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¿cambio de imagen? o... ¿cambio de cuerpos? (Junjou Romantica) por Yukimura_Takano

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Notas del capitulo:

buenas chicas!

me siento tan bien de que ya casi he acabado de actualizar fanfics... (solo me faltan dos, asi que estoy bien feliz!) este es el tercero, asi que por favor, sean amable de poner un comentario con su opinion de este capi... onegai... tanto esfuerzo en vano que hago y ni siquieran lo leen o algo por el estilo U.U

espero y nos ceamos en otro capitulo mis amantes de lo ajeno ;P
yane!

Después de la extraña escena con la anciana, Misaki y Usagi siguieron su camino a la casa del último sin decir ninguna palabra sobre lo sucedido y lo ajeno a ello hasta llegar. Los dos iban intranquilos a la casa dejando sus abrigos y otras cosas.

—... hare un poco de té de Sakura, ¿gustas Usagi-san?

—si, por favor...

Fueron palabras algo serias para los dos, pero ninguna le dijo importancia.

El castaño con tranquilidad hervía el agua junto la flor, aunque por alguna razón presenta que algo no iba para bien.

“Usagi-san está muy silencioso... trama algo...”

Se sentía paranoico por la infinidad de posibilidades que podrían pasarle por estar indefenso, pero aún tenía la razón: el escritor comenzó a caminar con sigilo a las espaldas, abrazándolo por la cadera.

“¡lo sabía!” Usagi-san... aún no está en té.

—yo solo quiero que nuestra distancia se rompa.

— ¡ah...! —se sintió sorprendido: él ha sido el que está molesto con él; hasta podría pensar que el peligris ha querido disculparse y no le dio la oportunidad—.

Bueno... no tanto, ya que las manos comenzaron a bajar.

—o-oye... ¡Usagi-san! —molesto, Misaki apago la tetera y volteo a mirarlo algo enojado—. ¡No creas que soy tu muñeca inflable! No soy un objeto de tu colección, ¡soy un humano que tiene las mismas funciones que tú! ¡Yo igual pienso y siento! ¡Así que no te pertenezco pero que hagas conmigo lo que quieras, cada vez que tu ego se sube!

Si: disparo y sin piedad.

—vaya, Misaki diciendo que no es nada para mí. Tú me perteneces en muchas maneras de las que ni se pueden contar con los dedos de las manos; eres más que mío, punto.

— ¡claro que no!

— ¿Qué no? —Sonrió y le cargo a la fuerza y sin piedad hasta su habitación obscura, donde le despojo de todas sus prendas—. Veamos cuan independiente eres... —sonrió maliciosamente mientras sus hábiles manos desnudaban el joven cuerpo que tenía a su merced—.

Misaki se oponía con fuerza a los toques, pero ya era inevitable no caer en la tentación: la tentación de las manos tan frías que lo poseían; sus besos que calentaban su cuerpo grado por grado y por ultimo; el rose de su experimentada lengua que lamia las partes más sensibles donde le hacían explorar en un frenesí de placer.

—b-basta... —con una poca fuerza le empujo—. Ya te dije... ¡yo nunca te perteneceré!

—tú cara tan lasciva y con ese tono: nadie te tomara enserio... —dijo en cierto tono sínico e irónico—.

El mayor se quitó rápidamente la camisa y se desabrocho el pantalón, lo cargo, poniéndolo en un espejo enorme donde tenía una vista asombrosa de encima de él.

— ¿¡que estás haciendo?!

—tu eres mío, nunca te dejaras tocar por nadie que no sea yo... además, esa es la prueba de que reaccionas a mi excelentemente. —desde el reflejo se podía ver esa sonrisa maliciosa casi llegando a ser perturbadora—.

—no... —se asustó bastante al verlo—.

La mano grande de Akihiko tocaba el pequeño cuerpo de tono tostado mientras pequeños gemidos salían de sus cuerdas vocales. Sus manos acariciaban sus muslos y sus pezones eran pellizcados fuertemente.

—ahh... ¡mmm! —Apretó sus ojos del espasmo—.

—Vaya... que tenemos aquí... —miro su alarmante miembro que deseaba atención—.

Con sus dedos empezó a tocar desde la base hasta la punta, donde le apretó—. No puedes decir que no me perteneces cuando tienes tal erección. —tomo totalmente su pene y comenzó a mover su mano de arriba hacia abajo del castaño que aún se negaba  a ese éxtasis que su novio le provocaba. Si, nada ni nadie podían hacer lo que él hace—.

—¡¡ahh!! ¡Usagi-san! —sabía que, aunque tratase de ocultar sus reacciones y su cuerpo, el espejo; el maldito espejo reflejaba todo de él—.

Se agarró fuerte de las sabanas hasta abajo, aunque no ayudaba de mucho porque seguía gimiendo como loco, mirándose de reojo y avergonzado el doble de ver esa posición tan incómoda y sugestiva en la que le tenía obligado estar.

“ya... siento... que estoy cerca...” no... ¡Espera! M-me... ¡vengo! Usagi-san! —Apretó fuerte sus ojos; sus labios y el ahogado sonido erótico de su boca hicieron que se viniera en una gran cantidad—. “me vine mucho...”. —Se miró bastante manchado de su semen—.

— ¿no que no eras mío? —De nuevo esbozaba esa sonrisa maniaca—.

—...  —el de los orbes esmeralda se quedó en completo silencio. Ya no podía contradecirle, porque eso era prueba inmuta de su fidelidad—.

—tomare tu silencio como un sí, así que continuamos. —los mayores como el no perdían el tiempo, nunca. Acostó con fuerza su cuerpo y se acomodó encima de el—. Hacía meses que no me recargo de Misaki, ya es tiempo de... —acomodo su enorme miembro palpitante encima de su entrada, entrando poco a poco en la intimidad de Misaki hasta llegar al fondo—.

Como no lo podían preparado antes, obviamente el castaño se estaba retorciendo de dolor, abriendo sus ojos como platos mientras entablaba un gemido de queja—. ¡B-basta!

Akihiko se movía sabiendo el dolor que le provocaba a su pareja, pero sus necesidades eran primero ahora: por inexplicable que fuera, hoy sería muy difícil de satisfacer.

“este hombre no es Usagi-san... esta el doble de raro que como es comúnmente...”. —pensaba con claridad, aunque no se podía decir lo mismo de sus ojos, los cuales estaban tan lloros que veía borroso; veía ese cuerpo pálido moviéndose con ritmo por arriba suyo—.

Se movía sin parar ni un segundo, toqueteándolo todo. Se repetía el que no paraba y no pararía hasta llegar al orgasmo, cosa que no faltaba demasiado.

“este hombre no es del que me enamore...”. —Su entrada chapoteaba esos sonidos lujuriosos de entre su líquido, pre-semen y sangre—. “este no es Usagi-.san...”.  —gemía dando las ultimas—.

Cuando sintió de nuevo el fin, alzo sus manos hacia el canoso, el cual se sorprendió al ser besado y llegar juntos al clímax.

“no es Usagi-san... pero por tener su cuerpo, tengo que seguir amándolo... aunque yo no quiero este tipo de amor...”. —derramo su última lagrima, derramándola en su mejilla solitaria—.

...

A la mañana siguiente “gracias” a la luz del sol, el menor se levantó de mala gana, algo enojado porque aún tenía sueño. Rasco sus ojos y fue pesadamente al baño.

— ¡AHHHHHHH! —grito en el baño viéndose al espejo, aterrado: tenía el cuerpo del escritor, y no era un sueño, porque contantemente se pellizcaba la cara—. ¡¿QUE MIERDA PASO AQUÍ?! 


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