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Una y otra vez por azumicard

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“Nuestros errores no son más que fantasmas que se aparecen de vez en cuando para recordarnos lo que hicimos mal y tenemos la oportunidad de corregirlo”

 

 


A pesar de haber cobrar venganza con sus propias manos, la sed de justicia y desquite continuaba más viva que nunca. Emociones nunca antes experimentadas emergieron del fondo de su ser, su cabeza era un completo desastre y el medio del dolor solo podía aferrarse a la mano cálida de John. Aquel día trágico quedó marcado permanentemente en la vida de Sherlock y John. Parte de su felicidad fue arrebatada frente a sus ojos, sin poder hacer algo para defenderla, el único consuelo que tenía era la compañía de cada quien. Todos cometemos errores y pagamos el precio; pero en esta situación el precio fue muy alto, destruyó a una familia que recién estaba formándose. La sola idea de haber podido prevenido la muerte de sus hijos, torturaba al detective, como permitió que la situación se escapara de sus manos, tenía el plan perfecto, sin embargo obvio algunos detalles que desencadenó sucesos inesperados y trágicos a la vez.


De regreso al departamento 220B, Sherlock permaneció con la mirada vacíos, sin mostrar ninguna emoción y mantenerse callado. Ni la sensación de tener de nuevo a su amante entre sus brazos, cambió su aspecto. Condujeron a John hacia la habitación de Sherlock, donde un doctor atendió las heridas y revisó su estado físico. Para la tranquilidad de los presentes el daño era superficial en comparación al daño emocional que sufrió a manos de su captor. La señora Hudson no dejaba de llorar al enterarse de la trágica noticia, simplemente se rehusaba a creer. Como era posible que unos meses atrás la felicidad reinaba en su casa y ahora estaba envuelta en desdicha. Dejaron a solas a los amantes, el detective permaneció contemplando a John el resto de la noche. En ningún momento se apartó de su lado, estaba sentado muy cerca de la cama, por veces cogía su mano para establecer cierta conexión entre ellos. El tiempo perdió significado alguno en el interior de la habitación. Entonces el crujido de la puerta anunció la llegada de su casera.


— Sherlock, hace dos días que no sales de aquí y no has probar bocado alguno.


— La comida puede esperar


— Claro que no, si continuas así, terminarás enfermando. Entiendo tu preocupación por John, pero él sería el primero en recriminar tu falta de alimentación.


— Solo dejé el té como de costumbre y puede retirarse


— Al menos esta vez come las galletas



Los esfuerzos por reanimar al detective fueron en vano, continuaba con la misma rutina desde que regresaron. Se aisló del mundo exterior, del mismo modo que lo hacía cuando estaba dentro de su palacio mental. En un solo instante, los viejos temores se apoderaron de él y las sombras del pasado atormentaron su mente analítica. Era la segunda vez en el día que revivían terribles recuerdos que solo le hacía ver los funestos resultados a consecuencia de incorrectas decisiones. La premonición se hizo realidad y brotó una cicatriz imborrable.

El clima parecía acompañar los días grises de los amantes, el lugar quedó en completo silencio. John estaba perdido en un profundo sueño de invierno, tenía un semblante relajado, sus mejillas habían perdido el color característico, pero su respiración era regular. La expresión de Sherlock permaneció tranquila, ante la impotencia que suprimió al ver el estado de John, apretó los puños, delatando su profundo enojo consigo mismo. Al poco tiempo, el detective fijó la mirada en los leves movimientos provenientes de los parpados de su amante. John despierta algo desorientado, su visión era borrosa, pestañó un par de ocasiones hasta que logró ver perfectamente. Al instante reconoció el lugar donde se encontraba, voltea a su mano derecha y encuentra aquellos ojos verdes brillar por un instante.


— Sherlock… ¿Qué pasa?


— Una disculpa… Toda la culpa es mía – intenta mantener la voz firme – Nunca debí abandonarte a tu suerte, te entregue en bandeja de plata al enemigo.


— Porque dices eso


— He fracasado en mi único objetivo; protegerlos. No digas ni una palabra, sé muy buen en lo que estas pensando – respiró hondo antes de continuar – Crees tener responsabilidad debido a tu decisión errada por verme, pero si lo piensas bien, yo induce esa reacción en ti. Al principio estaba completamente seguro que había elaborado el plan perfecto, pero… hasta los genios cometen errores. No puedo borrar lo que paso, por eso yo asumiré la culpa.


— No Sherlock, ambos compartimos la irresponsabilidad de nuestros actos – débilmente acaricia la mano del detective - es imposible retroceder el tiempo, pero si cambiar el curso, por eso mantén tus ojos fijos en mí. Has que el dolor que estoy sintiendo sea apaciguado con tu amor… ahora más que nunca, te necesito, necesito de tus caricias, creer en tus palabras. Besa mis labios y tal vez puedas llevarme a tu mundo por hoy. No puedo estar solo ahora – sus ojos se llenan de lágrimas y los cierra al sentir los fríos labios posarse en los suyos.


— Puedo ver esa mirada en tus ojos, tu vulnerabilidad es presa fácil para mi poder de deducción. Tú sabes que yo se exactamente como te sientes en estos momentos. ¿Cómo olvidarlo? No podemos olvidar las vidas que se perdieron en el camino. Y volvimos a caer de nuevo en los mismos errores. Cuando se trata de amar, eres igual de ciego como yo. El pensamiento lógico desaparece y es gobernado por ese sentimiento que por veces es satisfactorio y también destructor. Las cosas que creo simplemente no tienen sentido-.


— Basta, Sherlock… no continúes – siente un profundo dolor – Te ruego, por favor no vuelvas a mencionarlos, no ahora, es muy temprano. Recuerdo claramente este dolor, se extiende a través de mis ojos


— Lo siento John... lo siento - escucha el llanto de John y le abraza para consolarlo. Después de varios minutos levanta el rostro lloroso, tiernamente seca sus lágrimas y besa en la frente - Todavía estas en recuperación, vuelve a la cama-.


— Sherlock no me apartes de tu lado, te lo pido... - se aferra al cuerpo del otro- Prométeme que nunca te apartarás de mi lado ¿podrías hacer eso por mi?


— Por supuesto, yo estaré siempre a tu lado cuando cierres tus ojos

 

 

Ambos terminan en la cama, como si fuera un niño pequeño John no dejaba de abrazar a Sherlock, buscaba consolación y protección en ese cuerpo cálido que tanto ama. Apaciguo su llanto con caricias, al poco tiempo terminó profundamente dormido. Por su parte el detective estuvo despierto, pensando en un sin fin de posibilidades que hubiera hecho para salvar la vida de sus hijos. Lamentablemente el tiempo no podía retroceder, pero si modificar el curso. Debido al cansancio y la falta de sueño, terminó por cerrar los ojos inconscientemente. A mitad de la noche, recuerdos espantosos perturban el sueño de John, logrando despertarlo muy agitado. Después empezó a escuchar el llanto de un bebé, por más que se cubriera las orejas el sonido era igual. Agobiado pronuncia una y otra vez "no por favor... no”. Estaba a punto de caer en la demencia, esos sonidos se convirtieron en su verdugo porque le recordaba la muerte de sus hijos. La mano cálida de Sherlock le devolvió la serenidad, con lágrimas en los ojos busco consuelo en los brazos de su amante.


Los días transcurrían, la condición de John no parecía tener ningún progreso favorable, seguía aferrado al sentimiento de desesperación y estar recluido en las cuatro paredes de aquella habitación. En ocasiones Sherlock se preguntaba si era normal el estado crítico de John, porque seguía una rutina nada saludable. A modo de brindarle su apoyo y cumplir su promesa, permaneció todo el tiempo con él. El intercambio de palabras era casi nulo, ambos llevaron el luto de una manera peculiar. No fue impedimento para que el detective muestre algún gesto de amor sin llegar al sexo, por primera vez respetó el espacio privado de John, que siempre había sido profanado sin su consentimiento. Una tarde de aquellas, estaba sentado en su habitual sillón frente al de su amante, de pronto a Jhon le dolía la cabeza y experimentada la sensación de que estaba bordeando los límites de la racionalidad. Miraba a Sherlock, pero imágenes espantosas nublaron su visión. Todos los recuerdos negativos cobraban vida, estaba atrapado en escenarios perturbadores que solo aumentaba su estado de delirio. La voz del asesino de sus hijos resonó en su mente, cubrió sus orejas con sus manos, tratando de silenciarlo. De pronto, como una multitud dispersa por un disparo, las voces enmudecieron. Ahora escuchaba la inconfundible voz de su amante.


— ¿Sucede algo John?


— Solo fue... no es nada Sherlock - encubre sus sentimientos.


— Por más que finjas ser fuerte, veo una mayor debilidad en ti. Por más que grites sigilosamente, veo un mayor tormento que termina conduciéndote a un llanto interminable. Los recuerdos no desaparecen, esos los que te atormentan cada noche – da una mirada de compasión - El dolor y la ira rebotan y giran dentro de mi cabeza. Lo sé, lo entendí todo. Planeo entender todo, pero esa no es la respuesta que quiero


— Es tan doloroso, tan doloroso… -respira profundo- la vieja herida con la que me dejaron comienza a doler cada vez que pienso en ellos. Antes nunca me había sentido de este modo… Pero las cosas que no puedo ceder, no las puedo dejar ir de mis manos. Nunca podré dejar el pasado atrás. No veo ninguna manera.


— Tus pensamientos son obvios


— ¿Ves?, no puedo convertirlos en palabras con facilidad. Si no te hubiera conocido… ni siquiera tendría este dolor tan molesto – se da cuenta lo que dijo - lo siento, Sherlock, no debí decir lo último


— Es verdad, cambie el curso de tu vida y también traje consigo desgracia. No es fácil vivir en el ahora. No es solo una cuestión de decir "voy a estar bien" Seguramente nadie esperaba que ocurriesen ninguna de esas terribles cosas


— Mi decisión fue el punto de partida para desencadenar sucesos siniestros. Todos protegiéndome y yo mande a la mierda sus esfuerzos –aprieta los puños – tenías razón al decir que el amor es una desventaja peligrosa.


— Una ecuación sencilla y destructiva -agrega


— No permitir que tu corazón gobierne tu mente – hablaron los dos al mismo tiempo, cruzaron miradas solo escasos segundos y cada quien miró en dirección contraria. Permitieron que el silencio se apodere del ambiente, era difícil continuar con la conversación, las palabras no fluían como antes.


— He intentando de mil formas luchar contra el dolor de un corazón quebrado, pero siempre pierdo – de repente habló John con una voz temblorosa- Aunque tenga sentimientos firmes, no puedo transformarlos en palabras como siempre... Estoy viviendo de esta manera, con sentimientos que no puede expresar.


— Sería bueno si pudiéramos guardar y tirar todo, excepto lo que realmente importaba, pero la realidad es cruel... Debe de ser imposible vivir sin lastimar a nadie y yo te he dañado más que cualquier persona; soy el responsable de tu sufrimiento - siente un nudo en la garganta, impidiendo que continúe, pero traga salida y procede a pesar de ver el rostro afligido de John- A veces las palabras son ineficaces y alteran nuestros pensamientos. Mis palabras no te van a alcanzar porque no la necesitas, no ahora.


— ¿Tu compañía? - deja la pregunta en el aire sin respuesta - El silencio entre los dos solo refleja que no hay nada


— Dame una razón del porque


— No queda nada Sherlock... nuestros hijos se fueron, nada y nadie cambiará lo sucedido. Nuestras equivocadas decisiones acabaron con la vida de dos inocentes que… - la voz se ahoga en un llanto incontrolable. Sherlock se aproxima para calmarlo, pero John estira la mano, impidiendo acercarse más. Cubriéndose el rostro con la otra mano, continua - es inútil, simplemente quiero estar solo


— No puedo cumplir esa petición


— Tendrás que hacerlo porque yo…- inesperadamente jala su brazo y termina en los brazos del detective. En vez de apaciguar su dolor incrementaba la angustia en su interior y lo rechaza empujándolo - ¡No, Sherlock! Ya te dije… déjame solo por favor.


— Pero, John…


— ¡¿Acaso no entiendes?! ¡Vete, ahora mismo! – a la negativa de Sherlock, él tuvo que retirarse hacia su habitación.

 

 

La reacción de John fue realmente inesperada y a la vez hostil, nunca imagino el detective sufrir el rechazo de su amante. La parte racional de él comprendió que las emociones comenzaban a surgir y después de un tiempo se disiparían La sensación inicial de incredulidad a menudo es remplazada por una conmoción que puede incluir enojo, desolación, incertidumbre o negación. Era comprensible en esta etapa, pero algo dentro suyo le decía lo contrario, no se dejó llevar por las emociones sino por el racionamiento. Salió del piso con rumbo desconocido, dejó al cuidado de John a la señora Hudson, porque él no tenía idea cómo lidiar con la situación, intentó pero fracasó. Era un hombre de ciencia y la ciencia está divorciada de los sentimientos.


Media semana más tarde la habitación se convirtió en el refugio de John, pasaba todo el día tirado en la cama, en medio de un tiradero de pañuelos ya que no paraba de llorar. Las lágrimas pueden derrotar cualquier razón y ablandar hasta el más difícil corazón, trascender ese sentimiento especial persuadir porque no tienen rival. El sentimiento de culpabilidad y la depresión estaban afectando considerablemente a John, ya no era la misma persona que todos conocían, se transformó en otro, debido a la pérdida de sus hijos. Al igual que Sherlock, dejó relegada la comida, un mal hábito que aprendió del otro. La bandeja de comida que dejaba la señora Hudson, siempre estaba casi intacta al momento de recoger. Observaba con preocupación el distanciamiento entre Sherlock y John, estaba desmoronando su sólida relación.


— Querido, has estado encerrado por días aquí - dijo la señora Hudson


— Soy incapaz de salir de este lugar, sólo porque aquí hay un paisaje al que estoy familiarizada


— Estas aferrando al pasado. Nuestros ojos juzgan, nuestras manos se aferran, nuestros pies dan un paso hacia delante, pero tú retrocedes a causa del miedo


— No necesito compasión


— John esto no puede continuar así. Entiendo que la perdida te ha causado un profundo dolor, pero ahora estas lastimando a Sherlock


— ¿También soy culpable de la ausencia de Sherlock? – Clavó una mirada poco amistosa- ¿enserio? Aquí estoy, tan solo, intentando luchar contra el profundo sufrimiento que cada día es más intenso. No le importa, prefiere largarse a la calle y dejarme morir sólo...como y lo hizo con...-no continua y empieza a llorar desconsoladamente- Déjeme en paz...


— Como me pides eso


— ¡Lárguese! -le grita y se gira dándole la espalda.


— De cuando aquí te atreves gritar a la señora Hudson, solo ha venido a ver cómo te encuentras y la tratas así - ingresa Sherlock a la habitación.


— ¡Cállate! Porque demonios no se callan, estoy cansado de todo. ¡Solo lárguense y déjenme solo, con mi maldito dolor!-les grita eufórico.

 

La señora Hudson se sorprende al ver la reacción de John, era la primera vez verlo como una fiera herida. Sherlock le pidió a la dama que se retirara y agradeció los cuidados prestados. Con una sonrisa la despidió al cerrar la puerta su expresión cambio.

 

— Es suficiente John, tu hostilidad está empezando a ser un problema.


— ¡Lárgate Holmes!-dice llorando-solo lárgate...todos estos días lo has estado haciendo, donde quedaron esas palabras: "nunca te dejare", ¿lo olvidaste? así como hiciste conmigo. Si aún te importo, déjame ahogarme en mis lágrimas


— Creí que otorgándote tiempo suficiente lograrías estar mejor; error mío. Fue todo lo contrario, estas peor cada día. Quizás la distancia entre nosotros no fue la mejor solución, pero en ese tiempo no he hecho otra cosa más que pensar en ti; bajo todos los parámetros de la racionalidad. Sabes que el campo del amor es un universo desconocido para mí, gracias a ti logre comprender el significado de esa palabra que es considerada fundamental en la vida de los humanos. Y quiero que sepas; a veces no tengo la mínima idea que hacer para recobrar al John que solías ser. Ahora aquí estamos, tan cerca, tan lejos - baja la mirada y aprieta las manos - Sé que estás asustado y afligido por lo que sucedió con nuestros hijos... Cometí un grave error al dejarlos, no quiero perderte a ti... -.


— Tienes mejores cosas que hacer...que oírme llorar...No quiero escucharte, menos verte. Sal de mi vista de una vez por todas y déjame en paz


— Bien, cumpliré tu deseo, no volveré aquí - sale de la habitación, desciende peldaño a peldaño por las escaleras envuelto en un dolor profundo, a punto de salir es interceptado por la Sra. Hudson.


— Lograste convencer a John


— Es inútil, he tratado de todo, hice cosas que en mi vida pensé hacer, pero sigue igual. Quizás tiene razón, mi presencia está ocasionando más sufrimiento, a pesar que no lo dice, siente rencor hacia mi persona porque soy el principal culpable de toda esta situación desastrosa. Estaré fuera un tiempo. Voy a volver a pedirle que se encargue del cuidado de John - se despide con un beso en la frente y sale.


— No puedes dejar a John, espera Sherlock - grita de la puerta, no hace caso a sus llamados y toma un taxi.

 

 


Cada quien siguió su vida como más le plazca, por su parte John permanecía encerrado por voluntad propia en esas cuatro paredes que se convirtió en su cárcel donde purgaba condena. Todo parecía indicar que la relación entre Sherlock y John pronto terminaría debido a los últimos incidentes. La principal razón era quién de los dos era responsable de la muerte de sus hijos, el dolor era tan inmenso que ambos cargaron con la culpa, sufriendo en distintas formas. Tal como anunció el detective, no volvió a Baker Street en los días siguientes, cualquier tipo de contacto era nulo; terminó alejándolo completamente de su lado. Una mañana de esas, John escuchó entre sueños unas voces conocidas fuera de la habitación, no parecía una discusión pero si hablaban con tono de voz relativamente elevado. De pronto la puerta se abrió de golpe y Molly entró algo alterada y a la vez preocupada.


— Hasta cuando vas a seguir aferrado al pasado. Estas tomando al dolor como pretexto para encerrarte aquí y desatar tu frustración hacia nosotros, en especial con Sherlock-.


— Por qué no se meten en sus asuntos, estoy harto de su lástima - levanta la mirada - Que debo hacer para que me dejen solo, ¿largarme de mi propia casa? - se pone de pie.


— Y con eso solucionaras tus problemas. Tú mismo provocaste su alejamiento, no estas en posición de reclamar nada.


— Acaso no entienden que acabo de perder a mis hijos y que Sherlock volvió a abandonarme. Siempre fue un maldito... - antes de concluir la frase recibe una bofetada de Molly, que tenía los ojos a punto de llorar.


— Gracias a tu absurda actitud, Sherlock ha vuelto a recaer en las drogas. Hace un par de días lo encontré en el laboratorio, estaba totalmente... - aprieta los dientes y contiene las lágrimas - A donde fueron a parar tus malditos sentimientos por él, ¿acaso su vínculo no era tan fuerte? Si quieres continuar viviendo en el pasado, ¡hazlo!, nadie te va a detener, pero primero deja libre a Sherlock. Estoy segura que él lo superará, no debería estar con una persona que tiene unos sentimientos tan débiles-.


— Yo... yo no sabía que Sherlock...- siente escarapelarse la piel.


— En sus momentos de delirio la única palabra que repetía constantemente, era tu nombre. Nunca pensé verlo en tal estado - las lágrimas caen una tras otra - dime porque has permitido que la situación llegue a un punto crítico. Pensé que su amor podría durar por siempre, pero aquí estoy parado frente al supuesto amante de Sherlock que solo se dedicó a perderlo. No te comprendo -.


— Ni yo a mí - se acerca a la joven para consolarla - lamento haber ocasionado tantos problemas, al extremo de lastimas a todos ustedes. Prometo arreglar las cosas entre Sherlock y yo, por ello necesito saber dónde se encuentra él ahora-.


— No debería decirte, pero... lo deje hace un momento en el laboratorio. La única persona que necesita eres tú


— Lo sé y por eso estoy eternamente agradecido contigo por cuidarlo mientras yo no estuve. Gracias por todo Molly - le ofrece un abrazo.


Enmienda la situación, fue a tomar una ducha. Puso fin a su aspecto melancólico de toda una vida, se rasuró y abandono ese pijama que fue como una camisa de fuerza. Con un nuevo cambio de vestimenta fue al encuentro con su amado detective. Durante el trayecto, buscó en su mente las palabras adecuadas para disculparse y hacerle entender que ninguno era más culpable que el otro. Cada instante sentía palpitar su corazón intensamente, las manos temblaban un poco; era como un adolescente a punto de pedir perdón a su pareja por un pleito absurdo. Pidió al conductor ir más deprisa porque era incapaz de seguir conteniendo sus sentimientos; quería verlo, besar sus labios y sentir el toque de esas manos por todo su cuerpo.


Por otro lado, en el laboratorio se encontraba Sherlock sentado en el piso con la mirada perdida. Saca del bolsillo de su saco una cajetilla de cigarros, coge uno y lo coloca en la boca. Busca un encendedor en sus bolsillos, al no encontrarlo maldice y arroja el cigarro contra la pared. En el corredor del edificio se escuchan unos pasos aproximándose, a pocos metros de distancia el detective reconoce a quien pertenecen esas pisadas firmes. Espera a la persona sentado al otro extremo de la habitación. La puerta se abre, al mismo tiempo Sherlock levanta la mirada.


— Es mejor que regreses por donde viniste Mycroft


— Has tocado fondo querido hermano, mírate estas hecho un vago- se acerca y le patea el zapato-levántate que nos vamos-.


— No iré a ningún lado. Te sugiero busques a otra persona


— Si hubiera encontrado alguien mejor que tú, no estaría aquí. Además me debes un favor y hoy es el momento adecuado para saldar cuentas. Sé muy bien que prefieres estar en otro lugar, que permanecer más tiempo en esta ciudad. Te ofrezco una solución y piensas rechazarla


— Si ya terminaste de hablar, mejor nos vamos - se levanta

 

 

Salen del edificio, pero Sherlock detiene su caminar a pocos metros del automóvil estacionado, mira a lado derecho y solo observa personas caminando en la inmensidad de la calle. Voltea a su izquierda, el mismo panorama, experimenta sensación de decepción. Pero desconocía el origen de aquella sensación extraña, así que continuó caminando y de nuevo volvió a detenerse a un paso de subir. Si no fuera por la llamada de atención de Mycroft, él hubiera permanecido parado hasta que esa persona predestinada llegara. Athena le entrega una carpeta conteniendo toda la información de su próximo caso. En primer momento, Sherlock revisó los documentos por compromiso, pero unos segundos después su atención fue absorbida totalmente por la magnitud del caso en cuestión. Mycroft sonríe al verlo tan animado, volvía a ser el mismo.


Cuando el automóvil inicia su marcha, un taxi se estaciona en el mismo lugar y John baja apresurado. Corre a toda prisa por las instalaciones del edificio, llega al lugar indicado, respira hondo antes de abrir esa puerta. Entra y primero lo busca con la mirada, al no encontrarlo empieza a llamarlo; el lugar estaba vacío como su corazón. Desesperado busca a Sherlock en los demás ambientes posibles donde pudiera estar; cada habitación vacía aumentaba su ansiedad que termino convertida en llanto. Lo único que obtuvo de él fue su ausencia y la colilla del cigarro tirado en el piso; aún conservaba el aroma del detective, quien llega al aeropuerto en compañía de su hermano.


— Estarás una temporada fuera del país, espero que te sirva de lección para detener esa absurda actitud tuya. Has estado desperdiciando tus valiosas habilidades en todo este tiempo.


— Será como unas vacaciones - se burla de Mycroft - antes de partir, podría despedirme de John


— ¿Aún estas interesado en él?, pues tu petición es denegada. Si quieres verlo primero termina tu misión y después eres libre de hacer lo que tú quieras - ve como su hermano aborda el jet privado, a punto de cerrar la puerta, agrega- Descuida el doctor Watson será vigilado, si eso te preocupa. Concéntrate y no pierdas el objetivo asignado-.

 

 

Los días pasaron lentos como su agonía ya que ningún mensaje era contestado, ni las llamadas; todo intento por saber el paradero de Sherlock era nulo y esto logró desesperar aún más a John. Agotó todos los medios posibles para encontrar una pista que lo lleve hacia él, en ocasiones estuvo a punto en recaer en la depresión. En medio de todo dolor, John escuchó la dulce tonaba del violín de Sherlock, resonar en su habitación. De inmediato le hizo recordar esos recuerdos agradables pertenecientes al pasado donde ambos compartieron momentos de felicidad. Esa melodía logró olvidar todos los pesares del corazón y al fin halló la tranquilidad que tanto busco. Ya un poco mejor de la pérdida de sus pequeños, ocupo su tiempo arreglando el piso y retomar su vida. Sarah volvió a ser contratada por Mycroft, está vez era encargada en vigilar el bienestar de John durante la ausencia de Sherlock.

Al poco tiempo ella terminó siendo la compañera ideal para él; eran inseparables. Así John fue olvidando a su amado no del todo ya que cada día le enviaba mensajes diciéndole lo que hacía, claro no todo como las "citas" que tenía con Sarah. Nunca olvidaba agregar en los mensajes cuanto lo amaba y aguardaba su regreso. Así pasaron dos meses, en un día de esos John volvía de realizar las compras, cuando llegó a la entrada encontró la puerta abierta. Sube al piso de arriba y encuentra a Irene Adler sentada en el sillón que le pertenece a Sherlock.


— Como ha estado doctor Watson - saluda sonriente


— Qué haces aquí...-frunce el ceño y deja sus compras sobre la mesa - no esperaba visita, menos la tuya. ¿Cómo entró aquí?


— Sherlock me dio una copia - muestra la llave - Después de nuestro último encuentro me dijo que podría venir a visitarlo cuando yo quisiera. Termine algunos asuntos y como estaba cerca vine a verlo.-


— ¿Su último que?-comienza a perder la paciencia


—Encuentro, acaso aun piensa que el coma del detective fue de verdad - preguntó con una leve sonrisa en sus labios - fue mentira, era parte de nuestro plan y parece que funcionó a la perfección-.


— ¡Claro que no lo era!, él entró en coma, yo lo revise personalmente


—Sigue siendo tan ingenuo doctor Watson, me da lástima... El coma de Sherlock fue inducido. Porque cree que prohibieron las visitas, la respuesta es simple: para que él saliera de ahí cuando quisiera - da unos pasos - En cierta oportunidad vinimos aquí y adivine que sucedió-.

 

Notas finales:

Iba a suspender por un tiempo el fic, sugerencia de mi Beta, pero al final decidi  continuar; con un ligero retraso en algunas ocasiones.   


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