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Destinos entrelazados por Alexis Shindou von Bielefeld

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Notas del capitulo:

Hola, estoy muy emocionada pues he recibido mucho apoyo, lo que me inspira a seguir, muchas Gracias 

 Este capítulo deja más preguntas que respuestas pero prometo que todo será aclarado a su debido momento: 3 y qué decir del siguiente cap ese si les dará más curiosidad :p y sera mas largo 

Adelanto del cap 

Cheri sama es una coqueta ¿Quién mas es coqueto? Pos Yuki

A Gwendal le gustan las cosas tiernas ¿Quién es tierno y lindo? Pos Shuichi

Y lo ultimo Yaoi sin lemon pos No es Yaoi asi que aquí mi primer ¿lemon? O.o, pero si no les gusta que tenga lemon solo saltense esa parte  

Capitulo 2

Verdad a medias.

Yuki salió hecho una furia de la habitación, ¿cómo se atrevía Shuichi a ocultarle cosas? ¡A él!, quien le había compartido su más oscuro secreto.

En la entrada se encontró precisamente con la otra razón por la que no estaba nada contento de estar ahí, y eso lo hizo enfurecer mas. Ese sujeto de mirada más fría que la de él, que puso nervioso a Shuichi, no le agradaba para nada.

Gwendal, quien estaba a punto de llamar a la puerta, tampoco estaba nada contento de encontrarse con ese rubio que parecía un engreído.

—Vengo a dirigirlos a la sala de reuniones —dijo sin ningún grado de cortesía.

Yuki frunció el ceño.

—Perfecto, solo dime donde es y yo iré solo. No soy un chiquillo a quien tengas que llevar de la mano —le contestó con una sonrisa sarcástica.

—Sigue este pasillo, derecha y a la izquierda, es la primera puerta.

Gwendal no se permitiría dejarse intimidar por ese sujeto. Yuki simplemente siguió las indicaciones que le había dado, adelantándose. Al verlo cruzar el pasillo, Gwendal estuvo a punto de tocar de nuevo la puerta, pero al escuchar unos sollozos, decidió, muy a su pesar, esperar un poco mientras la furia lo carcomía por dentro. Nunca le había gustado ver llorar a Ariel.

Yuki llego a la habitación indicada. Había un gran escritorio cerca de la gran ventana, y una gran mesa al centro, rodeada de estantes de libros, pero no había nadie. Pensando que, tal vez, se había equivocado de habitación, decidió salir y preguntar a alguien que anduviera cerca, cuando estuvo a punto de girar la cerradura de la puerta, ésta se abrió de repente, dejando ver la silueta de una mujer hermosa, de cabellos rubios, con unas curvas perfectas y gran delantera, de esas a las que Yuki estaba acostumbrado a frecuentar antes de conocer a su actual pareja

Ella esbozó una sonrisa insinuante en cuanto lo vio.

—Así que era cierto lo que me comunicaron las sirvientas. Tenemos unos muy, muy interesantes invitados, y tu además eres muy guapo —rió Cecilie de manera sensual mientras cruzaba sus brazos por el cuello del escritor—. Espero se queden una temporada con nosotros. Estoy segura que la pasaremos bien. Mi nombre es Cecilie von Spitzberg, pero por favor llámame Cheri. Veo que tu amigo no ha llegado todavía, eso puede ser bueno para nosotros ¿no? —Ese sujeto rubio, de ojos felinos y mirada fría había llamado la atención de la ex reina al instante.

Pero Yuki estaba harto de ese tipo de mujeres que pensaban que era un especie de presa que caería fácilmente ante unas buenas curvas. Desde hacía un par de años había decidido dejar de lado las relaciones fugaces que solo le traían un sentimiento de disconformidad, pero como estaba tan enojado por toda esta absurda e incomprensible situación decidió jugar un poco con ella.

Se aproximó a ella de manera galante y atenta.

—Con que Cheri, ¿eh? —Yuki sonrió, cosa que le encanto a Cecilie—. Mi nombre es Eiri Uesugi, pero me conocen como Yuki —al terminar de presentarse, colocó sus manos en la estrecha cintura de la mujer acercándola aun mas a él—. Y si, efectivamente mi amigo aun no está aquí —Acercó su boca al oído de ella—. Estamos solos. Y si eso es bueno o no para nosotros, depende de que tengas en mente Cheri... —dijo su nombre en un susurro, lo que hizo sonreír a la ex reina.

—00—

Yuuri, Wolfram, Conrad y Gunter, ya habían llegado al laboratorio de la inventora, quien los miro extrañada. No era normal que la buscaran y más aun cuando estaba en el proceso de hacer un nuevo invento. Pero no le dio importancia a lo mejor estos inútiles hombres ya habían encontrado la pasión por la ciencia...

Se acercó a ellos con entusiasmo y alegría.

—¡Vaya vaya! que tenemos aquí! —exclamó—. Majestad, Wolfram, Conrad. Necesitaba un ayudante para un nuevo invento "seca- la- ropa -sin–necesidad- de –sol- kun", y estaba a punto de llamar a Gwendal cuando....

—Anissina, tenemos algo que informarte, pero necesitamos que mantengas la calma —la interrumpió Conrad.

Anissina vio algo poco usual en el rostro de Conrad, algo que la alarmó.

—¿Qué es ese tono de voz Conrad? Me estas asustando ¿qué pasa? —De pronto formó una mueca de espanto—. No me digas que ya descubrieron quien destruyó la estatua del vigésimo Maou que estaba en el jardín. Es que, veras, estaba probando otro invento, haz- que- las- estatuas- hablen-kun, y quería saber si...

—No se trata de eso —volvió a interrumpirla Conrad con la misma seriedad—. Se trata del regreso de alguien muy importante, muy importante y querida por todos...

Las palabras de Conrad aumentaron el interés de Anissina, quien no volvió a interrumpirlo y le prestó toda su atención.

—00—

Templo de Shinou.

—¿Me mandaste llamar Shinou? —preguntó Murata.

—¡Mi gran Sabio! —dijo Shinou con emoción—. Él ya está aquí, acércate.

Por fin sabría de quien se trataba esa persona tan importante para Shinou. Murata se acercó para mirar a través de la bola que les permitía ver dentro del castillo Pacto De Sangre, y lo que vio lo dejó impresionado. Un chiquillo no mayor de veinte años, de esbelta figura, hermosos ojos amatistas, cabellos rosas y con una sonrisa encantadora. Ahora lo comprendía todo.

—Pero algo salió mal... —susurró el rey original. Se notaba inconforme.

Murata volvió a verlo con una ceja alzada.

—¿A qué te refieres? —preguntó un poco inquieto.

—Es que en mis planes no estaba el que Ariel se hiciera acompañar de ese sujeto —dijo Shinou, haciendo un puchero—. Yo solo lo quería a él.

Murata vio al otro sujeto, un rubio de ojos dorados, y se rió por dentro. «Yuki Eiri y Shuichi Shindou, ¿eh?, el universo es demasiado pequeño»

—Cuando vayas, asegúrate de traer solo al chico pelirrosa —exigió Shinou. Su interés por aquel chico era inminente.

Murata soltó un bufido y se dio la vuelta.

—Como quieras —dijo mientras se dirigía a la salida

—00—

En pacto de Sangre

Gwendal decidió tocar la puerta al notar que los sollozos habían disminuido. Se quedo sin palabras al ver a su querido Ariel convertido en un muchacho tan hermoso, como siempre lo recordó.

—Gwendal —susurró Shuichi con un sentimiento que no supo definir. Gwendal pensó en ese instante que incluso su voz era hermosa.

—Eh, vengo a escoltarte a la sala de juntas —contesto Gwendal cuando encontró su voz. Estaba sumamente encantado con lo que sus ojos veían.

—Ah, sí. Muchas gracias —Shuichi no sabía que más decirle. Las palabras se quedaban atoradas en su garganta, así que solo dispuso a seguir en silencio a alguien que era muy querido de su oscuro pasado.

—00—

Una cosa es ser coqueta y jugar con las emociones de los hombres y otra muy diferente era encontrarte con alguien que era igual o más descarado que tu. Eso era lo que le estaba sucediendo a Cheri, quien nunca se imagino encontrarse con un hombre tan atrevido como el que la tenia sentada sobre la mesa, abriéndole las piernas para darse lugar entre en medio de estas.

—¡Espere! —exigió. Esto ya no le estaba gustando—. ¡Alguien puede venir en cualquier momento! —Cecilie trataba de separarse desesperadamente.

A Yuki le divertía toda esta situación, ¿dónde quedo la mujer atrevida de hace rato?

—¿Qué? —dijo con un tono divertido y cruel—. ¿Acaso nunca en su vida ha estado con un hombre que la trate como se merece? Mujeres como usted necesitan a un hombre de verdad. —Tras decir esto, Yuki se atrevió a ir más allá y guió su mano entre en medio de las piernas de la mujer a un lugar intimo. Pero todas sus acciones eran más por furia que por deseo. De verdad estaba disfrutando asustar a esa voluptuosa mujer.

—¡No es esto lo que deseo! —suplicó Cecilie—. ¡Suélteme por favor!

Satisfecho, Yuki por fin la soltó, dejándola tomar aire después de semejante susto.

—Le daré un consejo, Cheri. Piense bien en las consecuencias antes de intentar seducir a cuanto hombre se le ponga enfrente.

Cecilie respiraba agitadamente mientras se arreglaba el vestido que estaba un poco desajustado. La puerta se abrió, dejando ver a un hombre alto, vestido con uniforme militar verde de cabellos grisáceos. Era Gwendal y detrás de él estaba Shuichi.

Para Gwendal no había pasado desapercibida la situación en la que los encontró, pues su madre y ese extraño sujeto estaban solos en la habitación, y su madre estaba acomodándose el vestido.

—¡¿Qué está sucediendo aquí?! —gritó enfurecido.

Al no recibir una repuesta inmediata, Gwendal tomó de las solapas de la camisa a Yuki y le acercó el rostro al suyo. Ambos se miraron con odio.

—¡Dímelo! —exigió con mayor convicción.

—¡Aquí no ha pasado nada, Gwendal! —respondió Cecilie en su lugar—. Y eso es todo lo que diré. No tienes ningún derecho a interrogar a tu madre.

Shuichi simplemente arrugo el entrecejo. ¿Por que Yuki siempre tenía que hacer este tipo de cosas? Para él era un misterio doloroso. Él podía entender el enfado, pero no todo lo que se desarrollaba por eso. Sus ojos se cruzaron y esta vez no agachó la cabeza, más bien le dirigió la más fría de las miradas.

Convenientemente, los demás aparecieron en la sala.

—Eh ¿qué pasa aquí? —preguntó Yuuri, caminado hasta la silla que le correspondía al extremo de la mesa. Los demás se acomodaron a los lados.

—¡NADA! —respondieron Cecilie y Yuki a la vez.

Yuki en ningún momento había apartado su mirada de la de Shuichi. Cuando sintió que ya lo había martirizado lo suficiente, tomó asiento, dispuesto a escuchar la maldita verdad. Y fue justo en ese momento cuando la puerta se abrió dando paso a una pelirroja de ojos azules.

—¡Así que era cierto! —Anissina estaba, por demás, impactada. Su cuerpo temblaba de la emoción. No lo podía creer...

La entereza de Shuichi flaqueó. Esa voz, ese color de cabello, esos ojos. Shuichi no podía creer su mala suerte. Se limitó a mirar fijamente a la persona que había hablado, pero no le contesto.

—¡Ariel...! —insistió Anissina al no recibir ni siquiera un saludo, aunque comprendía que era normal después de todo lo que había pasado.

Shuichi la miró con desprecio.

—Así que estas aquí... —dijo con un tono lleno de desdén, mirándola de hito en hito—. Jamás creí que tendría la desgracia de volverte a ver.

Hasta Yuki se quedó impresionado por la forma tan fría en la que su baka trataba a esa persona. Su curiosidad aumentó significativamente.

Pero Anissina no se dio por vencida. No quería perderle. Lamentaba tanto que él la odiase. Su orgullo no le importaba. Pero Ariel le preocupaba de verdad.

—Ariel, hablemos —suplicó, desesperada—. Puedo explicarte.

Shuichi la interpeló por segunda vez.

—Toma asiento junto a los demás, si quieres —le dijo—. Es hora de aclarar ciertas cosas, en eso tienes razón.

Con el corazón roto, Anissina tomo asiento junto con Gwendal. Contenía las lagrimas... sabía que se merecía el desprecio de Ariel.

Yuuri no sabía por donde debían comenzar. De hecho, no entendía muy bien la situación, pero al ver los rostros expectantes de sus amigos, decidió darle la palabra a quien parecía que tenía que explicar muchas cosas. No tenia dudas que iba a resultar ser una situación por demás interesante.

—Considero que sería prudente que comience usted a hablar, parece ser quien más explicaciones debe dar —dijo Yuuri dirigiéndose a Shuichi, éste lo comprendió perfectamente sobretodo porque le debía una buena explicación a su amante. Todos lo vieron atentos.

Shuichi estaba de pie, buscando la manera de comenzar.

—Bueno, antes que nada, te aclaro, Yuki, por si las dudas, que esto no es una broma ni estás en un sueño —Bajó la cabeza, cabizbajo—. Por desgracia, esto está pasando —dijo con una tristeza que conmovió a más de alguno—. Nos encontramos en Shin Makoku, reino de los demonios, gobernado por su majestad, el Maou, regido por diez casas nobles. Hace mucho tiempo, yo nací aquí. Los señores Shindou me adoptaron hace diez años en la tierra. Esa parte de mi vida es la única que te he ocultado en todo este tiempo —Finalizó, tratando de que su voz sonara firme y confiando en que la nadie viera cómo le temblaban las manos.

—¡Hump! Esta es la única cosa que me has ocultado, poca cosa... qué ¿me vas a decir que eres un demonio? Porque yo ya me había hecho a la idea que descendías de los monos...

Shuichi negó con la cabeza.

—¡Soy Humano! —aclaró desesperadamente—. Te juro por lo más sagrado que soy humano, pero...No te voy a negar que hubo una etapa en mi vida en la que fui un Mazoku, pero... —De repente, le temblaba todo el cuerpo, de los pies a la cabeza y deseaba salir corriendo—. ¡Ya no más! Ya no más sufrimiento... ya no mas persecución... ya no...

Shuichi no pudo contener las lagrimas. Yuki al notar esto, se sintió mal por su pareja ¿Tanto así le afectaba estar en este lugar? Shuichi era de las pocas personas que conocía que no se dejaba vencer por los problemas, cierto era que era un poco bipolar, pero de eso a que realmente este dolido por algo, era diferente.

Con un sentimiento profundo de protección, Yuki se acerco a él y le abrazó. Shuichi solo pudo aferrarse a él con todas sus fuerzas. Todos quedaron conmovidos ante tal imagen, más Gwendal hizo una mueca de disconformidad.

Una vez más tranquilo, Shuichi prosiguió:

—Quiero aclarar a todos que mi nombre es Shuichi Shindou y no responderé a otro nombre que no sea ese. Ariel Darcy o Ariel von Karbelnikoff desapareció hace mucho tiempo con la ayuda de Shinou...

Nueva pregunta para Yuki ¿quién rayos era Shinou?

Aquella sorpresiva revelación dejó perplejo a más de alguno. Debieron suponer que Shinou tenía algo que ver. Según lo que entendían hasta el momento, su amigo Ariel había sido convertido en un humano después de ser un Mazoku. Fue enviado a la tierra y convertido en el cantante famoso Shuichi Shindou al que se refería Yuuri, pero ¿qué tenía que ver ese extraño sujeto de ojos dorados? ¿Cómo es que él llegó junto con Shuichi? Era la pregunta común que rondaba en la cabeza de todos, algo que Shuichi aclaró de inmediato.

—Les presento a Eiri Yuki, mi pareja y si me preguntan porque está conmigo, debo decir que no tengo la menor idea, ni siquiera sé porque estoy de nuevo aquí...

De nuevo un silencio sepulcral se formó en la sala.

—Bueno, sea como sea debemos presentarnos con cortesía así como ustedes lo han hecho. Ya que según entiendo, Yuki san es nuevo aquí, mi madre siempre dice eso jejeje —Ahí estaba de nuevo, Yuuri siendo enclenque, tratando de aminorar el ambiente tan tenso que se había formado—. Mi nombre es Yuuri Shibuya, Maou de Shin Makoku. Yo también vengo de la tierra por eso fue que los reconocí. Un placer —dijo acercándose a ellos.

—¡Eh, Majestad! Disculpe mi manera tan descortés para con usted —dijo Shuichi, haciendo una reverencia y haciendo a Yuki inclinarse también.

Yuuri agitó las manos rápidamente.

—No descuide, Shindou san y también Yuki san, pueden llamarme Yuuri, sin formalismos.

—Entonces llámame Shuichi simplemente —contestó el cantante con una hermosa sonrisa.

Shuichi era una estrella del pop que Yuuri solo había visto en videos y televisión. Siempre le había llamado la atención lo atractivo que se veía, pero si lo comparaba con tenerlo en persona era otra cosa. La palabra atractivo se hacía poca tomando en cuenta sus ojos amatistas, su voz y su sonrisa. la belleza de Shuichi solo era superada por la de Wolfram, eso lo tenía claro, y al pensar en ello, Yuuri se sonrojó.

Wolfram se acercó a Yuuri, celoso.

—Oye tu enclenque infiel, ¡¿qué es esa boba sonrisa en tu rostro?!

—¡Wolfram, ya para con eso!

Ignorando a su prometido, Wolfram se acercó a Shuichi y a Yuki.

—¡hump!, Soy Wolfram von Bielefeld, prometido de este enclenque —Se presentó a Yuki, y luego se dirigió a Shuichi con una cálida mirada—. Sea como sea es un gusto volver a verte.

Volver a ver a su mejor amigo aminoró la tensión de Shuichi. Lo había echado mucho de menos. Wolfram seguía siendo tan hermoso como siempre, pero había un vestigio de tristeza en su rostro.

—Honey chan... —susurró.

Wolfram continuó presentando a los demás a Yuki.

—Él es Conrad Weller y él es Gunter von Christ, consejero real, mi madre Cecile von Spitzweg y mi hermano mayor...

—Gwendal von Voltaire, y soy el pro... —Gwendal quiso agregar algo más pero sus palabras se quedaron en su garganta, cuando Annisina lo interrumpió.

—¡Para mí tú siempre serás mi hermano menor, mi querido Ariel von Karbelnikoff!... soy Anissina von Karbelnikoff hermana mayor de...

—Yuki no necesita conocerte, él ya conoce a mi única hermana, Maiko Shindou, y no necesita conocer a nadie más que se haga llamar así ¡¿entendiste?! —la interrumpió Shuichi en tono cortante.

Todos estaban con los ojos abiertos ante tal reacción por parte del pelirrosa. La manera tan despreciativa en que le habló los dejó sin palabras.

Shuichi desvió la mirada, avergonzado por aquel impulso.

—¡Dis-Disculpenme por favor! —dijo, haciendo una reverencia—. Pero...

Mostrando un apoyo silencioso, Wolfram apoyó su mano en el hombro de su amigo.

—Tranquilo... todo estará bien. No te preocupes, Shuichi.

En ese instante llamaron a la puerta, se trataba de una de las sirvientas anunciando pasar al comedor. La cena estaba servida. Se habían pasado toda la tarde hablando que el tiempo había pasado volando.

—Bien, será mejor que pasemos al comedor, como pasa el tiempo jeje la plática estaba muy interesante —Yuuri trataba de mejorar el ambiente—. Shuichi san, Yuki san por favor síganme ¡vamos todos! ya saben barriga llena corazón contento...

Shuichi y Anissina se miraron el uno al otro por unos cuantos segundos que parecieron una eternidad, ambos reflejaron la misma tensión.

—De acuerdo... lo entiendo —susurró Anissina tratando de calmarse. Ya tendría tiempo para aclarar todo con su hermano. De todas formas era una alegría inmensa verlo de nuevo.

Shuichi suspiró. Tenía la mirada sombría y los ojos brillantes. No sabía como definir los sentimientos que le provocaba verla de nuevo, no sabía si era odio, resentimiento, o ambos.

Los demás decidieron olvidar ese suceso, pues entendían dicha reacción por parte de Ariel. Aunque para cierto escritor tendría que haber una explicación más detallada, de eso estaba seguro así dejara de llamarse Eiri Uesugi.

.

.

.

En el comedor ya los esperaba Greta, quien al ver a sus papás corrió a sus brazos.

—¡Papá Yuuri!... ¡Papá Wolfram! —dijo la niña para después darles un beso en la mejilla a cada uno.

Shuichi sonrió, conmovido por la tierna imagen.

—Vaya, ya tienen familia y todo ¡Eh, picarones!.. —Le dijo a Wolfram, codeándole las costillas. Luego se puso en cuclillas para saludar a la pequeña niña. Le fascinaban los niños—. Hola, mi nombre es Shuichi y él es mi novio Yuki —dijo señalándolo—. ¿Tu cómo te llamas?

Greta se le quedo viendo primero a Wolfram, y después de que éste asintiera, prosiguió a contestar:

—Greta —La pequeña princesa empezó a chocar sus deditos en señal de vergüenza—. Un placer.

Shuichi esbozó una hermosa sonrisa.

—Yuki ¿no te recuerda a Riku?...

—¿Riku? —repitió Wolfram, queriendo saber más.

Shuichi asintió.

—Así es, Wolfram...Yuki y yo también tenemos un hijo —respondió.

—Mas bien tenemos un terrible problema —balbuceó Yuki, sin una pizca de tacto.

—¡Yuki!... —Shuichi se levantó y lo miró con ojos asesinos.

—¡Bah! —masculló él, al tiempo que cruzaba los brazos y curvaba ligeramente la comisura de la boca.

Shuichi frunció los labios durante un segundo, pero enseguida sonrió de oreja a oreja.

—No le hagas caso —explicó a Wolfram—. Aunque solo lo cuidamos por temporadas, mi Riku es un niño tan lindo como Greta, pero un poco menor que ella.

Las doncellas ya habían puesto y a los platos, las servilletas y la cubertería en la mesa, donde también había velas y flores por todas partes. La comida olía deliciosa. Todos tomaron sus lugares a la mesa, Yuuri en el extremo principal y los demás a los lados; Sangría, Lasagna, Doria y Effei comenzaron a servir.

Shuichi suspiró. De nuevo se encontraba en ese tipo de ambiente, lleno de bailes y cenas, que creyó haber dejado en el olvido. Quería regresar a la tierra lo más pronto posible, pensó. Lo único bueno de todo esto era que había podido ver a su querido Wolfram. Le causaba un gran alivio saber que se encontraba bien, y le sorprendió saber que estaba comprometido con el Maou, que parecía ser una buena persona.

—Pero si tienen una hija en común ¿cómo es eso que siguen comprometidos y no casados, Wolfy? —preguntó de repente. Según lo que recordaba, las reglas eran muy estrictas en ese aspecto dentro de la Nobleza en Shin Makoku—. ¿No sería más conveniente criar a la pequeña dentro de un matrimonio?

Yuuri, quien estaba bebiendo de su copa de agua, escupió.

—Pregúntale al enclenque —dijo Wolfram, bebiendo una copa de vino.

«¿Enclenque?», rió Shuichi en su mente al notar que Wolfram no dejaba de tratar a su prometido de esa manera.

La situación era confusa de explicar, por lo que Yuuri estaba al borde del ataque de nervios cuando intentó darle una respuesta.

—Sí, pues verá, todo fue un malentendió, quiero decir, yo...yo no sabía y... y recién había llegado aquí y...el compromiso.

Notando la incomodidad de Yuuri al hablar de su compromiso, Wolfram se molestó tanto que arrugó el ceño y golpeó la mesa.

—No sigas poniendo la excusa de que no sabías, enclenque. No arruinaré mi honor por ti, ¡Afronta las consecuencias de tus actos!

Shuichi pareció entender.

—Ya veo... —Puso sus dedos debajo del mentón, pensativo—. Pero quedar comprometido con Wolfy es un honor que muchos desearían... —dijo con un tono de extrañeza, sabía que Wolfram era muy solicitado en matrimonio así como lo fue él en aquellos tiempos.

Sin darse cuenta, Yuuri cayó en cuenta de que Shuichi tenía razón. ¿Cuántos hombres no estarían contentos de poder poseer a alguien como Wolfram? Sentía un orgullo posesivo por aquel chico que permanecía a su lado con su paso grácil y desenvuelto, con la mezcla exótica de su belleza y elegancia, y con sus atenciones entregadas sin esperar nada a cambio. ¡No!, él no podía estar pensando de esa manera.

—Imposible —respondió al final, incapaz de reprimir las palabras o esos celos vanos y estúpidos que se habían apoderado de él al imaginar a Wolfram comprometido con otro.

Shuichi pudo ver el rostro resignado de Wolfram. Algo andaba mal, Wolfram siendo rechazado era algo difícil de creer.

Después de eso, todos se dispusieron cenar en relativo silencio. El sonido de los cubiertos contra los platos era lo único que se escuchaba. Para cuando llegaron al postre, las conversaciones ya se habían entrelazado, todos se sentían como viejos conocidos.

—Debemos encontrar la manera de regresar pronto, Shu —recalcó Yuki—. Recuerda que tienes el concierto y yo tengo que entregar el manuscrito de la novela a tiempo, si no quiero que Mizuki se tire de un precipicio.

Shuichi asintió.

—Tienes razón Yuki... pero no tengo idea de cómo —respondió mientras cerraba los ojos, pensativo.

Yuuri alcanzó a escucharles.

—Por el tiempo no se preocupen —les dijo para que no se sintieran tan preocupados—. Aquí el tiempo pasa más rápido que en la tierra, por lo que meses aquí podrían ser horas allá —De pronto se le ocurrió una solución rápida a su problema—. Tal vez yo podría abrir un portal y así podríamos regresar juntos, acostumbro ir de un mundo a otro.

«Un Maou procedente la tierra ¿qué estaría pensando Shinou? Bueno, parece buena persona», pensó Shuichi, pero después sonrió y aceptó su ayuda.

—Muy bien, muchas gracias.

Los demás no parecían conformes querían aclarar muchas cosas, y pasar más tiempo con él.

—Eso no será necesario...

—¡Gran Sabio! —exclamaron todos al mismo tiempo al verlo entrar al comedor.

—Buenas Noches a todos —saludó—. Y sí, efectivamente, vengo de parte de Shinou para darle un mensaje a usted —dijo refiriéndose a Shuichi—. Mi nombre es Ken Murata, y soy la reencarnación del Gran Sabio.

«Shinou, debí suponerlo» pensó Shuichi.

—Mucho gusto, Alteza...

Murata saludó a Shuichi con un gesto seco.

—Shinou desea tener una audiencia con usted mañana en el templo, ahí le explicará el porqué esta aquí —continuó sin prestarle atención—. Vendré mañana para escoltarlo. Sin más que decir, me retiro. Con permiso y buenas noches a todos.

—S-si, ¿Soy yo o parecía enojado?... —se preguntó Shuichi al tiempo que arqueaba una ceja.

—Murata, que extraño... tal vez tenía prisa... —murmuró Yuuri.

La cena transcurrió con relativa normalidad. Después, todos se dirigieron a sus respectivas habitaciones, hasta Wolfram decidió dormir en la suya propia, necesitaban descansar después de un día de muchas emociones.

—00—

Cuando llegaron a la habitación que les había sido asignada, Yuki se sentó en la cama, pensativo. Shuichi sabía que estaba enojado, impresionado, y a lo mejor un poco temeroso. No era nada fácil enterarte que tu pareja era un demonio de la noche a la mañana, quedar atrapado en ese extraño mundo y no saber como regresar. Incluso Shuichi ya estaba acostumbrado a la vida en la tierra, y aun quedaba la posibilidad de que no pudieran regresar. Ser un Mazoku era algo que no deseaba mostrarle a Yuki, algo muy íntimo que debía permanecer en secreto no por vergüenza, sino por temor a mostrarse tal como era. El hecho que Yuki lo odiara por eso lo hizo temblar. Con cuidado se colocó sobre la cama detrás de Yuki, cruzando sus brazos alrededor de su cintura pegando la barbilla a la unión de cuello y hombro

—¿Todavía estás enojado? —le susurro al oído, su voz sonaba melancólica—. Perdóname...

Yuuri negó con la cabeza.

—No —respondió. Shuichi se asustó un poco—. No tengo nada que perdonarte, todos tenemos algún pasado oscuro, ¿recuerdas? Yo no soy nadie para juzgarte. Sí, acepto que estoy realmente conmocionado, es que de verdad creí que descendías de los monos o venias del planeta de los tontos...

Shuichi le dio un golpecito en la cabeza, indignado.

—¡Yukiiii que malooo!

Yuki se rió.

—Ni que hubieras matado a alguien, Baka, descuida.

Algún recuerdo doloroso se removió en Shuichi como consecuencia de sus palabras. Se quedó callado abruptamente, mirando a un punto fijo.

—Shuichi.... ¡Hey, Shu, reacciona!

—¿Qué?...

—Te quedaste pensativo. Estás raro baka, más raro de lo común, en fin... —Yuki lo miró con detenimiento y formó una sonrisa maliciosa y sensual a la vez—. ¿Ya te he dicho que te ves realmente delicioso con esa ropa?

Sin poder evitarlo, Shuichi sonrió.

—No, aún no —respondió, olvidándose por un momento de sus problemas. Comenzó a besar el cuello de su escritor favorito.

Yuki se dejó hacer.

—Hace que te desee más de lo que ya lo hago —dijo con voz seductora, girándose para besar los labios del pequeño.

—¿Sabes algo, mi amor?... —dijo Shuichi al separarse del beso.

—¿Qué cosa?...

—Apestas a perfume de mujer ¡Sabía que algo había pasado con Lady Cheri!... —Shuichi formó un puchero con sus labios—. Yuki esa mujer tiene como doscientos años —gritó, indignado—. Te he dicho que no permitiré que huelas como nadie más que mí.

—Descuida, baka. Y yo te he dicho que ya no se me excito con nadie más que contigo.

Yuki lo tomó de la cintura, recostándolo debajo de él, comenzando con un beso más apasionado que el anterior, cuando sintieron la necesidad de oxigeno se separaron. Yuki comenzó a desbotonar el chaleco y la camisa de Shuichi besando cada parte que quedaba descubierta, tomado su tiempo para saborear cada uno de sus dos pezones, mientras el pequeño comenzaba a gemir, solo haciendo una pausa para decir

—¡Doscientos años! Mi pequeño exagerado.

Shuichi abrió los ojos, comprendiendo que Yuki se refería a la edad de Lady Cheri.

—Eh, humm —Shuichi apenas podía contestar. Yuki había continuado atendiéndolo y ahora se dirigiría a su parte baja. Pero aun gimiendo logró decir entre suspiros—: Los... los Mazokus aparentan ser cinco veces más jóvenes de lo que en realidad son uuuhn... a veces... mas...

Yuki se detuvo en seco.

—¡¿Qué?! ¿entonces cuantos años tendrías tu...? —Yuki ya se había deshecho de la camisa y ahora comenzaba a desabrochar el pantalón corto. Cuando lo consiguió, deslizó también las medias que cubrían las esbeltas piernas de su amante levantándolas y besándolas con besos cortos.

Shuichi negó con la cabeza rápidamente.

—¡No... no te lo diré! —Se sonrojó aún más, si eso se podía.

—Entonces me detendré, y mira que ya estas realmente excitado por aquí —dijo Yuki tocando con descaro el abultado miembro del cantante.

—¡Yuki no seas así! ...

—No seas nada, dime y continuo, sino ya sabes dónde está el baño.

Shuichi suspiró, derrotado.

—Bien bien... Cuando...cuando escapé de aquí tenía alrededor de cincuenta o cincuenta y cinco años, ¡pero aquí el tiempo corre más rápido que en la tierra!

Yuki comenzó a reírse de nuevo.

—Eres un anciano, Shindou.

—¡Yuki!

—Bien, abuelo —dijo Yuki—. Sigamos atendiéndolo o mejor no, no vaya a ser que le de algo.

—¡Yuki! ¡No...!

Shuichi fue callado por un delicioso beso. Yuki acariciaba todo el cuerpo de Shuichi, quien yacía totalmente desnudo y a su merced. Yuki volvió a bajar a la altura de su miembro totalmente erecto y comenzó a saborearlo desde la punta, lentamente, volviendo loco a su pareja.

Shuichi trataba de que sus gemidos no sonaran tan fuertes. Le daba un poco de vergüenza hacerlo en el lugar donde se encontraban, pero teniendo al dios del sexo como pareja era algo imposible resistirse. Así que Shuichi mordió su puño izquierdo mientras su mano derecha apretaba fuertemente las sabanas. Finalmente acabó derramando todo su néctar en la boca de Yuki.

—Rápido como siempre... —se mofó Yuki—. No aprendes, ¿Eh?

Colocándose de rodillas sobre la cama, Shuichi hizo lo mismo con él, comenzando también a quitarle la ropa a su amado, deslizando lentamente su camisa dando fugaces besos en el atlético cuerpo que se mostraba ante él.

Se volvieron a acostar, desnudos completamente, Yuki sobre Shuichi, disfrutando el roce de sus miembros, despertando de nuevo la excitación, disfrutando del dulce sabor de los labios de su amado en un beso húmedo, delicioso y erótico.

Yuki dirigió tres de sus dedos a la boca de Shuichi para que los humedeciera, él lo hizo de inmediato, necesitaba sentirse uno con su gran amor, lo necesitaba hoy más que nunca.

Una vez hecho esto, Yuki dirigió un dedo a su entrada empezando a prepararlo para luego agregar otro y así sucesivamente.

—¡Yuki... Ya...te necesito por favor!... —suplicó Shuichi. Entendiendo a lo que se refería, Yuki se giró quedando acostado debajo de Shuichi. El menor sabía perfectamente que debía hacer. Se sentó a horcajadas y bajó lentamente sobre el miembro de su pareja, mientras su interior se llenaba de él, espero un momento a que pasara el dolor para comenzar a subir y bajar.

Shuichi estaba cabalgándole lentamente, pero el Yuki movía tan vertiginosamente sus caderas que no dejaba que hiciera su voluntad. El pelirrosa no paraba de gemir. Llego un momento en que Eiri se sentó para lograr capturar sus labios, tragándose sus deliciosos gemidos para luego dirigirse a su cuello mordiéndolo, dejándole seguramente su marca y era precisamente lo que quería lograr, en la tierra e incluso en Shin Makoku, Shuichi era su propiedad, quería demostrárselo a todos sobre todo a ese tipo, Gwendal von Voltaire. Ambos deseaban que los besos, caricias y embestidas no acabaran nunca, porque volvían a estar más compenetrados que nunca.

El momento de la culminación llegó. Shuichi se derramó entre ambos, y al contraer sus paredes internas hizo a Yuki terminar también dentro de él, llenando su interior de su semen. Finalizaron con apenas el roce de sus labios, respiraban agitados y sus cuerpos sudorosos.

—Te Amo Yuki —dijo Shuichi casi sin aliento. Yuki no respondió, pero besó tiernamente su frente. Era suficiente, Shuichi no necesitaba una respuesta.

Se cubrieron con las sabanas para descansar. Mañana descubrirían la verdadera razón del regreso de Shuichi. Le habían resultado muy intrigantes los acontecimientos recientes, pero habían tenido suficiente dosis de ellos por un día.

 

Notas finales:

Ya sabemos que Anissina y Shuichi son hermanos pero ¿porque el resentimiento de Shu?¿ que oculta Shuichi? ¿que relacion tiene Shinou con Shu? 

En el siguiente capitulo de destinos entrelazados:El pasado de Ariel I

Nació en el territorio de Karbelnikoff, localizado al sur de la capital, tierra de hermosos paisajes famoso por sus lugares turísticos...

- ¡Wolfyyy, te encontrare!... –estaba jugando escondidas, cuando sintió unos brazos alzándolo

- Lo encontraras después de que me des un beso

-  Escúchame- agachándose para levantarlo, pero el niño estaba llorando a mares - ¡escúchame de digo!- fue ahí que le puso atención- bien….debemos irnos…huír de aqui 

- ¡¿Q-que?!-

Les agradeceria de verdad un review Anda ¿sí? :3


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