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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

La muerte que pronosticara Cassandra acaba con alguien muy querido por nuestros protagonistas. Pavel puede ver a Eris, pero ¿podrá detenerla? Quizás aún haya esperanza.


Capítulo inspirado en el episodio “El día de la Paloma” de la serie original Star Trek, escrito por Jerome Bixby.

 


Aquella horrible cosa que flotaba por ahí


 


                                                                   Spock dejó que Leonard se ocupase de Carol y regresó a la sala principal de la bahía médica. El personal de limpieza había entrado para retirar toda la sangre púrpura que el capitán Klaa había ido dejando por el suelo. Sus uniformes verde hoja contrastaban con los azules del equipo médico que traía y llevaba vendajes para aplicar al klingon herido.


      Jim se acercó al comunicador en la pared de la enfermería, pulsando el botón habló con el puente de mando.


   - Nyota, aquí Jim. Localiza a Pavel con la computadora, introduce su patrón de ADN y dime dónde está.


   - Sí, Jim. ¿Qué ocurre? - Respondió la comandante mientras tecleaba ya en su consola.


  - Quiere matar a todos los klingons por lo que le hicieron a su hermano... - Respondió el almirante.


   - ¿Hermano? - La voz de Sulu resonó en el altavoz. - ¡Pavel no tiene hermanos, es hijo único!


   - Eso creía yo, Sulu pero parece ser que... - Jim volvió a mirar a Spock, los secretos de familia eran algo corriente.


   - No, imposible. - Le interrumpió tajante el piloto. - Su madre perdió la vida cuando él nació y su padre nunca volvió a casarse o a tener pareja, dedicó todo su tiempo a cuidar de Pavel hasta su muerte.


   - Espera... - Alex se acercó al comunicador. - Él dijo que los klingons mataron a Sasha delante suyo y de sus padres cuando vivían en Arakanis IV.


   - ¡Eso no es cierto! Pavel llegó de San Petersburgo a San Francisco con trece años, jamás vivió fuera de la Tierra. - El japonés sabía bien de qué estaba hablando. - Conocí al señor Chekov estando en la academia, cuando nos graduamos, poco antes de que el hombre falleciera. Estuve en su funeral... - La voz se tornó melancólica. - Te aseguro Jim que allí no había más parientes que Pavel, fue muy triste.


   - Vale, genial... se le ha ido la cabeza. - La voz de Jim, convertida en grave susurro, evidenció su preocupación. - ¿Uhura? ¿Le has encontrado? ¡Dime dónde está mi niño!


   - Pasillo tres de la cubierta C, Jim. - Nyota exhaló un leve grito. - ¡Oh! Detecto a tres klingons a su alrededor.


   El almirante echó a correr hacia donde la comandante le había indicado, seguido de cerca por Peter, Spock y Alex; el doctor pensó que los klingons necesitarían asistencia médica. Y así era. Tirados en el suelo, casi desmembrados por los delirios paranoicos del ruso, los tres soldados enemigos sangraban profusamente tiñéndolo todo de púrpura.


   - ¡Pavel! ¡Detente! - Le gritó Jim ordenándole que no se marchara.


   - ¡No dejaré ni uno con vida...! - Gruñó Chekov.


   - Pero... no puede ser... este soldado... - El joven médico se extrañó, con los ojos azules abiertos de par en par miraba al klingon que yacía a su lado. Tuvo que agarrarse al brazo de su novio para ponerse en pie. - Pete, es el mismo de antes... ¡El que murió entre convulsiones en la puerta de nuestro camarote!


   - Debes estar equivocado. - Le susurró Peter. - Todos los klingons se parecen.


   - ¡No seas racista! Te digo que es el mismo, joder... - Le gritó al pelirrojo zarandeándole con ambas manos.


   Spock y Jim se enfrentaban a la fiera mirada de los ojos aguamarina de Pavel, surcados por decenas de venillas rojas y brillantes por la sed de venganza.


   - Cielo, tú no tienes hermanos... nunca has tenido un hermano... - Jim le hablaba con dulzura.


   Intentando cogerle la mano se acercó demasiado. Recibió un empujón que le hizo perder el equilibrio, habría caído al suelo de no ser por su marido que le sujetó desde atrás. Pavel ni siquiera le había tocado.


   - ¡Basta, comandante Chekov! - Le gritó el vulcano.


   - ¡Te ordeno que vayas inmediatamente a enfermería, no estás bien...! - Le increpó Jim.


   - ¡No! ¡Voy a vengar a Sasha matando a esos monstruos de frente arrugada! - Gritó dándose la vuelta y echando a andar pasillo adelante.


   - ¡Sasha no existe! ¡Nunca existió! - Spock vio cómo el ruso se paraba en seco al oír aquello. - ¡No sale en la tabla periódica, Pavel!


   El vulcano ni siquiera sabía por qué había hecho aquella broma tan estúpida. Recordando que era incapaz de hacer un cálculo sencillo, como era el tiempo estimado de llegada a Nuevo Vulcano por ejemplo, pensó si no se estaría volviendo loco él también.


   - Jim, algo extraño nos ocurre a todos. - Le comentó Spock a su marido. - Lo que sea ha afectado más a los klingons pero está empezando a trastornarnos también a nosotros.


   - ¿No sale en la tabla periódica? - El rubio le sonrió con cinismo. - ¡Qué tontería! ¡Eh, te he dado una puta orden! - Observando cómo Pavel intentaba largarse le agarró por el jersey. - ¡Ven aquí! ¿Qué estás mirando?


   Chekov tenía la vista clavada en el techo de la galería, como si algo allí flotando llamase su atención. Abrió la boca sin decir nada, estaba alucinado, los ojos abiertos de par en par. Poco a poco levantó la mano y señaló con su dedo índice al aire, su cara estaba entre la admiración y el terror.


   - ¡Pavel, ahí no hay nada! - Exclamó Spock mirando a donde apuntaba el ruso.


   - Tío Jim, Alex dice que los muertos han revivido. - Peter se les acercó consternado. - Creo que se nos está yendo la cabeza a todos.


   - ¡Cuidado! - Gritó Pavel al joven doctor.


   Se escuchó una pequeña explosión, como un trueno lejano, una ligera vibración sacudió el suelo y las paredes de la cubierta cuando Alex cayó fulminado.


   - ¿Cariño...? - Peter volvió en dos pasos a su lado, el rubio se había desplomado como un tronco entre los cuerpos de los klingons. - ¡Alex!


   - ¡Salid de aquí! - Les advirtió Pavel apuntando con sus manos por encima de sus cabezas. - ¡Cosa horrible...! ¿Qué le has hecho a mi amigo?


   - ¡Peter vamos... - el almirante recogía el cuerpo de Alex por debajo de los brazos, - ...llevémosle con Bones!


   - No respira, tío Jim... - Las lágrimas empezaban a agolparse en sus ojos. - ¡Alex! - Gritó desgarrado agitando el cuerpo inerte de su vikingo.


 


                                     McCoy no sabía qué había podido pasar con Alex, pero reconoció que era posible que los soldados que Pavel había matado hubiesen revivido milagrosamente. Allí mismo tenía la prueba, el capitán Klaa se había curado por completo en menos de media hora. Le tenía encerrado en una habitación, atado a la cama con unas correas; el klingon seguía enajenado, deseando dar muerte a Jim.


   - ¡Haz algo, por favor Bones! - Peter no dejaba de llorar sobre el cuerpo sin vida de su novio.


   - No puedo, Peter, lo siento... - Se volvió hacia Jim negando con la cabeza. - Es como si algo hubiese hecho explotar cada célula de su cuerpo.


   - Quizás reviva, como los klingons... - Jim tenía esa esperanza, ver a su sobrino sufriendo de aquella forma tan horrible le hizo llorar.


   - Criogenízale, Leonard. - Sugirió Spock señalándole el criotubo para emergencias.


   - Esperaré media hora a ver si cambia en algo su situación, es lo que Klaa necesitó y lo que tardaron los soldados de la cubierta de oficiales en volver a la vida. - Bones acarició la mejilla de Jim secándole las lágrimas. - Si sigue igual le meteré en la cápsula, aunque no sé cómo se podría solucionar semejante fallo celular. ¿Queréis explicarme qué ha ocurrido?


   - Algo le atacó... - Spock cogió a su marido por la cintura. - No pudimos verle. Solamente Pavel le vio y salió corriendo persiguiendo a lo que llamó “cosa horrible”.


   Las puertas de la bahía médica se abrieron y varios heridos fueron colocados sobre las camillas. Hombres de seguridad, tripulantes y klingons, sangrando por heridas de arma blanca y reclamando atención médica. Spock abrazó a Jim, le besó en la frente, aquello le había hecho llorar con más ganas aún. El almirante hundió el rostro en el hueco entre el cuello y el hombro de su marido.


   - ¿Cuántos más tendrán que morir para que empecéis a actuar como militares en vez de hacerlo como un par de idiotas enamorados? - Les reprendió McCoy airado. - Se curarán y volverán a pelear entre ellos... ¡Tenéis que acabar con esto de una vez!


   Spock y Jim observaron cómo los habitualmente dulces ojos avellana de su t'hy'la les estaban mirando con furia.


   - Tienes razón, veamos. Hay algo maligno a bordo y solamente Pavel puede verlo. - Recapituló Jim.


   - Creo que estamos dirigidos a ampliar las hostilidades entre nosotros, humanos y Klingons somos peones en esta guerra sin fin. - Spock se esforzaba por utilizar la lógica, su mente estaba algo confusa.


   - Luchamos por designio, algo quiere que peleemos eternamente. - Peter se les acercó secándose las lágrimas, el panel sobre la cabeza de Alex no sufría ningún cambio. - Por eso los fasers se convirtieron en espadas...


   - Y los heridos se recuperan, los muertos resucitan... - Bones miró al joven médico a su espalda, deseando ver que sus constantes vitales regresaban.


   - Debemos localizar esa identidad alienígena, determinar sus motivos y detenerla. - Alcanzó a formular Spock.


   - Eso es exactamente lo que estoy tratando de haser... - Pavel había entrado a la enfermería, arrastraba la pierna derecha por una herida abierta.


   - ¡Cielo! ¿Qué te ha pasado? - Jim fue hacia él sin perder un segundo.


   - Un klingon... - Se tambaleó. - Yo intentaba detener a esa fea cosa, esa bola de energía que se alimenta de odio... - Se dejó caer en los brazos de Jim, había perdido mucha sangre.


   - ¡Tumbadlo aquí! - McCoy despejó una cama junto a la de la de Alex.


   Pavel giró el cuello a su izquierda para mirar al rubio que yacía allí a su lado. Observó que los indicadores médicos sobre su cabeza estaban quietos, en silencio.


   - ¿Alex? - Murmuró. McCoy le había pinchado un hipospray y trataba de separar la tela de su pantalón de la carne sangrante. El cuchillo klingon había profundizado bastante en el muslo. - Bones, congélale... Luego podrás despertarlo y curarle.


   - Cállate, estoy intentado hacer que no pierdas esta pierna. - McCoy se concentró en limpiar y suturar la herida. - Además, no podría...


   - Usa la sangre de Khan... - La voz del ruso sonaba débil.


   - No funcionaría. He hecho miles de pruebas durante todos estos años. No hemos vuelto a tener éxito con eso desde lo de Jim... - El doctor levantó la vista, los ojos azules de su amante le devolvieron la mirada con cariño.


   - Eso es porque has dejado pasar una variante por alto... - Pavel estaba a punto de desmayarse, agarró la mano de Bones apretándola con sus pocas fuerzas, haciendo que el médico le escuchara en serio. - ¡Khan estaba despierto cuando utilisaste su sangre para revivir a Jim!


   - ¿Me estás diciendo que tendría que despertar a Khan... para salvar a Alex? - McCoy sintió la mano de Pavel deslizarse entre sus dedos, el ruso había perdido el conocimiento.


   - Bones, cariño... si eso puede hacer que el novio de mi sobrino vuelva a la vida... - Jim le clavaba los ojos azules suplicándole que lo considerase al menos.


   - Ya veremos. Aún no ha pasado media hora, igual esa cosa hace que despierte sin más. - Terminó con la pierna de Pavel, volvió a comprobar el panel sobre la cabeza de Alex y se giró para atender a otro paciente, no dejaban de llegar y el personal médico andaba saturado. - ¿No tenéis que encontrar a un alienígena que flota por ahí? ¡Largaos de una maldita vez!


 

Notas finales:

Gracias por leer, ánimo a la hora de dejar comentarios, me gustaría saber qué opinan los lectores.

Dejo imagen de Alex, el rubio vikingo caído en en Enterprise por capricho de Discordia.

http://www.casimages.es/i/140707090112111961.jpg.html

(¿Alguien le ha reconocido?)


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