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Love is Blindness por Kanes

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Kanes: http://www.youtube.com/watch?v=4ZyD7h9WRZM

 

Sherlock

 

Lo que estamos a punto de hacer es lo lógico. Ha sido lo lógico desde que le conocí. Y me alegro de darme cuenta tan tarde, o de enamorarme sobre la marcha. Nunca he pensado que el enamoramiento a primera vista sea amor. No es amor para nada.

¿Y esto sí era amor? Pensar en el concepto es aterrador, ya que durante esos minutos me olvidé completamente de mí mismo. Sólo pensé en John y en su piel...

Fue tan agradable tenerle abrazado contra mí, sentado sobre mis piernas. Era tan cálido, y tan viril. Quería… tan sólo quería que fuéramos él y yo para siempre. Y me siento tan cursi, y no puedo pensar claramente. Y sin embargo a ratos me siento tan lúcido, y no me detengo. No me detengo de explorar todo de él. De besar cada centímetro. Porqué es tan agradable, no tiene lógica, pero tiene lógica hacer esto. Tiene completa lógica. Si mi mente lo desea, debe ser porque debe ser hecho. Es como si mi mente por primera vez estuviera de acuerdo con lo que siento. Mi corazón ha sido siempre tan blando. Siempre gritando otras cosas que no quiero hacer. Pero esto es un acuerdo entre ambas partes, totalmente. Porque me siento a salvo, porque estoy bien aquí entre sus brazos, porque John nunca me haría daño. Y nunca me ha hecho daño. Por lo tanto, porqué dudar en hacerlo. Es tan lógico que es absurdo.

Porque la forma en que me mira... Nadie me ha mirado así antes, con aquella ternura... Me hace sentirme valido. ¿Qué es lo que le gusta de mí a John?

De él me gusta todo...

Y le deseo tanto. Y querer estar dentro suyo no tiene lógica. Porque aunque sea placentero dolerá. Tanto placer dolerá.

Pasé las manos por sus muslos, sintiendo sus vellos invisibles en mis dedos. Cada toque recibía alguna reacción suya, y me gustaba escucharlo gemir. Por qué... Por qué era todo tan irracional... Los gemidos son como una queja ante el dolor...

Y el dolor se intensificó después, cuando comencé a entrar en él. En ese momento dejé de sentirme bien. Pero estaba allí con él y me sentía seguro, aunque estuviera tan asustado.

John... prométeme que no me perderé a mí mismo.

Di un gemido elocuente, con la frente apoyada en la suya, sintiendo aquel calor en mi entrepierna. El interior de John estaba sumamente cálido y parecía que podría avanzar más dentro de él si alguno de los dos nos lo permitiéramos. Y mi cuerpo me pedía empujar hacia él, controlando mis impulsos en contra mi voluntad. Entonces John empujó con su cadera, allí recostado entre la cama y mi cuerpo, y un escalofrío se extendió por todo mi ser. Di un suspiro e inspiré profundamente, sintiendo que algo tiraba de mí hacia él. Empujé yo mismo, sin ver nada aparte del cuello de John, su garganta contrayéndose, y su aliento humedeciendo mi rostro.

-Ahh... -gimió.

Aquel sonido me produjo un estremecimiento. Debería poder explicarme tal cosa, pero no puedo pensar ahora. No puedo pensar nada...

-Sherl... -susurró con un hilo de voz.

¿Te estoy haciendo daño?

Me rodeó con sus brazos y sus piernas, atrapándome, y yo empujé con más vehemencia, en llamas. Oí el sonido de la cama crujiendo, las sábanas resbalando, revelándonos a las paredes. Me enderecé un poco, impidiéndole que me tomara con más fuerza, y le vi con los labios entreabiertos y una expresión de dolor mezclada con placer. Acerqué mis labios a los suyos, sintiéndome lleno, y él respiró contra mi boca. Entonces tomó mi mano, que apretaba con sus dedos la almohada junto a su nuca, con sus cabellos rozando mi dorso, y la dirigó hacia su entrepierna. Sin mediar nada más, rodeé su sexo. John dio un suspiro...

-Sherlo... ah...

Esta vez tomé sus labios. La lucidez se había ido. Llegué profundo dentro de su boca, y él gimió lastímeramente. Di un apretón especialmente elocuente a su sexo, y sus labios se aflojaron totalmente en torno a los míos. Fue como una explosión, y no hice caso de la poca resistencia que le quedaba y volví a besarle. Volví a coger su pelo con mi mano, pasando los dedos por su nuca, y le noté estremecerse. Llevé entonces mi mano a su espalda, mientras con la otra rodeaba su espalda alta, y presioné mis dedos por la línea de su columna. John volteó su cara hacia un lado, no pudiendo contener mis labios también, y dio un quejido. Hundí el rostro en su cuello y le olí, encogiendo los hombros levemente. Sentí la mano de John en mi cabeza, inmiscuyendo sus dedos entre mis cabellos, y llegando hasta mi frente, tocando mi piel sudorosa. Yo seguía penetrándole, tratando de ser enérgico a cada estocada, ya que había un punto dentro de él que al tocar lo hacía deshacerse. Quería hacerlo deshacerse, quería hacerlo desfallecer, y por momentos el pensamiento de destrozarlo se apoderó de mi mente tan poco lúcida. ¿Pensamientos así se apoderaban de las mentes de los amantes? Me preguntaba si yo era el primero, pero no... aquellos momentos eran parecidos en cada pareja. Aunque me preguntaba si se sentiría para todos así de íntimo, como si la conexión carnal se tradujera en algo más profundo y menos trivial que la repetición tan instintiva y primitiva del sexo. Al fin y al cabo, el sexo funcionaba de la misma manera siempre, una unión dolorosa, una unión de la carne que en la repetición de los mismos movimientos nos hacía correr una carrera desesperada hacia el orgasmo, que en los últimos se volvía algo más deseado que el deseo inicial de extender aquella carrera hasta el infinito.

Y es que ahora lo único que quería era llegar. Me sentía tan lleno, y John parecía estarse deshaciendo sobre esas sábanas.

Le socavé con más rapidez. Me afirmé de la cabecera de la cama, entre quejidos provocados por el esfuerzo que de pronto se hacía exquisitamente costoso, y apoyé mi frente en la de John, apoyando el antebrazo de mi mano libre contra la almohada. John alzó el mentón buscando mis labios.

-John... -susurré, mirándole a los ojos- … mío...

-Tuyo...

Cogí sus labios, di una estocada, John mordió mi labio inferior, salí de él, cogí su nuca con mi mano, él suspiro, me hundí en él. Me hundí y me hundí, y no podía soltar sus labios. Mío... No podía... Encogí los hombros, viéndolo venir. Dí un gemido. Solté sus labios, John cogió mi nuca y me dio un húmedo beso en mi cuello. Mi espalda se contrajó, solté la baranda y fui a por su sexo para estimularle.

-Ahhm... Sher...

Rocé mi rostro contra el suyo, el cabello se pegaba en mi frente.

-Ahh...

Gemía tan exquisitamente...

Y exploté dentro suyo. John, John...

La semilla de John humedeció mi abdomen y el suyo. Salí de él. John dio un quejido, y le besé enmudeciéndole. Tomé su cabello con fuerza, tirando, y hundí mi lengua en él. John alzó su mano flojamente, rozando mi omóplato, y tomó mi rostro, despejándolo de cabello. Ladeé la cabeza, sintiendo cómo la energía se iba, y me dejé caer hacia un lado para no aplastarle. John me siguió y me abrazó, con sus labios buscando los míos. Nos apoyamos en las almohadas, agotados, y haciendo un esfuerzo, abrí los ojos para ver su rostro. Pero la pieza estaba a oscuras y apenas podía verle. Por ello palpé su rostro con mi mano, rozando sus labios por último. John lamió mis dedos, como había hecho al principio, antes de unirnos, y un nuevo estremecimiento se extendió por mi cuerpo. Cogí su rostro y me acerqué por última vez a él para robarle un beso. Pero sólo alcancé coger su labio inferior antes de caer dormido.

 

John

 

Se durmió en el espacio de una milésima de segundo. Su mano resbaló de mi rostro, como la de un muñeco de trapo, despojado de la energía del inicio. Sonreí levemente, cansado yo mismo, y pasé la mano por su frente humedecida.

-Dios... -susurré.

Le miré en la penumbra. Parte de la luz de la noche llegaba hasta su rostro. Su rostro cansado pero sumido en el relajo. Le acaricié hasta que me quedé dormido, lo que ocurrió un poco más tarde de lo que él hizo. Nos tapé con las sábanas, y acaricié su cuerpo con la parsimonia de una persona a medio dormir. No me lo podía creer, y guardé la misma poca distancia que Sherlock dejó antes de rendirse al agotamiento. No quería separarme de él nunca más.

 

 

Sherlock respiraba contra mi cuello, su cabello contra mi mentón y mi boca, al despertar por la mañana. La sábana me tapaba hasta la cintura y su brazo descansaba en mi cadera, medio bajo la sábana, rozando con sus dedos mi trasero. Sentía los vellos de mi pecho moverse con la respiración de Sherlock. Estuve con los ojos abiertos, quieto, por mucho tiempo, sin revisar si Sherlock estaba también despierto. Sólo supe que lo estaba también cuando movió su brazo de mi cadera y la pasó por mi espalda, apegándome contra él. Sentí sus labios en mi pecho, y le acaricié el pelo, enternecido.

-Son las... hm... las once del día. Tu madre debe estar despierta.

-Déjala despierta... -dijo, no muy coherente.

Reí brevemente. Sherlock se removió en la cama para poder mirarme al rostro. Me sentí sonrojar.

-Mycroft aún quiere a las empleadas aquí. Probablemente han vuelto -dijo.

-Quiere limpiar para mentenerse ocupada.

-Todos queremos evitar acceder a nuestra locura.

Sonreí.

-¿Nuestra locura? -susurré.

Miré su torso, y pasé mi mano por su abdomen hasta su cuello. Sherlock acercó su rostro al mío, pero yo le esquivé.

-¿Qué haces? -susurró.

Me enderecé y besé su oreja, medio apoyándome en él. Sherlock me rodeó con sus brazos, de los cuales me deshice fácilmente a pesar de su fuerza, y me bajé de la cama por el otro lado

-Tengo hambre -dije.

Sherlock se quedó en la cama, rendido, y yo me metí en el baño.

Cuando salí de una ducha de treinta minutos, me encontré con que Sherlock ya se había bañado, en la otra ducha de la casa. Tenía el cabello mojado y su madre le estaba pidiendo que se lo secara. Se veía despeinado y alocado, a pesar de estar vistiendo camisa. Una camisa cuyos dos primeros botones había desabrochado revelando su pecho blanquísimo. Caminé por la cocina, medio en las nubes y saqué algo para desayunar del refrigerador. No obstante, a todo momento podía sentir a Sherlock, como un sol, atrayendo su atención hacia él como si tuviese radiación propia. Era una sensación que se había intensificado un poco más, si era posible.

Cuando comencé a tomar el jugo en el vaso grande que saqué del mueble, me atreví a voltearle a mirarle, y esta vez fui yo quien le intimidó vigilándole. Los pestañeos de Sherlock se aceleraron, mientras ayudaba a su madre a preparar el almuerzo. Ella seguía desplazándose dentro de la habitación, y cuando por fin se hubo ido, la estancia siguió en silencio, sólo roto por un grito imaginario cuando nuestras miradas por fin se encontraron. Una sensación de calidez se extendió por todo mi cuerpo, y la mirada de Sherlock no fue más que de... amor, si no era muy egocéntrico.

-¿Cómo amaneciste? -me preguntó.

-Descansado -dije.

Le sonreí, y miré mi vaso de nuevo. Sherlock miró hacia la entrada de la cocina, tragando, y seguí sus pies mientras se acercaba a mí.

Mantuve la mirada baja, pensando que me besaría de improviso, pero Sherlock me rodeó con sus brazos, y yo le respondí. Apoyé los labios y el mentón cerca de su hombro y cerré los ojos, intensamente relajado de pronto. Fue como un respiro a la tensión de vernos separados. Dios, estábamos hechos unos cursis.

Sherlock pasó sus dedos por mi cabeza, desde la nuca, y di un pequeño quejido. Sentí sus dedos contraerse, e ir hacia mi espalda, acariciándome con los dedos cargados. Se sentía tan bien. Subí mi propia mano por su larga espalda, hasta detenerme en el cuello húmedo de su camisa y rocé los cabellos mojados de su nuca. Moví mi rostro hacia su cuello, deleitándome con el aroma del shampoo y el perfume. Era el mismo de siempre, pero ahora el aroma era tan directo en mi nariz. Olía delicioso. Y cada toque de parte suya era respondido por mis sentidos de un modo tan exquisitamente intenso. No quería que esta sensación de necesidad constante se esfumara. Quería que siguiese allí, igual de intensa, sacándome suspiros a cada roce y mirada.

Un carraspeo nos sacó de nuestra burbuja.

Sherlock me soltó y se volteó a mirar al hombre en el umbral de la cocina. Mycroft nos miraba con cierta preocupación desde allí. Le miré sin miedo, recordando su petición de no caer en lo que precisamente habíamos caído los dos.

-Sherlock -le dijo a su hermano- , si me permites, necesito hablar con el Doctor Watson.

-Está ocupado -dijo.

Le miré de perfil, seguro de sí mismo y un tanto apropiándose de mí. Por alguna razón me gustó aquello.

-Doctor Watson -me llamó a mí está bien- , sólo es una charla amistosa. No habrá regaños de ningún tipo, se lo prometo.

Sherlock se volteó a mirarme.

-Ve con tu madre -le dije.

Negó lenta y casi imperceptiblemente con la cabeza. Miré a Mycroft.

-Es importante -dijo.

Asentí con la cabeza. Tomé la mano de Sherlock por un momento y fui donde su hermano.

 

-Lestrade no quiso confirmármelo -dijo, allí en la parte delantera de la casa- . Pero él es un libro abierto. Ya me lo sospechaba, especialmente con tu obsesión por Sherlock desde que le conociste.

-No estoy obsesionado con...

-Es obsesión. El amor es una obsesión, y no beneficia nunca a ninguno de los implicados, y sé que Sherlock está conciente de ello hasta ahora.

-Pues parece estar haciendo oídos sordos -dije, desafiante.

-Despertará del sueño tarde o temprano, y recordará los consejos que se ha dado a sí mismo por años. Créame, Doctor Watson. Sherlock siempre temerá al desastre en un asunto como este. Lo vio usted mismo hace un momento. Está aterrorizado, puedo verlo. Aterrorizado como un niño, temiendo perder a su mascota.

Pestañeé rápidamente, producto de la furia. ¿Mascota?

-No se preocupe, no es que crea que le ve como una mascota. Creo que Sherlock está genuinamente enamorado de usted. Pero eso le asusta, y no hay nada peor que un amante asustado, Doctor Watson. El temor lleva a la posesividad.

La posibilidad de perder al otro. Sí, había sido víctima de eso antes, pero ella ya no estaba aquí, y suficientes pruebas tenía a mi mano para confirmar que Sherlock no era posesivo. De hecho, el número de veces en que me había dejado ir eran mayores a las que me había conservado celosamente. Este hecho me había hecho dudar de su amistad la mayor parte del tiempo, pero ahora sabía mejor las razones, aunque hubiera tenido que deducirlas por mí mismo.

-Estoy seguro de que Sherlock no es posesivo. No es como los demás.

Mycroft alzó las cejas.

-No es... como nadie que conozca.

-¿Y eso mantiene su fe en él?

-Sí, eso y su innumerables capacidades. Es el mejor hombre que he conocido y conoceré.

-Ya veo -dijo Mycroft, sonriendo.

Vi cierto orgullo en eso. Tal vez la influencia de Mycroft en el actual Sherlock era más grande de lo que pensaba. Pero entonces pensaba en cuánto había cambiado Sherlock desde que me había conocido, y me gustaba creer que yo también había influenciado en algo su carácter.

-¿Promete entonces... no romperle el corazón, Doctor Watson?

-Lo único que sé es que siempre le necesitaré. No me... ha ido muy bien cuando no ha estado alrededor -reconocí, con cierta vergüenza.

-En efecto.

Le fulminé con la mirada.

-Sherlock, sal de allí. ¿Ya no respetas la privacidad de los demás? -dijo entonces Mycroft.

Cerré los ojos. Sherlock salió de la casa al jardín delantero.

-Deja de intervenir en mi vida, Mycroft -dijo, enfadado.

-Me veo obligado a ello. No tomas precauciones últimamente.

Miré a Sherlock avergonzado. No obstante, la firmeza de su mirada en mí me tranquilizó. Qué más da, ahora éramos transparentes entre nosotros.

-Tomaré las precauciones que quiera. John es libre de tomar sus decisiones.

-¿Aunque estas puedan perjudicarte? Ya te perjudicó una vez consiguiendo una esposa tan pronto luego de tu “muerte”. La verdad es que nunca vi a alguien tan desesperado por sentar cabeza.

Tragué.

-Como dije, John es libre de tomar sus propias decisiones.

-En efecto. Pero hazme un favor, Sherlock -dijo Mycroft, acercándose a él. El velo de severidad en su rostro retrocedió ligeramente- . No te deshagas de tu amor propio si él llega a abandonarte. Ya sabes que el amor es cambiante. Puede esfumarse en cualquier instante.

-Cuando es superficial puede -dijo Sherlock.

Le miré agradecido. No dudaba de lo que yo sentía, gracias a dios. La gente siempre solía ser lo suficientemente arrogante para pensar que eran los que más amaban en la relación de pareja, pero con nosotros era diferente. Confiábamos demasiado en lo que el otro sentía.

Quizá no era lo más conveniente del mundo, pero... así eran las cosas. O al menos lo eran así para mí desde anoche. Nadie nunca me había amado en el lecho de esa manera.

Aparté la mirada de él, sintiéndome demasiado transparente de pronto. Sentí la mirada de Sherlock en mi rostro.

-Manténgame al tanto si la pareja decide formalizar -dijo Mycroft, dirigiéndose a la casa- . Yo debo volver a Londres.

Nos miró por última vez, y Sherlock le siguió fulminando hasta desapareció por el umbral. Estaba enfadado.

-Va de mal en peor -masculló.

-Sonaste muy seguro de ti mismo -le dije, con una sonrisa un tanto maliciosa- . Con todo el discurso sobre lo seguro que estás de que te...

-Estoy tranquilo al respecto, eso es todo. Eres un hombre leal.

Él sonrió a su vez.

-Y yo soy leal también. He demostrado serlo.

-Sin embargo, necesitamos mejorar algunos aspectos -dije. Carraspeé, metiendo las manos en los bolsillos.

Sherlock se removió inquieto.

-¿Qué... qué aspectos?

-Te quedaste dormido como un bebé. Ninguna de mis novias se había quedado...

-Es un defecto fisiológico masculino -se excusó.

-Lo sé, pero puede entrenarse.

Me miró con molestia.

-Dios -dije- , la bipolaridad de tus sentimientos para conmigo son...

-No puedo mirarte como un amante todo el tiempo. ¿No tendrías miedo de que fuera posesivo a raíz de ell0?

-No me... molestaría -dije, encogiéndome de hombros.

Sherlock sonrió, mirando hacia el campo. No despegué la mirada de él, deleitado por lo que veía. Entonces se volteó a mirarme de nuevo, y esa mirada que me derretía estuvo allí de nuevo. Aquella mirada que me hacía sentirme querido.

-Cambiaremos roles de vez en cuando, ¿no? -dijo entonces, matando la magia.

Di un bufido.

-¿Ves? -dijo Sherlock- No puedo decirte cosas como esas mientras te miro como...

-Sí lo haremos. Por supuesto que cambiaremos roles.

Sherlock asintió. Yo miré hacia el campo, sonriendo divertido. Entonces caminó hacia mí, y al igual que la vez en la cocina, creí que me besaría, así que cerré los ojos levemente. Lo que sentí fue su frente contra la mía, mientras me rodeaba los hombros con un brazo. Mantuve los ojos cerrados, igualmente a gusto, y di un suspiro.

 

 

 

 

 

 T  H  E       E  N  D 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias a todos los lectores que me sigueron hasta el final. Muchas muchas gracias!!! este fue mi primer fanfiction basado en Sherlock, y espero que no sea el último. n.n


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