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Cosas que pasan. por Lizali12

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Notas del capitulo:

¡Aún es Domingo! sólo lo digo para que no crean que estoy actualizando tarde. Bueno sí lo estoy haciendo QnQ pero son las 11:25 así que es Domingo aún.

Ayer fui a una convención y llegue tarde por so no subí el cap ayer, y hoy me entretuve y hasta ahora me acorde ._. Pueden matarme si quieren :'D

El cap se llama hermanas y se divide en dos partes, es porque veremos un poco de las reacciones de Marceline y un poco de las reaeciones de Bubblegum al enterarse de ciertas cosas (Chupetón). se divide en dos partes.

Por cierto, para no hacer que se vean TAN iguales Marshall y Marceline cambie unas pequeñas cosas, ya lo entenderan cuando lo lean.

Ya sin mucho, les dejo leer.

Gumball

Después de haber aclarado las cosas con Marshall nos dirigimos a su casa para ver si ya estaban despiertas su madre y su hermana, el corto camino de la casa-mansión del árbol de Marshall a su casa (su casa real) fue silencioso y lleno de miradas esquivas por parte de él. Lo cierto es que a pesar de que le mencione que no me enojaba lo ocurrido la culpabilidad no lo dejaba. Pienso seriamente que si lo hubiera golpeado en lugar de decirle que no me importaba él se sentiría mejor, lamentablemente aunque lo hubiera golpeado no le dolería porque no tengo mucha fuerza física y las cosas sólo empeorarían porque él creería que me contengo.

Así que las cosas están mejor de ésta forma.

─ Marshall, ¿Qué horas son éstas de llegar? ─. Preguntu una joven tras abrir la puerta y vernos, tenía los cabellos negros y la piel pálida como la de Marshall, no se notaba mayor, me figure que era su hermana. Él no me había hablado de ella,  me la menciono vagamente la primera vez que nos vimos pero después de eso no la había vuelto a mencionar.

─ Estuve en la casa del árbol ─. Refuto Marshall mientras entraba y me jalaba a mí para entrar.

─ Bu-buenos días ─. Logre pronunciar.

─ Buenos días ─. Contesto ella. ─ Mamá está haciendo el desayuno ahora ─. Y como si la cosa no fuera con ella, se fue directo a lo que, imagine yo, era la cocina.

─ Ella es Marceline, es mi hermana mayor. No te preocupes por cómo nos recibió, las mañanas simplemente no son lo suyo ─.

Nos adentramos en la casa de Marshall la cual consistía en dos pisos, La sala y cocina estaban de lado izquierdo según me explico él, del lado derecho estaban las escaleras hacia el segundo piso, ambas secciones estaban separadas por una entrada con arco.

─ Iré a mi cuarto a por algo… tú espera en la sala ─ Marshall me señaló hacia dónde quedaba la sala y  yo me dirigí hacia está mientras él subía las escaleras para ir a su cuarto.

La sala era grande y aunque había varias cosas se sentía espaciosa. En el centro de esta había una mesa pequeña de vidrio y a su alrededor había un juego de sofá modernos, eran de color grisáceo con almohadas blancas, detrás del sofá más grande se encontraba una repisa, me acerque a está y pude ver una hilera de fotos, todas eran de Marshall. Al ver las fotos sentí que veía una línea del tiempo de su vida. La primera foto era una de él en los brazos de una mujer, su madre me imagine, la mujer era joven y no pasaba los treinta se parecía mucho a la hermana de él, supongo que si no hubiera sido porque él me dijo que quien había abierto la puerta era su hermana bien podría pensar que la mamá de Marshall no envejecía. En la foto Marshall lloraba y tenía hecha las manos en puños pequeñitos. Me salté a la segunda foto, en esta Marshall se encontraba en andadera y tenía una sonrisita picara, estaba dando sus primeros pasos. Pasé de la tercera foto y vi la cuarta, ahí estaba él en un triciclo rojo, tenía puestas las manos en el manubrio y los pies asentados en la tierra traía puesto un sombrero de paja, y mostraba una risa de esas en las que se ven todos tus dientes estaba cubierto de lodo pero eso a él parecía no importarle. Vestía una camiseta roja y unos shorts negros cortos.

─ Ahí tenía cinco años ─. Al escuchar una voz detrás de mí me gire en cuestión de segundos sólo para toparme con Marceline, su hermana. ─ La foto se la hice yo, estábamos de vacaciones y mamá le había regalado el pequeño triciclo. Marshall decidió salir a estrenarlo, esa mañana había llovido, así que el resultado fue ese que puedes apreciar en la foto. Él estaba sucio, pero no le importaba estaba feliz por estrenar su triciclo ─ Marceline tenía la tez pálida igual que Marshall, su cabello era largo y ondulado de un negro profundo como el de Marshall tenía los mismos lunares que él (Unos lunares del lado izquierdo del cuello, como si fueran mordidas de vampiro), su voz era fina y tenía cierto retintín en ella.

─ Pensé que tenía cuatro… se ve pequeño ─. Fue todo lo que logre decir en ese momento.

─ Todos piensan eso, ven siéntate ─. Marceline se sentó en el sofá frente mío, yo a su vez me senté en el mismo sofá, sólo que un poco alejado, ella iba vestida con una camisa blanca que le llegaba a medio muslo y debajo se podía apreciar un short corto, me figure que eso era su bata de dormir así que trate de no verla tanto. Marceline y Marshall eran iguales, sino fuera porque yo sabía que ella era mayor bien podría creer que ellos dos eran mellizos. También estaba la diferencia de los ojos, los de Marshall eran de un negro profundo, los de Marceline eran grises. Me imagine que cada quien había sacado algo de sus padres.  ─ ¿Cómo te llamas? ─. Pregunto al ver que habíamos quedado sumidos en el silencio.

─ Gumball, mi nombre es Gumball ─.

─ Dime Gumball ¿Eres novio de mi hermano? ─. Nada, eso es lo que paso, no sabía qué decir, la pregunta me tomo por sorpresa. Pero ella ignoro el shock en el que estaba y prosiguió. ─ Quiero aclarar que no me molesta, quiero decir, prefiero que juegue al mete saca con un hombre a que lo haga con una mujer que tiene probabilidades de quedar embarazada en cualquier momento. Además de eso, aunque me opusiera Marshall pasaría de mí ─.

─ N-no… e-él y  yo n-no so-somos nada, sólo somos amigos ─.

─ Ya te dije que no tengo nada en contra de su relación ─.

─ Y yo e-estoy diciendo que Marshall y yo sólo somos amigos ─.

─ Los amigos no van por ahí dejándose marcas de chupetones ─. Contesto Marceline, instintivamente lleve mi mano a mi cuello tratando de cubrir la marca, había estado tan distraído que se me olvido que debía cubrirla.

─ No la hizo él ─. Fue lo que se me ocurrió contestar.

─ Si claro, a mí no me engañas niño. Tienes los dientes de mi hermano por tu cuello, y hueles a él ¿Qué rayos hicieron en la casa del árbol? ─. Marceline se puso de espaldas contra el apoyo de brazo del sofá quedando de esta manera frente a mí, cruzo sus piernas para entrar bien en este. Y me miro, me estaba examinando y también esperando a que le contestara lo sucedido en el árbol. Pero no había nada que contar.

─ N-nada, no hicimos nada ─.

─ Marceline déjalo en paz ─. La voz de Marshall se escuchó tras mi espalda y pude oír sus pasos acercándose a nosotros. ─ No hicimos nada ─.

─ No me la creo ─. Contesto Marceline.

─ Eres libre de pensar lo que quieras ─. Respondió Marshall, y se encogió de hombros. ─ Vamos a la cocina Gumball, te presentare a mi madre ─.

─ Si… ─. Ambos nos fuimos a la cocina, creí que Marceline nos seguiría pero ella sólo se recostó en el sofá.

***

La madre de Marshall se llamaba Hana y resulto ser una persona muy alegre y vivaz, Marshall me dijo que se veía joven pero que en realidad pasaba los 30’s así que no me imaginaba qué edad tendría. Pues para mí ella parecía tener la misma edad que Marceline. Hana me hizo plática rápidamente y, como es costumbre en las madres, me entere de cosas vergonzosas sobre la vida de Marshall como por ejemplo que, a los cinco años él llamaba “mamá” a Marceline debido a que ella trabajaba mucho y su hermana era quien lo cuidaba, también me entere que hasta los siete años Marshall dejo de tomar biberón, también que Marshall aún dormía con un peluche al cual llamaba Hambo (y no, no era por miedo, sólo que a él en realidad le gustaba el peluche) también que lloro cuando él y su primera novia cortaron (Para ese entonces Marshall tenía diez años). Al termino del relato de Hana voltee a ver a Marshall, estaba hecho un ovillo en la silla, le podía ver las orejas, estaban rojas.

Hana era de complexión delgada y estatura baja (no rebasaba a Marshall y no me alcanzaba a mí) así que supuse que la altura que poseían Marshall y Marceline la habrían sacado del padre, el cabello de Hana era largo pero no tanto como el de Marceline, a diferencia de los hijos el cabello de Hana era de un castaño oscuro. Aunque, la tez era la misma, pálida, el color de sus ojos eran los mismos que Marshall, negro profundo.

Hana me invito a desayunar, pero rechace la invitación puesto que tenía que llegar a casa o si no Bubblegum estaría llamando hasta saber a qué hora llegaba a casa. Así que con la pena me quite de la casa de Marshall y me dirigí a la mía.

─ Le agradaste a mi madre ─. Oh, y Marshall me acompaño.

─ ¿Tú crees? ─.

─ Sep, ella no habla de cosas privadas de mi vida con todos, pero algo vio en ti que la motivo a hacerlo. Por eso la deje que hablara ─. Marshall iba detrás de mí, su voz sonaba tranquila, bueno todo lo tranquila que puede sonar una voz grave como la suya.

 

Marshall

A Hana le había agradado Gumball y  a Marceline (aunque no lo quisiera aceptar) también le había agradado sólo que era lo suficientemente orgullosa como para aceptarlo.

El transcurso de mi casa a la de Gumball fue silencioso, pero no de esos silencios opresores de los que parece que ahogan. Fue un silencio tranquilo.

Al llegar a la puerta de su casa hubo un remplazo de sentimientos, culpa. ¿Cómo iba a ver a Bubblegum ahora? Es decir, cómo iba a devolverle a Gumball mientras yo sonreía, ayer nos habíamos ido ambos normales y sin nada (por nada me refiero al chupetón) ahora Gumball regresaba a su casa con una marca en el cuello y… ¡Oh, sorpresa la marca era mía!

─ Marshall ─.

─ ¡Ah! ─.

─ ¡Wah! ¡Marshall qué rayos te pasa! Me asustaste ─. Gumball me dio un golpe en la cabeza por el susto que le había causado mi grito.

─ Perdón… ─.

─ No importa, ¿Entras? ─. Pregunto Gumball cuando ya tenía la puerta abierta y un pie dentro. ¿Entrar? No lo sabía, por una parte estaba la lógica que me decía que me fuera a mi casa que suficiente había hecho ya, pero la parte ilógica me decía que entrara, y entre esas estaba yo queriendo pasar más tiempo con Gumball.

─ Si, vamos. Tu hermana debe estar preguntándose a qué hora vuelves. ─ Ganamos yo y la parte ilógica a la lógica.

─ Nah, no creo que esté preocupada, confía en mí ─. Contesto Gumball con una sonrisa en su rostro.

─ Que curioso ─. Mencione al entrar, pues me había dado cuenta de algo.

─ ¿Qué es curioso? ─. Pregunto Gumball.

─ Que yo este entrando a tu casa el mismo día que tu entraste tú a la mía ─. Gumball no había conocido mi casa hasta esta mañana y yo tampoco conocía la suya, él porque nunca me había ido a buscar o verme y yo porque cuando lo pasaba a buscar para ir a la escuela nunca me animaba a entrar o porque cuando yo llegaba él ya estaba listo y salía rápido.

─ Je, si es cierto. Pero es tu culpa que yo no conociera tu casa ─.

─ ¿Mi culpa? ¡¿Por qué?! ─.

─ Porque sólo me mencionaste que vivías cerca más nunca especificaste dónde ─. Bueno él tenía razón, Yo le mencione a Gumball que vivía cerca de su casa, pero nunca le dije qué tan cerca.

Entramos a su casa, la de Gumball al igual que la mía era de dos pisos, los cuartos se encontraban arriba, la diferencia es que la casa de Gumball daba un aspecto hogareño. Al llegar a la sala me esperaba unos sofás de color rojo (o rosados incluso) pero lo cierto es que la sala tenía un comedor con un juego de seis sillas de… cedro al parecer, luego le preguntaría a Gumball de qué eran, las sillas tenían unos cojines de color beige y el comedor poseía un mantel traslucido.

─ Me esperaba algo rosado ─. Susurre.

─ Jajaja, no sé qué te hace pensar que me gusta el rosado en exceso ─.

─ Tu cabello me hace dudar ─.

─ Jajá, eres un tonto Marshall ─.

La casa de Gumball tenía el mismo arco divisor que el de mi casa, y este cumplía con la misma función de dividir la sala de la cocina, por lo que desde la abertura que presentaba el arco podíamos ver a Bubblegum moverse de un lado a otro mientras cocinaba.

─ Ho…hmp -Gumball cubrió mi boca antes de que pudiera decir algo- ¿Qué haces Gumball? ─. Pregunte en un susurro.

─ Chist, voy a asustar a mi hermana ─.

─ ¿Qué? ¿Por qué? ─.

─ Porque tiene la mala costumbre de dejar la puerta sin seguro ¿Qué tal si un día entra un ladrón? ─.

─ Pero no me parece justo que la asustes ─.

─ Tú quédate callado ─. Y dicho y hecho Gumball se aproximó hasta la abertura del arco, inhalo aire y grito. ─ ¡Esto es un asalto, ponga las manos donde pueda verlas! ─.

Yo esperaba que Bubblegum gritara e hiciera lo que le había pedido el ladrón Gumball, pero no lo hizo, por el contrario se volteó con cuchara en mano dispuesta a lanzarla, pero al ver quién era el ladrón se detuvo.

─ ¡Cielo has llegado! ─. … ¡¿Eso era todo lo que diría?! ¡No puede ser! Si yo le hiciera a Marceline algo como eso lo más probable es que me lanzara lo que tuviera en la mano, propinarme una golpiza y luego cuando estuviera medio inconsciente me sacara de la casa, y me tocaría dormir en la casa del árbol.

─ Hola hermana ─.

─ Marshall que gusto verte igual, ¿Te quedas a desayunar? ─.

─ Ahm… no quiero incomodar ─.

─ Oh no te preocupes, no lo harás. Vayan a sentarse, ahora les llevo el desayuno ─. Bubblegum se volteó y siguió cocinando, por el contrario Gumball y yo nos dirigimos hacia el comedor.

─ Bueno, supongo que me quedo a desayunar ─.

─ ¿Irás a la escuela? ─. Pregunto Gumball, quien se encontraba jugando con sus dedos.

─ No sé, sinceramente me duele mucho la cabeza y me siento mareado ─.

─ ¿Resaca? ─.

─ Posiblemente, ¿tú irás? ─.  La mirada que Gumball me dio no era de reproche sino más bien “¿En serio me estás preguntando eso?”

─ No, no creo ir ─. Fue su respuesta.

─ ¿En serio? ─.

─ Mrshall tengo una marca en el cuello gracias a cierta persona -Desvíe la mirada- y no quiero que la vean, si voy a la escuela probablemente la verán ya que soy descuidado y no podré evitarlo ─.

─ Perdón… ─.

─ Ya te dije que no tienes que disculparte, la culpa fue de ambos, yo por dejarme y tú por confundirme ─.

─ No te confundí, ya lo sabes ─.

─ Bueno eso es cierto, ayer sabías lo que hacías y con quién lo hacías ─. ¿Qué puedo decir? Puta mala memoria, ¡No recuerdo absolutamente nada!

─ Oh, ya… ─.

─ No recuerdas nada ¿Verdad? No me sorprende ayer estabas tan seguro de lo que decías porque tenías la certeza de que no recordarías nada ─.

─ Gumball, me gustaría decirte algo ─. Me rasque el cuello, preocupado por la reacción que Gumball me daría cuando yo le preguntara lo que le quería preguntar hacia ya un tiempo.

─ Bueno, dilo. A estas alturas dudo que no haya la suficiente confianza entre nosotros ─.

─ Bueno, en realidad es más bien una pregunta ─.

─ Pues entonces pregunta ─.

Nunca logre preguntar nada, la hermana de Gumball entro cuando yo estaba abriendo la boca para soltar mi pregunta.

Notas finales:

¿Qué querría preguntar? e_e


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