Capítulo 3
Yuri
No lo entiendo, por más que pienso en difícil para mí saber en qué momento mi corazón me ha traicionado y se ha dejado vencer por él, pero sobre todo no puedo dejar de maldecir los prejuicios que yo mismo fui construyendo en mi mente durante la que fue mi vida en el mundo humano que me han hecho alejarlo de mí.
En mi mente he repasado cada una de mis acciones para con él y meditado si las ideas del mundo en el que nací eran un fundamento lo suficientemente fuerte para perderlo.
Mi madre y padre cuando lo conocieron no solo lo aceptaron, si no, que lo quisieron como a un hijo más y pasaron por alto tanto su género, como su a vez la petulante forma de ser que tiene; mi hermano, por otro lado, cada vez que lo veía lo trataba con respeto y reserva, pero estoy seguro que en varias ocasiones lo he encontrado observándolo de más y mostrando una leve sonrisa cuando el trataba una tras otra de descubrir la forma en que funcionaba la televisión u otro aparato que se encuentre en casa; Wolfram Von Bielfeld ¿Qué nos haz echo?.
Ya no soy aquel chico de 16 años que prefería pasar las veinte cuatro horas del día jugando beisbol antes que encerrarme en un despacho lleno de documentos para plasmar mí firma (aunque, aún los odio).
Han pasado cuatro largos años, en los cuales aprendí que la paz que tanto ansiaba establecer en el país no se basaba en palabras y sonrisas; comprendí que si quiero ser tomado en cuenta por mi gente en la toma de decisiones, tenía que demostrar que era lo suficientemente fuerte para sobrellevar lo que conlleva una decisión.
Empecé a observar alrededor mío lo que pasaba para ser consciente de todo los problemas que pudieran surgir o bien para notar las consecuencias de los actos que yo mismo realizaba, quizá así cuando alguien me llame “El rey” no me sienta incomodo, no me sienta insignificante, no me sienta un enclenque; para demostrarle a Wolfram que no necesito de su presencia cada minuto, cada instante de mi vida.
No puedo reconocerme, aquel joven de 16 años ahora alcanzo la altura de un hombre, logro una complexión muy parecida a la de su padrino; es un hombre que sabe usar su marioku sin desmayarse, sabe cabalgar conservando el perfil de un rey y pelea como un caballero respetable, pero sigue siendo un reverente idiota.
Un idiota que no sabe cuál es la diferencia entre estar incomodo a estar nervioso por dormir con alguien; que no sabe cuándo esta excitado por verlo tan delicado e inocente con su provocadora ropa en su cama y lo confunde con estar asqueado por la forma en que se viste siendo un hombre.
El amor, alguna vez en algún trabajo de la escuela recuerdo haberlo investigado y no era precisamente complejo, implicaba un sentimiento intenso, una sensación de pertenencia la cual conllevaba a una unión sexual; sin embargo cada persona, cada familia, cada sociedad elije que sentido darle.
Yo elegí la opción fácil y la más cruel; un hombre no puede amar otro hombre. Conrad hace un tiempo me dijo: “amar va más allá de la razón, algunos se vuelven locos, prepotentes, dominantes o bien comienzan a comportarse torpes, dejas de ser uno mismo con tal de ser notado”.
Temí enormente que mis actitudes sean confundidas por Wolfram o los demás, no quería que creyeran que tenía sentimientos de amor hacia él; Aún no creía que en el mundo al cual juraba querer como un hogar fuera libre de prejuicios tan vanales. ¡Fue un accidente! te dije, ¡Eres un hombre! te grite sin reparos, poco a poco apagando la llama tan distintiva que llevabas en los ojos.
Ilusamente creí que era alivio lo que sentí cuando note que te apegabas a Conrad cada vez que discutíamos, lo cual era cada vez más frecuente; Con tu hermano a tu lado no te dolería la decisión que pensé que era lo mejor para los dos.
Esa decisión que cada día tenía que tratar de convencerme que era correcta se volvió mi verdugo; Esa tarde, cuando pasabas un rato en el jardín con Conrad y tu guardia vigilaba que este todo en orden, los últimos rayos del crepúsculo te iluminaron y mi corazón tembló, ¡No te quiero! me dije cuando te vi esa vez sonreír, ¡Es un hombre, un hombre no ama a otro hombre! cuando lo vi tan hermoso; he ahí el error más grande de mi vida, el verdadero accidente que marcara mi existencia, lo que creí que me decía a mí mismo, lo había gritado.
En ese momento no vi la decepción de Murata que pasaba en un pasillo continuo junto con Yozak, ni la recriminatoria mirada de Gwendall, tampoco escuche el sollozo Gunter que lo acompañaba incrédulo de que su rey dijera palabras tan frías ante su prometido; lo único que alcance a ver fue la profunda tristeza de la mirada de unos ojos esmeralda, los cuales de manera casi inmediata fue sustituida por la espalda perteneciente a mi guardián y padrino, que como respuesta a mi acto pronuncio en voz alta y firme: ¡Que así sea!.
Al día siguiente Wolfram había desaparecido de mi mirada y se me “aclaro” que no debía acercarme a él; la escolta personal del que era mi prometido fue silenciada bajo la amenaza de destitución si alguien se atrevía a comentar que el rey discriminaba las costumbres de su pueblo y que había herido a la “joya” de Shin Makoku; una noticia así con una guerra en puerta sería un golpe fuerte para la nación.
Un mes ha pasado, hoy marchamos a la guerra contra Gran Shimarron y su rey Belal; Por más que intente hacerlo recapacitar fue inevitable la enfrenta, querían eliminarnos y no dejaría que mancillara mi pueblo, ya le había fallado demasiado.
Puedo notar a Wolfram a mi lado simulando que nada ha pasado entre nosotros, tiene una determinación en su porte que me abate por momentos; Aún no se ha dado la noticia al pueblo de la disolución más que a los 10 líderes por lo que debe realizar su deber como rey consorte y brindar fortaleza al pueblo, es admirable.
Y yo Shibuya Yuri 17º Maou Heika de Shin Makoku, la única fuerza que me hace seguir adelante con todo esto, es que cuando la guerra acabe buscare la forma que Wolfram me perdone, que vuelva a mi lado, porque este más que enclenque rey ama lo ama y está dispuesto a todo por él.