Capítulo 23:
-No… No lo hare…-.
La voz de Rin sonó tan desesperada al pronunciar esas palaras. Palabras llenas de dolor, palabras de alguien que no piensa renunciar a lo que realmente anhela. Se acercó con brusquedad para capturar los labios de Haruka, las pausas para tomar aire eran escasas. Besos vacíos de sentimientos buenos o sanos.
El pelinegro por su parte por obvias razones sufría durante el acto, y no solo por el simple hecho de que alguien que no es su amado Makoto le esté besando. Si no porque le dolía haber lastimado a Rin de esa forma…. Desde el principio debió aclarar las cosas con Rin, pero no lo hizo, no como se debía. Por eso las cosas estaban sucediendo de esa forma. Siempre ha huido a la idea de que Rin también le ama, en su corazón solo hay espacio para una persona y con o sin el consentimiento de nadie, esa persona es Makoto Tachibana.
Haruka empujaba y hacia resistencia, no podía dejar que Rin le tocase de esa forma. Pero toda resistencia hacia que Rin de alguna forma se enojara, y no con aquel chico que se resistía, si no que consigo mismo, por no ser lo que Haruka desea, por no ser tan afortunado como ese chico de ojos tranquilos color esmeralda.
Entre tantos jaloneos y besos agresivos el pelirrojo se impaciento y se separó de Haruka, con ambas manos sostuvo con fuerza los hombros del azabache. Le dedico una mirada vacía.
-Detente… Rin…-. El chico de hermosos pero ahora llorosos ojos azules suplicaba.
Rin negó con la cabeza. Aun no estaba satisfecho. Dirigió su mano derecha a una de las mejillas de Haruka, la acaricio con delicadeza aunque su mano temblara. El contario le miro con temor.
-No me veas así… Haru-.
Rin se acercó nuevamente besando al contario, pero esta vez fue diferente, solo fue un suave contacto de labios. Al separarse volvió a mirar a Haruka, este cerraba los ojos con fuerza. Rin rio bajo y con la misma mano con la que había acariciado su mejilla, descendió hasta la hombría del chico pelinegro. Al principio solo fueron caricias sobre la tela de los pantalones, caricias que Haruka no podía detener ya que la mano libre de Rin se ocupó en sujetar sus muñecas sobre su propia cabeza. Algunos besos empezaron a repartirse por sobre la delicada piel del cuello del chico de orbes azules, esos que empezaron siendo suaves y algo cariñosos pero luego se transformaron en lamidas, chupones y mordidas que demandaban reclamar ese cuerpo. El movimiento de la mano allá abajo empezó a hacerse más intenso, masajeaba y apretaba con fuerza.
-Ahhh… detente…-. Inevitablemente el cuerpo de Haruka empezaba a reaccionar ante los estimulantes movimientos de Rin. Y aunque este le pedía que se detuviera el resultado solo era un ritmo más acelerado por parte del otro chico.
La mano invasora ahora se encontraba dentro del pantalón y de la ropa interior, haciendo un contacto directo con el miembro del invulnerable chico de ojos azules. Le masturbaba sin compasión.
-Mnnnhh….-. El pobre chico ahogaba sus gemidos en su garganta.
La situación empezó a ponerse más delicada cuando Rin decidió pasar al siguiente nivel. Volteo a Haruka con fuerza forma hacer que este le diera la espalda. El agarre de las muñecas seguía presente y ahora con más fuerza. La mano que masturbaba el miembro del pelinegro se dedicó a bajar los pantalones y ropa interior de ambos, luego introdujo uno de los dedos entre las paredes de la entrada del pelinegro.
-¡Rin! Detente por favor-. Le volvió a suplicar el azabache.
Y como si alguna fuerza de buena voluntad hubiera escuchado las plegarias de Haruka, alguien empezó a llamar a la puerta con insistencia.
Rin escucho la puerta y se detuvo. Como si esos golpes insistentes de la puerta lo hubieran curado de algún tipo de ceguedad. Miro su entorno y deshizo cualquier contacto con el cuerpo de Haru. Dio unos pasos hacia atrás mientras su mirada se llenaba de sorpresa y miedo. El chic pelinegro no resistió más y cayó al suelo, su cuerpo estaba débil y su respiración muy agitada. Lagrimas surcaban sus mejillas acompañadas de sollozos.
-¿Qué he hecho?-. Se agarró el rostro con ambas manos. Había tratado de violar a Haruka, lo había lastimado.
(Fin cap. 23)