Sebastian no aguantaba más, necesitaba hacerlo, se colocó encima de Ciel, le agarró las piernas y le levanto las caderas, Sebastian se preparo para introducir su miembro en la entrada de Ciel, pero algo lo detuvo, ¿Qué pasaría si este era lastimado?, Cómo le explicaría a la mañana siguiente el malestar provocado por culpa de esa noche?Sebastian retrocedió, volviendo a dejar a Ciel en la cama, se paró a pensar, pero una oleada de deseo recorrió su cuerpo y su conciencia le abandonó, volvió a colocar a Ciel e introdujo su miembro en este, no se lo pensó, entró dentro de su amo en una estocada. Al sentir el contacto de su amo, Sebastian enloqueció, un grito de placer y de victoria le salió desde lo más dentro de su ser, por fin había conseguido lo que tanto anhelaba, las estocadas iban y venían, el cuerpo del menor se movía violentamente bajo el cuerpo de su mayordomo. La estrechez de su joven señor le volvía aún más loco.
No supo cuanto tiempo estuvo encima de Ciel, ni lo quería saber, tampoco tenía intención de saberlo, al ser un demonio adulto, podía aguantar mucho, fueron los rayos de sol los que llamaron su atención, estaba amaneciendo, !Había estado toda la noche¡
-Mierda, murmuró Sebastian.
Al sentir que se acercaba el amanecer y que la sustancia que había tomado Ciel ya empezaría a dejar de hacer efecto, Sebastian se excitó más, el fin estaba pronto. Finalmente se vino, en un último acto de cordura fue tan rápido como para no hacerlo dentro de Ciel ya que entonces sí sería su fin y no sería capaz de explicárselo a su señor, el liquido blanco salió de su miembro manchando sabanas y parte de las piernas de su amor, pero esto no era problema ya que lo limpiaría rápidamente, Sebastian se dejó caer al lado del cuerpo de Ciel y se permitió observarlo tranquilamente una vez más, fue entonces cuando se dio cuenta de que podía haberle ocasionado heridas a su querido Ciel, corriendo Sebastian se volvió a acercar a la entrada de Ciel, y a examinarle por si tenía alguna herida. La cara de Sebastian palideció en las sabanas había sangre, le había desgarrado, eso era un problema, un gran problema, no tenía ni idea de que podía hacer. Su cuerpo se congeló por un instante, hasta que llegó a la siguiente idea, le daría otra sustancia que lo adormecería para todo el día y que le ayudara a no sentir dolor, así hasta que se recuperara.
Con este pensamiento y con el susto en el cuerpo, se levantó rápidamente, cogió a su joven amo en brazos y lo sentó en una silla, luego cambió las sabanas y volvió a vestir a Ciel, no sin antes haberle limpiado. Después de 5 minutos todo estaba listo y Ciel en la cama.
Sebastian abandonó la habitación y se dirigió a preparar esa pócima para cuando despertara su amo. ¿En qué lío se había metido? Todo por culpa de su ansia. Tenía que tranquilizarse. Una vez preparado todo, espero a que fuera la hora de despertar a su amo, cuando llegó el momento se dirigió de nuevo a su habitación.
-Señor, está despierto dijo mientras picaba a la puerta.
Nadie contestó, supuso que Ciel aún seguiría dormido así que entró. Efectivamente su amo aún estaba bajo los efectos de esa sustancia que le había preparado anoche. Sebastian decidió esperar a que despertara y se dedicó a contemplar como dormía, un rato más tarde el menor empezó a moverse y a despertarse, parecía un gatito pensó Sebastian, finalmente Ciel abrió los ojos y vio como Sebastian le miraba. ¿Qué raro? Pensó Ciel, ¿Qué hacía Sebastian ahí?, estaba extrañado de que no le hubiera despertado él, mientras pensaba esto el menor intentó sentarse en la cama y fue entonces cuando el dolor le recorrió todo el cuerpo, desde lo más dentro de su ser, algo le estaba haciendo daño, sin poder remediarlo un pequeño grito de dolor salió de su boca, al mismo tiempo que fruncía su ceño.
-Sebastian murmuró entre dientes, ¿Qué me pasa? Me encuentro mal…
El mayordomo le miraba preocupado, por su culpa se encontraba así.
-Señor usted lo que está es demasiado cansado, tome esto que le he preparado, le hará sentir mejor.
Ciel no preguntó ni que era, simplemente lo tomó, se moría de dolor. Nada más tomar lo que le había traído su mayordomo el dolor desapareció.
-¿Qué es esto? Preguntó Ciel, ya que se encontraba un poco mejor.
-Es un té especial, ayuda a descansar y a recuperarse contestó el mayordomo.
-¿Especial?..
El joven conde empezó a notar que el sueño le volvía a invadir.
-Se…Sebastian fue lo último que dijo antes de volver a caer dormido sobre su cama.
El mayordomo se acercó y le acarició la cabeza suavemente, ahora sólo tenía que esperar unos días para que se recuperara del todo y una vez conseguido esto volvería a hacer lo de la otra noche, espera…¿En qué diablos estaba pensando? ¿Quería volver a abusar de su querido conde? Sebastian se alejó del cuerpo del menor, desconcertado, ¿Ya tan pronto quería volver a sentir su contacto?
-Jijijiji Vaya, con que un té especial, puedo sentir el aroma desde aquí y diría que no es un té que un humano deba probar.
El mayordomo al escuchar esto abrió los ojos
-¿Quién está ahí? Gritó Sebastian.
-No lo sé… ¿Quién será? Jujuju
-¡Sal de dónde estés!
-No quiero jijiji.
-¿Undertaker eres tú verdad?
-Enhorabuena, has ganado un premio, un abrazo de Undertaker.
El enterrador salió debajo de la cama de Ciel y sonrió, sólo se veía su cabeza.
-¡Buuuuuu!
-¿Qué haces ahí? Preguntó Sebastian enfadado.
-Espiar, ¿Tú qué crees que hago? JIJIJ, parece que ayer te lo pasaste bien.
-….No sé qué estás diciendo
-¿No? Seguro, porque juraría que ayer de noche te vi encima de tu amo haciéndole un par de cositas jijiji. Sebastian que envidia me das. ¿Puedo probar yo también?
Sebastian no daba crédito a lo que oía.
-¡Cómo! ¿Me espiabas?
-No tonto a ti no, a mi Ciel. Tras decir esto el enterrador salió por fin de debajo de la cama y se sentó en esta.
-Apártate de él dijo Sebastian entre dientes.
-No quiero, ¿sabes lo que quiero?
-No sé nada
-Sebastian cuando quieres te haces el tonto, pues lo que quiero es a Ciel y quiero hacerle lo que le hiciste tú y a lo mejor quién sabe, podemos los dos estar despiertos, tú ya me entiendes.
Ese último comentario de Undertaker le hizo sentir avergonzado, pero a la vez furioso.
Undertaker que hasta el momento había estado mirando a Ciel, volteó su mirada al mayordomo.
-Vamos Sebastian, no te pongas celoso, te daré tu abrazo. El enterrador se levantó y se lanzó a abrazar al mayordomo del menor. Pero algo se lo impidió, la mano de Sebastian se interponía entre el cuerpo de ambos y el pobre Undertaker sintió como su cara chocaba con esa mano.
-Sebastian jijiji eres un desagradecido. Así nadie te querrá. Undertaker no perdió tiempo y se volvió a sentar en la cama de Ciel.
Ambos se miraban intensamente, los dos querían lo mismo y ninguno estaba dispuesto a ceder.