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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Tras la tempestad llega la calma. Claro que la calma a veces precede a la tempestad. Es el ciclo de la vida, el eterno devenir sin sentido que nos ocupa las mentes para no pensar en la muerte, la compañera silenciosa que ataca cuando menos lo esperamos, la que aguarda al final del camino de cada uno de nosotros.

 


Solicitudes de traslado


 


                                                                             Hasta ahora la nave oscura se había mantenido al margen, su comandante, Apolo, así lo había ordenado. En la sala del trisquel, Pan tuvo que dar a beber a su amada diosa Artemisa la sangre venenosa de Medusa, sumiéndola así en un profundo sueño. Sus cabellos se habían vuelto rojizos por un instante, coincidiendo con el momento en que Ares recobró la forma humana.


      Hércules puso en marcha los motores desde su puesto de navegante, avanzando a toda velocidad cruzó la Gran Barrera hasta situarse detrás de la nave klingon.


   - ¡Llegamos por los pelos, hermano! - Le informó nada más ver al dios de la guerra enfrentándose a Jim sobre la superficie del planeta.


   - ¡Herc, transporta a Ares a bordo! - Ordenó el dios a su espalda.


   Al mismo tiempo que Jim alzaba los brazos protegiéndose la cabeza de la furia del dios que tenía en frente, el pájaro de presa, a escasos dos metros de él a su espalda, disparó sus fasers contra Ares. El estallido de la explosión provocó que el almirante quedase cegado por un instante, impidiéndole ver cómo su enemigo había sido abducido de allí por una misteriosa capa de oscuridad que le envolvió en el último segundo, evitando que fuese destruido por el ataque de los klingons. Jim se giró para observar los cañones de la nave dirigidos hacia él. Sintió que iba a morir.


   - ¡Adelante, acaba de una vez! - Gritó desafiante.


   Sus moléculas se desintegraron para unirse de nuevo en el interior del pájaro de presa. Estaba en el puente de mando. La primera oficial le miró con sorpresa, el humano no parecía tener miedo. Klaa se le acercó y le agarró del brazo zarandeándole con fuerza.


   - ¡Tú hiciste que mi padre, Chang, se suicidara en Rura Penthe! - Le recriminó.


   - ¿Chang? - Jim estaba desconcertado, ¿qué ocurría allí?


   - El general Chag hizo lo que debía, una muerte honorable era su única salida después de la traición que no logró llevar a cabo. - Spock se había levantado de la silla de artillero para recibir a su esposo entre sus brazos abiertos. - Jim...


   - ¡Spock! - Exclamó soltándose del klingon. - Creía que iba a morir ahí abajo...


   - Imposible, t'hy'la. - Avanzó un paso hasta tenerle apretado contra su pecho. - Nunca estuviste solo.


   Jim respiró su olor con ansia, abrazando a su marido y luego mirándole a los ojos. Buscó los labios para fundirlos con los suyos en un beso. Spock se apartó unos centímetros, con su imperceptible sonrisa.


   - Almirante... - Le susurró ladeando la cabeza. - No delante de los klingons.


   Jim se echó a reír, miró a su alrededor y asintió. Ya habría tiempo más adelante.


 


            Apolo y Hércules se carcajearon, el fino humor inteligente del vulcano siempre les provocaba la risa.


   - ¿Dónde has transportado a Ares? - Preguntó el dios del quitón azul cielo a su hermanastro.


   - Quirón le ha encerrado en el laberinto. - Sonrió satisfecho. - Echará de menos al minotauro que dejó allí antes de marcharse. Spock hizo bien en matar a ese monstruo cuando nació la niña. - Recordó cómo el vulcano le había cortado la cabeza.


   - Ares no se marchó voluntariamente, no olvides que fue padre quien le envió al planeta primero despojándole de su cuerpo. - Apolo jugó con los rizos de la melena leonada de Hércules.


   - Artemisa duerme. Pan me acaba de informar, ha tenido que sedarla. - Dijo el piloto sacudiendo ligeramente la cabeza. - ¿Qué haremos ahora, Apolo?


   - Pon rumbo a la Tierra, hermano. - Le ordenó. - Debemos impedir que sea destruida.


   - ¿Y Ares? Si logra salir de esos endiablados pasillos y se encuentra con tu hermana, ambos estallarán en furia descontrolada. - Sus palabras sonaron como una seria advertencia, la magia de esos dos unida era extremadamente peligrosa.


   - Ya le haré entrar en razón, Herc. - Dijo volviendo a su trono dorado. - Ahora haz lo que te pido y llévanos al mundo de los hombres.


   El navegante obedeció e introduciendo las coordenadas en su consola, hizo dar media vuelta a la nave oscura para emprender la ruta más corta hacia el planeta Tierra.


   - Pavel es fuerte, he de reconocer que me ha sorprendido. - Murmuró inclinando la cabeza a un lado.


   - Cuando le elegí para ser parte de la tríada del trisquel sabía lo que hacía. - Añadió Apolo. - Cassandra me mostró su rostro en la clepsidra sagrada.


   - También te mostró a Khan, hace cientos de años. - Le recordó Hércules. - Por eso insuflaste la vida en la probeta de laboratorio donde fue engendrado.


   - Cassie es muy útil si se la sabe entender. - Sonrió Apolo con ternura hacia la sacerdotisa en pie a su derecha. La mujer, blanca como la leche, de cabellos negros como el azabache, puso su mano sobre el hombro de su amante.


   - La muerte de Sybok no será la única... - Musitó ella con su delicada voz de terciopelo.


   - ¿Cómo? - Apolo se estremeció. ¿Qué se le había escapado?


   - Eris... la has dejado a bordo de la nave. - Cassandra miraba al frente con la vista perdida en el infinito. - Ya no hay tiempo, cariño. Pavel se ocupará de todo.


   - ¿Debemos volver a buscarla? - Preguntó Hércules a la sacerdotisa adivina.


   - No, deja que haga su función. - Respondió Cassie fijando sus ojos violáceos en los del rubio leonado.


   - Pero... ¿quién caerá? ¡No quiero perder a ninguno de ellos! - Apolo miró angustiado la pantalla principal. La imagen del puente del Enterprise le mostraba el abrazo que Jim recibía de sus amigos y compañeros, incluso Carol y St. John Talbot se le acercaron para darle una cálida bienvenida.


   - No os preocupéis, no será definitivo. - La sacerdotisa se sentó en el regazo del dios, rodeándole el cuello con sus finas manos le acarició la nuca. - Todo tiene un fin, mi amado Apolo. La muerte traerá vida... la vida, traerá la salvación de la Tierra.


   El dios sonrió meditando aquellas enigmáticas palabras. Los ojos de un violeta intenso de su hermosa amante le tranquilizaron, besó sus labios de coral y se dejó amar por la mujer más encantadora del universo.


   Al alejarse advirtieron que el Excelsior se aproximaba hacia el Enterprise, el pájaro de presa había entrado ya en su hangar. Pronto klingons y humanos se enfrentarían entre sí provocados por el espíritu de la discordia que flotaba entre ellos. La nave oscura perdió la imagen en la pantalla, estaban ya demasiado lejos.


 


 


                                                          El doctor McCoy curó las heridas de Jim en la enfermería. Luego se ocupó de Carol, la fiebre había regresado y la doctora deliraba bajo su influencia.


   - Pavel... cuida de David. - Le rogó acariciándole la mejilla. - Spock, hijo mío... debes llevarme a Nuevo Vulcano. Mi katra debe descansar junto a las de nuestros ancestros en el tercer fragmento de la piedra de Gol.


   - ¿Sarek? - Preguntó Jim al oírla hablar así. - ¿Estás ahí dentro?


   - Jim, querido yerno, debes perdonarme... - Le susurruó Carol con voz profunda. - Le prometí a la doctora Marcus que no te diría nada sobre David. Le conocí cuando tenía seis años, no era más que un niño que debía permanecer junto a su madre.


   - Padre... ¿qué estás diciendo? - Spock tomó la mano de Carol entre las suyas, apretándola con ternura. - ¿Nos ocultaste la existencia de David? ¿Por qué?


   - Yo se lo pedí, Spock. - Ahora era Carol quien hablaba. - No culpes a tu padre por hacerme ese inmenso favor y sácamelo de la cabeza de una maldita vez.


   - No puedo hacerlo, el sumo sacerdote del Consejo Vulcano se encargará, Carol. - La vio desmayarse por el dolor. - Jim, tenemos que ir allí cuanto antes.


   El almirante asintió, se acercó al comunicador de la pared, pulsando el botón con el puño ordenó a Scott en el puente que pusiera rumbo al planeta de su marido. Luego se acercó a Pavel, mirándole a los ojos le preguntó sin palabras cómo se encontraba.


   - No sé qué me pasó en ese planeta, Jim. - El comandante sacudió la cabeza. - Tengo extraños presentimientos, como si algo terrible fuese a suseder...


   - Mi intuición también me está volviendo loco, cielo. - Jim sentía lo mismo, algo había a bordo que se escapaba a su control.


   - Almirante, tenemos una comunicación desde el Excelsior... - La voz de Nyota sonó por el altavoz en la pared. - Sulu pregunta si estamos todos bien.


   - ¡Hikaru! - Exclamó Pavel saliendo disparado hacia el puente de mando con una sonrisa blanca en los labios.


   - Dile que nos dirigimos a Nuevo Vulcano, Uhura. Que nos siga, si es que puede hacerlo. No sé cuáles son sus órdenes. - Jim se giró para ver a Bones pinchando uno de sus hiposprays en el brazo de Carol. - Quédate con ellos, Spock. Voy al puente a hablar con Sulu.


   - ¿Y los klingons? - Preguntó el vulcano.


  - Que hagan lo que quieran... - Jim hizo un gesto con su mano haciendo ver que era lo que menos le preocupaba y salió como una flecha de la enfermería.


 


 


                                              Lo que quería Klaa era hacerse con el control del Enterprise y llevarla a Kronos como trofeo. El general Korrd intentaba hacerle entrar en razón una vez más, pero su ansia de gloria era infinita. Algo maligno la estaba acrecentando sin que él mismo se diese cuenta.


   - Acabaré con Kirk, aunque sea lo último que haga. - Cogió su arma y salió a buscarle por los pasillos de la nave. Su primera oficial retuvo al viejo general para que no estorbase en los planes de su amado capitán.


  - ¡Esto es una locura! Ellos son más de cuatrocientos, nosotros solamente veinte. Y hay otra nave de la Flota ahí fuera... - Renegó el anciano.


   - ¡Ya nos ocuparemos de ella! - Gritó la mujer klingon enojada.


   - Los humanos son nuestros aliados. El Excelsior salvó Kronos; Chekov y Kirk son unos héroes para nuestro pueblo... - La voz se le quebró al recordarlo, la explosión de Práxis le había dejado viudo y acabado con toda su descendencia.


   - ¡Unos débiles humanos no pueden ser dignos de tal honor! - La orgullosa hembra de metro ochenta de estatura golpeó con furia el rostro del general. - ¡Klaa se alzará como el verdadero héroe del pueblo Klingon!


 


 


                                             Entretanto, en el Excelsior, Sulu había dado la orden de seguir el rumbo del Enterprise al menos por el momento.


   - Hikaru... quisá deberías obedeser tus órdenes y regresar al cuadrante beta. - Sus entrañas le decían que sus amigos correrían peligro si les acompañaban. Pavel les miraba con los ojos llorosos al otro lado de la pantalla.


   - ¿Cómo están mis tíos? - Preguntó Peter en pie junto a su capitán.


   - Bien, sanos y salvos. - Giró el cuello a su derecha, Jim acababa de llegar al puente.


   - ¡Sulu, Peter! ¡Cómo me alegro de veros! - Les lanzó su cálida mirada azul y una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.


   - Jim... ¿qué ha pasado detrás de la Gran Barrera? - Le preguntó el japonés intrigado.


  - Venid a bordo, os lo explicaré. Pero tendrás que usar tu transportador, el nuestro sigue funcionando como le da la gana... - Bromeó.


   - Está arreglado, Jim. - Le corrigió el ruso. - Scott y yo solusionamos el problema con el conmutador de frecuensias.


   - Como sea, da lo mismo... ¡Quiero daros un abrazo! ¿Dónde está Alex? - Preguntó a su sobrino.


   - Iremos enseguida, tío Jim. - Peter asintió con la cabeza y salió del puente para buscar a su novio.


   - Dejaré a Kevin al cargo y los tres nos transportaremos ahí. - Sulu sonrió mirando a su ex-capitán. - Será un placer volver a estar bajo tu mando.


   - ¿Qué? ¡No, Hikaru... no puedes abandonar tu nave! - Jim le miró extrañado, ¿qué se proponía su viejo amigo?


   - No lo hago. Renuncio al puesto de capitán. Peter, Alex y yo estaremos mejor con vosotros, será un traslado. Ya puedes hacer el papeleo. - Pulsó un botón en el brazo de su silla de mando y activó el comunicador con la sala de máquinas. - Jefe Riley, suba al puente: desde este momento queda usted al mando de la nave.


 


         No tuvieron más remedio que respetar la decisión de Sulu. Peter fue sustituido por Johnson, quien después de todo lo que había pasado cuando Sybok le sorbió el seso, sintió alivio al dejar el Enterprise e intercambiar su puesto con el pelirrojo. Alex pasó a ser el segundo de McCoy, encantado de volver a trabajar bajo sus órdenes. El doctor Otto Oetker se transportó al Excelsior para convertirse en su oficial médico jefe. El irlandés Kevin Riley hizo realidad su sueño de comandar una nave de la Flota y se despidió de sus viejos amigos poniendo rumbo al cuadrante beta, tenían órdenes de la Federación que cumplir.


 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por los comentarios.

Dejo gif de uno de los numerosos chistes gays de Star Trek.

 http://37.media.tumblr.com/17c20f52da3ca55de2370d82f471b8a7/tumblr_mqb0c8Jsba1rt6kpxo4_r1_250.gif

Pertenece a la quinta entrega de la saga en cines, Star Trek V: la última frontera.

"Por favor, capitán... no en frente de los klingons."


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