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La Estrella Fugaz por geminisnocris

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Notas del capitulo:

PARA PODER LLEGAR AL MINOTAURO HAY QUE RECORRER TODO EL LABREINTO...

ALREDEDOR DEL ASTRO HAY CINCO HISTORIAS, QUE AL FINAL SE UNIRAN...

AQUI COMIENZO CON TRES DE ELLAS 

ESPERO LES GUSTE

Historias Paralelas

 

En todos sus años de investigación jamás había presenciado un fenómeno en  esa escala de irregularidad, esa extraña línea luminosa que había atravesado el enorme cometa haciéndolo volar en mil pedazos lo había dejado asombrado, confundido, ido en la enorme pantalla, tratando de descifrar que lo había ocasionado.

—¡Saga!... ¡Saga!—la voz de Aioros lo hizo voltear su mirada—los medios quieren saber que fue eso… no los podemos dejar esperando—murmuró de cerca mientras con su rostro hacia un gesto hacia los espectadores.

Cuando Saga se dio la vuelta se dio cuenta que el público también estaba inmutado, Saori junto a ellos solo negaba confundida mientras levantaba sus hombros, jamás había sucedido algo como eso mientras estudiaba el plano astral con el gemelo, ahora todos buscaban respuestas en esas esmeraldas tras los transparentes lentes que ocultaban una enorme duda. Sin perder más el tiempo, tomo el micrófono en el pequeño e improvisado escenario.

—Señores, el doctor Aioros y yo necesitaremos tiempo para analizar el video, les prometemos que tendremos noticias en uno o dos días a lo más, pueden contar con la que la información se les entregará en primicia a ustedes—dijo mientras bajaba las gradas, Saori se dedicó a despedir a todos los invitados, algunos molestos salieron a regañadientes, ofendidos, otros atemorizados, pero al final de cuentas todos con ansias de saber que había sucedido.

Una vez solos guardaron todo los implementos con rapidez y dentro del observatorio corrieron el video una y otra vez, tomando cuanta nota fuera necesaria, uniendo cabos, midiendo distancias entre astros, localizando cercanías o posibles factores atmosféricos que hubiesen interferido con el paso del enorme cometa, definitivamente esa sería la madrugada más larga de todas, pero necesitaban con urgencia una respuesta.

……………………………

Kanon manejaba con rapidez y destreza el auto, un aviso de tormenta en el cielo lo hizo apurarse aún más, a su lado, el jovencito fruncía el ceño lleno de dolor mientras inconsciente llevaba sus manos hasta su costado y se presionaba gimiendo un poco, situación que lo ponía nervioso y que aunque no quisiera lo hacía recordar el fatídico accidente del cual él fue el primer testigo

Atla…—murmuraba en un tono apenas audible—tengo…miedo.

Tranquilo… tranquilo—murmuró Kanon mientras apresuraba la velocidad y estacionaba frente a la vivienda, unas gotas comenzaban a llenar el parabrisas.

Salió del auto y con rapidez abrió la puerta de la casa para volver con el joven envuelto en sus brazos, dejó machas de tierra amarilla que aun colgaba de sus zapatos y el ruedo de su pantalón, también unas gotas de sangre que ya resbalaban por el pálido brazo del pelilila, subió las gradas para abrir la puerta de su habitación con una de sus piernas y  lo acomodó en su cama, abrió el saco con el que lo cubría y reviso la herida en su costado, arrugó su entrecejo al ver la sangre en todo el ropaje y pecho del muchacho también en una parte de su camisa, pero no le importó estar sucio en ese momento, fue en busca del botiquín de primeros auxilios que su hermano guardaba en el baño, se sentó a su lado y comenzó a cortar con una pequeña tijera los restos de la túnica que cubrían su costado y la parte alta de su cuerpo, paraba de vez en cuando, cuando un breve quejido salía de la boca del pelilila, terminó y suspiró agobiado, tomó un poco de agua destilada y lavó la herida que recorría desde su pecho hasta la parte baja de sus costillas con unas gasas, limpió con delicadeza el corte que parecía lacerado y aplicó un poco de cicatrizante, terminando el trabajo se sentó en el piso justo al lado de su cama, apretó con fuerza su cabeza y luego la dejó ir para atrás. Observo el reloj en su muñeca, ya pasaban las tres y media, no había ido donde su hermano, pero por primera vez en su vida tenía una excusa muy buena.

—Qué crees Saga…—se decía en un monologo—salvé la vida de un alienígena… ¡maldita sea Saga!, ¡estas cosas deberían pasarte a ti!, tu eres el de los hombrecitos verdes, yo solo soy un triste abogado…—suspiro casi con desespero, arropó al muchacho que se quejaba entre sueños y se removía torpemente en la cama—todo saldrá bien, ya verás—le dijo acariciando su frente y observando curioso los dos puntos que ahí habían—mi hermano sabrá que hacer, él nos ayudará…—el rostro del joven se contraía de dolor, con suavidad apartó unas gotas de sudor sobre su frente irritada, una sensación de paz y sobreprotección acudió a él como si al frente tuviera a su hija—yo… te voy a cuidar—dijo mientras sus ojos brillaban de un extraños tono celeste—a mi lado nadie podrá hacerte daño—murmuró cayendo a su lado en un profundo sueño.

…………………………………

 

A millones de años luz, en el castillo celeste de lemuria, un joven de cabellos lila caminaba conmovido en su habitación, sus dedos se entrecruzaban una y otra vez en viva señal de nerviosismo y desesperación, desobedeciendo a su padre, había mandado a uno de sus súbditos en busca de cierta información prohibida a la bibliotecay ahora esperaba su regreso, observaba el reloj que colgaba cerca de su ventana desde donde en ese momento se podía observar a plenitud el planeta tierra. Pocas horas habían pasado desde el fatídico accidente y su padre y el resto de guerreros estaban reunidos para crear un plan y dentro de ocho días volar hasta el tercer planeta y recuperar al príncipe perdido, ocho días que para él eran toda una eternidad, su hermano menor, a quien amaba más que a su propio padre se encontraba ahora a merced de aquella bruja que había exterminado a centenares de estrellas que solían viajar hacia la tierra en busca de sueños perdidos, a diferencia de los lemurianos que solo viajaban cada cien años, existía más allá de las galaxias una legión de guerreros fuertes nombrados los KAILASH*, en la tierra eran venerados por la raza hindú, y los humanos fueron inspirados por ellos mismos para bautizar una montaña con su nombre, su misión era la de cuidar a los cometas que recién comenzaban su travesía, pero desde que su mejor amigo junto a su hermano menor habían sido capturados por la malvada mujer y muerto a manos de su perverso hermano Hades-o eso era lo que hasta hora ellos sabían, y eso era lo que Atla mas temía- ambos reyes habían declarado una pausa, donde sus servicios serían requeridos en casos extremos, solo para evitar otra catástrofe.

Asmita…—murmuró recordando con pesar a la más valiente de ellos.

—¿Se puede?—lo interrumpió una suave voz a sus espaldas mientras entraba sin tocar.

Yuzuriha…—murmuró sin darse la vuelta, sintió entonces unos delgados pero fuertes brazos tomándolo de su espalda y recostando su cabeza mientas lo estrujaba con suavidad—necesito volver por Mu…

—Lo sé…—murmuro con tristeza la rubia girando hasta quedar cara a cara y recostar su frente contra la del joven— y es por eso que estoy aquí…

—No podrás convencerme de lo contrario—le dijo mientas apartaba unos mechones rubios de su rostro.

—También se eso—sonrió con malicia separándose—iré contigo…

—Jamás—le replico Atla alejándose de su abrazo con su entrecejo fruncido—no pondré otra vida en riesgo.

—Mu es mi discípulo, tengo el mismo derecho que tú en preocuparme e ir por él—habló con furia tomándolo del brazo mientras lo giraba, Alta no se opuso al movimiento pero mantuvo sus ojos cerrados—¡Atla!

—¡YA BASTA!—gritó soltándose de las manos de la rubia y girándola con rapidez hasta colocarla de espalda contra la pared—escuchame bien—murmuro en su oído— no permitiré que otro lemuriano salga herido bajo mi cuidado…

—Se lo que planeas ….Sé que mandaste a Madele por las escrituras prohibidas a la biblioteca de tu padre…—Atla la soltó con suavidad mientras la observaba con sus esmeraldas entrecerradas—sé que piensas ir en busca de los gemelos Malditos…—terminó la rubia acomodándose su túnica que se había corrido por el forcejeo al tiempo que de su cintura sacaba un pergamino dorado—aquí esta lo que necesitas, y para tu información no se sabe de ellos desde hace doscientas lunas… si los quieres ir a buscar, tendrás que llevarme contigo.

Atla la observó, su mirada celeste estaba llena de desespero y enojo, su cuerpo temblaba esperando ansiosa la respuesta de aquel que fuese su amigo de toda la vida, dio un par de pasos hacia ella tomándola de sus hombros, luego de un hondo suspiro la atrajo hacia su cuerpo estrujándola con cariño mientras sentía las manos de la rubia recorrer con suavidad sus brazos, luego en su espalda haciendo ahínco entre el canal que dividía sus músculos, al sentir sus labios contra su cuello y su respiración agitada en su oído, supo que jamás podría decirle que no, la presionó más fuerte y luego la alejó—toma tu arco y flechas…—dijo mientras caminaba hacia su cama y sacaba una enorme espada de plata con un par de lunas en su puño—en dos horas me buscaras cerca de las burbujas de escape…

—Ahí estaré—afirmó Yuzuriha caminando con suavidad sin despegar la vista del pelilila.

………………………………………

Radamanthys y Minos recorrían de nuevo el lugar donde había ocurrido el estrepitoso choque del astro, buscaban desesperados alguna pista o indicio de su paradero, pero parecía que la naturaleza estaba en su contra dejando caer en ese instante un poderoso aguacero, aun así temiendo de la reprenda de su señora Pandora ambos jóvenes que no pasaban más de los veintitrés años recorrían con suavidad cada rincón desde la brecha que marcaba ahora como un pequeño rio lleno de agua el final del choque.

Un fuerte rayo iluminó por un instante el bosque, que aunque ya pasaban las seis de la mañana lucia oscuro y tenebroso, un singular reflejo llamó la atención de Minos, quien se acercó antes de perder la ubicación del curioso objeto, como un perro rascó entre el barro jalando una curiosa cadena, un camafeo de oro salió al final de la tirilla dorada, aunque el agua lo había cubierto se podía apreciar con claridad la foto de una niña al abrirlo y al otro lado un joven peliazul abrazando a una hermosa rubia, ambos sonriendo—¡Radamanthys!—gritó mientras se ponía de pie—¡Rada! Encontré algo—gritó de nuevo corriendo hacia su hermano.

El rubio había caminado sobre el rastro ahora de agua y se había acercado de nuevo a la carretera, ahí terminaba sin éxitos con alguna pista en sus manos, furioso dio un punta pie al charco que se agrandaba justo bajo sus piernas, estaba enojado, frustrado, con un poco de recelo, pero su lealtad hacia la vieja y su hermano era única e invaluable, otro rayo partió el cielo oscuro haciendo que sus ambarinos ojos se entrecerraran y sus pensamientos viajaran más de cien años atrás.

………….Flash back……………….

El agua había lavado sus manos del reciente crimen, no era que no le simpatizaran los animales, pero si la vida de sus hermanos estaba en riesgo mataría por ellos, y así lo hizo acabando con la vida de los perros que los perseguían, su mirada ambarina casi transparente cargada de parásitos y su cuerpo delgado desnutrido por culpa del semicuidado que su patrón les daba en aquella hacienda abandonada, donde su labor se asemejaba a esclavos sexuales de su dueño quien los había adoptado con falsos documentos. Harto de tanto maltrato y testigo del castigo al menor de los tres, había decidido esa noche escapar hacia el bosque, no le importo correr casi desnudo, cargar al pelinegro en sus hombros y ayudar al otro a pasar la última de las mallas de metal y quedar al fin libres de aquella tortura, aunque no eran hijos de los mismo padres, la situación que vivían los había unido de una manera sobrenatural.

El cansancio, el hambre y el frio los había debilitado y hecho caer bajo las abrazadoras ramas de un manzano, no fue sino un frío metal que rozó sus mejillas lo que lo hizo levantar su cabeza a medias y observar un par de orbes purpura que lo observaban casi de forma maternal, no estaba acostumbrado a confiar en los adultos, pero esa mujer tenía algo especial.

—Ven conmigo Radamanthys…—dijo la vieja extendiendo su arrugada mano hacia el chico que la tomó temeroso.

—Mis hermanos…—murmuro con suavidad.

—Ellos también vendrán—sonrió la mujer.

—Yo... ¿Cómo sabe mi nombre?—pregunto confundido y huraño retirando su mano.

—Por qué tú y tus hermanos estaban destinados a ser nuestros guardianes mi niño—respondió con ternura la mujer mientras acariciaba las sucias mejillas de aquel pequeño de diez años.

—¿Guardianes?

—Así es, cuando cumplan la edad exacta, les haré inmortales… pero vamos—dijo la vieja caminando sostenida de un bastón de plata y ahora también del hombro del pequeño—tengo que sanar a tus hermanos… si no morirán de frio y enfermedades—el rubio sonrió en un gesto casi invisible, sintió su corazón palpitar con fuerza al lado de la mujer, estaba tan agradecido con ella que por un momento sintió como si la vida que aun tenia no fuese suficiente para pagarle el haberlos sacado de esa tragedia.

De las sombras salió un joven cabellos negros y mirada azulada, quien con suavidad tomó los cuerpos de los otros niños cargándolos hasta una olvidada cabaña.

x

Cuando Minos y Aiacos abrieron sus ojos, sus heridas habían sido curadas y frente a ellos tenían un poco de pan, miel y leche caliente, su asombro fue mayor cuando observaron a su hermano Radamanthys servir fielmente a esa mujer en cada orden que le daba.

—Radamanthys ¿Qué sucede?—pregunto confundido Minos.

— ¿Quién es ella?—se unió a la curiosidad Aiacos.

—La señora Pandora nos ha salvado…—dijo el rubio acercándose a sus hermanos—le debemos la vida… mi lealtad así como la suya deberá ser para ella y su hermano de hoy en adelante—afirmó mientras ante los ojos incrédulos de sus hermanos se daba la vuelta y colocaba una rodilla en el suelo mostrando respeto como si ante ellos hubieran un par de dioses—daré mi vida por la de ella… si es necesario—murmuro levantando su rostro para ver la complacida sonrisa la mujer.

……………..fin flasback…………………

Los gritos de su hermano lo hicieron salir de sus cavilaciones y voltear con rapidez hacia la imagen del peli plateado que venía corriendo.

—Encontré algo—dijo mostrando el colgante entre sus dedos—seguro pertenece a quien tiene al astro que la señora Pandora quiere—Radamanthys asintió y lo tomó con su mano colgándolo contra la poca iluminación en la carretera.

— ¿Quién le pone dirección a un camafeo—sonrió.

Subieron al auto que los llevaría de nuevo hacia aquella bodega abandonada y se perdieron en la carretera bajo el fuerte aguacero.

…………………………………………..

Cuando saga estacionó frente a su casa un hondo suspiro abandonó sus labios, colocó su frente contra el volante y acomodó cada una de sus ideas, en realidad en ese momento no tenía cabeza para discutir con su hermano, pasar más de seis horas tratando de reconocer que le había pasado al astro, ver el video en cámara lenta, llenar el formulario de resultados y aparte hacer el informe para entregarlo a la N.A.S.A y a los medios de comunicación lo tenían con su humor alterado y ver a Kanon mientras le brindaba una de sus estúpidas escusas no estaba en sus planes en ese momento, decidido a tirarse al sillón a descansar hasta que la alarma de su celular o su novia lo llamase para despertalo, entró casi a hurtadillas en su casa, pero antes de realizar lo planeado una imagen muy traumática lo dejó inmutado, un rastro de lodo y manchas de sangre se extendía desde la puerta de su casa, pasaba por la sala y se dirigía exactamente hasta la habitación de su hermano, su corazón comenzó a latir con velocidad, sus manos húmedas sudaban y su temperatura bajó haciéndolo sentir débil, mientras subía el par de escalones sentía que sus piernas le temblaban, su mano se agitaba temerosa pensando en lo peor, un impulso lo invitaba a abrir de golpe la puerta y tomarlo para llevarlo al hospital, pero otro lo detenía por el terror de encontrarse a su hermano con las muñecas cortadas y totalmente desangrado en su cama como tantas veces lo había evitado, tragó grueso y abrió la puerta, todo estaba a oscuras, pasó su mano por la pared y sus esmeraldas se abrieron con asombro cuando observó a su igual sentado en el suelo y su cabeza apoyada en la cama, junto a él un jovencito de cabellos lilas dormitaba ahora tranquilo, se acercó a un más y se agachó a la altura de Kanon, apartó un par mechones que habían sobre su rostro, y lo acarició con ternura mientras daba un soplo de tranquilidad.

Hermano—murmuro para no despertar al joven frente a ellos—hermano… soy Saga…—un breve gemido escapo de sus labios mientras abría los ojos con suavidad, dando un breve salto al ver a Saga a su lado.

Saga…—musitó casi en un balbuceo—no fue un sueño—murmuro en tono bajo—¡No fue un sueño!—dijo poniéndose de pie y sujetando al mayor por sus hombros—¡Saga!… ¡Saga!… ¡Saga!—su hermano asentía con cada nombre suyo que escuchaba—no me lo creerás… yo iba hacia el observatorio—le dijo mientras caminaba y lo jalaba para no hacermás ruido debido a la emoción—pero el auto falló, yo… yo me bajé a arreglarlo un poco pero… vi un estallido en el cielo—Saga frunció el ceño—y luego una bola de fuego pasó casi a mis espaldas… creía que era un esteroide de esos que tú me has dicho que caen en la tierra.

—asteroide  Kanon…—corrigió su hermano contagiándose de la emoción de su igual con una sonrisa.

—Como sea… cuando me levanté del suelo, seguí el rastro como quemado de la roca y entonces… lo encontré a él—dijo girando a su hermano hacia su cama donde estaba dormido el pelilila—Saga…—replico girándolo de nuevo esta vez cerca de su rostro—no sabía que hacer… no pensé en el hospital, yo… yo creí que lo mejor era que tú… que tú lo revisaras y no lo sé…—dijo mientras soltaba a su hermano y se masajeaba la cabeza.

—Tranquilo… Kanon ¡Kanon!—llamó su igual tomándolo de los hombros— todo está bien pero… ¿estás seguro que ese joven estaba dentro de la roca?

No estaba dentro de ninguna roca Saga—susurró liberando el agarre de su hermano y acercándose a la cama—yo… yo creo que el cayó del cielo… no sé cómo demonios no se hizo trizas pero, no venía dentro de ninguna roca—ambos gemelos tomaron asiento en la cama junto al pelilila, y lo observaron dormir—¿Es uno de ellos?—pregunto sacando a su hermano del escrutinio que hacia sobre el joven.

—¿Uno de ellos?

—Si ya sabes un “alíen”

—¿Será posible?—pregunto más para el mismo que para su hermano—tengo que llamar a Aioros y Saori—dijo poniéndose en pie junto a Kanon y caminando hacia la cocina.

—¿Dónde estoy?—pregunto una voz suave pero al mismo tiempo llena de autoridad haciendo que ambos gemelos voltearan casi al mismo tiempo con sus bocas entre abiertas.

………………………………………………….

Desde la noche anterior no había podido dormir esperando con ansias la aparición de aquel astro luminoso, aún no sabía por qué le intrigaba tanto el espacio, casi de una manera sobrenatural, leía cuanto artículo se le aparecía al frente, incluso en contra de las peticiones de su mayor que parecía detestar todo lo relacionado con el plano astral, esa mañana salió de su casa sin despedirse siquiera de su hermano y ahora llegaba tarde a la universidad donde su profesor Aioros lo esperaría de seguro con una boleta de tardía en sus manos, pero eso no le importaba, había aprendido a llevar física cuántica solo para estar cerca del castaño astrologó, con el cual compartía teorías que el mismo sacaba a la luz, pero en ese momento solo quería saber sobre la extraña explosión de la madrugada, había sacado todos los libros de astrología que se encontraban a su alcance y ahora tenía más preguntas que respuestas, dio la vuelta a la esquina de la cuadra y no tuvo tiempo de evitar un estrepitoso choque con el joven castaño que cargaba una montaña de libros en sus brazos.

—Lo siento—se disculpó con pena mientras recogía cada enciclopedia—¿Aioria?—pregunto reconociendo al chico aun en el suelo que se acomodaba su abrigo—¿Por qué no usas un carrito para jalar estos libros?

—¿Shaka?...—el castaño se levantó casi de un brinco—deberías de dejar de correr de esa forma, con tu mala visión un día des estos colisionaras contra una pared y dejame decirte que no será nada grato—dijo mientras le devolvía los transparentes lentes a su compañero que lo observaba con esos ojos azul claro que casi lo traspasaban.

—Ya te pedí disculpas—reclamó tomando los lentes y colocándolos—voy tarde con el profesos Aioros… nos vemos luego.

—Mi hermano no impartirá clases hoy… me mando con el decano para excusarse—Shaka giró de improvisto y frunció el ceño molesto—si quieres podemos ir a la biblioteca, me ayudas con estos libros y nos vamos a casa ¿te parece?—al rubio asintió—veremos lo que pasó esta madrugada, mi hermano lo tiene que analizar y reunirse con el señor Saga… desde hoy en la madrugada y apenas llegó no ha hecho otra cosa más que rebuscar información… además se que tu eres bueno sacando teorías absurdas con él, creo que le serás de más ayuda que yo—dudó un poco antes de tomar los libros que el castaño le ofrecía, pero pensándolo bien eso jamás se lo podía perder.

—Bien…

—Excelente… vamos, no perdamos más tiempo—dijo Aioria cargándolo de libros mientras caminaban.

……………………………….

En el hospital de la ciudad de Grecia, a varios kilómetros del observatorio, uno de los pacientes del Doctor Deuteros, hermano del padre de Saga y Kanon, se debatía entre la vida y la muerte desde el día anterior.

Con pesar, el doctor había firmado un permiso especial para que su padre o madre lo acompañara hasta su último aliento, pero al llegar esa mañana a su trabajo se encontró para su sorpresa con un pequeño débilmente recuperado, un milagro había dicho su compañero Albafica, el niño había soportado toda la noche en la oscuridad y la soledad de su habitación el malestar de su bradicardia, pero aun así se había decido a luchar otro día más por su joven vida. Abrió la puerta donde el pequeño dormía y se acercó para tomar su expediente, arrancó una cinta negra que generalmente le ponían a los enfermos terminales y le colocó una amarilla en señal de espera, sacó su estetoscopio y escuchó  en su pecho los latidos de un corazón totalmente normal—increíble…—murmuro abriendo sus ojos—Alone… Alone—llamo el medico obligándole a abrir sus ojos con suavidad, una sonrisa adornó su rostro al ver la del niño—¿Cómo te sientes?

—Creo que… vivo—dijo el pequeño de diez años con una sonrisa apenas enmarcada.

—Me alegro muchísimo… —dijo el peliazul anotando la fecha en el expediente del chico.

—¿Doctor Deu?

—Dime…—contestó el medico sin subir su vista mientras leía el reporte nocturno.

— ¿Por qué tiene esos extraños colores alrededor suyo?—pregunto colocando su pálida mano en la rodilla del médico.

Deuteros levantó su mirada y lo observó mientras el niño le sonreía, con delicadeza tomo los diminutos dedos de Alone y presionó su mano con ternura, sonrió y los liberó.

—Creo que traigo un arcoíris a mis espaldas—bromeó el médico—alucinaciones—escribió en el expediente—pendiente realizar un encefalograma, y placas—cerró el expediente con suavidad para colocarlo en la canasta bajo la cama del pequeño.

— ¿Usted no puede verlos? Ahora son verdes—dijo divertido en su tono cansado.

—Duerme un poco Alone…—acarició el cabello del niño y lo arropó—más tarde vendré a verte.

—¿Doctor Deu?.

—¿Qué sucede?—dijo el peliazul mientras se devolvía con paciencia—¿te sientes mal?

—¿Por qué no morí anoche como usted dijo?

Las pupilas del médico se engrandecieron por un momento, el no recordaba haber dicho algo de eso frente al niño, sería algo poco profesional si lo hiciese, se acercó hasta la camilla y se sentó a su lado tomado la mano de Alone— ¿Cuándo dije eso Alone?

—No lo dijo… —contesto el pequeño—Lo pensó…

El peliazul frunció el ceño con curiosidad y con una forzada sonrisa acarició su rostro—seguro lo soñaste…

—No… yo no lo soñé —afirmo el menor con el ceño fruncido en su totalidad—la estrella fugaz me lo dijo también, ella me salvó—dijo volteando su rostro hacia la ventana como en busca de el astro una vez mas.

—Bueno…entonces tendremos que buscar a esa estrella fugaz y darle las gracias que te haya salvado Alone ¿no crees?—el pequeño asintió con suavidad mientras cerraba sus ojos—descansa pequeño—murmuró de cerca levantándose y saliendo con una enorme confusión en su cabeza, era un excelente pediatra y desde que había conocido a Alone su perspectiva de la vida había cambiado, había estudiado para ser un psiquiatra pero los niños eran su vocación, ahora iría a desempolvar algunos libros sobre enfermedades mentales cruzando sus dedos que eso solo fuese una etapa en el padecimiento de su paciente o algún efecto secundario.

………………………………….

Asmita era un ser enigmático, alto, delgado, de apariencia joven, piel nívea y cabello rubio que se extendía mas allá de su espalda,las personas que lo conocían lo admiraban, era un hombre callado, dispuesto a sacar lo mejor de las personas por medio de su corazón, con un curioso punto en su frente que lo hacía llamar la atención aunque no se lo propusiera, caminaba con un bastón por su temprana y accidental ceguera tras un accidente de auto, había dicho alguna vez a su hermano menor, esa mañana no fue como ninguna otra, su casa se ubicaba a unas calles de la de los gemelos, había salido sin importarle la lluvia sobre su cuerpo, o los truenos que lo hacían estremecerse de vez en cuando, sus pasos habían sido firmes y su intuición lo había llevado hasta esa extraña vivienda, abrió sus invidentes ojos que se llenaron de una luz especial, un par lagrimas se derramaron por sus mejillas, un recuerdo no grato acudió hasta su mente.

—Hades—murmuro —esta vez… no lo lograras—se afirmó mientras se devolvía hasta su casa, pero una presencia que jamás pensó sentir lo hizo girar con lentitud—Radamanthys… no puede ser…

—Estrella fugaz…—murmuro el rubio a sus espaldas—o debo decir… ex estrella fugaz—sonrió.

—¿Qué buscas acá?—pregunto girándose de repente quedando a escasos centímetros de su rostro.

—Uno de tus amigos querido Asmita… por cierto ¿has visto a Alone?

—Alone… esta…—murmuro con sus labios temblorosos del frío y al mismo tiempo de angustia—no metas al niño en esto… dejalo descansar en paz…

—Ustedes han hecho sufrir a mi señora Pandora por dañar a su hermano—siseó casi sobre aquellos finos labios—pero eso se terminó…

—No permitiré que le hagas daño a él como Pandora lo hizo conmigo—dijo con tristeza.

—¿Acaso es un advertencia ciego?—se carcajeó—no me hagas reír.

—Aún tengo poder yo…—pero Radamanthys lo tomó con fuerza acercándolo más y colocó su rostro más cerca para hablar a su oído.

—Tú no tienes nada Asmita, ahora no eres más que un simple humano que entregó su inmortalidad por amor—murmuro con su voz temblorosa del frio que los rodeaba—¿acaso no está Shaka contigo? Si aún vive es porquetú lo has escondido bien, ¿pero sabes qué? Yo me encargaré que sufra lo mismo o algo peor si no te alejas de aquí e interfieres con mis órdenes…

—Radamanthys…

—Shaka es un ser virginal, de hecho el aún tiene ese poder que tú dices tener…

—El no recuerda ni recordará nada…—forcejeó por un momento.

—Entonces mantén tu nariz fuera de esto… o yo mismo, acabaré con tu existencia… y la suya, claro…—musitó cerca de su oído—no sin antes darme un buen gusto con él…—amenazó pasando la punta de su lengua sobre los labios de Asmita.

Tele transportación—murmuró sujetando con fuerza el brazo del malvado rubio y desapareciendo del lugar.

 

 

 

 

Notas finales:

CONTINUARAAA

GRACIAS POR SUS REVIEWS 


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