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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

La expedición de aterrizaje está lista, van a rescatar a los tres embajadores del extraño vulcano que les tiene retenidos en el Planeta de la Paz Galáctica.


A McCoy se le pondrán los pelos de punta con la nueva doctora Carol Marcus.

 

Al rescate

 

                                                                         A bordo del Enterprise todo eran prisas, la expedición para aterrizar en Nimbus III y rescatar a los embajadores de aquel loco vulcano estaba a punto de salir. Un equipo formado por doce hombres de seguridad, elegidos por el comandante Johnson en persona, esperaba dentro de una lanzadera armados hasta los dientes. Jim daba en el puente las últimas instrucciones.

   - Nyota, quedas al mando, Scott está demasiado ocupado con el transportador. - La comandante asintió, no le quitaba ojo de encima a Spock. - Pavel, coge un arma, vendrás con nosotros. - Le miró satisfecho, viéndole alejarse hacia el turbo ascensor.

   - Quizás yo no deba acompañaros, Jim. Carol está en la enfermería... su mente contiene el katra *(alma) de mi padre, no sé si un humano podrá soportar semejante carga. - Sus ojos oscuros miraban a su sa-telsu *(esposo) aguardando una respuesta que le diese esperanzas.

   - Bones se encargará de ella, la sedará si es necesario. - Le tomó la mano, con los dedos en posición de ozh'esta acarició los de su marido. - Todo irá bien, en cuanto saquemos a esos tres políticos de ahí abajo y detengamos a ese chiflado volaremos hacia Nuevo Vulcano, mi amor. - Añadió con sus pensamientos.

   Spock suspiró. No dejaban de ser militares y debían cumplir las órdenes de la Flota. Carol y el katra de su padre tendrían que esperar.

   - Señor, todo listo abajo. - El joven piloto informó que el equipo esperaba en la lanzadera.

   - De acuerdo... ¡Vamos allá! - Jim puso la mano sobre el hombro de Nyota al pasar junto a ella. - Intenta contactar con el secuestrador, negocia, amenázale, haz lo que sea pero tenlo entretenido mientras le pillamos por sorpresa.

 

         Camino de Nimbus III, Pavel pilotó en silencio. Jim, sentado a su lado, se mordía el labio inferior arrancando trozos de piel muerta con los dientes: estaba muy tenso. Spock, detrás de ellos, miró a Johnson y le saludó con una leve inclinación de su cabeza. Se alegraba de que su viejo amigo estuviese allí.

   - Espero que todo salga mejor que en HarOs, señor Spock. - Murmuró el jefe de seguridad echando un ojo a sus hombres. - No quiero asientos vacíos a la vuelta.

   - Ojalá Khan estuviera aquí... - Susurró el vulcano recordando su fuerza y su habilidad en el combate.

   Pavel se estremeció al escucharle. Jim se percató y con una sonrisa le acarició el pelo.

   - ¿No te estorbará la melena, cariño? - Bromeó tirándole ligeramente de los rizos.

   - Me haré una cola... - Le sacó la lengua y sonrió.

   - Toma tierra lejos de ciudad Paraíso, no quiero que nos descubran. Uhura ya debe haber establecido contacto. - Se volvió a su tropa y con una mirada ordenó que todo el mundo se pusiera en pie. - Caballeros, tengan cuidado ahí fuera.

 

 

                                                      El vulcano se sorprendió al ver que una mujer era la capitana de aquella nave, y nada menos que una tan hermosa. Se deleitó en contemplar su piel oscura, parecía brillante y sedosa al otro lado de la pantalla. Los ojos enormes, profundos, del color de la almendra tostada... rodeados de largas pestañas, le miraban con severidad e impaciencia.

   - Ríndase, la Flota no admite negociaciones con terroristas. - La voz de Uhura sonó firme, sólida como una piedra.

   - ¿Terrorista? - Sybok se carcajeó. - ¡Que mis amigos hablen por mí! - Con un gesto de su mano invitó a los tres representantes de los gobiernos de la Federación, Klingons y Romulanos a asomarse frente al monitor.

   - Capitana Uhura, este hombre no representa ningún peligro para nuestras potencias, todo lo contrario. - El Canciller Korrd no parecía estar bajo coacción, se expresaba con total libertad.

   - Su intención es liberarnos a todos de nuestro dolor, traernos la paz... - T'rak, la cónsul romulana, incluso sonreía.

   - Rinda su nave a Sybok y él nos conducirá al Primer Planeta, al Eden... donde encontraremos la respuesta a todas nuestras preguntas. - Talbot le estaba suplicando con sus ojos grises que abandonase las hostilidades.

   - No puedo hacer tal cosa, caballeros..., señora... - Nyota no entendía qué estaba pasando allí abajo para que los tres embajadores parecieran estar defendiendo a su secuestrador.

   - Baje aquí, capitana. Hablemos cara a cara... - Sybok no podía ejercer su misteriosa influencia si no era en persona. - Yo la haré entender que no pretendo guerra, ni violencia... es lo último que deseo. Busco la Verdad, señora mía... El ser supremo que se oculta en el centro de la Galaxia desde el principio de los tiempos. Necesito su nave para llegar hasta allí.

 

 

                                                       En la enfermería Bones intentaba hacer que Carol se sintiera mejor, ya le había puesto un hipospray pero no estaba funcionando. Para un vulcano los cuarenta grados de temperatura están dentro de lo normal, pero en un humano podía resultar peligroso. Miró a su izquierda, junto a las camillas había un criotubo para emergencias. Consideró la posibilidad, pero quería pensar que podría controlar la situación por otros medios.

   - Enfermera, desnúdela. Vamos a meterla en una bañera de agua fría. - Ordenó el doctor.

   - Leonard... - Susurró debilmente Carol. - Cuida de Jim y de Spock por mí... el amor que sientes por ellos es infinito, confía en eso y no te alejes... Debéis estar juntos, Leonard.

   - ¿Sarek? ¿Eres tú quien habla? - Bones sacudió la cabeza aturdido, aquello no podía estar pasando. - Al agua, Carol. Voy a bajarte esa fiebre... y por favor, no digas una palabra más, es aterrador... ¡Sarek en tus labios...! - El médico se estremeció.

 

 

                                                   La oscuridad de la noche les amparaba. La expedición avanzó en silencio, cruzando las arenas hacia el campamento que se establecía a las afueras de ciudad Paraíso. Subieron la loma de la duna y cuerpo en tierra observaron la situación. Un puñado de hombres custodiaban el lugar, tenían los caballos atados a la espalda de las tiendas. Jim pensó en utilizarlos para llegar a la ciudad, pero antes debían deshacerse de los colonos.

   - Necesitamos una distracción... - susurró pasándole los prismáticos a Spock a su derecha, - ...¿alguna idea, chicos? - Miró a su izquierda y vio a Pavel levantarse. - ¿Qué haces? ¡Te van a ver!

   - Eso quiero, Jim... - Le respondió con una sonrisa.

   Pavel se quitó el jersey rojo y la camiseta negra, se descalzó las botas y se bajó los pantalones y la ropa interior. Se había soltado la coleta y agitó la rizada melena al viento.

   - ¡Eh, tíos! - Gritó haciendo señas con los brazos, totalmente desnudo y contoneando obscenamente las caderas.

   Jim le miraba con los ojos como platos. ¿Qué diablos pretendía Pavel?

   - ¡Solamente os cobraré comida y agua! ¡Puedo satisfaseros a todos... no me importa! ¡Haré lo que queráis! ¿Cuánto hase que no echáis un buen polvo?

   Spock se puso verde, ¿su futuro yerno estaba ofreciendo sus favores sexuales a los colonos? Miró con los prismáticos desde el suelo, tendido junto a los pies descalzos de Pavel. Los hombres habían dejado sus armas y subían la otra cara de la duna.

   - Está desnuda... - Murmuró un romulano viendo la silueta del ruso recortada contra la luna.

   - ¡No es una mujer! - Un humano le corrigió trepando a su lado.

   - Da lo mismo... pienso hacerle gritar con mi serpiente... - El klingon babeaba ansioso por tomar el cuerpo de Pavel.

   - Un plaser que no probarás... - Chekov retrocedió, dejando que Spock y Jim apareciesen apuntando a unos decepcionados colonos con sus fásers.

   - ¡Sin rencores, caballeros! - Exclamó Jim poniéndose en pie. - Pavel, cariño... vístete.

 

         No tardaron en cabalgar hacia la ciudad. Jim, Spock y Pavel iban en el centro del grupo, rodeados por los guardias de seguridad con Johnson dirigiendo la avanzadilla.

   - Spock... ¡Debes fundirte con el caballo! - Bromeó Jim recordando lo que él le había dicho al escalar El Capitán.

   Cuando les vieron desde las alambradas Jim gritó que una patrulla de la Federación les perseguía y abrieron las puertas, ni siquiera tuvieron que detenerse: entraron al trote disfrazados con los harapos de los colonos que habían dejado atados en el campamento.

   Bajaron de sus monturas frente al bar, donde Carol les había dicho que tenían a los embajadores retenidos. Jim y Spock entraron para encontrarlo vacío, a oscuras y en silencio. Fuera, uno de los colonos vio la camiseta roja por debajo de los rotos trapos que cubrían el cuerpo de Johnson y dio la voz de alarma.

   - ¡Soldados de la Federación! - El romulano giró una linterna enorme hacia el interior del recinto, iluminando a los hombres del Enterprise que intentaban hacerse con el lugar.

   Abrieron fuego, perdigones contra fásers, algo desproporcionado.

   - ¡Posición de aturdir, señores...! ¡Evitemos acometer una masacre! - El experimentado jefe de seguridad dio sus órdenes y fue obedecido.

   - Johnson, me ocuparé del reflector... - Le dijo Pavel corriendo hacia el muro contrario.

   Echó mano de su fáser, pero se dio cuenta de que debía de haberlo perdido cuando se desnudó frente al campamento. Una vez debajo del fanal consideró la posibilidad de saltar hasta allí, trepar por la pared, pero no era ni de lejos tan ágil como Khan o Amy. Simplemente alzó su mano hacia el foco y se concentró. Cerrando los ojos, con un giro de su muñeca como quien espanta una mosca, lo hizo estallar. Johnson se le quedó mirando alucinado, afortunadamente pudo reaccionar y derribar al klingon que estaba a punto de dejar caer su d'k tahg *(cuchillo tradicional guerrero) sobre la cabeza de Pavel con cólera.

   - ¡Grasias, Johnson! - El ruso se giró y le saludó con la mano.

   - ¡No me apunte con eso, comandante... - bromeó, - ...creo que la lleva usted cargada!

 

      De detrás de la barra del bar salió una bailarina caitiana con sus tres pechos al aire. Se lanzó de repente sobre la espalda de Jim, maullando como una gata furiosa y clavándole las uñas y los dientes.

   - ¡Ah! ¡Maldita sea... Spock! - Intentaba zafarse de su agarre, pero las zarpas se le clavaban en los hombros y su cuello empezaba a sangrar con el mordisco. Se sacudió para que cayese, fue inútil.

   Su marido le puso la mano en la clavícula a la mujer-gata salvaje y aplicándole la pinza vulcaniana la dejó inconsciente. Jim la levantó sobre su cabeza y la tiró al acuario que tenía enfrente. El cuerpo se agitó al contacto del agua: a los caitianos no les gusta.

   - Y pensar que un día me acosté con una de esas... - Murmuró Jim. Spock le miraba la herida del cuello, asegurándose de que no era profunda. - Bones me lo arreglará cuando subamos a bordo.

   - ¡Pero qué han hecho! - Sybok salía de la sala de reuniones en la parte de atrás, seguido por los tres embajadores. Mirando fuera por la ventana y viendo el caos entre sus seguidores y los soldados federados gritó fuera de sí. - ¡Esto es lo último que yo deseaba! ¡Basta de violencia! ¿Quiénes son ustedes?

   - James Kirk, almirante de la USS Enterprise... Mi primer oficial, el vicealmirante Spock. - Señaló a su esposo con la cabeza. - ¿Y quién es usted, si puede saberse?

   - Sybok... ¿Almirante del Enterprise, dice? Entonces... la capitana Uhura... - El vulcano se echó a reír. - ¡Buena treta, almirante! Pero inútil. Va a entregarme su nave, lo hará porque en el fondo es lo que ha venido a hacer aquí... - Sybok se acercó a Jim, su corazón latía con fuerza intentando sincronizar con el del oficial. - Muéstreme su dolor...

   - ¡Sybok! - Spock se interpuso entre ambos protegiendo a su marido con su cuerpo. - ¿Eres tú?

   - ¡Spock! ¡No puede ser...! ¿Eres parte de la Flota? - Le puso las manos sobre los hombros con una gran sonrisa en los labios. - Ahora podrás unirte a mí...

   - Debes rendirte. - Spock se apartó de él. - Has infringido numerosas normas de la Federación y del gobierno Klingon así como del Romulano...

   - Señores, soy St. John Talbot, y como máximo representante de nuestro gobierno aquí, les exijo que cedan el mando de su nave a Sybok. - El diplomático tenía un arma en la mano y estaba apuntando a Jim a la cabeza.

   - Mi amor... ¿quién coño es este tipo? - Preguntó solamente para su marido.

   - ¡No le haga daño! - Spock dejó caer su fáser al suelo. - Nos rendimos.

  - ¡Spock! - Jim gritó con enfado. ¿Qué estaba haciendo su esposo? Rendirse nunca había entrado en sus planes.

   - Es lo mejor, señores. Sybok no les hará ningún daño, ni a ustedes ni a su tripulación. - El canciller Korrd bajó su arma cuando vio entrar a Pavel al bar. - ¿Chekov? ¡Muchacho, cómo has cambiado...! - Se abalanzó sobre él y le abrazó con cariño. - Te veo mucho mejor que en Kronos...

   - ¿Qué ocurre aquí, General? - Pavel no quitaba el ojo de Spock y Jim, ambos tenían las manos levantadas mientras les apuntaban con sus propios fásers.

   - Señor Spock... es un placer volver a verle... - T'rak pasó sus uñas largas rozando la nuca del vulcano. - Quizás tengamos tiempo para estar a solas usted y yo...

   - ¡Ni en tus sueños, zorra! - Farfulló Jim entre dientes.

   - Subamos a su nave... - Sybok sonrió al ver la cara verdosa de Spock. - Almirante, ordene a esa preciosidad de capitana Uhura que nos teletransporten a bordo.

   - No funsiona, hemos venido en una lansadera... - Pavel se mordió el labio, ¿cuándo iba a dejar de ser un bocazas?

   - Bien... entonces volvamos en ella. - El vulcano se carcajeó, tenía la situación bajo control.

   - Spock... ¿por qué no le has disparado? Le tenías... y has rendido mi nave... ¿por qué? - Jim estaba realmente enojado con su marido, no entendía sus razones para aquella traición.

   - Te lo explicaré más tarde, sa-telsu mío. Lo siento. - Spock echó a andar empujado por la cónsul romulana que encontraba un gran placer en tenerle bajo su dominio.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Dejo imagen de Pavel pringadito de arena.

http://www.malecelebnews.com/wp-content/images/2012/06/Anton-Yelchin-Covers-Interview-Russia-magazine-05.jpg


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