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Un buen Omega por DenuMindPalace

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Un buen Omega: Segunda Parte

 


Bajo el efecto de los supresores Sherlock fue recuperando su viejo yo mes a mes, los síntomas de sus celos golpeaban con mínima intensidad y su aroma se mantenía al menor de su potencia, cada paso que daba hacia el futuro parecía ir en contra a lo que la naturaleza había tenido preparado para él.


Creció en altura y tomó provecho de ello adquiriendo una buena postura y abrigos largos que solo incrementaban su presencia. Sus palabras se volvieron más tajantes y su arrogancia, reflejo de su propia autoestima, eran su carta de presentación. Acido, mordaz, brillante y con su aroma natural casi imperceptible, Sherlock Holmes se volvía un joven que nada tenía de la clásica figura del omega.
Con la partida de Mycroft a Cambridge y los mensajes de John que había dejado de llegar, Sherlock tuvo más tiempo para invertir en sus estudios e investigaciones. Había adoptado a la biblioteca de la mansión como su oficina y pasaba largas horas sin hablar con nadie o incluso comer y dormir. Todavía no estaba seguro de cuál sería su carrera, solo que llegado el momento abandonaría todo para mudarse a la universidad y luego Londres. Viviría de forma independiente, manteniéndose a sí mismo y asegurando su propia seguridad. El kung fu, baristu y boxeo habían mejorado su estado físico y se sentía confiado en sus capacidades para reducir un alfa si fuera necesario.


Se encontraba deseando la oportunidad.


No pasaba día sin que sus padres le recordaran la existencia de John Watson y le preguntaran indignados qué pensaría John de sus hobbies peculiares (utilizaban sutiles palabras pero el descontento era más que evidente), él gritaba que no tenía intención de unirse al joven Watson el día de hoy ni ningún día de un futuro cercano. Su madre trataba de contener las lágrimas de preocupación y su Padre había empezado a manifestar la apatía de la resignación.


Quizás se saliera con la suya, Sherlock pensaba esperanzado, después de todo no se esperaba mucho del segundo hijo cuando el linaje Holmes ya estaba asegurado por Mycroft y su perfecta unión próxima a suceder.


Creciendo huraño y cada vez más obsesionado con la ciencia forense, Sherlock se olvidó de todo referido al asunto de su promedito alfa hasta que una tarde, un poderoso aroma desconocido invadió la mansión Holmes.


Sherlock salió de la biblioteca, siguiendo el rastro hasta la oficina de su Padre. Nunca tenían visitantes, Padre no realizaba sus reuniones de negocio en la casa, sobre todo desde que tenía un omega sin unir (y aunque el omega era uno como Sherlock, no deseaba correr el riesgo), por eso cada oportunidad de ver un desconocido y practicar sus habilidades deductivas era bien recibida.


No reconoció la voz, ni el aroma, pero supo enseguida que era un alfa. Alfa joven, sano, sus entrañas se revolvieron con ansiedad. Ingresó a la habitación súbitamente, provocando que ambos alfas se voltearan al unísono.


Corto de estatura pero con una presencia que gritaba alfa por donde lo mirara, John Watson se encontraba de pie delante del escritorio de su padre. Su franca sonrisa mutando a una pequeña mueca al momento que vio entrar a Sherlock.


- Sherlock, justamente estábamos hablando de ti.


-Naturalmente.- Respondió altivo a su padre. No se acercó, pero era incapaz de quitar sus ojos de los azules de John, el muchacho rubio le mantenía la mirada sin un gramo de intimidación. Sutilmente el alfa olfateo el ambiente, haciendo una pequeña mueca de sorpresa.


Ah. Buscaba el aroma a omega , ausente en Sherlock.


- El joven Watson ha venido a tratar un asunto de delicadeza, y aunque no la necesita, está buscando tu opinión al respecto.- Esa era la forma de su padre de decirle que John le estaba dando algo que en realidad no se merecía.


- ¿Ha cambiado tu opinión sobre mi educación? Porque tengo que advertirte que Oxford ya ha aprobado mi solicitud y tengo intención de unirme, no importa el costo que pague, el próximo semestre.
La cabeza de la familia Holmes resopló violentamente, mostrando su disconformidad ante la elección de palabras. John, sin en cambio, se mantuvo tranquilo.


-No, mi opinión no ha cambiado.- Dijo el rubio.


- Oh… bien.- Asintió con arrogancia pero sintiendo aflojar sus músculos.- ¿Qué es entonces? Vamos, no tengo todo el día.


- El joven Watson aquí ha venido a tratar un tema de delicadeza…


- Sí, sí, ya has dicho eso.


- ¡SHERLOCK!- Su pulso saltó ante la exclamación de su padre. No quería probar sus habilidades contra un alfa con su padre, eso no era lo que estaba buscando. Se tranquilizó y asintió sutilmente, sin deseos de volver a interrumpir.- John conoce tu descontento con respecto a la unión y no tiene deseos de participar si tus intensiones no son las mismas que él. Sin embargo,- se apresuró a añadir ante la expresión esperanzada de su hijo.- no está en sus intenciones romper el acuerdo que tanto sus padres como nosotros hemos forjado años atrás, Sherlock. Es por eso que John decidió darte el tiempo, él cree, y yo apoyo su opinión, que es tiempo y madurez lo que necesitas antes de decidir forzar la unión. Él va a darte toda la libertad que desees, y a cambio va a pedirte una concesión también.


- ¿Qué es lo que quieres?- Le preguntó a John, fue su padre quien respondió sin embargo.


- John ha manifestado el deseo de salir con otras personas. Sé que no es lo más apropiado, y si las circunstancias fueran diferentes sería el primero en protestar para resguardar tu honor, Sherlock. Pero has hecho claro tu displacer al cumplir tus obligaciones como omega, y conozco en carne propia las urgencias de la naturaleza de un alfa. John no va a formar una unión fuera de la prometida, pero en orden de hacerse cargo de tus necesidades…


- Va a meter su pene en otro agujero.


Esta vez John no fue capaz de sostener la mirada, bajo los ojos avergonzado igual que la primera vez que llegara a la casa Holmes y Sherlock dudara de su naturaleza.


- Citas. Solo quiero tener citas, betas, solo eso.


- Hazlo. No me importa. – Contestó Sherlock.


- También ha venido en persona para informarnos y pedir la bendición de nuestra familia sobre un asunto muy importante. John ha decidido unirse al ejército.


Típico de un alfa. No basta con golpear con la excusa de pasarse un balón entre un idiota a otro, él tiene que de hecho ir a matar a hombres en otro continente para probar su naturaleza. Patético. Predecible.


- Voy a ser un cirujano.


-¡¿Qué?!


El rubio sonrió complacido en verdad por ser capaz de sorprender a Sherlock Holmes. Un médico, pero eso significaría…


- ¿Cómo ...? Pero eso significaría que…


- ¿Fui a la escuela de medicina? Sí por supuesto, pensé que lo sabías.


- Bueno claramente no. – Espetó con dureza, intentando componerse del shock.


- No será hasta el próximo año, cuando termine de rendir mis cursos finales. Pero ya les he escrito y también he recibido una carta con novedades, están dispuestos a aceptarme en la residencia de cirugía y trauma apenas sea posible. ¿No es grandioso como ambos tenemos buenas noticias? - Había un sutil tono de ironía dentro de esa frase que Sherlock captó a la perfección. Tu no me necesitas, yo no te necesito, puedo salir con betas y ser cirujano. Entendía el orgullo herido de un alfa cuando lo reconocía.


Sonrió divertido a John Watson, finalmente puedo reconocer un alfa ahí, se dijo antes de girarse y salir por la puerta.


- Disfruta Oxford.- Dijo John.


- ¡Disfruta la guerra!- Contestó dejando escapar una sonrisa de victoria.


De alguna manera las cosas se habían solucionado para él. Iría a la universidad, sería el dueño de su propia vida y el camino se había despejado para que todo esto pasara. Era brillante.


Su partida a Oxford lo alejó del control de sus padres y de la aprisionadora sensación de la mansión Holmes. Pero lo acercó al ojo de Mycroft, quien era incluso más insoportable que todo lo anterior.
Vigilaba de cerca cada acción de su hermano menor, cada clase en la que se anotaba y los lugares que frecuentaba. Era insoportable.


La universidad probó ser un estímulo intenso y abrumador los primeros tiempos, pero pronto Sherlock se dio cuenta de que lo que recordaba de la gente no había cambiado en absoluto. Los profesores todavía lo repudiaban, nadie parecía respetar la opinión de un omega sin unir, y el uso constante de supresores ofendía a más de uno. Por lo que Sherlock se esforzó en ser cada vez mejor, brillante, increíble a tal punto de que sus argumentos eran tan inapelables que todos no tendrían más opción que escucharlo y guardar silencio.


Había otros omegas como él, pero ninguno era como él realmente. La demografía actual demostraba que la mayoría de la población estaba constituida por betas. Personas comunes y corrientes con un rastro de aroma tan plana como sus personalidades; pero incluso Sherlock se encontraba admirándolos, ellos no sufrían el celo ni tenían nada parecido a la ceremonia de unión. Era común que los betas se emparejaran con sus iguales, pero no era extraño en estos días ver alfas que optaban por ellos y hasta omegas que formaban algún tipo particular de lazo con los mismos, algo mucho más emocional e intelectual y menos biológico y primitivo.


Sin embargo, hasta entre las mentes más abiertas con respecto a la sexualidad y las uniones, que la presencia de Sherlock causaba disconfort. Los omegas eran en la actualidad la minoría demográfica, los números mostraba que los alfa superaban cinco a uno el número total de omegas en gran Bretaña, y cifras similares se manejaban a nivel mundial. Cinco alfas cada un omega, siendo tan preciados nadie comprendía como Sherlock podía renegar de su naturaleza o incluso rehusar cualquier tipo de unión y vínculo.


No fue una sorpresa cuando empezó a ser el anormal y rechazado en sus clases.


Sus profesores eran unos idiotas. Sus compañeros todavía más. Las esperanzas de encajar que había albergado secretamente Sherlock, fueron destruidas el día que tuvo que probar sus capacidades contra un alfa.


Sebastian Wilkes, alfa, idiota, el estereotipo del macho alfa que tanto odiaba, era el que más se manifestaba ofendido por la presencia de Sherlock. Un omega que se comportaba como alfa, no solo era absurdo sino también ofensivo y no falto mucho para convencer a otros de esos idiotas como él para encerrarlo a la salida de sus clases y demostrar a Holmes exactamente lo que era ser un alfa.


El boxeo fue suficiente y su fuerza pudo reducir exitosamente a un alfa, el segundo fue un problema pero pudo sortearlo. Contra cinco alfas enojados no tuvo oportunidad.


Las estadísticas actuales demostraron que alrededor de cinco alfas presentan batalla entre sí para cortejar a un solo omega. Fueron cinco los alfas que se unieron para demostrarle a Sherlock Holmes lo que era ser un omega.


No eran golpes, no realmente. Violentamente lo sujetaron y enseguida comprendió la naturaleza del enfrentamiento, lo iban a violar y no iba a tener ninguna oportunidad de defenderse. Se resistió tantos minutos como pudo, desesperación apoderándose de sus sentidos y la realización de que el destino final era inevitable.
Una cámara de CCTV apuntada en la dirección correcta y un hermano pendiente puso a la policía del campus en el lugar y momento justo para evitar que perdiera lo único que la universidad todavía no le había quitado, su dignidad.


Emergiendo del baño de su habitación se echó en la cama, todavía húmedo por la ducha. Se había salvado pero aunque Wilkes y sus amigos no habían logrado su cometido, habían probado un punto irrefutable. Él era un omega y estaba en peligro. Ningún jurado habría sentenciado a esos alfas por el crimen cometido, y la justicia social estaría en su contra: qué clase de omega sin unir se paseaba por un campus lleno de alfas? Claramente estaba buscando problemas.


Lo habrían violado y tanto la ley como la gente le habrían echado la culpa a él. Hundió su rostro en la almohada y sofocó las lágrimas de impotencia. Habían probado su punto, porque en ese momento se sentía tan frágil y desprotegido que le provocaba vértigo. Había fallado, y todavía tenía toda esa información, todo el conocimiento y la capacidades, pero todavía no sabía para qué usarlas.


Se sentía vacío.


Por primera vez en dos años, pensó en John Watson. ¿Podría ser él capaz de protegerlo? Quizás sus padres y todo el mundo había tenido razón y el no iba a encontrar su realización personal a menos que formara una unión sólida que le permitiera moverse por el mundo con la libertad que quisiera. No, que su alfa quisiera.
Se arrastró a su computadora y escribió a John después de cinco años.


"¿Estás muerto? SH"


Él no iba a responder, probablemente ni siquiera mantenía la misma dirección después de todos estos años. Se fue a dormir y soñó con la señora Watson llamándole adorable y preguntándole a John por su opinión.


Un par de días después, mientras Sherlock aún permanecía recostado lánguidamente e ignorando las llamadas de Mycroft obligándolo a ir a clases, la respuesta inesperada llegó.


"Todo lo opuesto en realidad. ¿Estás disfrutando la universidad? Hay algo que siempre he querido preguntarte. ¿Cómo diablos sabias que mi rodilla estaba lesionada antes de mi partido de rugby? Estoy seguro de que nunca te lo había mencionado."


¡Era obvio!


"Obvio. La foto que me enviaste la semana previa a mi mensaje mostraba una rigidez en la postura de tu pierna izquierda. Además tu piel se veía menos bronceada que la de tus compañeros de equipo, menos entrenamiento, no es propio de ti faltar a tus entrenamientos ni siquiera por tus exámenes, una falta obligada entonces, simple, lesión. La rodilla fue lo más probable. SH"


"Sí. ¡Eres un jodido genio! ¿Cómo es posible que sepas eso? Es una locura. Me lesione la rodilla izquierda un mes antes, ligamento cruzado. No quise pasar por la cirugía, el tiempo de recuperación fue más…. Increíble, JODIDO GENIO. "


Sherlock sonrió y resopló al leer el último mensaje de John, dos días después del primero. Las mentes simples se impresionaban con poco. Aunque no es que pudiera llamarle simple de mente a un futuro cirujano.


"¿Ya eres un cirujano? La universidad es aburrida. No suena para nada a lo que describías sobre tu escuela. ¿La gente siempre es tan estúpida? Snobs, presumidos y clasistas. Encerrado en mi habitación al menos puedo descansar de sus mentes simples. SH"


"¿Es esa tu forma sutil de preguntarme cómo estoy? No, no soy un cirujano todavía jajaja no hay manera de que alguien pueda completar cuatro años de entrenamiento solo en dos… Bueno, tal vez tú podrías… jodido genio.
Sobre la gente, si, supongo que todo el mundo debe ser bastante estúpido si se compara contigo. No todos somos niños prodigio del violín, ¿lo sabes, no? Pregunto esto porque no estoy seguro de si tus preguntas son irónicas o realmente estas buscando confirmación… Pero eso sería Sherlock Holmes buscando una opinión y no estoy seguro de conocer esa creatura mítica. ¿Quieres decir que hay gente más snob que tú y Mycroft? Jajajajajajaja.
Mis entrenamientos están lleno de imbéciles también. Mi amigo Bill Murray, fuimos a la escuela de medicina juntos y se enlistó al mismo tiempo que yo, él es un beta. ¿Puedes creer que solo le permitieron tomar los cursos de enfermería? El sujeto es uno de los tipos más inteligentes y confiables que he visto, y no puede ser un médico en el ejército solo por ser beta. Es una mierda, entiendo lo que dices sobre los clasistas. Es ridículo que ese tipo de cosas aún sucedan en estos años. ¿Estás bien? Lo de mi rodilla, ¿eso es algo que puedes hacer con todo el mundo? Adivinar, digo. ¿Por qué no sales de tu habitación? ¡Ve a tus clases!"


"No es cuestión de adivinación, es observación. La gente ve pero no observa, no analiza lo observado. Cuando haces las conexiones apropiadas es una cuestión bastante obvia. La deducción es un proceso científico que he estado desarrollando todos estos años, sin embargo, no creo que en verdad cualquiera pueda hacer lo que hago. Mycroft puede, al menos eso creo, jamás me lo ha confirmado pero sus acciones son más elocuentes.
He llegado a la conclusión de que Oxford almacena a la mayor cantidad de idiotas y clasistas del Reino Unido. He estado pensando en irme, no hay mucho que me puedan enseñar aquí realmente. SH."


"La ciencia de la Deducción… Suena bastante sofisticado cuando lo pones así. Todavía no me has respondido si estás bien. ¿Tus padres saben que estás pensando en dejar la universidad? ¿Mycroft?
¿Qué estás pensando hacer si no estudias?
Va a estar todo bien por mí, es decir, no tienes que pedir permiso realmente. Odio estos asuntos clasistas tanto como tú, en lo que a mí respecta, eres tan libre como yo de hacer lo que prefieras Sherlock. ¿Lo sabes, verdad?"


Al final de la segunda semana de completo encierro finalmente abandonó la habitación. Anudando su bufanda y colocándose su abrigo se alejó del campus. Necesitaba pensar. Tenía un nudo en su estómago que jamás había estado ahí.


-Mycroft Holmes.- Respondió la voz al otro lado de su teléfono.


- Necesito donde quedarme.


- Sherlock... Este no es el mejor de los momentos. ¿Qué pasa con tu habitación en el campus?- Eso era extraño, su hermano nunca sonaba tan estresado.


- Mis supresores se terminaron y desde la nueva ley del campus, no están permitidos dentro de él o a su alrededor. Puedo ir a Londres ahora mismo y conseguirlos, pero mi celo está muy cerca, no voy a llegar a tiempo. Necesito. Un. Lugar.


Mycroft suspiró agotado del otro lado de la línea. Murmullos que indicaba que estaba dando órdenes a un subordinado.


- Un auto pasara a buscarte cuanto antes. No tienes que agradecer, querido hermano.


- ¿Cómo esta Gustave, todavía sigues estirando su unión con engaños, My?- Preguntó en tono condescendiente.


- ¿Cómo está John?


Sherlock hizo un silencio pesado antes de responder, sopesando la decisión de contar o no la verdad.


- He estado intercambiando mensajes con él.


- ¿En serio?- El tono serio de Mycroft estaba desprovisto de mala intensión. Sonaba curioso.

- Él… no es tan malo. Va a ser un cirujano y su mejor amigo es un beta… Él dice que soy tan libre como él, que no debo pedirle permiso.


- Eso es bueno, ¿no lo crees?


Sí, era muy bueno. Y la tensión en su pecho se hizo cada vez más apretada. Su celo estaba llegando y hacía años que no había vivido uno sin el apoyo de los supresores químicos. Si solo pudiera tener su propio laboratorio, o el acceso a uno, podría producir su propia camada y no tener que depender así de Mycroft. Cortó la llamada y volvió a su habitación para buscar todo lo necesario.


Sin darse cuenta empacó su computadora, sus libretas, libros, el violín y sus mejores abrigos. El no iba a regresar nunca más.


El auto llegó por él y fue dispuesto para él una pequeña habitación en las afuera de la ciudad, ventanas selladas y la custodia de dos betas en la entrada. Mientras acomodaba su violín sobre el escritorio su ritmo cardíaco ya se sentía aumentado. Las palpitaciones insoportables dificultaban su concentración.


Encendió su computadora buscando cualquier tipo de distracción para el calor creciente en su vientre, pero fue un nuevo mensaje de John lo que encontró.


No había texto esta vez, solo un video adjunto. Colmado de curiosidad lo abrió; se trataba de una filmación casera con la cámara de un teléfono quizás, pero la calidad era bastante respetable. En ella se escuchaba la voz de un sujeto, el que sostenía la cámara, y de repente la imagen de un joven rubio con uniforme de soldado junto a una camilla, al parecer realizando puntos de sutura a otro joven militar como de su edad, robusto y pelirrojo.


"Oii Murray quita esa cámara de mierda de aquí" Le pide el muchacho pelirrojo herido al camarógrafo.


"Jodete Stigson, no es mi culpa que te cayeras en el entrenamiento más ridículo de la maldita historia en toda la milicia británica. Holaaaaa Johnny! Di hola a la cámara!"


John lleva el cabello mucho más corto que la última vez que se vieron, su cuerpo se nota más torneado y sus ojos cansados. Pero azules, brillantes y con una diversión que Sherlock jamás ha visto. Es una sonrisa franca y relajada como la que se comparte con los amigos, no es sorpresa que Sherlock jamás la haya presenciado en persona.


"hola a la cámara." Murmura entre dientes mientras da una nueva punzada a la herida y la cierra con un punto impecable. "Bill aleja esa jodida cámara del campo estéril, vas a contaminarlo y luego me tengo que cargar el brazo infectado de este imbécil. "


"Ohhh vamos Johnny, al menos tendrías un verdadero caso para practicar tus habilidades. "


"Hum… amputar un brazo…" John sonríe de forma anhelante. Provocando un gruñido de disgusto en su compañero paciente y las risas estallan entre los otros dos.


La grabación se acaba abruptamente y lo siguiente que sabe es que la lubricación caliente moja su ropa interior y sus entrañas están clamando ser reclamadas por un solo individuo.


Sherlock tiene diecinueve años la primera vez que se masturba, incapaz de quitar la imagen de un joven soldado rubio con la sonrisa más increíble que ha visto en su vida. Acaba una, dos, tres veces gruñendo el nombre de John Watson mientras suspira y entierra sus dedos en sí mismo, pero no es suficiente. Y después de toda una tarde el cuerpo está exhausto pero sus ganas apenas están apenas alcanzando su punto culmine.


Él está hecho para eso. Él está hecho para estar así con John Watson y reclamarlo como suyo. Porque es su alfa, suyo y la imagen mental de betas sin rostros pasando por la cama de John solo lo mortifica más. Estúpido. Imbécil. Jamás debió permitirlo.


El segundo día de su celo repite el video en su computadora una y otra vez, utilizando su gran imaginación para construir escenarios distintos para él y John. Su alfa lo toma una y otra vez en situaciones diversas, pero cada vez que llega al orgasmo alcanza mínimos momentos de claridad donde recuerda que John es libre, que no es suyo realmente, y a ese estúpido pase libre para saciar todos sus impulsos sexuales alfa con cualquiera menos con él. Que está entrenando para marcharse a una guerra donde puede perderlo en cualquier minuto.


Su celo se acaba y aparece el mismo vacío que experimentó al finalizar su primero, solo que esta vez la profundidad es irreversible, así como las decisiones tomadas. No espera el auto de Mycroft, no avisa. Toma su mejor abrigo, su computadora y el violín, partiendo a Londres sin saber exactamente cuál es su futuro pero dispuesto a encontrarlo.


En Londres solo encuentra las drogas y las calles. Utiliza todas sus capacidades para aprender y memoriza la ubicación de cada dirección en la ciudad, utiliza su mapa mental para esconderse de los ojos de Mycroft, en cada cámara de seguridad.


Conoce a la gente más impresentable en todo Londres, los llama Los Irregulares, son los indigentes, los drogadictos y prostitutas, los verdaderos ojos y oídos de la ciudad. La gente invisible. Se mezcla con ellos y aprende más sobre la humanidad de lo que los libros de la mansión Holmes jamás podrían explicarle. Los betas no son tan simples. Los omegas pueden ser tan violentos y manipuladores como el peor de los alfas. Y hay alfas que lo tratan como un igual, que están en la calle y lo albergan del frio y alimentan a cambio de nada. Hay alfas salvando vidas a cambio de nada, así como John lo está haciendo.


Aprende un nuevo sistema de organización mnemotécnica y le da el aspecto de las calles de Londres, le llama Palacio Mental. Cada recuerdo y conocimiento tiene una dirección especial en su cerebro. Y aprende a hacer cosas terribles a cambio de lo que necesita.


La primera vez que da una mamada es a un patólogo beta a cambio de ingreso al laboratorio del Hospital de Barts para sintetizar su propio supresor. Uno tan potente que prácticamente destruye su libido y desaparece su olor. Poco después es que comienzan los comentarios y rumores de que Sherlock Holmes es asexual y una extraña mutación donde no tiene género primario. Él a diferencia del resto del mundo: no tiene aroma.


Sintetiza otro tipo de drogas también, cuando descubre que es la forma más fácil y rápida de conseguir dinero sin tener que recurrir a su fideicomiso, bloqueado por Mycroft poco después de su desaparición. Se dice que es solo para la venta, lo suficiente como para mantener su departamento de mala muerte, y que no la va a consumir.


Pero una tarde casi dos años después de aquel video que jamás respondió, John Watson le manda un mensaje: "He sido reclutado. Parto a Afganistán en dos días y probablemente no te importe, pero lo único que me aterra es no saber si estás bien. Cuídate."


En lugar de eso consume cocaína por primera vez. Y es glorioso. Es la primera vez que las voces se callan, que no existe John Watson, ni uniones ni supresores.


Mycroft lo encuentra desmayado en su departamento meses después, por segunda vez su hermano mayor le salva la vida al llevarlo a una guardia hospitalaria para tratar su sobredosis. Se escapa antes de su recuperación total y de que Mycroft lo obligue a meterse en un programa de rehabilitación en una casa de descanso para omegas.


-¿Lo has encontrado? Lo que sea que estés buscando mientras destruyes tu vida.- Le pregunta el mayor de los Holmes, impecablemente vestido con un traje gris de tres piezas y un paraguas del que no parece separarse. El no luce como su hermano mayor ya, sus ojos fríos y cansados divergen mucho de los inteligentes y analíticos que vio en la mansión Holmes. El ve además decepción y lástima.


Casi prefirió encontrar vergüenza al mirarlo, él podía lidiar con eso. La lástima era insoportable, tanto que no podía esperar un día más antes de volver a las calles. Cambia de apartamento y aunque sabe que Mycroft lo ha vuelto a encontrar, su hermano mayor no lo busca ni lo detiene. Sherlock lo odia. Desprecia a Mycroft y su vida perfecta, sus trajes de tres piezas y su maldito paraguas. Odia que él ha encontrado su lugar en el mundo, mientras que Sherlock todavía deambula por la vida, haciendo mamadas a cambio de favores y drogándose para olvidarlas.


Deambula drogado con una mezcla de cocaína que ha perfeccionado por sí mismo, una solución al 7% que equilibra perfectamente el estado idílico de la intoxicación con la conciencia de la realidad. Es su obra maestra de la perdición, y tropieza en la morgue de St. Barts mientras unos idiotas hablar incoherencias sobre la causa de muerte de un hombre mediana edad.


Sherlock les llama imbéciles y les dice que incluso él (intoxicado, implica, pero no lo menciona) puede darse cuenta de que la causa de muerte es un ajuste de deudas. El sujeto es además un oficial de la policía que estaba trabajando encubierto en el momento de su muerte. Lo nota en su contextura física, en las deformaciones características en su mano, la de un hombre con entrenamiento formal en tiro. Además el hecho de que todos sus tatuajes, múltiples, fueron realizados al mismo momento. Nadie hace eso a menos que este creando una imagen, intentando encajar. Oficial encubierto. Antidrogas.


-¿Quién carajo eres tú?- Demanda saber un hombre de cabello gris plateado, oficial de policía.


- Sherlock Holmes. Búscalo en tu data base, estoy seguro de que Scotland Yard debe tener la información de un hombre de ascendencia griega de aproximadamente 37 años trabajando de encubierto.


Sherlock se larga antes de escuchar la respuesta del hombre policía para regresar a su departamento. Lo vuelve a encontrar días después, el sujeto se presenta como Lestrade y demanda saber cómo carajo ha adivinado que se trataba de Nikolai Miller, uno de los oficiales que trabajaba encubierto, ha sido asesinado. Recuerda la misma pregunta, cómo haz adivinado sobre mi rodilla.


-La Ciencia de la Deducción.- Responde, con una sonrisa boba y nostálgica. Sus ojos empañados por la cocaína.


- Estás drogado… Maldición, eres un adicto.- Masculla Lestrade cuando se aproxima lo suficiente para notar.


- Sí, pero también se donde puedes encontrar a tu asesino y la causa del ajuste.


Se dice a si mismo que está loco, que arriesga su trabajo, pero Lestrade lo escucha y gracias a sus indicaciones corren por toda la ciudad en una operación masiva que le vale al oficial su ascenso a Detective Inspector de Scottland Yard. Lestrade es un alfa, su olfato está más desarrollado que el resto de sus mediocres oficiales, por eso aunque es sutil y casi inexistente lo nota.


-Eres un omega. ¿Un omega sin unión?- Le pregunta, aunque no hay insinuación ni repulsión en su comentario, solo sorpresa.


- Tú lo dijiste antes, soy un drogadicto. ¿Quién querría unirse a alguien así?


- Más gente de la que piensas.- Masculla en voz baja.- Mira, lo que haces, la ciencia de la deducción o lo que sea, es un talento maravilloso. Se nota que eres un chico inteligente… Yo podría usar tu ayuda en los casos, podría meterte en las investigaciones. Pero tienes que prometerme algo a cambio.


- ¿Sexo? ¿Qué es lo que quieres Lestrade, una mamada cada vez que me permitas entrar a un caso? ¡Quizás que pase con celo contigo! No sé si soy capaz de tener celo después de todas esas drogas…- Se ríe con amargura, como si fuera la broma más divertida que ha escuchado en muchos años.


- ¡Claro que no! Tengo una esposa y ningún deseo de engañarla con un omega drogadicto que vive en la calle. Tienes que dejar esa mierda, es en serio. Si quieres volver y participar, perfecto, te daré todo el acceso que quieras, apoyo al cien por ciento. El laboratorio de la policía si quieres. Pero no a un drogadicto.


El odia a Lestrade y llora pensando en John Watson y la guerra, en sus últimas palabras pidiéndole que se cuide. Resolviendo el caso y trabajando para la policía se sintió más vivo que nunca. Es perfecto. Son puzles. Rompecabezas brillantes e intrincados, y mantienen su cabeza trabajando de manera ordenada, su adrenalina palpitando en su sangre mientras corre tras los asesinos seriales. Es como Lestrade, un detective, pero a la vez es único, porque es un genio y puede utilizar todo lo aprendido durante su vida. Es una sensación de euforia que no tiene nada que ver con las drogas, es una alegría de verdad, plena y sincera.


Esa noche se ríe como nunca, porque por fin ha encontrado su lugar en el mundo. El primer y único detective consultor del mundo.
Lestrade y su promesa logran lo que la culpa y todo el poder del gobierno británico jamás consiguieron, Sherlock deja las drogas.
Es un proceso largo y doloroso pero, pero la quita de su sistema. Limpio, lúcido y preparado para todo, se presenta en le oficina del detective inspector y comienza a resolver casos.
La vida mejora. Los oficiales que trabajan para Lestrade son imbéciles y lo detestan, pero apenas les presta atención. En St. Barts entra a trabajar una adorable doctora beta, Molly Hooper, y su acceso al laboratorio se hace sencillo, ella no le pide nada a cambio. De hecho parece fascinada por él, un omega en sus veinte y mucho que no tiene unión con un alfa ni parece necesitarla. Se muda a un lugar medianamente cómodo, pero definitivamente no el basurero donde solía vivir.


La vida está bien. Incluso Mycroft y el vuelven a hablarse. Nunca de forma amistosa, lejos están de eso. Se ha creado un muro entre ambos que ninguno pretende escalar. Muchos resentimientos y viejas heridas. Él es un omega en el mundo de la política y no está unido. Le informa que su compromiso con Gustave fue roto años atrás, más no las circunstancias. Sherlock tiene teorías, pero no se las informa. En cambio hace una sola pregunta.


Hay una sola cosa que necesita saber.


-¿Él está vivo?


Mycroft lo mira fijamente y no necesita pedir especificación para saber de quién está hablando. Sopesando la respuesta, se toma su tiempo antes de contestar con un asentimiento. Y Sherlock siente alivio, la paz más grande de todas. Porque John Watson está vivo, allá afuera, pero todavía vive.


-Partiendo a su tercer tour para Afganistán. Fue condecorado y ascendido a Capitán recientemente.


"Aye, Aye, Capitán" Piensa Sherlock y sonríe para sí mismo ante la memoria. El tiempo pasa y las cosas están relativamente estables, si se le puede llamar así a vivir persiguiendo criminales y haber sido apuñalado dos veces en los últimos seis meses. Su trabajo se vuelve todo en su vida, y es Navidad todos los días, excepto cuando el aburrimiento lo abruma.


Los tiempos cambian y de pronto no es tan infrecuente encontrar omegas protestando por los derechos y los que permanecen sin unir a una edad madura se vuelven una especie de símbolos. A Sherlock no le interesa ser ejemplo para nadie, pero no puede negar que aparecer en la escena del crimen sin ninguna persecución social por su género es algo que ha estado esperando vivir desde su adolescencia.


Todavía hay quienes lo desaprueban. Las miradas ofendidas y los idiotas permanecen. Pero lleva cinco años trabajando en independencia y jamás ha sido golpeado en la calle o intentado violar por alfas. Recuerda a John y se pregunta qué opinará sobre el cambio que la sociedad está viviendo. Pregunta por el cada vez que Mycroft y él se encuentran. Y está bien, todo va bien.


Hasta que de pronto no lo está.

-¿Qué es lo que quieres Mycroft?- Pregunta irritado, está en medio de unos de sus aburrimientos.


- John Watson ha sido herido en combate.
Y su corazón se detiene.


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