ Prometo no propasarme ─.

─ Tengo sueño ─.

 ─ Por favor, mira puedo seguir toda la madrugada hasta que me des un sí ─.

Bueno esto era una enseñanza, cuando Marshall estuviera lo suficientemente borracho no debía quedarme cerca de él porque muy probablemente no dormiría.

─ Por favor, por favor, por favor, por favor ─. Creo que hablaba en serio con eso de hasta que dijera “si”.

─ ¡Args! Vale, pero me prometes que luego me dejaras dormir ─.

─ ¡Lo prometo! ─.

Nunca había besado a un hombre, pero Marshall estaba borracho y muy pero muy posiblemente  mañana no recordaría nada de su vergonzoso comportamiento, así que en este momento Marshall era hombre a media, no por el hecho de querer besarme sino porque la mitad de su conciencia estaba durmiendo en este momento.

─ Pues empieza tú ─.

─ Vale ─.

Estábamos a oscuras así que no podía ver muy bien a Marshall, pero supe que estaba cerca cuando sentí su respiración cerca de mi rostro.

Acuno mi cara en sus dos manos y pude sentir como se me acercaba, sentí sus labios sobre los míos, “abre la boca” me dijo, me quise negar, oh claro que sí, pero recordé que él estaba borracho y mañana no recordaría nada, además esté beso era mi pase para dormir. Así que a regañadientes hice lo que me pidió.

Sentí su lengua entrar en mi boca, al principió Marshall se comportó tímidamente y sólo pasaba su lengua por mis dientes y me besaba levemente los labios, pero pasado un rato en el que  tomo confianza los roces tímidos pasaron a ser besos demandantes en los que él se daba el gusto de escrutar mi boca con su lengua y sólo paraba para morderme los labios llego un momento en el que me jalo y yo termine sobre él con ambas piernas a sus costados y con mis brazos erguidos al lado de su cabeza para evitar caerle encima por completo, Marshall movió su cabeza para que pudiéramos encajar y en un momento dado el beso se tornó todo lleno de saliva, él sacaba y metía su lengua de mi boca tan ávidamente que me temblaban las piernas. Me  tomo por la cintura y me pego hacia sí con tanta fuerza que (ahora sí) caí sobre él y nuestras piernas se enredaron pero en ningún momento Marshall dejo de ensalivarme la boca, su mano se abrió camino en mi pecho y empezó a acariciarme.

Para este punto yo estaba perdido en Marshall.

Su mano libre me toco los brazos, fue una caricia torpe y sin malicia, pero a mí me dio un escalofrió ante el roce.

─ Hng… ─. Gemí. ¡Yo gemí! Y atrape la poca cordura que parecía querer escapar de mí. ─ Mar…-logre articular- Nn… ─. Marshall no paraba de besarme y por lo consiguiente yo no podía hablar.

─ Joder ─. Fue lo que dijo cuando paro de besarme.

─ Ya… ya está ─. Mencione con la voz entrecortada por la falta de aire en los pulmones. ─ Ahora -inhale- ahora, déjame dormir ─.

Marshall sólo asintió, pero en lugar de dormir me tumbo en la cama y se posiciono sobre mí.

─ Sólo haré esto ─.

─ ¿Ha-hacer qué? ─. Pregunte con cierto temor.

Marshall no me respondió sólo hundió su rostro en mi cuello me olisqueo un poco, me beso, me lamió y yo me estremecí ante sus roces (aunque no debí) él siguió con lo suyo sin prestar atención a mis reacciones, empezó a mordisquearme y finalmente se pegó más a mi cuello y empezó a succionar… ¿succionar?

─ Nn-no. Marshall… ¡No lo hagas! ─. Pero me queje muy tarde, Marshall me había hecho un chupetón. 

 

 

Notas finales:

Es la primera vez que escribo (u_u) comprenderé sino les gusta cómo ha quedado D':

Bueno, nos vemos luego.

Ahí voy semana de exámenes T_T)/ espero salir viva.


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