Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una y otra vez por azumicard

[Reviews - 54]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Sin despegarse de la boca de John, inicia a despojarlo de sus prendas, adornando el piso con ellos.  Deja que su mano descienda hacia abajo entre las piernas de John que se estremece mientras le quita la apretada camisa al detective. Envueltos en la pasión, elevan la temperatura corporal cuando Sherlock toma el cuerpo de su amante para colocarlo de rodillas sobre el piso. De atrás sus labios recorren la espalda, cada beso era delicado y a la vez profundo; deja marcas.  Empuja el tórax del doctor contra la alfombra y levanta su cadera. Antes de continuar no evitar deleitarse con magnifica vista. Se ubica en su posición   y  lo  penetra de golpe, sin preparación alguna debido al escaso tiempo. Apresura sus movimientos desenfrenado, logando ofrecer placer a John, quien gemía de una manera sorprendente. La conexión entre ellos era perfecta. Sherlock estaba bajo una gran presión por haber introducido su hombría dentro de él.  Empuja la cabeza de John contra el piso mientras él estira sus manos hasta llegar a la mesa donde se encuentra su portátil. Sorprendentemente retoma su labor y a la vez penetra más profundo, provocando robarle la conciencia.

 

—  ¡Aaahhahah mas...más! sh...sherlock!- jadea babeando completamente sumergido en el éxtasis. Jamás había sentido tal excitación -¡Mmm...!  - aprieta sus labios arañando la alfombra-me... Ah...Oh ¡¡Aaah...! -aprieta el miembro de Sherlock y se corre - haaa-jadea y cae inconsciente dando espasmos de placer.

 

 

El ritmo cardiaco de ambos aumenta,  también la temperatura corporal se eleva.   Sherlock aprieta su boca contra la espalda de John y lo muerde obteniendo un grito agudo, incentivado  repetir la acción.  Por alguna razón, John dejó salir su voz a pesar del cansancio, pero su cuerpo estaba envuelto en excitación y su mente estaba extrañamente tranquila.  Entre gritos, jadeos, el sonido inconfundible del móvil rosa es notorio. Deja libre una mano para buscarlo y contestar.

 — Se van a cumplir las tres horas… tic tac tic tac  necesito la respuesta – habla Moriarty

 

 — Todavía no llego a...  – Sherlock Arremete contra John mientras contesta - Tu respuesta continuara en espera hasta el momento adecuado. Ahora estoy ocupado en otro asunto 

 

—  Que asunto puede ser más importante que la vida de… - no termina de hablar al oír  las pieles chocar - ¡Nooo! – enfatiza- Estas haciéndolo con tu amado doctor Watson mientras sus hijos están secuestrados -ríe- ¡no puedo creerlo! Simplemente parecen animales en celo-.

 

—  Mis asuntos no te incumben… - corta la llamada,  deja caer el móvil  y de una certera estocada logra venirse

 

 

 

John  abre los ojos de golpe sintiendo esa sensación caliente dentro de él que tanto  le encantaba. Aprieta su entrada, se aferra a la alfombra y logra venirse por segunda vez. Sherlock  permanece dentro de John varios  segundos más tarde de haber  experimentado un orgasmo. Antes de salir  mira el cronometro, recorre con sus manos frías  esa espalda  marcada con anterioridad.  Acto después,   gira su  rostro y comparte un último beso íntimo, deja a John recostado en el piso, él aun daba  espasmos de placer. El detective vuelve a concentrarse en la respuesta, tanto mente y cuerpo estaban relajados; estado ideal para emitir  una deducción acertada.  A escasos minutos del plazo tiene  un problema mayor: hay dos argumentos opuestos entre sí. Sin embargo, ambos se complementan  y se necesitan el uno al otro para poder existir. La cuenta regresiva empieza y Sherlock está indeciso, cierra los ojos para buscar la respuesta dentro de su palacio mental.  El leve gesto de satisfacción en su rostro era señal evidente que encontró al fin la respuesta.  Efectivamente, coge el móvil  a  siete segundos  antes que el plazo concluya, envía un mensaje. 

 

Regresa  solo en busca del cuerpo que dejo tirado en el piso, por detrás del cuello deja un beso  y le susurra – terminó el juego -  como respuesta John estira los brazos para que  lo cargue hasta el sofá.  Sentados, Sherlock ofrece su camisa para que se cubra, como era de esperarse  le quedaba grande.   Acabó de abotonarse  y ataca el cuello del detective con un beso, enseguida se acomoda  en su entrepierna,  mientras se mueve, lo despierta nuevamente.  Contiene ese deseo  lujurioso  hacia su amante porque  sabía que si sucumbía  a la tentación abusaría de él durante la noche. Se limitó acariciar su rostro y ofrecerle una sensual mirada. 

 

Mientras John se va a la ducha, Sherlock se acomoda su ropa desordenada.  El móvil rosa anuncia la llegada de un nuevo mensaje.  Efectivamente, era las coordenadas del lugar donde supuestamente deberían estar los hijos de ambos.  Llamó varias veces a John para que terminara de secarse y cambiarse.  Los dos cogieron sus prendas del perchero, bajaron a toda prisa y abordaron un taxi rumbo al lugar pactado.  En esta ocasión, el sentimiento maternal de John, le decía a gritos que al fin vería a sus dos pequeños. Apretó con fuerza la mano de Sherlock, fue correspondido con otro mucho más intenso.  Con una sonrisa en los labios, entraron al edificio, recorrieron varios ambientes antes de llegar al sitio indicado. Abren la puerta y encuentran a Moriarty parado al frente de ellos con las manos en los bolsillos.

 

— Tanto tiempo sin verlo doctor Watson -sonríe- bienvenidos sean -los mira fijamente-  Si las miradas mataran, ahora mismo estaría agonizando. Acaso no te divertiste sexy, les ofrecí una experiencia absoluta. Quizás no tanta como su último encuentro, pero al menos el detective volvió a sentir esa adrenalina recorrer por sus venas.  Por eso la    oscuridad suele ser más entretenida que la luz  -se acerca a ellos – No me odie doctor Watson, solo busque algo de entretenimiento. Los humanos son tan aburridos.

 

— Odiar a alguien es darle demasiada importancia a esa persona – John responde ásperamente

 

—  Vaya, no soy digno de tu odio, interesante – retrocede –  la unión con otro es  fuente de gran parte de la infelicidad, he aquí el claro ejemplo – mira directamente a Sherlock y hace una mueca de decepción-  A pesar de todo lo que has hecho  y la persona que te has convertido, encuentro en ti un desafió  y sigues estimulándome.  Por suerte  para los dos el mundo siempre nos regala una nueva diversión Lamentablemente  dependes de la existencia del doctor Watson; se ha convertido en  una parte fundamental en tu vida y esencial  para  mis planes.   

 

—  Es una razón trivial, viniendo de ti

 

—  Todavía eres de utilidad, Sherlock. Espero que por tu propio bien vuelvas al juego muy pronto porque este solo fue un saludo de  bienvenida.

 

—  Volveré cuando sea el momento indicado, no tendrás toda la diversión para ti solo.  Por  ahora cumple tu palabra 

 

 —  Vas muy rápido… - chasquea los dedos – Aquí está su recompensa por terminar el juego satisfactoriamente - entra Sebastián sosteniendo con ambas manos un moisés y lo deja en el piso- awwwshhh están dormidos.  Me gustaría conservarlos, sin embargo un trato es un trato.  Si los quieres ven por ellos – los desafía  abiertamente, pero el único en dirigirse hacia él es Sherlock.  Frente a frente, Moriarty le susurra – Cuida bien a esos tesoros, sexy, de lo contrario los volveré a utilizarlo en tu contra, al igual que a tu amado doctor Watson – termina su amenaza y  camina  hacia la salida en compañía de Sebastián, ambos  desaparece en la oscuridad de la noche.

 

John respira profundo antes de ir al encuentro esperado por mucho tiempo; era un manojo de nervios.   Avanzó con pasos tan tembloroso como sus palabras, sentía una especie de corriente eléctrica  recorrer su cuerpo cuando la distancia era cada  menos. Sin darse cuenta estaba a unos centímetros del moisés a sus pies.  Cerró los ojos por una fracción de segundos como si en ese tiempo hubiera recordados  los últimos nueves meses de su vida. Al volver a la realidad, encontró a Sherlock dirigiéndole la mirada más amenazadora.  Arrodillado,  lentamente va retirando  el velo que cubría  el moisés, revelando la verdad  negada.  Había dos hermosos bebés durmiendo tranquilos, uno al lado del otro. Eran como dos gotas de aguas; idénticos en apariencia. Ambos tenían el mismo color de cabello que John, pero la forma ondulado como su otro padre. 

 

La emoción abrumó  demasía a John, fue incapaz de controlar sus reacciones: los ojos se llenaban de lágrimas, el cuerpo temblaba  levemente, las extremidades se rehusaban a obedecerle. De pronto rompió en llanto silencioso, todos esos sentimientos reprimidos sumergieron sin previo aviso. En un descuido las lágrimas caen cerca del rostro de uno de los bebés, despertándolo de inmediato. En el instante de abrir sus pequeños ojitos, deja a relucir el mismo color de ojos deldetective; una gama indeterminado, entre azul y verde. Daba la impresión que miraba a sus dos padres, luego  abrió su boquita como si realizara un bostezo, en cambio su hermanito dormía tiernamente. Los escasos movimientos realizados por el bebé son observados atentamente por Sherlock y John.  Al poco tiempo,  vuelve a cerrar los ojitos, anunciando su tiempo de descanso a un día agotador para la nueva familia. El acto enternecedor, condujo a John a derramar más lágrimas de felicidad, los cuales fueron limpiados por el detective, luego lo tomó entre sus brazos para confortarlo.

 

— Al fin todo terminó… - susurra  John

 

—   Volvamos

 

 

Con sumo cuidado trasladaron a los bebés hasta Baker Street. Fueron muy silenciosos en subir al segundo piso, debido a dos motivos principales: no despertar a los gemelos y  ocultar la increíble noticia  a la señora Hudson,  ya que explotaría de felicidad, armando un escándalo con tendencias a irrumpir la tranquilidad de los nuevos integrantes. Acomodan el moisés sobre el sofá, John no quita esa sonrisa boba  del rostro, aún le parecía un sueño el hecho de tener a sus dos hijos a su lado. Sherlock permaneció parado como si fuera un perro guardián, él también se contagió de la ternura de aquellos dos seres pequeños durmiendo plácidamente, tan inofensivos frente al mundo

 

—   Quisiera  verlos despiertos, ya quiero tenerlos en mis brazos

 

—  Están cumpliendo el flujo de sueño para su edad. No llevan más de dos días en el mundo exterior. Fíjate – señala algunas partes de los bebés- Han cumplido el estado de gestación dentro de una incubadora, debido que los sacaron de ti, dos meses antes del nacimiento.

 

—   Tienes razón Sherlock -  suspira – son tan hermosos que no puedo contener las ganas de arrullarlos – acaricia el rostro de uno de ellos despertándolo y  mueve su cabeza de lado a lado. En seguida abre su pequeña boca - creo que tiene hambre...

 

—  Qué va comer – pregunta Sherlock con el ceño fruncido.

 

—  Pues leche. Quédate aquí cuidándolos -  va a la cocina - Creo que Sarah dejó leche la  última vez que estuvo aquí. Sin embargo, los bebés necesitan  leche de fórmula. 

 

—  John, despertó el segundo -  avisa alarmado porque no tenía la mínima idea que hacer. El primer bebé parpadea y bosteza mientras el otro se movía mostrando incomodidad - ¡Apúrate John! Creo que van a llorar - Queda atrapado en la mirada de los gemelos.

 

— No hay biberones, que vamos hacer… – se acerca y ve la escena más inusual  -  No me digas que tienes miedo a dos recién nacidos. Puedes enfrentarte cualquier peligro pero no a tus propios hijos – ríe

 

 

El detective abandona el lugar en busca de la señora Hudson, si se trataba del cuidado de un par de bebés, la persona indicada era ella. -  Es una mujer, definitivamente tiene ese instinto maternal que todas las mujeres poseen – fue la lógica de Sherlock.  Entre tanto John compartió el primer abrazo con sus hijos, sin duda, uno de los acontecimientos que marca y define en gran medida el lazo afectivo. La calidez que emitía ese pequeño ser, llenó de alegría a su padre. Con mucho cuidado los cargó, perfectamente logró arrullarlo en un solo brazo.  Colocó una mano en su colita, sosteniéndole la espalda, la nuca y la cabeza con el antebrazo. Gracias a Sarah aprendió  algunas cosas  que debía saber cómo futuro padre durante su estadía en la residencial, antes del secuestro. Llevaba nueve largos meses esperando  ese momento tan importante en su vida.  Y debido a circunstancias inesperadas sus hijos fueron arrancados de su vientre; negándole su primer contacto  con ellos.  Pero, compensaría el tiempo perdido, así que mientras lo mecía, empezó a hablarle tiernamente. Entablaron contacto visual porque todos los bebés al nacer buscan contacto visual con su madre. 

 

Tardan en regresar casi una hora porque al enterarse de la grata noticia, la señora Hudson casi sufre un ataque, pero fue opacado por la felicidad. Le tomó varios minutos tranquilizarse y procesar la información. Parecía que ella era la más afectada de los tres.  Muy emocionada, obligó al detective acompañarla a realizar las compras correspondientes: productos básicos que necesitarían los gemelos durante su primera noche.  Cuando John, acostó a uno de los bebés, vio a  Sherlock entrar a la habitación con varias bolsas de compras, detrás de él, apareció la  señora Hudson.

 

—  Fueron unos desconsiderados al no avisarme antes de la maravillosa noticia. Es un milagro que estén con vida…– queda muda unos instantes al ver a los bebés durmiendo en el moisés-  Ohhh que adorables, son realmente muy hermosos – queda conmovida.

 

—  Son sus nietos señora Hudson

 

—  No saben lo contenta que me siento al  verlos juntos otra vez, ahora son una verdadera familia. Esos angelitos van a llenar sus días con mucha felicidad – permanecen en silencio los tres – Deben estar hambrientos, iré a preparar los biberones- se retira hacia la cocina, deja  a la pareja a solas.

 

— Estoy agotado, fueron muchas emociones para un solo día –  coge la mano de Sherlock para entrelazarlo con la suya. Parados frente a frente, John no duda en besarlo tiernamente – Te amo Sherlock -.

 

— Yo también – devuelve la muestra de afecto con un beso en la frente y susurra -  Estarás más agotado cuando los bebés se duerman.

 

—  Que insinúas…

 

 

Su último encuentro íntimo  había dejado parcialmente excitado a los dos,  pero el deseo de John era más intenso, quería algún tipo de contacto en ese preciso momento.  Llevando  apegar aún más su cuerpo contra la del detective que seducía a su amante con la mirada. Cuando Sherlock está a punto de contestar,  la voz de la mujer mayor resuena  desde al fondo, interrumpiendo  el momento.

 

—  ¡Compórtense los dos! Puedo verlos desde aquí y también oírlos.  Acaso olvidaron que desde hoy tienen una responsabilidad con sus hijos.  - los regaña - esos angelitos necesitan alimentarse ahora y no ver a sus padres amorosamente

 

 

John se aleja decepcionado,  va a ayudar a la señora Hudson. Su clase privada de cómo preparar la leche había iniciado.  Entre tanto el  detective  suspira y  lleva su cabeza hacia atrás intentando seguir con la mirada a su amante.  Regresa la mirada al   oír un llanto, solo se queda mirando sin hacer nada. Sin duda sus amplios conocimientos  en distintos campos de la ciencia, no fueron útiles al momento de lidiar con dos recién nacidos.  Optó por establecer contacto visual; otra manera de comunicación.  Esos pequeños ojos miraban atentamente a la persona que tenían frente de ellos, uno de ellos le regalo una ligera sonrisa. Inquieto va en busca de John por ayuda y deja completamente solos a los gemelos. La ausencia conlleva al llanto de uno de ellos,  enseguida el otro también se une al concierto. 

 

—  Si no estuviera aquí con ustedes que desastre hubieran hecho con sus hijos - coge un de los biberones  y toma en brazos al bebé que llora más intenso - ya, ya, ya  hora de comer - le da el biberón -  John tienes que darle al otro

 

—  Ven aquí pequeño- lo levanta cuidadosamente y le da de comer.  El bebé empieza a chupar- como toma...- se deleita- Sherlock no  quieres intentar -.

 

—  Lo haces bien John, continua  - se va a sentar

 

— ¡Sherlock! tienes que aprender a darle de comer a tus pequeños, John no será el único encargado; como padres van a compartir responsables –reclama la señora Hudson – A partir de este día  van a cambiar diferentes aspectos de su vida.

 

 

 

El detective recibe al bebé con sus brazos tensos, no sabía cómo sostenerlo. Experimento miedo después de mucho tiempo, sintió que ese delicado cuerpo podría ser quebrados por sus largas y firmes manos. Pero esos temores desaparecen cuando John va instruyendo paso a paso el procedimiento. El bebé llora intensamente al no tener el biberón en sus labios.  John se apresura  toma la mano de  Sherlock para guiar la mamila a la boca del bebé. La señora Hudson ve feliz a los padres primerizos.  No puede contener reírse mientras observar al detective tan rígido como una piedra y  tener ese rostro de interrogación; la persona más astuta de todo Londres no podía  con un recién nacido. Por suerte tenía al doctor Watson para compensar el lado humano del que supuestamente carecía.  El proceso de alimentación no les lleva mucho tiempo, tomaron lo necesario, pero si les advirtió su casera que durante la madrugada van a despertar por lo menos dos veces. El llanto del bebé será por hambre, la diferencia entre ese llanto y otro  es el rítmico; y la voz no demasiado aguda. Típicamente el bebé llora durante un rato corto, deja de llorar brevemente, vuelve a llorar, hace otra pausa, y así sucesivamente.  También deberían  observar la presencia de otros signos, como que el bebé abra mucho la boca, se chupe el dedo, o busque con su boca el biberón. Atentamente John escucha la explicación.

 

—  ¿Y dónde van a dormir los pequeños? - pregunta su casera

 

— De momento en la habitación de Sherlock, es la más cercana. La llegada de los bebés,  nos tomó de sorpresa; estamos en un verdadero aprieto  porque no hicimos ningún preparativo.  Nos acomodaremos por esta noche, mañana iremos a comprar ropa y algunas cosas para ellos. Gracias por su ayuda señora Hudson, si no estaría aquí, estaríamos muertos.

 

— No  tienes nada que agradecer querido, ustedes dos son como unos hijos que ahora han formado una familia. Lo mínimo que puedo hacer por ustedes es  ofrecerle mi apoyo incondicional, de igual manera mis conocimientos sobre la crianza de un niño. El instinto maternal todas mujeres tenemos, se activan con la llegada de un hijo, ya pronto vas a experimentarlo- mira a John -  Ser madre es un privilegio divino y tú has sido bendecido con dos seres muy hermosos.   Y tu Sherlock espero que no dejes todo el trabajo solo para John, voy a estar vigilándote.  A juzgar por sus rostros, están cansados, así que voy a retirarme.  Cuiden mucho a esos dos angelitos  y a ustedes no se les ocurra nada -enfatiza -  Ya no están solos como antes -.

 

—   No prometo nada - murmura Sherlock

 

—  De nuevo gracias, puede ir a descansar- la acompaña afuera y cierra- Fue un día realmente agotador, lleno de muchas emociones ¡Estoy muerto! Y solo es el primer día, no quiero imaginar cómo serán los siguientes meses – llevan a los gemelos a la  habitación respectiva  -¿Ya están dormidos? – se acerca a verlos,  uno de los gemelos estaba aún despierto, mirando atento a sus padres. Decide mecerlos en sus brazos y lograr así conciliar el sueño.  Luego de un corto tiempo el bebé bosteza, da una última mirada  y cierra sus ojitos ante la mirada emocionada de John -  eso fue tierno… son tan perfectos  - los  abriga sobre la cama.

 

— Son perfectos como tú – habla Sherlock desde la puerta

 

— Pero la belleza lo sacaron de ti - se para delante de él para besar sus labios. - Sherlock cómeme esta noche-.

 

La respuesta   llega de inmediato, el detective lo toma del brazo, arrastrándolo a un lugar propicio. Empujó fuertemente el cuerpo de John contra la pared, inicia un beso más profundo que el primero. Aquí sus labios buscaban desesperadamente el contacto del otro, succionaban todo el interior en busca del néctar incomparable.  Las manos traviesas de Sherlock  se escabullen debajo de las prendas de John, una de ellas termina  acariciando el miembro de su amante, mientras  la otra recorriendo el dorso.  El estímulo hacia su parte baja lleva  interrumpir el beso lujurioso  por jadear, pero es callado por esos labios jugosos dispuesto a seguir jugueteando. Sumergidos en tal magnifica excitación, Sherlock busca más contacto físico, llevando a frotar su miembro contra el de John.  Una corriente eléctrica recorre todo su cuerpo, ambos jadean, de inmediato sus manos cubren la boca del otro; una reacción involuntaria para no despertar a sus hijos. Se apresuran en llegar a la habitación de John, donde tendrían privacidad,  caminan en dirección de la cama, sin romper ese beso fogoso. Terminan recostados,  de un tirón se deshacer de las prendas, dejando solo en bóxer a  John, quien se relame al ver a Sherlock tan intenso y seductor. Dispuesto a iniciar su noche romántica suena el móvil del detective insistentemente, estropeando el momento que tanto habían esperado. Contesta desganado, su rostro de enojo se transforma en una de incógnita y sale de la habitación dejando a un John bastante excitado.

 

Todo parecía  apuntar que el detective no regresaría al departamento durante toda la noche.  El doctor Watson era oficialmente el encargado del cuidado de los gemelos en su primer día como integrantes de la familia Holmes. Su amante evadió las supuestas responsabilidades compartidas;  porque la vida rutinaria formaba parte de ese vació inexistente.  Cosas tan triviales  lo llevaría aburrir su mente  brillante.  Pasado el mediodía Sherlock regresó, primero va a la habitación donde se encontraban los bebés durmiendo profundamente. Se queda contemplando  a los pequeños como si fueran objetos de estudios para algún experimento; emergen sentimientos nunca antes había experimentado. Confundido decide regresar a la sala de estar, donde John dormía plácidamente sobre el sofá. Se aproxima al  cuerpo de John y antes de despertarlo acaricia su rostro con delicadeza.

 

—  mmmm… -se remueve y abre los ojos- ya estás aquí- le besa- Eres un maldito infeliz por dejarme el trabajo solo para mí.  He perdido la cuenta de las veces que despertaban en busca de leche. A eso tienes que agregar el cambio de pañal, arrullarlos  y…  - le mira directamente a los ojos -  Te odio Sherlock – con el  índice da un pequeño golpe en su frente.

 

— Nadie dijo que sería fácil esta labor. Estar en vela arruino tu estado de ánimo – le da la espalda, ocasionando que John se enoje más  y  ataque su cuello con una mordida que hizo gritar al detective.  Siguiente movimiento,  tirarlo sobre la cama- Este juego es de dos -  se levanta y como si fuera un niño malcriado sienta a John sobre su regazo.

 

— No me dejaron dormir en toda la madrugada- reclama - Uno de ellos no paraba de llorar, fue una experiencia angustiante y casi dolorosa; es como si algo te desgarrase por dentro. Es increíble el poder que tiene el llanto, crea un estado de ansiedad y de alerta brutal.

 

— Son bebés,  lloran casi todo el tiempo: al despertar, cuando quieren dormir o comer; es un ciclo interminable.

 

— También saben cuándo molestar - sonríe y se sube sobre su amante- Sherlock quiero leche- lame sus labios y frota sus caderas contra la entrepierna de su amante que responde con unos movimientos acertados en la parte baja – ¡AHHH!... la mejor leche que he probado… -  emite gemidos silenciosos.

 

— Vamos a retomar nuestra noche anterior -  deja caer el cuerpo de John y  él se coloca encima dispuesto a compensar su ausencia, pero el llanto de los gemelos  interrumpió el encuentro frustrado dos veces.  

 

— No puede ser… no otra vez- suspira- Es tu turno Sherlock

 

— ¿Turno?, nunca llegamos a un acuerdo

 

—Solo ve y fíjate que estén bien. Iré a preparar sus biberones

 

Se levantan de su lugar cómodo, John bosteza mientras camina en dirección hacia la cocina. Después de estirar piernas y brazos, se dispuso a realizar su labor que  aprendió la noche anterior.  Entre tanto, Sherlock  estaba parado  a poca distancia de los bebés,  puso en prueba   su capacidad deductiva con ellos.  No logró descifrar el enigma  por el cual sus hijos lloraban inconsolablemente. Solo sabía que no es debido a la falta de alimento sino era una distinta. Avanza unos pasos más, acortando la distancia,  se queda  mirándolos como si con su mirada producirá algún efecto mediador. Obtuvo un llanto más profundo en uno de ellos, el otro bebé dejo de llorar al tener un rostro conocido. Estira  sus manitos y su padre aproxima su mano lentamente.  Inesperadamente el bebé coge uno de los dedos de Sherlock, bosteza y cierra sus pequeños ojos. A pesar de la poca fuerza ejercida en el agarre, el detective sintió que una presión desconocida le tenía prisionero. Mira a todos lados, intenta hacer lo mismo con el otro bebé, pero recibe un llanto  como respuesta inmediata.

 

— Me equivoque al pensar que querían comer – John entra a la habitación -  solo quieren ser cargados y  mimados cada vez que lloran; buscan afecto - lo levanta y el llanto cesa- tomarlo en brazos contribuye a su tranquilidad, protección e incluso tiene efectos terapéuticos, tanto para el bebé como también a los padres.

 

— Debiste venir antes y no dejarme lidiar con esta situación incómoda  

 

— Son tus hijos, demuestra un poco de afecto hacia ellos- regaña- hoy quiero ir de compras, tenemos que comprarles ropa, juguetes, también…- mientras continua nombrando las cosas, el bebé le mira atentamente-  vamos a remodelar mi habitación porque  ahí será su nuevo lugar. Mientras tanto seguirán durmiendo aquí durante el tiempo que dure la remodelación.

 

—  Perfecto, tendremos privacidad…

 

—  Deberías estar contento, ya que estarán a nuestro lado por poco tiempo, después  la distancia entre ellos y nosotros será más extensa -   llena de besos a uno de ellos, antes de acomodarlo  junto a su hermanito.

 

— John… seria tan amable de brindarme tu ayuda - con la mirada señala el agarre del bebé

 

—  Busca el cariño de su padre. Es una ocasión oportuna para entablar una relación afectiva con tu hijo - besa la frente de Sherlock-  Los dejare solos, voy a ir a cambiarme para salir de compras.

 

— “Vas a pagar por esto John” –susurra entre dientes.

 

Se queda inmóvil, experimenta una sensación extraña al sentir el toque del bebé sobre su mano.  Busca dentro de su palacio mental alguna información que le ayude lidiar con la situación. Tenía esos  diminutos ojos, mirando fijamente su rostro, era imposible no quedar atrapado a tanta ternura.  Decide imitar las mismas caricias que realizó, John: acaricia el rostro del bebé  y empieza a hablarle. Intercede su liberación mediante argumentos válidos que no fueron escuchados por su hijo. Cuando se dispuso retirar el dedo, el bebé estaba a punto de llorar

 

— Eres un pésimo padre, Sherlock – Habló la señora Hudson, entrando a la habitación en compañía de Molly-  No prives a tus hijos del cariño de su padre; a ellos les encanta que lo cojan en brazos y los arrullen tiernamente. 

 

— Solo intento recuperar lo que me pertenece, es todo – un rápido movimiento logra liberarse del agarre.

 

— Oh, mi Dios. Qué acabas de hacer, Sherlock – el bebé empieza a llorar, de inmediato la señora Hudson lo toma en sus brazos para tranquilizarlo – Ninguna palabra que he dicho has escuchado… - mientras le habla al bebé, va meciéndolo-  Es necesario que los bebés  sienta afecto y protección, pues esto le dará la seguridad que ya tenía  cuando estaban en el interior del útero de John…

 

 

La señora Hudson inicia el sermón  dirigido al detective, debido a su carencia de sensibilidad. Como era de esperar,  él  no prestó atención en lo absoluto, sino estuvo sumergido en sus pensamientos.  El excesivo ruido, terminó por despertar al otro bebé, en vez de llorar solo abrió sus pequeños ojos y luego  chupan las manitas.  Era evidente que era una señal que tenía hambre, así que Molly fue la encargada en traer los biberones, con anterioridad John había preparado.  Gracias a las indicaciones de la señora Hudson, Molly fue capaz de alimentar a uno de los gemelos.  Los nervios de la joven  desaparecieron al comprobar que el bebé a su cuidado, chupaba con intensidad  la leche.

—  Son muy hermosos  - embobada habla Molly

 

—  Lo son. Sherlock los hizo después de todo- responde John desde la puerta.

 

— No merezco todo el crédito, tú los llevaste por siete meses – intervino Sherlock

 

— Tiene razón, soportaste todos los síntomas que conlleva un embarazo, los cambios de humor y otros factores que no en necesario mencionar – dijo la señora Hudson- La espera fue muy larga, pero al fin están con ustedes.

 

— Como son gemelos, heredan exactamente los mismos genes de su madre, pero distintos genes de su padre. No comparten la  totalidad de su genoma – Sherlock se cerca donde está John – A partir de ahora están bajo sus cuidados hasta que regresemos.

 

 

Inesperadamente, Sherlock coge del brazo a John y lo arrastra fuera de la habitación. Tanto   Molly como la señora Hudson quedan sin reacción por varios segundos hasta que uno de los bebés retira su boca del biberón, anunciando que estaba satisfecho.  La huida de los amantes termina en la sala de estar. 

 

— ¿Qué sucede? - le mira asombrado por la reacción espontánea- Creí que iríamos a comprar las cosas para los gemelos

 

— Eso pueden esperar – empuja su cuerpo contra la pared, introduce las manos por debajo de la camisa de John.  Atrapa los  deliciosos labios de su amante que empezaba a calentarse porque la  pierna del detective  rozaba el miembro del otro.    — ¡Ahhhh!... ¡ahhhh! - jadea moviendo su cadera-  Eres muy travieso – relame sus labios y se saca la camisa sensualmente. Pretende hacer lo mismo con Sherlock, pero él tenía otros planes.  Toma prisionera  las muñecas de John y las lleva encima de su cabeza,  Ejerce más presión  en su cuerpo, mientras comparte un beso.

 

— Fin del juego – susurra  mientras atrapa su mirada

 

—  ¡¿Qué?! -frunce el ceño – Espera… no pensaras dejarme así… ¿otra vez? 

 

— Tu castigo por no ayudarme   - sonríe y se aleja -  Termina de arreglar esa camisa, tenemos demasiadas compras por realizar, el día será corto – Su tercer intento fue intencionalmente frustrado.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).