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Cosas que pasan. por Lizali12

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Notas del capitulo:

e_e pensaba engañarles con "No va a pasar lo que esperan" pero no soy tan cruel xD 

Lean chicos, lean. Lo que esperaban está casi al final.

 

Marshall

Al terminar las clases me propuse salir junto con Gumball tan rápido como se pudiera sin mirar atrás y evitar a los compañeros, lo cierto es que gracias a Gumball quien se dejó ser arrastrado por mí hasta la salida de la Universidad la misión se llevó a cabo con éxito.

─ ¿Ya me preguntarás lo que querías preguntarme ayer? ─. Cuestiono Gumball cuando llegamos al mismo árbol al cual habíamos ido a parar el día que no entramos a la escuela.

─ Hum… si, bueno. Creo-creo que sí ─.

─ ¿Crees? No, lo harás. Me tienes en angustia desde ayer ─.

─ ¿En serio? ─.

─ ¡Por supuesto! Me la pase pensando en qué rayos sería tan importante como para no preguntármelo por medio de un mensaje o para hablarme por teléfono, casi no dormí y hoy poco falto para que me durmiera en medio de la clase de filosofía ─. Exclamaba Gumball. Lo cierto es que decía la verdad, le había visto cabecear a la última hora (la hora de filosofía) y me pregunte el porqué.

─ Perdón, de haber sabido mejor no te lo mencionaba ─.

─ Bah, qué importa, ¡Pregunta que me tienes con la curiosidad prendida! ─.

─ Lo haré, créeme lo haré. Vamos por un helado antes de que te lo pregunte ─.

─ Me voy a enfermar del estómago gracias a ti ─.

─ Sólo vamos por ese helado, mientras más rápido mejor ─.

─ Está bien ─. Respondió Gumball, y empezamos a caminar hacia la heladería del centro ─ ¿Qué clase de amigo mata a su amigo de la angustia y le hace enfermar del estómago? ─. Refunfuño.

Sí, ¿Qué clase de amigo era yo?

 

Gumball

─ Deme un helado de fresa con chocolates esparcidos encima y hmmm miel debajo por favor ─ Pedí a la chica que atendía, intente ser lo más rápido en mi pedido y no tardar tanto debido a que detrás de mí había una fila grande de personas que también querían comer helado y de seguro odiarían que la persona del pedido (yo) se tardara escogiendo. Quizá no lo hicieran pero yo sí, odiaba cuando la gente tardaba en hacer su pedido y detrás de esta había una gran fila… bueno quizá no odiar pero sí molestar.

─ Tomé jovencito ─. La chica sonrío al entregarme mi vaso de helado y yo me deleite con la vista del vaso. ¡Vivan los vasos grandes! ─ ¿Qué desea ordenar usted joven? ─. Pregunto a Marshall que iba detrás de mí en la fila.

Frutos rojos, eso es lo que él pediría. Me apostaba lo que fuera a que eso pediría.

─ Un vaso grande de helado de frutos rojos por favor  ─. No pude más que carcajearme al escuchar a Marshall pedir lo que yo ya sabía que pediría. ─ ¿Qué? ─. Pregunto al escucharme.

─ Nada, nada… es sólo que, es sólo que eres predecible en esas cosas ─. Y seguí riendo mientras nos alejábamos de la heladería.

─ ¿En qué cosas? ─.                                                         

─ Frutos rojos ─.

─ ¿Frutos rojos? ─. Pregunto.

─ Sí, frutos rojos. Cuando la chica te pregunto qué sabor querías de helado yo pensé “Frutos rojos” y al escucharte pedir justamente lo que había pensado me entro la risa ─.

─ Eres un tonto Gumball ─. Marshall golpeó mi brazo levemente, fue uno de esos golpes que se dan los amigos cuando bromean y a mí me agrado.

─ Hey, sabes que eso es mentira. Es tú culpa por ser un maniaco de lo rojo ─.

─ No soy un maniaco, sólo que las cosas rojas saben bien en ciertas cosas ─.

─ Ajá, claro. Dame un poco de tu helado para que yo pruebe ─.

─ Nop, me siento herido, me has llamado maniaco, eso lastimo mi corazón ─. Marshall llevo dramáticamente su mano izquierda a su corazón e hizo un gesto de dolor.

─ Oh, pobre Marshall he herido tus sentimientos ─. Dramatice.

─ Si, eres un mal amigo Gumball, y sólo por eso me comeré este delicioso helado y no te daré ni un poco ─. Dicho y hecho, Marshall llevó a su boca una cucharada de su helado y seguido de esa otra, y otra, y otra hasta que sentí que de su helado no quedaba nada.

─ ¡Ah, te lo acabaste! ─. Grite y apunte al vaso de su helado. Marshall sólo sonrío.

─ Sep, ahora ambos somos malos amigos ─.

─ Yo no soy mal amigo, tú te acabaste el helado y no me diste ni un poco aunque te pedí ─.

─ Eso es cierto, pero tú te reíste de mí cuando pedía mi helado, así que ambos somos malos amigos ─.

─ Yo no soy mal amigo ─. Refunfuñe.

─ Como digas ─.

─ Bueno ¿Me preguntaras sí o no? ─.

─ Claro que lo haré, apresura el paso quiero llegar a ese árbol ─. Por árbol se refería al árbol al cual habíamos ido el segundo día cuando no entramos a la escuela. Marshall lo bautizó como “El árbol del escape” sólo porque allí habíamos ido a parar cuando nos “escapamos” el mote le quedó bien, pues al ir allí por segunda vez notamos a varios colegiales del turno de la tarde que se habían escapado y en lugar de ir a algún otro lugar fueron a ese árbol.

Marshall

Al llegar al árbol del escape me pregunte sino estaba apresurando las cosas, ¿Qué tal si era muy pronto y asustaba a Gumball?, ¿Qué sino entendía? ¿Y si se alejaba de mí cuando se enterara de lo que sentía?, esta y más dudas rondaron mi cabeza hasta que nos sentamos bajo las mismas silla que ocupamos la primera vez, pero la diferencia era que estábamos alegres, esta vez no habían manoseado a Gumball en el tranvía.

─ Gumball… ─. Musite, estaba nervioso, no sabía cómo empezar.

─ ¿Sí? ─. Pregunto este.

─ Tú… ¿Tú tienes novia? ─. Pregunte, bueno más bien diría que balbuceé.

 ─ ¿Eso es lo que me querías preguntar? Porque si es eso, ve preparándote para un gran golpe por haberme mantenido en angustia todo este tiempo ─.

─ No, no es eso. Es sólo que lo que quiero preguntar se derivara de lo que contestes… ─.

─ Bueno eso suena mejor. No, no tengo novia ─. Contesto.

─ ¿Hay alguien que te guste? ─. Gumball se lo pensó un momento.

─ Hmm, no sé ─.

─ ¿Cómo que no sabes? ─.

─ Bueno, es que… hay cosas… ¡En fin! No, no hay nadie en este momento. Al menos eso creo ─.

─ ¿Eso crees? No entiendo. ¡¿Cómo que eso crees?! ─.

─ Bueno, es que uno no sabe cuándo gusta de alguien y cuándo no. No es como si te levantarás en la mañana y dijeras “¡Me gusta alguien!” estas cosas no son de percatarse fácilmente ─. En eso le daba la razón, yo no me di cuenta de que me gustaba Gumball hasta que Reno me lo menciono, Ethan lo intuyo, y yo lo confirme. Al principio lo dude, es decir, toda mi vida (que era corta en realidad) había sido heterosexual. Había uno que otro hombre que se me declaraba, pero siempre los rechace porque  en sí no había una razón para aceptarlos. Así que cuando caí en la cuenta de que me gustaba alguien y que además ese alguien era hombre me di de topes en la pared.

─ Entonces… ¿Me estás diciendo que no sabes si te gusta alguien o no? ─. Cuestione.

─ Umju ─. Gumball asintió, y empezó a mecer sus pies desde donde estaba sentado. Yo lo vi hacerlo hasta que de improvisto dirigió su vista hacia mí y hablo. ─ Dime Marshall ¿A qué quieres llegar con todas estas interrogaciones? ─.

Lo cierto es que estaba preguntándole todo eso para asegurarme de que no tenía novia. Si él no tenía entonces yo no me sentiría como un tonto por preguntarle a alguien que ya tiene pareja que sea algo más que mi amigo.

─ Las preguntas las hago yo joven ─. Mencione con un tono que trataba de imitar a Mentita. Gumball se carcajeo ante mi actuación.

 ─ Eres un tonto Marshall jajajaja Mentita se ofendería si viera esto jaja ─.

─ Que bueno que no lo hago frente a ella entonces ─.

 ─ Si, la verdad es que Mentita está calificada para aplicar un buen golpe. Creo que tiene cinturón negro en artes marciales… en Karate sino mal recuerdo  ─.

─ ¡Mierda Gumball, pude haber muerto si hacia esto enfrente de ella! ─. Me sobresalte al escuchar eso. No me convenía hacerle algo a Gumball con Mentita cerca, algo me decía que no viviría para contarlo.

─ Jeje no, no creo. Mentita es pacifista, ella no usaría métodos así de rudos a menos que fuera necesario ─.

─ ¿Cuántos años tiene Mentita? ─. Pregunte, pues para mí parecía muy joven y pensé que no pasaría los dieciocho años.

─ Lo siento Marshall, Mentita es muy grande para ti, tiene 27 años ─.

─ ¡¿Qué?! ¿Me estás mintiendo, no? ─.

─ No, no lo hago. Parece joven pero no lo es. Así que lamento frustrar tus ilusiones ─. Canturreo Gumball.

─ No frustraste nada, a mí ya me gusta alguien ─.

─ Oh, ya veo… ─.

Fue cuestión de segundos para que el ambiente relajado que habíamos tenido se tornara pesado. Gumball, se removió en su asiento algo incómodo y yo por lo consiguiente sólo me quede viendo su cuello.

─ ¿Qué pasó con el chupetón que te hice? ─. Pregunte al notar que lo que yo buscaba ya no estaba.

─ Ah, eso… bueno hoy tenía que venir a clase, ya sabes, no podía tener otra falta, así que pensé que debía quitármelo o por lo menos esconderlo─. Respondió, sus mejillas se tornaron rojas debido a la incomodidad que el tema le causaba.

─ ¿Cómo te lo quitaste? ─.

─ No me lo quite… sólo-sólo lo oculte ─

─ ¿Maquillaje? ─.

─ Umju… de mi hermana ─.

─ Gumball… ─.

─ ¿Sí? ─.

─ Tú… esto es algo difícil, espera un momento ─. Me pare de donde estaba y me estire un poco, inhale y exhale varias veces, incluso me di unas cachetadas para animarme, supongo que poco falto para ponerme a correr. Esta era la primera vez que me declaraba. Y aunque había tenido novias con anterioridad yo no había sido quien lo pidiera sino ellas.

─Marshall ¿Sabes? Si te cuesta preguntármelo puedes hacerlo otro día, aún nos faltan cuatro años para terminar la carrera. Hay suficiente tiempo ─.

Faltaba mucho tiempo, sí, pero yo quería hacerlo hoy porque de otra forma no lo haría en ningún otro momento, era hoy o nunca.

─ Gumball, tú… mira sé que esto sonará raro, pero no quiero que pienses que es una jugarreta mía ¿Sí? Estoy siendo serio con respecto a esto ─.

─ De acuerdo, pregunta ─. Gumball centro toda su atención en mí y eso me motivo. Era hoy o nunca.

─ Me gustas, y quiero que me des una oportunidad, es de-decir que me gustaría- que me gustarías, digo, gustaría que fueras mi pareja… te-te-te estoy pidiendo que seas mi-mi novio…─.

─ Marshall… esto, yo… ─. Las mejillas de Gumball se pusieron rojas, y las manos le empezaron a temblar. Se mantuvo viéndome por cuestión de segundos y después desvío la mirada al árbol que estaba detrás de mí. Intento decir algo, sus labios se movieron pero de su boca nada salió. Dio un leve resoplido y después volvió a verme, yo no había despegado la vista de él, esperando su respuesta, de rechazo o de aceptación pero lo que dijo fue otra cosa. ─ ¿Esto es una broma acaso? Porque si es así, no es divertida ─.

─ No… no es una broma estoy siendo serio con esto ─. Musite, y la cara de Gumball hizo un gesto, pude intuir con ese gesto que él preferiría que fuera una  broma, de mal gusto, pero broma a fin de cuentas. Al ver que no era nada de eso, se resignó a verme y escuchar lo que yo le tuviera que decir.

─ Soy hombre ─. Aclaro.

─ Lo sé ─.

─ ¿Estás diciéndome que te va bien? ¿Eres gay? ─. Cuestiono.

─ No, yo… es decir sí, o bueno creo… mira, deja- déjame explicarte ─.

Gumball hizo un espacio en la banca en la que se encontraba y yo me senté a su lado, estaba nervioso y no podía mantener las manos quietas así que opte por agarrarme la parte baja de la camisa y comencé a jugarla para tranquilizarme, acción que no duro mucho debido a que a Gumball le molesto y termino por agarrarme las manos. Y eso sólo incremento mi inquietud.

─ Habla Marshall, te escucho ─. La vista de Gumball se centró en mí, tenía las mejillas rojas y pude imaginar que yo estaba igual o peor.

─ Yo… no soy, no soy gay. De hecho eres el primer hombre que llama mi atención, al-al principio creí que eran tus facciones… ya sabes, tienes facciones finas y eso. Pero desde lo sucedido en el tranvía… ─. Deje de hablar al notar que la cara de Gumball se contrajo en un gesto de pánico y sentí sus manos sudar. ─ Puedo, parar de hablar si quieres ─.

─ N-no está, está bien, prosigue ─.

─ Desde que pasó eso en ya sabes dónde -decidí decir- no he dejado de pensar en ti. ¡Pero no estoy necesitado de sexo ni nada! -exclame, no quería que él pensara que sólo me lo quería llevar a la cama o algo parecido- y-y y tampoco te he confundido con mujer… es sólo que las cosas pasan… y me vi envuelto en un vórtice de sentimientos… ─.

─ A ver, déjame ver si entendí las cosas ¿Me estás pidiendo que sea tu novio a pesar de que nos conocimos hace apenas unos días, sólo porque algo de mí te llamo la atención? ─. Pregunto Gumball. Sólo asentí porque en esa pregunta él había englobado todo mi balbuceo. ─ ¿No crees que te arriesgaste mucho? Es decir, ¿Qué si pensaba que era una broma de mal gusto y no te volvía a dirigir la palabra? ¿Lo pensaste acaso? ─.

─ Por supuesto que lo pensé, por-por eso me costó mucho preguntártelo… no sabía qué reacción me darías, arriesgue nuestra amistad en esto ─.

─ Marshall, déjame pensarlo ¿Sí? Es decir, yo no tengo mucha experiencia en estas cosas y sinceramente no pensé que llegarías a decirme algo como eso… sólo- sólo necesito tiempo ─.

 

***

Después de haber tenido esa platica en el parque, decidimos cambiar de tema, no queríamos que eso agobiara las cosas. Gumball me había dicho que lo pensaría y también me aseguro que eso no afectaría nuestra amistad, que estuviera tranquilo.

 

***

Luego de habernos aburrido de estar en el parque decidimos volver a nuestras casas, ya estaba oscureciendo para cuando llegamos a la casa de Gumball.

─ Bueno, yo ya me voy a mi casa. Hasta luego Gumball ─

─ Si, ve con cuidado, no te vaya a salir ese perro de la otra vez ─. Canturreo Gumball.

─ Jajá no es gracioso, ¡Corrí mucho por culpa de ese perro! ─.

─ Da igual, Marshall ya vete, si te sale ese perro puedes volver a saltarte alguna cerca ─. Gumball soltó una risita.

─ Gumball ven aquí ─. Hable, y él se acercó.

─ ¿Qué es Marshall? ─. Pregunto Gumball una vez estuvo cerca de mí.

Acune su cara entre mis manos y le di unos minutos para que se pensara lo que yo iba a hacer, pero él no se dio una idea y sólo frunció el ceño.

Acerque a Gumball más a mí y le di un beso en los labios, fue un beso casto y sin profundizar. Sólo un roce.

Gumball se separó rápidamente de mí cubriéndose la boca, estaba rojo hasta las orejas y el cuerpo le temblaba.

─ Buenas noches Gumball ─. Mencione. Gumball salió corriendo en dirección a su casa pero antes de entrar se volteó.

─ Bu-bu-buenas noches Marshall ─.

Ese gesto me hizo sentirme feliz, creí que le molestaría y en reacción me ignoraría pero no lo hizo.

Hoy podía dormir feliz.

 

Notas finales:

Y... ¿Qué tal? ¿Ya están felices? xD


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