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Destinos entrelazados por Alexis Shindou von Bielefeld

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Notas del capitulo:

Hola. parece que la pareja TatsuxWolf funciono bien xD Gracias por sus comentarios, me animan lo saben, es mas me emocionan *,* 

 

 

 

Capitulo 16

Enredos del corazón

 

La tensión en el comedor real era palpable. La acción de Yuki había dejado perplejos tanto a Shuichi como a Gwendal y a Anissina. Ninguno decía o hacia nada, quizás pensando que se trataba de una broma de mal gusto.

En ese momento, Murata entró al comedor junto a Yuuri, hablando despreocupadamente sobre lo ocurrido con Tatsuha y Wolfram en la entrada.

—Por eso te digo Shibuya que… —se detuvo al notar la tensión en el ambiente. Los cuatro se mantenían en silencio, con las miradas frías. Parecía que se iban a arrojar unos a otros en cualquier momento—. ¿Eh?

Yuuri también lo notó.

—Buenas noches —saludó en su calidad de anfitrión, pero ninguno le devolvió el saludo. Eso fue extraño. Su curiosidad incrementó considerablemente.

Wolfram fue el siguiente en entrar al comedor acompañado de Tatsuha. Parecían muy unidos últimamente, tal vez demasiado. A Yuuri le molestó ese hecho.

—Buenas noches —saludó Wolfram.

Sus ojos verdes se fijaron en Yuuri. Había algo en él… Por la expresión tensa hacia Tatsuha diría que lo estaba desafiando. Cualquiera podría pensar que Yuuri estaba celoso. Más pronto desecho esa absurda idea.

—¡Buenas noches a todos! ¡Yuuri, querido!

Ashley apareció en el umbral de la puerta y corrió para abrazar a Yuuri. Wolfram apretó sus puños, conteniendo los celos. Se obligó a apartar la vista de ellos.

Después aparecieron los demás; Gunter, Cecile, Conrad y Greta. Se mantuvieron al margen al notar lo que ocurría.

Entonces, tras aquellos minutos de incertidumbre y de entendimiento, Gwendal hizo frente a todos lo que debía de hacer; se inclinó y levantó un tenedor y un cuchillo, y apunto hacia Yuki. Nadie se explicaba lo que estaba pasando hasta que Gunter intervino.

—¡¿Esto es…?! —dijo sorprendido el consejero Real sin atreverse a completar aquella pregunta. Nadie se explicaba cómo y cuando habían terminado así las cosas, ni los motivos que tenían los involucrados para hacerlo.

Shuichi fue el primero en reaccionar, y lo hizo poniéndose en frente de su amante.

—¿¡Yuki qué crees que haces!? —su voz sonó temblorosa y desesperada a la vez.

—¿Acaso no es evidente? —replicó Yuki con frialdad, pero con cierta cortesía en sus modales que hizo que Shuichi lo mirara sorprendido—. Estoy retando a Lord von Voltaire a un duelo por tu mano y tal parece que él aceptó.

El corazón se le subió a la garganta, Shuichi se quedó sin respiración. Imposible, imposible, insistía su cabeza. De modo que se quedó quieto, de pie, intentando comprender el rumbo que habían tomado las cosas.

—¿Pero co-como supiste de esa costumbre…? —Logró preguntar, reuniendo todo su valor. Todos los demás se hacían la misma pregunta.

La gélida mirada de Yuki se digirió a Gunter.

—Pues, de algo me sirvieron las clases de este hombre parlanchin —respondió—. Él me explico cómo es esto de los compromisos en Shin Makoku…

Gwendal lo observaba indiferente. Lo que ocurría, ocurría, y no había más. Oponer resistencia a los acontecimientos significaba ser un cobarde.

—Yuki san es un buen alumno después de todo —murmuró Gunter—. A él no se le olvidan las cosas importantes.

Yuuri le miró de reojo, entendiendo la indirecta.

—Sí, gracias, Gunter.

—Perfecto —dijo Gwendal precipitándose por la excitación, y mirándolos fijamente––, me ahorró el hacerlo yo mismo, Yuki san.

Shuichi se interpuso entre los dos.

—¡No, no pueden! —interrumpió, desesperado—. ¡Esto es absurdo! No tienen porque tener un duelo por mí.

—Pero este sujeto aún alega que es tu prometido ¿o no? —dijo Yuki. Al ver el rostro confundido de Shuichi, su rabia incrementó—. ¿Creías que no me iba a enterar de eso? ¿O también del hecho de que te ha estado pretendiendo a mis espaldas?, ¿o que te besó? —El volumen de su voz había ido decreciendo a medida que hablaba, hasta no ser más que un trémulo susurro apenas audible. Entonces dio un paso al frente y le tomó el mentón con tanta brusquedad que se le formó una marca rojiza—. Maldito niñato, ¿hasta cuando pensabas mantenerme engañado?

—¡Suéltalo! —exigió Gwendal a punto de estallar de cólera—. ¡Suéltalo ahora mismo o…!

—¿O qué? —Yuki también llegó a su límite. Se aproximó a Gwendal y lo tomó por el cuello de la camisa; pero el otro no se quedo atrás, y reaccionó de la misma manera—. Escúchame bien, bastardo de mierda, a mí tus exigencias absurdas me traen sin cuidado —masculló entre dientes, lo alzó más y lo empujó hacia atrás—. ¡Te arrepentirás de haber tocado lo que me pertenece!

—Él es mi prometido ante la ley —le espetó Gwendal, y era como si le pidiese cuentas por haberse aprovechado de algo de su exclusiva propiedad—. ¡Eres tú el que está interfiriendo, imbécil!

Conrad, que se había mantenido reservado hasta ese momento, tal vez con la esperanza de que el malentendido se solucionara sin mayores problemas, se acercó ahora a Gwendal.

—¡Gwendal, cálmate! —le exigió.

—Hermano —susurró Wolfram, mirándolo con preocupación. Jamás en la vida lo había visto perder los estribos de esa manera.

Tatsuha notó su preocupación, y decidió intervenir para que su hermano mayor soltara al hermano mayor de Wolfram.

—Hermano, ya hombre, tranquilizate —exigió sin dejar de preguntarse qué demonios pensaba hacer Eiri.

Yuuri se mantuvo al margen, reconociendo que este asunto era ajeno a él. Por añadidura, era algo de amor y él no tenía idea de cómo lidiar con eso, así que se limitó a observar callado y atento.

—Entonces, que así sea —exclamó Anissina, decidida—. Gwendal von Voltaire y Yuki Eiri se batirán en un duelo por la mano de Shuichi Shindou pasado mañana. Yo, Anissina von Karbelnikoff, como testigo y familiar del susodicho, así lo afirmo.

Shuichi la miró como si hubiera perdido la cabeza.

—¡¿Qué?! ¡No, Anissina! ¡No pueden!

Shuichi volvió a mirar a Yuki, que, una vez más, se negó a entender razones. Entonces Shuichi tomó impulso y se plantó frente a él. Estaba furioso, ¿Qué pretendía con todo esto?, ¿Acaso era consciente de las consecuencias de perder?

—¡Basta, Eiri! ¡No tiene caso!… ¡Puedes perder la vida, idiota! ¡No lo permitiré!

—El duelo ya fue pactado, Shuichi —aclaró Cecilie con algo de pena—. Si alguno de los dos se retira, tu pasarás a comprometerte con el otro sin derecho a objeción.

Yuki tenía el ceño fruncido.

—¿Tan poca fe me tienes, Shindou? ¿O es que esperas que me retire? Claro, así no tendrías más dudas —dijo con aspereza.

Shuichi no supo que decir. Al pensar en ello, sintió que se le escapaban las lágrimas. Lo había decepcionado. La culpa le pesaba en el pecho como una enorme piedra. No había sido capaz de explicar con claridad sus verdaderos sentimientos.

—Mandaré preparar otra habitación para Shuichi de inmediato —dijo Cecilie. Yuki no entendía a que se refería la ex reina, si ya le había sido asignada una habitación con él. Al ver su cara de confusión, Cecilie le aclaró—: Shuichi por ahora ya no pertenece ni a Gwendal ni a ti, por tanto es inaceptable que comparta lecho con alguno de ustedes.

—Si alguno de los dos rompe esa regla e invade la habitación de Shuichi automáticamente perderá el duelo —secundó Anissina.

Shuichi no dijo nada más, ocultaba su rostro bajo su flequillo con la cabeza agachada. Wolfram se acerco a él y puso una mano en su hombro en señal de apoyo.

—Entiendo —susurro de pronto Shuichi, captando la atención de todos los presentes. En ese momento perdió toda esperanza. Deseó que todo desapareciera y sintió una creciente necesidad de abofetear a Yuki—. Si me disculpan, me retiraré en seguida, tengo muchas cosas que pensar, o más bien aceptar.

Dicho esto, Shuichi salió del comedor, no sin antes volver a ver a Yuki con rencor.

—Me retiro yo también —dijo Yuki, y salió con brusquedad.

—Me iré a mi habitación, buenas noches… —Gwendal se retiró de igual manera, dejando a todos los demás confundidos y preocupados.

Murata, que había permanecido callado como una pared, se cruzó de brazos y alzó una ceja con una sonrisa de ironía. Tal parecía que la hora de la cena en Pacto de Sangre siempre traía consigo alguna sorpresa.

 

**************

En el templo al día siguiente.

—De modo que han pactado un duelo por la mano de Shuichi… —murmuró Shinou con la mano debajo del mentón, pensativo.

Murata ya le había informado a Shinou de todo lo ocurrido durante la cena de la noche anterior en el castillo, de eso y además de cómo iba el avance entre Lord von Bielefeld y Uesugi kun.

El rey original permaneció largo rato en silencio, oculto en las sombras del altar, con su engreída mirada fija en la cascada; y aunque nadie pudiera verla, una diminuta expresión de preocupación asomaba a su fino rostro.

—Convendría que ganará Lord von Voltaire ¿verdad, Shinou? —comentó Murata desde su asiento en una de las cajas. A continuación, bufó de manera burlesca—. Bueno, es obvio que él ganará —aseguró—. Comparando la experiencia con la espada de Lord von Voltaire y Eiri Yuki, la diferencia es abismal.

Shinou reflexionó unos instantes sin abandonar la expresión seria de su rostro, y después meneó la cabeza.

—No creo que sea tan fácil —contradijo—. Ese sujeto… Yuki san, no es cualquier humano…Tengo una leve sospecha, pero no estoy al cien por ciento seguro. Necesito más información sobre él.

 

00—

 

Wolfram se encontraba en el salón donde solía practicar pintura. Tenía la tarde libre y, para olvidarse un poco de los problemas en el castillo, había decidido distraerse con su pasatiempo favorito. El pincel dejaba delicados trazos de colores variados sobre el lienzo. El olor en el salón era pesado, pero él se las arreglaba para poder soportarlo. Después de transcurrida una hora, se apartó unos pasos para contemplar su creación.

—Creo que lo he logrado —se dijo.

Siendo un Noble, Wolfram tuvo acceso a clases de arte desde la niñez. Todos en el reino solían decirle que tenía un gran talento, pero él siempre buscaba nuevas técnicas para emplear en sus pinturas. En esta ocasión, estaba experimentando pintar un tazón de frutas con la técnica realista.

En ese momento se abrió la puerta del salón y oyó que alguien suspiraba con alivio. Wolfram se levantó. No esperaba que fuese él, pero verlo hizo que el calor se concentrara en sus mejillas, por alguna extraña razón.

—Tatsuha.

—¡Por fin te encontré! —lo saludó Tatsuha con una sonrisa—. Te he estado buscando por todas partes, Wolfy. —Se detuvo a medio camino y se tapó la nariz—. ¡¿Qué es ese mal olor?!

Wolfram no pudo evitar reír mientras Tatsuha pensaba que no parecía especialmente abrumado por aquella peste.

—El mal olor viene de las pinturas que utilizo —explicó—. Se obtienen del excremento de un animal que está en peligro de extinción aquí en Shin Makoku.

Tatsuha hizo una mueca.

—¿Excremento? —repitió pensando en que era una locura, pero lo dejó pasar puesto que nada en ese mundo era "normal"—. En fin… —Miró el lienzo con curiosidad—. ¡Guau! Nunca pensé que el ángel pudiera pintar de esta manera.

Tatsuha esbozó otra sonrisa ladeada y lo observó fijamente con su mirada felina. Wolfram lucía exquisitamente tierno con su boina de pintor color roja, y su bata protectora con listón azul en el cuello.

—Gracias…

Wolfram bajó la mirada y Tatsuha notó que se frotaba las manos con nerviosismo. A Tatsuha le gustó en demasía aquella reacción tan inocente de su parte.

—Solo digo la verdad —susurró suavemente, pensando en que Wolfram era el chico más encantador y tierno que había tenido el gusto de conocer.

—¿Necesitabas algo, Tatsuha?

—¿Eh?

La pregunta de Wolfram lo hizo reaccionar.

—Me estabas buscando, ¿no?...

—¡Ah, bueno! solo quería estar contigo —contestó Tatsuha, desviando la mirada y rascándose la cabeza, avergonzado—. Me siento solo aquí, así que mejor me quedaré aquí.

—Tatsuha, estoy en medio de mi práctica de pintura y…

—¡Anda, di que sí! —suplicó Tatsuha juntando ambas manos sobre su pecho—. Me quedaré aquí calladito.

Tatsuha tomó asiento en una silla cerca de la ventana sin darle tiempo de responder, de manera que a Wolfram no le quedó más remedio que continuar su practica de pintura con compañía. No era precisamente ese hecho el que lo incomodaba, sino la manera en la que lo miraba ese chico lo que lo ponía nervioso.

 

******************

 

En el laboratorio del castillo, Anissina experimentaba con pócimas como acostumbraba para terminar los pendientes, y había invitado a su hermano a que le acompañara para que se distrajera un poco y quizás así olvidara por un momento el asunto del duelo. La pequeña Greta, la pupila de Anissina, leía una de sus historias sentada en una silla, pues también había optado por quedarse en el laboratorio.

Shuichi suspiraba a cada minuto. Se le notaba cansado, y también algo más sensible y preocupado.

—Todo estará bien.

Escuchó decir a su hermana, y fue ahí donde le puso atención y volvió a verla.

—Sé que estás preocupado por ese par, pero confía en que no se matarán entre sí —continuó Anissina con ironía mientras se sentaba a su lado.

Shuichi desvió la mirada.

—Anissina, discúlpame, para ti es fácil decirlo, pero yo… Yo me siento culpable por todo lo que está ocurriendo —dijo agachando la cabeza—. Si no estuviera así de confundido, esto no habría pasado. —confesó para desahogarse. Ser sentía la peor persona del mundo por ello.

Anissina se acerco más a él y lo abrazó, al separarse le vio firmemente y le dijo:

—Perdóname si te he puesto en este dilema, pero lo más importante para mí es tu felicidad.

Fue sincera en sus palabras. Quería que su hermano menor fuera feliz con alguien que realmente lo mereciera.

Shuichi dio un suspiro hondo.

—Lo sé, y te agradezco eso pero… creo que esta no es la manera de arreglar las cosas. Uno de los dos puede morir.

Anissina se encogió de hombros, arqueando al mismo tiempo las cejas, como si aquello no le convenciera del todo.

—Gwendal es duro de matar. Ha sobrevivido a todos mis experimentos por décadas. Confío en que saldrá vivo de esta.

Shuichi ladeó la cabeza con gracia, entornando los ojos.

—Anissina, no lo hagas sufrir mucho, pobrecito. —Anissina le regaló una sonrisa tranquilizadora. Shuichi se quedó pensativo un momento—. Supongo que han sido muchos años desde que me fui de aquí —comentó con un poco de nostalgia.

—Muchísimos. Lo que te puedo decir de Gwendal, es que te ha sido fiel al extremo en todos estos años —rebeló ella, y luego de decir esto, rió—. ¿Sabes? una vez hasta se negó a comprometerse falsamente conmigo para engañar a Densham para que no me obligara a tener una entrevista de matrimonio. Yo sé que se negó porque pensaba que si hacía eso te estaba siendo infiel.

Una fibra demasiado sensible se removió dentro de Shuichi. Denshan, el hermano que nunca lo pudo perdonarlo por aquel malentendido. Denshan no era mala persona; de hecho, hasta era un poco distraído y gracioso. El problema era únicamente con él. Nunca se explicó qué le había hecho para que lo odiara tanto.

Y, por otro lado, las palabras de Anissina solo lo habían confundido aún más. Gwendal le había sido leal todos estos años, ¿cómo podía ser indiferente a eso? ¿Era este el verdadero amor que se merecía?, se preguntó.

 

 

 

 

*************

 

—¿No se supone que tienes que ayudar a Yuki san a practicar para su duelo con mi hermano? —inquirió Wolfram con curiosidad mientras terminaba su pintura. Tatsuha se había mantenido en su asiento cerca de la ventana como lo había prometido.

—Yo no sé mucho de esgrima, Wolfy —respondió Tatsuha, desviando su mirada del exterior de la ventana hacia él—. No sería de mucha ayuda para Eiri.

Wolfram lo miró con cara de desconcierto, esperando una reacción diametralmente opuesta a la que se encontró. Aunque, desde luego, a Tatsuha se le hizo un nudo en el estómago con solo oír la palabra duelo, pero intentaba mantener la fe en su hermano.

—Pues el duelo con Gwendal será muy difícil. Yo no puedo ayudar a practicar a Yuki san a pesar de que me simpatiza, ya que no puedo traicionar a mi propia familia. Así que prefiero mantenerme al margen —se sinceró Wolfram, sin mencionar que le había sorprendido el hecho de que su hermano mayor estuviera enamorado de su amigo de la infancia, y que además se habían comprometido en matrimonio en el pasado.

—Confío en que suceda un milagro de amor —mencionó Tatsuha, suspirando—. Cuando a mi hermano se le mete algo en la cabeza es mas terco que una mula. —Se quedó pensativo un instante, y luego sonrió—. Tu si eres bueno con la espada ¿verdad? ¿Qué tal si me das unas clases de esgrima?

Wolfram rió y se pasó una mano por el pelo.

—Ya veremos, Uesugi, ya veremos...

Su propia respuesta lo sorprendió ¿Por qué lo había considerado tan rápido? Él no era de los que daban clases de esgrima a cualquiera... ¿Por qué estaba adoptando la costumbre de aceptar cualquier petición de Tatsuha?

—Wolfy… ¡WOLFY!…

—¿Eh?

—Parecías distraído —comentó Tatsuha sonriendo de medio lado. A continuación, se puso de pie frente a Wolfram—. Tengo una idea, ¿Por que no haces un retrato de mí? De ese modo podremos pasar el día tu y yo sin preocuparnos por nuestros hermanos mayores. —Bajó la mirada, cohibido—. La verdad, me siento un poco inútil por no poder ayudarle.

Wolfram lo entendió perfectamente y se compadeció de él. Era demasiado difícil sentirse entre la espada y la pared, el no poder hacer nada por los seres amados.

—De acuerdo, te haré un retrato —aceptó sin pensarlo mucho—. Siéntate en la silla frente a mí.

Wolfram estaba a punto de tomar otro lienzo, pero entonces se fijó que Tatsuha hacía algo que no se esperaba.

—¿¡Que crees que haces!? —preguntó con el rostro todo rojo.

—Me quito la camisa —respondió el pelinegro inocentemente—. Si me vas a pintar, quiero que sea algo… algo artístico, algo profundo. Así como en esas películas románticas americanas.

En menos de un segundo, Wolfram pasó de la preocupación al desconcierto y del desconcierto a la indignación. Levantó las cejas, abrió mucho los ojos y la boca y tomó aire mientras buscaba las palabras con las que reprenderlo.

—¡Tatsuha, estás loco… !

—¿Qué? ¿Acaso te parezco demasiado tentador? —Tatsuha alzó la cabeza al tiempo que soltaba una breve y cínica risita, que no duró mucho pues Wolfram se rió con maldad y, en un gesto repentino, le jaloneó la oreja izquierda.

—Ni un poco —aclaró mientras Tatsuha se retorcía de dolor.

 

 

 

*************

 

Gwendal practicaba para su duelo en un salón del castillo con el mejor soldado de su escuadra. Sujetaba su espada firmemente levantándola con determinación desde su posición de firme, separaba un poco las piernas y adelantaba la pierna derecha, finalmente estiraba los brazos para atacar a su contrincante una y otra vez. En su mente visualizaba a Yuki Eiri, el tipo que se creía dueño de lo que desde hacía muchos años atrás le pertenecía. Él mismo había cavado su propia tumba, lo humillaría delante de Ariel y ante todos los presentes. Se arrepentiría de haberse metido con él.

 

*************

 

 

 

 

 

Así como su contrincante, Yuki también practicaba con la espada, pero a diferencia del primero, Yuki lo hacía a solas en el patio trasero. Estaba jadeando y tenía el rostro bañado en sudor, pero parecía estrafalariamente determinado a no detenerse.

Cuando terminó la última embestida, sintió la presencia de alguien a sus espaldas, pero no se giro para verla.

—Si sigue practicando de esa manera, no resistirá ni dos minutos ante Gwendal.

Yuki chasqueó la lengua y bufó.

—¿Qué propone, Cheri? Recuerde que yo no soy de este mundo y aparte de sólo conocer a los miembros del castillo, a Shuichi y a mi hermano, que es un inútil con la espada, no conozco a nadie más que pueda ayudarme.

Yuki se giró sobre sus talones con expresión furiosa y entonces la vio. La ex reina usaba un conjunto de ropa que consistía en blusa manga larga, pantalón y botas, y empuñaba una espada.

Yuki arqueó las cejas con esa arrogancia inconsciente tan característica de él.

—No me diga… ¿usted me ayudará?

Cecilie dio una paso adelante.

—Tal vez… —Se movió de manera tan ágil que, de repente, estuvo detrás de Yuki, colocando el filo de su espada en su cuello—. ¿Sabe?, no es de caballeros menospreciar la habilidad de alguien solo por ser mujer. En este mundo a los miembros de la realeza se nos enseña el arte del combate sin importar el género, ya que cualquiera de nosotros puede ser el elegido para ocupar el puesto de Maou.

Tras decir esto, Cecilie alargó el brazo, tomó el rostro de Yuki con la mano y lo empujó hacia atrás con fuerza.

—¿Por qué lo haría? —preguntó Yuki, mirándola con recelo—. Se supone que es su hijo con el que lucharé mañana…

Cecilie desvió la mirada.

—Muchos me llamarían traidora, una mala madre. Ninguno de mis hijos se atrevería a ayudar al contrincante de su hermano, aun cuando éste les simpatice. Su lealtad es admirable, por eso se mantiene al margen —Se detuvo un instante para reflexionar y luego meneó la cabeza—. Sin embargo, Gwendal estará bien, créame cuando le digo que es uno de los mejores en el arte del combate, pero usted…

Yuki cerró el puño y la miró con el ceño fruncido.

—No necesito su lástima, Cheri —espetó con arrogancia—. Puedo arreglármelas solo.

—¿Aun con el costo de perder? —insistió Cecilie al instante—. ¿Está seguro que no quiere mi ayuda, Yuki Eiri san? —Pudo notar que ese detalle inquietó al escritor, quien apretó fuertemente la empuñadura de su espada—. Lo sabía, usted teme perder a Shuichi kun —Cecilie asumió su silencio como una respuesta afirmativa—. Tómelo como disculpa por mi comportamiento con usted cuando nos conocimos.

—En todo caso, debería ser yo el que se disculpe…

—No, se equivoca, usted me hizo comprender que mi comportamiento no era el adecuado, ni con usted ni con muchos de los hombres que me rodean. Gracias a ello pude reflexionar y he decidido cambiar en ese aspecto mi forma de ser —Cecilie suspiró como si hubiese contrarrestado un gran peso de encima, y añadió con una sonrisa—: También pude entender sus sentimientos.

Yuki no replicó, pero la miró de tal forma que hizo que Cecilie se explicara mejor.

—Usted ama a Shuichi kun, porque usted es fiel a él. Una persona que practica la fidelidad con su pareja es porque la ama verdaderamente.

Desde luego Cecilie tenía toda la razón, pero a Yuki aún le avergonzaba oír la verdad descrita de forma tan directa.

—Déjeme intentarlo. —Ella le dedicó una mirada de ternura—. Deme una oportunidad para ayudarle a defender ese amor, o al menos para que sea un duelo justo.

 

*************************

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yuuri arrojó la pluma contra el escritorio, incapaz de concentrarse en cualquier cosa que no fueran los recuerdos de la noche anterior.

La manera en la que ese tal Tatsuha se había adueñado de Wolfram se concentraba en su memoria y no lo dejaba tranquilo. ¿Quién se creía ese tipo? ¿Por qué se creía con el derecho de acaparar a Wolfram?

Maldición, ¿por que estaba tan furioso?

Se levantó del escritorio, se situó frente a la ventana y tomó un hondo respiro para intentar calmarse.

Aún no podía creer que los cortejos para Wolfram comenzaran tan pronto. Estaba molesto consigo mismo, angustiado como si hubiera provocado una desgracia. Había empezado a desarrollar un sentimiento de posesión hacia él tan salvaje, tan descarado, tan tierno, que por momentos deseaba volver el tiempo hacia atrás, para que así ese tipo no tuviera la oportunidad de acercarse a Wolfram.

Entonces recordó lo que mencionó Murata: «¿Lo ves, Shibuya? Como te dije, Lord von Bielefeld empieza a ser cortejado, y por lo que veo ese chico lleva gran ventaja.»

—¿No que no te gustaban los humanos?, mentiroso —pensó en voz alta.

Yuuri sintió que su mente y su corazón se precipitaban al fondo de un pozo negro. Wolfram tenía que estar a su lado y no con Tatsuha Uesugi. Ese chico no tenía los derechos que él tenía sobre Wolfram. Era suyo y de nadie más. Él era el Maou y Wolfram era la persona que siempre estaba ahí para guiarlo.

***************

Después de dos largas horas, Wolfram daba los últimos toques de color al retrato. Miraba fijamente tanto el retrato como al modelo para no dejar pasar ni el más mínimo detalle.

Tomó un poco de pintura con su pincel y comenzó a repintar la imagen viajando por el retrato de Tatsuha a través de su rostro en forma de diamante, por su cabello oscuro y aquellos ojos negros tan seductores. Lo hizo de igual manera por su cuerpo mientras pensaba que jamás se hubiera imaginado que detrás de la ropa de ese chico tan jovial se escondiera un cuerpo tan musculoso y varonil. Ni siquiera lo notó durante su primer encuentro en aquel incidente donde le cayó encima completamente desnudo.

—«Hubiera deseado que Yuuri me cayera encima de esa manera», pensó involuntariamente preso de sus deseos. Le hizo recordar el cuerpo desnudo y hermoso de Yuuri cuando tuvieron la oportunidad de bañarse juntos. Se recriminó por no ser capaz de controlar el amor y el deseo que sentía por él, por cómo la belleza de aquel enclenque bastaba para que perdiera la cordura.

—Parece que el pintor se sonrojo un poco…

La voz de Tatsuha lo trajo a la realidad. Un estremecimiento apenas perceptible lo recorrió, después exhaló un profundo suspiro.

Tatsuha se levantó de su sitio y se acercó a él con su torso desnudo. Al parecer estaba un poco aburrido por estar en la misma posición durante dos horas.

—Tatsuha, ¿qué haces de pie? Regresa a tu lugar —ordenó y escondió su rostro para que no notara el sonrojo que sentía en las mejillas.

El joven monje hizo caso omiso a la orden.

—Ya me aburrí —refunfuñó—. ¡Quiero ver ya tu obra maestra! —Tatsuha tomó el cuadro sin darle tiempo de reaccionar.

Wolfram arrugó la frente, cruzándose de brazos. Estaba claro que el enfado emanaba de cada uno de sus poros.

—¡Regrésame eso, aun no está terminado!

En vez de hacerle caso, Tatsuha alzó el cuadro más alto. Wolfram no podía alcanzarlo porque era un poco más bajo que él.

—¡Tatsuha!

Wolfram se puso de puntillas para intentar tomar el lienzo, pero tropezó con unos botes de pintura que estaban en el piso. Rápido y sagaz como un felino, Tatsuha lo tomo de la cintura haciéndolos girar al caer ambos al suelo, quedando Wolfram debajo de él como en su primer encuentro.

—Tatsuha ¡¿Qué hiciste?! —le reclamó Wolfram, adolorido por la caída. Tatsuha flexionó los brazos para poder ver mejor su rostro.

—Lo siento Wolfy, tal parece que el destino siempre te pone debajo de mí. —Ninguno había hecho movimiento alguno para separarse. Tatsuha ladeó el rostro y esbozó esa sonrisa suya tan socarrona para después agacharse lentamente—. La tercera vez que esto ocurra te daré un beso —susurró cerca de sus labios.

—¡Estás demente, Uesugi! —A Wolfram no le cayó en gracia esas palabras que consideró una amenaza—. ¡Quitate de encima! —se removió con agilidad pero no fue suficiente—. ¡Suéltame!

—¡¿Que está pasando aquí?!

El grito pudo escucharse incluso en las habitaciones continuas. La voz empleada estaba llena de fuerza e ira.

—Yu-Yuuri… —susurró Wolfram, girando su cabeza para que su mirada esmeralda se encontrara con el Maou.

Yuuri se acercó a grandes zancadas para tomar con fuerza el brazo de Tatsuha y levantarlo bruscamente.

—¡¿Qué le estabas haciendo a Wolfram, infeliz?! —preguntó totalmente fuera de sí. El solo pensar que ese sujeto intentara propasarse con Wolfram lo volvía loco.

—Yuuri, no es lo que piensas —se apresuró a aclarar Wolfram con voz suave.

—¡Oye tranquilo, viejo! —intervino Tatsuha con una pequeña sonrisa triunfal. Esa escena de celos le causaba gracia.

De nuevo aquella sonrisa tan estúpidamente desvergonzada de ese tipo. Yuuri tenía los puños apretados al igual que la mandíbula. Estaba furioso, lleno de impotencia. Un brillo asesino colapsaba su mirada.

—Estaba pintando a Tatsuha, pero entonces él se acercó y…, y empezamos a forcejar el cuadro. Luego nos tropezamos sin querer —continuó explicando Wolfram—. Eso fue todo lo que pasó.

—¿Lo pintabas con el torso desnudo? —preguntó Yuuri en un tono que parecía un claro reclamo. Sus ojos estrechados no se habían apartado de Uesugi.

El corazón de Wolfram se llenó de indignación y coraje a la vez. No era para nada agradable decirle al hombre que amas que estabas pintando semidesnudo a otro, pero Yuuri ya no era nadie para reclamar.

—Soy una persona libre. No hay nada de malo en lo que estaba haciendo —le respondió—. Además, en alguna ocasión también te pinté de la misma manera.

Yuuri no estaba seguro, pero aquella respuesta pareció herirle en lo más profundo. Sólo sabía que estaba lleno de una ira que lo consumía por dentro y que no estaba dispuesto a ceder. Estaba demasiado irritado, mucho más que eso, enfurecido.

—No me pongas en la misma posición que este extraño —reclamó con voz grave, señalando a Tatsuha de forma despectiva—. Te recuerdo que nosotros estábamos comprometidos.

Y al recordar este hecho, los corazones de ambos dolieron tanto como si alguien los hubiese estrujado; sin embargo, supieron disimularlo muy bien.

—En todo caso… —Yuuri tomó una larga bocanada de aire para seguir—. Quiero que me ayudes con los asuntos del reino; Gwendal y Gunter están ocupados, así que debes sustituirlos. —Ni siquiera sabía porque estaba tan alterado, hablaba sin pensar—. Eres un soldado al servicio de la corona y no puedes dejar tus obligaciones así como así.

Un incómodo silencio surcó cada centímetro del gigantesco salón. Wolfram le dedicó a Yuuri una mirada llena de rencor.

«Un soldado al servicio de la corona» Sí, eso era ahora, ya no era su prometido, sólo era un simple soldado.

—Entiendo, Majestad… —dijo con un nudo en la garganta.

Yuuri entendió su error al instante.Había hablado sin pensar dejándose llevar por el enfado. De ninguna manera podría considerar a Wolfram como un sirviente más. Wolfram era… Wolfram era una persona muy valiosa pare él. Debía disculparse de inmediato.

—Wolf, perd…

—¡Yuuri, aquí estas cariño! —Ashley entró a la sala justo en ese momento y no tardó en tomar del brazo a su novio—. ¿Interrumpo algo? —preguntó al ver que Tatsuha se ponía su camisa mientras que Yuuri y Wolfram se quedaban en silencio como piedras.

—Pues interrumpieron el retrato que Wolfy hacia para mí —respondió Tatsuha—. Pero bueno... otro día seguiremos ¿verdad? —agregó con tono malicioso, poniéndose frente al rubio para sujetarle delicadamente el mentón.

Yuuri frunció el ceño. Tan solo deseaba llevárselo lejos de ese sujeto; quería tener a Wolfram a su lado.

—¿Nos vamos, Wolf?

—¿Eh?, ¿adónde van juntos? —preguntó Ashley, alerta.

—Tengo que atender unos asuntos del reino y necesito que Wolf me haga el favor de ayudarme —explicó Yuuri tan rápido como pudo.

Los ojos de ella centellearon con discreción.

—No tienes porqué preocuparte, Yuuri. Yo te ayudaré —dijo de manera venenosa e interceptó su camino—. De todas formas pronto yo seré tu reina consorte, ya no necesitaras de Lord von Bielefeld si me tienes a mí.

Wolfram no pudo evitar que algo dentro de su corazón se destrozara. Bajó la cabeza escondiendo sus ojos con su flequillo, apretando fuertemente los nudillos para controlar las lágrimas que amenazaban con escaparse de sus ojos. Pero algo dentro de sí dijo —¡No más!— Él era Wolfram von Bielefeld, noble Mazoku de raza pura, y de él ninguna zorra ni ningún enclenque se burlaban.

—¡Perfecto! —Se esforzó por no titubear—. Entonces Tatsuha y yo podemos seguir con nuestros asuntos —Hizo una elegante reverencia y sujetó la mano de Tatsuha para salir de ahí con la frente en alto—. Con permiso, Majestad.

 

 

 

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Con dolor e impotencia, Wolfram se detuvo cuando llegaron a un lujar alejado de aquel salón donde había dejado a aquel par de traidores. El pecho le ardía y no deseaba volver a llorar. Mantenía los puños apretados y su respiración estaba acelerada.

Tan solo quería desaparecer. Se sentía totalmente un idiota, un irracional, absurdo, estúpido por pensar que podía enfrentar a esto solo. Y lo peor era que había arrastrado a Tatsuha en algo que era unicamente su culpa.

—Tatsuha, perdóname… yo no debí meterte en esto, que vergüenza yo…

—Tranquilo, Wolfy —Tatsuha posó un dedo sobre sus labios para hacerlo callar—. Puedes usarme para todo lo que quieras. Nunca te dejare caer ¿recuerdas?

Le sujetó la cara entre las manos. Sus ojos verdes parecían luchar contra aquellos sentimientos que deseaba enterrar.

—Lo que me dijiste en la torre, ¿hablabas en serio? Eso de que me ayudarías a superar todo esto.

Tatsuha lo acunó entre sus brazos.

—Totalmente en serio —Le apartó el pelo de la cara—. Te prometo que no me apartaré de tu lado mientras no puedas volar por ti mismo. ¿Me vas a dejar ayudarte?

—Sí. Ayúdame, por favor… Tatsuha —respondió Wolfram, aferrándose más al pelinegro. Y ya no pudo contener más el dolor que guardaba, dejándolo salir en forma de cristalinas gotas cual cristales en su bello rostro.

Tatsuha deseaba golpear a Shibuya por todo el daño que le estaba haciendo a Wolfram. En serio que empezaba a tenerle cierto odio a ese idiota.

 

 

 

 

 

 

 

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Esa noche muchos no pudieron dormir.

Yuuri terminó con el papeleo gracias a la ayuda de Ashley, aunque hubiera preferido mil veces a Wolfram. De alguna manera lo quería tener ahí con él. Y no solo en la oficina sino también en la cama. Una noche más extrañaba su calor.

Wolfram sufría por su enclenque. Por un momento llegó a pensar que Yuuri podría estar celoso de Tatsuha por la manera en la que reaccionó, pero qué equivocado estaba; solo lo buscaba para que cumpliera sus obligaciones como soldado. Pero ahora sabía que contaba con Tatsuha para lo momentos difíciles. Ese chico se había convertido en su más fuerte apoyo.

Tanto Gwendal como Yuki estaban ansiosos por su duelo. Estaban dispuesto a darlo todo y reclamar lo que, según ellos, les pertenecía.

Shuichi era un mar de dudas. En la mañana, los dos hombres que amaba se batirían en duelo por él. Yuki era una víctima, primero por haber sido arrastrado a ese mundo con él y segundo porque por las confusiones de su corazón había acabado enredado en un duelo por demás injusto con el Gwendal von Voltaire, él más sobresaliente militar en los últimos años.

Y Gwendal... había acabado haciéndose ilusiones de nuevo con él, y todo por haber correspondido ese beso

«La culpa es mía», sollozó.

Mañana quedaría oficialmente comprometido con uno de ellos, o, lo que era aún peor, ambos arriesgarían su vida por ello.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

 


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