Un Amor Destinado
Capitulo 8: Un Tormentoso Vuelo y Una Dulce Llegada.
-¡Basta ya! Está consiguiendo hartarme, señorita y si ha sido tan idiota como para subirse a este avión en sus condiciones NO-SE-META-CONMIGO-O-NO-PODRÉ-AYUDARLA-Y-AHORA-ENFOQUESE-EN-TRAER-A-SU-BEBE-AL-MUNDO-dijo con enojo Harry, sacándose del agarre de aquella chica, pues verdaderamente no la soportaba mas, pues era increíble la forma tan despectiva que tenia de hablar del pequeño, algo que lo enervaba de sobremanera pues todo bebe era algo precioso en este mundo tan caótico y por lo mismo debía de ser inmensamente valorado el hecho de poder engendrar y dar vida a algo tan pequeño así como maravilloso como era el tener un hijo; aunque esa joven pareciera no apreciar el inmenso don que poseía de poder dar a luz y eso le molestaba, pues había personas que no merecían el regalo de ser padres, si hasta antes de averiguar que ciertos magos /pues los muggles estaban descartados por completo/ tenían ese don /que hasta antes de su particular caso, pensaba único y exclusivo de las mujeres muggles o brujas/ tan maravilloso, sus sueños de formar una familia hubiesen sido imposible tras percatarse de que prefería mas la compañía masculina a la femenina, pues eso le había quedo más que claro al darse cuenta de que con Ginny a pesar de llegar a compartir candentes besos y alguna que otra atrevida caricia jamás logro excitarse como lo hacía con tan solo una intensa así como deseosa mirada de Draco, con quien no solo perdió su virginidad, aprendiendo de paso cosas que nunca antes había experimentado, sino que también le entrego su corazón como no lo hizo con la chica pelirroja a pesar de todos los fracasados intentos de seducción de su parte y que ahora comprendía mucho mejor; pues Draco no solo fue un amante considerado sino también un magnifico maestro a pesar del corto tiempo en que duro su “relación” ya que no sabía cómo definir lo que tuvo con el rubio, puesto que por un lado realmente el Slytherin parecía tan sincero cuando le juraba su amor pero que de buenas a primeras se alejase e inmediatamente contrajera nupcias con aquella mujer, fue un terrible golpe del que no se había repuesto totalmente pues ni la ruptura con la pelirroja había sido tan “dolorosa” como el haber visto como Draco se casaba con otra persona que no era él.
Pero no era momento de estar divagando en tonterías, después de todo tenía un bebe que traer al mundo aunque su mamá no fuese tan cooperativa, pues más que estar concentrada en pujar y traer al niño a este mundo, se enfocaba mas en “mentársela” por lo que de verdad tenía que hacer verdaderos esfuerzos titánicos para no lanzarle un silencius o de perdida un petrificus totalis para no tener que continuar soportándola pero lamentablemente entre su código ético y no poder revelar su condición mágica ante tantos ojos muggles, le tenían “atado” de manos, al menos hasta que estuviese seguro de que sus dos pacientes es decir, la “futura” madre y el bebe, se encontraran perfectamente bien.
-¿Señorita?-llamo la atención de la azafata Mónica, Louis en esos momentos de manera suave, aunque bien podría haber hablado más alto y de todas maneras sonaría en un tono delicado, pues con los gritos de la parturienta (de altos decibeles por cierto) toda voz independientemente del tono sonaba baja y gentil.
-¡Brown, Mónica Brown; estoy a sus ordenes! ¿Desea algo, señor?-cuestiono solicita Mónica sin dejar de observar el trabajo de Harry, pendiente de cualquier cosa que el doctor pudiese necesitar, aunque sin dejar de lado al resto de los pasajeros, pues estos también eran parte de sus obligaciones de servicio y si su compañera los ignoraba por andar de embobaba con el moreno doctor, ella no sería tan irresponsable.
-¡De momento no para mi, pues todo está marchando bien; es más está evolucionando bastante rápido según entiendo de todo esto pero aun así sería conveniente que informarse al capitán la situación y le solicitara aterrizara lo antes posible, así como también buscara los servicios médicos más apropiados; pues mucho temo que la mujer y el bebe necesitaran ser trasladados a un hospital de inmediato, pues aunque Harry les de los primeros auxilios, forzosamente tienen que ser trasladados a un lugar más adecuado! Así que me hiciera ese favor, le estaría muy agradecido; además de si se pudiese localizar nuestras maletas de una vez, pues estoy seguro de que mi compañero deseara bajar también para estar seguro de que la joven y el niño estarán bien cuidados y como tampoco deseo que el resto de los pasajeros demoren su vuelo más de lo estrictamente necesario, sería muy útil tener localizadas de una vez el equipaje para que pueda ser rápidamente desembarcado; y no es por ser mmm ¡Intransigente! Pero creo que sería lo más adecuado en estos momentos, señorita Brown-solicito Louis con calma a la azafata y de manera amable.
-¡Comprendo su preocupación, señor! Y le puedo decir que ya ha sido informado el capitán de la delicada situación, por lo que el mismo tiene ya media hora /desde que comenzó esta locura/ realizando las maniobras de descenso hacia el aeropuerto de Dublín, Irlanda; puesto que es el más próximo a nuestra actual posición pero lamentablemente no puede ir a una velocidad mayor, debiendo mantenerse en la actual y de forma constante, pues un cambio brusco en las presiones atmosféricas podían ocasionarle más problemas a la señora y su bebe; por lo que dentro de las posibilidades del capitán se ¡Esta realizando todo lo humanamente necesario para que ambos pasajeros se encuentren en las mejores condiciones de salud! Y con respecto a sus maletas: Permítame, sus pases de abordaje para buscar los números de control y así localizarlas, lo antes posible-dijo Mónica con voz calmada y profesional mientras alargaba una mano hacia Louis para tomar los comprobantes.
Tras lo cual se dirigió rápidamente hacia la cabina para poner al tanto al capitán de la solicitud de Louis…
-¿Cómo se encuentra la pasajera, señorita Brown?-pregunto el capitán, un hombre mayor aunque no muy viejo pues tendría unos 44 años aproximadamente, de ascendencia latina, apariencia algo ruda pero con una mirada gentil y preocupada en esos momentos, pero sobretodo comprometido con su profesión de manera seria y formal.
-¡Todo parece ir bien; bueno todo lo bien que se puede considerar en tan peculiar situación, capitán Ruiz!-respondió Mónica con prontitud.
-Entonces ¿Qué la trae por aquí? No es necesario que venga a la cabina, bien podría usar el intercomunicador para informar de esto, Brown-dijo con extrañeza el copiloto, un hombre joven de unos 35 años, de carácter mas antipático que el de cualquiera de la tripulación, bueno más bien bastante parecido al de Sandra y por mucho, quizás por aquello de que tanto la azafata interesada como ese hombre, eran hermanos y había que ver lo mucho que ambos se parecían, llegando a desesperar a Mónica y al resto de los tripulantes con gran facilidad justo como sucedía en esos momentos, así que soltando un resignado y profundo suspiro, tras tomar una fuerte inhalación de aire –para no soltarle un par de groserías por su descortesía al meterse en una conversación ajena- la joven respondió…
-¡Siento mucho si molesto acaso, señor Linux! Pero quería pedir autorización al capitán para bajar al área de carga y localizar algunas maletas puesto que el doctor desea bajar junto con la pasajera al llegar a tierra y por todo lo que ese hombre está haciendo en estos instantes; creo que merece la molestia de buscar sus cosas para que las mismas sean desembarcadas con prontitud, una vez aterricemos-explico Mónica tranquilamente aunque con un leve tono de fastidio, ante la actitud metiche y altanera del copiloto en momentos tan complicados como aquellos.
-¡Comprendo su petición, señorita Brown! Y es muy loable el interés del doctor por querer bajar a tierra para asegurarse de que la joven esté bien, supongo ¿Es el caso, cierto?-dijo el capitán seriamente sin perder ni un instante la concentración en su trabajo, ni los instrumentos de vuelo, tampoco.
-¡Así es, capitán!-respondió Mónica simplemente.
-¡Bien! Dígale a la señorita Linux que baje a carga y busque las maletas y que las marque con un distintivo para que puedan ser retiradas con rapidez una vez que lleguemos al aeropuerto-dijo el capitán tranquilamente, extrañándose un tanto al ver de reojo que Mónica no abandonaba la cabina a pesar de la autorización dada.
-¿Sucede algo, señorita Brown? ¿Por qué no va por su compañera?-cuestiono curioso el capitán.
-Lo siento, capitán; pero preferiría que fuese uno de ustedes quien bajase; mientras yo regresaba para ayudar al doctor, señor. Y antes de que pregunte algo mas, de verdad no me gusta tener que quejarme de mi compañera pero ella no está prestando atención a sus obligaciones desde el comienzo del vuelo por estar acosando literalmente al doctor que nos está ayudando y si “le echo el ojo” como vulgarmente dicen, es porque el hombre… bueno se ve de buenísima posición y como en el equipaje vienen los datos de identificación del pasajero, temo porque Sandra podría aprovecharse de ello para continuar con su acoso descarado y si bien el doctor no se ha quejado, mostrando entereza además de ser un caballero, aparte de paciencia, ignorándola a propósito, el resto de los pasajeros no solo se han dado cuenta de su inapropiado comportamientos sino que están molestándose y creo que terminaran por quejarse una vez que se acabe el vuelo, capitán-dijo Mónica seriamente.
-¡Otra vez con eso! Esa chica no aprende, a pesar de que ya se le reprendió anteriormente por su inadecuado comportamiento y aun así parece no querer reaccionar; esta vez tendrá que ser severamente sancionada, en especial si los pasajeros se quejan; joven Aldo baje usted a buscar esas maletas, procure darse prisa pues ya pronto comenzaremos el descenso y quiero que me auxilie durante el mismo ¿Entendido?-dijo el capitán, viendo de reojo al segundo copiloto, un joven de 26 años que era más bien un practicante pues aun no obtenía del todo su titulo como piloto aviador.
-¡Como diga, capitán!-respondió Aldo, mientras se levantaba de su lugar para luego tomar los comprobantes que Mónica le tendía e ir en busca de las maletas.
Luego de aquello, Mónica regreso al lado de Louis, mientras que el joven piloto buscaba el equipaje y que afortunadamente, no tardo en localizar pues de manera curiosa todas las maletas se hallaban juntas, casi como si fuese cosa de magia (¿Será? Si supiera jeje) por lo que de verdad no le tomo nada de tiempo, salvo algunos minutos para marcarlas con una gran X amarilla, sobre las mismas para que no se perdieran a la hora del desembarque, así que después de algunos minutos regresaba a la cabina justo para iniciar el descenso como había dicho el capitán que harían, encontrándose con que Linux estaba bastante molesto y enfurruñado e ignorando las indicaciones del capitán lo cual podía a llegar a ser peligroso, además de que tenía una clara idea de porque el actuar del copiloto, lo cual a su manera de ver era algo realmente idiota sobretodo porque muchas vidas estaban en sus manos y por lo mismo no debía de hacerse el ofendido solo porque la estúpida de su hermanita no sabía comportarse profesionalmente y al contrario actuaba mas como una vil puta en celo, dispuesta abrirse de piernas si le llegan al precio, que definitivamente se había equivocado de trabajo, lo cual al final terminaban pagando como equipo laboral que eran; pensando acertadamente que justo algo como eso debió decirle el capitán para que su compañero como para tener aquella cara y desobediencia pues si algo había aprendido en esos meses de trabajar junto a Linux era lo mucho que se desvivía por la tonta de Sandra, llegando a creer que incluso entre esos dos existía una relación mucho mas “cariñosa” a la de simples hermanos carnales pero prefería guardarse su opinión por no hacer a un más tensa la relación de trabajo que la que ya tenían.
-¡He regresado, señor! ¿En qué puedo auxiliarle?-dijo Aldo mientras tomaba asiento en su puesto.
-¡Bien, Aldo! Checa altímetro y velocidad, asegúrate de que las llantas se liberan en el momento preciso, etc.,-respondió el capitán seriamente, mientras maniobraba el volante para realizar el descenso (Sorry por tan vagas instrucciones pero piloto de aviación no soy, y ni idea de si estoy correcta /solo he visto algunas películas y son vagas en sus escenas jeje/ así que discúlpenme, aunque de todas maneras no es el punto del fic jiji)
Y mientras el descenso ocurría…
-¡Llego la hora, puje una última vez con todas sus fuerzas para que su bebe pueda nacer, señora!-ordeno Harry con voz firme, mientras veía a la casi extenuada mujer, quien estaba al borde del desmayo pues había gastado mucha de su energía en pasársela insultándole, lo cual no era nada bueno sobre todo ahora que mas necesitaba de que pujara.
-¡Mire… usted doctor… Cabrón…… no me dé ordenes……… ¿Quién se ha…? AYYYYYYY!-chillo molesta la mujer pero antes de poder acabar con sus insultos hacia Harry, una nueva y más fuerte contracción, le hizo proferir un agudo e inmenso grito…
-¡PUJE, AHORA!-exigió Harry sin inmutarse por las ofensas de la mujer –venia oyéndolas desde hace un buen rato, así que hasta inmune se estaba haciendo- pues ya se había acostumbrado al horrible genio de ella; deseando internamente que esa no fuese su manera de ser habitual y que todo fuera a causa del dolor y las hormonas descontroladas, porque de no ser eso ¡Pobre bebe, tendría una madre terriblemente odiosa!
Ante el grito de Harry, que por mucho supero el quejido de la parturienta, esta ultima hizo justo lo ordenado y pujando con todas sus fuerzas y tras un desgarrador final grito…
Un pequeño bebe, enrojecido, cubierto de sangre y con una finísima pelusita en su tibio cuerpecito, llego a este mundo, siendo con rapidez envuelto en una calidad manta que Louis tenía preparada, gracias a la ayuda de Mónica para de inmediato darle atención, sacando los taponcitos de moco de su naricita respingona de tal manera que muy pronto un suave llanto inundo el avión y que hizo aplaudir fuertemente a los asombrados pasajeros, felices por aquel bello acontecimiento, riendo y sonriéndose muchos de ellos, sin darse cuenta de que Harry se encontraba por completo absorto de todo aquel barullo pues se hallaba por completo enfocado a evitar que la mujer, ahora desvanecida, continuase perdiendo sangre puesto que se había presentado una ligera hemorragia tras el parto y el desprendimiento de la placenta; y que le estaba costando trabajo controlar, especialmente tras haber cortado el cordón umbilical del bebe y mientras hacía verdaderos milagros para mantener viva aquella infeliz mujer…
Una fuerte sacudida se sintió al chocar las ruedas con el asfalto de la pista, tras un exitoso y rápido aterrizaje…
-¡Damas y Caballeros, bienvenidos a Dublín! Y disculpen las inconveniencias, en algunas horas retomaremos nuestra ruta original, si gustan atender a las indicaciones de las azafatas, nuestro camino pronto podrá ser retomado; gracias por su comprensión-se escucho por los altavoces del capitán y así…
Continuara...
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