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Cosas que pasan. por Lizali12

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Notas del capitulo:

Ha sido un largo, largo, largo tiempo. 

Me tarde demasiado y posiblemente habrá más veces así, pero no se preocupen. No pienso dejar este fic.

 

 

Marshall.

Al salir de la película Gumball y yo estábamos tan efusivos que sin darnos cuenta este tropezó con un hombre, aunque Gumball se disculpó el tipo no.

 

—   Oiga, usted. Cuando tropieza con una persona lo mínimo que puede hacer es disculparse.

 

El hombre, que doblaba a Gumball en tamaño y grosor se le quedo viendo de una manera en la que no disimulaba su enojo.

 

—   Las jóvenes de hoy en día sí que se han vuelto groseras — espetó el tipo, pude notar una vena marcándose en el cuello de mi lindo novio.

 

—   ¿Disculpe? ¿Podría repetir lo que dijo?

 

—   Dije; las jovencitas sí que se han vuelto groseras hoy día.

 

—   Vale, supongo que debo aclarar algunas cosas. Primero; soy varón, segundo, usted también es un grosero y tercero, aún espero mi disculpa.

 

Al escuchar que Gumball era un hombre el señor reaccionó de una forma que con anterioridad había visto yo. Sin lugar a dudas era un homofóbico. Tomé la mano de Gumball e intente asirlo a mí para irnos de ahí, los homofóbicos tenían a ser muy duros con sus palabras y a veces incluso acudían a la violencia. No temía por mí, la verdad poco me importaba que me insultaran, pero Gumball… bueno, bullying escolar era algo y que te insultaran por tus preferencias sexuales era otra cosa.

 

 

—   Vamos — solté, pero Gumball no se movió un ápice. Estaba claro que podía ser un orgulloso cuando quería.

 

—    ¿Tiene algún problema conmigo? — Preguntó Gumball, el hombre se le quedo viendo tan agresivo como era posible.

 

—   Nada que deba tratar con una mariposa. — Y, dándose la vuelta, el hombre continúo su camino.

 

—   ¡¿Qué?! ¡Esto es mucho! — Gumball, arremangándose las mangas estaba dispuesto a continuar.

 

—   Ya basta. Es suficiente, el hombre se ha ido. — Él no estaba feliz con eso, en su cara se veía, pero yo no estaba dispuesto a consentirle en una pelea. — Además, perro que ladra no muerde.

 

El camino a casa fue lento, Gumball seguía enojada y no me dirigió la palabra en lo que resto hasta su casa, al llegar a la suya se despidió de mí con una inclinación de cabeza y se adentró a su casa.

 

La he cagado, fue el pensamiento que surgió en mi cabeza una vez estuve en mi cama.

 

Gumball.

Cuando entre a mi cuarto corrí a lanzarme en mi cama y gritar, obviamente la almohada acallo el grito y Ciencia ayudo otro tanto con su rueda de ejercicio. Tonto Marshall, no sabía si enojarme con él por detenerme o enojarme conmigo mismo por no haberme resistido lo cual en todo caso venía siendo culpa del hombretón ese por no fijarse por el lugar en el que camina.

 

Estaba enojado y eso no cambiaría hasta que me durmiera y viera el sol del día siguiente, por lo cual estaba decidido, tenía que darme un baño.

 

***

 

Al salir del baño sentí mis energías renovadas y mi ira un poco debajo del nivel de hacía unos instantes. Al regresar a mi cuarte escuche a mi hermana llegar y hablar con mentita, en cuestión de segundos las tendría enfrente de mi cuarto preguntando qué había sucedido, yo no quería eso.

 

Oí sus pasos subir  y corrí directo a mi cuarto, cerré la puerta, me metí inmediatamente en mi cama y puse mi cabeza debajo de la almohada. Después de unos segundos escuche sus nudillos golpear.

 

—   ¡Por favor no me molesten!

 

—   ¿Así recibes a tu hermana después de un día de trabajo?

 

—   Por favor, solo déjame. No quiero hablar con nadie.

 

—   ¡Bien!

 

Unos segundos después ya no la escuche frente a mi puerta iba a salir de mi escondite cuando sentí claramente la puerta de mi habitación abrirse, sé que decir ‘sentir’ es un término raro, pero no encuentro otra forma de decirlo, simplemente sabía que mi puerta había sido abierta.

 

No tardo mucho y la persona que se introdujo en mi cuarto fue a sentarse a mi lado, me rehúse a hablar y abandonar mi escondite, me dormiría y dejaría a mi hermana hablando sola, quizá así aprendería que aunque es mi hermana (mayor) hay veces en las que yo quiero mi privacidad.

 

—   Hola. — La voz fue grave, no era mi hermana. — entonces, estás enojado. Perdona, no pensé que el no dejarte pelear te iba a poner furioso.

 

Por supuesto que lo iba a hacer, mi orgullo fue herido.

 

—   A veces, pelear por orgullo no es bueno.

 

¡¿Cómo lo…?!

 

—   ¿Que cómo lo supe? En realidad no es difícil. — ¡No leas mi mente! — No estoy leyendo tu mente, aunque lo parezca, es solo que cuando ya has pasado por eso…

 

Claro… experiencias vividas.

 

Marshall tocó la línea de mi espalda y sentí un cosquilleo recorrer mi cuerpo y culminar ahí donde él tenía sus dedos. Él siguió tocando, ajeno a lo que provocaba.

 

¡Rayos! Siempre me considere una persona racional, para nada de esos niños que piensan con las partes bajas de su cuerpo, sin embargo el hecho de estar cerca de una erección solo por los roces desconsiderado de una persona inconsciente de lo que provocaba estaban mostrándome que quizá yo era uno más de esos jóvenes.

 

 

—   Por favor… — cuando me di cuenta de lo que había dicho lleve mis manos rápidamente hacia mi boca, quizá, solo quizá él no lo me había escuchado.

 

—   ¿Por favor qué? — él no me dio esa felicidad. Ajeno a todo, su voz no sonaba socarrona ni divertida. Oh cielos, (pensé) él en serio no lo sabía, lo cual sólo me hacía sentir peor y más culpable.

 

—   Solo, deja de tocar. — bien, mi voz no temblaba y era normal, podía proteger mi dignidad.

 

—   ¿Y piensas que en serio lo haré? — Ahí estaba, ese tono de voz que solo me presagiaba mal. Siguió sus toques por mi espalda, pero esta no eran para nada como los anteriores, eran más bien descarados y lascivos. — ¿Lo estás sintiendo?

 

Asentí, y agradecí que la almohada siguiera en su lugar, así él no sabría lo desesperado que estaba por acallar mis gemidos.

 

Marshall siguió tocando y ahí por donde su mano pasaba un rastro de calor aparecía, de pronto un pensamiento vino a mi mente.

 

—   ¡La puerta! — deje mi escondite tan rápidamente que quede sentado perfectamente recto y con el rostro de Marshall enfrente mío.

 

—   Tranquilo, ¿En serio crees que dejaría la puerta abierta y te haría esto tan tranquilamente?

 

—   No… perdón… es solo que… ¡Ah!

 

—   Oh, vaya. Qué hermoso sonido has soltado.

 

—   Mis manos, no pude… ellas han escuchado…

 

Marshall.

 

El rostro de Gumball mostraba pánico, casi podía ver las lágrimas salir de sus ojos.

—   Tranquilo, en realidad no hay nadie en casa más que tú y yo.

 

—   ¿Ah?

 

—   Cuando entre a tu cuarto tú hermana me susurro que iría junto con mentita a hacer las compras, ella menciono que tardarían más de lo normal…

 

Deje las palabras sueltas, estaba seguro que con lo inteligente que él era se daría cuenta del plan de su hermana. Aunque también es muy inocente para casos como estas, quizá y ni cuenta se daba.

 

 

—   Ya, ya veo. — la tranquilidad volvió a él y su respiración se estableció.

 

—   Si… sigamos con lo que dejamos.

 

Gumball no se negó lo cual hizo las cosas más emocionantes.

 

Quedamos en la esquina, en una posición pecho-espalda en la que yo era el primero. Me senté de manera en la que él terminara entre mis piernas, puse mis brazos debajo de los suyos y asenté mi cabeza en la curvatura de su cuello, olía fresco y su cabello estaba húmedo.

 

Me había quitado la camisa a petición suya, al parecer no le gustaba el hecho de que siempre fuera solo él quien perdía algo de ropa aunque él todavía conservaba toda la suya. Comenzando pues deslice mi mano hacia los botones y cierre del pescador que Gumball llevaba puesto, Gumball cubrió su rostro con ambas manos intentando amortiguar su vergüenza.

 

Una vez libre del pescador seguía la ropa, debo decir que la ropa de hombre jamás se me había hecho tan sexi como en ese momento, y eso que solo era un bóxer negro. Al tocar el miembro de Gumball este pego un brinco, era algo que ya habíamos hecho antes pero a él seguía impresionándole cada que lo tocaba, era, en cierta manera, enternecedor.

 

No pensaba hacer mucho, ciertamente su hermana se había ido dejándonos a los dos, y lo que había dicho no era mentira, pero yo tenía que practicar el autocontrol y siendo sinceros si no lo hacía terminaría violando a Gumball en un día no muy lejano.

 

Apenas tuve el miembro de Gumball en mi mano este cubrió su rostro, desde donde estaba podía verle las orejas rojas, él era casi rosado, así que sus orejas rojas me causaron cierta gracia. Seguí mi labor con él; temblaba, daba saltos, a veces un gemido se le escapaba. Estaba, lo vieras como lo vieras, desconcentrados, llevaba un rato tratando de excitarle y ponerle duro pero él estaba más consiente de si su hermana llegaba o no.

 

 

—   Oye, estoy trabajando seriamente aquí, al menos podrías fingir ponerme atención.

 

—   Per… perdón. Es que, si mi hermana llega y nos ve, entonces, entonces ella…

 

—   Vale, entiendo. ¿Qué te parece cambiar de lugar?

 

—   ¿Cambiar a dónde?

 

—   Oye, tengo una casa en un árbol, quizá no suene súper lujoso, pero ahí nadie va sin que yo le hable ¿Quieres ir ahí?

 

—   Ya es tarde.

 

—   Hmmm, en eso tienes razón.

 

—   En todo caso prefiero aquí.

 

—   Yo podré ser muy bueno con las manos, pero si tú no te concentras yo nada puedo hacer.

 

***

 

Creí que no lo lograría, pero pasados un rato Gumball estaba más puesto en la situación que nada. Sentía sus uñas clavarse en mis brazos, fue su manera de reprimir sus gritos, nunca me he considerado un masoquista, y con anterioridad jamás he practicado el SM, pero sus uñas rasguñando se sienten muy bien. Sus gemidos empezaron a sonar menos retenidos y su cuerpo era sensible al más mínimo toque.

 

Gumball me dio un beso suave en los labios, casi ni lo sentí. Fue la gota que derramo el vaso, me agite mucho en mi interior, empuje a Gumball hasta que este estuvo acostado, su cara estaba roja y sus labios se veían muy tentadores una pregunta fue dicha pero yo no la escuche.

 

Si yo no tomaba, aunque fuera por poco, la cordura y el autocontrol esto iba a terminar muy mal.

 

Gumball.

 

Marshall se había tornado más efusivo y en cuestión de segundos yo estaba con la espalda en la cama, podía ver cómo iban las cosas al final del túnel, no me molestaría tener coito en este preciso momento, pero Marshall parecía tratar de controlarse por todos los medios, tenía una expresión amarga en el rostro que me hizo agarrar su conciencia por él.

 

—   Tranquilo, no pasa nada si no quieres. Yo no te dejare si tú pareces sufrir tanto.

 

Sé que he estado detrás de él para tener sexo, y que quizá no soy el más indicado para decirle que si no quiere lo puede dejar, pero no soy una persona cruel que obligara a otra para cumplir su santa voluntad.

 

 

—   Perdona, supongo que me veía muy miserable.

 

—   Demasiado.

 

—   ¿Y qué hacemos con los problemas que tenemos en nuestras manos?

 

—   Bañarnos y enfriar la mente, supongo.

 

***

Por decisión unánime decidimos bañarnos por separado, no fuera a ser que las cosas se pusieran peores. Me sentía raro, esa era la primera vez que me bañaba por tener un problema con una erección, me sentía frustrado además.

 

Ahogue un grito y salí de la regadera.

 

—   ¡Ah! — El grito fue a causa de Marshall, estaba a un costado de la puerta del baño, me tomó por sorpresa el verle ahí, además todavía iba sin camisa. Estaba recostado en la pared, con los brazos cruzados.

 

—   No tardaste.

 

—   Bueno, ya había tomado un baño antes de que llegaras.

 

—   Ah. ¿Ya ibas a dormir? Si es así perdón.

 

—   No, no te preocupes. No siempre es así, solo cuando me enojo.

 

—   Lo siento.

 

—   No importa, todo está olvidado.

 

Le di un beso rápido a Marshall y con la misma rapidez me dirigí hacia mi cuarto, él por su arte entro al baño.

 

Dado que en realidad no habíamos hecho nada y ni siquiera logramos la eyaculación dudaba mucho que él necesitara un cambio de ropa por lo tanto no se la lleve. Me lancé a mi cama y recordé la silueta de Marshall recostada sobre la pared.

 

Brazos torneados, hombros anchos, un ligero olor a tierra húmeda y manzanas, cabellos negros como la noche, piel clara, labios finos, ojos oscuros y una voz profunda. ¿Por qué alguien así de atractivo decidió salir conmigo?

 

—   ¡Ah! No lo pensaré más.

 

Rodé por mi cama hasta sentirme mareado, minutos después de haberme calmado Marshall entro, tenía el cabello húmedo y las gotas caían de las puntas de su cabello, llevaba la camisa puesta.

 

—   Tu hermana acaba de llegar. — Anunció. — Ya me voy, ha de ser tarde.

 

—   De acuerdo, te acompaño hasta la reja.

 

Marshall.

 

Gumball iba con el pijama el cual le sentaba muy bien, le daba un toque inocente.

 

—   Nos vemos.

 

—   Hasta luego.

 

Hubo un silencio incomodo, ninguno dijo nada y cuando iba a irme Gumball hablo.

 

—   Sobre esta tarde… en serio ya lo olvide, así que no te tortures con eso. ¿De acuerdo?

 

Sonreí.

 

—   Buenas noches Gumb.

 

Me despedí de él con un beso en la frente. Hace unos días se hubiera sonrojado, ahora no. Poco a poco él parece estarse acostumbrando.

Notas finales:

Estoy escribiendo un One Shot, espero poder subirlo pronto.

 

Con respecto a los Reviews, los leeré.


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