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Valiente. por Maira

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Un soldado había descubierto el cuerpo del General Hizumi sentado contra el tronco de un árbol. Cuando llegaron al lugar acompañados por Naoto que si bien no puso queja al ser interrumpido su descanso pero no se presentó con la mejor cara, miraron alrededores. El general Miwa fue quién removió el puñal y tomó el pergamino, luego de leerlo dos veces, se lo pasó a Tora. Éste último repasó con sus ojos el contenido de la nota que consistía en unas escasas líneas, luego lo extendió frente a las narices de Naoto. La muchacha paseó sus ojos de manera distraída por el contenido, el pergamino aparecía rasgado en las partes que el puñal había atravesado, sin embargo el texto podía comprenderse con claridad:

‹‹Desde las tierras dónde la plata abunda, el viento ha traído un regalo.
¿Está aquí? ¿Está allí? ¿Dónde será que la traviesa corriente ha decidido depositarlo?
Presta atención a lo que haces, incluso dónde pisas.
Puede que así encuentres el obsequio que buscas o él primero te encuentre a ti.››

─Asesinos del sur ─comentó ella y les dio la espalda en busca de algún otro indicio─. Vienen a por todos nosotros. Es el comienzo de una revuelta.

─No hubo lucha, le cortaron el cuello estando a sus espaldas ─dijo Miwa muy serio, se había agachado lo suficiente para analizar la herida─. Tenemos a unos cobardes muy sigilosos por aquí…

─Debemos ir con cuidado a partir de ahora ─Tora enrolló el pergamino y se lo guardó, luego le dirigió una mirada a Naoto quién había comenzado a caminar en una dirección─. ¿Encontraste algo?

─No lo mataron junto a los demás. A su escuadra la asesinaron aquí pero a él no… los charcos de sangre no coinciden. Además ─señaló el rastro─, esto por aquí. Alguien lo arrastró hasta el árbol luego de matarlo. La sangre no es tanta, luego la cantidad va creciendo… esas hojas secas de allí tienen un poco de sangre.

─El camino lleva al final del bosque ─observó con su entrecejo fruncido en un gesto de pura atención al entorno. Por si acaso, posó la mano en la empuñadura de su sable.

─Eso quiere decir que estaba de vuelta a los cuarteles cuándo lo sorprendieron. Tal vez no los escuchó porque se escondían entre las ramas de un árbol. Puede que haya estado distraído ─formuló varias hipótesis a la par que no dejaba de avanzar con el rastro obtenido. Al llegar cerca del viejo sauce, se detuvo de repente frente a un pequeño charco de lodo. Se colocó en cuclillas, posó las yemas de sus dedos sobre el mismo y luego se las miró, más tarde alzó sus ojos hacia Tora.

─Definitivamente aquí termina el camino ─no dijo una palabra más ni una menos. Volvió a mirar alrededores por si acaso pero los únicos sonidos que se escuchaban eran los propios del bosque─. Volvamos con el general.

Miwa inspeccionó la herida un poco más y luego observó alrededores, dos baldes descansaban en la tierra de manera desprolija, la fosa aún humeaba y despedía un olor bastante desagradable. Al volver su mirada al cadáver, observó el justo momento en que una mosca gorda se desplazaba sobre la herida. Terminó por colocarse a caminar alrededor de la fosa en busca de alguna otra pista. Estaba un poco preocupado, en su cabeza daba vueltas una y otra vez el mensaje del pergamino. Si alguien había decidido comenzar a cazarlos como animales, estaban jodidos. Al escuchar que los demás se acercaban, observó de manera distraída hacia esa dirección.

─¿Encontraron algo? ─soltó sin más preámbulos una vez los tuvo frente a sus narices.

─Lo asesinaron cerca del sauce, lo arrastraron hasta aquí una vez que se desangró. El arma que utilizaron no está por ninguna parte, las pisadas del asesino tampoco se ven ─respondió la muchacha de manera apresurada.

─En aquella zona hay un poco de tierra removida, lo normal para lo que estuvieron haciendo ─el general señaló hacia los lugares que antes había observado─, no es de real importancia.

─Deberíamos encerrar a todos los sureños que tengamos entre nuestros hombres ─comentó Tora─. Ya que no tenemos demasiadas pistas y un general como lo era Hizumi ha sido asesinado así como así… hay que prevenir que nos maten a todos.

─Por el momento tenemos que preparar un funeral. Dame el pergamino, quiero analizarlo con más detenimiento. Naoto, encárgate del procedimiento ─ordenó a la chica mientras estiraba su mano hacia Tora. Al recibir el pergamino, lo guardó dentro de la chaqueta de su uniforme con sumo cuidado─. Reuniré a todos e informaré con detalles lo que ha sucedido. Tora, encárgate de darle un buen susto a los novatos por si acaso el asesino está entre ellos. Amenázalos o lo que quieras, pero que nadie intente nada en lo que resta de la semana. Y por favor, por si acaso duerman con la pistola cargada bajo la almohada.

─¿Quién será el nuevo general? ─preguntó Naoto sin querer demostrar demasiada curiosidad.

─No habrá nuevos generales. No podemos confiar en nadie más ─sentenció antes de comenzar a caminar.

Tora se quedó un largo tiempo con los ojos clavados en la fosa, Naoto tampoco se movió de su lugar. El General Miwa estaría bien sin ellos en caso de que alguien le sorprendiera de camino al cuartel, así que podían demorarse un poco en hacer su trabajo ─¿Tienes idea de quién no estaba haciendo su trabajo en el momento aproximado en que asesinaron a Hizumi? Es un corte muy preciso en el cuello, una técnica muy característica del ejército… no fue un novato el que le hizo eso.

─Podría tratarse de un desertor o de alguien que hubiera aprendido a imitar la técnica ─soltó la ocurrencia a la que le había dado varias vueltas. Muy despacio comenzó a caminar.

─Creo que encerraré en los calabozos a todo sureño que encuentre a partir de ahora, solo por si acaso ─soltó un gruñido y le siguió el paso. Más atento que nunca al entorno, echó una última mirada dispuesto a rebanar a cualquiera que buscara atacarlos sorpresivamente.

Akihito regresaba a casa en el navío del ejército con los pocos hombres que le quedaban. El viento había sido muy favorable y lograron avanzar en un increíble lapso de tres días y medio. El maldito mocoso aquel, la había hecho buena esa vez, pues la herida a la altura de sus costillas se había infectado y llenado de larvas de mosca. Harto, enloquecido por la sensación de ser comido vivo, calentó el filo del puñal en la llama de la vela más cercana un tendido tiempo, finalmente posó la hoja casi al rojo vivo. Su grito de dolor tanto como de placer seguramente se hubiera escuchado hasta las tierras del sur, pues hacía muchísimo tiempo que no se aplicaba un calor semejante en el cuerpo y había comenzado a olvidar esa sensación. Exquisito, completamente maravilloso.

Cuándo quitó hasta la última larva carbonizada, dejó caer una copa entera de vino sobre la quemadura y la vendó, ya habían llegado. Se mantuvo quieto, en posición de descanso hasta que al menos el ardor cesara la suficiente como para poder caminar, también apuró una copa de vino. En esos momentos pensó en que lo mejor sería que le trajeran un caballo. Miwa se iba a poner furioso con él, Amano aún peor. Así que se entregó a la sensación quemante que con cada latido de la herida sentía. Al menos la del pecho ya había hecho costa.

Subir al caballo no le costó tantos horrores como pensaba, cubrió la distancia al galope, que su teniente se arreglara con respecto a todos los asuntos del barco. En ese sentido pensó en que lo mejor hubiera sido quedarse como teniente, si de esa manera hubiera sido, ahora no tendría tantos problemas. Para desquitarse con lo sucedido deseó tener algo a lo que encender… sí… un bonito fuego que apartara todas las penas.

Al llegar a los cuarteles, se sorprendió de que la sala de reuniones estuviera vacía. El clima camino al mismo había sido extraño, pesado, no quería pensar en que algo malo estuviera sucediendo. El general Miwa demoró en llegar y enseguida le sirvió una copa de vino, otra para él mismo. La noticia cayó tal cual un balde de agua congelada sobre su cabeza: Hizumi había sido asesinado. Se puso a gritar como un loco, protestó, maldijo, golpeó con su puño repetidas veces la mesa e incluso sollozó. Cuándo el pelinegro lo tomó por el cuello con ambas manos y le privó del aire para que se calmara, comprendió que debía centrarse. Así en un hilo de voz prometió no volver a perder el control.

Amano y Naoto demoraron poco más de una hora en llegar. Con la voz temblorosa, les relató lo sucedido e incluso llegó a encogerse en su silla ante la forma en la que Tora lo miró.

─… ¿Al menos has matado al mocoso? ─le preguntó Shinji con un tono claramente severo. Se le notaba tanto en la voz como en la mirada los deseos de despellejarlo vivo. 

─N-No lo sé ─respondió sin querer mirarlo. Los temblores que poco a poco hicieron presa de su cuerpo le dieron un aspecto neurótico─. Estaba furioso, puede que lo haya matado… le di justo en el rostro.

─¿Y qué hay de la tropa de la costa? ─preguntó Miwa con un tono muy sereno.

─El… halcón del Segundo al Mando llegó con una nota hasta el barco ─al subir sus ojos, negó con su cabeza a modo de decirle que no lo habían logrado.

─… ¡Inútiles! ¡Inútiles todos! ─explotó Amano y se acercó tanto al herido que terminó por acorralarlo contra el alto respaldo de la silla─. ¡Te envié a una misión simple y lo has arruinado todo! ¡Solamente tenías que luchar contra un maldito grupo de mocosos que no sobrepasan los veinte años de edad! ¡¿Tan malditamente difícil es eso?!

Naoto que observaba todo en silencio, tomó asiento en una de las sillas. No estaba dispuesta a decir una sola palabra, la cabeza aún le explotaba y los gritos del general Amano empeoraron todo. En determinado momento tuvo que cerrar los ojos, al sobarse las sienes mientras soltaba un bufido, de pronto sintió la enorme mano de Miwa posarse contra su hombro.

─Sé muy bien que te sientes mal, ve a descansar ─le murmuró el pelinegro─. Yo me quedaré aquí por si acaso intentan matarse entre ellos.

─Gracias ─respondió con suavidad. Sin esperar un minuto más ni uno menos, se levantó de su lugar y a paso rápido pero sigiloso, se escurrió fuera de la sala.

─¡Eres un maldito bueno para nada! ¡Permitiste que un mocoso te hiriera! ¡Debería arrancarte la piel a pedazos y darle de comer a los perros tus restos!  ─continuó el sermón, las amenazas, hasta que ya no tuvo más que decirle. Se apartó brusco, en silencio y se pasó la palma de la mano por los labios y la barbilla en un gesto de puro nerviosismo.

─¿Ya terminaste de descargarte con el mocoso? ─preguntó Miwa. Al sentarse, se sirvió otra copa de vino.

─Algo así ─respondió de mala gana pero sin querer perderle el respeto al general.

─De acuerdo ─bebió un par de sorbos largos─. ¿Ahora puedo hablar yo?

─Y-Yo creí que… ─comenzó a decir Aki pero Masashi alzó su mano extendida a modo de que hiciera silencio.

─Tranquilo. Lo que sucede aquí es que el General Amano no recuerda que en el pasado también ha fallado alguna vez. ¿Quieres tratarte las heridas en el hospital? ─se terminó el contenido de la copa en un santiamén, pero al intentar servirse de nuevo encontró la jarra vacía.

─Me quité las larvas con un puñal caliente y me dejé caer una copa de vino. Estoy bien ─respondió aún un poco nervioso.

─Bueno, en verdad no está nada mal lo que has hecho aunque deberías al menos tratarte la herida por hoy. Antes de que partamos.

─¿Antes de que partamos? ─preguntó Amano con repentino desconcierto.

─Claro, iremos nosotros mismos a solucionar el problema de una vez por todas. Un par de mocosos comandados por Anzi no pueden destruirnos. Mañana mismo partimos. Tú, yo, Naoto, Aki y Hazuki; luego de concluido el funeral de Hizumi, junto a una tropa generosa.

Tora y Aki se miraron, pues de repente pensaron en que el general había perdido la cabeza. Sin embargo sabían que cuándo el hombre decidía hacer las cosas por sí mismo, era porque iba muy en serio. Aquel suceso sería histórico, lo más probable es que de una vez por todas, recuperaran las tierras por las cuales los hombres del ejército habían luchado durante tanto tiempo y les pertenecían. Tal vez aquellas rocosas tierras por fin tuvieran a un descendiente del rey en su castillo, quizá los estandartes pudieran alzarse un largo tiempo en lo alto de las murallas. El General Miwa extendió la jarra vacía hacia Aki quién la tomó, era hora de ir en busca de más vino. 

Notas finales:

Buenas buenas buenas ouo vengo aquí rapidito a subir antes de que se me prenda fuego el modem.

Espero que les haya gustado el capi uwu perdonen si tiene alguna falta o error, pues lo escribí en tres horas xD la batería del pc ya casi se me está agotando y espero que me dure lo suficiente como para dejar este mensajito.

Resulta que anoche mientras estaba cargando el pc, comencé a sentir un ruido raro y en un primer momento pensé que se había entrado un bicho, pero luego con el olor a plástico quemado me asusté. Cuando desenchufé todo y encendí la luz, vi que el enchufe de la pared estaba NEGRO. Casi se me prende fuego todo :’D!! Así que mañana Lunes tendré que llamar a un electricista y saber cuando venga, por lo tanto no tendré internet y tengo que comprar un cargador nuevo para la pc porque se me quemó (menos mal que lo desenchufé al instante que me di cuenta del pc porque sino el pobre también hubiera muerto y a la mierda el fic :’D entre otras cosas)

Así que bueno uwu igual pondré el anuncio en el resumen.

Gracias por leer ouo/ nos estaremos viendo esta semana o cuándo al señor electricista se le ocurra venir~ mientras tanto escribiré en papel los siguientes capis para luego pasarlos al pc u3u no me gusta dejar los fics congelados.

Besines a todos u3u los quiero –huye- 


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