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Cosas que pasan. por Lizali12

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Notas del capitulo:

Hey, ha sido un tiempo. Pero espero que les guste el cap :)

Gumball

 

Quien diga que tener pareja es relajante obviamente miente.

 

Al llegar a la escuela lo primero que escuche fueron burlas, de esas que te hacen querer desaparecer. De acuerdo, está bien, no es como si no pudiera soportar las felicitaciones de los compañeros y en realidad aunque me insultaran no me ofendería; cuando uno ha sufrido acoso escolar  las palabras hirientes dejan de serlo. Pero Marshall, Marshall les ha seguido el juego a todos y cada uno de los compañeros.

 

Lo primero que escuchamos al entrar fue ‘Hey, hey, hey, los tortolos han llegado’. Y Marshall como queriendo avergonzarme ha contestado ‘hey, hey, hey ¿No somos los tortolos más guapos que has visto?’ y aunque lo golpee esto sólo hizo que las cosas empeoraran.

 

Pero no quiero ni pensarlo porque me vuelve a dar rabia.

 

***

 

 

—   ¿Sigues enojado? Ya te dije que lo siento, y el… ¿Leo? Da igual, él también ya se disculpó. No puedes seguir haciendo tu berrinche.

 

Marshall y yo habíamos salido a desayunar en el comedor, después de lo sucedido la primera hora no quería ni ver a mis compañeros, por supuesto, tampoco a Marshall pero él me había seguido así que aunque me negué y le dije seriamente que no me siguiera me siguió.

 

—   Por supuesto que sigo enojado. El que yo siga siendo virgen es algo que es nada más de mi incumbencia, no tenías por qué decirle a medio salón. — Marshall no había comprado desayuno así que sólo yo estaba comiendo con él sentado enfrente de mí, se había acomodado de forma en que sus brazos descansaban en la mesa de concreto.

 

—   No sé de qué te quejas, deberías sentirte feliz, a tu edad muy pocos hombres siguen siendo vírgenes. ¿Acaso eso te molesta?

 

—   No me molesta seguir siendo virgen, me molesta el hecho de que se lo hayas dicho a medio salón.

 

—   Pero ellos dijeron que harían como si nunca lo hubieran escuchado.

 

—   Eso no arregla las cosas.

 

—   Caramba, no te entiendo.

 

Marshall se levantó de su asiento, supuse que se iría de vuelta al salón, cosa que no sucedió porque en lugar de ir al pasillo que da hacia las aulas de primero opto por tomar el camino hacia la cafetería. Fue cuando decidí comer a prisa para volver y dejarlo ahí, que comprendiera cuan enojado estaba.

 

No había ni tocado la primera fruta cuando escuche voces femeninas parloteando detrás de mí, no me hubiera importado menos, estoy consciente de que no soy chismoso, pero resulto que de quien hablaban era de Marshall. Entonces obviamente me quede y obviamente me inmiscuía porque aunque estuviera enojado con él, él seguía siendo mi novio.

 

Las voces eran un tanto agudas, y no eran muchas por lo cual deduje sólo eran dos mujeres, estudiantes de arquitectura con quienes compartíamos receso.

 

—   ¿Lo has visto? ¡Ahora sí tienes que haberle visto!

 

—   Ahora sí lo he visto, ¡Vaya que es atractivo! ¿De qué área es?

 

—   No sé, no lo he visto por la nuestra así que debe ser del área Visual.

 

—   ¡Un Artista! Si lo piensas bien la forma en la que viste coincide.

 

—   Viste muy sexy ¿No crees?

 

—   Ya lo creo.

 

 

¿Sexy? ¿Ah? Pero si Marshall viste con lo primero que pilla y calza lo primero que encuentra.

 

—   Debe ser de primer año porque tengo bien catalogados a los de artes y a él definitivamente no le había visto.

 

—   Un joven muy apuesto entonces.

 

—   Los niños hoy día vienen más candentes

 

Las mujeres son de temer, en tan solo unos minutos ya sabían el área y grado de Marshall. Ellas siguieron hablando un poco más de él y yo seguí escuchando mientras comía, después sus voces se escucharon un poco más altas y la razón era simple; Marshall había terminado de hacer su compra y volvía de regreso al comedor.

 

Yo había planeado dejarlo, pero terminé quedándome al escuchar a esas mujeres hablar de él. Sé que a pesar de que intente convencerme que es culpa de la curiosidad lo cierto es que más bien fueron los celos que me impidieron moverme.

 

—   Ya regresa, ¿Le hablas tú o yo?

 

—   ¿Yo? No, mejor tú, tú eres más bonita a ti te hará caso.

 

Marshall.

 

Con desayuno en mano me dispuse a regresar al comedor, me sorprendió mucho notar desde mi estancia que Gumball seguía ahí. Estaba cien por ciento seguro que apenas me quitara, él comería tan rápido como pudiera y aprovecharía para irse y dejarme. Me alegro el darme cuenta que no fue así.

 

Mientras compraba me di cuenta que quizá sí exagere un poco al hablar de la virginidad de Gumball, es decir, él podrá ser muy adulto y sensato para muchas cosas, pero en general sigue teniendo dieciséis años; todavía es un niño caprichoso que necesita ser mimado. Así pues decidí que cuando volviera a su lado le pediría perdón y esta vez trataría de que mi sinceridad se transmitiera correctamente a él.

 

Lo malo fue que cuando estaba a un comedor de llegar donde él, una mujer me salió al paso.

 

—   Hola. — Me sonrió, en su tono casi pude percibir una nota musical.

 

—   ¿Hola? — Salude, me imaginaba por qué rumbo iba esto. — ¿Te conozco? — Pregunte, era obvio que no pero al igual y sí, no soy muy bueno recordando personas.

 

—   No para nada.

 

—   Oh… entonces… si me disculpas.

 

Cuando intente rodearla ella me tomo del brazo ocasionando que casi tirara mi comida. Casi suelto un insulto ante esto pero me retuve.

 

—   ¡Espera! Quiero platicar contigo un poco.

 

—   Pero si has dicho que ni me conoces.

 

—   Un momento, un momento y te dejo ir.

 

—   De acuerdo.

 

 

Me pare descansando mi peso en mi pierna izquierda mientras oía lo que ella quería hablar.

 

—   ¿De qué área eres?

 

—   Visuales. — Conteste mientras estiraba un poco el cuello para ver a Gumball. No era posible que no notara que estaba cerca.

 

—   Ya veo. — Ella empezó a trazar círculos invisibles en el suelo y a juguetear con su cabello, estaba moviéndose de forma en la que desde mi ángulo de vista si me inclinaba un poco le veía los pechos. Con esto comprobé que yo estaba en lo cierto y el asalto hacia mi persona sólo era para poder coquetearme. — ¿De qué carrera?

 

—   Bellas artes. — Gumball empezó a hacer movimiento. Se iba a ir. — Si eso es todo lo que querías saber entonces me retiro. — Del primer paso no avance pues ella seguía tomándome del brazo. — ¿Podrías soltarme por favor?

 

—   Hay algo más que quiero saber. — Veía la espalda de Gumball moverse, acomodando la basura para poder llevarla sin que fuera estorbosa.

 

—   En serio me tengo que ir. — Logré soltarme del agarre de la mujer justo en el momento en el que ella soltaba su pregunta.

 

—   ¿Tienes novia? — Vi la espalda de Gumball quedar rígida en el instante en el que la  pregunta salió de la boca de aquella mujer. Y entonces me di cuenta de que él sí estaba consciente de que yo estaba a unos pasos de su persona. — De seguro y sí, eres muy guapo como para no tener una.

 

—   No tengo-

 

—   ¡¿En serio?! Porque yo-

 

—   No tengo novia sino novio. Y está en el comedor siguiente y me está dejando.

 

 

Gumball, bruscamente reacciono, volteando a verme. La cara de la tipa fue una total sorpresa en cuanto vio los ojos de él, lo sé tanta belleza en una sola persona debería ser pecado.

 

Vi a mi tímido novio pasar de pálido a rosa y de rosa a rojo en cuestión de segundos.

 

—   I… i…

 

—   Allá va él y su demostración de afecto. — Me iba a insultar.

 

—   ¡idiota! — Grito en el momento en el que salía corriendo rumbo hacia el pasillo que dirigía a nuestra área.

 

 

No sé si le dije algo más a aquella mujer, tampoco sé si ella me dijo algo. Sólo sé que si no salía corriendo  detrás de Gumball en ese preciso instante sería cuestión de microsegundos para perderle y no poder alcanzarle.

 

—   ¡Espera! — No estoy muy seguro de qué específicamente hice con mi comida, tampoco recuerdo en bien en que momento arranque a correr, simplemente reaccione. — ¡Gum…! ¿Ball? ¡¿Qué haces en el suelo?!

 

Gumball, tirado en el suelo como estaba, me lanzo la mirada  más furibunda de su repertorio.

 

—   Me tropecé ¿No es obvio? ¡Ayúdame no te me quedes viendo!

 

Habia una pequeña elevación en el pasillo que conectaba el comedor con nuestra área, Gumball, quien goza de una torpeza competente con la lentitud de una tortuga no la noto y cayó. Después de reírme un pequeño lapso de tiempo estire mi mano y tome la suya, cuando se hubo levantado prosiguió a palmearse allá por donde veía sucio.

 

—   ¿Por qué huiste?  Creí que te habías quedado para escuchar lo que les decía.

 

—   No es que lo hiciera a propósito.

 

—   Entiendo, entiendo. Querías ver si te era fiel.

 

Gumball es muy expresivo, si se sobresalta se nota, si llora te percatas si ríe le escuchas. Por eso pude ver que venía un agudo grito de sorpresa cuando le vi alzar los hombros.

 

—   ¡¿Qué…?! ¡No! Es decir… yo sé… que tú… no me mentirías. — Esto último fue dicho casi en un susurro que tuve que inclinarme para escucharle bien.

 

—   Tienes mucha confianza en mí hombre.

 

 

—   ¿No deberías?

 

Gumball me miro con esos grandes ojos violáceos que tenía gracias a los pupilentes, ojos que me hacían desearle mucho y una mirada que era casi una súplica de confianza.

 

Lo tomé de la muñeca y me encamine hacia los baños, Gumball no pregunto sólo se dejó llevar; cuando llegamos a estos y me asegure de que estaba despejado nos metí a un cubículo, estaba bien que no hubiera nadie cuando llegamos pero eso no me aseguraba que no llegaría alguien mientras nosotros estuviéramos ahí. Gumball quien no había dicho nada durante el trayecto empezó a mostrar nerviosismo cuando nos adentre a ese pequeño lugar.

 

Gumball

 

No hacía falta que preguntara el porqué de estar en ese lugar, la respuesta llego segundos después de entrar.

 

La demostración de afecto comenzó sutil, primero un beso en las pestañas, después uno en el pómulo derecho y luego uno en la nariz antes de pasar a los labios. Llegados a este punto yo sólo sentía que me estaba volviendo una persona lujuriosa porque me hubiera gustado mucho que Marshall pasara rápido a besarme como siempre lo hace, porque cuando uno tiene un novio sumamente bueno besando y sumamente atractivo eso es lo que quieres.

 

Pasado apenas unos minutos lo único que era capaz de escuchar eran los sonidos que estábamos provocando los dos y el constante latido acelerado de mi corazón. Cuando sentí que la cosa iba a ponerse diferente, diferente bueno, Marshall se alejó de mí tan deprisa que me hizo pensar que alguien había entrado al baño, pero no era así.

 

—   Está bien que confíes en mí porque yo confió en ti. — Dijo antes de salir.

 

—   ¿Pero qué le pasa a este hombre? ¿Acaso…?

 

Salí rápidamente del cubículo justo en el momento en el que veía  a Marshall entrar en otro. Me encamine hasta donde lo había visto entrar y toque la puerta. No hubo contestación así que seguí insistiendo.

 

—   Gumball ¿Podrías irte por favor?

 

—   Eh, ¿Por qué?

 

—   Solamente por favor vete.

 

—   ¿Tuviste una erección, cierto? — Al otro lado un silencio total… al menos por un momento.

 

—   ¡Aaah! ¡Sí! Lo siento, pero no pude evitarlo. ¡Estabas tan seductor! Esto es tu maldita culpa.

 

—   ¡¿Ah?! Yo no fui el fue y se excito al punto de tener una erección.

 

—   ¡Tú me sedujiste!

 

—   Tú… ¡Jamás había sido acusado tan mentirosamente! ¡Anda habré la puerta te voy a dar una o dos cachetadas para que reacciones!

 

Forcejeé un rato con la puerta, puerta que jamás se abrió ni cedió hasta que Marshall quiso abrirla sin avisarme y termine cayendo sobre él. Entre sus piernas más bien, pero no había nada que se sintiera raro…

 

—   ¿Qué pasó con tu problema?

 

—   Tus gritos hicieron que se me bajara la calentura, ahora párate no quiero volver a recuperarla.

 

—   Yo no estaba- —Marshall me dio un rápido beso antes de empujarme para que él pudiera levantarse.

 

—   Anda vamos, seguimos teniendo clases.

 

Marshall

Al regresar a clase nuestros compañeros actuaron normal, lo más que pudieron, pero terminaron comportándose como siempre lo cual despreocupo a Gumball y de alguna manera me tranquilizo.

 

El día transcurrió lento y aburrido, tanto que al final de las clases yo cabeceaba sin poder evitarlo, Gumball por el contrario se tranquilizó y evito el contacto visual conmigo cada que descubría que le estaba viendo.

 

—   ¡Al fin soy libre! — Grité apenas la profesora anunciaba el fin de la clase. Tenía dos días libres de clase, días que ocuparía en salir, y hacer tarea, porque nos habían dejado lo suficiente como para no dormir en los dos días siguientes. Mis compañeros rieron al escucharme.

 

—   Tenemos mucha tarea Marshall, no sé si llamaría a eso libertad o libertad condicional.

 

—   Rayos viejo, no tenías que recordarme que tengo tarea.

 

—   Nos vemos, hagan tarea. — Mis compañeros fueron saliendo de poco a poco, en parejas, en equipos, y solos, al final quedamos Gumball y yo, porque él me estaba esperando a que terminara de acomodar mi maleta.

 

—   Bien listo. — Anuncio Gumball apenas me vio cerrar el bolso.

 

—   Vámonos. ¡Llegamos tarde!

 

—   ¿Tarde a dónde?

 

—   Al cine, ¿Recuerdas? Hoy iríamos.

 

—   ¿Hoy? ¡¿Con toda la tarea que han dejado?!

 

—   Tenemos dos días para hacerla, deja de quejarte y empieza a caminar que llegamos tarde.

 

—   ¿Ya compraste los boletos?

 

—   No te estaría diciendo que te apuraras sino lo hubiera hecho.

 

—   Entonces hay que apurarnos.

 

Gumball tomo mi mano y la opresión que sentí fue un dolor agudo a causa del tirón que me proporciono cuando, sin avisar, salió corriendo hacía el subterráneo.

 

Cuando llegamos al subterráneo por poco y perdíamos el tranvía, al sentarnos estábamos agitados y un tanto sudorosos, Gumball volteo a verme y luego de un rato se echó a reír como loco.

 

—   ¡Estás todo despeinado!

 

—   Pues tú no estás muy decente que digamos.

 

Reímos un rato más y luego nos calmamos, platicamos sobre diversas cosas, banalidades, un filme de antaño, libros, música, pinturas, etcétera, no importaba mucho los temas, con Gumball podía hablar infinidad de cosas porque teníamos los mismos gustos y si se presentaba uno nuevo simplemente lo compartíamos y hacíamos de él un tema de conversación. Al llegar al cine simplemente pasamos por los boletos y a dejar el dinero habíamos llegado veinte minutos antes de la película así que pasamos a comprar golosinas.

 

—   ¿Quieres gomitas?

 

—   ¿No querrás decir palomitas?

 

—   No, dije gomitas. Las palomitas son muy típicas. — Gumball rió ante mi comentario y pasó a acercarse al vitral que teníamos delante.

 

—   Yo quiero de ese cereal bañado en chocolate.

 

—   Vale.

 

Hice las compras y esperamos a que la joven nos atendiera, entre momentos notaba que miraba a Gumball de reojo y luego a mí, pensé que nos preguntaría algo incómodo pero la muchacha se mantuvo callada y al entregarnos los vasos con los dulces nos sonrió amablemente.

 

—   Que disfruten su película.

 

—   Ah, gracias.

 

—   Por cierto, no te lo he preguntado pero ¿Qué tipo de película veremos?

 

—   Una de terror, hace tiempo que no veo una.

 

—   Ya veo.

 

—   ¿Acaso no quieres?

 

—   No, me parece bien.

 

Cuando entramos a la sala apenas estaban los comerciales y las luces seguían encendidas, por lo que noté no había mucha gente, casi lamenté el haber escogido la última fila, pero el arrepentimiento se fue cuando noté que no había nadie.

 

Caminamos a nuestros asientos, fue justo cuando nos sentamos que los cortos acabaron y los créditos de la película comenzaron.

 

Gumball a mi lado se sumergió de lleno en la introducción de la película y yo proseguí a seguirle.

Notas finales:

Me gustaría que me dijeran que piensan. -w-

En el próximo capi una pequeña pelea (?) lo estoy pensando.


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