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Valiente. por Maira

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Las siguientes noches continuaron avanzando bajo el intenso entrenamiento. Al cabo de una semana, Zin ya había aprendido bastante bien todas las maneras de defenderse aunque de vez en cuándo solía distraerse o cansarse, cosa que hacía que recibiera un inesperado golpe por parte del sable enfundado el cual muchas veces le obligaba a quejarse de dolor. No podría decir especialmente que se había vuelto más fuerte o eso pensaba, pero al menos había encontrado la manera de repeler ataques directos. Anzi se mostraba muy satisfecho al respecto.

Durante todo ese tiempo los músculos le habían dolido demasiado, tanto al punto de tener dificultades para moverse a la siguiente mañana. Pues se encontraba bastante fuera de estado y falto de ejercicio físico real. Sin embargo aunque no le creyera una sola palabra, Anzi le había dicho que notaba la manera en la que poco a poco estaba adquiriendo la velocidad que se necesitaba en un combate. Que tal vez si su punto fuerte en un futuro no llegara a ser la fuerza física, la agilidad sí lo sería.

Aquella noche comenzarían a trabajar en las técnicas de ataque, Anzi había pensado en que sería una muy buena idea para de esa forma fijar por completo la defensa. Le propinaría más ataques sorpresivos e imprimiría bastante fuerza en defenderse, quizá pudiera provocar al menor para que el mismo sacara a la luz todo el pequeño potencial que había estado gestando en su interior. Sabía muy bien que si se lo provocaba, Zin podría llegar a ser explosivo. Aquella noche ya tan remota lo había descubierto cuándo el rubio había bebido de más.
Deseaba apartar aquel velo de inseguridad que aún a medias le cubría, quería con todas sus fuerzas que Zin pudiera llegar a convertirse en alguien sin un ápice de remordimientos, cobardía o vacilación.

Le explicó detalladamente todo lo que sabía acerca de ataques, poniendo en práctica cada uno de los movimientos. En un primer momento tuvo que regañarle ya que el rubio no imprimía la fuerza necesaria para intentar golpearle y no tuvo más remedio que echarse a reír cuándo éste le confesó que temía por lastimarle.

-Anda, golpea con todo lo que tengas. De todos modos no vas a lograrlo… - le dijo con un tono bastante burlón que hizo que el menor frunciera ligeramente el entrecejo. Y al parecer la provocación había funcionado ya que al instante, Zin comenzó a utilizar todo lo que le había sido enseñado en contra de su maestro.
Éste último simplemente rio más alto, defendiéndose con facilidad hasta que un golpe inesperado le llegó al estómago de manera tan intensa que las náuseas le invadieron al punto de casi vomitar. No le había enseñado aquel movimiento, de alguna manera el más bajo lo había aprendido tras alguna clase de deducciones. Sin embargo sonrió de lado completamente satisfecho.

-Si el sable no hubiera estado colocado en su funda… te hubiera atravesado el estómago, ¿Cierto?- preguntó a punto de perder el aliento.

-Claro que sí- respondió el contrario respirando profundamente, ya recuperado.

-A-Ah… lo siento…

-¡Que no te disculpes!- se echó a reír nuevamente –así debe ser. ¿Crees que quién te ataque va a pedirte perdón por matarte? Por supuesto que no. Anda, continuemos. Y en dónde vuelvas a pedirme disculpas por golpearme… -lo miró de pies a cabeza, acercándose tan peligrosamente que el rubio se vio obligado a retroceder un paso –te haré cosas pervertidas.

-¡Eso nunca!- protestó el menor colocándose rojo hasta las orejas, pues el tono de voz que había utilizado Anzi para decirle aquello era más que suficiente para que se sintiera por completo avergonzado. Sabía que en el fondo su maestro era un canalla y que aunque no lo mencionara, en cuánto tuviera la oportunidad sería muy capaz de hacerle “cosas pervertidas”, tal cual lo había dicho. Así para disimular un poco lo abochornado que se encontraba, se lanzó al ataque con todo lo que tenía.

Entrenaron sin parar durante al menos cuarenta minutos, hasta que por fin una vez el menor hubiera bajado la guardia debido a que sus brazos se sentían demasiado pesados por el cansancio, Anzi le asestara un golpe en el vientre logrando derribarlo.

-Lo has hecho muy bien- comentó mientras iba a sentarse a su lado. A pesar de que la tierra se encontrara húmeda por el rocío y las hojas secas que habían caído al suelo se les adhirieran a la ropa –te felicito, enano.

-¿De veras? Gracias… - respondió ignorando el adjetivo con el cual se había dirigido a él. Flexionó las piernas para posar las manos una sobre cada rodilla y suspiró suavemente. Debido al impacto directo contra el suelo, había comenzado a sentir aquella ligera molestia entre medio de sus glúteos tal cual siempre lo hacía luego de acostarse con el general. Sin embargo no dijo nada al respecto, intentando disimularlo lo mejor posible.

-¿Quieres ir a beber antes de volver a la guarida del monstruo? Te sentará bien un poco de alcohol luego de tanta actividad. Dormirás mejor.

-Cuando llegue tengo que repasar las lecciones para mañana- sacudió su cabeza ya que sabía, no se estaba explicando bien –el Capitán General me puso un maestro. Ya sabes… para que aprenda a escribir, a leer…

-Ah, ya veo. Pero… ¿No estás muy cansado como para hacer eso durante la madrugada?

-Da igual, llevo muy avanzadas las clases. El maestro me dijo que si continuaba así de impecable con mis lecciones, en un poco ya no lo necesitaría en absoluto- esbozó una pequeña sonrisa –así que no te preocupes con sobrecargarme. Enséñame todo lo que puedas, por favor.

-Oh bueno. Dado el caso… el combate es totalmente diferente. Se logra ser impecable con la práctica y la experiencia, no estudiando. Digamos que es un tanto más… complicado.

-De todos modos quiero hacerlo y voy a lograrlo. Incluso un día de éstos en cuánto te descuides, voy a patearte el trasero, Anzi- entonces le miró un largo tiempo a punto de soltar una risa, finalmente coreándole cuando el castaño dejó escapar la propia carcajada.

-Para lograr eso tendrás que esforzarte de verdad- poco a poco de colocó de pie, tendiéndole la mano para ayudarle. El rubio depositando totalmente su confianza permitió que le levantara de un jalón y él, sonriente al notar la manera en la que había bajado la guardia, con un golpe de su pierna en las pantorrillas contrarias volvió a derribarle. El menor simplemente echó una maldición a la vez que ahora el castaño le ayudaba a incorporarse tomándole por ambos brazos, siendo imposible que dejara de reír –ya, lo siento. Era muy tentador… - pero sus propias palabras se vieron interrumpidas al recibir un golpe similar que le hizo trastabillar, teniendo que tomarse de una rama cercana para no caer -¡Maldito demonio! ¡Ven aquí!- gritó entonces incorporándose con ambos pies en la tierra, tomando el sable que el menor al emprender la carrera fuera del bosque había dejado abandonado.

Corrió durante un largo trecho sin tener noticias del más bajo, buscándole con los ojos entrecerrados y muy atento, pues no sabía en dónde se había ocultado o bien si ya había abandonado el bosque por completo. Hasta que al cabo de unos minutos llegó al viejo sauce aún sin encontrarle. ¿En dónde se había metido el maldito enano? Quizá alguna criatura del bosque lo había atrapado para comérselo, pensó riendo para sus adentros ante su propia broma. En ese preciso instante tomó la oportunidad para anudar el segundo sable a su cinturón, pero no esperaba que el menor cayera desde lo alto de las ramas sobre sus hombros por fin derribándole y haciendo que soltara una nueva ostentosa risa.

-Te he sorprendido, ¿Cierto?- le preguntó entre divertido y entusiasmado, cada una de sus piernas se había ubicado a un lado de los hombros de Anzi mientras que el resto del peso de su cuerpo se recargaba sobre los omóplatos del mismo.

-Ah… sí, algo así- respondió agitado, aún sin recuperarse de la carrera. Levantó apenas el pecho y posó las manos sobre la alfombra de ramitas secas que conformaba el suelo en esa zona –pero no has ganado- dichas sus palabras, llevó su rostro hasta el muslo derecho del rubio, propinándole allí un mordisco sobre la tela de los pantalones que llevaba puestos a la vez que gruñía tal cual de un can se tratara.

-¡Ah! ¡N-No hagas eso! ¡Pervertido!- respondió aún de manera divertida, golpeando con la palma de su mano extendida sobre el lateral de la cabeza ajena.

-¡Sólo estoy jugando! No me ataques… - entonces poco a poco se levantó siendo imposible de borrar la estúpida sonrisa de su rostro y una vez hubiera acomodado bien ambas armas a su cinturón, comenzó a caminar despacio en dirección al abierto paisaje –vamos, que se te hará muy tarde. Tienes que descansar bien. Otro día iremos a beber mucho… tanto que vas a olvidar quién eres.

-Pero yo no quiero olvidar quién soy… - murmuró también colocándose de pie.

-Es sólo… un decir. No te tomes mis palabras tan en serio- rodó un poco la vista, como pensando mejor lo que había dicho –bueno, a lo que te enseño sí que debes tomarlo en serio. A las demás estupideces, no.

-Es que a veces es muy difícil saber cuándo hablas en serio y cuándo no, Anzi- respondió alzando los ojos a su rostro.

-Con el tiempo te acostumbrarás y será mucho más fácil. Ya verás…

Continuaron caminando en silencio durante un largo trecho, hasta alcanzar poco a poco la población. El ambiente de la noche ya no le incomodaba tanto como antes. Había perdido bastante el miedo a esos horrendos rostros y a que algo malo pudiera sucederle, pues se encontraba mucho más preparado que antes para poder cuidar de sí mismo aunque no tenía idea de cuánto daño sería capaz de hacer con su, aunque aún débil, nueva condición.

A mitad de camino una banda de ladrones les había interrumpido el paso pero al notar de quién se trataba, se disculparon retirándose sin darles las espaldas. Zin miró con curiosidad aquella reacción por parte de los hombres, luego viendo a Anzi quien presionaba tenso su mandíbula ya esperándose algún tipo de interrogatorio. De esos que el menor solía hacerle de vez en cuándo con total soltura, cómo si no tuviera nada que ocultar. Pero afortunadamente éste guardó silencio durante el resto del camino hasta que hubieran llegado al punto de separarse en esa oscura esquina desde la cual nadie era capaz de verles.

-Recuerda, a la misma hora mañana- murmuró el castaño viéndole fijamente mientras el menor se alejaba.

-Lo sé. No necesitas recordármelo. Nunca podría olvidar a qué hora ni en dónde son las lecciones tan importantes para mí. Así que descuida- respondió sin dejar de avanzar en ningún momento, hasta que al llegar a la verja se vio obligado a mirarle por sobre el hombro para comprobar que aún estuviera allí. Pero la esquina era demasiado oscura cómo para saberlo, por lo que en silencio procedió con la rutina nocturna de infiltrarse nuevamente a la casa. Lo hizo con cuidado, como siempre. Procurando no ser para nada ruidoso. Lo que no hubiera esperado nunca era que el mismísimo general estuviera de pie en el vestíbulo esperando su llegada.

Al cerrar la puerta, Zin no pudo más que echarse hacia atrás hasta golpearse las espaldas fuertemente contra algún mueble. Detrás del general, Yusuke permanecía sosteniendo una única pequeña vela y Zin tragó duro al notar bajo la semi-penumbra la manera en la que su mejilla derecha se había hinchado descomunalmente. Un pequeño hilo de sangre escapaba a través de la comisura del criado quién se mantenía con los ojos clavados en el suelo.
Algo había sucedido. Yusuke había sido descubierto por el general y seguramente había recibido una golpiza al no querer confesar su secreto. Pero sabía que no todo terminaría allí ya que ahora su turno llegaría.

-Yo… yo…- murmuró intentando encontrar palabras para poder excusarse, sin embargo no fue capaz de hilar una sola frase completa.

-Tú estás creyendo que soy un imbécil- a cambio comenzó a hablar el hombre a la vez que se acercaba más al menor el cual no pudo evitar encogerse en su lugar -¡Estás creyendo que soy un imbécil y que las salidas te iban a durar con éxito durante mucho tiempo!- con una de sus manazas, tomó al más bajo por las ropas, sacudiéndolo –no has estado cumpliendo con lo que debes… ¡Has estado descuidando a mi heredero!

-S-Suélteme… le… le voy a explicar de qué se trata.

-¡No necesito una maldita explicación!- bramó el general comenzando a caminar, llevándole a rastras –te alimento, te doy un techo, ocupo un maestro para ti, te asigno una tarea importante y esto es con lo que me pagas… ya vas a ver. Vas a aprender a obedecerme y a no salir de estas paredes nunca más.

-A-Ah, no… yo sólo… ¡He conseguido un maestro y he salido a aprender!- gritó repentinamente intentando soltarse del agarre -¡Déjeme! ¡No he hecho nada malo! Usted me dijo que podía… buscar uno y… -

-Acordamos que no ibas a descuidar una sola de tus tareas, mucho menos la más importante de todas ellas- repentinamente lo lanzó contra una de las paredes del pasillo haciendo que volviera a golpearse la espalda –es lo primero que has hecho en cuánto has tenido la oportunidad.

-No estoy… tardando tanto- respondió sumamente adolorido, poco a poco resbalando por la superficie al sentir cómo la fuerza aplicada le había afectado todo el cuerpo –sólo es una hora o un poco más… yo… estoy aprendiendo bien…

-Alguien como tú nunca podrá luchar cuerpo a cuerpo, ni con ningún tipo de arma. Deberías rendirte y ser lo que debes, un esclavo- al momento de volver a acercarse, al notar que el menor comenzaba a resbalar volvió a tomarlo por las ropas.

-Eso no es cierto… yo… estoy haciéndome fuerte- alzó sus ojos para contemplar justo a tiempo, el destello diabólico que los del general desprendían bajo la escasa luz de la única vela que alumbraba el pasillo. A pesar de que aquello había hecho que le recorriera un escalofrío, se mantuvo firme viéndole quizá durante el tiempo más largo que en todos esos meses había logrado hacerlo. El hombre volvió a azotarle contra la pared arrancándole un pequeño gemido de dolor y le soltó para caminar precipitadamente hacia algún rincón de la casa. Yusuke quién permanecía muy callado, le siguió casi al trote pero el hombre le apartó bruscamente en su camino de vuelta.

A los pies de Zin cayó un enorme sable en cuya vaina oscura relucían unos cuánto rubíes, especialmente en su empuñadura. Era un arma mucho más grande de las que se había acostumbrado a manejar, hubiera jurado que la misma pesaría el doble. Al volver a alzar sus ojos dirigiéndolos hacia el general, captó el momento justo en que éste se deshacía de la funda del propio que sostenía firmemente con la mano derecha.

-Si tan fuerte te estás volviendo, demuéstramelo. Pobre de ti si llegara a cortarte con esto… será un castigo adecuado por lo que has hecho- sin decir una palabra más, lanzó lejos la vaina del sable para arremeter directamente contra el pequeño quien si no hubiera esquivado el ataque a tiempo, claramente hubiera perdido la cabeza.

El general se había vuelto loco, pensó. Incluso Yusuke dejó el candelabro sobre uno de los muebles luego de haber encendido un par de velas más, huyendo de la escena al no poder soportar lo que sus ojos veían.
Con un rugido bestial, el general intentó atacarle un par de veces más en las que Zin ahora haciendo uso del sable envainado, se las arregló bastante bien para repelerle. Todo el cuerpo le temblaba como una hoja, la fuerza de aquel hombre era espectacular y al parecer estaba decidido a no parar hasta que no le hubiera cortado alguna parte de su cuerpo.
El problema estaba en que él no sabía luchar con un sable desenvainado. Además aquel pesaba demasiado, las manos y las muñecas comenzaban a latirle dolorosamente.

Se movieron por el pasillo, el menor muy torpemente bajo los gruñidos ajenos. Ahora sabía muy bien cómo se sentían los oponentes de aquel demonio cada vez que le enfrentaban. En determinado momento el hombre se encaramó contra él y el sable se incrustó en un mueble cercano del que volaron diversos pedazos al momento en que el capitán retirara el arma, Zin había tomado aquella oportunidad para escurrirse hacia la sala ya que era un lugar más amplio. Sin embargo a los pocos segundos, ya tenía al otro encima volviendo a atacarle.

No tuvo más remedio que desenvainar el pesado sable, atacando con todas sus fuerzas e impulsado por la adrenalina casi pudo herirle en una pierna, pero el hombre jugaba demasiado sucio, era demasiado rápido y poseía una abrumadora determinación. De un golpe con su pie directo en el estómago, le hizo volar lo suficiente como para que cayera sobre uno de los sillones y con bastante fuerza cortó en su espalda de un solo brusco movimiento. El grito de Zin retumbó por todas las paredes de la mansión, el ardor y el dolor que habían hecho presa de su cuerpo incluso le había dejado ciego unos instantes. Pero volteó a tiempo para detener unas milésimas de segundo aquel ataque logrando impulsarse hacia un costado justo a tiempo. Si aquel sable que había perforado el sofá como si se tratara de un cuchillo a la mantequilla le hubiera dado de lleno, seguramente le hubiera abierto el pecho.
Gateó sobre la alfombra que adornaba el suelo en esa porción lo suficiente como para incorporarse con ayuda del sable, recibiendo un nuevo corte en la espalda que lo derribó. La respiración del general se escuchaba demasiado cerca, sabía que en cualquier momento, si no le plantaba la cara, iba a matarle por las espaldas.

Volteó justo a tiempo y el hombre gruñó jalando de la empuñadura cuyo filo se había enterrado profundamente en el suelo de madera, preparándose para atacarle nuevamente cuándo el menor por fin de un golpe pudo asestarle directamente en el rostro.
Las gotas de sangre comenzaron a caer precipitadamente sobre el suelo, la alfombra e incluso el sofá cercano. Le había hecho una herida profunda directo en el rostro y el rubio sintió unas repentinas ganas de reír. Sin embargo tuvo que, bajo un quejido por el esfuerzo, soportar muy bien repeliendo el siguiente ataque del general que se había colocado hecho una furia.
Sus pequeños pies resbalaban hacia atrás siendo imposible soportar semejante esfuerzo.

-Éste estilo de lucha… lo conozco de alguna parte- murmuró repentinamente aquella voz profunda, muy ronca del hombre en la semi penumbra. Finalmente imprimiendo más fuerza, el pequeño cedió y el filo fue a parar contra uno de sus hombros.  

El rubio volvió a gemir de dolor, instintivamente alejándose. Por nada en el mundo iba a soltar la empuñadura de su arma a la que se aferró ya que literalmente, su vida dependía de ella. Dolorosamente esquivó un par de ataques, repeliendo uno nuevo antes de, sin saber cómo, encontrarse contra una de las paredes siendo presionado por uno de esos gruesos antebrazos a la altura de la garganta. El dolor que le recorría el cuerpo de pies a cabeza era insoportable, su mano derecha tembló amenazando con soltar la empuñadura.

Pero finalmente haciendo acopio del último aliento del que disponía, reuniendo todas sus fuerzas en sólo aquel instante, rápidamente dirigió el filo hacia algún lugar del cuerpo del contrario escuchando como el metal penetraba en la carne. 

Notas finales:

Buenas ouo/ !!!!

 

En primer lugar vengo a disculparme por tardar tanto en subir ;A; anoche me quedé hasta las 3 de la mañana intentando terminar el capi pero me ganó el sueño. Es bien fresquito uwu lo acabo de terminar justo ahora mismo. Así que espero que les guste ouo~~ 

 

Personalmente pienso que la historia quedó en un punto muy ckjdsnasjknSJKNAJK JKCNDSKJNJK DKJNVFJKVNJK uwu 

Ya se entiende ewe, no? xD 

 

Voy a dejar un par de videitos para recrear la vista eue~~~

 

MaoxKei *Q*

http://www.youtube.com/watch?v=KuSYJEhiZAU

 

Y aquí el flaco rico Manabu uwu

http://www.youtube.com/watch?v=RwF_bLieF3s

 

En la pagina de Gotcharocka está ya desde hace unos días el preview del nuevo video y hoy salió una foto del nuevo look ouo mirenlo aquí:

http://www.gotcharocka.com/index2.html

 

Toya papasito =//= Jui cjncdknjk  Juncito jsknfkdjnvjkdfnjk

 

Y pues uwu nada más por hoy. Los quiero -huye- se la cuidan eue


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