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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

... corazón que no siente. La relación Jim/Spock secreta, lo que se dice secreta, no es.

Advertencia: contiene un poquito de hetero-herotismo. No demasiado, creo. Espero que no sea una molestia.

Ojos que no ven...





- Te lo digo en serio, Sulu: algo extraño ocurre. Es como si todos supieran algo que tú y yo ignoramos. Está claro que hay un secreto flotando por la nave del que aún no nos hemos enterado. ¿Te acuerdas de lo que me contaste sobre el tatuaje del Capitán? Le pregunté a Christine Chapel el otro día sobre eso y ella... - se acercó más a su compañero para seguir en confidencia - …ella me cambió de tema. Así, te lo digo.

    El Sr. Sulu terminaba su taza de té en la sala de descanso adjunta al puente escuchando atentamente a su compañero. Si bien lo ocurrido en el gimnasio cuando descubrieron el tatuaje le había parecido extraño, Sulu no le había dado la menor importancia. Cosas del Capitán, pensaba.

- La enfermera Chapel no estaba en el gimnasio. Ya te lo dije. Uhura, el doctor McCoy y yo vimos el tatuaje del Capitán, él se puso colorado y salió corriendo.
- Salió corriendo seguido de Spock, ¿ssierto?
- Sí, Pavel: ZZZcierto. - Dijo el piloto remarcando el fonema.
    Chekov obvió la corrección y continuó con su argumento.
- Y en el planeta de recreo, en el sistema Omicron Delta, los dos desaparessieron juntos... ¡Nadie supo dónde encontrarles hasta que regresaron!
- Estaban de permiso. ¿Qué hiciste tú allí? Tampoco lo sabe nadie... Y creo que Uhura te vio disfrazado de cosaco. - Comentó sonriente y guiñándole un ojo a su amigo.
- Esa es otra cuestión. - Dijo sacudiendo la cabeza.
- No sé dónde quieres ir a parar, Pavel.
- Ya te diré yo dónde voy. - Miró el reloj que colgaba de la pared y levantándose se encaminó al puente. El descanso había terminado.

        En el puente estaban muy ocupados cartografiando una zona nunca antes explorada por nave alguna de la Federación. Spock, inclinado sobre sus aparatos de observación, daba a cada rato la orden de tomar holografías. Sulu esperó a que la alférez Rhama se levantara para ocupar su puesto. Pavel hizo lo mismo cuando el alférez que le sustituía se levantó. Miró a su espalda y pudo ver cómo su capitán no apartaba el ojo de las posaderas del Sr. Spock. Le dio un codazo a Sulu señalando aquella escena. El piloto miró de reojo y se rió negando con la cabeza. Pavel frunció el ceño.
- Sr. Spock, ¿le queda mucho? Esto empieza a ser... cómo decirlo sin que se ofenda... ABURRIDÍSIMO.
- No encuentro la diversión como parte de la tarea de observar el espacio. – Respondió el primer oficial.
- ¿No la encuentra? ¿Ni siquiera ahí dentro? - Dijo señalando el aparato del que Spock no apartaba la vista.
    Al otro lado de la consola la teniente Uhura se rió. Kirk le respondió con una cómplice sonrisa.

        Tras horas de insoportable y tedioso estudio de los sistemas solares de la zona al fin se terminó el turno. Una vez sus sustitutos tomaron posiciones en el puente Spock y Kirk se dirigieron al ascensor. Chekov propinó un codazo a Sulu de nuevo, el cuarto aquella tarde. El piloto empezaba a tener el brazo dolorido. Con la cabeza le hacía señas para que mirase al ascensor pero cuando lo hizo solamente pudo ver las puertas cerrándose.
- ¿Lo has visto? - susurró Pavel.
- ¿Ver qué?
- Se daban la mano... ¿no me digas que no lo has visto?
- ¡Oh, Pavel, déjalo ya! Me voy a la enfermería... creo que necesito algo de hielo para este brazo.
    Sulu se metió en el ascensor y desapareció. Uhura, que se había dado cuenta de la conversación, se acercó al joven oficial mirándole intrigada.
- Sr. Chekov, ¿hay algo que le incomode referente al Capitán o al Primer Oficial? - Preguntó ladina.
- ¿Incomodarme? No tengo nada en contra. Muchos rusos ilustres eran homosexuales: el gran músico Chaikovsky...
- Silencio, Pavel. Parece que no recuerda usted que el reglamento de la Flota prohíbe expresamente que un Capitán y un Primer Oficial tengan relaciones amorosas, ya que ello podría poner en peligro la misión a la que estén asignados. - Guiñándole un ojo le sonrió y esperó un momento a que el joven Chekov cayese en la cuenta de lo que realmente le estaba diciendo.
- ¡Oh, sí... comprendo! Bueno, yo no quería insinuar nada entre esos dos. Ellos son buenos “amigos”. -  Dijo recalcando la palabra.
- Así es, alférez. Para tranquilidad de la Flota lo que les une es una gran amistad.
- Grassias por aclararme las ideas, teniente Uhura. A vesses mi inexperienssia me confunde.
    Ahora era él quien guiñaba torpemente un ojo a su compañera. Dejándola con una sonrisa en los labios corrió al ascensor para ir a la enfermería. Sulu tenía que saber esto o el secreto del Capitán podría correr peligro.



            Más tarde, aquella noche, Uhura abrió la puerta de su camarote con la clave de siempre. Se soltó la coleta, se quitó las botas pisándose los talones, allí mismo, de pie. Empezaba a bajarse la cremallera del rojo uniforme cuando unas fuertes manos varoniles acudieron en su ayuda.
- Esa parte déjamela a mí... - susurró una cálida voz en su nuca.
- Monty, ¿llevas mucho rato esperándome? - Dijo sin sobresaltarse.
- No demasiado, comparados con los cuatro años que me vas a hacer esperar para la boda.
- Así me gusta, que veas las cosas con relativismo.
    Ambos se echaron a reír. Luego besos, caricias, unas manos grandes y callosas recorriendo la piel de ébano de la teniente, sus suaves muslos, la curva de su espalda.
- ¡Oh, Nyota...! Eres la primera mujer que me da un no como respuesta y luego se viene a la cama conmigo.
- ¡Creía que era la primera mujer a la que le pedías matrimonio!
- ¡Y lo eres... querida! Y por supuesto la última.

    Scott ya había descartado su decisión de abandonar la misión... no podía dejar a sus dos amores: Uhura y la Enterprise. Tras la ultrasónica bronca de Nyota le quedó claro que su NO a la pregunta de si quería casarse con él significaba NO TODAVÍA. Involucrados como estaban en una misión tan larga, cinco años de exploración del Universo, Nyota no deseaba convertirse por el momento en esposa y madre de una tropa de chiquillos medio escoceses.
- Nuestros hijos serán tan guapos como tú y tan listos como yo... - Susurraba el ingeniero al oído de su amante.
- Monty, cariño... nada de hablar de hijos mientras hacemos el amor. Me desconcentra.
- Disculpa, no volverá a pasar preciosa mía.



            
            Quedarse a dormir en el camarote del Capitán ya se había convertido en una costumbre para Spock. Ahora le veía tumbado sobre la cama, frotándose la barriga, sonriente y satisfecho tras la cena. ¿Demasiadas proteínas de origen animal? Estudiaría el modo de modificar su dieta haciéndola más vegetariana. Tal vez con algo de psicología inversa. Había escuchado que esas cosas funcionan con los humanos. Entre tanto se había ido quitando el uniforme, prenda a prenda, casi sin darse cuenta. Ahora sólo le cubrían los calzoncillos negros ajustados de reglamento.
    Jim le observaba desde la cama, relamiéndose con anticipación. De sopetón se sentó y le atrajo hacia sí enganchándole por la cinturilla elástica del slip. Empezó a besarle sobre la prenda, rozándole con intensidad con nariz y labios, restregándole la mandíbula y las mejillas. Spock sentía la calidez del aliento a través del tejido, ahora totalmente húmedo por el vaho y la saliva. Su erección se volvió más firme segundo a segundo. Jim le quitó al fin la prenda que cayó por su peso al suelo, deslizándose por las piernas de un aturdido Spock hasta sus tobillos. Entonces se apartó un momento para contemplarle en toda su gloria.
- Eres hermoso, mi amor... tan hermoso...
    Besó toda su longitud con los carnosos labios humedecidos en saliva, lamió la punta con una traviesa lengua que hacía que a Spock le recorriese un escalofrío por la espalda, luego se tragó todo aquello abriendo al máximo su boca y un gemido de placer respondió desde más arriba.
- ¿Qué es esto que me haces? ¿Tiene nombre?
    Jim casi se hecha a reír...
- ¡Oh, venga, es sexo oral Spock, ya hemos superado esta parte...!
- Nunca habías hecho eso directamente, sí has empleado la boca otras veces... pero no así.
- ¿Te gusta?

    Spock le sostenía la cabeza entre las manos; como respuesta la empujó de nuevo hacia su sexo. Jim se afanó en lamer y chupar, sintiendo cómo su amante le tiraba del pelo empujando cada vez más fuerte, hasta llevarle casi al clímax. Entonces se detuvo. Miró hacia arriba. Spock tenía los ojos vidriosos, idos, el pecho y el cuello verdosos por el rubor de su sangre vulcana. Sí, terminaría su trabajo. Quería tragarse su semilla, quería saborearle, quería sacarle hasta la última gota. Estaba tan excitado que había empezado a bombear su propia erección sin darse cuenta. Un gemido, otro, jadeos, gruñidos... Ambos se derramaron casi al mismo tiempo. Spock estaba sin aire, le flaquearon las piernas y se dejó caer sobre Jim tumbándole en la cama.
- Creo que te encanta... ¿Me equivoco?
- Jim, yo... igual he sido un poco brusco antes, obligándote a...
- No te preocupes por eso, yo he tenido la idea.
- Pero tú no has disfrutado...
    Jim sonrió y le mostró una mano empapada en su propio semen.
- T'hy'la... – Susurró Spock besándole en la boca, aquella maravillosa boca capaz de hacer maravillas como la que acababa de ocurrir. - Mi tal-kam...



Notas finales:

Algo caliente para terminar por hoy... continuará.

Gracias a todos por leer.


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