Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cosas que pasan. por Lizali12

[Reviews - 314]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola! *-*

Me 'inspire en este capítulo así que es más largo de lo normal, pero hey, tiene lo que les prometí.

Al principio pensé en dividirlo en dos partes pero luego me dije 'No, ni yo soy tan cruel' así que por eso el capi es largo xD

Por cierto en cuanto a los reviews... todavía no los terminó de contestar todos. Pero lo hare.

También quiero decirles que si notán que algún review no tiene caritas (xD, :), :v etc;) no es por que esté enojada o algo, simplemente pues no quise, lo digo porque la gente tiende a creer que sino ve caritas es porque la persona está enojada D:

En fin eso es todo :3

Gumball

Al momento de finalizar la llamada corrí escaleras arriba para buscar ropa y bañarme, yo no me bañaba en quince minutos  y menos en diez, mis baños tardaban más, pero gracias a, Marshall, en este día hacia dos cosas que no había hecho en mi corta vida; no dormir y bañarme en quince minutos.

Y aún no sé qué más haré que no haya hecho con anterioridad gracias a Marshall.

***

Me estaba vistiendo cuando escuche que sonó el timbre, la verdad es que iba a gritar “Mentita, abre por favor” pero ella no estaba, así que tuve que bajar corriendo con la camisa a medio a poner a abrir la puerta.

Al abrirla me topé con Marshall, quien vestía unos vaqueros negros de mezclilla ajustados y una camiseta  manga larga de estilo vaquero igual, solo que el color era azul. La llevaba desabrochado de los botones y debajo se podía ver una camisa negra (que me imagino a de ser de tirantes, porque si no  ha de tener mucho calor).

Waah, mientras más lo veo menos me creo que él sea mi novio.

En cambio yo… bueno yo ¡Yo no tenía bien puesta la camisa! Aah qué vergüenza.

─ Gumball… tu camisa

─ Ya sé, -le corte- ahora me la arreglo, pasa ─. Marshall entro y se quitó las botas de estilo rockero que llevaba.

─ Ah, no es necesario que te las quites ─. Dije al notar lo que hacía.

─ Nah, está bien. Es manía mía, en casa siempre lo hacemos. Además tú también andas descalzo ─. Contrarresto él e hizo seña de mis pies.

─ Es mi casa ─. Señale.

─ Soy el invitado ─.

─ ¿Qué tiene eso que ver? ─.

─ Los invitados deben ser tratados bien ─.

─ Mi casa mis reglas ─.

─ ¿Me obligaras a andar con las botas? ─. Preguntó él con una risita en su rostro. Se estaba burlando del asunto…

─ Y-yo, no ─. ¡Vencido en mi propia casa!

Con eso dicho, Marshall se quitó las botas y las dejo en el vestíbulo entrando descalzo a mi casa y yo por lo tanto terminaba de ponerme la camisa.

─ Gumball, componte esa camisa, la tienes al revés ─. Dijo el muy pillado. ¡Era su culpa! Si él hubiera avisado con anticipación de una hora yo no habría corrido a bañarme en tiempo record para mi persona.

─ Bah, cállate ─. Le conteste con cierto deje de ira, y me quité la camisa para acomodármela.

Mala idea.

Noté como Marshall, se incomodó con mi acto. Terminé de ponerme bien la camisa y lo volteé a ver.

─ Perdón ─. Me disculpe de inmediato al notar la tontería que acababa de hacer.    

─ No, está bien ─. Menciono él. ─ ¿Sabes? me siento realmente estúpido ─.

─ No eres el único -mencione- pero, ¿Por qué te sientes así? Digo yo al menos tengo ese derecho ─. Marshall me dirigió una sonrisa en la cual le podía ver sus dientes y… ¿colmillos? Está de más decir que instintivamente lleve mis manos a mi cuello, él pareció no reparar en ellos así que hablo.

─ Tengo un novio muy bonito ─.

Fue lo que dijo, ¿Y qué hice yo? ¡Morirme de la pena! ¡¿Cómo podía el decir algo así y con la cara tan seria?!

Baje la vista hacía el suelo e intuitivamente cubrí mi rostro con mis manos, creí torpemente que si hacía eso él lo dejaría pasar o me ignoraría y se corregiría, pero claro es Marshall de quien hablamos. Hizo todo lo contrario de lo que yo esperaba.

Escuche sus pasos acercándose a mí y luego de unos segundos pude ver sus pies junto a los míos.

Sentí sus manos moverse y para cuando me di cuenta le estaba viendo.

Debido a que él es un poco más alto que yo, Marshall estaba un poco encorvado hacia mí, intente hablar pero sólo sentí que fruncía los labios, nada salía de mi boca, Marshall parecía encantado con mi actual situación debido a que se le podía observar una pequeña risita.

─ ¿Qué? ─. Pregunté torpemente.

─ Estás todo rojito ─. Fue lo que menciono.

─ ¡¿Ah?! ¡Pero tú qué te crees! -dije apartándome sus manos de la cara- ¡No puedes venir a mi casa y actuar así…! ─.

Marshall

Gumball estaba haciendo un genio y digamos que sólo lo hice.

Lo atraje hacia mí y junte nuestros labios, él al principio intento separarse de mí pero yo no lo deje, pase mis brazos detrás de su espalda y lo atraje más, podía sentir los latidos de su corazón resonando con los míos… en un dado momento se dejó hacer y acepto que le besara.

Intento devolverme las caricias pero no podía, supongo que estaba demasiado shockeado como para hacer algo, pase mi lengua por sus dientes y en respuesta, Gumball (quien había mantenido sus manos en mi pecho) apretó su agarre estrujándome la camiseta.

Me encontraba en la puta gloria ¿Cómo rayos había podido olvidar esto? Ah claro, estaba borracho. Estúpido de mí.

Bien, mientras Gumball siga siendo mi novio si me vuelvo a emborrachar es por puto.

¿Cómo rayos podría emborracharme de nuevo sabiendo que iba a olvidar esto?

Gumball se paró de puntas y llevo sus brazos a mi cuello profundizando el beso. Empecé a sentir su lengua rozar con la mía intentando torpemente besarme como yo lo hacía con él, reí internamente. Gumball era tan lindo.

Esto es algo que no cambiaría por nada.

─ Tan dulce ─. Fue lo que dije después de separarnos.

Gumball, quien seguía abrazándome, escondió su rostro en mi cuello.

─ Me siento… raro ─. Susurro él.

─ ¿Por qué? ─.

─ Pues, no sé. Eres el primer hombre al que beso. Por eso me siento raro ─.

─ Oh, eso. Pero somos novios ─.

─ Ya, pero no me refiero a esta vez, sino a las otras en las que no éramos nada ─. Yo fruncí el ceño y el siguió hablando. ─ Pero por otra parte me alegra, no sé. Sólo me besaste y sentí que la tensión del momento se fue, ya estamos bien ahora ─.

Waah ¿Cómo quería que no le quisiera si él era tan mono? Decir esas palabras tan abiertamente, ni yo hubiera podido. Bueno aunque yo había sido el primero en decir algo cursi.

Gumball, apretó el agarre y se alzó. Rodeó mi cintura con sus pies y se despegó de mí lo suficiente para ver mi rostro.

Creo que mi rostro debía de ser un completo poema porque Gumball dio una pequeña risita, pero hey ¿Qué otra cara podía poner? Gumball era tan atrevido.

─ No te rías ─. Le dije.

─ Ya… pero es inevitable ─.

─ Ajá, claro. Gumball, tienes unas caderas pequeñas ¿Sabes? ─. Y le apreté con los pulgares las caderas, Gumball chillo en respuesta y me dio un ligero puñetazo.

─ Deja mis caderas en paz ─.

─ Nop, mientras sigas así las seguiré apretando ─. Y le apreté.

─ Que no lo hagas ─.

─ Bueno, ¿sabes? Te ves ligero pero enserio pesas ─.

─ Aah qué pena Marshall, tu novio es una ballena ─. Menciono sarcástico. Y yo le seguí el juego.

─ ¿Ballena? Já, Megalodón querrás decir ─.

─ ¡Oye! No estoy tan gordo ─.

─ Como digas, Megalodón ─.

Gumball me pateó con la parte trasera de su pie, y bueno, como ahí se encontraba el calcáleo la verdad me queje ¡Me golpeó con su hueso!

─ Bueno, me bajare. Ya que no puedes cargar bien a tu novio porque es un Megalodón -enfatizo la palabra- no quiero seguir causándote problemas. Marshall, suéltame ─. Lo tenía agarrado de las caderas y presionaba mis brazos para que él no se cayera, lo cierto es que Gumball no era para nada pesado, pero debido a mi personalidad burlona le dije que estaba gordo y eso pareció enojarle.

─ Oh vamos, no me digas que te la has creído ¿Es así? Porque si es así te demostrare que no ─.

─ ¿Cómo harás eso? ─. Pregunto  Gumball, era un niño en ciertos aspectos, demasiado curioso.

─ Te llevaré a tu cuarto ─.

─ ¡¿En serio?! No, imposible. Mi cuarto queda escaleras arriba ─.

─ ¿No crees en mí acaso? ─.

─ No es eso, es que en serio soy pesado ─. E hizo un puchero, puchero por el cual pase mi lengua, y que él en respuesta mordisqueó.

─ Maldición ─. Gruñí. ─ Vamos a tu cuarto, te enseñare que no eres pesado, mi novio no es ni un Megalodón y una ballena menos ─.

Gumball rió.

***

Después de haber subido las escaleras sin ninguna dificultad, Gumball me mostro su cuarto y entramos a este.

─ Debo decir que no es exactamente como me lo esperaba ─. Mencione al entrar en su cuarto.

─ ¿Por qué? ─.

El cuarto de Gumball era normal, demasiado diría yo.

Para empezar no había ni un solo poster, de nada, ni siquiera de Einstein ¡Nada! Las paredes eran de color melón pálido. Enfrente de la puerta se encontraba una puerta corrediza de vidrio que daba hacia afuera y desde la cual se podía ver la calle y un árbol, las cortinas blancas estaban corridas hacia la derecha en donde se encontraba un escritorio con librero incluido, y del lado izquierdo se encontraba la cama individual de Gumball, perfectamente ordenada… tenía un cubrecama verde jade y una gran  y mullida almohada.

─ No hay poster alguno ─. Respondí, deposite a Gumball en la cama, quien se quedó sentado y con las piernas abiertas debido a que mi rodilla estaba entre ellas él soltó el agarre y echó un vistazo a su cuarto.

─ No me llama la atención poner esas cosas en mi cuarto, no sé. Siento que tapan el bonito color de la pared ─. Menciono abstraído en la pared.

Mire sus cabellos, estaban mojados y hechos hebras, supuse que cuando llegué él acababa de salir de bañar.

─ Gumball ─. Hable y él volteó a verme.

─ ¿Qué pasa? ─. Pregunto, yo acune su rostro en mis manos e hice que posara su vista en mí.

─ Tienes una cara muy bonita, pareces… ─. ¿Qué parecía?, si describía su rostro ciertamente debía destacar que aún era muy aniñado (después de todo él apenas tenía dieciséis año), era de rasgos suaves, tenía ojos grandes que sobresalía mucho gracias a los pupilentes violáceos que él se empeñaba en usar, tenían cierto brillito de viveza, la nariz respingada, los labios finos y rozados, la boca mediana y sus mejillas que siempre estaban ruborizadas.

Parecía mentira que esa belleza fuera mi novio.

─ No sé qué pareces ─. Dije al final rendido, no sabía cómo calificarle, era demasiado bonito como para estereotiparlo.

─ Parezco niña o mujer en todo caso ─. Dijo fríamente.

─ ¿Mujer? ¿Qué te hace pensar eso? ─. Pregunté con cierta ofuscación. Vale que tuviera una cara bonita y lo suficientemente llamativa como para competir con la de una mujer pero tampoco era para que lo dijera con cierta amargura.

─ Todos dicen eso ─. Volvió a decir fríamente, sus ojos se tornaron acuosos.

Quería llorar.

─ ¿Quiénes son todos? ─. Me estaba cabreando

─ Todos con los que estudie primer año de preparatoria, a excepción de unos cuantos ─. Gumball quiso soltar el agarre que tenía sobre sus mejillas, pero no lo deje. Él al notar que no lo iba a soltar prosiguió hablando. ─ Como sabes entre a la universidad con 16 años y eso no es porque se decidió así, tuve que estudiar mucho para lograrlo, en parte porque en mi familia nunca nadie ha estudiado los 3 años de preparatoria todos siempre estudian sólo un año y luego se van a la universidad gracias a notas sobresalientes y demás ─.

─ ¿Y la otra parte? ─. Pregunte al ver que él se detuvo, Gumball dio un ligero resoplido, posó sus manos en las mías (que todavía estaban en sus mejillas) y apretó.

─ La otra parte es porque estaba cansado del abuso escolar ─.

Gumball no lloro al decir eso como creí que haría, por el contrario se contuvo, pero sus ojos se volvieron menos brillosos, no necesitaba suponer o intuir las cosas, simplemente era un hecho que a él le molestaba hablar de esas cosas.

Pero yo quería saber más

─ ¿Abuso escolar…? ─.

─ Sí -afirmo él- el primer día de clases en la preparatoria todos creyeron que era una mujer en uniforme de hombre. Lo hubieras visto, en la primera clase la profesora nos hizo presentarnos, ya sabes lo típico. Todos estuvieron atentos cuando me tocó a mí presentarme, me presente normalmente y cuando iba a sentarme la profesora le dijo al grupo que si querían preguntar algo que lo hicieran ─. Gumball hizo un silencio y apretó más mis manos. ─ Una chica preguntó si yo era mujer, el grupo estallo en carcajadas incontrolables y cuando yo le dije que era hombre la cosa no hizo más que empeorar. Para el final del día yo ya era gay rematado aunque en realidad no lo fuera. Mi estadía en la preparatoria no es algo que quiera recordar y agradecería mucho que no preguntaras ─.

Me enoje mucho, demasiado. Gumball era tan buena personas él no merecía lo que le habían hecho. Entonces simplemente comprendí porqué se iba a dejar golpear el primer día de clase.

Para él eso no iba a ser diferente de la preparatoria, y entonces me alegre mucho de haberle defendido, gracias a eso yo le había conocido y me había dado cuenta de lo agradable que era estar con él y lo uno llevo a lo otro y se volvió mi novio.

Después de haberme enterado de eso me invadió una gana incontrolable de tocarle.

Me deje caer mediamente sobre él, Gumball no se quejó cuando empecé a rozar su nariz con la mía.

Le solté de las mejillas y me dirigí hacia sus manos, él dejó laxos sus brazos y yo los posicione arriba de su cabeza. Bese sus labios con cierta devoción, sólo los rozaba al principio sin profundizar tratándole como a una pieza de suma delicadeza.

Quería mimarle, consentirle. Compensar todo la amargura que había sufrido en la preparatoria.

Gumball se removió debajo de mí y se empujó hasta quedar medianamente bien sobre el colchón.

─ Marshall ─. Susurro.

─ ¿Qué es? ─.

─ Vamos a acomodarnos bien en la cama ─. Pidió, le volteé a ver. Sus mejillas estaban más rojas, los ojos ya no estaban acuosos  y los labios los tenía rojos debido a mis desmedidos besos.

─ De acuerdo ─.

Gumball

Nos acostamos en la cama, Marshall tenía enredada sus piernas con las mías, me tenía completamente acorralado en sus brazos, pero no me enojaba.

Llevábamos un tiempo dándonos besos, estos estaban tan llenos de saliva que yo podía sentir como se resbalaba por mi boca, pero no me importaba.

Debido a que yo era más bajo que Marshall, él estaba ligeramente encorvado hacia mí y yo tenía levantada un tanto mi cabeza para poder besarle bien.

Yo sólo había tenido una novia, y la verdad es que no nos besábamos de esta forma, por lo tanto lo que Marshall y yo estábamos haciendo era demasiado nuevo para mí.

─ Más, más, más, más ─. Susurro Marshall. ─ Quiero más ─. Llevo una de sus manos hacia mi estómago y la metió entre mi camisa y mi estómago, podía sentir la yema de sus dedos rozarme, subían hasta mi pecho.

Me estremecí ante la sensación de algo tocándome, la cosa se volvió más ‘caliente’ cuando Marshall empezó a juguetear con uno de mis pezones.

─ Ng-no… ─. Pedí, aunque más que pedido me sonó a rogo.

─ Tú también ─. Dijo él entrecortadamente. ─ Tú también tócame ─.

Marshall agarro una de mis manos y la llevo a su pecho, su corazón latía tan rápido que pensé que se podría salir.

No sabía cómo y qué tocar, así que simplemente pase mi mano y trate de imitar lo que él hacía conmigo, él en respuesta rió.

─ ¿Qué? ─. Pregunte algo molesto por su reacción. ─ ¿No lo estoy haciendo bien? ─.

─ No es eso ─. Respondió él. ─ Lo estás haciendo muy bien ─. Lamió mi tabique y después siguió hasta llegar a mi cuello.

─ N-no, no. No quiero ─. Oh, rayos. Eso sonó como si ronroneara.

─ ¿No, qué? ─. Pregunto con cierto tono burlón.

─ No me marques otra vez, la otra todavía no desaparece ─.

─ Hmm, está bien, ya no necesito marcarte ─.

Dicho eso siguió besándome el cuello, me mordisqueaba y luego me besaba.

Caímos de nuevo en un momento en el que se podía escuchar el sonido de nuestros besos a causa de la saliva.

Marshall, llevo la otra mano hasta el cierre de mis pantalones y empezó a bajarlo. Yo me separe de su boca tan bruscamente que se escuchó un sonido hueco cuando le deje.

─ ¡¿Qué-qué vas a hacer?! ─. Pregunte exaltado por cómo se estaban tornando las cosas.

─ Sólo voy a tocar ─. ¿Tocar? ¿Tocar qué?

─ No quiero que toques ─.

─ ¿Estás seguro? ─. Preguntó.

La verdad no, ni siquiera sabía qué iba a tocar, pero era Marshall, así que de seguro y si le dejaba tocaba de más.

─ Sí, estoy seguro ─.

Llevo su rodilla hasta mi entrepierna y empezó a moverla.

─ Entonces sólo haré esto ─. Menciono mientras empezaba a moverla de arriba hacia abajo.

Escondí mi rostro en su pecho, sabía que esto no estaba bien, pero mi parte racional no estaba funcionando en ese momento así que simplemente no proteste cuando Marshall continúo con su rodilla en mi entrepierna.

Marshall

Gumball se retorcía junto a mí, se movía impacientemente.  Pensé que le molestaba lo que hacía, así que cuando deje de rozarle con mi rodilla por consideración y porque no quería estar haciendo algo que a él no le gustara la reacción que me dio no fue la que me esperaba.

─ Marshall ─. Hablo Gumball en un susurro y con las mejillas rojitas.

─ ¿Qué es? ─. Pregunte un tanto cohibido.

─ Por favor… ─.

─ ¿Ah? ─.

Dicen que los actos valen más que las palabras, yo la verdad nunca lo había entendido hasta ese momento.

Gumball no hablo no hizo nada, sólo tomó mi mano y la llevo hasta el cierre de sus pantalones, el lugar que antes él había impedido que yo tocara.

─ ¡Espera, espera, espera! ¿En serio quieres qué…? ─.

Gumball metió mi mano en sus pantalones.

Estaba tan duro.

Entendí lo que él quería, el problema es que cuando se está muy excitado uno tiende a hacer tontería y si yo le tocaba (bueno, más bien iba a masturbarlo porque Gumball no estaba para la labor) y él no quería, posiblemente luego se arrepentiría.

─ ¿Estás seguro? ─. Indagué.

Gumball en respuesta llevo sus brazos a mi cuello y me jaló para que me inclinará, abrí la boca ante la sorpresa y él aprovecho eso (posiblemente Gumball no supiera lo que estaba haciendo, pero en este momento me estaba seduciendo en gran manera) sentí su lengua entrar torpemente en mi boca, nuestros dientes chocaron varias veces pero él no se detuvo en ningún momento.

Mientras Gumball se concentraba en mí yo me concentraba en él, cole mi mano hasta la cinturilla de su ropa interior y luego más adentro.

─ Hmm, no me-no me- Gumball- para un momento ─. Le pedí, pues estaba tan absorto que no me dejaba hablar bien.

─ Ya ─.

─ Voy a bajarte los pantalones, me estorban ─. Él asintió.

***

Luego de haber  bajado los pantalones de Gumball hasta las rodillas  la razón que le había abandonado pareció volver dado que se volvió tímido. Oculto su rostro entre mi cabeza y mi hombro y ahí se estuvo, yo sólo escuchaba los suspiros que daba cada vez que le tocaba.

Jamás había masturbado a un hombre y de hecho la idea me parecía asquerosa y repugnante, pero quizá porque Gumball era mi novio el estárcelo haciendo no me resultaba de todo mal.

Gumball se pegó más a mí y empezó a dar leves gemiditos, cerró sus manos detrás de mi cuello y le sentí salivar ¿Cuánto de saliva produce un ser humano? Porque, mierda en este momento sentí que me era eterna.

Al principio cuando pose mi mano en su miembro Gumball dio un respingo en señal de que no le gustaba lo que hacía. No le culpaba, si a mí me hicieran los mismo me molestaría… aunque si fuera Gumball…

Baje y subí mi mano lentamente por su miembro tratando de no rasguñarle, Gumball me mordió por sobre mi camiseta en un intento de acallar cualquier sonido que pudiera salir de su boca.

─ Hey, no tienes por qué callarte ─. Le consolé.

─ No-ng… no hables ─.

Lo que estaba haciendo le gustaba, pero era demasiado orgulloso como para afirmarlo.

─ De acuerdo ─.

Tomé el miembro de Gumball y empecé a hacer círculos en la punta de este, él me mordía levemente cuando hacía algo que le gustara, con una mano lo masturbaba y con la otra le tocaba ligeramente las caderas (no lo hacía por nada en especial, sólo quería hacerlo).

Aceleré el ritmo de mi mano sobre su miembro al notar que se había vuelto un tanto más grande, el prepucio bajaba conforme hacía esto… el pene de Gumball era tan rosado.

─ Ya no… ya no más ─. Me pidió él en un jadeo.

─ Todavía no… ─. ¿Cómo le decía? ¿Venirse? ¿Tirar la semilla?, no creo que a él le gustará, así que decidí decirle como era. ─ Todavía no eyaculas, pégate más a mí─.

Gumball obedeció.

Sentí su pene rozar con el mío que se encontraba erecto igual.

─ Hng… duro, duro, duro ─. Susurro en mi oído.

─ Estás igual ─.

Me acerque a su oído y le hable.

─ Tienes una cara erótica en este momento y gracias a eso me he puesto duro ─.

Gumball se vino después de oír esas palabras. Su vista escalo hasta posarse en mis ojos.

El rubor se le notaba hasta las orejas, tenía el cabello desarreglado y lo que antes era una respiración entre cortada se empezó a volver una respiración regular, sus ojos estaban brillosos y algo nublados debido al efusivo momento el labio le temblaba ligeramente y su cuerpo… (ah, su cuerpo) se encontraba completamente caliente.

─ Te has venido con sólo eso ─. Mencione con retintín.

─ Cá-cállate ─. Tartamudeó.

Le bese su frente, estaba algo sudado. Hmmm alguien se volverá a bañar.

─ Como digas ─.

Asenté mi barbilla cabeza y él puso sus manos entre mi pecho y su cara.

─ Marshall ─.

─ ¿Sí? ─.

─ Estas excitado, puedo sentirlo ─. Aah, era tan directo.

─ Lo sé, ya volverá a la normalidad ─.

─ ¿No quieres que…? ─. Las palabras de Gumball fueron acortadas por un ruido en la planta baja, él alzó su vista hacia la mía. ─ ¡Es, Mentita, ha vuelto! ─.

Empezamos a escuchar los pasos de Mentita dirigirse escaleras arriba y se detuvieron justo enfrente de su puerta, yo contuve la respiración debido al susto.

Gumball todavía estaba desarreglado y yo tenía un problema en los pantalones.

─ ¿Joven, se encuentra? ─. Habló la mujer del otro lado de la puerta.

Gumball me pregunto con la mirada qué decir, yo sólo asentí a modo de respuesta.

─ Sí, aquí estoy. Estoy con un amigo ─.

Yo lleve mi mano a la frente y me golpeé. No era eso lo que debía decir.

─ Ya ─. Dijo la mujer. ─ ¿Quiere que le traiga algo? ─.

─ Umm, no estamos bien ─.

─ De acuerdo ─. Y se volvieron a oír los pasos descender.

─ Eso estuvo cerca ─. Hable cuando sentí que ya no estaba en peligro. Por alguna razón la mujer me daba miedo.

─ Aun así tengo que bañarme y tú sigues teniendo un problema en los pantalones ─. Gumball rió ante su comentario.

─ Ya me calmare ─.

─ Me iré a bañar ─. Dijo Gumball.

─ De acuerdo ─.

***

Después de que Gumball se bañara y yo me tranquilizara nos pusimos a platicar. Llego la noche y con eso la hora en la que debía irme.

Gumball, me despidió en la reja de su casa.

─ Hey, ven aquí ─. Pedí y él se acercó. ─ Quiero mi beso de buenas noches ─.

Gumball chasqueó la lengua pero de igual forma se me acercó.

Le di un beso en los labios y él me tomó de los bolsillos de los vaqueros acercándome más hacia sí mismo.

Nos dimos un beso de lengua, pero a diferencia de los que nos habíamos dado toda la tarde este fue lento.

─ Buenas noches ─. Me susurro Gumball.

─ Umju ─. Al momento de voltearme para irme me acorde de algo así que me gire de nuevo. ─ ¡Hey, Gumball! ─. Grite al ver que este se estaba acercando a la puerta de su casa.

─ ¿Qué? ─. Pregunto cruzándose de brazos.

─ ¿Mañana estás libre? ─.

─ Sí ─. Respondió.

─ Perfecto, quiero que conozcas a algunas personas ─.

─ ¿A tus amigos? ─.

─ Sep, te paso a buscar a medio día, estate listo ─.

Él asintió y entro a su casa.

Mi relación con Gumball iba en serio, así que se lo presentaría a la los locos de mis amigos.

 

Notas finales:

Okay, tengo un problema... ¡No sé cómo llamar a la 'pandilla' de Marshall! DDDDDDDD:

¿Alguna sugerencia? Son bien aceptadas.

Los pensaba llamar 'Nocheosferos' pero una amiga me dijo 'Que nombre más horrible, si yo te leyera te dejaría leer' (Ah, ella es un amor <3)

Así que, en base de que mi única idea murio... pido ayuda *Se pone de rodillas* Por favor. 

Nos leemos luego.

Aviso que tengo problemas con el fursio internet y con el sensual mause :v sino actualizo será por eso.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).