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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

No soy una entusiasta de Charles Dickens. Reconozco su maestría a la hora de describir tan magníficamente la sociedad de su época, fue un gran escritor, cierto, pero la era victoriana no es lo mío... Yo soy más isabelina, renacentista, griega, cualquier otro momento histórico donde el mundo se centrase en el hombre, en sus pasiones y sus pecados. Cosas del carácter.


Sin embargo me he rendido ante su obra “A Christmas Carol” (conocida como Un cuento de Navidad), todo un clásico de los especiales televisivos con los que me crié. Echémosle la culpa a los Simpsons y disfrutemos lo que podamos de este capítulo.

 


Paparruchas, dijo Socrooge


 


                                                               La luz en el Excelsior le parecía demasiado intensa. Mientras recogía los pedazos de la botella Peter llegó con cientos de fotografías en las que aparecían toda la familia: su prima, sus tíos, los hijos de Nyota y Scott... Durante su ausencia había nacido Bean, el pequeño. Y Sulu... ¡Sulu era padre! Su amigo había traído al mundo a una preciosa criatura y estaba casado con Selene.


      Se alegró inmensamente por él, le dio la enhorabuena, le estrechó la mano y todo lo demás, o eso creía, la verdad es que no estaba muy seguro de lo que había dicho o hecho. Sin saber cómo se agenció de otra botella de vodka y la dejó seca aunque entera.


     Necesitaba dormir, no quería saber nada de nadie. Agradeció que David anduviera desaparecido con su madre, toda su maldita verborrea era lo último que quería escuchar. El chico estaría sobreexcitado con la aventura que habían tenido saliendo de Talax, o le hablaría de su primo Peter, de Alex y de Sulu a los que acababa de conocer. Tal vez volvería a darle la tabarra con lo de que su madre no le entiende y esas cosas de crío. Paparruchas, se dijo.


    Pavel tenía la cabeza totalmente revuelta con imágenes de una preciosa Amy adolescente; había florecido como mujer y la deseó hasta la locura. Su estómago no estaba mucho mejor, hacía tiempo que no bebía tanto.


       Llegó midiendo el corredor de lado a lado, casi arrastrando los pies, al camarote que Sulu tuvo a bien asignarle. No puso ninguna clave en la puerta, dejó que se cerrase sola detrás de él y se tiró boca abajo sobre la estrecha cama. Si vomitaba no se ahogaría.


      Entró en un sueño agitado donde la realidad y el subconsciente se mezclaron.


   - Pavel, Pavel... - Una voz de mujer en su oído y una mano, posada ligera sobre la espalda, sacudiéndole para despertarle.


   - ¿Christine? - Debía de estar soñando todavía. Se giró para mirarla a la cara. Estaba borrosa, pero era ella. - ¿Qué quieres? - Le preguntó asustado al reconocer su fantasma.


   - Vengo a hacerte una advertencia... El mal que has hecho en tu vida se ha convertido en una larga y pesada cadena que arrastrarás por toda la eternidad. - Su voz sonaba dulce pero terroríficamente espectral.


   La miró a los ojos, azules como siempre, pero más pálidos que de costumbre al igual que toda ella... Vestía su antiguo uniforme azul de enfermera, como cuando viajaban juntos en el Enterprise. La luz se filtraba a través de su cuerpo como si no fuese opaco.


   - Chris, yo... - Lloró sin lágrimas, ya no le quedaban más para su amiga, las había vertido todas durante aquellos siete años. - Lo siento. Siento haberte matado. Iba borracho, drogado, condusía mi moto sin importarme nada ni nadie... ¿Por qué me esquivaste? ¿Supiste que era yo? De no haberlo hecho estaría muerto, el transporte de mercancías me habría arroyado... ¡Ojalá hubiera sido yo y no tú!


   - ¡Schhh Pavel...! - Le acarició la frente estremeciéndole con su tacto helado de muerte. - Eso ya no importa. Fue un accidente, nada más. No estoy aquí para que te disculpes. Tu pesada cadena te ahogará si no haces algo, te arrastrará al infierno, otra vez... Tienes que cambiar, cariño. Tres espíritus vendrán a visitarte esta noche, aprovecha lo que tengan que enseñarte. ¡Pavel, ésta es tu última oportunidad para salvarte!


   Christine empezó a desaparecer lentamente ante sus ojos, como un puñado de arena soplado por el viento.


   - ¡Chris... lo siento... lo siento mucho...!


   - Lo sé, cielo... Dile a Leonard que le quiero, comprendo lo que ocurre entre él, Spock y Jim. Dile que me alegro de que no esté solo... - Su voz se debilitó, alejándose, partiendo hacia otro mundo. - ¡Oh, y dile que las gafas para Jim están en el armario de abajo, junto al perchero... las guardé entre mis viejas cajas de zapatos, los que se empeñaba en tirarme a la basura!


      El fantasma de su amiga se desvaneció y Pavel se giró en la cama contra la pared. ¿Había sido un sueño? El sudor perlaba su frente y las imágenes de sus turbios pecados le saturaron la cabeza. Martin, el bar, las puertas del cielo, las manos acariciando su cuerpo en la oscuridad, el alcohol y las drogas, el sexo sin control, sin mesura, sin límites...


      Oyó las puertas de su habitación abriéndose y se sentó en la cama de un salto. ¿Quién era aquel tipo que le miraba con odio en los ojos?


   - Profesor Chekov... Soy Steve Nichols... ¿se acuerda de mí? - El joven adelantó unos pasos y levantó en peso a Pavel por el jersey. - Yo solía salir con Stacy Jackson el primer año que usted dio clase en la academia... ¿Le dice algo el nombre? - Su tono era puro cinismo y rabia.


   - Stacy... - Murmuró Pavel.


   - ¡Sí, aquella rubia a la que te follaste y enganchaste a las drogas para luego dejarla morir hundida en la mierda...! - Le gritó. Escupió en su cara con saña y le sacudió un puñetazo en la boca del estómago.


   Pavel no se defendió, se quedó doblado y sin respiración. El espíritu del pasado le estaba dando un escarmiento.


   - Stacy... - la voz no le salía del cuerpo, no más que en un hilo, - ...¿está muerta?


   - ¡Sí, por sobredosis, cuando te esfumaste! - Steve le pateó las costillas con todas sus fuerzas.


   - Adelante... ¿qué más...? - Tirado en el suelo, retorciéndose por el dolor en sus huesos, Pavel esperaba que terminase su lección.


   - Ella era preciosa, un ángel... ¡Y tú le destrozaste la vida! Vagó durante días con la cabeza ida, metiéndose toda la droga que pudo comprar... ¡Tú la mataste! - La emprendió a puñetazos en su espalda. - ¡Hijo de puta! ¡Maldito cabrón!


   Pavel no se movía, estaba a punto de perder el sentido. Steve se detuvo al escuchar unos pasos en el pasillo. Alguien se acercaba. Antes de marcharse se giró y volvió a escupirle.


   - ¡Ojalá estuvieses muerto... Pavel Chekov! Ella no se merecía lo que le hiciste.


      Intentó levantarse. Una punzada aguda en el costado se lo prohibió. Las malditas costillas otra vez... No era mucho, se palpó con la mano y comprobó que no pasaría de una simple fisura. Dolorosa pero no mortal. Había tenido suerte de caer boca abajo, los golpes en la espalda eran algo a lo que estaba más que acostumbrado.


   - Toda acsión tiene su consecuensia, ¿qué esperabas, Chekov? Dejaste a Stacy cuando Spock te sorprendió con ella y Stanford en los sótanos de la academia, follando, totalmente borracho y puesto de anfetaminas sobre la cápsula de Khan. - Se dijo todo aquello entre dientes, aguantando el dolor y apoyando los brazos sobre el colchón.


   - ¿Pavel? - Sulu había entrado al camarote y acudió a ayudarle a toda prisa. - Estabas hablando solo... ¡Eh!, ¿qué ha pasado?


   - No es nada, Hikaru. Estoy bien. - Se dejó tender en la cama por las cuidadosas manos de su amigo. Le miró a los ojos y sonrió. - ¡Échate conmigo! Añoro tus abrasos...


   - Pavel, no me pidas eso. - Sulu bajó la mirada al suelo.


   - A ti también te hise mucho daño... - Se incorporó poco a poco hasta quedar sentado, apoyado contra la pared del cabecero. Así podía respirar mejor. Estiró el brazo y acarició la curtida piel de la cara de su compañero. - ¡Lo siento, Sulu!


   - El pasado es el pasado. ¡Me interesa más tu presente, Pavel! - El capitán le cogió la mano y la apretó con fuerza.


      Por supuesto. El presente, era el turno de una nueva lección.


   A la cabeza de Pavel acudieron imágenes de Jim y Spock ocupándose de que Bones no estuviera solo, criando a Amy entre los tres, cuidando que su t'hy'la tuviera todo el amor que necesitaba y del que él le había privado. Sintió que de alguna manera todo aquello le llegaba a través de ella, como si pudiese mirar por sus ojos. Hasta que vio a Amy besando a una chica, aquello le hizo gritar...


   - ¡Pavel! Voy a llevarte a la enfermería... - Sulu se asustó de verdad. Los ojos aguamarina estaban ausentes, como idos, su amigo debía estar sufriendo una crisis... - ¡No debí dejar que bebieras! Mi rosa... mi preciosa rosa...


   Le estaba llamando así, en voz alta, mirándole con una rara mezcla de devoción y pavor. Pavel se acercó y rodeó su cuello con ambos brazos. Posó sus labios en los de Sulu con dulzura, lamiendo el perfil de ambos. Abrió después la boca, despacio, encerrando la de su amigo. Empujó levemente con la lengua hasta encontrar la suya y fundirse con ella en una danza. El instante fue eterno. El presente siempre lo es.


   - No Pavel... - Susurró. - No quiero esto, ya no. - Sulu le apartó la cara lentamente, mirándole a los ojos le habló con serenidad. - Amo a Selene, soy feliz con ella. Es una mujer maravillosa, dulce, cariñosa y divertida, inteligente y preciosa. Y me ha dado el mejor regalo del mundo, Pavel... A Demora, mi pequeña, mi tesoro más valioso.


  - Entiendo. La familia... - Murmuró Pavel tomando nota de la enseñanza. - ¡Oye, olvidémoslo! Anda, vete a dormir... - Le empujó sonriendo.


   - ¿Estás bien? ¿Seguro? - Le miró preocupado.


   - Sí, vete... voy a serrar los ojos y a descansar. Mañana hablaremos. ¡Sulu...! - Le clavó los ojos aguamarina y brillantes por las lágrimas no derramadas. - Te quiero, amigo.


 


      Sulu se marchó poco conforme, sabía que si Pavel decía que estaba bien es que realmente estaba jodido. Pasó por la enfermería y encargó a Alex que le echase un vistazo en cuanto pudiera. Le encontró atendiendo una urgencia, uno de los chicos de mantenimiento había resbalado con el piso mojado y se le había salido la rodilla.


   - Iré luego, Hikaru. - Alex intentaba que su paciente, con los pantalones del uniforme verde hoja empapados, se estuviera quieto mientras se los quitaba para volver a colocar el hueso en su lugar. - ¿En qué cubierta dices que está?


   - B, camarote 1-1-2. Y llévate el maletín, a lo mejor lo necesitas. - El capitán dejó a su oficial médico trabajar y se marchó a sus dependencias. Aún tenía el sabor a vodka de Pavel en la boca.


 


      Recostado contra la pared soñaba con su propia tumba. La visión de la lápida con su nombre grabado en la piedra le paró el corazón. El viento soplaba con fuerza sobre la losa bajo la que reposaban sus huesos para siempre. Había alguien más allí. Una mujer y un hombre vestidos completamente de negro. Sus cabellos, tan oscuros como sus ropas, ondeaban al aire con violencia. Cogidos de la mano lloraban sobre sus restos.


   - Estamos solos, t'hy'la, solos para siempre. Pavel nos ha abandonado. - Lamentó la mujer.


   - Nunca estuvo con nosotros, mi criatura imposible... - Aquella voz de hombre, vibrante y profunda...


   Despertó gritando sus nombres.


   - ¡Amy, Khan! - Profirió con la boca medio dormida por el vodka.


   - ¡Pavel! - Carol le gritó a su vez y le abofeteó la cara viendo que no reaccionaba. - ¡Hablabas en sueños! No te preocupes, no entendí nada, creo que era klingon.


   - ¿Carol? ¿Qué hases aquí? - Se sacudió la cabeza tratando de volver a la realidad.


   - David quiere que le lleves con su padre. Es definitivo, le he perdido. - La doctora se secó una lágrima que estaba a punto de rebasar sus párpados.


   Pavel no podía creer que aquella mujer estuviera allí sentada en su cama, diciéndole aquellas palabras, y lo más espeluznante... ¿llorando?


   - Carol, yo.. le prometí que lo haría. - Intentó incorporarse, hubiera querido saltar de allí. - Sabes qué es lo que el chico nesesita.


   - Su padre. Siempre fue más suyo que mío. - Le cogió la cara con las manos y le habló de cerca, tanto que sus alientos se mezclaron. - Cuida de él, Chekov. Cuídale siempre. Te respeta, te adora... besa el suelo por el que pisas...


   - Jim le cuidará, yo no... - Pavel no tenía ni idea de lo que iba a pasar con él, salvo que la muerte estaba en alguna parte esperando.


   - ¡Oh! Él puede que le acoja, o puede que no... Está casado con Spock – no pudo evitar hacer una mueca de extrañeza cuando lo dijo, - y tiene otra hija... Pase lo que pase, Pavel, quiero que no te separes de David. Ocúpate de que esté bien, que no abandone la ciencia, tiene talento... ¡No dejes que se convierta en un soldado muerto igual que mi padre!


   Carol se aproximó un centímetro más hasta acariciarle la boca con la suya. El roce dejó perplejo a Pavel que tardó un pco en devolver el beso. Ella le mordió el labio inferior apresándolo entre sus dientes con cuidado de no hacerle daño, tiró de él antes de separarse y dejarle con cara de idiota allí sentado.


   - Cuida de mi hijo, Chekov. Haz de él un hombre como tú. - La doctora salió de su habitación, sus tacones resonaron por el pasillo.


   - Yebát! *(joder) ¿Qué coño ha sido eso? - Se dijo en voz alta. - El espíritu del futuro... su lecsión...


   Pavel entendió que David era su oportunidad de hacer las cosas bien. Llevaría al chico con su padre, sí, pero no le dejaría solo. Se prometió a sí mismo que no volvería a abandonar a nadie, jamás.


   - Volveré a tu lado, Amy, mi t'hy'la... y juntos despertaremos a Khan y seremos una familia de verdad. Se acabaron las borracheras, no volveré a probar las drogas, el sexo se terminó, solamente contigo y con nuestro t'hy'la... No dejaré tirado a nadie nunca más. He aprendido la lecsión. Se acabaron las torturas, las culpas, el deseo de muerte... ¡Quiero vivir! ¡Quiero estar con vosotros! ¡Amy... Khan!


   - ¿Pavel? ¡Cálmate...! - Alex entraba por la puerta cuando le vio en aquel estado de enajenación, ahora cargaba un hipospray y se abalanzaba sobre él. - No te muevas, esto te sentará bien. Te hará dormir, Pavel... ¡Quieto!


   - Pero yo no quiero dormir... - aunque no dejó de revolverse la mano firme del médico acabó por inyectarle el tranquilizante, - ...no ahora que por fin estoy despierto.


   - ¡Shhh, calma, Pavel, ya pasó...! - Le sostenía abrazado contra su pecho y le acunaba susurrando estas palabras una y otra vez. - Ya pasó... ya pasó...


 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

No podía ser de otra manera, el capítulo 112 es... especial...


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